Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dunkelheit por Vientoyhielo

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a Hajime Isayama. Créanme que si fuesen míos haría que Eren y Levi tuviesen varios hijos.

Pareja: Eren x Levi. También puede contener algunos roces de otras parejas, eso luego se verá mientras que lo vaya escribiendo, no obstante la pareja principal es la ya mencionada.

Dedicado a: Ame8910, quien desde hace un tiempo se ha aguantado mis muletillas :’D Bella Yaoista, mi linda partner de roleplay y me ayudó con el título uwu Y también para Soulxphantom, en verdad pensaba en dedicarte algo para cuando mejorara aún más la escritura y lograra hacer angst :’D pero me ayudaste mucho con esto y creo que mereces una dedicatoria ;w;

Advertencias: Relaciones homosexuales, lenguaje vulgar, violencia, posiblemente en algún futuro habrá contenido sexual (también conocido como lemon). Por ahora esas son las advertencias que hay que tomar en cuenta. 

Dunkelheit


Atrápalos y mátalos

Tu única esperanza es la maldad

No moriré

Me mantendré en silencio

Voy a mantenerte por todo lo alto

Estás por tu cuenta

Espera hasta el amanecer y luego vete

Broken bones - Chvrches

Capítulo uno: No Name Lounge and Bar

Año 2316, Sina

¿Cuánto tiempo puede tomar un cambio grande en la vida de alguien? A veces transcurre tanto como un siglo, otras veces sólo basta un parpadeo.

A la humanidad en sí le costó un poco de trabajo llegar hasta donde se encuentra justo ahora, cumpliendo el sueño de muchos hombres, algo que sólo eran fantasías de los que en el pasado fueron revolucionarios de la tecnología; autos voladores, millones de trenes elevándose por el aire a alta velocidad, con energía renovable y limpia, hasta algo que años atrás hubiese sido descabellado: edificios tan altos y tan poblados de plantas en sus muros, incluso las mismas calles y aceras estaban suspendidas en el aire, apoyadas en una superficie bastante lejos de la verdadera tierra que los sostenía. En resumen, un mundo bastante distinto al que se conoció por siglos.

Por supuesto, desde tiempos inmemorables se ha hablado de la pureza, y que para que esta se manifestara debía de haber algo que fuera la contraparte; Yin y Yang, blanco y negro, luz y oscuridad; sólo había que observar un poco más a través de lo que ya se ve, leer entre líneas lo que se ha escrito ─en cualquier ámbito─. Si pones atención a cosas tan pequeñas, te sorprenderías por notar lo que existe.

Sina por ejemplo era un país muy popular por la prosperidad envolvente que enamoraba a sus visitantes cada vez que llegan o al momento en que es observada de lejos en los coloridos hologramas vía internet o televisiva, además de aludir lo previamente expuesto. A primera vista, Sina no es más que uno de los sitios soñados para vivir y crecer, un país compuesto de edificios altos y brillantes lo hacían ver como el palacio más colosal y codiciado, donde había avances tecnológicos abrumadores, pero nadie se detiene a pensar si sería duro entrar a tan espléndido estilo de vida. He aquí el problema de tan ilustre nación.

Cuando estás cansado de tu estilo de vida por ciertos problemas económicos en tu tierra, ¿Cómo evitar el impulso de querer dejarlo todo atrás y empezar de cero en un lugar que se ve muchísimo mejor? Pese a lo antipatriota que resulta escucharse, muchas personas se ven arrastradas a esa tentación, porque simple y llanamente no encuentran otra opción u otro camino por el cuál salir de sus propias desgracias. Desde hace siglos se considera una conducta propia del ser humano, no obstante otra ley de los seres vivos es la supervivencia del más fuerte, ¿no? Esas personas que huyen de la desdicha y lanzan todo al caño, dejando los análisis para luego y sumiéndose quizás a una vida peor que la anterior, y condenándose eternamente a una realidad irreversible. Aquellos que siempre existieron y que siempre existirán: los inmigrantes; sea lícitamente o ilícitamente, migrar es una de las actividades más duras a las que alguien se pueda someter.

La dificultad quiebra a cualquiera, le muestra sus debilidades y cuando estas son en demasía puede llegar a matar sus esperanzas y su propia humanidad, y a raíz de la asfixiante necesidad sienten que deben hacer cosas que para muchos eran aberrantes. Lo que tiempo atrás les hubiese hecho sentirse avergonzados de sí mismos, quizás ya no les daría tanta vergüenza ahora en esas condiciones, al fin y al cabo podrían mantenerse un poco más calientes, darle algo de comer a sus hijos, sobrevivirían unos días, meses y ─con algo de suerte─ unos cuantos años más.

Aunque ya en el mundo hubo quienes recibieron su lección, la bondad no era absoluta en ningún aspecto, sólo podría decirse que se trataba de algo tan fantasioso como la mismaperfección. ¿Cómo iba existir la cordialidad sin que hubiese una pizca de malicia en el mundo? ¿Acaso se podría identificar la pureza sin haber visto lo que era la corrupción? ¿Era posible saber qué era la suavidad sin conocer la aspereza? Cada una de esas contradicciones se complementan con la otra, en cualquier sistema una cosa dependería de la presencia de la otra. Así de simple.

El problema es que muchos ven sólo los que les gustaría ver ─o a los que los poderosos les gusta mostrar─, y se sorprenderían al notar que hasta Sina, tan rebosante de lujos, el país soñado al que todos quieren pertenecer, también tenía su lado oscuro, justo en aquellos rincones que sólo los excéntricos y algunos ingenuos iban a visitar. Lugares descubiertos fortuitamente o adrede, llevando de la mano a la curiosidad la mayoría de las veces.

.

─ Paso ─ Resopló Connie mirando las barajas de sus manos.

Eran esa clase de acciones las que te decían que ese jugador no tenía buenas cartas para su jugada. No fue mala elección de su parte aguardar, lo cual no era muy típico en Connie.

No hace mucho habían salido de sus clases de Criminen Organizado. Eran eso de las once de la mañana y después de su desayuno quedaba todavía un rato libre para hacer lo que quisieran: charlar, repasar apuntes o simplemente perder el tiempo como sólo algún estudiante universitario era capaz de hacerlo. Eren Jaeger había optado por matar el tiempo con un amistoso juego de póker con sus compañeros.

Bueno, no siempre se podía decir "amistoso", no cuando Kirschtein estaba allí presumiendo sus dotes natas para el juego. Jaeger no era el mejor en dicho juego, lograba vencer a los demás contrincantes de vez en cuando, como hoy. Pero Jean… Jean era tema aparte. Y no, no le molestaba tanto el hecho de que ganara o que fuese difícil de vencer en dicha tarea, lo que le fastidiaba era lo egocéntrico que podía llegar a ser, fanfarroneando con cada partida en la que llegaba a la victoria.

─ Paso ─ Pronunció ahora el castaño.

El muchacho de cabello ceniza sonrió con burla, confianzudo de sus cartas colocó más dinero sobre la mesa, demostraba naturalmente toda su seguridad en el juego, casi siempre ganaba después de todo. Parecía que ese tipo hubiese nacido para esto, casi podría decirse que Jean no viviría mal de las apuestas, sólo que por gusto había escogido un camino totalmente diferente.

Connie al notar la inquebrantable firmeza de su oponente apretó los labios y soltó un bufido de frustración al sentir la amarga presión del juego. No quería seguir apostando ─o perdiendo─ su dinero, así que optó por rendirse y soltar sus cartas.

─ No puede ser… de nuevo ─ Susurró frustrado.

─ Bueno ─ Exclamó emocionado Jean con su sonrisa triunfal. Mostró sus cartas por fin presumiendo su jugada ─, creo que sé hasta dónde nos llevará esto.

Dicho aquello quiso arrastrar todo el dinero hasta él y lo habría hecho si Eren no le hubiese detenido con la mano, interrumpiendo cualquier indicio de quedarse con la jugosa recompensa. Jean lo miró lleno de confusión al principio, pero al momento en el que Jaeger mostró sus cartas, su sonrisa se desvaneció como las pisadas en una playa cuando sube la marea.

Un triple, con eso fue capaz de ganarle a su doble.

El más alto quitó lentamente su mano para que el castaño tomara lo que acababa de ganar, esta era de las pocas ocasiones en las que Eren le ganaba.

─ Así que estás de suerte hoy, Jaeger.

Eren sólo se encogió de hombros juntando todas las cartas.

─ ¿Otra? ─ Cuestionó el de ojos verdes mientras mezclaba las cartas.

─ Por supuesto, no creerás que vaya a dejarte que te lleves todo eso ─ Respondió Jean nuevamente lleno de confianza.

─ Yo… mejor no ─ Intervino Connie ─ Ustedes jueguen.

─ ¡Vamos, Connie! No es tan malo, quién sabe si esta vez ganarás ─ Le insistía Jean.

─ ¡Sí, cómo no! Lo que quieres es dejarme sin nada ─ Se quejó el más bajito.

El joven de cabellos cenizas soltó una risita sintiéndose descubierto. No le insistió más y esperó a que Eren terminara de cortar las cartas. Ya había ganado, debería ser suficiente, pero Eren tampoco veía malo jugar otra ronda más. Les daría tiempo de sobra antes de la próxima clase. Así entonces empezaron una nueva partida, y luego otra, y otra más. Al ser dos personas duraban menos, por supuesto. Apostaban de a poco cada uno donde una simple partida de barajas se había convertido en un duelo interno de quién llevaba más partidas ganadas.

Los tres estaban en algunas conversaciones triviales, pero la tensión estaba palpable en el ambiente por uno que otro comentario infantil de parte de Jean y una respuesta a la defensiva de parte de Eren. Esa era la evidencia de la típica rivalidad de Eren y Jean.

─ Parece más que estuvieran jugando a la ruleta rusa que a póker ─ Comentó mirándolos con asombro Armin, el único que fue capaz de romper esa tensión incómoda de la que Connie no se había enterado.

─ Ah, Armin. Pensé que tardarías más en las tutorías ─ Comentó Eren al fin despegando los ojos de la cara de Jean para mirar ahora a su mejor amigo.

─ No, esta vez fueron como un par de personas nada más.

Armin era el de mayor nota en su generación, lo que le permitía ser tutor en un par de materias teóricas para ayudar a quienes tuvieran dificultades, y así ganar un poco de dinero. El rubio tomó asiento con ellos. No jugaría, sólo charlaría. Conforme pasaban los minutos iban divagando en varios temas de conversación, acabando en leyendas urbanas ─aunque para esto sólo Eren y Armin solían profundizar más en ese tipo de tópico─.

─ ¿No Name qué? ─ Cuestionó Eren con confusión.

─ No Name Lounge and Bar ─ Contestó el rubio ─ Es un bar que está ubicado en la periferia de Dunkelheit ─ Explicó ─ Dicen algo sobre personas que practican canibalismo, y ni siquiera es un lugar con alguna clase de registro. Al intentar buscarlo no aparece.

─ Qué nombre tan original ─ Dijo irónicamente Jean.

Bien, eso sí que era raro. Que sea un bar sin alguna clase de registro no era tan fuera de lo normal, algo que había aprendido Jaeger en su par de años en la carrera es que los sitios clandestinos no estarían registrados, sería un poco tonto hacer algo así si lo que harán son barbaridades allí. Lo que quitaba algo de credibilidad era ese nombre, además, ¿Cómo es que nadie ha puesto el ojo en el caso? Aunque también para llegar a esa conclusión habría que saber cuánto tiempo lleva ese rumor allí rondando.

─ ¿De nuevo estabas en la Deep Web? ─ Preguntó Jean.

─ No…

─ En fin. Dudo que sea verdad. Sigamos, Eren.

─ ¿Cómo saben de eso si ni siquiera se encuentra en el buscador? ─ Inquirió Eren, quien se consideraba escéptico pero prefería ver algo con sus propios ojos por muy descabellado que sea.

─ Alguien logró ver unas coordenadas de donde presuntamente está su paradero.

─ Ya veo. ¿Las guardaste?

─ ¿En serio? ¿Vas a creer en eso? ¡Sigue jugando! Me haré viejo esperando por si vas a apostar más o si te vas a retirar ─ Se quejó Jean ─ ¿Tantas ganas tienes de ir allá a que te cenen?

─ ¿Y ese es tu maldito problema? ─ Contestó Eren tajante.

─ ¿O acaso te sientes cobarde para ir? ─ A Jean sí que le encantaba provocar a Eren.

─ ¿Qué dijiste, maldito? ─ Se levantó de la silla ruidosamente, gruñendo y mostrando su ofensa ─ ¿Por qué no vas tú?

─ Yo no quiero ir, tú eres el que estaba dudando sobre ir o no por miedo. A mí ni me interesa.

─ Eren… ─ Armin quiso tranquilizar a su amigo mientras que Connie sólo se reía por la estúpida discusión que estaba presenciando.

─ Ya lo dije. Métete en tus problemas ─ Gruñó el castaño arrugando sus tupidas cejas.

─ Bien, bien. Hagamos algo. Apostaré por ir si pierdo, pero si yo gano tendrás que ir ─ Explicó mostrando sus dientes en una sonrisa llena de burla ─. Por supuesto, a quien le toque ir deberá traer pruebas, como alguna fotografía que indique que estuvo allí. ¿Hecho?

─ Hecho ─ Respondió ahora por el nuevo reto.

─ Te ves seguro, ¿Eh? ¿Seguro que no te da miedo perder?

Ese comentario no hizo más que empujar a Eren a hacer una verdadera estupidez. El de ojos verdes colocó sobre la mesa todo lo que había ganado, y sacó de su billetera todo el efectivo que llevaba, mostrándole a Jean su enorme muro de confianza que sería impenetrable. Ni siquiera las advertencias de Armin sirvieron para retractarse de sus acciones. Y así, tan picado y a la vez seguro de sí mismo enseñó su par de cartas que complementaban a un doble de diez de tréboles.

Ante eso, Jean sólo rió.

─ Mañana quiero aunque sea alguna foto de No name lo que sea.

─ No puede ser… ─ Pronunció Eren y sintió como si su alma dejara su cuerpo por algunos segundos.

Escalera real.

Ahora no sólo tendría que ir al bar raro, sino que le tocaría hacer doble turno en la cafetería, porque oficialmente se había quedado sin dinero.

.

La ducha tibia daba de golpe contra su piel bronceada, estaba allí parado, bajo la regadera intentando aclarar su mente y olvidarse un poco de su estrés, ¿Pero, ¿cómo relajarse cuando el estúpido de Jean logró vencerlo de esa forma tan humillante? La presión de vivir solo no ayudaba mucho, por supuesto que también fue su culpa por apostar todo lo que tenía, ahora, inevitablemente, lo mejor que pudo hacer fue tomar doble turno en la tarde, sin embargo, a raíz de esto apenas logró almorzar más que un pequeño trozo de pan que había sobrado de su desayuno, sin contar que tuvo que ingeniárselas para sacar algo del telecajero y llegar al margen de la hora de inicio de su jornada. Las propinas le ayudaron porque no tuvo que ir caminando el largo trayecto y las múltiples escaleras para llegar a su departamento, pero obviamente llegó hecho polvo. Cenó algo sencillo que había en su refrigerador y se metió a duchar después.

Ahora, lo que haría…

Bueno, era ir al sitio raro y venir de nuevo, ¿no? Así que sólo tendría que llegar, tomar fotos del lugar, hacerse alguna selfie que demuestre que estuvo allí y regresar a casa para adelantar un poco de lo que debía estudiar esa semana, así quizá no le afecte tanto, pues sinceramente se esforzó mucho en entrar a esa carrera como para descuidarse sólo por una apuesta perdida.

Maldición, pero pensando en todo eso, sólo se taladraba con la frustrante idea de haber perdido, y odiaba perder, más si se burlaban de él por eso. Su único consuelo era el demostrar que no era ningún cobarde, pues pese a lo extraño y misterioso del lugar no tenía miedo, seguía considerándose escéptico, difícilmente se tragaría ese cuento de que hay una bola de caníbales en una calle y que nadie ha hecho nada para evitarlo.

El castaño entonces cerró el grifo de la ducha para empezar a secarse con una toalla, luego caminó fuera del cuarto de baño para abrir el clóset en busca de algo que pudiera usar. En todas estas acciones, su mente seguía dentro de los sucesos de esa cuadra a la que estaba obligado visitar.

Armin le había dado las coordenadas y al llegar a su casa lo buscó con su GPS y dada a la dirección por la que iba, no podría considerarlo un lugar del todo seguro, era de esas partes feas que un estado limpio tendría; la mancha en un suelo pulcro, ese pequeño detalle que los políticos siempre buscan ocultar, por lo tanto no le sorprendería que hayan rateros por esa zona, y hasta en el peor de los casos actividades de tráfico de narcóticos y estupefacientes.

Sin siquiera notarlo, Eren mientras que se vestía iba incrementando su interés por el lugar. Él sólo era un estudiante de segundo año de criminología, su conocimiento en investigación era muy básico, no obstante sentía que le estaba dando más importancia a ese rumor de lo debido, de ser un caso de narcotráfico, no le quedaba más que hacer lo mismo que el ciudadano común, lo cuál era notificar sus sospechas a una jefatura de la zona o del mismo estado, pero muy extrañamente su cerebro parecía pedirle que él tomara cartas en el asunto de tratarse de esa situación; o hasta si se trata de algún asaltante probarse a sí mismo que podría controlar la situación.

Con esos pensamientos en mente, buscó lo que sea que pudiese utilizar como método de defensa, el no declinar la oferta de visitar un lugar así no era símbolo de prudencia, pero tampoco era tan estúpido como para ir a un lugar presuntamente peligroso sin llevar algo que pueda resguardárlo. No contaba con mucho, siendo de segundo año no le darían ya el permiso para usar armas de fuego, o eléctricas, forzosamente utilizaría lo sencillo; una navaja que escondería en el pequeño espacio entre su tobillo y el botín de cuero, y un cutter que guradaría en el bolsillo de su chaqueta. Sólo los usaría si la ocasión lo demanda.

Eren suspiró al acabar de prepararse, parecía que dos partes de él totalmente independientes se peleaban dentro de su mente por decidir qué es lo que debería hacer. Una parte de él decía que no era necesario ir, que era estúpido dejarse influenciar por algo de este tipo y que podría ser peligroso; la otra parte en cambio le insistía que no iba a quedar como un cobarde al día siguiente, no se iba a morir por ir a ese sitio y era la mejor oportunidad para presenciar con sus propios ojos que ese rumor sólo era eso: un rumor.

Él siempre había tenido ese espíritu aventurero y aunque se tratara posiblemente de una pérdida de tiempo, iría para allá y demostraría que no es ningún miedoso y que no había nada que temer.

Decidido, desconectó su celular que se encontraba reuniendo carga y buscó nuevamente la dirección de tan extraño sitio. Tendría que tomar tres trenes, porque no había uno que lo llevara directamente a la estación que le correspondía, luego tendría que caminar un par de calles, hasta toparse en un cruce a la cuadra que se iluminaba en el holograma color verde que salía de la pantalla de su celular. Bloqueó la pantalla haciendo desaparecer las imágenes de la ciudad en tres dimensiones y colocó su celular dentro de su pantalón. Cogió sus llaves, su billetera con el poco dinero que tenía guardado en casa ─que, con suerte, alcanzaría para pagar los seis pasajes que necesitaría de ida y vuelta─ y salió de su departamento decidido.

.

Rozaban las ocho y media de la noche cuando arribó a la tercera terminal, esta incluso se veía un poco más arcaica, no se elevaba por los aires por la acción de magnetismo como el que comúnmente tomaba, el que tomaría en cambio se encontraba sujeto a ciertos engranajes para que fuese a trasladarse a la dirección deseada y ese era su único método de elevación. Eren prestó atención a como una palanca se giraba automáticamente para cambiar el rumbo a donde pidió dirigirse, introduciéndose en uno de los abundantes túneles que habían en ese lugar, exactamente uno que penetraba las aguas.

El resto del recorrido fue tranquilo, a pesar de que miraba por la ventanilla el contraste de las ambientaciones cada vez que se acercaba a su destino. Un lugar desolado, mucho más oscuro y con poca vegetación. Podía ver las paredes tapizadas de grafitis de aerosol, colocando palabras protestantes para ser vistas por quien pasara por allí. También se notaba el deterioro de los muros, tanto en estructura como en la poca pintura que llevaba.

Resumen: un sitio totalmente distinto a aquel en el que vive, y era sorprendente que sólo estuviese a unos 30 minutos de Trost en los tres trenes. Estaba seguro de que si hubiese una sola ruta tardaría menos, pero ese no era el caso.

Escuchó los chirriantes frenos del tren funcionar para detenerlo. No habían muchas personas, por lo que el vagón se veía enorme al estar casi vacío. Eren se limitó a bajar en silencio, solamente él se bajó en esa parada y al hacerlo volvió a sacar su celular en búsqueda de la dirección, estaba a un par de calles más el extraño sitio, si con suerte conseguía un taxi podría llegar en menos de cinco minutos, pero la verdad lo mejor era no gastarse lo que tendría para el camino de regreso. Quedarse en esa ciudad vecina no era el objetivo de esa noche.

Caminó por las calles oscuras, apenas iluminados por algunos faroles demasiado ténues para su gusto, deteniéndose más de una vez para fijarse en cuál de las calles estaba, y así saber exactamente por donde cruzar, hacía esto siempre cauteloso y atento de que no hubiese alguna amenaza a su alrededor. Sus manos estaban en los bolsillos de su chaqueta que le servía para resguardarse de las ventiscas frescas de esa noche, jugueteaba con el cutter, era bueno tenerlo allí cerca por si un asaltante lo sorprendía en un atraco.

Inevitablemente había llegado a su mente un dilema, ¿Cuál sería el peor de los casos? Y no, no se refería a los asaltantes precisamente.

Después de haber perdido el juego de póker y quedar sin nada en sus manos, Armin le mostró toda la reseña de esa leyenda urbana. ¿Por qué leyenda urbana? El fulano sitio no tenía foto, ¡¿Qué mejor evidencia que una foto?! Parecía la clase de rumor que se pasa de boca a boca hasta llegar hasta una persona que pensó que sería divertido publicar por internet menuda historia. De esas donde algún chico de la preparatoria la contaría a los de su grupo de amigos con afán e ilusión de espantarlos. Si se trataba de alguna leyenda urbana para asustar, no estaba mal ambientada, hasta habían escogido una ciudad rebuscada y notablemente deteriorada por el tiempo.

Cruzó la calle aún viendo algunas ilustraciones en las paredes. Nuevamente eran pocos transeuntes, donde vio abundancia fue a lo lejos de una de las avenidas donde se divisaba un grupo de gente con música a alto volúmen y algunos autos aparcados. Probablemente de los que hacían carreras ilegales, luego estaban algunos locales nocturnos en los que se fijó en cada nombre, pero ninguno coincidía con el que buscaba.

Por enésima vez, se reafirmaba que No Name Lounge and Bar, no era más que una falasia, pero para cumplir seguiría en su búsqueda.

─ Hola, cariño ─ Dijo una voz femenina que contrastaba lo meloso y sensual ─ .Pareces perdido, encanto.

Eren se giró a mirar quién hablaba, se había sorprendido por quién sea que salió de quién sabe dónde, no se lo esperaba en absoluto. No era difícil notar que se trataba de una prostituta, la cual caminaba balanceando sus caderas hacia él, sin contar que hizo el intento de quitarle su espacio vital, a lo que el castaño se alejó un poco a la defensiva.

─ ¿Un poco tenso? Vamos adentro, puede que te venga bien un trago, o un poco de compañía ─ La mujer que llevaba el cabello teñido de un fuerte púrpura y de ropa escotada, además de extravagante, le guiñó el ojo.

─ No, no se preocupe ─ Contestó bastante incómodo, había un intento en ser cortés sin mostrar su perturbación.

─ ¿Estás seguro, encanto? ─ La prostituta le quiso abrazar y Eren se sintió acorralado por un momento.

¿Sería mejor preguntar? Eso sería estúpido más bien. No le gustaba la idea de quedar como un ingénuo ante esa mujer o ante nadie, sólo sería carne fresca en bandeja de plata para quién sea que buscara estafarlo o aprovecharse de él, en cualquier aspecto.

─ Estoy seguro. Me tengo que ir…

Eso era mejor. Irse por su cuenta, tardaría un poco más en encontrar el lugar que ya se le hacía inexistente.

Si esto era una clase de broma, la verdad es que los autores de esta payasada merecían alguna clase de premio. Una broma muy bien lograda sin duda. Inventar las coordenadas era fácil, pero que esas coordenadas te llevaran hasta lo más profundo de una ciudad de mala muerte era algo mejor meditado. Eran tantas calles y cruces en los que cualquiera se perdería. El castaño se sentía perdido hasta con la ayuda de un mapa virtual. Hasta podría apostar que estaba girando en círculos. Pero, ¿Cómo no? Si todas las calles eran condenadamente parecidas: descuidadas, con paquetes de cigarros tirados y botellas rotas mezcladas entre la basura, con poca pintura, mucho aerosol, iluminación pobre y música electrónica…

¿Música? ¡Música!

Se trataba de alguna especie de salón bar o antro, ¿No? Así que si oía música electrónica que se notaba atascada entre varias paredes, significaba que se estaba acercando. Al fin su maldita tortura por el maldito juego de cartas acabaría. Revisó la dirección en su celular y el holograma confirmaba que estaba frente a la edificación correcta. En cuanto a tamaño y diseño se alejaba tanto a los que había visto, nuevamente parecía ser antiguo, toda esa ciudad se veía poco avanzada, además de sombría. Eren supuso que habrá razones por las cuales ése sector estuviese así, atascado en un subdesarrollo.

Cuando empezó a seguir el sonido vibrante de la música, notó como pese a que todo se veía cada vez más lúgubre había un mayor flujo de personas en esa zona, ahora que ponía mayor atención era que notaba algunos autos y motocicletas aparcados alrededor de la esquina. Al caminar un poco más hacia delante notó que se alejaba, así que devolvió sus pasos. ¿En dónde estaba la puerta? Ya había intentado hallarla al seguir un grupo de personas, pero luego notó que estas sólo habían estado pasando por allí.

Soltó un suspiro, esto sucede por venir a lugares que no conoce...

Se enfocó en seguir el sonido de la música, llegando a un callejón que a no muchos les inspiraría confianza. Un callejón de mala muerte, en una ciudad de mala muerte. No se sorprendería mucho si al cruzar allí encontraría un montón de drogadictos, lo mejor sería estar preparado, sin rayar a lo paranoico. Tomaba con fuerza el cutter dentro de su bolsillo, sintiendo esa fea ansiedad carcomiéndole. El corazón le bombeaba con fuerza y sus manos parecían enfriarse. Siguió avanzando, paso a paso y atento. La música se oía cada vez más fuerte, no era del todo desagradable, era de esas que tienen un ritmo tan pegajoso que luego quien sea acabaría tarareándola en otro momento, se oían voces de risas y gritos repletos de euforia. Personas reunidas en pequeños grupos bailaban y charlaban entre risas en medio de ese callejón que cada vez se hacía más oscuro. Las sombras se fundían más a las paredes, pero luego lograba ver luces intermitentes golpeando a los mencionados muros de ese camino.

Llegó al final de ese pequeño espacio entre dos muros y le tocó girarse a la derecha, pues no había otro sitio por donde continuar con su camino. Sólo con girarse logró encontrar aquello a lo que había venido.

En serio… era real.

Se esperó algo de muy mala presentación, pero lo que sus ojos esmeraldas veían era todo lo contrario a lo que se imaginó, para empezar él siempre creyó que era una vil mentira, una burla muy bien tramada para algún tonto cayera y viniera a revisar ─como él lo hizo─, pero no, allí estaba con un letrero llamativo y bien diseñado que destellaba en medio de la penumbra.

"No Name Lounge and Bar"

Mentiría si alegara que no se sentía impresionado. Su cuerpo no se movía, la piel se le había puesto de gallina, no por miedo sino por la ansiedad que le recorría, la curiosidad latente y que corría por sus venas despertando más de ese espíritu de aventurarse a lo desconocido. Eren ahora mismo estaba envuelto en una sensación que le quería impulsar a traspasar el umbral de donde salían personas destilando euforia, la cual se podía respirar con el olor a cigarrillos que había allí afuera ─no es que le agradara el olor a cigarrillo, pero sí se sentía el regocijo y emoción en el ambiente─.

Iba a dar unos pasos más hacia delante, a donde la música parecía seducirlo incluso desde afuera del enorme local cuando una voz áspera le interrumpió su camino tan sólo con una frase corta pero firme.

─ Hey, tú. ¿Qué crees que haces aquí?

Eren se sintió desubicado, no era probable que fuese algún conocido, ¿Quién podría saber que estaba aquí además de Jean y Armin? La voz le parecía totalmente extraña.

─ Te estoy hablando, mocoso.

¿Mocoso?

Eren se giró aún confundido por la agresividad con la que alguien le habla, porque era con él, ¿no es así?

─ ¿Qué carajos piensas con venir hasta aquí? ─ Escupió el hombre odioso frente a él, como a unos cuatro pasos de distancia. No le había gritado a pesar de la rudeza, no obstante hablaba lo suficientemente fuerte para que Eren lograra captar todo sin la interferencia de la fuerte música.

─ ¿Lo conozco? ─ Preguntó Eren alzando una de sus cejas.

─ No se trata de eso ─ El hombre de baja estatura esquivó la pregunta ─. Te pregunté qué mierda se te ha pasado por la cabeza para venir hasta un lugar como este.

Ese sujeto… sí que era jodidamente fastidioso. Se sentía ofendido, no es como si tuviera que aguantarse a algún desconocido que era tan grosero a primera vista. ¡Ni siquiera lo había visto alguna vez en su vida! ¿Quién se creía que era para cuestionar por qué hace o qué no hace?

─ ¿Acaso no es un lugar público o es que le pregunta eso a quién sea que se le aparezca? ─ Respondió Eren con firmeza, no dejándose intimidar por aquél desconocido ─ Además, puede que haya pensado en algo similar de usted para venir hasta acá, ¿No cree? ─ Usaba palabras que harían pensar que estaba hablando educadamente, pero su voz era tan áspera que quién le escuchara podría sentirse insultado.

─ Lo dudo. Reconozco a un forastero cuando lo veo ─ Dijo el azabache, con la misma antipatía de antes. Incluso Eren podría decir que estaba siendo despectivo con él.

─ No soy ningún forastero. Nací aquí, en Sina. Métase en sus propios asuntos ─ Dijo con molestia el castaño siendo tan despectivo como el contrario.

Podría jurar que ese hombre nuevamente le dijo algo, pero lo ignoró de tal forma que no fue consciente de lo que decía, sólo ruido fonético mezclándose con la música.

El local por fuera era una cosa, pero al traspasar esa enorme puerta se notaba algo mucho más impactante, en el buen sentido. No sabía con qué comparar ese lugar tan fantástico a primera vista, ¿alguna película de fantasía? ¿un circo de los lujosos donde el ilusionismo era tan real? No tenía idea, estaba tan anonadado que una pareja envuelta en risas tuvo que empujarlo un poco para sacarlo de su estupor y que se quitara del medio. Una de las cosas que pudo notar, además de los colores rosa y púrpura fluorescentes contrastando con el negro que cubría casi todo el sitio, era que habían una serie de personas con una vestimenta específica, o mejor dicho, un accesorio muy resaltante, y es que llevaban los ojos vendados luciendo con elegancia con esos trajes azabaches.

¿Cómo sabía que era el personal? Pues porque los que llevaban esas prendas eran las bailarinas, los que tocaban la música en vivo, camareras y los que atendían la barra, etc. Y justo ahora el ojiverde se estaba preguntando cómo hacían todo con los ojos vendados. Hacían tantas cosas a la vez, como juguetear en el aire con comida y bebidas sin derramar ni una pizca de estos. Se acercó específicamente a una barra donde el bartender, con su refinada vestimenta y ojos vendados preparaba algún coctel acompañado del tintineo de las copas y las botellas. Nuevamente, no derramaba nada.

¿De verdad este era el fulano sitio peligroso? ¿Por qué ese lugar tan espléndido no aparecía en un buscador? ¡Seguramente costaba una fortuna que te atendieran aquí! De hecho era raro que no le cobraran por entrar allí.

Lo pensó. Preguntaría nada más, eso no le haría daño a nadie. Había tanto confort en ese sitio que la verdad dudaba que fuese un sitio peligroso.

─ ¿Puedo ver el menú de aquí? ─ Se atrevió a preguntar Eren al encontrar un asiento en la barra.

El bartender quien era de baja estatura y cabello negro se giró a su dirección. Notó que entre las vendas se veía uno de los ojos del hombre, un gris como el mercurio o quizás eran efectos de la luminosidad del local. Quizás era costumbre de los que trabajaban allí, porque Eren sentía que le sería imposible desenvolverse tan bien con la vista tan limitada.

─ ¿Mayor de edad? ─ Sonó la voz del bartender con seriedad.

─ ¿Eh? Sí, claro que soy mayor de edad.

El de ojos vendados se acercó un poco más a él, como esperando a que Eren le entregara algo. Se sintió confundido al principio pero a los segundos reaccionó. Claro, ya le habían dicho que aparentaba menos de su verdadera edad. Sacó su billetera y le entregó su identificación. El bartender la cogió con sus pálidos dedos y se dispuso a examinarlo. Segundos después Eren recuperó su identificación que luego guardó en su billetera.

Repentinamente su lugar de la barra se iluminó de un azul brillante donde enseñaba los nombres de las bebidas y comidas más el precio. Sólo bastaba un toque para que la imagen en plano tomara una forma tridimensional indicándole el tamaño real del coctél. ¿Cómo es que tenían esta tecnología en una ciudad tan deteriorada como esta? No tenía ni ápice de sentido.

─ No tenemos muchas opciones ─ Pronunció el bartender haciéndole despegar la vista de la 'pantalla' en la barra. De alguna forma le resultó familiar la voz, pero era evidente que no se conocían ─. Al menos no para ti.

─ ¿Qué? ¿Por qué? ─ Eren mostró primero incomodidad, luego pasaba a ofensa. La billetera, seguramente ese fisgón había usado su único ojo funcional para husmear en qué tanto dinero traía ─ No me diga que usted…

Estuvo cerca de reclamar hasta que hubo una copa puesta en su lugar de parte del bartender.

─ Es el de bienvenida. Cortesía de la casa.

¿Qué? Eso no…era precisamente normal. ¿Y cuando la preparó?

─ ¿Es broma?

─ ¿Parece una broma? ─ Pese a que llevaba la mitad superior del rostro vendada tanto su voz y expresión era visiblemente seria ─ A cada cliente le damos uno. Seguramente fue un reto llegar hasta acá.

─ Algo así… ─ Contestó Eren con una leve sensación de estar expuesto. ¿Acaso los dueños del lugar eran los responsables de ese enigma?

─ Por eso quien llegue a este sitio merece algún premio. No es precisamente fácil de hallar ─ Contestó el bartender antes de despegarse un poco y atender a otro de los clientes.

Esa revelación engordaba más la lista de rarezas de ese bar. ¿Era una técnica para atraer clientela? Seguro que sí, una rara pero interesante. Plantearse como un rumor, ese ambiente un tanto impactante al caminar en las penumbras sólo acompañado de luces tenues y llegar a lo que sería un oasis en esa ciudad. Quizás eso explicaba porque estaba tan lleno y porque la calle estaba casi desolada.

─ Una cosa más.

Eren apenas iba a probar la bebida y el coctelero había vuelto a estar al frente sin que él se percatara. Le entregó su atención al ojo grisáceo que se mostraba, iluminado entre las luces del local. El hombre más pequeño se acercó un poco más a él y le susurró algo que fue claramente audible entre toda la música:

─ Sería bueno que te pensaras mejor sobre si venir o no aquí de nuevo.

Pensaría que es otra broma, pero había tanta severidad en el comentario que se sintió un poco nervioso. Arrugó las cejas ante su propia reacción. ¿Ahora se iba a acobardar por un comentario trivial? ¿Después de todo lo que había presenciado antes? No tenía lógica, ese sitio lo enredaba en un estupor indescriptible, incluso llevando ya más de diez minutos allí no lograba salir de ese estado de sorpresa. Probó el coctel que el local le había dado como bono de bienvenida, era exquisito, nunca fue amante de las bebidas alcohólicas pero tenía un toque dulce y ácido a la vez que le inspiraba a seguir dando sorbos.

Debía felicitar al bartender que preparó aquella bebida, pero al despegar la vista de los espectáculos en uno de los escenarios para ladearse hacia el coctelero de cabello negro, notó que este había desaparecido. Ahora había una mujer en esa barra y no había ni rastro del otro hombre.

Extraño, resonó esa palabra en su mente con insistencia.

Optó por seguir bebiéndose su copa, luego de vaciarla se iría. No tenía dinero y ya era tarde, seguramente no podría levantarse a tiempo para ir a la universidad. Sorbo, tras sorbo parecía llevarlo al éxtasis, en verdad que no había probado algo así antes, tanto que fue un poco frustrante que se acabara. No iba a pedir más, no quería gastar su dinero y que luego no pudiera volver a su casa. Agradeció a la muchacha que estaba allí con los ojos vendados y ella se despidió de Eren con una leve y extraña sonrisa.

A duras penas caminó hasta la puerta del local, si es que la hubiese hallado directamente. El lugar era gigantesco por dentro, más de lo que se veía afuera, y sólo llegó a una puerta totalmente distinta. Al momento de cerrarla tras de sí la música quedó casi sellada por dicha salida, pues el volumen descendió abruptamente. Era un corredor extenso y en penumbras, estaba iluminada por unas pocas lámparas. Por más extraño que parezca, esa ansiosa sensación golpeó su cuerpo con un poco más de fuerza que antes, y dicho sentimiento estaba acompañado de un mal presentimiento. No lo sabría explicar, es como cuando eres un niño pequeño y entras a hurtadillas a un sitio que tus padres te prohibieron visitar, donde estaba esa corazonada de que algo malo ocurriría si sigues avanzando, y, no obstante, continúas moviendo los pies hasta aquél amenazante lugar.

Juró oír un par de voces, las cuales conforme avanzaba se hacían más claras a su oído. No debería estar allí, ¿verdad? Pero posiblemente tampoco debió venir.

Nuevamente allí estaba. Un jadeo y un leve gemido.

Al llegar al final del corredor sólo le quedó ladearse a una de las esquinas de este. De repente todo lo que leyó de la reseña que Armin le había pasado volvió a su cabeza, aglomerándose con otros pocos detalles que eran pequeños y que no le había puesto atención hasta ahora. Lo escondido que estaba el local, su inexistencia en un buscador o mapas, el obsequio que le daban a cada quien que "encontrara" dicho local. Se sintió tan ridículamente ingenuo en ese pequeño instante, tan jodidamente corto como un parpadeo y una avalancha de ideas llegaron a su mente.

El coctelero de antes lo miraba despegando sus dientes del cuello pálido de la pequeña muchacha rubia a la que se estaba aferrando con sus manos. Se fijó en el ojo expuesto que antes era como el mercurio, ahora era de un carmesí inhumanamente luminoso. El castaño se estremeció al ver lo siguiente y es que de la comisura de los labios del hombre surgía la misma sustancia que el cuello de la muchacha.

¿Cuál era el significado de todo esto? ¿Algo tenía su bebida como alguna clase de alucinógeno? ¿Se desmayó en el trayecto de su búsqueda y su mente le enseñaba alguna clase de pesadilla? Solamente podía concluir que fuese como fuese estaba en peligro. Según lo que acababa de presenciar esos rumores no eran simples rumores, y en ese peculiar salón bar no habían precisamente caníbales, sino vampiros.

…Continuará…

 

Notas finales:

Próximo capítulo: El hombre tras las vendas

.

N/A= Si llegaste hasta aquí quiero darte mi más sincero agradecimiento ;w;/ Me disculpo de antemano porque este “Steampunk” es un poco distinto, digamos que es algo como una mezcla entre lo futurista y la ambientación steampunk :’D Muy raro, lo sé.

Consideré la posibilidad de mezclar vampiros, No Name y esto salió. También pensé, “¿Y si le pongo omegaverse?” pero esa idea sí la rechacé porque creo que necesito informarme un poco más de ese tema xD En verdad hay otro fic en el que quiero poner omegaverse, pero será para un futuro un poco más lejano (?)

En fin, gracias por leer y ojalá hayan disfrutado de la lectura.

Canciones que me ayudaron a escribir esto:

Broken Bones –Chvrches / Control – Halsey / My good night in ashes – Shadow6nothing9


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).