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Cartas de un Corazón Sincero por Jaegerjaquez01

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Día: 31 de agosto

Hora aproximada: 5 de la tarde

 

Finaliza otra “interesante” jornada de trabajo en la compañía Gotei 13. Me levanto de mi escritorio y me disponga a salir, no sin antes de despedirme de mis ruidosos compañeros de trabajo. Recojo mis cosas y me dirijo rápidamente hacia el parqueo para irme a mi casa, literalmente, corriendo.

“Hoy el tránsito es fluido… Normalmente ya es hora del congestionamiento…” –pienso para mis adentros-

Llovía como si el cielo decidiera llorar todas las miserias humanas para redimirlas. Llegué al fin a la torre de apartamentos donde vivo, una de las más lujosas de toda la ciudad, Seireitei. Subo al décimo piso donde se encuentra mi apartamento, hoy me sentía más melancólico que de costumbre… No sé si es por el clima o qué. Si se quiere, se podría decir que me había arrastrado hasta la puerta, quería dormir dos días seguidos sin que nada ni nadie me molestara. Mi cuerpo se mantuvo estático ante la puerta y leyó por enésima vez el apellido que se encontraba sobre la pared y rezaba, como todos los días: Kuchiki.

Entré. Lo mismo. Oscuridad. Grises tonos en las paredes. Silencio.

No entiendo que estoy esperando, ¿Qué el color invada una vida tan monótona como la mía? “Sigue soñando, Kuchiki” esto fue lo que escupió mi cerebro ante mis pensamientos.

El eco de mis pasos se escuchan por toda la casa. Me cambié de ropa y me dirigí a la cocina a comer algo.

“-Hoy serán fresas y arándanos”-Dije sin mucha alegría mientras acomodaba mi cabello tras las orejas.

Lavé, corté y serví. Extrañamente decidí revisar el correo de hoy, o bueno… el acumulado del mes. Facturas, facturas, majaderías, cupones… Nada fuera de lo común. Abrí todas y las leí. Hice las transacciones por internet de las facturas por casa, agua y luz. Lavé lo ensuciado, sequé y guardé. Cuando me dispuse a dirigirme a mi habitación, vi un sobre negro sobre la mesa. Lo tomé y decidí leerlo en mi cuarto. ¿Alguna broma?, ¿Tal vez una amenaza? QUE IMPORTA. ¡A DORMIR!

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Hora: 8 y media de la noche.

No lo logro. No puedo conciliar el sueño.

“La carta, la carta, la carta, la carta, la carta, la carta, la carta, la carta, la carta…”-Mi mente no paraba de repetir eso.

-¡NO LO SOPORTO MÁS! ¡VOY A LEERLA!

Me senté y la abrí. Tenía un pésimo presentimiento sobre la carta…

Me puse mis lentes para leer y comencé a leer.

Un momento. Reconozco la letra. No puede ser…

 

“Para Byakuya Kuchiki, el amor de mi vida.

Las estaciones pasan sin misericordia para los que esperan con anhelo una respuesta.

El amor verdadero aguanta la caída de las mil flores de cerezo en primavera, el calor abrasador del verano, los vientos fríos y el cambio de color de las hojas en otoño y el frío que congela los huesos en el invierno.

Te quiero decir otra vez “Te amo” sin temor a que nos separen, te quiero abrazar, besar, acariciar tus mejillas otra vez. Pero seguramente, ya no me recuerdas… Han pasado 16 años desde que nos vimos por última vez. La luna brillaba con todo su esplendor y las estrellas parpadeaban. Prometimos vernos al siguiente día, puntuales como siempre. Pero tú no llegaste, te esperé durante días pero nunca volviste a mí. Te perdí. Desapareciste. Nunca te encontré hasta ahora… En la misma cafetería, en la misma mesa de siempre. No me acerqué por miedo y emoción. Aún así, logré encontrar donde vivías y te dejé esto para recordarte que:

  • Te amo
  • Te espero
  • Te ansío como la primera vez
  • No estás solo

El tiempo ha sido cruel con nosotros. Sé lo que has sufrido. El abandono, la presión de tus padres, el dolor, la muerte.

Si nos volvemos a ver me convertiré en un estorbo para ti, lo sé…

Pero quiero que mi pobre corazón se quede contigo para siempre.

Y le gritaré a la luna después de estas mil noches lo que quería decirte, aunque me dé miedo, aunque me duela y me lastime: Te diré “Te amo”, a ti, la persona que más amo en este mundo.

Se despide tu tonto enamorado:

Renji Abarai.”

 

Las lágrimas empapaban los lentes y mis mejillas. Era él. La persona que amé y que me separaron de ella. Volví a llorar lo que no lloré en más de 15 años. Solté el dolor que se acumuló en mí. En la gran ventana de mi cuarto, cubierta por gruesas cortinas azules medianoche, traspasaba una luz blanca. Me levanté y me caí… Arrastrándome llegué y corrí las cortinas para ver lo que mis ojos se privaron de ver durante tanto tiempo. La luna llena volvía a iluminar mis noches oscuras, lo lúgubre y grotesco de mi vida tomó color otra vez… Volví a pensar en su nombre…

“-Renji, Renji, Renji, Renji…”

-¡RENJI!

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Un pantalón, la capa negra y la carta. No más. Lo necesario para irlo a buscar. Salí de mi apartamento y me topé de frente a Rangiku Matsumoto.

-Oye, oye, ¿Para dónde vas con tanta prisa a estas horas?- Preguntó curiosa ante mis acciones

- ¡A recuperar a alguien que perdí!- Grité mientras corría hacia la salida

 

Corría como imbécil por toda la ciudad a altas horas de la noche esperando ver ese cabello carmesí, que parecía estar empapado en sangre. La lluvia caía soberana sobre mí empapando tos mi ser. Pero no importaba, él era más importante. Necesitaba volverlo a ver. El aire me falta de tanto correr. Debo parar un momento.

 

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Hora: 10:45 de la noche

 

Paré frente a la Catedral de la Ciudad, decidí entrar a pesar de que no creo en Dios ni en ninguna de esas cosas. Una enorme catedral al estilo gótico con alrededor de doscientos años de antigüedad. Cuando entré, vi los finos vitrales con colores resplandecientes por la luz lunar, un rosetón sobre el altar mayor que iluminaba gran parte la nave mayor. Las luces estaban bajas y pocas personas se mantenían orando en el lugar santo. Empecé a caminar entre las columnatas, mientras veía las imágenes y cuadros que colgaban en las paredes y pensaba en cómo la gente podía creer en eso. Yo perdí la fe en eso desde los 13 años…

No soporté más y salí. Ya había parado de llover.

Salí de ahí para volver a casa, tal vez si mañana me levanto temprano lo logre encontrar…

Caminé cabizbajo a al apartamento. Tenía sueño y llevaba varias noches sin dormir bien.

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Cuando llegué a la esquina de la calle divisé a alguien frente al edificio. Alto, cabello largo y carmesí…

Corrí.

Eso fue lo que hice y con el tiempo reconocí su rostro.

-¡REEENJIII!

-Byaku…- No lo dejé terminar de decir mi nombre porque lo besé.

Lo besé una, dos, tres y muchas veces más, el aire nos faltaba pero no importaba… Era feliz como no lo había sido durante años. Lloré de la alegría entre sus brazos.

-¿Leíste la carta?

-Sí, y por eso te salí a buscar- Dije mientras él me limpiaba las lágrimas.

-No te vuelvas a ir ¿Está bien?- Renji dijo esto con una sonrisa y unas pequeñas lágrimas en ojos.

Sonreí mientras lo abrazaba por el cuello y le di un beso. Y murmurando cerca de sus labios le dije:

-Desde ahora, contigo hoy, mañana y siempre… Renji…

Notas finales:

Gracias por leer!


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