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Zankyou no Love (one-shot) por Ina Arishima

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Notas del fanfic:

Hola Hola ^^ bueno, aquí les dejo este cortísimo one-shot que hice para una amiga que adora esta serie (¡Igual que yo! dios, ¿Quién podría no amar a Nine y a Twelve?) 

Bueno, como ya saben esta serie no es mía y pues espero que les agrade este delirio de mi mente owo

-¡Twelve!

Corrí lo más rápido que pide al sitio donde cayó el cuerpo, ya inerte, después del disparo. Miles de recuerdos vinieron a mi mente en ese momento, mi infancia, las risas, los llantos, las veces en que nos apoyamos mutuamente para salir adelante… él día en que empezó todo…

Tenía exactamente cuatro años cuando a todos los niños del orfanato nos hicieron tomar una prueba que para mí fue sencilla y nos mandaron a dormir. Al día siguiente la directora del orfanato me llamó muy temprano por la mañana, a su lado estaba un extraño hombre que se presentó como el señor Aoki quien me dijo que me llevarían a un sitio muy especial como premio por haber obtenido una de las calificaciones más altas del país. Ser inteligente por naturaleza fue mi pase al infierno.

Mi nombre… ya no es relevante. En cuanto llegamos a esa cárcel que ellos nos hacían llamar hogar, el señor Aoki le dijo a encargado “dile al jefe que ya llegó el número nueve”, supongo que de ahí salió mi apodo. Mientras caminaba para entrar a las instalaciones pude notar que una niña de cabello blanco y unos profundos ojos que me seguían atentamente, yo sólo continué con mi camino y poco después me enteré que ella era la numero cinco, conocida como Five.

Un día nos llamaron a los veintiséis niños que estábamos ahí y nos llevaron a la enfermería, nos formaron en orden, según nuestro número, y nos hacían pasar a sentarnos frente a una enfermera que nos inyectaba un líquido extraño. Cuando llegó mi turno sentí un dolor muy agudo, pero no me quejé y simplemente dejé pasar al siguiente. La número diez era una pequeña niña, como de dos años, con cabello dorado y unos brillantes ojos cafés, se notaba visiblemente asustada y nerviosa; la enfermera la inyectó y al principio no pasó nada, pero cuando se levantó comenzó a convulsionar y cayó al suelo, sangrando por la boca, los oídos y los ojos. Todos mirábamos la aterradora escena, asustados, mientras la enfermera con tranquilidad anotó algo en su libreta y por una especie de intercomunicador le dijo a los doctores que nos observaban tras un vidrio “la numero diez no pudo aguantar” y pasó al siguiente, quien tampoco pudo sobrevivir a esa cosa.

Al llegar el turno del número doce tuvieron que agarrar al niño entre tres personas, el lloraba y pataleaba, le gritaba a todos que él no quería que le pusieran nada. Pude oír como la enfermera le susurraba a otra que si no se tranquilizaba el número doce terminaría como la diez o peor, pero que no podían dejarlo o el jefe las despediría. Sin pensarlo mucho me acerqué a aquel chico, nadie mostro interés en detenerme así que comencé a platicar con él.

-Oye… eres el número doce, ¿No?- Él sólo me miró extrañado y dejó de llorar y grita, pude admirar entonces sus ojos marrones y su cabello, del mismo tono- yo soy el número nueve… Nine, supongo…
-… S-soy… Twelve…

La enfermera aprovechó la distracción y lo inyectó, él hizo un gesto de dolor y soltó un pequeño chillido, a mí me cargaron y me alejaron de ahí. Poco después Twelve llegó a la sala donde nos tenían y se acercó a mí, pensé que me agradecería pero no dijo una sola palabra, se limitó a abrazarme con fuerza y llorar en silencio sobre mi hombro. En ese momento mi corazón dio un salto, nadie me había abrazado nunca así que no supe cómo responder y por inercia lo rodee con mis brazos.

En ese momento nuestras mentes estaban sanas, éramos inocentes… Pero con el paso de los años ese lugar y esas personas se encargaron de corrompernos. Nadie estaba tranquilo, nadie confiaba en nadie, nadie era amigo de nadie. Excepto Twelve, Five y yo.

A los nueve años ya estábamos tan hartos de todo esto, de ver morir a nuestros compañeros y de morir lentamente en ese lugar, que creamos un plan infalible para escapar en el cual la institución fue incendiada y, lamentablemente, sólo Twelve y yo logramos escapar. Five se quedó atrás.

Regresé a la realidad un momento al sentir mis manos empapadas de sangre y miré el rostro de Twelve, pacífico aún ante esta situación… aun ante una muerte tan cruel. Por primera vez en mi vida no pude contener el llanto y lloré, lloré como lo hizo el primer día de nuestra vida después de escapar. Ese día estábamos completamente solos por primera vez, vagamos por las calles mientras la gente nos veía con indiferencia, lastima u odio, ni siquiera supe qué era realmente lo que sentían al vernos. Estábamos muy hambrientos y desprotegidos, así que no tuve más opción que pedirle a Twelve que me esperara en una banca frente a una tienda. Entré y comencé a tomar muchas cosas, cuando creí que nadie me miraba salí corriendo con todo aquello y tome del brazo a Twelve para llevármelo mientras el encargado me gritaba miles de insultos y barbaridades. A los nueve años me volví un despreciable ladrón… pero tenía que alimentarnos a Twelve y a mí de alguna manera, nadie nos iba a salvar después de todo, estábamos solos.

Corrí hasta una bodega abandonada y ahí nos refugiamos, al salir de la tienda había recibido una herida de navaja en el hombro y no me di cuenta hasta que estábamos a salvo. Twelve me miro y comenzó a llorar, asustado y triste lloró por horas mientras yo solamente lo abrazaba y le decía que todo estaba bien, que no me había pasado nada y que lo protegería siempre… yo… no dejaría… que le pasara… nada…

Al recordar esa promesa grité de desesperación, había roto mi palabra ¡Esa bala debía darme a mí! ¡Carajo! ¡¡YO ERA QUIEN DEBÍA HABER MUERTO!! ¡¡¡YO DEBÍA PROTEGERLO!!! Levanté la mirada y alcancé a observar a Lisa, recordé el día en que la conocimos. Tras varios años de planes para conseguir la venganza que ansiábamos con desesperación ya todo estaba listo, siete años después todos sabrían la verdad del plan “Athena” y todos comprenderían nuestro dolor. Estaba bastante preocupado por Twelve, después de tantos años por fin saldríamos a la luz y el peligro aumentaría, pensaba eso cuando él me habló, pude apreciar esa cálida sonrisa que siempre me bridaba… una bella sonrisa tan cálida como el sol, la única capaz de derretir el invierno que se desataba en mis ojos. Me acerqué a él y besé su mejilla, adoraba ver como se sonrojaba siempre cuando lo hacía.

-¡¡N-N-Nine!! No-nos van a ver…-No pude evitar reír ante una reacción tan adorable y seguí mi camino
-Aun me debes mi beso de despedida… lo quiero cuando regresemos
-¡¿E-eh!? ¡Nine!

Hace algunos meses que los juegos de amigos habían pasado a ser algo más, me había enamorado del chico al que consideraba mi hermano y él correspondía ese sentimiento. Fue por eso que cuando lo vi con aquella chica, unos días después de nuestro primer atentado en el que ella quedó involucrada, me molesté mucho. Mishima Lisa, había estado en el grupo de Twelve y cada vez me parecía que lo alejaba más de mí.

Ese día al llegar a casa lo traté de manera más fría que de costumbre, simplemente no podía evitarlo. Él sabía que estaba molesto pero al parecer no lograba captar el porqué. Al irnos a acostar se acercó a mí y besó dulcemente mi mejilla pero aun así evité mirarlo, simplemente no podía.

-Nine… ¿Qué pasa?
-… Fuiste a verla… ¿Cierto?- Me miró sorprendido y soltó un suspiro, se acostó sobre mi pecho y cerró los ojos.
-Sólo fui a molestarla un rato… sabes que eres lo único que conozco… y lo único que quiero tener…

Después de eso me besó y pasamos así gran parte de la noche. Me hicieron sentir tranquilo sus palabras, pero poco después la trajo a casa. Ese fue mi martirio y el castigo a mis pecados, ver como la persona que más amaba poco a poco se estaba enamorando de alguien más hasta el punto de… traicionarme por ella…

Me dolió mucho su traición, pero aun así no podía dejar de pensar en él, no podía dejar de amarlo y si esa chica era su felicidad ¿Qué podía hacer yo?

Logramos tener éxito en la parte final de nuestro plan, pasamos unos días en el sitio donde nos habían encerrado gran parte de nuestra infancia, nos divertimos e incluso le confié algunos secretos a Lisa… ella no tenía la culpa de que mi amor no fuera correspondido.

Ahora llegamos a este punto de nuevo. Estaba tan enojado y dolido por la muerte de la persona más cercana a mí, a quien más he querido, que me levanté dispuesto a accionar todas las bombas que habíamos plantado. El detective Shibazaki me rogaba que no lo hiciera pero yo no lo escuchaba, la ira y el dolor eran mil veces más fuertes. Estaba a punto de hacerlo cuando sentí una suave briza en mi mejilla, cálida como los besos que me daba y recordé que él nunca quiso que alguien saliera dañado, nunca quiso que alguien sufriera. Bajé el control y se lo di a Shibazaki, escuché el sonido en mi cabeza que había escuchado desde que iniciaron el experimento conmigo, pero esta vez logre distinguir un sonido entre la interferencia.

“Te amo…”

No sé si fue mi imaginación, lo cual es muy probable, o si en verdad fue su voz… y creo que ya nunca lo sabré, siento mi cuerpo pesado y como poco a poco voy perdiendo el conocimiento. Te haré compañía a las puertas del infierno, o a nuestro propio paraíso. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, nos vemos en tres años(? bueno no, prometo no irme por tanto tiempo QwQ 

Bye Bye <3


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