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You're Mine [JaeDo/DoJae] [NCT] por Kuromitsu

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Notas del fanfic:

Debido a que son capítulos cortos, algunos de ellos serán subidos de a dos, para así cumplir con el mínimo de palabras que amoryaoi pide (lo que causará un poco de retraso en la subida de los capítulos). Por eso si tienen cuenta en wattpad prefieran leerlo por ahí, porque allí se subirán uno por uno y sin demora

Gracias por leer <3

Bunny

Apenas eran unos niños cuando se conocieron. Un día lluvioso en el jardín infantil cuando, sin querer, un en ese entonces diminuto YoonOh había terminado por caerse en el barro, ensuciando toda la ropa nueva que su madre le había comprado el día anterior. Nadie le vio estampar su pequeña carita contra la tierra mojada excepto otro niño de ojos grandes y mirada asustada, quien sin dudar se apresuró hacia él.

“Se ha hecho daño, se ha hecho mucho daño” fue lo único que pudo pensar mientras corría con toda la rapidez que sus cortas piernecitas le permitían, no importándole las gotas de lluvias que mojaban su cabello.

—¡Oye! ¿Estás bien? —preguntó en un grito agudo a la par que intentaba levantarlo con sus débiles brazos.

Se preparó mentalmente para consolar al pequeño. De seguro había dolido muchísimo el golpe y probablemente estaba todo magullado. Con dificultad logró despegar su rostro del barro y le miró fijamente.

Entonces, el niño de ojos llorosos y con la cara cubierta de tierra mojada cambió la expresión en menos de un segundo, y acto seguido se echó a reír.

—¿Qué es tan gracioso? —cuestionó, confundido de pies a cabeza.

—Pareces… pareces un conejo —respondió entre risas, mientras se limpiaba con las mangas de su chaquetita blanca. Sus mejillas quedaron al descubierto y con ellas, dos hoyuelos formados gracias a su blanca sonrisa.

No hizo más que parpadear, más sorprendido de lo que jamás había estado. A DongYoung nadie le había dicho antes que parecía un conejo y se encontró con la necesidad de preguntarle a su madre si acaso era cierto o no. Tampoco había visto antes a un niño que después de caerse se pusiera a reír en vez de llorar, definitivamente era muy valiente para hacer algo como eso.  Pero lo que más le sorprendió fue esa sonrisa brillante y esos dos hoyuelos que iluminaron repentinamente el gris día de invierno como si de dos soles se tratasen.

En ese instante olvidó por completo cuándo había sido la última vez en ver algo tan lindo y cálido.

Day&Night

Pronto descubrieron que eran como el día y la noche.

Para YoonOh el baile y el básquetbol eran sus mayores pasiones. Le gustaba copiar todas las coreografías de los nuevos artistas que salían en la televisión, bailes que no le mostraba a nadie (ni siquiera al mayor a pesar de sus insistencias). Además, solía jugar básquetbol en la cancha del colegio sin que nadie le ayudase, porque no era muy bueno en ello y el resto de los niños no quería perder el tiempo con un jugador así. Sin embargo, la sonrisa permanecía eterna en su rostro a pesar de los múltiples lanzamientos infructuosos y las caídas, como si realmente nada pudiese derribarlo.

A DongYoung en tanto, le encantaba intentar entender lo que decían los voluminosos libros de la biblioteca escolar. Terminaron por convencer a sus madres para que les pusieran también en el mismo colegio, y lo único que YoonOh veía desde entonces era a su mejor amigo concentradísimo en la lectura, hundiendo su naricita en libros tan grandes que bien podían transformarse en armas de destrucción masiva si llegaban a ser lanzados. Afortunadamente para el más pequeño, nunca lo intentaron.

A YoonOh le gustaba el chocolate de leche. A DongYoung, el chocolate blanco. Las cosas del menor eran casi todas del color de las nubes, las del mayor en tanto, eran del color del cielo despejado. DongYoung se encontraba a menudo leyendo libros y estudiando en una de las banquitas del lugar mientras el sonido de la pelota rebotando contra pavimento le servía de música de fondo: YoonOh era el encargado de esos sonidos, jugando al básquetbol cada vez que podía.

Pero a pesar de sus diferencias, el término “inseparables” se quedaba corto.

Lo descubrieron un poco tardíamente, cuando visitaron por primera vez un karaoke y, si bien se encontraron temblorosos al principio, terminaron por unir sus voces con toda la fuerza de sus gargantas, sin importarles las desafinaciones de sus voces inmaduras ni absolutamente nada.

Aquella era una de las tantas cosas que los unían de forma indeleble: la música. El canto.

———

Muchos años después, cuando YoonOh sufrió la primera de muchas sesiones de insomnio debido al estrés, esa voz de terciopelo se transformó en su única medicina. El único método que le permitía dormir finalmente y con tranquilidad, después de horas de lucha inútil contra su vigilia.

“Hyung, cántame hasta que pueda dormir, por favor”

Y en cada oportunidad el mayor sonreía siempre de la misma forma, antes de asentir y decir las palabras que al menor tanto le gustaban.

“Será un placer, YoonOh-ah”

Entonces cerraba los ojos, mientras sentía sus rizos siendo acariciados por las suaves manos de DongYoung y escuchaba atentamente su dulce voz hasta caer finalmente, dormido.

———

Pero en aquel entonces no lo sabían. Simplemente eran dos niños jugando a ser cantantes por una tarde.

Y justo así, era más que perfecto.

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado, de ser así un comentario sería de mucha ayuda <3

¡Nos vemos!


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