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Reborn... ¿Haz estado subiendo de peso? por Discord Di Vongola Arcobaleno

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Notas del fanfic:

Katekyo Henta-¡Es decir! Hitman Reborn le pertenece a Akira Amano al igual que todos los personajes.

-Reborn… ¿Haz estado subiendo de peso?

Irónicamente ese día había comenzado como otro día casual.

Un hombre rubio se había levantado esa mañana de su departamento en Sicilia, Italia para encaminarse a la organización que dirigía, la CEDEF.

Este hombre, de nombre Iemitsu Sawada iba con un tono serio e imponente de camino a su trabajo. Una vez llegada a la organización pasó por los pasillos, saludó al personal para que una vez que se adentró a su oficina y se sentó en su gran silla de ruedas frente a su inmenso escritorio de caoba comenzara a sonreír como el verdadero idiota que es ante la hermosa imagen de su esposa e hijo que tenía en una foto sobre la madera.

Empezó a trabajar con el papeleo pendiente cuando después de tocar educadamente la puerta una mujer de cabello rubio claro y lentes la abrió.

-Señor. – habló. – El señor Reborn ya ha llegado.

-Déjalo pasar, Orégano. – ordenó Iemitsu.

Las puertas se abrieron de par en par para dejar a la vista la figura de un hombre alto de pulcro caminar con un sombrero de fieltro negro con banda amarilla al igual que un traje negro con camisa blanca pero corbata negra. También no hay que olvidar al pequeño camaleón que posaba tranquilamente sobre su sombrero.

Caminando como el mismo Rey de Roma aunque con sus patillas rizadas revotando al compás de sus pasos, el pelinegro se adentró a la habitación para sentarse sofisticadamente en uno de los sillones.

-Buenas tardes, Reborn. – saludó cordialmente el sonriente hombre.

-¿Qué ocurre? – preguntó de una vez el pelinegro.

Directo, como siempre.

Quería irse de una buena vez de ahí.

-Hay un informe de una de las mafias que planean atacar Vongola. – contestó sin contratiempos, dejando una carpeta sobre su escritorio. – Al parecer son bastante cautelosos por lo que quisiéramos que fueras a asesinar al líder y, si es posible, desaparecer al personal.

-Mmm… – soltó, tomando la carpeta frente a él. – ¿Cuánto ganaría?

-Entre 100 000 dólares o tal vez incluso más. – explicó tranquilamente el hombre. – Después podrás volver a entrenar a mi adorable hijo.

-De acuerdo. – dijo checando las hojas. – No parecen ser demasiado inteligentes ante esta información que me estas dan-

-Reborn… ¿Haz estado subiendo de peso?

Preguntó cínicamente el rubio de apellido Sawada.

La habitación quedó en un completo silencio.

Pero Iemitsu estaba con esa pregunta rondando y molestando por su cabeza desde que entró el asesino por la puerta.

Había algo diferente en Reborn. Se decía. Pero no sabía qué.

¿Nuevo peinado? Nop, siempre tenía ese cabello estilo puercoespín.

¿Nuevo traje? Ni idea, pero estaba seguro que era otra de las copias que seguramente tenía.

¿Nuevo León? No. ¿Dónde encontrarías un remplazo para el maravilloso León?

Entonces se fijó en su abdomen.

-¿Qué? – preguntó Reborn.

Obviamente, Reborn, con su madurez y experiencia no se iba a dejar llevar por las múltiples estupideces que salieran por la boca del rubio. No, claro que no. Él es un hombre mayor desbordante de sabiduría, no una adolescente con problemas de autoestima. Reborn tenía todo bajo control.

-Reborn. ¿Podrías dejar de apuntarme con León mientras charlamos?

Puro y total autocontrol.

-Bueno, no importa. – dijo, dejándose apuntar por el sicario. – No has pensado en comenzar a hacer un ejercicio por halla en Japón. Parece que el entrenar a Tsunayoshi por tanto tiempo te está sacando de forma.

Reborn sonrió y dejo que León se volviera a convertir en un camaleón.

El idiota le había dado una idea.

Se levantó y con su habitual calma abrió las puertas del lugar para salir de ahí con la misión en manos.

Había pasado un mes después de aquel encuentro entre el mercenario y el líder de la CEDEF.

Iemitsu volvió a contactar al asesino número uno para encargarle otra misión, pues de nuevo había una familia mafiosa molestando a Vongola cual mosquito, además habían logrado descubrir que se especializaban en el tráfico de drogas y venta de blancas por sus terrenos.

Nada que el mejor asesino de todos no pueda acabar en un día.

Así fue como Iemitsu esperó al pelinegro en su oficina mientras se encargaba del papeleo de otros asuntos. Las puertas se abrieron de par en par y cuando el rubio alzó la mirada sus ojos se abrieron como platos.

Ahí, frente a él a unos metros se encontraba el famoso Reborn.

Ustedes dirán.

¿Cuál es la sorpresa?

Pues la realidad es que este, aunque avanzara con su elegante naturalidad al salón, se sentará como si fuese el mismísimo Rey de Roma en este y esperaba con paciencia la carpeta con la información de su nueva misión pero lo que realmente espantó a Iemitsu fue aquella ligera curvatura que surcaban los labios del pelinegro.

Reborn…

¡Estaba sonriendo!

¡De manera no-diabólica!

¡Y SIN RAZÓN ALGUNA!

Esta vez no dijo nada.

Solo le entregó la carpeta con las hojas para la misión y mientras Reborn le abría para leerla se fijó en su abdomen.

Estaba más delgado y ciertamente Iemitsu podía jurar que el pelinegro estaba un poco más musculoso que la última vez a pesar de tener aquel traje encima.

-Oye, Reborn. ¿Me hiciste caso con lo de hacer ejercicio?

-¿Eh? Ah, sí. – aseguró, ensanchando un poco más su sonrisa.

Su sonrisa era de tan buena fe que el blondo no notó la perversidad de su mirada.

-Vaya, vaya. – animó alegre. – ¿Qué hiciste para que además de adelgazar te dejara con un ánimo vivaz? ¿Correr? ¿Boxeo? ¿Karate? ¿Dieta? ¿Gimnasia?

-Ninguna de esas. – aseguró el pelinegro, aunque negando con la cabeza. – He estado teniendo sexo salvaje con tu hijo.

Y el silencio sepulcral no se hizo esperar.

-¿Eh?

La cara del rubio se ensombreció mientras que el rostro del otro brillo más.

Suspiró de alegría el pelinegro.

-Sí, todos los días casi todo el día. – aclaró innecesariamente el sicario. – En su cuarto, en la cama, en el suelo en la cocina, en la mesa, en el pasillo, en el jardín, en la azotea de la escuela de Tsuna, en el campo, creo que incluso llegamos a hacerlo en el comité disciplinario…

-¿EEEEEEEEEEEEEEEEEH!?

Reborn rio con ganas cuando se levantó.

-Eso también dije yo cuando me enteré de lo bueno que es Tsuna en la cama. – aseguró mientras caminaba hacia la salida. – Sexy, hermoso y muy flexible por cierto. Aunque lo mejor es cuando quiere tomar actitudes más dominantes, le hace ver adorable.

El pelinegro cuando llegó a la puerta la abrió de par en par para darse la vuelta y ver a su jefe rubio con la mandíbula casi sobre el escritorio.

-Por cierto, Iemitsu deberías comenzar a hacer ejercicio. – aconsejó. – Pasar todo el tiempo sentado en ese escritorio parece que te está poniendo gordo.

Dijo como despedida para salir de la oficina del Sawada, cerrando las puertas tras de él.

Unos segundos…

Unos minutos…

Media hora…

Bueno, una hora después.

Ese fue todo el tiempo que tardó Iemitsu en regresar de su shock.

Inmediatamente toma el teléfono al lado de la foto de su familia para marcar como desesperado.

Movió con impaciencia el pie maldiciendo internamente el estúpido sonidito que se escuchaba en el celular al esperar.

-¿Hola?

-¡Nana! – prácticamente gritó, medio aliviado, medio desesperado.

-¿Iemitsu? – preguntó sorprendida. – Cariño, ¿ocurre algo?

-Nana, Dios. – habló. – No vuelvas a dejar pasar a Reborn a la casa.

-¿Eh? ¿Reborn-kun? Pero si Tsu-kun se pone muy feliz cuando esta.

-¿F-f-feliz?

-Si. El resto del día se la pasa suspirando, pensativo y distraído pero cuando viene Reborn inmediatamente suben al cuarto y escucho a mi Tsu-kun gritar de alegría. Aunque empiezo a pensar que sus juegos son algo bruscos puesto que siempre que bajan Tsuna lo hace cojeando o incluso lo ha tenido que llevar cargando Reborn-kun.

Oh, Nana.

Dulce e inocente Nana.

-¡NANA! ¡NO DEJES QUE ESE ENFERMO SE VUELVA A METER A LA CASA!

Fin <3

Notas finales:

Ehm... bueno, quien sabe de donde salió esto XD

Espero que hayan disfrutado la lectura <3


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