Return Time
Ojos amatistas estaban mirando como los segundos pasaban en su reloj digital, siempre pasaba lo mismo cuando llegaban esas fechas en especial, sentía que el tiempo estaba en su contra y no podía hacer nada para hacer que avanzara lo más rápido posible, para que la voz de la joven que anuncia el arribo de un avión se diera a conocer, la desesperación estaba al flor de piel a todos los sentidos, esperaba ya escuchar esa voz, que llegara ese momento, que el tiempo ya no fuera tan malo con él y avanzara un poco más, aunque fuera un poco más.
Cabellos tricolores seguían esperando en el aeropuerto de Ciudad Domino, todo el estrés de las clases lo tenían ya cansado, pero cuando miro la fecha ese día, se levantó de la cama y se fue a arreglarse, necesitaba recibir a esa persona ya, no quería hacerlo esperar, eso era lo último que quería hacerle, por lo tanto, se bañó, vistió y salió con una tostada con mermelada de la casa-tienda del abuelo para ir al aeropuerto. El abuelo ni siquiera pregunto a donde iba, debido que siempre su nieto está a las prisas cuando esa fecha llega, un ritual ya aprendido.
Escuchaba la voz que ansiaba escuchar, pero no era esas noticias que quería escuchar, no era la tan esperada notificación de que ese vuelo ya había llegado sano y salvo y correría a recibirlo con un gran abrazo, de nuevo estaba ahí su desesperación de que llegara, de ver de esa persona de nuevo, verlo cruzar entre la multitud de gente con sus maletas, como dirían Jonouchi, Honda, Anzu y Ryo, estaba totalmente loco y enamorado, si, esa palabra era la más indicada para describirlo completamente, estaba enamorado y como tal estaba esperando a su amado para que llegara.
El pequeño adulto, con un aspecto de un niño, esperaba a alguien muy importante en su vida. Había crecido mucho en los últimos dos años, era unos centímetros más alto que en ese tiempo, no era la gran cosa, pero el hecho de que él lo notara era un hecho. Yugi Mutou se sentó después de estar por lo menos treinta minutos esperando el vuelo deseado, sus ojos amatistas bajaron un poco al suelo, perdido en sus pensamientos y en lo que estaba viviendo y las cosas que aún le faltaban por hacer y las cosas que podía hacer con su amado también faltaba mucho, mucho tiempo.
Después del duelo ceremonial, Atem tuvo su cuerpo propio para gran felicidad de sus amigos, debido que viviría una vez más como un humano común y corriente sin magia, con los artículos del milenio sellados, la paz había vuelto a la tierra, ya no era necesario protegerla de algún suceso maligno, ahora, todos ellos incluso para el tricolor de ojos carmesí, podían vivir una vida completamente normal, un logro que todos ellos se ganaron a pulso y era muy claro que nadie quería volver a repetir nada de magia y antiguos faraones, claro, todos excepto uno.
Yugi y los demás tenían que regresar a Japón, pero Atem a no tener papeles, no podía irse, al menos no todavía, Ishizu, Marik, Richad, junto con el tricolor, despidieron a los japonés. Los ojos amatistas miraron a los carmesí, esperando a que estos a última hora comentaran que quería ir con ellos, con sus amigos, un deseo algo egoísta, pero así quería que fuera con ellos, que todos regresaran a Japón, incluso Yami, sabiendo que eso sería imposible, que sin los papeles adecuados no podían hacerlo, así que con una promesa de volver a verse se separó del fuerte abrazo que tenía con su antiguo “Otro yo” y siguió a los demás al avión.
Atem consiguió ser alguien más en el planeta tierra como primo de los Ishtar, pero no se fue directo a Japón, la vida allá y posiblemente (y estaba seguro que así era) que los egipcios no querían que el antiguo faraón se marchara y también aunque esto último doliera, Yami le gustaba mucho la vida de allá, lo cual no era raro considerando que él era alguien de dicho país y que la cultura de dicho lugar lo hicieran sentir como en casa y no regresar nunca más a Japón.
Pensaba la distancia lo mataría de una manera lenta y dolorosa, pero no fue así, Atem de poco a poco de acostumbraba de la vida moderna, incluyendo de la tecnología, largas horas en el chat, Facebook y otras redes sociales los mantenían al tanto (con su suma precaución, por supuesto), Atem contaba mucho sobre su vida ahí, su trabajo, todo el de los ojos amatistas le contaba como estaban sus amigos y la escuela y la vida que llevaba en Japón, no era tan interesante como ayudarle a recuperar sus memorias, pero era un estudiante normal con una vida normal.
Cabellos tricolores con ojos carmesí iban a visitarle cuando entraba en periodo vacacional, cumpliendo la promesa que se hicieron al separarse en Egipto, ojos amatista esperaba ese regreso cada día de su vida y odiaba tanto tener que separarse cuando las vacaciones llegaban a su fin, dando a su vez, el fin de la estancia de lo que una vez fue el espíritu del rompecabezas del milenio. Pero antes de irse, Atem con una sonrisa y su perfecta voz le decía lo mismo una y otra vez cada vez que se tenía que ir y su vuelo era anunciado: Nos volveremos a ver.
- Aibou
Una varonil y suave voz lo saco de sus pensamientos, y por fin, después de unos largos meses de espera, amatista y rubí se miraban directamente, como siempre y por inercia, Yugi abrazo a Atem, el cual, dicho abrazo fue correspondido soltando las maletas que llevaba consigo, el pequeño tricolor como siempre se llevaba dejar por la emoción de volver a ver a aquella persona que se había enamorado y no podía y no quería sacar de su corazón, no amaría a nadie más que no fuera Atem, eso era un hecho que todos conocen muy bien.
Largo tiempo estuvieron abrazados cuando se dieron cuenta que estaban en el aeropuerto, se soltó del invitado y sonrió, comenzando a hablar y tomándole de la mano una vez que las maletas ya estuvieran aseguradas en las manos de ambos y comenzar a caminar, tal vez en el camino, el más pequeño de ambos, por fin pueda declararse a su otra mitad y darle ganas a Atem de que también odie con la misma intensidad su partida pero a su vez, ansiar mucho de que su vuelo no se retrasarse y llegar a Japón cada temporada vacacional.