Entré al salón de clases con bastante pesadez sin fijarme en nada más que en el piso. Mi entrada había causado que todas las miradas se centraran en mi al igual que el silencio reinara por unos segundos hasta que una bola de papel aterrizó en mi frente.
-Pero miren quien apenas se digna a llegar -comentó Kwanghee mientras que se acomodaba el suéter escolar- ¿Acaso no te alcanzó el dinero para un mísero autobús, pobretón?
Suspiré desganado y comencé a caminar hacia el escritorio –el cual me pertenecía– donde se encontraba sentado para así dejar mis cosas a un lado de la silla tomando asiento después en esta.
Recorrí su cuerpo con mis ojos, desde su horrible trasero hasta sus ojos con cierta indiferencia antes de que una caja cayera en la mesa.
-Te conseguí esto, tal vez podrías hacer uso de esto y mandarnos todas las tardes la tarea ¿No crees? ¿O acaso… necesitas más?
Hizo tronar sus dedos en frente de su plástica cara y como si fuera el líder de la manada todos a mi alrededor comenzaron a tirar dinero entre otras cosas de valor. Sonreí tratando de parecer inocente, tomé mi mochila y guardé todo aquello que me habían aventado –como siempre–.
Cuando terminé mi tarea de recoger como un pobretón, de acuerdo a las sabias palabras de cara de plástico, me enderecé encontrándome justo con un puño en frente de mí. Mis reflejos fueron más rápidos provocando que Kwanghee cayera de una manera muy graciosa a un lado mío por el impulso que llevaba.
-Uh, lo siento –fue lo único que pude decir al verlo en el piso- ¿Necesitas ayuda, ricachón?
-Hijo de-
Sus palabras habían sido cortadas por la repentina entrada del director al aula.
-Señor Kwanghee ¿Alguna razón necesaria para estar recostado de esa forma en el piso?
Todos estallaron en leves carcajadas tratando de no excederse ante la pregunta del director, a lo que cara de plástico solo se levantó haciendo una reverencia en son de disculpa por ello y cuando el señor Johnson se volteó por unos segundos, un golpe bastante fuerte detrás de mi oreja me dejó mareado.
Lo bueno fue que él se había ido corriendo a su asiento si no su cuerpo estaría sin vida debajo de mí en estos momentos. No es por alardear, pero con un golpe mío toda su cara llena de operaciones sería arruinada. Llevé mi mano a donde su asquerosa mano había golpeado sintiendo al instante un líquido en mis dedos. El maldito de seguro traía una navaja en los dedos cuando me golpeo porque bien podía sentir una cortada.
Dejé de pensar ante el enojo que aquello había causado. Lo quería deshacer en estos momentos pero antes de todo pudiera pasar otra persona entró al salón capturando toda mi atención.
-Alumnos, les presentó a su nuevo compañero. –Hizo un ademán al chico nuevo y al final agregó- Por favor, preséntate.
Mis dedos presionaron en la herida parando un poco el sangrado, esperando por él. No es que me gusten los hombres o algo… pero tan solo verlo mi ira se fue calmando.
Sus ojos fueron deteniéndose en cada uno de nosotros, hasta que llegó conmigo y se mantuvo mientras hablaba.
-Me llamo Park Ji Min, vengo desde China –ladeó un poco su cabeza y siguió hablando- espero nos llevemos bien.
Comentó con cierta seguridad pero de nuevo la nada se llevó mis pensamientos al ver que sus ojos ya no se encontraban directamente en mi si no, en mi mano que mantenía en mi herida. De seguro la sangre estaba fluyendo por esta ya que sus ojos expresaron un poco de temor.
Y por alguna otra razón, bajé mi mirada avergonzado por que me viera de esta forma. Me sentí la persona más vulnerable en estos momentos y me asusté de sobremanera ya que eso nunca había pasado.
Oí que el director le ofreció un asiento lejos de mí –lo cual tomé como una bendición- y cuando el señor Jonhson salió, me dirigí rápidamente a la enfermería cerrando de un portazo la puerta oyendo perfectamente un golpe después de eso seguido de algunas carcajadas por ello. De seguro cara de plástico quiso seguirme y se estrelló contra la puerta lo cual se significaría que hoy, si no huía a tiempo, llegaría con algo roto a casa.
Al llegar a enfermería por segunda vez en la semana, caminé con confianza hacia las medicinas comenzando a curarme yo sólo. Al parecer nadie había llegado y no podía mantenerme con la herida abierta por todo el día.
-¿Necesitas ayuda? –su voz me sorprendió obligándome a voltearme con el alcohol en una mano y un algodón en la otra- no sé tanto acerca primeros auxilios pero puedo ser útil.
-Uh.
Fue lo único que salió de mi boca al verlo en frente de mi. No es que no quisiera que me curara, pero si alguien entrara –especialmente cara de plástico- también sufriría de acoso, lo cual no sería de mi agrado.
-No.
Agregué al final y después de haber mojado bien el algodón con el alcohol, tomé una gasa y cinta para sostenerla. Tratando de no tardarme demasiado, salí con las cosas en mis manos dejando al chico nuevo en la enfermería murmurando un gracias antes de irme.
Sin mucha energía me fui hacia la biblioteca, bien sabía que al igual que enfermería no habría nadie por lo temprano que era, así que era un buen lugar para pasar la primera hora ahí. Al llegar ahí, me fui hasta los últimos libreros, tomando asiento a lado del gran ventanal.
Dejé lo que había traído en mi pierna derecha y me busqué la herida; sin embargo, una mano me dio un manotazo tomándome de sorpresa por completo y otra mano tomando el algodón en un movimiento rápido,
poniendo este en la herida sin chistar.
-Santa m… -tomé un gran respiro tratando de aminorar el dolor- ¿Quién te crees para tocarme?
-Alguien que quiere ayudar, niño. –Jimin habló como si me estuviera regañando.
-No soy un niño.
La gasa ahora tapaba la herida y cubría esta con la cinta especial. Lo estaba haciendo con tanto cuidado, que me sorprendió ello. Como si yo fuera la cosa más delicada del mundo y no quisiera romperme. Al terminar, sólo se sentó a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja provocando una ligera en mí.
-Gracias, supongo.
-De nada, supones bien Jungkook.
-Como… -mis palabras fueron cortadas al momento que él se había levantado y revuelto mi cabello con su mano libre.
-Es mejor que regreses ya, nos vemos niño.
-¡Que no soy un niño!
Respondí con ligero enfado mientras que él solo se daba la vuelta y se iba caminando. Se había llevado el algodón y la gasa junto con él, lo cual me pareció un poco injusto ya que debería ser yo quien lo devolviera.