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Traición por koru-chan

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Posé la copa de cristal a medio  beber sobre mi labio inferior mientras observaba con escrutinio cada una de las acciones de aquel varonil hombre; un chico rubio de piel dorada que brillaba hermosamente por las danzarinas luces de neón que adornaban el lugar siguiendo el ritmo alocado de aquel antro atestado de jóvenes.  Estaba prendado, no sabía que me había atraído de aquel muchacho que claramente  me tenía idiotizado siguiendo, con sigilo, cada uno de sus pasos aquella prometedora noche. Mi conciencia se perdió cuando sus labios delgados articulaban palabras hacia sus amigos terminando cada frase con una sonrisa o una carcajada  provocando que mi boca también esbozara una sonrisa contagiada por aquel extraño joven haciendo que mi estómago cosquillara y mis mejillas se sonrojaran. Suspiré bajando la mirada junto a una sonrisita juguetona. ¿Qué me pasaba? Tenía más de treinta años, con una pareja estable que adoraba. Entonces, ¿cómo me permitía mirar a otros hombres?


—Gracias por esperar, amor—lo oí, mas mis sentidos y mis ojos estaban en otro mundo; uno muy lejos de mi actual realidad—. ¿Amor? Ruki, ¿me oyes?—di un respingo cuando el cálido aliento de mi pareja rozó mi cuello, éste me miró junto con una sonrisita burlona que enmarcaba su rostro tras observar mi inusual despiste.


—Sí. Lo siento, Aoi—dije atropelladamente posicionando mi palma sobre su pecho buscando disimuladamente, con la mirada, a aquel rubio—. ¿Cuándo volviste?—lo observé reticente aprisionado por su invasiva cercanía. Estaba atrapado entre su cuerpo y la barra del bar, la cual a mis costados estaba atestada.


—Recién—lo percibí curioso por mi escrutinio e intentó inmiscuir su vista hacia el frente. En el proceso tomó mi vaso a medio beber y sorbió un poco del contenido mientras intentaba detectar con quien deleitaba mis ojos—. ¿A quién mirabas?—alzó una ceja quisquilloso—. Acaso, ¿me estas engañando con alguien?—hizo un puchero imitando mis enojos y berrinches que cotidianamente, en un pasado lejano, había tenido por celos. Poco a poco, y sin percatarme, la monotonía nos estaba pasando la cuenta. Sentía que me estaba desencantando.


—¿Alguien más guapo que tú? ¿Cómo crees eso posible?—mentí frunciendo el ceño. ¿Había sido descubierto tan fácilmente?


Sabía a ciencia cierta que sus palabras eran en tono de broma, lo que me molestaba era ser tan obvio. Bufé caminando hacia una escalera, seguido de cerca por mi azabache pareja. Estas llevaban hacia una plataforma alta con balcón, en la cual se podía apreciar en plenitud aquel oscuro lugar de música estridente que hacía vibrar todo a su alrededor. Me afirmé de la barra de acero mirando a la muchedumbre contornearse al ritmo alocado de la música, mientras yo me concentraba en beber el contenido etílico de mi vaso y mirar a mi novio, quien no había emitido palabra alguna y lo detestaba, detestaba que no le importara, ¿Por qué no me celaba? Sentía, egoístamente que él era el culpable de aquella llama, que alguna vez ardió, se hubiera extinguido con los años.


Suspiré con desgana girándome en busca de mi grupo de amigos, los cuales se encontraban sentados cómodamente en unos amplios sofás. Vi como Aoi se encaminó hacia ellos e imité  sus actos acercándome para sentarme junto a él. Permanecí unos segundos pensativo, hasta que sentí la pesada mirada de aquel moreno junto a mí; había captado mi actuar un tanto retraído aquella noche.


—¿Te sientes bien? ¿Pasa algo?—habló rosando sus voluptuosos labios en mi cuello para luego besar mi mejilla sonriente. Yo simplemente asentí con la cabeza acompañado de un: “—Estoy estupendamente. ¿Qué podría pasar?—”. Casi inaudible por la música, pero él captó perfectamente al ver como mis labios articulaban las palabras. Su vista se pegó en mí por varios minutos. Me incomodó; sentía como si intentara leer mis pensamientos.


—Basta. ¡Estoy bien!—le dije en un gritito mientras tomaba sus mejillas haciendo con su boca un piquito. Mi pareja se acercó mirándome con una sonrisa pícara para besar mis labios, acto que no se concretó porque aparté mi rostro besando una de sus mejillas como él lo había hecho con anterioridad—. Voy al baño—informé sin mirarlo sabiendo que me había delatado con mí actuar.


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Posé mis manos en el borde de cerámica blanca del lavamanos con deseos de huir de aquella incómoda situación que manteníamos.


¿Por qué no se daba cuenta que lo nuestro no daba para más?


Miré con desgano mi reflejo en el gran espejo, me sentía demacrado. Cogí entre mis dedos uno de mis mechones blanquecinos después de haberme quitado un gorro de tejido delgado negro suspirando con pesadez. Mi cuerpo se tensó cuando la puerta del baño se abrió, evité mirar pensando que sería Aoi quien venía en mi búsqueda para que hablásemos, pero no era él…


Atónito y sin poder quitar la mirada de aquel espejo sentí como mi pecho se volvió loco. Su reflejo pasó como una demencial ilusión a través de aquellos grandes paneles reflectantes. Sin dudarlo, era aquel chico que había visto hace un par de horas atrás. Bajé la mirada sintiendo como mis mejillas se sonrojaban y mi estómago cosquillaba, era una extraña sensación que me gorgoteaba por dentro. Con torpeza cogí el grifo para dar paso al agua mientras embobado miraba de reojo como aquel chico se arreglaba su rubio cabello.


—OH, MIERDA—exclame cuando vi caer la acerada llave contra la cerámica del lavamanos y grité cuando un potente chorro de agua me dio directo al pecho empapando parte de mi cara, camiseta y chaqueta. Intenté calmar aquella potencia interponiendo mis manos estúpidamente cuando por arte de magia el agua se detuvo dejándome completamente empapado. Di un paso hacia tras viendo como aquel rubio con cara de burla me miraba divertido quitando su mano de una llave de emergencia que detenía el agua. Se levantó yendo hacia un dispensador de toallas de papel para tenderme algunas las cuales arrebaté de sus manos para secar mi cuerpo entumecido por aquel gélido líquido sorpresivo—. No es gracioso—le dije con las mejillas rojas  y el ceño fruncido a más no poder.


—Lo sé—se reía cohibido por mi rostro furioso—, pero debes admitir que fue muy cómico—terminó riéndose mientras se acercaba hacia mí—. Déjame a mí—dijo secando mi rostro con pequeños toquecitos.


—Seguro se me corrió el maquillaje—me golpee mentalmente por tener la capacidad de hablar de más. Estaba nervioso por la cercanía y mi calenturiento corazón no ayudaba con su latir incesante. Así nadie puede oír sus pensamientos con claridad, ¿Qué frase coherente podría formular? Éste simplemente se limitó a sonreír.


—Estás perfecto—dijo con una risita entregándome más papel desechable para que secara mi cabello. Este goteaba y el agua caía en mi empapada ropa, la cual se enfriaba rápidamente sobre mi piel, provocando que temblase de frío.


—Te vas a enfermar si te quedas así, mejor quítate eso—habló apuntando a mi camiseta blanca empapada. Entonces fui espectador del como se quitó, sensualmente—a mis ojos—, su sudadera para luego desabotonar su camisa a cuadros. Uno a uno fueron desenganchados como si me estuviese seduciendo—o eso quería pensar—. Su pecho quedó al descubierto dejándome apreciar sus pectorales trabajados al igual que su abdomen marcado y fuerte. Tragué seco sintiendo como mi parte baja daba tironcitos. Aparté mi vista sintiéndome ruin por mi embelesado escrutinio cuando él sólo quería ser amable, pero continúe mirándolo de reojo viendo como poco a poco terminaba dejando al descubierto su trabajado torso. Se terminó de despojar de su camisa para coger la sudadera que había dejado a un lado y se la puso subiendo la cremallera hasta la mitad, dejándome vislumbrar aquel cándido pecho.


—No es necesario—negué con mi cabeza por su amabilidad, pero él insistió. Con vergüenza quité mi camiseta humedecida de estampado minimal y tomé su camisa que me quedaba bastante grande—. Gracias—dije en voz baja  abotonando aquella tela con mis manos temblorosas.


—De nada—entonó acercándose para apartar mis manos con suavidad de la prenda con la idea de que el mismo terminara la tarea de abotonar aquella prenda. Sentí como mi piel se erizaba y como mi parte baja ardía con cada toque de sus dedos sobre mi pálida y lechosa dermis necesitada—. Listo—cuando terminó me quedó mirando con una sonrisa y yo no a aguanté más, me sentía demasiado atraído; su esencia me había hechizado.


Me alcé de puntillas y aquel beso que le había negado a mi novio se lo estaba regalando a aquel rubio desconocido que me había prendado; sin importarme si aquel hombre me correspondería o me rechazaría. Sus manos se desliaron por mis costados pudiendo percibir el calor de sus palmas trasmitidas  a través de aquella cálida camisa mientras mis labios se adherían  como estampilla sobre los suyos. Me separé escasos segundos observando como sus ojos deseosos anhelaban más contacto. Volví a juntar nuevamente nuestros húmedos labios abriendo, levemente, mi boca para asomar mi lengua y delinear sus delgados labios. Éste me recibió gustoso atrayendo mis caderas hacia las suyas en un choque delirante para mi necesitado miembro. Mordí mi labio inferior sintiendo como su mano tanteo mi entrepierna para masajearla suavemente. Gemí en medio del beso sofocándome por la escasez del aire del lugar. Su boca descendió hacia mi cuello abriéndose paso por aquella ajena camisa hasta poseer entre sus labios uno de mis pezones.


—Este baño es un asco, deberíamos ir…  


Sentí que casi me iba a dar un infarto cuando vi a aquellos dos desconocidos chicos asomarse por la puerta de aquel reducido lugar. Y rápidamente caí en la realidad, estaba en un antro, con un grupo de amigos y lo más importante: ESTABA CON MI NOVIO.


Me aparté de aquella rubia perdición caminando hacia la salida, pero él me abrazó por la espalda y mordió mi lóbulo.


—¿Me vas a dejar así?—preguntó con la voz ronca llevando mi diestra hacia su entrepierna friccionándola contra su ropa percatándome de lo duro que estaba—. Créeme que  jamás me la habían puesto así de dura con sólo un par de besos—cogió mis caderas y las frotó contra su pelvis. Me giré sin pensarlo, estaba embelesado por el cosquilleo adrenalínico de mi bajo vientre y sin más atrapé su boca con furor mientras retrocedíamos hacia unos cubículos para que nadie nos atrapara en plena acción.


Terminé por bajar el cierre de su sudadera para acariciar sus abdominales marcados besando y mordisqueando con lasciva aquella exquisita piel de un tono dorado. Me arrodillé sobre la cerámica del piso mientras succionaba la tela de sus jeans notando su erección marcarse más y más—. Chúpamelo—articuló ronco cansado de mi preludio. Obedeciendo a sus súplicas bajé la cremallera y con su ayuda terminó de abrir aquella prenda dejando al descubierto un fastidioso bóxer que marcaba un erguido pene. Halé la goma de aquella tela interior apreciando aquel premio mayor. Le sonreí pícaro cogiendo con hambre aquella carne que ardía entre mis manos. Masajee aquel necesitado miembro en un sube y baja relamiéndome los labios gustoso para engullir aquella vigorosa carne. Juguetee con mi lengua desde la cabeza hasta los testículos ensalivándolo para luego marcar un ritmo continuo y rápido mientras lo miraba con gula y acariciaba su abdomen embelesado por sus leves gruñidos y maldiciones por mis excitantes actos.


Saqué su miembro de mi boca lamiendo la extensión de este sintiendo como aquel chico halaba de mis cabellos para que me alzase de aquella sumisa posición. Cuando me puse de pie me empotró contra la pared de aquel minúsculo lugar sintiendo el jadeo de su respirar chocar contra mis labios húmedos. Me aproximé a su boca mordiendo su labio inferior mientras acariciaba de forma lenta su, aún, izado pene. Éste aprisionó mis caderas contra la pared bajando la goma de mis ajustados pantalones para dejar al descubierto mi muy despierto miembro. Con agilidad me despojé de aquellas ajustadas prendas inferiores y, sin meditarlo, guiado completamente por mi calentura, escupí contra mi palma para lubricar mi trasera zona. Aquel chico, con brusquedad me giró de cara contra la pared alzando levemente mis caderas. Comenzó a insertar su miembro mientras siseaba por aquella gruesa intromisión abrirse paso en mi interior. Una vez que se introdujo por completo comenzó a moverse suavemente, las primeras envestidas iban subiendo de intensidad tras cada penetración. Estaba absorto percibiendo como mi cuerpo bullía nuevamente de sensaciones que creía haber perdido.


En un sopor delirante de pasión sentí como mi interior quedaba vacío. Aquel chico me giró con brusquedad alzándome sobre sus caderas mientras afirmaba mi espalda contra la pared  de aquel baño público. Nuestras respiraciones chocaron hirviendo mientras me aventuraba a besarlo sintiendo, sorprendido, como aquel desconocido se introducía nuevamente en mi interior. Desesperado, no me quedó de otra más que aferrarme a su espalda cubierta por aquella molesta sudadera.


—Y… ¿Ruki te dijo que venía al baño?


Ahogué un gemido mirando a aquel rubio con pánico. Éste se detuvo frunciendo el ceño extrañado. Posé mi índice sobre mis labios en muestra que guardara silencio seguido de posar mi palma sobre su boca.


—Sí. Y ya pasó bastante tiempo. Me preocupa.


Mierda. Kai y Aoi me buscaban y yo estaba ahí insertado con el pene hasta el estómago por aquel chico que ni su nombre sabía; era lo peor.


—Ruki, amor…


Escuché como comenzó a abrir las puertas de los cubículos con notorio pánico.


—Vamos, no está. Seguro te dijo que iba a otro lugar, al bar tal vez, y escuchaste mal…


Cuando la puerta se cerró aquel rubio arremetió con fuerza contra mi trasero mientras intentaba reprimir gemidos extasiados salir de mis labios. Tras un gruñido y frenéticas estocadas sentí como mi interior era bañado con una sustancia viscosa que al momento de bajarme y quedar nuevamente sobre el piso, percibí como parte de mis muslos se empapaban de aquel fluido.


Exhausto y aún erecto apoyé mi frente perlada sobre su desnudo pecho intentando tranquilizar mi respiración para volver a la realidad. Con rapidez me incorporé, cogí mi ropa y me la puse  para salir de aquel diminuto cubículo. Me sentía culpable después de haber hecho de todo con aquel sujeto. Me acerqué al lavamanos—donde todo había comenzado—, abrí el grifo y cogí un poco de agua para humedecer mi aún caliente rostro.


—Aún la tienes dura. No te dejaré ir así—susurró en mi nuca introduciendo su diestra bajo mis pantalones para comenzar un vaivén rudo que me nubló la vista. Alcé mi cabeza hacía atrás poseído por sus caricias sintiendo como él buscó mis labios para depositar un demandante beso, me giré quedando de frente a aquel hombre mientras reprimía gemidos en su cuello por aquel acto delirante contra mi pene.


—No pares…—jadee en medio del éxtasis sintiendo como mi semen era expulsado de mi interior y como el orgasmo me recorría el cuerpo. Me abracé a aquel fornido chico en busca de más contacto cuando en aquel acto oí una tercera y conocida voz.


—Así que aquí estabas…—quedé helado empujando levemente a aquel sujeto que me había hecho tocar el cielo mientras miraba al que me había hecho aterrizar de bruces a la realidad.


—Aoi… —articulé inaudible para dar un paso hacia él, pero este retrocedió clavándole la mirada al chico frente a mí.  


—Sabía que te escondías aquí— hizo una mueca desilusionada con sus labios mirando hacia los lavamanos delatando la evidencia que por mi momentánea calentura había olvidado; mi ropa mojada—. No me digas que me lo vas explicar, porque vi todo y más de lo que necesitaba— mierda. Vi como salió de aquel baño dejándome sin saber muy bien que hacer, la había cagado de una forma horrible.


—Creo que deberías ir tras él— escuché la voz del rubio mientras asentía mudo ensimismado por lo que había acontecido—. Cuando seas libre, búscame—rozó mis labios seguido de un mordisco se separó de mi caminando hacia la puerta de salida cerrándome un ojo.


—¡Espera!— exclamé viendo como se volteaba hacia mí—, ¿Cuál es tú nombre?—pregunté viendo como sonreía; le estaba dando luces que nos volveríamos a ver.


—Soy Reita. Seguro nos encontraremos nuevamente, Ruki—se acercó hacia mí depositando un beso sutil sobre mi boca—, Y… empezaremos, nuevamente, desde cero—concluyó provocando que de mis labios se esbozara una sonrisita imitando la suya al verlo salir de aquel lugar.

Notas finales:

Niñas, gracias por pasar a leer, de verdad espero que les haya gustado.

nos estamos leyendo <3


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