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Los suéteres de Shuu. por Keny-chan

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Notas del capitulo:

Es del baúl de los recuerdos (?), justo hoy lo saco, lo desempolvo, lo termino y se los muestro. Espero lo disfruten C: 

Los suéteres de Shuu

Keny-chan

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Si había algo que Satoshi no comprendía del todo, y no es como si se esforzara en entenderlo, era el gusto de Shuu por los suéteres. Y es que justo en ese preciso momento, estando delante del guardarropa del bajista, se daba cuenta de cuántos tenía este. Miró las prendas con una expresión de concentración extrema hasta que se sintió satisfecho y creyó necesario tocar la tela.

Extendió la mano izquierda y deslizó lentamente la punta de los dedos sobre los suéteres que colgaban de sus perchas. Revisó cada suéter con cuidado. Aprendiendo la textura, el color y los estampados. Soltó una risita cuando vio aquél suéter lleno de figuras que se asemejaban a copos de nieve, con rayitas rojas y azules que le había visto usar tiempo atrás en un invierno. Y dos prendas más allá, estaba aquél suéter de formas geométricas, azul, rosa y negro que lo hacía lucir tan fresco y vivaz. Satoshi siguió rebuscando, moviendo gancho tras gancho, hasta toparse con ese suéter gris de rombos rosas, blancos y negros que le traía un recuerdo divertido y preciado.

Esa ocasión, mientras promocionaban NOW,  se había tomado la libertad de pasar los brazos alrededor del torso de Shuu y descansar sus entumecidas manos en el pecho de éste, buscando su calor. ¿Quién hubiera pensado que su travesura quedaría plasmada en una fotografía? Rememorarlo le hizo sonreír con añoranza. ¡Adoraba esa foto! A tal grado que, la había impreso y la había guardado celosamente en aquél álbum del que nadie sabía nada. Su álbum favorito, con pegatinas de Toy Story en la portada y con muchos de sus momentos más preciados en el interior, adheridos cuidadosamente a las negras páginas de cartoncillo. Un álbum hecho a mano, tan lleno de días y noches de alegría.

Acarició el suéter gris desde el hombro hasta el puño, con cariño y siguió buscando, reconociendo y recordando. Porque Satoshi se dio cuenta de que conocía cada prenda, sin falta. Fuera la más nueva o la más desgastada, él la conocía y sabía cada una de las historias que guardaban los hilos que la formaban.

Quizá no comprendía el amor de Shuu por los suéteres, pero comprendía su propio amor por ellos. Le gustaban simple y sencillamente porque a Shuu le gustaban. ¿Qué tan difícil era entender eso? Había cosas que te gustaban porque a la persona que quieres le gustan y porque verle feliz y cómodo por ese hecho a ti mismo te hacía feliz.

Satoshi amaba los suéteres porque a Shuu le fascinaban, porque Shuu lucía siempre bien con ellos. Porque lo hacía ser Shuu y él amaba a Shuu. Sin complicaciones.

Llegó al último suéter dentro del guardarropa. Una prenda gruesa, calientita, de color gris oscuro. Muy sobrio a decir verdad. Calzaba tan bien con una camisa blanca y una corbata rojo vino. Cerró las puertas del mueble y miró alrededor. Buscando una prenda más. Sabía cuál faltaba y la encontró fácilmente sobre el respalda de la silla, junto al escritorio.

Se acercó a éste y tomó el enorme suéter gris con la leyenda “I AM AN ANARCHIST”  para después depositarla a la orilla de la cama. Sintió un nuevo escalofrío y recién se acordaba que llevaba la ropa mojada y el cabello cubierto de aguanieve, razón principal por la que había hurgado en el armario de Shuu. Se quitó todo lo que llevaba encima hasta quedar sólo en ropa interior. Los apretados bóxers estaban frescos pero era soportable. Antes de que los temblores atacaran su cuerpo prácticamente desnudo, se puso el suéter gris. Le quedaba considerablemente enorme. Se miró al espejo y su propia imagen le causó gracia. La prenda le cubría hasta la mitad de los muslos y no dejaba sus manos a la vista. Pero poco le importó, se sentía cómodo y calientito. Además, si había otra razón para amar los suéteres de Shuu es que estos siempre conservaban el perfume del bajista.

Una esencia que lo abrigaba hasta el alma. Inspiró la fragancia de las mangas y sintió un nuevo escalofrío. Se sentó en la cama y se dejó caer de espalda. Miró el techo, tan blanco e inmaculado. Estaba tan silencioso a pesar de no ser el único en el departamento. Shuu se estaba cambiando en la habitación contigua, aquella que usaba de estudio y donde guardaba sus bajos y amplificadores.

Qué solitario. Pensó. Estaban tan cerca y al mismo tiempo tan lejos. Satoshi se sintió sobrecogido por el sensación de vació y soledad. Rodó a un costado y se abrazó a sí mismo haciéndose un ovillo. De pronto sintió la necesidad de llamar a Shuu pero desistió antes de siquiera intentarlo, simplemente se quedó así, quieto, agitado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—   ¿Satoshi?  

Shuu se había tomado otros diez minutos antes de entrar a la habitación donde el vocalista se encontraba, pensó que quizá lo hallaría molesto por su tardanza o tirado sobre la cama, completamente aburrido. Y, en efecto, estaba sobre la cama, encogido y silencioso. El bajista lo llamó una vez más, pero Satoshi no respondió. Entonces se acercó a él y se percató de su errático respirar.

—   Satoshi— susurró una vez más, repentinamente alterado. Otra vez no obtuvo respuesta.

Extendió una mano hasta el hombro de Satoshi y le movió con cuidado hasta lograr ver su rostro. Tenía las mejillas ligeramente enrojecidas y el sudor comenzaba a perlarle la piel. Apartó el cabello de sus ojos y se dio cuenta de que no, no era sudor. Satoshi aún tenía el cabello mojado y no llevaba pantalones.

Entonces Shuu realmente cayó en ese detalle. El vocalista sólo vestía su sudadera, tenía el cabello mojado y estaba expuesto al frío. Satoshi comenzó a toser casi convulsivamente. El bajista se apartó con la intención de ir por el inhalador que aún conservaba secretamente en los cajones del ropero, pero una mano se ciñó alrededor de su muñeca. Satoshi lo observaba desde la cama, con los ojos apenas abiertos, una mano sobre el pecho, estrujando la tela de la única prenda que llevaba puesta.

—   No te vayas— articuló con dificultad.

—   Sólo voy por tu inhalador, no tardo. — dijo, pero el agarre de Satoshi no cedió— No voy a dejarte, lo prometo.  

Shuu se apresuró hacia los cajones, removiendo con inquietud entre las cosas, buscando el medicamento. La tos de Satoshi se agravó otro tanto y en segundos el bajista ya estaba a su lado, incorporándolo. Se sentó en la cama y puso a Satoshi contra su pecho, llevó una mano a la frente del más pequeño mientras con la otra posaba el inhalador en los labios de Satoshi. El vocalista abrió la boca y recibió la dosis del broncodilatador, empezando a respirar con normalidad. Dejó caer la cabeza contra el hombro de Shuu, agotado.

—   ¿Estás bien?— quiso saber el bajista, dejando a un lado el medicamento y sin apartar la mano que aún descansaba sobre la frente de Satoshi.

—   Sí, lo siento.

—   Tranquilo, ya pasó— murmuró, peinando su cabello inconscientemente— Ya pasó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Shuu secaba el cabello de Satoshi mientras éste lo disfrutaba con cierta culpabilidad. No había sido su intención colapsar en el departamento de Shuu y darle tremendo susto, simplemente había sucedido.

—   Lo siento. — repitió quizá por veinteava vez.

—   No es necesario que te disculpes, lo importante es que estás bien. — respondió Shuu con parsimonia— Pero te he dicho un millón de veces que seques tu cabello adecuadamente y te abrigues bien.

Satoshi asintió mientras miraba sus piernas desnudas que reposaban en posición de loto, sobre la cama. Permaneció en silencio un momento, sintiendo los movimientos de la toalla sobre su cabello.

—   Aún lo tienes— soltó de pronto.

—   ¿Qué cosa?— preguntó Shuu con curiosidad.

—   Mi inhalador.

El bajista no contestó y Satoshi no forzó una respuesta. El vocalista creyó que después de… bueno, aquél día, Shuu se desharía de todo lo que tuviera que ver con él. El silencio se extendió un poco más comenzando a tornarse ligeramente incómodo. Hasta que la voz de Shuu volvió a sonar.

—   Algo me dijo que debía conservarlo, ya sabes, por precaución. — dio por terminada su tarea y dejó la toalla alrededor del cuello de Satoshi.

Shuu se apartó nuevamente y Satoshi sintió nuevamente el vacío y la soledad. El bajista ya salía de la habitación para preparar el futón en el estudio cuando Satoshi se apresuró a hablar:

—   ¿Puedo dormir aquí?— susurró—  ¿Contigo?

El menor se giró hacia él y vio la súplica en sus ojos. Lo pensó un instante y finalmente aceptó. Se metió bajo las cobijas, invitando al vocalista a tumbarse a su lado, Satoshi hizo caso y se acostó dándole la espalda, lo más lejos posible para no incomodarlo. Poder dormir en la misma cama le bastaba. Shuu apagó las luces y escuchó el débil Buenas noches de Satoshi. Pasaron diez minutos en los que ninguno pudo cerrar los ojos y dejarse arrastrar por el sueño.

 

Entonces Shuu rodó sobre su costado, logrando apenas ver la silueta de Satoshi recortada por las débiles luces de la calle. No podía dormir, no teniéndolo a su alcance y al mismo tiempo tan lejano. No quiso pensarlo mucho así que simplemente dejó que su cuerpo se moviera a voluntad.

Borró la distancia que los separaba hasta llegar a Satoshi y poder envolverlo en sus brazos. El vocalista dio un respingo por la sorpresa, pero no se apartó; en cambio, cuando estuvo seguro que Shuu no lo soltaría, se giró para poder quedar frente a frente y aunque la oscuridad era espesa, pudo ver a Shuu observándolo y entonces no pudo evitar sonreír. Se abrazó con fuerza al torso de Shuu, escondiendo el rostro en el hueco entre su cuello y la almohada. Por su parte, Shuu le apretó más contra su cuerpo hasta que la calidez de ambos se hizo una sola. Se sentía tranquilo de esa manera, se sentía completo. Otra vez completo.

—   Te extrañé— susurró Satoshi— Te extrañé mucho.

—   También te extrañé, Satoshi— musitó— Me hacías tanta falta.

El vocalista quiso decirle cuánto aún lo quería, pero creyó que aún no era momento. Quizá más adelante. Hubo un nuevo silencio, ahora cómodo y agradable.

—   ¿Estás bien sólo vistiendo eso?— preguntó el bajista.

—   Sí— dijo Satoshi— Me encantan tus suéteres.

 

 

 

 


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