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Sobreviviente por Nielie

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Notas del fanfic:

Otra vez yo arruinando sinopsis :v

Tiene algunas referencias a TWD(♥),mas que nada lo de "caminantes".

Había pasado la última media hora, o lo que creía fue una media hora, mirando los pocos cuadros familiares que pudo rescatar de aquel día. Más bien, fue su madre quién se había empecinado en guardar los cuadros y álbumes familiares. Él le había dicho que los dejara, que tan solo llevara lo que es necesario, pero la mujer no dejo de buscar y juntarlos en la cama. El sonido del claxon del auto de su padre los llamó, y en el apuro la mujer pudo guardar algunos pocos en un viejo bolso de su hijo. «No los pierdas.» Le había dicho «Es nuestro tesoro.»

 

Ahora estaba ahí, en la tienda de quién sabe quién, escondiéndose como una rata. Y lo más gracioso de aquella comparación, era que aquellas cosas también se comían a las ratas. Fue asqueroso de ver la primera vez. La pobre rata chillando mientras era devorada. Ciertamente esa vez les tuvo demasiada pena a aquellas criaturas que antes había llegado a odiar por su fama.

 

Guardo nuevamente los cuadros, deteniéndose en uno. Todos estaban juntos en aquella foto, fue en Chuseok, su familia se había reunido por arte de magia. No hubo improvistos, no hubo viajes que hacían que su padre no estuviera, no hubo peleas entre su madre y su tío, no hubo fiestas en alguna discoteca a la que sus primos debieran ir. Todos estaban reunidos, y extrañamente fue un buen día. Su prima se veía sonriente al lado de él en la foto familiar, extrañaría las quejas de esa chica.

 

Sacó la foto de aquel cuadro ya sucio, y la guardó en el bolsillo interior de su chaqueta, la tuvo que doblar, pero no importaba. Su acompañante le había dicho que debía de disminuir la carga, no podían movilizarse de aquí para haya con un bolso que llevaba meramente cuadros en vez de comida.

 

No se dio el lujo de reclamar, no podía, aquel chico lo había salvado ya en dos ocasiones. Se lo había encontrado cuando corría por las calles ya solo. Tres de aquellos monstruos lo estaba siguiendo y no sabía a donde ir. Estuvo a punto de caer de rodillas y esperar lo inevitable. Que más daba ya la vida si no tenía a su familia, si todo lo que una vez hubo se perdió. El mundo era una mierda y no quería vivir en un lugar así.

 

Pero de curiosa manera se había cruzado con aquel chico, lo encontró en un callejón entrando unas cajas al almacén de un negocio o algo así. Se sorprendió mucho de encontrar a alguien vivo. Y lo primero que hizo fue correr y gritar, pidiéndole que lo ayudara. El chico se había adentrado en aquel almacén y había cerrado la puerta apenas escuchó los gritos. Baekhyun no se lo podía creer, la única persona que había encontrado en aquel infierno y le daba la espalda.

 

Pero luego de rogar; golpeando la puerta y gritando para que lo ayudara un poco, el chico se apiado y le abrió la puerta, a unos pocos segundos de que aquellas cosas le dieran alcance. No sabía si en realidad era piedad o simplemente le había abierto para que así no vinieran más de esas cosas.

 

No sabía cómo había podido sobrevivir. Tipos como Baekhyun no sobrevivían ante el apocalipsis, tipos como él ya estarían muertos, ya sea por aquellos monstruos, o por suicidio. Y lo había pensado, fue lo primero en pensar cuando vio cómo se comían a su prima, y a sus tíos; su familia. Estuvo vomitando intercaladamente durante unos veinte minutos por ver aquello. Si no fuera por sus padres, no hubiera sobrevivido. Ellos lo mantuvieron vivo durante todo el tiempo que pudieron.

 

—Debemos irnos.

 

La voz de su acompañante lo saco de su estupor. —Ya casi no tenemos provisiones, hay que buscar más en otro lugar.

 

—¿Debemos salir? ¿Otra vez? —estaba temeroso, no quería volver a salir, por él, estaría encerrado en aquel lugar para siempre, sobreviviendo con lo poco que quedaba. Lo último que haría sería salir afuera.

 

Afuera estaban esas cosas, esperando… esperando por él.

 

El chico se sentó a su lado, suspirando por esta conversación, que ahora iba por su cuarta ronda.

 

—Baek. Sabes que tenemos que salir en algún momento, ya hemos estado durante meses aquí, lo que teníamos se ha acabado. Nos queda tan solo un poco más de agua. —el chico se tomó la cabeza— Y creo que la puerta ya no es tan segura, está cediendo, en cualquier momento… Es una bomba de tiempo.

 

—No puedo, aún no. —Baekhyun sentía el pavor correr por su cuerpo, su piel sintiéndose de gallina—Podemos reforzar la puerta, tan solo debemos hacer eso. Este es el lugar más seguro, no debemos dejarlo. —trataba de persuadir, ya lo había hecho hace unos días, podía seguir haciéndolo.

 

—Sabes que ningún lugar es seguro, ninguno lo es por demasiado tiempo. —se paró de aquel lugar, y comenzó a dar vueltas tratando de pensar— No quiero dejarte solo, lo sabes. Pero…

 

—No, no, no, no me dejes, sabes que no puedo sobrevivir solo, por favor. —Pidió ahora con un pavor aún mayor. Quería quedarse en ese lugar, pero si era solo, no lo soportaría mucho, terminaría acabando con su vida antes de que aquellos monstruos lo hicieran.

 

—Saldré a buscar provisiones, tendrás que esperarme aquí. No hay otra solución. —decía el chico, mientras tomaba unas cosas de una esquina, y un bolso mediano de lona— Volveré en máximo un día, si no vuelvo… espero puedas seguir, Baek.

 

—¿Por qué? Hemos estado bien los dos juntos aquí, no tenemos que salir afuera, aún hay muchos cerca, no podrás, tú no… No quiero quedarme solo de nuevo. —la voz se le quebró, sabía que seguramente se veía demasiado patético en esas condiciones, pero no podía evitarlo, aquel chico se había convertido en su soporte, así como lo fueron sus padres.

 

Acluquillandose enfrente de Baekhyun, posó una de sus manos en el hombro del tembloroso chico— Quiero sobrevivir en este infierno, no quiero morir de hambre aquí. —apretó suavemente su agarre en  el hombro del más bajo— Yo… se los prometí, como tú hiciste, les prometí que sobreviviría, que viviría por ellos, y eso haré. No quiero dejarte solo, pero tengo que salir afuera.

 

Mirando a sus ojos, Baekhyun no podía decir mucho, no podía decir: Yo pase por un infierno, no entenderías lo que es estar solo. Porque el chico frente a él lo entendía, y había pasado por cosas peores. Tuvo pesadillas cuando supo su historia, y se arrepintió de haber preguntado.

 

—¿Seguro que volverás?

 

—He salido anteriormente, antes de que llegaras, me mantuve por mí mismo, puedo con esto, y volveré. Trataré de buscar un lugar nuevo. —terminando de hablar; le sonrió.

 

 

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—No lo necesitamos, tenemos suficiente para varios meses.

 

—¿Qué, cuando esos meses acaben? La situación puede ponerse aún peor con el pasar de los días ahí afuera. —una pistola en la cintura, y un cuchillo con su funda al otro lado de ella.

 

Inentendibles murmullos saliendo de la persona contraria antes de que volviera a hablar. —Está bien, pero iré contigo. Puede que encuentre algo que le sirva a mi hermano.

 

—Hubiera tomado ese curso de enfermería cuando me lo dijo mi madre. Ya hubiera pagado mi deuda con los hermanitos Kim. —el contrario chico rió ante la mención de aquello— Quién diría que el mundo se iría a la mierda tan rápido, pensé que podría al menos terminar de viajar, me quedaban tres países de la lista. Quién lo diría. —dijo, rememorando los viejos tiempos, terminando de preparar lo necesario para salir.

 

El otro chico, riendo un poco se encamino a la salida. —No te hubiera conocido si no estuvieras de viaje por todos esos lugares.

 

—Tienes razón.

 

Un auto negro se movilizaba de entre otros, pasando por un corto sendero. El avance se detuvo ante un grueso portón de manera. El alto conductor dio el aviso al vigía de la puerta, quién hizo abrirse aquel protector de madera.

 

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El agua pasaba con dificultad por su garganta, le quedaban tres bidones más, y creía poder soportar hasta el regreso de su amigo. Pero el vaso se le cayó de nuevo, botando el poco contenido. Sus manos temblorosas ya no podían sostenerlo, y esta vez no se movió para poder recogerlo.

 

No sabía si ya perder la esperanza o esperar unos días más. Habían pasado cinco días y no había señales de que él volviera. El pensamiento inevitable de que había muerto pasaba una y otra vez por su cabeza, pero no quería aceptarlo, aún no. Porque podía escuchar los quejidos de esas cosas afuera, podía escuchar como empujaban queriendo entrar, queriéndolo a él.

 

Con pistola en mano, aquella que su padre le había dado para defenderse, pero que nunca había usado. Se sentó en aquel lugar que usaba para dormir, aquel donde esperaba y esperaba. La foto que había guardado en su bolsillo, estaba ahora encima del arma.

Ya no seguiría esperando por algo que no llegaría, él se moriría junto al mundo. Lo poco que le quedaba ya no estaba y no viviría en un mundo así.

 

Junto a los ruidos de aquellas cosas queriendo entrar, su mano temblorosa guío el cañón al lado de su cabeza. No era lo mejor el morir con la imagen mental de aquellas cosas comiendo y devorando, caminando, pudriéndose.

 

La pistola temblaba demasiado en su mano, aun no colocaba el dedo en su lugar y ya estaba llorando, tenía miedo de disparar. Y fue en ese entonces donde ya nada valía, que podía aceptarlo; era un cobarde hasta para matarse a él mismo. Siempre lo fue, y aun no entendía porque alguien como él seguía vivo, porque precisamente él, quizás habían más personas ahí afuera queriendo aferrarse a la vida, y habían muerto en el intento. Entonces, ¿Por qué él, quién se había sostenido de los demás, seguía vivo? Era de cierta manera injusto, pero quizás fuera suerte, y esa suerte ahora ya se le había acabado.

 

Esperaba en el fondo que Yixing se hubiera ido para encontrar un lugar mejor, que lo hayó y que ahora mismo estaba bien, quizás encontró a personas como él; decididas, fuertes, con las ganas de vivir, de seguir adelante, capaces de matar… bueno, esas cosas estaban muertas ¿Volver a matarlas? De hacerle frente a aquellas cosas.

 

Los sonidos de los muertos pararon, y eso provoco que bajara el arma, dirigiendo su mirada a la puerta. Las siluetas de los pies que se veían por la rendija de abajo habían desaparecido, pero pronto otras aparecieron, forzando la puerta, y estaban logrando abrirla. La puerta cediendo un poco más con cada empuje. Escuchó voces, y entonces supo que ahora su problema no eran los muertos.

 

«No le habrás a nadie, vivo o muerto.»

 

Eso le había dicho su amigo antes de irse. Había escuchado por su boca de vivos que tan solo buscaban provisiones y mataban a todos los que se encontraban, ya sean vivos o muertos.

 

Tuvo miedo de que le hicieran daño, y a la vez se sintió algo aliviado de que quizás alguien más haría el trabajo sucio por él. Aun así, su cuerpo reacciono a esconderse.

 

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—Sabes que puedes usar la pistola con silenciador.

 

—Es un malgasto de municiones, Chanyeol.

 

El alto rió ante la egocéntrica sonrisa de su amigo. —Pero ahora eres un desastre, tienes sangre por toda tu pierna izquierda y demás, no te acercaras a mí hasta que estés limpio. —bromeó, avanzando al lugar que ahora estaba despegado y con cadáveres en descomposición esparcidos por el suelo.

 

Sacudiéndose un poco la ropa, bufó. —Claro, dejas que haga el trabajo sucio y tú solo abres puertas. —dijo mientras el alto pateaba con fuerza aquella entrada. —Más vale hayan medicinas ahí dentro, estoy cansado de revisar en vano las tiendas. Pareciera que ya han vaciado todo en las cercanías, deberíamos volver luego de esta.

 

—Está bien señorito precaución, solo esta y nos iremos, de todos modos, ya está anocheciendo. —dijo mirando de soslayo el sol, faltaban una hora para la puesta de sol según su posición. Unos empujones más y la puerta cedió. —Quédate vigilando desde el marco, entrare a echar un vistazo.

 

El moreno se acercó al lugar, empujando con el pie a uno de los muertos que estorbaban el paso. —Treinta segundos. —informó, ubicándose de espaldas a recinto, vigilando los alrededores. El alto bufo ante la preocupación del chico.

 

Con una pequeña linterna, golpeó uno de los estantes que eran de madera,  esperando un poco por si escuchaba algún ruido, al no hacerlo; continuo, mirando en todas direcciones. Casi todo estaba saqueado, no había nada, ni siquiera algunas latas o bolsas tiradas en el suelo, nada.

Camino más al fondo, siempre con cuidado en sus pasos. Aun recordaba como un caminante lo había sorprendido cuando tenía la guardia baja, por suerte pudo salir ileso de esa.

 

Cuando diviso una zona de farmacia en el lugar, sonrió al notar que esta zona si mantenía gran parte de sus productos. Estuvo a punto de llamar a Jongin, pero el ruido de algo cayéndose llamo su atención.

 

—¿Es un caminante? —preguntó Jongin ya cerca de él. Había contado los segundos más rápido de lo normal y se adentró en busca de su amigo.

 

—No lo sé, puede ser, pero quédate alerta, iré a revisar. —con pasos sigilosos siguió el rumbo por el cual creyó se formó el sonido.

 

Por suerte aún no se había encontrado con personas hostiles, tan solo escuchó de algo parecido por Jongin. Una vez que este decidió ir solo a buscar suministros. Regresó con un tobillo esguinzado y roces de balas en los brazos. Jongin aseguro que los había perdido, y pasado un mes, pudieron dormir bien.

 

Aquellos hombres lo habían saludado amables, contó el moreno. Pero cuando comenzaron a hacer demasiadas preguntas, el chico dudo, y aprovechando que un pequeño grupo de caminantes atacó el pequeño campamento, corrió del lugar, siendo perseguido por vivos y muertos.

 

Desde ese entonces, Chanyeol no dejo salir solo a nadie más del refugio, no correría el riesgo de que alguno de los suyos muriera ahí afuera. A pesar de ser pocos, se mantenían vivos y planeaban seguir haciéndolo.

 

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Tan solo había atinado a encogerse en sí mismo cuando descuidadamente había chocado con el vaso que previamente se le había caído, haciendo que cayera por un escalón, y provocando un gran estruendo en aquel profundo silencio. ¿Qué sería de él cuando lo encontraran? ¿Lo matarían? ¿Lo verían y lo abandonarían? ¿Qué era lo mejor?

 

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Al doblar en una esquina, el pequeño y endeble cuerpo de alguien más se hizo presente en su vista. En un oscuro rincón, muy bien escondido. Rápidamente miro a los alrededores, tratando de buscar a alguien más, quizás habían caído en algún tipo de trampa y eso no era nada bueno. Jongin apareció rápidamente detrás de él, con la punta del cañón de su pistola en dirección hacia el cuerpo que había encontrado y que parecía estar vivo. Unas cuantas señales con la mano, le indicaron a Jongin que bajara su arma y que esperara un poco. El ceño fruncido del moreno no se hizo esperar.

 

—Hey. —llamó quedo, sin hacer más ruido de lo necesario. El cuerpo dio un salto en su lugar cuando lo escuchó, y comenzó a levantar el rostro lentamente.

 

El rostro del chico estaba lleno de algo que había visto ya muchas veces desde que todo había empezado; miedo. Sus ojos llorosos, su mandíbula algo temblorosa— ¿Estás solo aquí? —preguntó, su mirada viajando del chico hacia el alrededor, buscando cualquier movimiento extra.

 

Un suspiro pesado se escuchó cuando paso un tiempo y el chico no había respondido, Jongin se adelantó a Chanyeol, apuntando deliberadamente al otro chico— Responde rápido chico, no tenemos tu tiempo, si esto es una jodida trampa, te llevare al infierno conmigo. —escupió amenazante, y Chanyeol se apresuró a sujetar al moreno por el brazo, desviando su arma.

 

—No lo asustes más. —retó con la mirada al moreno, quien tranquilamente bajo el arma y se dedicó a mirar a los alrededores— ¿Podrías responderme? —pidió amable, sabía que sería peor si lo afrontaban de manera brusca, y si alguien más los estaba viendo, podrían suponer el posible hecho de que eran malas personas.

 

Baekhyun dudo antes de responder con un lento movimiento de cabeza, mientras se secaba las lágrimas. El alto chico le recordó a Yixing, aunque con un comienzo más cálido del que el otro le había dado. —¿Q-quiénes son? —preguntó bajo, mirando a ambos chicos, el moreno lo miraba de mala manera, como si quiera golpearlo en cualquier momento si tan solo hacia un solo movimiento, mientras el alto era todo lo contrario.

 

—Lo mismo que tú, sobrevivientes.

 

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Faltaban unas pocas horas para que tomara su vuelo. Su nuevo objetivo era Europa, tenía tres meses más para terminar con el Tour que estaba haciendo por el mundo. En tres meses más terminaría todo y tendría que cumplir con su parte del trato con su padre. Se sintió demasiado bien cuando el Sargento Park acepto su propuesta; Viajar por todo el mundo —o al menos los países que tenía planeado visitar— en año y medio, y luego dedicaría su vida al ejército y obtener un rango superior al de su padre.

 

Era un trato justo para Chanyeol, después de todo, desde pequeño había sido motivado a seguir los pasos de su padre, y no le desagradaba del todo. Aun así, le hubiera gustado un trabajo que lo mantuviera viajando por diferentes lugares del mundo, ese sería su paraíso.

 

Su vuelo se canceló, y la señorita que lo atendía no le daba una respuesta que le gustara, porque todos hablaban en susurros y los clientes no entendían nada. En vez de quedarse gritando y peleando con las secretarias y más, decidió volver a su hogar.

 

Las calles estaban congestionadas, muchas personas parecían muy apuradas en salir de la ciudad, y el no entendía nada.

 

Fue por la radio que se enteró de lo que estaba pasando, y se rió tanto de aquello que le dolió el estómago.

 

«Ha llegado el apocalipsis.»

 

Se le hizo extraño que su padre no lo hubiera llamado para si quiera informarle de algo como ello. Incluso su madre no había dado señas. Así que se apresuró a llamar a sus padres, pero ninguno respondía. La siguiente fue su hermana, y esta si contesto, diciéndole que estaba rumbo a casa de su padre a las afueras de la ciudad. Desvió su camino y decidió seguir a su hermana. Esperando que todo estuviera bien. Aunque los helicópteros que comenzaron a aparecer no le dieron buena espina.

 

Muchas cosas pasaron camino a su hogar; perdió su auto; vio por primera vez a aquellas cosas muertas caminantes; utilizo por primera vez el arma que le hacía cargar su padre en el auto, y sintió verdadero miedo, de ese que no había sentido desde que su madre le había dicho que quería morir.

 

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—¿Estás solo? —preguntó el alto, tratando de que la persona frente a él dejara de estar a la defensiva, aunque eso era pedir demasiado.

 

—Yo…

 

El sonido de los quejidos de aquellas cosas acercándose llamó la atención de los tres chicos.

 

—Han de haber escuchado. —dijo el moreno, mientras avanzaba a la entrada.

 

—¿No hay nadie más aquí, verdad? —volvió a preguntar Chanyeol.

 

Baekhyun negó lentamente, y luego se sintió como la puerta de metal era cerrada. El moreno chico que antes se había ido; volvió, junto a aquella mirada que lo intimidaba, diciéndole que si hacia cualquier cosa sospechosa le atravesaría con una bala por la cabeza.

 

El hombre alto que había estado hablándole se retiró y comenzó a hablar bajo junto al otro chico, quién mantenía ese ceño fruncido hacia él.

No podía decir que aquellos dos hombres eran buenas personas, pero el alto lo había estado tratando bien. Su voz, aunque bien grave, lo había tranquilizado de cierto modo.

Tan solo le quedaba esperar.

 

 

Jongin no paraba de decirle que se fueran, que dejaran al chico ahí y volvieran a casa, que el sol pronto se escondería. Pero Chanyeol trataba de persuadirlo en que lo llevaran, quizás fuera una idea demasiado apresurada, pero el chico no le transmitía nada malo, tan solo era alguien asustado.

Pero el moreno no daba su brazo a torcer, diciendo que ya eran suficientes en el refugio, que una boca más que alimentar los limitaría y que pudiera ser parte de algún otro grupo que quisiera emboscarlos, no podían confiar en cualquier que tuviera una cara bonita.

 

Chanyeol tan solo tuvo que aceptar los hechos, ya que, Jongin no dejaría de objetar. Esperaba que aquel chico pudiera cuidarse solo.

 

Se dirigieron a la sección de medicamentos, el moreno buscaba por todos lados, tratando de leer rápidamente detrás de los medicamentos. Habían dejado de prestarle demasiada atención al chico asustado, aunque siempre estaban atentos a sus movimientos.

 

—¿Nada? —preguntó el alto, quién también buscaba como loco por todos lados, no entendía mucho de medicamentos y no tenían mucho tiempo.

 

—¡Maldición! —dijo entre dientes el moreno, empujando suavemente la columna en la que estaba buscando— Pero quién le manda a enfermarse en medio de un puto apocalipsis, jodido Junmyeon. Puta fiebre. —tiro al suelo unas cuantas cajas, frustrado— ¿Y si llevamos de todo y las leemos mejor en casa?

 

—Sería una de las pocas opciones. Pero no sabemos nada de esto, si lo medicamos mal, puede que empeore, y si la fiebre sube demasiado, él…

 

Hace un día que el hermano mayor de Jongin: Junmyeon, había caído presa de una fiebre, y con el pasar de las horas se hacía más alta, cuando salieron el chico tenía ya cerca de los cuarenta grados. No sabían porque se había enfermado, no había sido rasguñado o mordido por los caminantes, pero ante el nulo saber de ellos o de los que estaban en casa sobre medicina, no pudieron hacer mucho. Tan solo esperarían a ver si mejoraba con reposo.

 

—Lo sé, mierda, lo sé. —Jongin seguía viendo las cajas, una tras otra, y se estaba frustrando demasiado.

 

Un pequeño: disculpen. Por parte de aquel que había estado callado todo el tiempo les llamo la atención.

 

—¿Sucede algo? —preguntó el alto, acercándose al chico con una sonrisa amistosa.

 

El bajo chico se había levantado de su lugar, sus piernas le temblaban un poco y estaba nervioso por la aun mirada dura del moreno, pero se sintió aliviado al notar que lo ignoro y volvió a su búsqueda entre los medicamentos.

 

Volvió su mirada al alto, quién ya estaba cerca de él. Sacó lentamente el arma que había guardado detrás de él, y se la extendió de manera lenta, quién se había tensado al ver el arma y retrocedió lentamente un paso. El sonido de otra arma se escuchó y Baekhyun siguió el rumbo, encontrándose con el cañón de otra apuntando directo hacia él. El moreno chico lo tenía en la mira desde donde se encontraba.

 

—Suelta eso si quieres seguir viviendo. —soltó amenazadoramente.

 

—Tranquilo Jongin, él no quiere hacerme daño ¿Verdad? —trato de tranquilizar al moreno.

 

Baekhyun negó y lentamente dejo el arma en el suelo. Había escuchado la pequeña conversación de los dos chicos, y entendió de inmediato la situación.

 

—Yo… p-puedo… ayudarlos.

 

El moreno bufo, y el alto sonrió.

 

—Necesitan antipiréticos, creo que aún quedan en la tercera columna.

 

—¿Sabes cómo bajar la fiebre alta? —preguntó el alto chico, sonriendo aún más ante las palabras que habían salido del bajito. Su voz, era algo que captó mucho su atención.

 

—Estaba estudiando enfermería cuando todo esto empezó. —dijo, y se aplaudió internamente por no haber tartamudeado hasta ahora.

 

Chanyeol volteó a ver al moreno, quién no entendía nada de que eran antipiréticos, pero aun así negó con la cabeza. El alto le respondió con una mirada de reprobación y cansancio por estar siendo tan obstinado.

 

—¿Nos puedes ayudar un poco entonces? —volvió su vista al pequeño y se agachó para recoger el arma y guardarla detrás de él— No te haremos daño.

 

Baekhyun asintió y se encamino por si solo al tercer estante de la tienda, donde encontró rápidamente lo que buscaba. —Deben darle esto, pero ¿Su fiebre es muy alta? Deben de atenderlo de otras maneras también. —dijo, como si estuviera en su práctica. Le gustaba lo que estaba estudiando y era de los mejores en su clase.

 

—Tiene cerca de cuarenta, quizás un poco más ahora. —respondió el alto, teniendo ahora al moreno al lado suyo.

 

—Eso es malo, deben de-

 

—Ven a verlo. —interrumpio rápidamente el alto, y el chico al lado suyo lo miro mal y empujo un poco su hombro, reclamándole con la mirada por sus palabras. —Tenemos un lugar seguro, al menos, mejor que este, y sé que no eres una mala persona —el contacto entre ambos pares de ojos casi brillo en aquel momento— ¿Vendrías con nosotros para ayudar a mi amigo?

 

Baekhyun se sorprendió ante la propuesta, esperaba todo de aquellos hombres, menos lo que salió de la boca de aquel alto chico. Se piñizco disimuladamente el brazo, tratando de saber si aquello no era un sueño. ¿Esa era algún tipo de oportunidad? ¿Algún tipo de mensaje para él?

 

—Mi nombre es Park Chanyeol, el chico con mala mirada es Kim Jongin. ¿Vendrás? —se presentó el alto, y el moreno tan solo suspiro pesado, no podía discutir esta vez con su amigo, y en el fondo, también esperaba que aquel chico pudiera ayudar a su hermano.

 

—Está bien.

 

 

 

La puesta de sol estaba en su apogeo, y un auto negro cruzaba las vacías calles de aquella pequeña ciudad, saliendo de ella. En el asiento trasero iba un bajo y castaño chico, aferrado a su bolso con sus cuadros y varios medicamentos que creyó se podrían necesitar. No estaba seguro de que le depararía en aquel lugar al que lo llevarían, si de verdad aquellos dos hombres eran buenas personas. Pero no tenía nada que perder, además, el apretón de manos que se dio con aquel alto chico, le dio una cálida sensación, de aquella que no había sentido hacía ya bastante tiempo.

 

Mirando por la ventana, trataba de pensar en lo que vendría. ¿Todo sería mejor una vez estuviera en aquel lugar seguro que le había mencionado Chanyeol?

 

Sus ojos se arrastraron hacia atrás cuando noto a un caminante arrastrarse en la dirección que iban, casi creyó que aquella cosa giraría su cabeza para verlo, pero no sucedió. Uno que otro cuerpo, o partes de lo que fue una persona, estaban regadas por algunos lugares.

Guio su mirada hacia el frente, hacia donde estaban aquellos dos hombres que lo llevaban lejos de su antiguo refugio.

 

El sol daba en el perfil que podía ver del alto conductor. Podía también ver el perfil de sus anchos hombros, y por completo su fuerte brazo. La camisa remangada le hizo posible ver la piel del hombre. Y entre cicatrices aun sanando y un vendaje en su antebrazo, pudo responderse aquella anterior pregunta.

 

 

 

Un gran portón de gruesa madera se abría. De pronto el sonido de las ruedas en el asfalto se hacían más claras, el crujir de la madera se escuchaba fuerte y claro, y las voces de quienes estaban frente a él sonaban lentas y distorsionadas. Sus ojos se maravillaron con el interior del lugar, que podía ver más y más con cada lento movimiento. Personas que lo miraban algo extrañados, con arma en mano, pero que luego desviaban la mirada a donde sea que estaban viendo antes.

Pararon frente a una gran casa, aquella que podría estar mirando durante unos buenos minutos para describirla por completo. Los sonidos se hicieron más claros cuando el motor del auto se apagó. El conductor volvió su rostro hacia su lugar, mientras el otro chico salía rápidamente, caminando en un suave trote hasta entrar a la gran casa.

Sus ojos viajaron a los otros, que junto a una sonrisa volvían a darle aquella tranquilizadora sensación.

 

—Hemos llegado, Baekhyun.

Notas finales:

Y todos son felices como perdicez(? 

 


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