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Tell us the history of you and dad. por Hikari Namikase

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen a Fujimaki Tadatoshi, a excepcion de unos cuantos que ya descubriran.

Notas del capitulo:

¡Hola! Pues mi mente simpkemente no pudo para de pensar en esta pareja que tanto amor el dia de ayer. ¡AoKaga rules madafaka!

okya.

pero si, la verdad queria subirlo ayer, pero me tomo literalmente toda la noche y parte de la mañana crearlo. la verdad hasta me dolio la cabeza de lo cansada que estaba, pero aun asi me esforze por que quedara lo mejor posible. A pesar de todo lo "malo" goce bastante con esta creacion.

Es la primera vez que escribo algo tan concreto de mpreg y la verdad me encanto *-* se me hizo sumamente bello.

Y pues ademas que el fic esta bastante largo. Queria escribir aun mas, pero el dolor de cabez, mas el hecho de que tenia examen en una hora me hizo parar. Si señoras y señores, asi de mucho amo a esta pareja y a ustedes c:

Asi que espero que toque un pco sus corazones y si les gusta comenten :P

Gracias por leer, los amo muchisimo :D

Un guapo pelirrojo corría por las calles, evitando gente, gritando disculpas y sosteniendo un ramo de flores con bastante cuidado, para que este no se destruyera. Lo cual milagrosamente estaba logrando.


-¡¿Cómo que todavía no vas a venir Aki?! ¡Hoy es el día especial de mamá! ¡Deja de andar de prostituto y regresa tu apesto trasero a casa, o papá va a matarte y lo sabes!-El chico brinco alto, pisando firmemente una baranda de la acera, para pasar por encima de un mueble que era sacado de una tienda.


-¡¡Ten cuidado imbécil!!-El giro su cabeza y sonrío de manera arrogante, esa misma sonrisa prepotente que poseía su moreno padre.


-¡Lo lamento!


-¿Ya estás causando problemas en las avenidas de nuevo Kai? Papá va a patear tu trasero en lugar de el mío si llegas a causar daños de nuevo.-Una risa burlesca se dejó escuchar a través del auricular, crispando los nervios del chico. Haciendo que frunciera el ceño y corriera más rápido al ver lo cerca que se encontraba de casa.


-¡Genial, papá no a llegado! ¡Estoy salvado!-Brinco sobre otra baranda y sonrío de forma gigante al saber que su padre no lo reñiría por haber llegado tarde a la comida.-¡¿En dónde estás Aki?!


-En la joyería, estoy recogiendo el regalo de mamá.-Contestó con orgullo el hermano mayor.


-No puedo creer que hayas dejado de lado tu egoísmo por el día de hoy... Estoy tan orgulloso de ti Aki.-Respondió con un falso llanto, mientras se secaba las lágrimas.


-¡Serás idiota! E-es por m-mamá...


-50 dólares a qué estás sonrojado ahora mismo.-El jadeo de su hermano lo hizo reír a carcajadas, cerrando los ojos en el proceso, sin darse cuenta que enfrente de él había una persona. Estrellándose de lleno con esta sin poderlo evitar.


El pelirrojo se giró sobre el cuerpo al cual había arrollado y de un ágil movimiento, casi gatuno, atrapo las flores. Que para su sorpresa habían salido volando con el choque y que gracias a eso no habían sufrido daños.


Suspiro aliviado y alcanzando su teléfono del piso, escuchando el llamado de su hermano preocupado.


-¡¿Kai?! ¡¿Qué sucedió?!


-Estoy bien, solo choque con algo.-Respondió él suspirando de nuevo, sentándose en el "piso".


-Si, y ese algo te va a partir el trasero... ¡¡si no te levantas ahora mismo Kai!!-Un rugido rabioso se dejó escuchar debajo de su cuerpo, haciendo que cada vello de este se crispara. Se levanto de un brinco de la persona que había arrollado y vio con horror los ojos brillantes en ira de su padre cuando este se levanto.


-Suerte con eso... BaKai.-Su hermano mayor río a grandes carcajadas y colgó al instante. No quería ser víctima de regaños también.


-¡¡Papá lo siento!! ¡Fue culpa de Aki!


Aomine levanto la mano y la colocó en la frente de su hijo con un fuerte golpe, apretando su cabeza sin compasión alguna, escuchando como este se quejaba y le daba manotazos para que lo soltara.


-¡¡Papá me estás lastimando, suéltame!!


-¡¿Cuántas veces te e dicho que no corras por las calles?! ¡¡¿No eres consiente de todos los problemas que has causado por andar como liebre en la ciudad?!!-El moreno jalo de la cabeza a su "pequeño" y pasando su brazo por sus hombros lo hizo ir hacia abajo, para golpear con el puño su cabeza y luego restregarle el puño en su cabellera, causándole más daño.-¡¡Ya te dije que si vuelves a causar aunque sea un problema más te voy a encerrar de por vida en casa ó en prisión!!


-¡¡Papá basta!! ¡Vas a arruinar las flores de mamá! ¡Suéltame!-El pelirrojo se retorció en los fuertes brazos de su padre al sentir como este lo liberaba al escuchar aquella frase, sonrío al darse cuenta lo efectivo que era la mención de esta.-Eres un dominado papá.


-¡¿Qué dijiste mocoso?! ¡Ven acá!-Una gran vena apareció en el rostro enfurecido de Daiki. La sonrisa de su hijo no hizo más que cabrearlo, provocando que levantara el puño dispuesto a golpearlo. Pero este ágilmente lo esquivo y brincando sobre la cerca de su casa se salvó de aquel salvaje que se decía ser su progenitor.


-¡Ja ja! ¡Es mi victoria viejo!-Kai giró sobre sus talones, elevando sus dedos en señal de victoria, sacándole la lengua a su moreno padre. Irritando lo aún más. Si es que eso era posible.


-¡¡Ven aquí ahora mismo Kai!!-El moreno abrió con fuerza la pequeña puerta de la cerca y camino a grandes pasos hacia el joven pelirrojo.


-¡Ni loco!-El pequeño se giró y corriendo nuevamente entro a la casa, sacándose rápidamente los zapatos, corriendo por el pasillo, siguiendo la melodiosa voz de su madre que le indicaba el camino. Riendo a grandes carcajadas al escuchar los gruñidos furiosos de su padre a sus espaldas.


-¿Qué demonios?-Kagami volteo exactamente en el momento en que su hijo se lanzaba a sus brazos y lo besaba efusivamente en los labios, colgándose de su cuello. Maldita sea Alex y sus estupidas costumbres.


-¡¡Feliz día de las madres!!-El pequeño se separó de su padre, sonriendo de una manera angelical, sacando las flores de una manera ridícula de su espalda. Haciendo que el enfado y el enorme sonrojo de su "madre" incrementarán a un nivel exagerado.


El tigre solo arrebato las flores de la mano de su hijo y lo alejó de manera brusca. Esos idiotas ya iban a comenzar.


-¡¿Cómo que madre, idiota?! ¡¡Soy tu padre también!!-El pequeño se rió por la vergüenza que, como cada año, le estaba haciendo pasar a su "mami". Amaba fastidiarlo con eso, era solo una vez al año, ¿que tanto podía hacer?


-Kai...-Un brazo moreno se posó sobre los hombros del menor, mandándole escalofríos nada agradables por todo su cuerpo.-Eres mi hijo y sin duda alguna te quiero, pero...-Levanto la mano con fuerza, estampándola de nuevo en la cabeza de su hijo causándole daño.-¡Cómo vuelvas a besar a Taiga te voy a romper el trasero! ¡Es tu mamá!


-¡¿Cómo que mamá?!-Ahora fue el turno de Kagami, estampar su gran mano en la cabeza de su marido.-¡¡Yo los voy a golpear a los dos si no dejan de decirme así!!


-¡Taiga suéltame!


-¡Tú suelta a Kai primero!-El moreno soltó de mala gana a su hijo, el cual lloriqueo falsamente mientras se sobaba la frente. Kagami le dio un último apretón a la cabeza morena y después lo soltó de manera brusca, haciendo que este gruñera.


-Hogar dulce hogar...-Los tres pares de ojos giraron para ver cómo otro pelirrojo entraba en casa, sonriendo de esa manera galante y sensual que Taiga poseía. El hijo mayor se acercó a su "madre" y tomando con mucha delicadeza su mentón lo acercó a él para regalarle un dulce y tierno beso. Haciendo que la cara de su progenitor estallara en un nuevo sonrojo.-Feliz día mamá.


Kai no perdió el tiempo y desbloqueando a velocidad luz su teléfono, tomó una foto del momento. Aomine se quedo como idiota unos segundos, para después jalar con fuerza a su hijo y darle un buen golpe en la cabeza por su acción.


-¡Están castigados!-Sentenció en un rugido Aomine, como siempre, cegado por los celos. Explotando las risas en sus dos hijos.


-En vez te estar discutiendo en medio de la cocina, vayan a limpiarse y a cambiarse.-Los tres giraron su mirada, para encontrarse con la adorable imagen de Kagami acomodando las flores en un jarrón, mientras sonreía de esa manera angelical y aspiraba el aroma de las flores.


Los pequeños rieron al observar la mirada idiota que su padre moreno había adquirido al observar a su pelirrojo padre. En serio que estaba bastante jodido por él


-No me hagan repetirlo.-Taiga giró el rostro, mostrando aún esa sonrisa angelical, pero que ahora se miraba bastante aterradora. Los tres sudaron frío y salieron disparados de la cocina hacia sus habitaciones. Nada peor que hacer enojar al pelirrojo mayor de la casa.


Kagami rió con ganas al ver cómo los tres dueños de su corazón caminaban por el pasillo, aún discutiendo y golpeándose entre ellos. Frunciendo el ceño al ver cómo su moreno hacía que las cabezas de sus pequeños se estrellaran entre ellas, para después aventarlos a cada uno a su habitación.


En verdad que no tenían remedio. Aún así, los amaba con todo su corazón. A pesar de ser un completo desastre la mayoría del tiempo, era su preciada familia. Y había luchado por ella, ahora podía ver claramente la recompensa.


La historia, en resumidas cuentas, era que él había quedado embarazado cuando acababa de terminar la universidad, de nada más ni nada menos que Aomine Daiki, la que en ese tiempo era su pareja "clandestina". Ya que su padre no aprobaba del todo la relación.


De aquello ya había pasado 16 años. Aquel embarazo había resultado algo complicado, pero a pesar de todo, sus hijos nacieron en perfectas condiciones. Por qué si, la "desgracia" no sólo llego con un pequeño engendro. No, el destino parecía ir en su contra en aquel entonces y el buen tino de Aomine le había dado dos pequeños retoños en un solo tiro.


Aki y Kai. Eran gemelos casi idénticos, ambos eran una copia casi perfecta de él. Los chicos habían heredado su cabello rojizo, su piel levemente bronceada y sus facciones, lo único que poseían físicamente de Aomine eran los ojos azules y gracias a todos los cielos, sus cejas. Ya que en cuanto a personalidad, eran una perfecta y diabólica combinación de ambos.


Los dos hermanos eran arrogantes, fastidiosos, en la mayoría del tiempo holgazanes y se podría decir que hasta fríos. Pero había ocasiones, que por lo regular solo ocurrían con sus padres o sus amigos más allegados, que se mostraban con esa cálida actitud, característica del tigre. La realidad era que ambos eran un completo desastre. Parecía que los problemas lo seguían como las abejas a la miel. O ellos a los problemas. Ya ni siquiera estaban seguros.


Kai era el que siempre traía una nueva aventura que contar. Que por lo regular terminaba dejando a un muy cabreado Aomine y aún muy preocupado Kagami. Mientras que Aki era más relajado y sereno ante la explosiva personalidad que a veces mostraba su hermano menor. Pero no por eso dejaba los problemas de lado. Aunque eran contadas las veces que él se había metido en problemas graves, siempre había algo que lo hacía perder el control y terminaba en alguna pelea.


En definitiva los dos eran una mezcla explosiva y peligrosa de sus padres. Más valía no meterse mucho con ellos. De lo contrario, obtenías a dos bestias salvajes en tu contra. O tal vez cuatro, si, los padres eran excesivamente sobre protectores.


Aunque los dos fueran bastante populares por el hecho de ser "chicos malos", Aki era el que siempre se aprovechaba de la situación, era prácticamente un Playboy. Y Kagami temía por ello. Ya sentía que un día llegaría con la noticia de que había embarazado a alguien. Lo cual hasta el momento, gracias a la inteligencia que el muchacho poseía en esos asuntos, no había pasado. Y aunque sus padres no lo creyeran, Aki seguía siendo virgen.


Kai por su parte era un completo idiota del basquetbol. A él no le importaba nada que no fuera jugar su deporte favorito, para así poder patearle el trasero a todos sus contrincantes. Aunque estaba realmente enamorado de el hijo mayor del mejor amigo de su padre.


Akashi Ren. Era el hijo de nada más ni nada menos que el emperador y la sombra de su padre. Ren era un año mayor que los gemelos y era un chico galante, respetuoso y sumamente atractivo. Además, estaba el hecho de que poseía esa personalidad algo esquiva de ambos padres que lo hacían a él verlo como un reto. Y está de más decir, que a Kai no le gustaba perder.


-Hey... Creo que aún falta mi beso de bienvenida.-La ronca y sensual voz de Daiki lo saco de sus pensamientos, sonriendo de lado giró el cuello hacia él y se acercó lo suficiente a sus labios para rozarlos y que este lo besara.


Aomine apago la estufa y girando el cuerpo de Kagami, camino unos pasos hasta dejarlo apoyado en el mueble más cercano, apretando su cadera y besándolo con más fuerza, se deleitó con el débil gemido que salió de los labios de su tigre.


El pelirrojo subió sus manos hasta los cabellos azules, jalándolos levemente, correspondiendo con fiereza ese beso que tanto le gustaba. Mordiendo con sensualidad los labios morenos. Sintiendo la sonrisa torcida de Aomine en medio del beso.


-¡Ejem! No es que nos guste interrumpir sus muestras de cariño y deseo...-Kagami apoyó la frente en el pecho de Daiki, sintiendo como su rostro se calentaba debido a la vergüenza, mientras el moreno lo abrazaba y fulminaba a sus dos hijos con la mirada, gruñendo fuertemente al ver cómo Aki tomaba fotos del momento.


-Pero al menos esperen que nos vayamos de casa para tener su alocada noche de pasión.-Finalizó el mayor guardando su celular. Ya era costumbre de ellos finalizar la frase del otro para crispar los nervios de todos a su alrededor. Les encantaba joder a la gente. Y esa "conexión" de gemelos que poseían, solo les hacía las cosas más fáciles.


-Son un dolor en el trasero los dos.-Dijo en un suspiro Daiki, alejándose de su marido, besando su frente.


-¿Y qué esperabas?


-Somos tus hijos después de todo.


Estaba a punto de lanzarse encima de ellos, pero la mano de Kagami lo detuvo, haciendo que se sentará de mala gana en la cabecera de la mesa.


-Dominado.-Dijeron los gemelos al mismo tiempo, sonriendo con prepotencia al ver explotar a su padre, el cual golpeó la mesa con los puños.


-¡¿Ya vez lo que provocas Taiga?! ¡Por eso estos mocosos no me respetan!-Los tres pelirrojos soltaron la carcajada, viendo divertidos como el "señor" de la casa cruzaba los brazos de manera infantil y bufaba molesto.


-Niños dejen de atormentar a su padre, el que paga las consecuencias de sus locuras soy yo.-Kagami colocó los platos de los gemelos enfrente de ellos, para después revolver sus cabellos y mirar como su esposo se enfurruñaba cada vez más.


-No nos interesa su vida sexual...-Kai pincho su carne, sonriendo de lado al ver los vergonzosos sonrojos de sus padres.


-Ya sabemos que a eso te refieres con locuras, no queremos más traumas.-Aki cruzó sus piernas y se metió el primer bocado a la boca, gimiendo de placer al sentir el delicioso sabor de la comida de su pelirrojo padre. En verdad cocinaba de una manera exquisita.


-¿Recuerdas aquella vez que los cachamos en el baño?-Los dos hicieron cara de asco.


-¡Cállate Kai! ¡Arruinas mi comida!


-¿Qué hice para merecer esto?-Preguntó al aire Kagami, sentándose aún lado de Aomine, entregándole su plato.


-Acostarte con papá sin usar condón.-Contestaron los gemelos, haciendo que los mayores se atragantaron con la comida. Estallando de nuevo las carcajadas en sus hijos.


-Si no quieren quedarse encerrados esta noche, más les vale que se callen ahora mismo.-Sentenció Taiga después de recuperarse.


-¿En serio nos quieres aquí...?


-¿Arruinando su noche de alocada pasión?


-Se los advierto Kai, Aki. No estoy jugando, no me hagan enojar.-Las cejas alzadas de ambos muchachos bajaron al instante al escuchar el tono serio de su pelirrojo padre. Viendo como este comía de manera seria su comida.


El silencio reino unos segundos en aquella casa, mientras el moreno observaba asombrado la escena.


-¿Por qué a ti si te hacen caso y a mí no?-Preguntó algo indignado, sin dejar de comer.


-Por qué yo sí cumplo mis promesas. No como tú.-Los gemelos rieron levemente al ver el tic nervioso en la ceja azulada de su padre.


-¡¿Qué quieres decir con eso BaKagami?!-Las viejas costumbres eran difíciles de quitar.


-Eso que escuchaste, señor "hoy no juegan con el Xbox".-Taiga siempre decía aquello para fastidiarlo, ya que desde que los gemelos eran pequeños, Daiki los amenazaba con dejarlos sin su preciada consola cuando se portaban mal, pero al final de cuentas, los pequeños engendros se las arreglaban para que hasta su padre terminara jugando con ellos.


-Cierra la boca.-Contestó en un gruñido, desviando la vista y sonrojándose levemente.


-Y luego preguntas por qué te decimos dominado.-Los pelirrojos suspiraron, provocando más enojo en el moreno.


-Aki, Kai ya fue suficiente. Terminen de comer en silencio.


-Si papá...-Aomine sonrió con prepotencia hacia los menores, mientras estos le sacaban la lengua.


El palillo en la mano de Kagami se rompió y los tres vieron con miedo como un Aura oscura rodeaba a su "angelical madre".


-Aomine Daiki, te lo advierto.-El moreno sudo frío. Sabía a lo que su esposo se refería. Una sola advertencia era lo que necesitaba para quedarse quieto. No quería que su noche especial se arruinara.


Los gemelos rieron y moviendo sus labios sin soltar ningún sonido le dijeron a su padre "dominado", mientras hacían muecas graciosas, aprovechando que su padre pelirrojo se había levantado por unos palillos nuevos.


Cuando Aomine estaba a punto de lanzarse a los cuellos de sus pequeños, Aki fue más inteligente y levantándose de su asiento fue por el regalo para su "mami".


-Feliz día, espero que te guste.-Dijo el mayor, entregándole una caja de color azul a su padre. La cual era alargada y de una suave tela.


-Gracias chicos.-Beso las mejillas de cada uno y se sentó en su lugar, bajo la atenta mirada de los tres pares de ojos azules, a la espera de la reacción por el regalo.


Kagami sonrió levemente y quitando el lazo de color rojo de la caja, abrió su obsequio quedándose mudo unos segundos para después explotar en una sonora carcajada. En verdad, su familia era un completo desastre.


-¿Hasta dónde pueden llegar sus celos?-Preguntó observando a los tres presentes, los cuales solo giraron el rostro avergonzados.


El regalo era nada más ni nada menos que una cadena con tres diferentes dijes. Los cuales eran tres pequeñas piedras de diferentes tonalidades azules. Los colores idénticos a los ojos de cada uno de los presentes.


-¿Debo tomar este regalo como una marca de propiedad?-Preguntó entre broma y verdad el tigre. Ya sabía desde hacía años que a Aomine le hervía la sangre cada vez que miraba la cadena que colgaba de su cuello. Esa que señalaba su eterna hermandad con aquel chico azabache.


Y qué decir de sus hijos, cuando se enteraron del verdadero motivo de aquella cadena, bombardearon de preguntas a su "tío Tatsuya", preguntándole hasta el cansancio si sentía algo más que amistad por su adorado padre. Irritando la poca paciencia que el esposo de Himuro poseía.


No habían quedado conformes con las negativas de este y a su padre también lo atacaron sin piedad, alegando que tal vez él sentía algo por su hermano. Ya que después de tantos años era imposible que la llevara con tanto cariño, más al saber que su moreno padre lo odiaba. Ganándose un gran regaño y un golpe por parte del tigre. Sermoneando los por desconfiar de él.


Aún después de aquellas explicaciones, los gemelos no quedaron conformes e intentaron todo por deshacerse de la cadena de la hermandad. Ganándose múltiples castigos.


Y ahora aquí estaban de nuevo, tratando de que se deshiciera de ella. Suspiro resignado y observó a los presentes, que fruncían el ceño en espera de una respuesta positiva.


-¿Es tan importante para ustedes?-Preguntó ya cansado de luchar contra esos tres tercos.


-Si.-Volvió a suspirar, para después sonreír al observar que la mirada de esos tres era totalmente igual.-Bien ustedes ganan.


-¡Si~!-Los gemelos chocaron los puños y Aomine sonrió de lo más feliz, mostrando todos sus dientes. Al fin iba a dejar de ver esa estupida cadena en el cuello de SU esposo.


-¿Me la pongo yo solo?-Kai se levantó enseguida de su asiento, ganándoles a su padre y hermano. Colocándose detrás de su papá para ponerle la cadena.


Los tres sonrieron felices al observar lo bien que le quedaba. Era un poco más larga y gruesa que la cadena que le había dado Tatsuya y era de un lindo y puro oro blanco, mientras que las piedras eran tres zafiros. Definitivamente el costo valía la pena, todo con tal de quitar esa molesta cadena del cuello de su pelirrojo.


-¡Sonríe papi!-Dijo en tono infantil el menor, colocándose a espaldas de su padre, abrazándolo, mientras colocaba el celular enfrente de sus caras, tomando al instante una foto bastante adorable.-¡Yey~!


-¡Yo también quiero una foto!-Gritaron los otros dos ojiazules, Kagami río divertido. Todo en ellos era una competencia.


-


Tras aquella entretenida comida, los chicos se habían retirado a sus habitaciones a arreglarse para sus respectivas salidas. Para inconformidad de Kagami los gemelos no saldrían juntos. Aunque en cierta forma le alegraba. Ya que Kai asistiría a una fiesta en compañía de Ren, lo cual tenía al menor bastante emocionado.


Aunque la emoción no se transmitía para nada en el moreno, el cual desde hace un rato se encontraba bufando como un toro enojado al escuchar lo alegre que su hijo se encontraba por salir con el chico del cual estaba enamorado.


-Daiki te amo con todo mi corazón, pero si le llegas a arruinar en lo más mínimo esta salida a nuestro hijo, te juro por mi vida que te voy a castigar en donde más te duele.-El moreno apretó el agarre en la cadera del tigre. Ambos estaba sentados en el sofá mientras miraban la programación local.


-No voy a hacer nada, simplemente...


-Estas celoso.-Lo corto de manera divertida Kagami, haciendo que este bufara nuevamente.


-¡¿Y si ese monstruo le hace algo a mi bebé?! ¡Estamos hablando de él hijo de Akashi y Tetsu! ¡No confío en ese mocoso!-El ceño del moreno se frunció de manera excesiva, mientras seguía diciendo una y mil incoherencias.


-No lo puedo creer, en serio tus celos a veces me asustan. Debes dejar que tu bebé salga con el chico que le gusta. ¿Por qué a Aki no lo celas de esta manera?-Pregunto frunciendo el ceño, volteando el rostro para ver a su marido. Viendo como este chasqueaba la lengua y torcía los ojos.


-Ese cabrón de Aki se sabe los derechos y revés de estar con alguien. Kai es demasiado inocente, ese mocoso que se cree superior a todos le va a romper el corazón. ¡Kai es muy sensible!-Y para desgracia de la familia era verdad. El menor de los Aomine siempre había sido el más sensible a todo.


-Joder Daiki él tiene que aprender. ¿Acaso crees que Aki siempre fue así? A él también le rompieron el corazón y por eso se hizo así. Los chicos tiene que aprender que las relaciones no son fáciles. ¿Acaso los vas a seguir hasta el final de sus días para que nadie les haga daño?-El moreno lo miro a los ojos con los suyos entrecerrados.


-¿Cómo que a Aki le rompieron el corazón? ¡¿Quién fue él o la?!-A Taiga le resbaló una gota de sudor por la cíen. Al parecer solo una cosa es lo que el cerebro de su celoso marido había absorbido.


-¡Me voy! ¡Regreso en la noche!-Kai pasó frente a ellos directo hacia la puerta, pero el carraspeo de su moreno padre lo hizo detenerse, soltando un suspiro se giró para encarar a sus progenitores.-¿Qué?-preguntó con algo de fastidio.


-¿A dónde crees que vas vestido así?-Daiki lo miró con el ceño fruncido de pies a cabeza. Recordando con una leve sonrisa su juventud. En verdad que los gemelos se parecían demasiado a Kagami.


-¿A la fiesta? Papá no empieces...-Siempre era la misma. Y lo que jodia al menor es que de un tiempo para acá los regaños solo eran para él y no para su hermano mayor.


-No me digas que no empiece, ¿no crees que eso es demasiado provocador?


-¡Ay por el amor de Dios, Daiki!-Kagami estampó su mano en la cara de su marido y levantándose del asiento se puso frente a su hijo menor.-Te vez bien hijo, seguramente Ren quedará impresionado. Pórtate bien y no regreses demasiado tarde, sabes que no me gusta que salgas sin tu hermano.-El pelirrojo mayor le arreglo unos cuantos cabellos al pequeño y le acomodó correctamente una cadena que su hijo llevaba, sonriendo feliz al ver lo bien que se miraba. Su hijo pequeño tenía buen gusto.


-Papá tú tampoco te pongas histérico, se defenderme y vamos a ir a un lugar tranquilo. Estará todo bien, llevo mi celular y si regresaré temprano.-Ambos pelirrojos sonrieron y Taiga le dio un pequeño beso en la frente a su hijo.-Deséame suerte.-Dijo levemente el menor mientras abrazaba a su padre.


-No la necesitas, te irá bien.


Kai le regalo una deslumbrante sonrisa a su padre, haciendo que este le sonriera de vuelta.


-¡Nos vemos papá!-El menor camino a la salida mientras se despedía de su papá moreno, sonriendo al ver cómo este solo bufaba y levantaba la mano sin siquiera mirarlo.


-A veces parece que el instinto maternal lo heredaste tú y no yo, Daiki.-Dijo con burla el tigre, viendo como Aomine se sonrojaba y gruñía más fuerte.


Pero toda su burla se fue al caño cuando escucho la puerta cerrarse. Su corazón se oprimió de una forma molesta y un profundo sentimiento de peligro se instaló en su corazón.


-¿Está todo bien, Taiga?-Preguntó el moreno algo preocupado al ver cómo la cara de su esposo se había transformado completamente.


-Si... Debe ser mi imaginación.-Sonrío de manera nerviosa y se sentó de nuevo al lado de Daiki.


-Y luego dices que soy yo el del instinto maternal.-Ambos rieron y trataron de pasar el resto de la tarde viendo la televisión. Pero el extraño sentimiento de que algo malo sucedería no abandonaba el cuerpo de Kagami. Haciendo que toda aquella hora estuviera incomodo entre los brazos de su marido.


Algo muy dentro de él le decía que debía ir por su pequeño, que no debía haberlo dejado salir de casa. Pero, trato de convencerse de que no pasaría nada malo. Que solo eran las palabras de Daiki que lo tenían alterado. Por qué claro, él tampoco quería que nadie dañara de ninguna manera a su hijo.


Había conseguido algo de calma al estar entre los brazos de Aomine, viendo la televisión, pero toda aquella calma se fue en un momento en que un incendio fue anunciado, justo en ese momento Aki salía de su habitación y escucho la noticia. Lo cual hizo que al instante gritara el nombre de su hermano y sus ojos se llenarán de lágrimas, alertando a sus padres.


-¡¡En ese lugar está Kai!!-Gritó lleno de pánico el mayor de los gemelos, alterando completamente a sus padres.


Sin pensarlo ningún segundo, los tres salieron corriendo al auto de Daiki, el cual contaba con una sirena por casos de emergencia. Él era policía después de todo.


Pisando el acelerador a fondo y pitando sin cesar se abrieron camino hasta llegar al lugar. Kagami fue el primero en salir corriendo del auto, acercándose a los bomberos que lo miraban extrañado y a la vez aliviados. Era un incendio grande y necesitaban toda la ayuda posible.


El pelirrojo se colocó de inmediato su traje de bombero, él era voluntario cuando no estaba ocupado con su otro trabajo. Así que tenía un uniforme asignado, que para su suerte estaba en la bombera.


Sus ojos rojos se movían por todas partes, tratando de visualizar la distintiva cabellera de su pequeño, pero no la veía por ningún lado.


-¡Por favor dime que has visto a mi hijo Hotaru!-Gritó totalmente alterado a uno de sus compañeros.


-Lo siento Senpai, no lo e visto, aún hay personas adentro del lugar y no sabemos si él podría estar ahí.-Con aún más desesperación se colocó su traje y le indicó a su compañero que lo empapara de agua, iba a entrar.-Senpai sé que su hijo probablemente esté ahí, pero por favor tenga cuidado. El incendio es fuerte.


El pelirrojo solo asintió y se acomodó sus ropas ahora mojadas. Dio unos pasos para comenzar a correr al incendio, pero unos gritos bastante conocidos lo detuvieron.


Aomine era retenido por cuatro oficiales que le gritaban de manera histérica que no podía entrar al edificio. De igual manera un par de oficiales detenían a su hijo mayor, el cual se encontraba llorando de manera desgarradora por no poder entrar.


Corrió hacia ellos y tomándolos a ambos del cuello los hizo retroceder, estampando los en la bombera de su unidad.


-¡¡USTEDES NO VAN A ENTRAR!!-Kagami nunca gritaba y mucho menos a sus hijos. Aki podía contar con una mano y hasta le sobraban dedos las veces que su pelirrojo padre le había levantado la voz. Por eso cuando escucho el rugido de su voz se quedo quieto, observándolo con ojos llenos de pánico y miedo.


-¡¿CÓMO QUE NO?! SUÉLTAME KAGAMI, KAI ESTÁ ADENTRO YO PUEDO AYUDARTE.-El moreno ejerció fuerza para liberarse de la mano de su esposo, pero el agarre y la fuerza de Kagami eran muy superiores a los de él. Maldita sea su arduo ejercicio como bombero.


-¡¡TE QUEDAS!! ¡YA TENGO SUFICIENTE CON QUE MI HIJO MENOR ESTE AHÍ ADENTRO! ¡ESTÁS LOCO SI CREES QUE VOY A DEJAR QUE ENTRES TU TAMBIÉN!-Los ojos rojos de Kagami resplandecían en pánico e irá. Pero Aomine no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer.


-¡¡QUÉ ME SUELTES!! ¡¡YO DEFINITIVAMENTE VOY A ENTRAR POR KAI!!-Un fuerte puñetazo se dejó escuchar después de un cuerpo siendo estrellado en la bombera. Taiga había golpeado y estampado el cuerpo del moreno en un ataque de desesperación.


-¡¡QUÉDATE AQUÍ Y CUIDA DE AKI!!-El tigre aprovechó el shock de su marido y salió corriendo, no sin antes decirle a su hijo mayor "cuida a tu padre, que no entre por ningún motivo", dedicándole una sonrisa a su retoño dejándolo en trance total. Tenía miedo.


-Papá...-Dijo en un susurro el mayor, aferrando su mano al instante al brazo de Daiki. Haciéndolo volver a la realidad, para que los dos observarán como Kagami entraba corriendo al edificio envuelto en llamas.


-Él definitivamente traerá a tu hermano.-Dijo con impotencia al no poder hacer nada, aferrando a su hijo en un abrazo protector. Sintiendo los leves temblores de su cuerpo por el llanto.


-¡¡Aomine-kun!!-Un muy agitado Kuroko llegó a su lado, seguido de un muy perturbado Akashi. Ambos viendo con pánico el fuego que se extendía cada vez más.


-Tetsu... Akashi...-Su voz salió en un susurro débil.


-¿Dónde está Kagami? ¿Y Kai? ¿Ren? ¡¿Dónde está mi hijo?!-Preguntó el emperador, perdiendo cada vez más los estribos al no ver por ningún lado a su pequeño.


-Kagami fue a buscarlos...-Sus amigos lo vieron con miedo y frustración. Si Aomine se refería al tigre como "Kagami" es que algo definitivamente no estaba yendo bien.


Kuroko no pudo hacer más que llorar y aferrarse al cuerpo de su emperador. Implorando por qué su hijo saliera con vida de aquella situación tan horrorosa. Él también había tenido un mal presentimiento.


-Definitivamente van a estar bien.-Dijeron Akashi y Aomine, tratando de auto convencerse de ello.


-


-¡¡KAI!! ¡¡REN!!-Kagami se movía con maestría por el edificio en llamas. No era la primera, y esperaba, que no fuera la ultima vez que sirviera en un incendio.


Corría de aquí para haya, ayudando a las personas que aún se encontraban dentro del lugar. Tratando de darles la salida más segura junto a sus compañeros.


Pero todo se estaba volviendo cada vez más difícil. El fuego no cesaba, al contrario, parecía que cada vez se extendía más y más. Y eso sólo hacía que el edificio poco a poco se fuera desmoronando.


Pedazos de concreto crujían por el arrasador fuego. Y algunos pedazos de material caían de los techos. Gritaba sin cesar el nombre de su hijo y el de su amigo. Pero no escuchaba una respuesta.


Estaba entrando cada vez más en pánico, además el humo le estaba comenzando a afectar. Una tos bastante molesta comenzó a atacarlo sin piedad. Uno de sus superiores lo vio, tratando de entrar aún más en el edificio y quiso detenerlo. Pero la fiera mirada más el pánico en la voz del tigre al decirle que su hijo estaba dentro del lugar lo hicieron desistir y ayudarlo a buscarlo más dentro del lugar.


-¡¡KAI!! ¡¡REN!!-Parte de la estructura se vino abajo y gracias a los rápidos reflejos del tigre, este pudo esquivarlo, jalando en el proceso a su superior para que no fuera aplastado.


La tos cada vez era más fuerte y su visión se estaba comenzando a poner borrosa. Tenía que encontrar a su hijo lo antes posible. El fuego los estaba haciendo retroceder.


-¡¡KAGAMI!!-El grito de Ren lo hizo girar en todas direcciones. No sabía exactamente de donde provenía y tanto humo no dejaba ver correctamente.-¡¡POR AQUÍ!!


Ambos bomberos vieron como una roca volaba de una dirección cercana a ellos, la cual estaba envuelta en llamas. El pánico invadió más fuerte el cuerpo de Kagami y sin esperar que su superior lo siguiera entro al cuarto para ver con horror como su hijo se encontraba desmayado debajo de unos escombros.


-¡¡KAI!!-Corrió con desesperación, llegando enseguida al lugar, para hacer uso de toda su fuerza levantando el pedazo de escombro que estaba encima de una de las piernas de su pequeño.-¡¡SÁCALO REN!!


El pelirrojo mayor obedeció enseguida y haciendo todo el esfuerzo que apenas y le quedaba cargo en sus brazos al pelirrojo menor.


-¡¡SAL DE AQUÍ YA!!-Taiga soltó el escombro, provocando que una viga se viniera abajo justo enfrente de él. Ren ni siquiera fue consciente de ello, ya que el superior de Kagami los había sacado a ambos de aquel lugar que parecía el mismísimo infierno.


Tosiendo de manera escandalosa, Ren salió detrás del bombero que cargaba en sus brazos al menor de los gemelos.


-¡¡REN!!


-¡¡KAI!!


Akashi, Kuroko, Aki, y Aomine se acercaron corriendo a los recién salidos. Observando con impotencia como el menor era colocado en una camilla y en el instante se le colocaba una mascarilla de oxígeno, mientras todo su cuerpo era revisado y subido a una ambulancia.


-¡¿Dónde está Kagami?!-Preguntó presa del pánico Aomine al no ver por ningún lado a su pelirrojo.


-¡Pensé que venía detrás de mí!-El superior de Kagami se giró, iba a correr de nuevo al edificio. Pero la fuerte explosión de este lo hizo retroceder.


Todos los presentes abrieron los ojos con pánico al presenciar aquel suceso tan aterrador. Todas las ventanas del lugar habían explotado, mientras el fuego parecía ir hasta el cielo.


-¡¡KAGAMI!!-El moreno corrió en dirección al lugar en llamas, siendo tecleado al instante por unos oficiales para que no cometiera una locura.-¡¡SUÉLTENME MALDITA SEA!! ¡¡MI ESPOSO SIGUE AHÍ ADENTRO!!


El moreno se retorcía bajo los oficiales tratando de correr y buscar a su tigre. Pero el pánico de saber que Kagami probablemente estaba ahí adentro, después de aquella explosión más la impotencia de no poder hacer nada, lo azotaron de golpe. Provocando que comenzará a llorar de una manera desgarradora.


Aki se fue de rodillas al piso, mientras sus ojos azules derramaban lágrimas sin cesar. ¿En verdad su padre no saldría de esta?


Los bomberos cerraron los ojos unos instantes al presenciar aquella escena. Kagami había sido uno de los mejores bomberos que había. El que siempre estaba dispuesto a dar todo por salvar hasta la última persona. Siempre saliendo victorioso y con una sonrisa orgullosa y aliviada de cada incendio. Y ahora... Aquel fiero tigre no aparecía por ningún lado.


Los gritos histéricos y desgarradores de Aomine eran ensordecedores. Se negaba a pensar en que no podría volver a ver a su pelirrojo. Aquel que siempre tenía una respuesta ingeniosa para todo. El que le alegraba el día con solo una mirada. ¿Ahora qué demonios iba a hacer?


Estrellando su puño con impotencia vio de nuevo el edificio, el cual lentamente iba siendo apagado por los compañeros de su esposo.


¿Por qué todo tenía que irse al carajo en un instante?


-


El silencio reinaba en aquella habitación de hospital. Un leve llanto se escuchaba solamente, mientras Aki se aferraba con fuerza al cuerpo de su hermano.


-Aki me estás ahorcando... Déjame respirar.-Dijo débilmente el menor, sonriendo débilmente al sentir los temblores del cuerpo de su hermano gemelo. Este se alejó lentamente, tallando sus ojos de forma violenta.


-L-lo siento... ¿Cómo te sientes?-Preguntó preocupado, mientras acariciaba sus cabellos con ternura y lo observaba atentamente, provocando un leve sonrojo en su hermano menor.


-No me veas así... Estoy bien, creo. Me duele el pecho y la pierna.-Dijo en un suspiro para luego toser.


-Ren nos dijo que un escombro te callo en la pierna, cuando lo salvaste de que cayera encima de él. ¡¿En qué demonios estabas pensando?!-Rugió el mayor, golpeando la frente de su hermano.


-Lo siento... Fue un acto reflejo.-Respondió algo avergonzado. Y es que era verdad, su cuerpo se había movido enseguida de que sus ojos captaron que Ren podría ser aplastado por aquello. No se arrepentía, pero no podía negar que el miedo de no haber sobrevivido, ahora lo perseguía.


-Menos mal que papá pudo sacarte de el lugar.-Dijo Aki, apretando la mano de su gemelo. Este lo miro enseguida con pánico, ¿cómo que su padre lo había salvado?


-¡¿Dónde está papá?!-Los ojos azules de Aki lo miraron con tristeza y el mundo de Kai se vino abajo al instante. No... Su papá no podía irse, no podía, simplemente no podía dejarlo.


-Él está...


-¡KAI!-El menor se vio envuelto en los fuertes y protectores brazos de su moreno padre.-¡Por Dios al fin despiertas! ¡¿Cómo te sientes?! ¡¿Te duele la pierna?! ¡No te atrevas a mentirme!


-... Estoy bien... Papá...-Aomine se entristeció al ver el rostro tan apagado de su hijo, algo no andaba bien. Iba a preguntar, pero su hijo siguió hablando.-Cuéntanos acerca de ti y papá.


-¿Qué?-El moreno lo observó y se asombró al ver la mirada feliz de su hijo.


-Siempre me hace feliz escuchar su historia, cuéntanos... Por favor.-Iba a preguntar por qué demonios quería algo así, pero la decisión en los ojos azules de su hijo menor lo hicieron suspirar y tragarse sus lágrimas.


-¿Y qué quieres escuchar esta vez?-Preguntó él, sonriendo de lado, sentándose aún lado de su hijo mayor.


-Esa vez que papá se te declaró.


-Si, es mi historia favorita.-Ambos chicos sonrieron nostálgicos.


-Sigo sin creer que haya sido mamá.-Dijo entre risas Kai. Haciendo sonrojar al moreno.


-¡no te rías mocoso! No sé por qué quieres escuchar esto otra vez...-Se cruzó de brazos algo indignado. Seguramente su hijo solo lo estaba haciendo para fastidiarlo.


-Por favor... Quiero escuchar esta vez de ti la versión.-El tono triste de su hijo lo hizo ceder.


-Bueno... Fue algo demasiado vergonzoso para mí... Yo ya tenía idea de que Kagami gustaba de mí... Pero no estaba 100% seguro y mucho menos me espere que el hiciera algo así.-Dijo el moreno, sonriendo con nostalgia, transportándose a aquella época en la que era mucho más joven.


-


Era una tarde calurosa de verano, sus primeras vacaciones como un estudiante universitario. Y como no, estaba en su primer día de descanso en aquella cancha tan conocida. Esperando por su rival y amor "secreto". Que por supuesto para nadie era un secreto en realidad. Él era tan transparente como el agua. Cualquiera que pusiera un poco de atención se daba cuenta al instante los nervios que mostraba al tener a aquel chico cerca de él. Los sonrojos que lo atacaban cuando sus cuerpos rozaban a la hora de jugar su deporte favorito.


Pero claro, todo era secreto.


-¡Hey Ahomine!-El balón que se encontraba en sus manos fue apretado con fuerza al escuchar aquella voz que tanto le gustaba. Giró sobre su eje y se encontró con esa hermosa sonrisa que casi lo hizo suspirar. ¿Acaso era una colegiala enamorada?


-¡Yo BaKagami! Llegas tarde.-Aventó el baño al tigre, en una clase de reclamo y regaño por hacerlo esperar.


-Lo siento, me topé con una amiga en el camino y me distraje. Solo fueron unos minutos además, no seas histérico.-Al momento de escuchar la palabra "amiga" el moreno frunció el ceño y se giró de nuevo, solo soltando un vago "ah", por aquella información.-¿Sucede algo malo?


-Nada. ¿Viniste a jugar o a hablar?-Preguntó de manera prepotente como siempre. Escuchando el gruñido de Kagami a sus espaldas, provocando que sonriera.


-¡Voy a patearte el trasero!-El pelirrojo dejó su maleta en la banca y corrió para posicionarse enfrente del moreno, sonriendo de forma ladina, provocando a su acompañante.


-Ya veremos si eso sucede...


-Bastardo arrogante.


El juego transcurrió con "normalidad", toda la que ellos eran capaces de tener. Ya que en esa ocasión hubo algo sumamente diferente que hizo a Aomine distraerse muchas veces.


Kagami se pegaba demasiado a su cuerpo cuando trataba de bloquearlo, podía sentir perfectamente como este doblaba un poco más las piernas y su trasero quedaba en una perfecta posición frente a su cadera, de una manera bastante insinuante.


Aquello lo había hecho perder la concentración y los estribos, sonrojándose varias veces y mucho más al ver la sonrisa seductora del pelirrojo. ¿A qué demonios estaba jugando?


Cuando el partido terminó, dando por ganador a Taiga, el peli azul se dejó caer en el pasto, respirando de manera agitada, tratando de poner sus pensamientos en orden y tratar de entender qué demonios había sido todo aquello.


-Aomine...-El llamado del tigre lo hizo sentarse, para encontrarse con que este estaba de cuclillas frente a él, demasiado cerca.


-¿Q-qué quieres?-Su rostro se sonrojó levemente, haciendo que Kagami sonriera de lado y se acercara aún más al moreno, haciéndolo retroceder.


-Me gustas.-Simple, claro y directo al grano. Como siempre solía ser Kagami. No más, no menos.


El moreno por su parte se quedo mudo y sin reacción. ¿En serio Kagami Taiga se le acababa de declarar? No reacciono hasta que sintió como los labios del tigre rozaban los suyos de una manera muy delicada.


-¿Eh?-Su rostro comenzó a sentirse caliente y se alejó aún más de él.


-¿Acaso no me oíste? Dije que me gus...


-¡Se perfectamente lo que dijiste!-Contestó él avergonzado, agachando la mirada.


-Oh, ya entiendo. Lamento molestarte Aomine. Yo... Eh... Nos vemos.


Daiki vio con algo de pánico y asombro como el pelirrojo se levantaba y se alejaba de él. Sin ser muy consiente se levanto rápidamente de su lugar y tomando de la mano al tigre lo hizo detenerse.


-¡No! Y-yo... ¡Lo entendiste mal!-Dijo él con algo de histeria.


-¿Qué entendí mal? ¿Qué yo a ti no te gusto? Debí haber entendido mal todo este tiempo. Lo siento Aomine, no voy a fastidiar más. Haré como que esto no sucedió. ¿Okey?


Aomine se desesperó por el rumbo que estaban tomando las cosas así que sin pensarlo demasiado, giró a Kagami de un brusco movimiento y tomándolo de la nuca beso sus labios fuertemente. Sintiéndose feliz al ser correspondido y sentir cómo las manos de Kagami se aferraban a su cuello. El simplemente lo abrazo fuertemente tratando de transmitirle todo lo que sentía.


Cuando el beso se estaba convirtiendo en algo más, el pelirrojo se alejó algo avergonzado de él. Empujándolo levemente por el pecho, regalándole la más hermosas de las vistas de su rostro al moreno. Kagami tenía su rostro sonrojando fuertemente, mientras sus ojos brillaban emocionados y se cubría la boca con vergüenza.


-I-idiota... Con que me dijeras que yo te gustaba abría entendido...-Fue el turno del Moreno sonreír de manera prepotente. Jalando nuevamente el cuerpo del pelirrojo, besando su frente y sus mejillas de manera dulce.


-Me gustas...


-


-Después de eso Tetsu arruino completamente el momento.-Dijo Aomine, recordando con cierta frustración el como su sombra había interrumpido el especial momento.


-El tío Kuroko siempre aparece de la nada.-Los gemelos rieron divertidos al pensar en eso.


-Si, supongo que es la costumbre...


-Oye papá, ¿y que pasó cuando el abuelo se enteró de que mamá estaba esperándonos a nosotros?-Fue el turno de Aki el pedir la historia.


-Bueno... Eso definitivamente no fue nada agradable.-Daiki sonrió de manera amarga y negó con la cabeza, mientras un escalofrío recorría su cuerpo al recordar a su suegro.


-


Los gemidos de Kagami inundaban completamente la habitación, encendiendo aún más las ganas del moreno, que se deleitaba con la vista tan hermosa que su chico le regalaba.


El fiero tigre que tenía por pareja siempre se volvía un completo desastre de gemidos, gritos y súplicas a la hora de hacer el amor. Era tan adorable y sensual.


-¡Daiki!-Las manos del pelirrojo se cerraron alrededor de las sabanas cuando sintió aquella deliciosa embestida en su próstata.


-Te amo Taiga, te amo demasiado...-Aomine colocó sus brazos de una manera en que sus antebrazos quedaban debajo de las rodillas de su chico, elevando su cuerpo para entrar en el de una manera más deliciosa.


-¡Nya!


El moreno sonrió de lado y se acercó aún más para poder besar de manera hambrienta los labios rosas de Kagami.


-El gatito a salido, ¿vas a sacar las uñas?-El pelirrojo entreabrió sus ojos llorosos, mientras levantaba sus manos despacio y las llevaba a la ancha espalda morena.-Eso es bebé... Aférrate a mi.


Una fuerte embestida hizo que el tigre arañara sin compasión alguna la espalda de Daiki, dejando las marcas de sus uñas en esta. Haciendo que él gruñera fuertemente y se moviera más rápido mientras lo besaba, soltando una de sus piernas para poder acercarse más al hermoso chico bajo su cuerpo.


-Te amo Daiki...-Dijo el pelirrojo entre gemidos, los cuales se hacían cada vez más sonoros, anunciando su inminente orgasmo.


Sus cuerpos siguieron fundiéndose en ese calor desbordante y aquella loca pasión que siempre había existido desde el momento en que se conocieron, hasta que ambos explotaron, entregándose completamente al placer de ser nuevamente uno, en aquel acto carnal tan delicioso.


-Es imposible que alguna vez me canse de esto...-Comentó con cierto tono insinuante el peliazul, mientras se acostaba totalmente agotado al lado de su pareja, atrayéndolo a su cuerpo. Regalándole suaves caricias, tratando de recuperar la respiración.


-Lo mismo digo...


Ambos estaban en completa tranquilidad hasta que la puerta del cuarto se abrió de golpe, mostrando a un muy furioso señor Kagami.


-¡Papá!-El tigre se sentó en la cama inmediatamente con el pánico impreso en su rostro. ¡¿Qué demonios estaba haciendo el ahí?!


-¡Lo sabía!-El hombre avanzó hacia la cama, dispuesto a descargar toda su ira con el moreno, pero Taiga se interpuso en su camino y lo detuvo por los hombros, gritándole desesperadamente que se detuviera. Pero este solo forcejeaba para alejarlo y poder partirle el rostro a Daiki.


-¡Aomine sal de aquí!-El no estaba dispuesto a dejarlo con su enfurecido padre, pero los ojos suplicantes de su chico le indicaron que debía salir del lugar.


Se levanto de la cama, colocándose con algo de prisa su ropa. Escuchando como Taiga discutía fuertemente con su padre, tratando de hacerlo quedar como una completa basura que no merecía estar con su hijo. Pero el pelirrojo menor solo lo defendía a capa y espada, alegando que él no tenía por qué interferir en su relación. Todo parecía una pelea normal, hasta que Aomine escucho el fuerte golpe que el padre de Kagami le había acertado. Volteándole el rostro al tigre.


Su furia se fue a niveles inimaginables en ese instante. El padre de su chico podía decir peste y media de él, pero jamás permitiría que nadie le pusiera una mano encima. Su sonrisa se hizo prácticamente psicopata y elevando el puño dio un paso para golpear al padre de su pelirrojo. Pero la mano alzada de Taiga lo detuvo de golpe.


-Vete Aomine.-El moreno no podía creer lo que sus oídos escuchaban. ¿Kagami lo estaba echando?-Por favor, solo... Vete.


Comprendió él mensaje que aquella suplicaba llevaba. Él quería hablar a solas con su padre primero. Y no había nada, que él pudiera hacer para hacerlo cambiar de opinión. Ya conocía lo suficiente a Taiga como para saber que este no daría su brazo a torcer.


-Llámame.-Fue lo único que dijo al pasar por un lado de aquellos pelirrojos, tragándose las ganas de golpear en todo el rostro al padre de su chico y a este mismo por echarlo.


Después de aquella espantosa situación pasaron unos cuantos días en los que Aomine no supo nada de su tigre. En los cuales se estaba volviendo completamente loco. No contestaba su teléfono y tampoco lo dejaban pasar a su departamento.


Para su suerte había podido quedarse en el departamento de Tetsu, ya que no tenía otro lugar al cual ir. Sus padres no querían verlo ni en pintura. Desde el momento en que empezó a salir con Kagami ellos lo desecharon de la familia como si fuera basura.


Cuando pasó una semana el prácticamente ya se encontraba arrancándose los pelos. ¿Por qué su chico no lo había llamado?


Iba llegando al departamento cuando el portero de siempre lo paro y le dio la noticia que lo hizo correr como alma que llevaba el diablo.


El padre de Kagami se lo había llevado a América esa mañana.


Sin importarle un carajo las consecuencias de sus acciones compro un boleto en el primer vuelo con destino a los Ángeles. Necesitaba alcanzar a Taiga. No dejaría que el futuro se le fuera de las manos. No ahora que el pelirrojo estaba esperando un hijo suyo.


Corrió como un loco por todo el aeropuerto, ganándose varias reprimendas por los oficiales, a los cuales les explicaba de manera apresurada lo que estaba sucediendo. Ganándose con resignación la libertad de correr como un maniático por el aeropuerto.


Para su desdicha, Kagami había salido en un avión privado. Todo había sido calculado perfectamente por el padre de este. ¿Tan desesperado estaba por separarlos? Pero poco le importaba eso. Lo que lo tenía loco de nervios era la condición de Taiga.


Si lo conocía como lo hacía, estaba bastante seguro de que el chico había hecho todo por liberarse de las garras de su muy manipulador padre. Y probablemente estaba hecho un desastre. Aquello lo alteraba más, ya que su hijo podría ponerse en riesgo y el mismo Taiga. Su embarazo en sí ya era delicado. Ahora con aquellas situaciones tan fuertes podría ponerse grave.


Así que simplemente importándole poco el mundo subió a aquel avión. Iría a donde fuera, iría hasta el fin del mundo con tal de estar aún lado de su tigre. Y enfrentaría al mismísimo demonio, que en este caso era el padre de su pareja, para estar a su lado.


Después de un muy cansado y estrésante vuelo se encontró en tierras americanas. Su cabeza iba a explotar del dolor. Y ahora totalmente desorientado, sin idea de a quién demonios acudir, camino de prisa por el lugar. Tratando de encontrar rastros de su chico. Pero no había nada.


Era un lugar completamente diferente y él no sabía qué hacer.


Pero su cerebro se prendió y una luz en su camino se vio. Solo había una persona que podía hacer lo que quisiera y encontrar a quien sea sin tener problemas por ello.


Sacó su celular y marco de inmediato aquel número.


-Akashi necesito que me ayudes a encontrar a Taiga, estoy en América.-Dijo en automático cuando escucho como su amigo contestaba la llamada.


-¿Qué diablos estás haciendo haya Aomine?-Preguntó totalmente extrañado el emperador. Eran las 4 de la mañana y no tenía idea de que sucedía.


-El padre de Kagami lo trajo acá en contra de su voluntad, él está embarazado Akashi... Ayúdame por favor.


El emperador se quedo mudo unos instantes. Y después soltó una risa algo burlona.


-Y yo que creía que mi padre era el loco. Dame unos minutos, haré todo lo que pueda. Trata de calmarte y no llames mucho la atención.-Akashi suspiro y se sentó en la cama, despertando a Kuroko al instante. Este solo le hizo una seña para que esperará.-Sí su padre se lo llevó a la fuerza es probable que tenga ojos en todos lados y ya sepa que tú estás haya. No hagas locuras. Necesitas pasar desapercibido. Hazme caso.


-De acuerdo, gracias Akashi.-El moreno suspiro y se dejó caer en la acera, en un parque frente al aeropuerto, colgando la llamada y suspirando, tratando de tranquilizarse para esperar por la información. Rezando por qué Akashi pudiera dar con el paradero de su chico.


Río con algo de locura al darse cuenta de lo que estaba haciendo. ¿En verdad el había hecho esa locura?


Ni en sus sueños más locos pensó en hacer algo así por Kagami. Es que de verdad, cruzar todo el mundo con tal de saber qué demonios estaba pasando, mandando todo a la mierda, era simplemente increíble.


Pero es que el estado de Kagami lo seguía manteniendo alerta. ¡Estaba esperando un hijo de él maldita sea! ¡¿Cómo demonios no iba a ponerse loco?!


El sonido de su celular, alertando un nuevo mensaje lo hizo levantarse enseguida. Era un correo de Akashi, en el cual le dejaba una dirección en inglés. Al parecer no lo estaba tratando de ocultar. Por lo que decía el mensaje, esa era la casa de Kagami.


Miro la calle frente a él y sus ojos se iluminaron al ver los diversos taxis que había en la acera de enfrente. Corrió nuevamente hasta el primer conductor y mostrándole la dirección en su teléfono le pidió que arrancara de prisa.


El camino se le hizo eterno. Y en verdad lo fue, hicieron alrededor de 50 minutos, y es que la casa de Kagami estaba casi a las afueras de la ciudad, pero del otro lado.


Cuando llegó a su destino su quijada casi se va al piso. Frente a él una mansión aún más grande que la de Akashi se alzaba con orgullo y fiereza.


¡¿Y ahora cómo demonios iba a entrar?!


No tenía ni idea de cómo demonios se las había ingeniado para entrar por un costado de la mansión. Que para su suerte no tenía guardias cerca. Corrió con todas sus fuerzas a la que parecía ser la puerta trasera y se quedó de piedra al ver a los sirvientes de la casa.


Estos los bombardearon enseguida con preguntas. El trato de liberarse de ellos, necesitaba llegar a Kagami a como diera lugar. Pero el fuerte agarre de un mayordomo rubio lo detuvo.


-¡¿Quién rayos es usted?!-El moreno se quedó algo ido por el idioma que el medianamente conocía.


-¡Necesito ver a Taiga! ¡Soy su novio!-Dijo con un pésimo inglés. Haciendo que los sirvientes se quedaran algo impresionados. Nadie nunca se había atrevido a ir en contra de las palabras del señor Kagami por el joven Taiga. Y ahora aquí estaba ese loco moreno que parecía totalmente desesperado por ver al hijo de su jefe.


-¿Así que tú eres por el que a estado llorando?-Preguntó en japonés una señora algo mayor, que se encontraba en la entrada de lo que parecía ser una cocina.


-¡Por favor déjenme pasar! ¡Necesito hablar con él!-Aomine miro con desesperación a la señora que parecía algo estresada por la situación.


-Al diablo. Suéltalo James, ven conmigo niño.-La señora extendió su mano hacia él y este se liberó del agarre de aquel rubio, corriendo junto aquella señora de cabellos azabaches.-Su habitación es la tercera a la derecha, ¡corre!


-¡Gracias!-Él le dedico una sonrisa y salió corriendo nuevamente a la habitación de su chico. Su corazón parecía querer salir corriendo de su pecho, algo no se sentía nada bien. Aparte del hecho de que lo habían apartado tan abruptamente del amor de su vida.


Cuando llegó a la habitación se quedo espantado de ver a su chico desmayado en el suelo, mientras los restos de las lágrimas derramadas estaban marcadas en su rostro.


-¡Taiga!-Se arrodilló a su lado y acomodó su cabeza en sus rodillas, golpeando levemente su rostro tratando de despertarlo.-¡Vamos bebé no me hagas esto! ¡Recorrí todo el puto mundo y tú no me puedes hacer esto!


Tras el escándalo que estaba creando con su histeria, el padre de Kagami entro hecho una furia al cuarto de su hijo. Sus ojos casi se salen de sus cuencas al ver a aquel muchacho moreno en su casa.


¡¿Cómo era posible que estuviera ahí?! Y lo más importante, ¿qué demonios le pasaba a su hijo?


-¡Por favor llame a una ambulancia! ¡Después máteme si quiere! ¡Pero por favor pida ayuda! ¡Taiga está embarazado!-Gritó él en medio del llanto.


-¿Qué?-El señor casi se cae de la impresión. Sabía que su hijo estaba en cinta, pero él le había jurado que ese estupido chico no lo sabía, y por eso había accedido a irse con él a América. Con tal de que no le hiciera daño. ¿Hasta dónde era capaz de llegar su hijo por ese moreno?


-¡¡PIDA LA PUTA AMBULANCIA!!


-


-Después de eso su padre fue trasladado a uno de los mejores hospitales de los Ángeles, por supuesto su padre quería lo mejor par su bebé.-El moreno hizo cara de asco y sus hijos rieron, pero sus risas murieron al ver tras su padre la imponente figura de su abuelo.


-Y lo sigo queriendo, mocoso idiota.-Un fuerte sape fue recibido en la nuca del moreno por parte de su "amado" suegro.


-Siempre es un placer verlo suegrito.-Dijo él con sarcasmo, sobando la zona afectada. Este solo le contesto con una sonrisa prepotente. Los gemelos se quedaron tiesos. Era como ver una versión malvada de su papá. Su abuelo era idéntico a su padre, solo que mayor y malo.


-Lo mismo digo. Kai, ¿cómo estás?-El hombre se acercó a su nieto y sobo con ternura su cabeza.


-Hola abuelo, estoy bien... Gracias a papá.-El cuarto se sumergió en un incómodo silencio. Que solo fue cortado por el mayor en la sala.


-Iré a hacer un papeleo, vuelvo en unos momentos.-Le dedico una sonrisa algo forzada, para después darle un beso en la frente y salir de la habitación.


Un suspiro cansado salió de los labios del moreno. Siempre era agotador ver a su suegro, aumentándole a todo el estrés que estaba pasando, sentía que iba a colapsar.


-Aki vamos a dejar a tu hermano descansar. Tienes que ir a bañarte y a comer, ya despertó y prometiste que irías a casa cuando lo hiciera. Ya lo hizo, ahora mueve tu trasero.-El mayor se levanto de su asiento y se acercó a su hijo menor para besar también su frente.-Vuelvo enseguida, sólo iré a dejar a este idiota, ¿estarás bien?


-Si... Pero, quiero ver a papá.-Las lágrimas se acumularon en los ojos del menor. Oprimiendo el pecho de su moreno padre.


-Kai por el momento no puedes él está...


-¡Ya lo sé!-El semi grito de su hijo lo hizo sorprenderse.-Ya lo sé... Pero quiero verlo... Yo... Necesito ver a papá... Sé que no es posible y que tal vez no lo vuelva a ver nunca pero...-La voz del menor se corto debido a los sollozos que salían de su garganta. Las lágrimas caían sin descanso de sus ojos.


-Kai... Yo...


-¿Por qué demonios están hablando como si estuviera muerto? Estoy justo al lado de ti Kai. Cielos, denme un maldito respiro.-La cortina al lado de la cama del menor se corrió, mostrando a un muy ceñudo Taiga, que tenía un brazo vendado y algunas gasas en su rostro y cuello.-¿Kai?


El llanto del menor se hizo desgarrador y totalmente lastimero. ¡Su padre estaba vivo! ¡Estaba justo ahí!


-¡Papá!-El menor estaba a punto de correr a los brazos de su muy sonriente padre. Pero todo se vio interrumpido cuando Daiki se giró y golpeó con bastante fuerza el rostro de su esposo, haciendo que este gruñera y se sobara la quijada para dedicarle una mirada de muerte a Aomine, acompañada de una sonrisa que solo tenía marca de extremo peligro.


-¿Estuviste esperando que despertara para darme mi merecido?-Taiga escupió sobre las sabanas y Daiki solo se dejó ir encima de su cuerpo, abrazándolo de manera desesperada. Llorando levemente en sus brazos, haciendo que el tigre suspirara y acariciara sus cabellos.-Lo siento...


-¡¡Más te vale que lo sientas!! ¡¡Eres un imbécil!!-La ceja de Taiga tembló y deseo tener más fuerza para poder golpeara su esposo.


-Tu sabias cuando te casaste conmigo que esto podía sucederme.-Aomine se alejó de él y lo miro enojado.


-¡No me hagas golpearte de nuevo!-Kagami rió divertido y levanto su mano para secar las lágrimas de su marido.


-Estamos bien... Te dije que lo traería de vuelta.


Daiki se llevó la mano al cabello y suspiro derrotado, nunca podría ganarle a ese cabeza hueca. Los gritos y el llanto de sus hijos, más el tacleo en su espalda lo hicieron regresar a la realidad. Ahora los tres ojiazules se encontraban encima de Kagami, abrazándolo sin compasión y dañando su brazo en el proceso.


Pero poco le importó, al ver el rostro lloroso de su hijo menor, lo único que quiso fue pararlo. Había escuchado todo, y al parecer su retoño había creído que estaba muerto. Movió su mano con algo de dificultad y la posicionó encima de la cabeza de este, haciendo que lo mirara con sus ojos llorosos.


-Me alegra que estés a salvo Kai, no sé qué habría hecho si no hubieras sobrevivido. Te quiero bebé.-El menor rompió a llorar nuevamente, restregando su cara en la de su padre como cuando era bebé, haciendo reír a los tres presentes.


-¿Ahora entiendes que Taiga debía estar junto a ellos?-Preguntó la voz ronca de Akashi Masaomi al padre del tigre, haciendo que este se sonrojara al ser descubierto espiando a su hijo.


-¡Cállate Masaomi! ¡No me hagas recordarte lo histérico que te pusiste cuando te enteraste que tu hijo había embarazado a aquel chiquillo!-El señor Kagami rechinó los dientes frustrado y totalmente avergonzado. Ese hombre no tenía nada que reclamarle si era exactamente igual.


-Eh para tu tren, yo no me puse tan mal como tú. Yo no me lleve a mi hijo fuera del país.-Respondió de forma burlesca, dándole la espalda a su mejor amigo. Haciendo que este se fuera detrás de él, gruñendo y retándolo.


Definitivamente por algo eran amigos, los dos eran unos sobre protectores padres que harían lo que sea con tal de mantener a salvo a sus retoños. Pero aquello los había llevado a cometer algunos errores. Aunque al final, todo había salido bien para ambos hijos. Ya que ahora los dos se encontraban felices entre los brazos de su familia.


-


Una semana había pasado de aquel horrible suceso. Taiga y Kai se encontraban recuperándose en el hospital de manera tranquila. Bueno, medianamente tranquila. Ya que cuando las enfermeras entraban a realizar los diversos chequeos estos le coqueteaban de forma descarada. Pero solo para obtener una mejor comida y las visitas clandestinas de su familia.


Aunque habían sido cachados en el acto por Daiki y Ren. Los cuales se pusieron como fieras salvajes al ver cómo sus chicos coqueteaban con las enfermeras.


A si, por qué la buena noticia (menos para Daiki), era que Ren se había declarado a Kai después de aquello. Su plan había sido hacerlo en aquella cita, pero por obvias razones todo se fue al carajo.


Aquello desató muchos sucesos bastante graciosos y molestos para Taiga y Kai, que tenían que aguantar los celos histéricos de Daiki y Aki.


Por qué si, Aki había salido al ataque de que nadie era suficiente para su hermano menor, solo él. Avergonzando enormemente a su hermano menor ya que el muy bastardo había confesado que él le había dado su primer beso a Kai, cuando competía estúpidamente con Ren.


Lo cual llevó a que sus padres se enojaran bastante con el mayor, pero que luego se unieran a las burlas contra el menor. En serio que todos estaban locos en esa familia.


-Oye papá.-El menor llamo a su progenitor mientras se sentaba en la cama como podía debido a su lastimada pierna.


-¿Si?-El pelirrojo mayor también se sentó y miro de manera dulce a su hijo.


-No te lo he preguntado pero... ¿Cómo le hiciste para salir del incendio? Por lo que e escuchado, tú estabas adentro cuando el edificio exploto.-Preguntó el con el ceño fruncido algo confundido y ansioso. Su padre era asombroso cómo bombero.


-Bueno, cuando logre que salieras del edificio, en ese momento una viga cayó enfrente de mi. Desmoronando parte de la pared...-Kagami se rasco la nuca y miro hacia otro lado con cierta pena.-La verdad salte del segundo piso por qué sabía que el edificio iba a estallar. Por eso me quebré el brazo.


Su hijo se quedo mudo de la impresión, pero luego sus ojos brillaron emocionados y alzando los brazos totalmente decidido grito.


-¡Quiero ser bombero como tú!-Taiga abrió los ojos con sorpresa y enseguida se hecho a reír al ver la determinación y la admiración en los ojos de su retoño.


-Claro que si, vas a ser el mejor.-Alzo el puño y lo choco con su hijo.


-¡¡NI DE COÑA!!-El rugido de Daiki se dejó escuchar desde la entrada, haciendo que ambos pelirrojos saltaran asustados en sus asientos.-¡Tú no me vas a hacer pasar el mismo infierno que me hace pasar tu papá!


-Y tú no puedes decidir sobre el futuro de tus hijos.-Replicó el tigre frunciendo el ceño.


-Entonces yo seré un súper policía como papá.-Aki le quitó el sombrero del uniforme a su padre y se lo puso sobre su cabeza, dando una marometa en el piso y colocándose en "posición" para disparar.


-¡Ser bombero es más genial!-Kai se colocó el casco de su padre en la cabeza y miro ceñudo a su hermano mayor.


-¡Policía!


-¡Bombero!


-¡Policía!


-¡Bombero!


El mayor se lanzó a la cama de su hermano y ambos empezaron a gruñir mientras entrelazaban sus dedos y comenzaban a ejercer fuerza, peleándose.


Kagami rió tapándose la boca, viendo enternecido la escena.


-¿Qué es tan gracioso?-Daiki se colocó detrás de él, besando su mejilla y viendo con cierta diversión la pelea de sus hijos.


-Es igual a cuando tenían 3 años. Solo que ahora el casco y el gorro les quedan bien.-Taiga giró el rostro y le regalo un dulce beso a su marido.


-¿Estás dispuesto a pasar por el mismo infierno?-Abrazo con cuidado por la espalda al tigre, recargando su barbilla en uno de sus hombros.


-Pasaría miles de veces por ese infierno y otros más, si eso me hace estar con ustedes.-El moreno apretó más el abrazo y beso con cariño la cien de Taiga.


-Te amo.-El pelirrojo río nuevamente y volteando su rostro, regalándole esa dulce sonrisa más un hermoso y húmedo beso le contesto con voz tierna.


-Te amo Daiki.


-¡¿Los policías/bomberos son mejores verdad papá?!-Preguntaron los gemelos, tirandose a la cama con sus padres, como unos chiquillos.


-Los bomberos/policías son mejores.-Contestaron con orgullo ambos hombres. Lanzando chispas por sus ojos los cuatro comenzaron a discutir por cuál era mejor entre risas y burlas. No había mejor manera de estarse recuperando.


-


-¿Estas dispuesto a pasar por el infierno, el cielo y de nuevo el infierno para estar a mi lado?-Preguntó el pelirrojo apretando firmemente la mano del peliazul.


-Una y otra vez, vamos a caer hasta el fondo y vamos a levantarnos hasta el cielo, pero siempre juntos.-Beso su frente con amor, limpiando las lágrimas que caían de manera traicionera por el rostro de su ahora esposo.-No te vas a librar de mí ni muerto Taiga. Te amo y siempre va a ser así.


-Te amo Daiki...-sonrío realmente feliz, colocándose de nueva cuenta sobre las piernas de su marido, escuchando el suave oleaje a sus espaldas. Era su luna de miel.


-Vas a acabar conmigo, señor Aomine.-Ambos rieron cómplices juntando sus frentes, para luego besarse con pasión.


-Tu no tienes un fin... Ni yo tampoco. Solo se feliz conmigo ahora y siempre.


El moreno abrazo con fuerza el cuerpo de su chico, fundiéndose nuevamente en el calor de su cuerpo. Ambos con la misma meta en su mente y corazón.


Pasaría por todo el infierno nuevamente para estar a tu lado. Por qué ni muerto podría dejar de amarte.


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