Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Agorafobia por Daggett

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

      

 

Agorafobia

 

 

Martín  a sus 21 años pensaba que era un ganador en la vida. Vivía solo en  el séptimo piso de un edificio departamental. Su cabellera oscura ligeramente crecida casi hasta los hombros. Sin duda inspiraba aquellas seductoras miradas, pero según su novio, su punto culminante eran aquellos ojos verdes.

Martín no usaba automóvil así que cruzaba la ciudad en bicicleta. En una ciudad moderna y urbana causaba gracia verle con mochila al hombro paseándose por las calles, cada tanto, se detenía a componer sus lentes oscuros.

 

Por fin llegaba a su edificio, entraba por el estacionamiento, saludaba al portero como siempre, un anciano amable, que por cierto, nunca recordaba el nombre de nadie.

El chico estaba apurado, apenas tenía tiempo de cambiarse y salir de nuevo rumbo a la universidad. Trabajaba de día y estudiaba de noche, su vida era una constante y agradable rutina.

Llegó por fin al ascensor y desmontó de la bicicleta. Apretó el botón para llamar al ascensor, era una lata, 15 pisos y un solo elevador.

Salieron tres autos unos detrás de otros y pronto uno de ellos venía entrando. Martín reconoció que era Laura y su travieso niño.

Madre e hijo descendieron del auto, mientras Martín se desesperaba mirando hacía los números del ascensor, apenas venía bajando en el piso 13.

 

 

-Hola, Martín-

 

Saludaba el pequeño niño pelirrojo.

 

-heey, amigo, acabo de comprar un nuevo videojuego que…

 

-No más de eso, interrumpió la joven madre…- estará castigo hasta el final de los tiempos. ¿Dile a Martín por que?

 

-le dije al novio de mamá que era un perfecto imbecil.

 

 

El niño hablaba con tanta naturalidad que Martín casi se parte de risa. Pero tuvo que contenerse ante la fría mirada que recibió de Laura.

 

-oh bueno, entonces te espero en mi casa hasta…

 

-el final de los días- completaba Laura.

 

-no es justo- decía el niño mientras se cruzaba de brazos…-tú sabes que es un imbecil, casi te pega.

 

 

Laura enrojeció violentamente y jaló al niño de la corbata del uniforme escolar.

 

-escucha bien, niño…tú castigo se ha implementado hasta…

 

-ya no me puede ir peor-. Respondió el niño en forma retadora.

 

-disculpa un momento- dijo Laura mirando a Martín, este asintió con la cabeza mientras vio como la joven arrastraba al pequeño de nuevo al auto, parecía que iba a recibir un gran regaño antes de subir y era privado.

 

 

Un ruido característico hizo reaccionar a Martín, el ascensor había llegado y entró enseguida. Las puertas se cerraban de nuevo, Martín alcanzó a ver como Laura reaccionaba e intentaba correr hacía el ascensor, pero nada pudo hacer. Las puertas se cerraron y Martín oprimió el número siete. El elevador comenzó a subir.

 

1, 2, 3, 4…el ascensor se detuvo en el número cinco. Hizo una mueca de fastidio mientras miraba de nuevo su reloj. Las puertas se abrieron, los ojos verdes de Martín se deslumbraron ante el brillo de la luz…-Hola martín- escuchó y es fue todo.

 

 

Martín despertaba de nuevo en medio de la noche, sudoroso y completamente alterado. Otra noche de pesadilla, se dijo a si mismo. Miró el reloj digital en el buró junto a la cama, marcaba las 3:15 AM.

El chico se sentó sobre el respaldar, sabía que ya no dormiría.

 

 

Ahora el reloj marcaba las 10:00 AM y Martín decidió levantarse, había mucho calor y solo usaba un bóxer de color blanco. Se acercó a la puerta de su cuarto y la abrió quitándole  el seguro. ¿Quién dormía pasándole el seguro a su propia habitación? Solo yo, se dijo el chico mientras sonreía auto compadeciéndose

 

 

La habitación se encontraba al final de un pasillo extenso. Martín estaba parado ahí mirando el pasillo, parecía como estar pensando si atravesarlo o no. Pronto ya no pudo pensar más, pues estaban tocando a la puerta muy fuerte.

 

Martín tenía que atravesar el pasillo y llegar hasta dicha puerta, en teoría era muy fácil, llevarlo a la práctica…no era tan sencillo.

 

TOC, TOC, TOC

 

El sonido era más insistente…-un momento- dijo por fin el chico y mirando a todos lados, decidió cruzar el pasillo. Al final, se detuvo, como si fuera un detective buscando intrusos miró a ambos extremos de la casa, a la derecha estaba la pequeña cocina y a la izquierda la sala, un sillón frente a una TV, más atrás había un pequeño estudio con una pequeña mesita donde estaba una PC, junto ella había un librero donde Martín guardaba sus libros tanto de la universidad como lectura recreativa. El lugar estaba completamente vacío

Martín suspiró y se acercó a la puerta. Dicha puerta no tenía mirilla para ver quien era, hizo un chasquido con la boca, tenía que salir pronto a comprarse uno. Luego lo pensó mejor, quizá le pediría a Carlos le trajera uno.

 

-¿quien es?

 

Preguntaba el chico tímidamente junto a la puerta.

 

 

 

 

No hubo respuesta. Así que decidió volver a la seguridad de su habitación. Iba a cruzar el pasillo de nuevo cuando…TOC TOC TOC.

 

-¿¡¡QUIEN ES!!?

 

 

 

La voz de Martín se quebró, sus ojos se pusieron llorosos, miró a la mesita del teléfono, junto al comedor, quizá llamar al 911 era seguro

 

 

 

-soy yo- dijeron tras la puerta, Martín reconoció la voz traviesa del hijo de Laura…-adivina que, mi mamá esta con el imbecil de su novio y me escapé, quiero jugar en la compu, anda…déjame entrar.

 

Martín miraba la computadora y se limpió las lágrimas, cuanto odiaba esto, cuanto se odiaba.

 

-¿tú estabas tocando antes?

 

-no, acabo de llegar, era mi primer toquido, déjame entrar…

 

-ahora no, Hugo…estoy muy ocupado.

 

-Martín…si estas desnudo y con tú novio no me importa, créeme…prefiero eso a estar con mamá y el imbecil.

 

Martín sonrió y se acercó a la puerta…-no puedo, en serio, vuelve a tu departamento.

 

 

Martín oyó un bufido y acto seguido escuchó los pequeños pasos al fondo del pasillo y una puerta que se cerraba de forma furiosa. El ojiverde volvió a sonreír. Siempre se divertía con ese niño, era como un consuelo ante la soledad, cuando decidió dejar su casa y a sus padres en busca de su independencia. Primero hizo amistad con Laura, luego, lógicamente con el  pequeño de 10 años. Laura le coqueteaba descaradamente hasta que Martín tuvo que decirle que era gay. Las esperanzas de la joven no desaparecieron hasta que alguien nuevo se mudó al edificio…Carlos, justo frente a la puerta de Martín. Poco a poco observó como aquellos se emparejaron. Laura odiaba a Carlos.

 

Un poco frustrado, el chico se acercó al sillón dejándose caer, se fijó que había dos mensajes en el teléfono, ambos de esta mañana. Martín oprimió el botón para escuchar.

 

-Martín, soy Eva…hoy se cumple una semana, ¡¡una semana en que no te presentas a trabajar!! Oficialmente estas despedido.

 

 

 

.Martín se llevó las manos a los cabellos en forma desesperada, ahora miraba el teléfono con odio…-oficialmente es una pedante- se dijo, pronto comenzó a escuchar el segundo mensaje.

 

 

 

 

-Hola, amor…las cosas por aquí están bien, mañana por la noche llego a la ciudad, prepárate nos vamos a salir a celebrar, ya no me voy   separar de ti.

 

 

 

-Carlos- susurraba Martín…un calor pronto comenzó a llegarle directo a su corazón. De nuevo comenzó a llorar, se arrojó al suelo. Estuvo ahí un par de minutos hasta que decidió ponerse de pie. Carlos llegaría mañana por la noche, iba a estar seguro, ya pronto llegaba, se repetía mientras se abrazaba a si mismo.

 

 

Se levantó y se dirigió hacía el pasillo, quería darse un baño, con eso seguro se despejaría. Cruzó sigilosamente el pasillo, a la derecha y antes de llegar a su habitación estaba el cuarto de baño. Antes de entrar de lleno, miró en todas direcciones, corrió la cortina de la regadera, comprobado que estaba solo, volteó y cerró la puerta con seguro. Pasó el seguro tres veces para comprobar que en verdad la puerta estaba cerrada. Abrió la regadera y se quitó el bóxer. Se metió en la ducha sin cerrar la cortina, pasaba las manos por todo su cuerpo, su piel era blanca y calida.- Carlos- gimió mientras acariciaba uno de sus pezones…-te extraño.

 

Una hora después, Martín vestía un ligero pantalón corto y una camisa delgada deportiva. Estaba frente al PC. Abrió el Explorer y tecleó Google.com.  Enseguida puso en el buscador la palabra “miedo”.

 

 

TOC TOC TOC

 

Los ojos verdes de Martín centellearon con aversión hacía la puerta.

 

-¿quien es?

 

 

De nuevo nada…

 

-¿Hugo?

 

 

Nada…

 

Miró el monitor de su PC mientras leía

 

 

El miedo es la forma más común de organización del cerebro primario de los seres vivos. Se trata de un esquema orgánico de supervivencia. No es, en principio, nada anormal sino más bien lo normal en un ser que tiene que adaptarse al medio en el que vive.

El miedo resulta algo normal. Algo que hace para el ser vivo una herramienta de autoprotección dado que todo su mundo le es hostil desde que nace.

 

 

El chico se recostó de los codos mientras seguía mirando la pantalla…-¿Por qué a mí? Se dijo. Sus ojos verdes se aguaron y comenzó a sollozar.

 

 

TOC, TOC, TOC

 

 

El chico se levantó como resorte y apretó los puños…-No voy a abrir si no me dice quien es- Martín trató de disimular su voz, quería mostrarse furioso, pero no pudo.

 

Nada  pasó durante algunos segundos, hasta que unos pasos comenzaron a escucharse. Martín pegó el oído a la puerta, pudo oír el sonido del ascensor, quien fuera ya se había marchado.

Llevó la mano a la perilla, de verdad quiso quitar el seguro y abrir, pero no puedo, comenzó a marearse y tuvo que quitarse de la puerta, apenas logró llegar al sillón y dejarse caer, cerró los ojos. Ahora respiraba agitado pero trataba de calmarse.

 

-vamos…Martín…esto…tú…tú puedes hacerlo…solo es salir…pedir ayuda…es…tan fácil.

 

 

Cerró los ojos de nuevo, realmente no era tan fácil, decidió que solo por hoy, solo un día más y saldría. Además, ya pronto llegaba Carlos.

 

******************

Martín dentro del ascensor veía como Laura apuraba a su pequeño Hugo para llegar pero era tarde, las puertas se cerraban con Martín dentro.

1, 2, 3, 4…el ascensor se detenía en el cinco. Las puertas se abrieron y frente a Martín estaba un chico muy moreno de cabellos rizados y alborotados.

 

-Hola, Martín

 

-Gerardo

 

 

El recién llegado oprimía el botón 6, acto seguido las puertas se cerraron y el elevador comenzó a ascender.

 

-me gusta tú bicicleta…

 

-a mi también- respondía Martín con una sonrisa.

 

-esta mañana paso algo…horrible.

 

Martín entrecerró los ojos, nunca pasaba nada en ese aburrido edificio.

 

-Doña marcela, la del piso 13, la que vende coca-colas

 

-aha si, la conozco, además es un poco…chismosa.

 

Ambos chicos se miraron a los ojos mientras sonrieron. Pronto el moreno prosiguió…-me ha contado esta mañana, cuando fui a la lavandería. La chica frente a su puerta, fue brutalmente asesinada.

 

-Dios- se dijo Martín…

 

-la violaron y eso no fue lo peor que le hicieron.

 

-¿que pasó?

 

-Su cara…le habían echo algunos cortes, muy profundos, también le sacaron…bueno, los ojos.

 

Martín hizo una mueca de terror, lo mismo que su cuerpo que se estremeció.

 

-estas de broma, Gerardo.

 

-doña marcela dice…

 

-Dona marcela también dijo que Elvis tocó a su puerta el año pasado, en su aniversario.

 

Gerardo rió mientras veía que las puertas del elevador se abrieron, ya estaban en el piso número seis.

El chico salió y de nuevo volteó hacía Martín que estaba dentro…-eso fue en serio- la puerta comenzó a cerrarse, pero Gerardo pasó el brazo para ganar tiempo.- yo vi a los oficiales de la policía, solo digo que te cuides y no andes solo por las noches, sé que te gusta salir a deambular, aprovechas la noche para lavar tú ropa.

 

-vaya, me tienes vigilado.

 

-me preocupo por ti- guiñándole un ojo…

 

-córtala ya con eso…sabes que tengo novio

 

-un novio que te deja solo todo el tiempo.

 

-Gerardo- con aburrimiento, ya estaba acostumbrado a esos ataques.

 

-si fueras mi novio no te dejaría, eres demasiado hermoso para que andes solo por ahí.

 

Martín sonrió…-anda ya, quita el brazo que tengo que subir un piso más.

 

Gerardo devolvió la sonrisa y quitó el brazo. Pronto el ascensor se  cerró y comenzó a subir. Martín vio como el elevador se pasaba olímpicamente del piso 7 al 8 y así continuó.

 

-¡¡NOOO, maldito cacharro!!

 

Seguramente alguien de más arriba lo había llamado. Martín de nuevo miró su reloj, hizo una mueca de fastidio, definitivamente no iba a llegar a la primera clase.

El ascensor siguió subiendo hasta llegar al piso 13. Martín recordó lo dicho por Gerardo y le dio un escalofrío.

Las puertas se abrieron y mostraron a una señora vestida en una bata color rosa y estampada en flores.

 

-Doña marcela-

 

-hola, jovencito, iba a buscar al inútil portero pero ya que estas aquí…

 

-oh no, no tengo tiempo para nada, debo llegar a mi clase.

 

-solo te tomará un segundo.

 

La anciana tomó a Martín de la mano y lo sacó del ascensor. Lo llevó hasta su puerta, mientras Martín miraba el cordón policial que rodeaba la puerta de enfrente. Después de todo, si había pasado algo en ese lugar.

 

-llegamos- dijo en tono dulce la anciana…-mira, mi llave se trabó en la puerta y no puedo entrar, necesito una mano fuerte para que la saque y de paso me abra la puerta.

 

Martín asintió con una sonrisa condescendiente, de inmediato tomó la llave, en verdad estaba dura, un esfuerzo más y el chico la hizo girar abriendo la puerta. Acto seguido, entregó la llave a la dueña.

 

-gracias…eres adorable. ¿Quieres una coca-cola?

 

-No gracias, en verdad ya debo irme.

 

El chico se giró y de nuevo vio hacía la puerta de enfrente. Se quedó pasmado por algunos segundos.

 

-la descubrí esta mañana…fue horrible, abrí mi puerta y la de ella estaba abierta. Pensé que la había dejado así por un descuido, pero no. Entré y la vi.

 

-¿que vio?- preguntaba Martín sin dejar de ver hacía la puerta.

 

-Elena, la pobre estaba ahí, bajo un río de sangre. No tenía ojos, pero… ¿sabes que fue lo peor?

 

Martín se giró de nuevo a la anciana con sus ojos verdes brillando de forma interrogante.

 

-tan pronto como entre y la vi., escuché una horrible sonrisa. Era como…anormal, diabólica.

 

-¿que hizo usted?

 

-esa voz sonaba cerca de mi, seguro estaba a pocos pasos de mi, vi una sombra, pero no quise mirarla, si esa persona sonreía de esa forma, no quería ver su rostro. Di media vuelta y corrí hacía mi puerta, luego de eso me encerré y llamé a la policía, no Salí de mi departamento hasta que ellos llegaron.

 

-oh vaya- dijo Martín, con un poco de pena…-seguro esa pobre mujer se metió con quien no debía.

 

-yo se lo decía, siempre metiendo hombres a su casa a altas horas de la noche.

 

Martín comenzó a caminar hacía el elevador

 

-de nuevo, gracias…tenía mucho miedo estar aquí afuera sola, ya sabes. Una mujer de mi edad le tiene miedo a todo.

 

Martín sonrió con simpatía hacía la anciana, nunca había tenido miedo de nada. Ni siquiera temía ahora al estar tan cerca de la escena de un crimen. Comprendió a la mujer por estar aterrada ahí sola. Sonrió, que curioso era el miedo, el jamás lo había sentido.

 

Llamó al ascensor y este llegó en tres eternos minutos. Entraba en él y acto seguido oprimió el siete. Ya ni siquiera se cambiaría, tomaría sus libros y saldría en seguida.

13,12, 11,…el ascensor se detuvo.- ¡rayos! Maldijo el chico pelinegro. Suspiró y  trató de calmarse.

 

Las puertas se abrieron y esta vez no había nadie…

 

-¿Qué rayos?-

 

Solo se veía el pasillo, que era exactamente igual a todos los demás pisos, largos y con las puertas de los departamentos una frente a otra de correcta forma uniforme.

Martín dio un paso para asomarse, pero antes de poder hacerlo escuchó algo…

 

-jijiji

 

El corazón de Martín latió muy fuerte, esa sonrisa…

 

-ya vengo por ti, jujujujijiji

 

El chico en verdad se alarmó, esa voz era exactamente como la había descrito doña marcela. Simplemente…fría y fuera de toda realidad. Muy aguda, como un payaso, pero un horroroso payaso.

 

Martín levantó la mirada hacía el final del pasillo y pudo verlo. Una silueta vestida de negro, llevaba una enorme gabardina, cuando intentó ver el rostro se encontró con que no había, en su lugar había una grotesca máscara…de payaso. La máscara dibujada una enorme y horrorosa sonrisa. El cabello era de un verde intenso.

Martín tembló y de inmediato presionó el botón siete. La silueta comenzó a moverse mientras reía.

Martín apretaba  más rápido aquel botón…-vamos maldición, ya ciérrate…¡¡vamos!!

 

Aquella figura de payaso,  abrió su gabardina y sacó un tuvo de mediano tamaño y  lo arrojó al ascensor. Lo que ocasionó que las puertas no se cerraran.

Martín vio esto con horror, en fracciones de  segundos, su instinto de supervivencia lo obligaba a pensar, si recogía ese tubo, no tendría suficiente tiempo para que las puertas se cerraran, ese tipo iba a acerarse y cerrar el elevador junto con él…solos.

 

Esa no era una opción, conociendo ese edificio como la palma de su mano, sabía que si salía, justo a la derecha estaban las escaleras, solo tenía que correr…

Esa fue su elección,  salió, de inmediato giró, abrió una puerta y comenzó a bajar las escaleras.

Tropezaba torpemente, pero no hacía caso, solo a atinaba a bajar, cuando llegó al piso, de nuevo giró, abrió otra puerta y bajó las escaleras. Bajó otro piso y encontró el ascensor abierto. Sonrió aliviado y entró. Cuando lo hizo, de la nada, una mano envuelta en un guante negro impidió que las puertas se cerraran.  El enmascarado entró y oprimió el botón del sótano

 

-donde ibas ricura…tu y yo vamos a divertirnos un rato.

 

Martín respiraba agitadamente, el enmascarado hacía lo mismo, seguro venía tras él. Nunca dejó de seguirlo.

 

-por favor…no.

 

Suplicaba el chico de los ojos verdes, pero el tipo con la horrible máscara le tapó la boca con un trapo. Martín olió algo raro, pronto comenzó a desvanecerse.

 

 

Martín esta vez despertó agitado en el sillón de su sala, de nuevo completamente bañado en sudor. Se llevó las manos al rostro y comenzó a llorar.- por que a mi- se dijo entre sollozos.

 

TOC, TOC, TOC

 

Otra vez la puerta, el chico miraba con profundo miedo.

 

-¿Quién…?

 

No alcanzó a terminar de preguntar. Pronto escuchó esa horrible sonrisa. Esa maldita sonrisa metida en su cerebro desde hace una semana. Una semana desde que comenzó ese infierno.

El chico se llevó las manos a los oídos, no quería escucharla.

 

-¡¡vete ya!! Déjame…ya tuviste suficiente con lo que me hiciste.

 

 

-¿Martín?

 

El aludido reconoció la voz de Gerardo tras la puerta. Dio un salto y se acercó, intentó abrirla pero se detuvo con la mano extendida.

 

 

-Gerardo, ¿eres tú?

 

-¿a quien esperabas?, claro que soy yo.

 

-no puedo atenderte, por favor vete.

 

-por favor, Martín…hace rato me encontré a tú vecinito, Hugo…me dijo que…

 

-no le hagas caso a un niño malcriado, anda…vete ya.

 

 

Pronto escuchó algunos  pasos y de nuevo reinó el silencio en el lugar. No había ventanas en el departamento, pero vio el reloj de su mano, con ver la hora se dio cuenta que ya había caído la noche, la maldita y odiosa noche. A Martín le esperaban muchas horas de insomnio y pesadillas.

 

Caminó hacía el librero. Sacó un libro de pasta gruesa y de color rojo. Leyó el titulo. “El fuego en mi 2 “sonrió de lado. Su novio Carlos se lo había regalado, pero olvidó darle la primera parte, por eso, el  libro permanecía sin leerse. Volvió a dejarlo en su lugar, caminó y vio hacía el pasillo…oscuro, no había prendido la luz. Tendría que bañarse y de nuevo salir, atravesar el pasillo para llegar a su cuarto. Algo que siempre hacía, con la música a todo volumen. Cosas que las demás personas dan por sentado, cosas triviales que ahora costaban tanto trabajo.

Suspiró y comenzó a caminar, más vale comenzar la terrible rutina. Al atravesar el pasillo miró las fotos que estaban colgadas, él de niño, él en la boda de su hermana, él en su graduación. Siguió y se fijó en la última, donde aparecía sentado en la banca del parque de la esquina, junto a un rubio, él sonreía a la cámara, mientras ese chico a su lado le miraba fijamente, sonriendo. Ambos muy juntos…enamorados

 

-Carlos- suspiró el chico…-ven ya

 

 

 

 

Fin del primer día...

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).