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Desde el sol a la luna por Hachibara

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Notas del fanfic:

Hay algunos errores con primera y tercera persona que voy a editar luego, planeo escribir bastantes capítulos así que no se guíen por los primeros, porque esto podría tomar otros rumbos. Narran distintos personajes y algunas cosas se conectarán más adelante cuando vaya escribiendo y avanando la historia.

Notas del capitulo:

Pronto voy a corregir los errores de primera y tercera persona que no me di cuenta. Esto recien empieza.

Las últimas dos semanas se habían tornado aburridas, deprimentes. El solitario regreso a casa era lo que más me afectaba de la situación, sentía que los árboles, el cielo, el aire, todo era más pesado y gris, me ahogaba. ¿Qué camino tomaba Hinata cuando estaban peleados? ¿Qué estaba haciendo en ese momento?

Volver a casa se había vuelto algo desagradable, las sensaciones al recorrer ese camino habitual me oprimían el pecho, se me hacían nudos en la garganta cuando algo me traía recuerdos hermosos vividos en ese camino, podía verlo a mi lado revoloteando y riendo, pero inmediatamente su imagen se iba y me encontraba solo. No pensaba ya en aquel incidente en el gimnasio, pero los cambios que ellos acarrearon, lo habían tenido a la deriva cada vez más, lo extrañaba, aunque era un idiota y solía sacarlo de quicio, yo de verdad lo amaba. Hinata iluminaba ese camino que ahora era triste y penoso, con esa luz que resplandecía su personalidad alegre y su sonrisa, espantaba todo lo gris de esos sitios, lo gris de este pobre chico, lo gris de este inmenso mundo, así como lo hacía el sol.

Esas dos semanas se sintieron como siglos.

Aún así, seguía teniendo cierta luz de esperanza en mi interior, todo iba a solucionarse pronto, no era la primera vez que Hinata y yo teníamos una pelea, de hecho era bastante frecuente, casi me había acostumbrado a ello por más doloroso y emocionalmente agotador que fuese.

No lo parecía, pero sinceramente yo era bastante débil emocionalmente hablando, solo Hinata sabía que tanto me afectaban estas cosas, pero era inevitable, así como es que era la relación y ambos ya lo teníamos asumido pero cuando volvíamos a reconciliarnos, las cosas volvían a ser maravillosas, dentro y fuera de la escuela o el club.

Cada día luego de la práctica, acostumbrábamos regresar juntos hasta cierta avenida principal, donde cada uno tomaba un camino distinto. Eran 9 cuadras en total las que recorríamos juntos, íbamos siempre hablando sin parar, Hinata llevaba su bici andando a su lado, yo iba jugando con mi gastada Mikasa, hablábamos tanto y la conexión era increíble. En el camino siempre se tocaban diversas cosas, las conversaciones nunca tenían pausa, los temas nunca tenían fin, las risas nunca habían faltado. Bueno, claro eso cuando no estábamos peleados, pero eso nunca había durado lo que venía durando hasta ese momento.

Dos semanas ¿Cuánto resistiría esta situación? No pienses Tobio.

Usualmente Hinata venía a hablar, pero hasta ahora había estado evadiéndolo ¿tan enojado estaba esta vez? incluso no se lo veía enfadado, ni triste. Confiaba  que se iba a arreglar, quería creerlo, así sea yo quien tenga que pedir disculpas esta vez y tragarme el orgullo.

Ya eran alrededor de las seis de la tarde cuando me encontraba caminando para la avenida, los destellos naranjas se colaban entre las ramas y hojas secas de la arboleda que acompañaban el camino. Me encontraba caminando torpemente con la pelota en mano, mirando como los destellos del sol se colaban por los agujeros que dejaban las hojas que, ya estaban ausentes de los árboles, que pese a haber comenzado el invierno, seguían débilmente aferradas a sus ramas. A veces los rayos de luz me dañaban la vista y tenía que entrecerrar los ojos, pero seguía caminando con la mirada fija en las copas semidesnudas. Con los dedos iba girando lentamente la pelota una y otra vez. Giraba una vez, pausa, giraba dos seguidas, giraba una vez, pausa.

Deje que mis ojos se perdieran en la nada, me entregué a la calidez de esos rayitos de sol, mis pies se arrastraban por inercia, no pensaba en nada, no quería hacerlo. La figura de Hinata estaba jugueteando y pidiéndole atención. Ignora a ese Hinata imaginario, imbécil.

¿Donde está ahora mismo Hinata-real?

Se aproximaba la última calle que daba a la avenida donde solían despedirse, así que tuve que recomponerme enseguida, en esa calle pasaban muchas personas y estaba muy cerca de su casa, también la de Hinata pensó, y su corazón le dio un vuelco. <Concentración> me dije.

Volví a poner mis pies en la tierra.

El sol estaba escondiéndose detrás de los edificios al otro lado de la avenida, el brillante y naranja rojizo «como el cabello de Hinata» seguía dándome en la cara. En la vereda de enfrente, las sombras comenzaban a intensificarse cada vez más, al punto de no poder ver casi a las personas de ese lado que camiban de un lado a otro. Caminé sentido arriba por la vereda del lado del sol, y casi llegando a la esquina, por la senda peatonal saliendo de las sombras que proyectaban los edificios de enfrente, venían cruzando la calle dos personas que me llamaron la atención enseguida.

Uno era alto, tenia lentes gruesos de marcos marrones y el pelo dividido a los costados de la cara, vestía una camisa escocesa verde y unos jeans negros, creía haberlo visto anteriormente pero no podía recordar quién era en ese instante, parecía bastante mayor, superando los 25 años tal vez. El otro lo conocía bien, mi compañero de equipo, el chico pecoso que siempre está con Tsukishima, Yamaguchi Tadashi. Por el camino desde donde venían, seguramente se encontraron en la estación que estaba dos calles en esa dirección. A Yamaguchi se lo veía nervioso y sonrojado, pero a gusto con ese sujeto, hasta parecían una pareja, venía tomando tímidamente la manga de su camisa, y el chico alto parecía estar conversando animadamente sin parar mientras Tadashi lo escuchaba atento, intentando sostener su mirada en los ojos con lentes de marco grueso de su acompañante, de a ratos, siendo vencido por la timidez bajaba un poco la vista.

Ambos pasaron de largo y entraron a un edificio que estaba en esa esquina, no me vieron aproximar y los perdí cuando entraron. Cuando llegué a la esquina segundos más tarde, me fijé por curiosidad qué lugar era al que se dirigían, pero solo vi unas escaleras en un pasillo, no tenía idea que clase de lugar sería, pero no le presté demasiada atención y seguí mi camino.

Seguí pensando en ello por inercia, estaba tratando de imaginarme historias que justificaran esa escena, más que nada para entretener mi cabeza mientras caminaba. No me preocupaba realmente, pero la curiosidad entretenía mi mente.

Una de esas historias que pensé, decía que quizás se encontraron en la estación cercana y este chico era su primo que venía de alguna ciudad alejada, y allí vivía Tadashi entonces iban a su casa, pero la descarté inmediatamente porque recordé que Yamaguchi vivía en un barrio al otro lado del colegio ya que siempre iba para ese lado a la salida de los entrenamientos, así que cambié mi teoría por otra, la de que allí arriba había algún instituto de enseñanza privada y ese muchacho sería algún pariente que lo estaba acompañando a una inscripción, quizás a algo relacionado a computación, ayuda escolar o idiomas.

Claro que también pensé en la posibilidad de que ese chico sea su pareja, pero se me hacía raro, ¿Yamaguchi con un hombre adulto? Quien soy yo para juzgar aquello, pero Yamaguchi no parecía el tipo de chico que creyera que una relación así era algo bien visto o con lo que se sentiría a gusto, ya que era bastante vergonzoso y correcto, además de que estaba completamente seguro de que tenía algo con Tsukishima. Claro que este nunca lo trato con tanto aprecio, al menos no abiertamente, pero todos sabíamos que Yamaguchi solo tenía ojos para cuatro-ojos-insoportable. Me reí con esa posibilidad ¿Por qué un hombre mayor pondría interés en un niño miedoso como Yamaguchi además? Me seguía sonando la cara de esa persona, pero no podía recordarlo.

Entonces el sol se puso y todo se enfrió. ¿Y si el sol dejara de salir un día? Que persona triste y pesimista que me volví, no quiero pensar más.

Al llegar a mi casa olvidé inmediatamente la situación y me acosté en mi cama para dormir y no pensar en nada más, obvié la cena, ni siquiera me cambié de ropa, simplemente me dejé caer, estaba cansado, estaba estresado.

Soñé con la risa insoportable de Hinata, y sus manos sobre las mías. En alguna parte del sueño vi a Tsukishima llorando, fue bastante extraño, pero me aferré al recuerdo de las manos de Hinata en mis manos y en el brillo que irradiaba sobre mi esa sonrisa, insoportablemente hermosa y abrasadora como el sol.

 

 

Notas finales:

Perdón por los errores qu encuentren, ya los voy a arreglar, quiero que disfruten de la historia por ahora.


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