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"Sandías en casa" por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Hola mis hermos@s lector@s hoy vengo con este fic Shura x Death que se me ocurrió mientras comía sandia. Lo iba a publicar ayer por ser cumpleaños del zukulemtho caballero representante de mi sexy signo zodiacal o sea Death Mask de Cáncer.  Peeeerooo… no había escrito todavía la parte del lemon, sinceramente no siento que el “lemon” que hice haya quedado así tan espectacular como seguramente están acostumbrados jeje pero no soy muy buena para hacerlos nnU asi que pido me disculpen si les aburre.

Notas del capitulo:

Como saben bellezas, ni Saint Seiya ni sus sensualosos personajes me pertenecen (sufro) son del maestro Kurumada y yo solo los utilizo para animar estas historias sin ningún fin lucrativo más el de saber que ustedes disfrutan o se entretienen leyendo estos escritos.

Sin más que agregar además de agradecerles por leer. Vamos a pasar al fic, que lo disfruten. :)

- 🍉 -

Incertidumbre, eso es lo que los ojos verde profundo de Shura reflejaban en ese momento al ver la manera tan feliz y despreocupada en la que el caballero venido de Italia comía una roja, dulce y jugosa rebanada de sandía fresca. Vamos a aclarar —para evitar perdernos la historia completa—, que dicha fruta era unos minutos antes propiedad del español, y se preguntarán ustedes entonces. ¿Cómo es qué siendo la sandía de Shura, terminó siendo devorada por el peli-azul?

Respuesta fácil diré, ya que todo empezó después del entrenamiento de esa mañana…


- 🍉 -

—Hoy fue un buen entrenamiento, me siento rendido… —comentaba el hispano acercándose a donde el mediterráneo se encontraba sentado, en una de las escalinatas del coliseo.

Death, se limpió el sudor de la frente, y le sonrió al peli-negro, asintiendo con su cabeza en señal de concordancia.

—También me siento molido, ha sido una mañana muy productiva a pesar de que mordí el polvo un par de veces —rió antes de echar su cabeza hacia atrás.

A la vista de Shura, Deathmask se miraba tan hechizante con su acanelada tez facial levemente rosácea, producto del calor del sol de la mañana. Y esa sonrisa que cambió tanto desde que fue perdonado por los dioses y traído de nuevo al mundo. Desde que esos espantosos rostros desaparecieron de todo el cuarto templo, llevándose con ese manto siniestro, la máscara de decadencia humana que el oji-azul llevaba puesta en las antiguas batallas.

Todo para Deathmask hubo cambiado, y Shura lo notaba perfectamente. Era tan grande su transformación que incluso había pedido a los demás dorados que lo llamaran por su verdadero nombre.

El capricorniano hasta ese momento desconocía aquella palabra con la que se le identificó al de Cáncer al nacer, pero ahora el eterno misterio se reveló ante él dándole a conocer a Damien; un nombre sumamente hermoso así como quien lo portaba. El español estaba profundamente encandilado por el antiguo asesino, pero éste parecía tener otros intereses.

Esa mañana Shura recordando el horrible estupor que le daba luego de los entrenamientos, decidió llevar consigo una botella con agua y la rebanada de una suculenta sandía que tenía en la cocina de su templo. Esto con la idea de hidratarse luego del gran desgaste físico realizado.

Por ello luego de saludar a su muy querido compañero y amigo, tomó su pequeña bolsa extrayendo el agua, misma que bebió para luego ofrecer a su amigo un poco, el italiano aceptó de buena gana empinándose la botella y extinguiendo su contenido. Mientas esto pasaba, Shura se daba el gusto de buscar su fruta que yacía envuelta en plástico transparente...

Nadie sabe cómo ocurrió, Shura no supo en que momento fue cuando sin querer miró a Death por el rabillo del ojo para al final terminar viéndolo fijamente con los ojos muy abiertos; la cara del otro hubo cambiado a una de admiración. Como cuando se ve a un artista favorito en vivo, en directo y a todo color.

El de Capricornio al enfocar la trayectoria del punto visual que seguían los azulinos ojos ajenos, se dio cuenta de que Damien miraba enfáticamente a su trozo de sandía. Una mirada de fascinación combinada con deseo. No puede ser nada bueno —se dijo internamente para después dirigirle una mirada molesta a la inocente fruta—, esa mirada que el cangrejo dedicaba a la sandía era la que la cabra quería para sí mismo, eso es seguro.

—Death… —llamó Shura al nombrado cuyos ojos brillaban agrandados— ¿Quieres la sandía?

La pregunta le sonó al italiano como acompañada por un coro de ángeles. Él quería la sandía no iba a negarlo y si Shura tenía la voluntad de dársela, no iba a desaprovecharla.

—¿N-no vas a comerla, Shura? —la voz le temblaba de dulces ansias y en sus ojos el brillo del agradecimiento infinito reflejaba al peli-negro.

Shura negó y agregó resuelto:

—No, el agua me ha bastado para refrescarme, además a mí no me gusta mucho. Me regalaron la sandía completa ayer en el pueblo y traje un poco porque contiene agua.

Mentira, pura y mojada mentira, en la primera parte. Pero si eso funcionaba para conquistar al cangrejo, pues… “vamo a mentir.”

—Está bien… —le dijo en un tímido susurro al mismo tiempo en que recibía el rojo triangulo de base redondeada— Gracias… —le sonrió con verdadera gratitud, una que hizo sonrojar a Shura, obligándolo a apartar la mirada de prisa.

¡Bien! El cangrejo picó el anzuelo, Death tomó la sandía de manos del español, la acercó a su pecho mirándola como si contara cuantos marineros negros llevaba a bordo aquel rojizo barco, sus labios dibujaron una honesta y limpia sonrisa como la de un niño pequeño creyente de los buenos mortales y finalmente, mordió la sandía consiguiendo que un hilillo de jugo se deslizara por la comisura de su suave labio inferior. Shura sentía que la sangre se le aglomeraba en la cara al ver semejante escena, debía controlarse con voluntad inhumana para no saltarle encima al italiano y devorar sus labios bañados con ese refrescante y azucarado jugo.

El hispano quería beber hasta la última gota del néctar de esos labios mediterráneos. Y mientras él miraba con insistencia al de la cuarta casa, la sandía se extinguía como su misma calma.

Ahora el fruto se hubo marchado para siempre entre los blancos y alineados dientes de Deathmask, pero sin previo aviso los del español atacaron para mantener prisionero el labio inferior del más bajo. Los ojos del crustáceo estaban bien abiertos, llenos de una inocencia bien escondida y enterrada por crudas batallas y mentiras malsonantes.

En lo que Shura le besaba, Death se hacía preguntas que iban y venían por su cansada mente. No entendía por qué Shura lo estaba besando, por qué de pasar a tomar su labio con los dientes perlados ahora invadía su boca entera con la ayuda de su lengua muy experta para un caballero dorado, acariciándolo con infinita ternura y con los ojos fuertemente cerrados.

Deathmask sonrió aún en el beso, emocionado aunque un poco consternado. Shura le gustaba en secreto, y aunque no se lo dijera lo quería y mucho. El español era el que estuvo con él en momentos cruciales e incluso en los más paganos le acompañó de cerca. Marcando la diferencia entre un amigo y un futuro, y le llenaba de dicha que el otro lo quisiera de la misma forma ya que aquello le llenaba el caparazón vacío donde se escondía de las olas del destino aunque ellas lo arrastraran hundiéndolo en la arena de las vivencias lo quisiera o no…

Y la magia creció.

Damien llevó lentamente sus brazos hasta los hombros del peli-negro, acariciando ese cabello oscuro como la profundidad del bello universo con los largos dedos de sus manos exploradoras. Shura lo sintió y más confiado todavía de la reciprocidad del otro, encerró la cintura contraria entre sus fuertes brazos en un abrazo lleno de tantos silencios ahora gritados al viento que ni la misma Excálibur podría romper.

Sus bocas parecían estar en una sublime danza, unidas y húmedas. Se bebían todos los secretos que no habían acariciado el paladar del contrario mientras se hablaban por medio del tacto de sus manos temblorosas. Los demás dorados en el coliseo, miraban alegres aquel paisaje aplaudiendo a la nueva pareja que vio nacer el sol de Grecia.

El vital oxigeno se hacía mito entre esa nueva historia, y ambos se separaron sin reales ganas de hacerlo. Juntaron sus frentes para el verde perderse en el azul y el azul en el verde, sonriéndose el uno al otro.

—Death…Tengo más sandía en mi templo… —le miró coqueto y con voz incitante le susurró al de Cáncer, quien sonrojado sonrió y asintió.

—Quiero ir a tu templo, Shura —le miró con un cariño que nadie nunca hubo visto antes en su mirada de azul turbulento.

No se dijeron más palabras que esas. Se levantaron de las gradas y tomados de la mano emprendieron camino hacia el décimo templo. Al pasar sus compañeros los felicitaban palmeandoles la espalda, aplaudiendo, silbando y sonriendo. Los Dorados eran buenos tipos y aquellos dos peli-cortos sabían que los muchachos querían que ellos fueran una pareja feliz. Estaban orgullosos de que al fin se hayan unido como era debido.

Subieron las escalinatas entre besos robados, otros atropellados pero perfectos. Al llegar a la casa de Capricornio Shura tomó la mano de su ahora pareja para guiarlo a la cocina donde estaba la sandía que daría gusto a su frutal fascinación.

Shura sacó la sandía casi entera, sólo le faltaba un tajo. Death dedujo que ese trozo faltante era el que él se había comido y sonrió. Bien, si Shura quería conquistarlo estaba bien encaminado.

—Puedes comer toda la que quieras —expresó a la par que partía algunos trozos.

Y el peli-azul aceptó la oferta, cuando iba a tomar un trozo que el español había cortado su mano fue detenida por la del otro que en su oído soltó incitante:

—Puedes comer la que quieras Death pero luego, dejarás que yo te coma a ti…

Damien se sonrojó completamente y Shura enloqueció de deseo. A su modo de ver, Death le estaba coqueteando y no iba a dejarlo pasar.

Retiró sin mucho cuidado y con rapidez las cosas de la barra del desayunador de la cocina y sin que el italiano pudiera evitarlo, lo cargó para seguidamente sentarlo en la misma barra, volvió a unir sus labios con los del peli-azul de modo extasiante y muy excitante, tanto así que Deathmask, no pudo hacer más que sucumbir. Acariciando el pecho fuerte del hispano que a su vez le apretaba los bien formados glúteos.

La caricia prohibida aumentaba el deseo de los dos apuestos hombres sedientos uno del otro. Ambos se reconocían, tocando al contrario con cadencia y contagiable lujuria.

Shura lentamente subió la camisa oscura del italiano hasta despojarlo de la prenda, dejando su torso descubierto. Deathmask se sentía ahogado por la rosada lengua del oji-verde invadiendo toda su cavidad bucal, y aún con mucha fuerza de voluntad, logró separarse del de Capricornio y decir unas palabras con jadeante voz…

—¿Qué pasa? ¿No quieres seguir? —reprochó el más alto con voz ronca, para luego lamer los hinchados labios del de Cáncer.

El peli-azul se sonrojó para encanto de la cabra.

—Shura… Sí, sí quiero seguir pero recuerda que acabamos de estar en el entrenamiento… —le veía con la mirada cristalizada y las mejillas rojas como sandía.

—¿Y eso qué? —preguntó acariciando la espalda ajena, causándole escalofríos al receptor de la caricia.

—Pues que estamos sudados y sucios, cabrita —sonrió de lado con una ceja alzada en un gesto de burlesca obviedad.

Shura parpadeó un par de veces y finalmente sonrió. Entendía lo que Death quería así que él aprovecharía aquello.

—¿Quieres qué tomemos una ducha, cangrejito? —sonrió mordaz a la par que alzaba una ceja. El siciliano se mordió el labio inferior, Shura estaba rebasando su propio límite de sensualidad.

—Suena bien —le sonrió con inusitada inocencia— ¿Qué te parece si… voy a Cáncer, me aseo mientras tú también lo haces y luego vuelvo cuando ya estemos limpios?

La idea era tan simple e inocente… Pero a Shura no le gustó.

—Olvídalo, tú no sales de esta casa hasta que te haya hecho completamente mío, Deathmask de Cáncer.

Y tras decir esa confesión tan impropia pero a la vez tan profunda, Shura tomó a Death de la cintura, bajándolo de la barra en el proceso y ya teniéndolo bien pegado a su escultural cuerpo. Reclamó de nuevo esa boca esponjosa y suavizada con las antiguas groserías y blasfemias dichas. Y el de ojos azules respondió con entusiasmo, dándole caricias en los hombros y en el cabello a ese hombre que lo estaba volviendo un adicto. Sí, un adicto a la esencia española.

Al separarse, el de Cáncer volvió a romper el silencio:

—Entonces. ¿No me dejarás salir? —hizo un puchero de falsa desilusión.

Shura negó sosteniéndole aún en sus brazos.

—Tengo un baño, puedes asearte aquí mismo. Y por la ropa no te preocupes, la mía te quedará bien —le dijo antes de besarle la mejilla derecha.

—Está bien —suspiró como dándose valor para soltar lo próximo que estaba por decir—, Shura, m-me gustas… —susurró con una sonrisa iluminando su rostro, logrando que su faz fuera un espectáculo sublime al dejar que el otro lo viera con esa expresión que era enriquecida con los capullos escarlatas que florecían de sus pómulos.

Una confesión, esa que sólo en los sueños del capricorniano ocurría y que él mismo le decía al canceriano, pero ahora no estaba soñando y quien le había dicho lo que él tanto ansiaba expresar, fue el mismo Deathmask, un hombre cuyo corazón parecía faltarle en el pecho. Mas la honestidad de sus palabras era tan clara como el brillo luminoso de sus ojos azules, tan azules como el reflejo de las aguas del mar de arena blanca al besarse con el cielo del amanecer.

Shura sonrió sintiéndose dichoso y decidió entonces que era hora de que esa verdad que mantenía oculta y cautiva en su lengua, y que siempre amenazaba con morderle el secreto mutismo fuera al fin libre de la prisión de sus labios anhelantes para correr libre en el corazón del canceriano preso entre sus brazos.

—Tú también me gustas Death… Y no sólo es eso yo realmente te amo, y no te imaginas cuanto —sonrió para el otro con todo el amor y cariño que le tenía guardado.

Damien abrió los ojos presa de sus emociones, mismas que en un pasado consideró muestra de su debilidad, pero ahora, estaban decorando sus mejillas en forma de pétalos de rosas. Le brillaron aún más los ojos y su boca se curvó en una sonrisa de agradecimiento junto con satisfacción, se sentía bien de ser correspondido por el siempre serio español.

En especial porque Damien sentía que ese sentimiento que el otro le había confesado era una especie de premio por el gran cambio que aceptó sufrir para ser aceptado, para ser perdonado y para vivir de nuevo junto con sus compañeros y ser considerado como un igual. Como un compañero digno y parte importante dentro de la élite al servicio de la diosa Athena.

—Te amo Shura —lo abrazó con fuerza—, creo que siempre lo he hecho. Has sido mi amigo siempre, gracias por estar a mi lado aún sabiendo que tipo de persona fui en el pasado.

Death le veía con alegría, una que en verdad el más alto no recordaba haber conocido previamente pero que sin lugar a dudas, le encantaba y no cambiaría por nada.

—No, soy yo quien tiene que agradecerte Damien, porque tú me dejaste estar a tu lado. Creo que eso era difícil para cualquiera en aquellos tiempos, pero ahora eres otro y sé que juntos seguiremos siendo mejores caballeros, mejores hombres. Porque nos tendremos mutuamente para cualquier cosa que venga en el futuro.

Las irises se encontraron fijas, hundiéndose cada quien en el alma de su amado, hablando y escuchando con el corazón en las manos.

—Lo sé, trataré todos los días de ser mejor para ti… —sonrió.

—No Damien —negó extrañando al nombrado—, no quiero que seas mejor para nadie. Sólo se como eres ahora y déjame amarte, es todo lo que te pido.

El peli-negro volvió a besarle llevándose sus dudas, sus miedos y llenándolo de alegrías que prometían durar mucho tiempo, bailando dentro de su ser antes vacío antes sombrío. Ahora había una razón por la cual alegrarse de ver un nuevo día, el viejo y sanguinario Deathmask era parte del pasado, un recuerdo de una época oscura. Pero ese ser se hallaba profundamente dormido dentro de su propia injusticia y amarrado a las cadenas del olvido y el arrepentimiento.

El beso fue intenso como si se necesitaran, Shura llevaba sus manos por la espalda del más bajo recorriendo y explorando hasta que encontró los glúteos duros y bien moldeados. Los cubrió con sus manos provocando que Death liberara suspiros que encendían al mismo peli-negro éste un poco más suelto, guió su mano derecha lentamente hasta la parte delantera de las piernas del italiano para acariciar su sexo por sobre la tela rojiza de su pantalón.

A estas alturas el peli-azul comenzaba a gemir extasiado. Pero aunque quería no podía avanzar, deseaba asearse primero para poder disfrutar de la unión con su amado español.

—Shura… S-Shura… e-el baño…

Las palabras le salían entrecortadas, tenía los ojos azules cerrados dado el nivel de deseo que recorría su cuerpo. Sentía que perdía la coherencia ante cada toque libidinoso del que era víctima, vaya que Shurita era muy bueno para seducir.

—De acuerdo —separó al otro de su cuerpo y de sus labios—, ven conmigo te llevaré a mi baño.

El oji-verde lucía demasiado excitado, Damien lo notaba e internamente reía. Le gustaba saber que el hispano estaba así de caliente por él, lo del baño era necesario pero además era una buena oportunidad de torturar un poco a su amado.

Anduvieron por un par de pasillos hasta que finalmente fueron a dar con una puerta de color negro. Shura abrió y le indicó pasar, el de Cáncer aceptó descubriendo una réplica de su propio cuarto de baño con una amplia tina y decoraciones de azulejos pero esta vez con el característico signo de Capricornio impreso en cada uno.

Damien entró y detrás de él, Shura quien se dispuso a preparar la tina con lo necesario para que su cangrejito se duchara a gusto. Cuando todo estuvo listo, Shura dio un rápido beso al menor y salió para luego decirle:

—Iré a buscarte una toalla y ropa limpia para que te vistas. O puedes quedarte desnudo si quieres, a mí no me molesta… —sonrió coqueto y el otro enrojeció, tomó una pequeña toalla enrollada de un mueble cercano y la arrojó al español que reía con humor por la reacción obtenida.

Death exhaló con las mejillas encendidas y cerró la puerta. Posiblemente Shura se tardaría así que se decidió por primero entrar a la ducha y quitarse la suciedad para más tarde usar la tina espumosa que el peli-negro le preparó. Cerró la puertecilla semitransparente, encendió la llave y se dejó acariciar por el cálido líquido que caía abundante recorriéndole de forma traviesa. Death limpiaba su piel ayudándose de un perfumado jabón, su cabello escurría quedando limpio con cada enjuagada. Enjabonaba su torso con las manos espumosas hasta que llegó a su entrepierna, descubriendo que estaba semi erecto. El encuentro con la cabra había sido bueno, y lo hubo dejado un tanto ansioso, pero por más que quisiera auto complacerse, esperaría al español para poderlo hacer con gusto.

Cierto era que ya no tenía virginidad, había estado con una que otra mujer, pero por su parte trasera era otra historia. Sería una experiencia nueva pero era aceptable porque estaría con el hombre que le gustaba que amaba, con su mejor amigo y sabía que él no lo lastimaría más de lo necesario para hacerle tocar el sol, la luna y las estrellas en la entrega de su pureza.

Shura por otro lado ya iba en camino hacia el baño con una toalla blanca perfectamente doblada y un pantalón deportivo junto con una camisa verde manga dos cuartos. Era ropa cómoda pero que él rara vez usaba, no salía a ningún lado por ende la guardaba bien para que no sufriera ningún daño.

Por fin había llegado no sabía si Death estaría en la tina o en la ducha. Pensó en tocar pero descartó la idea al recordar que era su baño, su casa y su novio, así que no vio el inconveniente al entrar así nada más.

Entró lo más sigiloso posible porque no quería asustar al canceriano, echó un rápido vistazo pero no vio al peli-azul en la tina, suspiró. Pensó de inmediato que estaba en la ducha y sonrió, él también debía asearse y al parecer Death iba a tomarse su tiempo.

Por ello colocó lo que llevaba para que el otro usara sobre la tapa del retrete y comenzó a desvestirse. Al estar completamente desnudo se dirigió hacia la puertecilla, abriéndola silenciosamente como un asesino experto y vio a Damien dándole la espalda mientras se lavaba la cara. Sin prever nada Shura posó sus labios sobre la espalda mojada del más bajo, éste se dio la vuelta de prisa sorprendido y asustado. Pero al ver de quien se trataba se relajó y le sonrió con altanería.

—¿No podías esperarme un poco más? —su tono era burlón.

—No cuando se trata de ti…

El capricorniano encerró al peli-azul contra la pared, poniéndose el mismo exactamente debajo del chorro de agua que lo cubrió haciendo su piel brillar ante los ojos añil. Los labios de nuevo se buscaron cadenciosos y hambrientos, mojados por el líquido vital entregándose en el silencio de la corriente.

Los dos se tocaban sin descanso y Shura retomó la caricia que Death había interrumpido momentos atrás sobre su propio cuerpo. Descendió su mano hasta la hombría del italiano encontrándola despierta, sonrió contra los labios contrarios e inició a acariciar la aterciopelada extensión. A ciegas tomó el jabón con el que el oji-azul se había limpiado y lo untó en su mano para empezar de nuevo con la caricia, esta vez el subir y bajar de la mano española era más efectivo. Death gemía con mayor fluidez al ver su boca liberada, Shura ahora besaba su cuello y garganta haciéndolo enloquecer. El contacto y la rapidez combinado con los besos diseñados para destruir, hicieron que el de Cáncer se corriera en la mano del más alto, soltando con su esencia un gutural gemido que aumentó los deseos de poseerlo del peli-negro.

—S-Shura… Aaah…

Escuchar su nombre en un sugestivo gemido lo elevó a las nubes rápidamente, con la esencia de Masky aún en su mano, llevó la misma a las respingadas montañas de carne que se alzaban dispuestas ante él. Metió su dedo medio dentro de la masculina y contraída entrada del siciliano, él a su vez dio un ahogado gemido por la invasión recibida y Shura metía y sacaba su dedo con maestría.

Su propio miembro le estaba doliendo de tanta excitación, no podría esperar mucho tiempo más sin poseer a su querido crustáceo. El cuerpo del cuarto custodio como es natural ante el estímulo, empezaba a producir su propio lubricante y el hispano lo sentía, ingresó un segundo dígito dentro del otro aumentando los gemidos y los suspiros. El miembro de Death estaba elevándose nuevamente, Shura mientras tanto seguía sacando y metiendo hasta que tocó con la punta de sus dedos el punto erógeno correcto del de Cáncer que se retorció arqueando más su espalda contra la pared, era tanta su excitación que se aferró con más fuerza a los hombros del otro y con la voz sin aliento susurró:

—Shura… Shura. ¡Hazlo de una vez!

La petición hizo al mayor perder el último ápice de autocontrol que le quedaba y tomando su propia virilidad masajeándola un poco, sacó los dedos de su mano y con la otra se guió hasta el secreto pasaje de ese hombre que le había robado más de una noche en vela.

Sin avisarle de nada Shura llevó sus manos a los muslos de Deathmask para así alzarlo y que el peli-azul enrollara las piernas en su cintura. El otro lo hizo, envolviendo el cuello de su hombre con los brazos para sujetarse mejor y de paso robarle un beso demandante a esa boca cuyo acento lo ponía a mil.

—Mmmh mhh… —se quejó el de ojos azules al sentir con era invadido por el otro sin dejar de ser besado.

Shura había entrado en la sonrojada y mojada entrada, a Death pareció dolerle y de hecho le dolió como un demonio. El caprino pudo sentir un líquido caliente que salía de la entrada de su amado y pudo ver que era un poco de sangre. Aquello le preocupó pero a la vez le alegró, eso significaba que Damien era virgen hasta ese momento y que él era el primero en marcar su cuerpo de aquella manera tan única.

Capricornio quería tomar a Cáncer, hacerlo suyo y finalmente ese sueño se cumplía y todo gracias al gusto del italiano por la sandía. Y gracias a los dioses que llevó la fruta esa mañana, nunca habría imaginado que a su amigo le gustara tanto. No sería fácil averiguarlo tampoco dado que nunca hablaba de lo que le gustaba, sólo lo que odiaba y de no haber sido por su propio odio por el calor, no se le habría ocurrido aquella roja y dulce idea, ni estaría en ese preciso momento invadiendo entero el interior de uno de los guerreros más feroces de la orden.

Su vaivén inició suave pero conforme el peli-azul se acostumbraba, el mismo le fue exigiendo más intensidad. Ahora era casi frenético, el peli-negro miraba como su hombría se perdía entre esa piel ya roja por la fuerza con la que le tomaba, poniéndolo más ansioso aún que cuando empezó. Sabía que aquello sería bueno pero sus expectativas aumentaron hasta volverse algo fantástico e irreal pero que en verdad estaba ocurriendo y estaba feliz.

Death no se quedaba atrás, nunca imaginó poder llegar a algo similar con alguien y menos con Shura, su amigo. Pero él le dio la oportunidad de crecer y le había creído a él, por ello nada podía ser mejor que lo que estaba pasando. El agua seguía fluyendo entre los cuerpos y la masculinidad de Death estaba siendo masturbada entre su fuerte vientre y el de Shura.

El cuarto de baño se vio inundado de eróticos sonidos creados de masculinas voces que encendían el libido ya existente al rosar pieles calientes y deseosas de fundirse. El golpeteó de los testículos de Shura contra la entrada de Death era armónico con los leves jadeos que de la boca del de ojos azules escapaba al ritmo en que el peli-negro hundía y sacaba su miembro de la tibieza que le ofrecían las paredes de carne. Los movimientos insistentes de pelvis de atrás hacia adelante comenzaban a dar los tan ansiados frutos al poco a poco encender una chispa en el vientre de cada hombre en medio de tan pasional entrega-

Una descarga eléctrica se hizo presente sin pedir permiso, logrando que las caderas españolas cobraran vida propia acelerando su fricción contra el otro cuerpo que mantenía los ojos fuertemente cerrados al comenzar a sentir como el alma se le iba a los Elíseos. Y cuando menos pudieron ser consientes un festival de sensaciones llegó para hacerlos sentir vivos.

Entradas, salidas, caricias, besos, mordidas, gemidos, suspiros… gritos, gritos masculinos que llevaban en su fuerza el nombre del otro frente al desbordar de las pasiones reprimidas de dos guerreros cuyo silencio era su castigo. Y lo que llenaba el pequeño espacio era el golpeteo del agua en el suelo y las respiraciones aceleradas y cansadas que buscaban casi con desesperación acompasarse.

La simiente que se deslizaba en medio de los vientres cuadriculados y entre los muslos de quien era apresado con brazos de acero, eran la mejor prueba de que lo que acababa de pasar no era un sueño, sino la más fiel de las verdades.

Shura bajó las piernas de su apuesto amante, pero no dejó de sostenerle entre sus brazos. A Damien le temblaba todo el cuerpo y sus pómulos yacían escarlata. Todo fue tan perfecto, aunque no haya sido en una cama, aunque no haya sido luego de una cena romántica. Todo le había gustado porque así lo había querido y se sentía cómodo con ello.

Recostó su cabeza goteante de agua en el pecho desnudo y mojado del español, escuchando como su corazón latía acelerado. Shura con la respiración más calmada, le besó los azules cabellos húmedos como muestra de cariño.

—¿Estás bien, Damien? —preguntó bajito acariciándole el cabello.

—Sí, lo estoy —sonrió—. Nunca pensé que esto fuera así… —confesó con voz somnolienta.

—¿Cómo? —Shura movió la cabeza para tratar de ver a los ojos a Death pero parecía que éste estaba cómodo con su posición.

—Tan bueno… Fue estupendo, mil veces mejor de lo que me han contado.

Shura sonrió, abrazándole con más fuerza.

—Me alegra que te haya gustado.

Death se separó del pecho que le brindaba confort para mirar al oji-verde a la cara. Ambos sonrieron felices, como nunca lo hacían en presencia de sus compañeros.

—Gracias, cabra… Te amo —le guiñó un ojo.

—Y yo a ti, cangrejo. Ven, salgamos o te enfermarás y no queremos eso —le sonrió soltándole para poder salir.

El peli-azul asintió y caminó detrás del español aún desnudos. Al salir vieron la tina y luego se miraron mutuamente con interrogación.

—No utilizamos la tina Shura.

—Eso veo, pero creo que ya estamos lo suficientemente limpios. ¿No lo crees? —le miró con complicidad. Death sonrió.

—Te apoyo.

El dueño de casa fue hasta la tina para vaciarla, al irse toda el agua volvió al lado de su pareja, tomó la toalla que había llevado anteriormente y con ella comenzó a secar el cabello del más bajo. Death se dejó hacer y luego se vistió con la ropa que Shura le había prestado. Él por el contrario usaría la misma toalla para cubrirse, no vaya a ser que alguno de sus compañeros o su diosa pasen por su templo y lo vean como Zeus lo envió al mundo.


- 🍉 -

Habían pasado alrededor de tres horas, Shura y Death estaban en un cómodo sofá de la sala de la casa de Capricornio y frente a estos la mesilla de centro con un gran tazón donde se podían ver cascaras pertenecientes a una pobre sandía víctima del de Cáncer. Éste mientras tanto, yacía profundamente dormido sobre las piernas del hispano que atesoraba el momento acariciando el azul cabello de su amado.

Ni uno ni el otro cambiarían esos momentos por nada en el mundo y si Shura dejaba que Death durmiera en esos instantes, era porque en la noche no dejaría que pegara ni un ojo. Lo haría suyo en cada oportunidad, pero a cambio de eso sabía que debía tener muchas sandías en casa.

Notas finales:

Hola de nuevo, espero no haberles aburrido con esta historia. No es muy común de mí el utilizarla pero me pareció adorable y bueno, una nueva experiencia no cae tan mal n_n

Espero que les haya gustado y si creen que me lo merezco, pueden dejarme un comentario haciéndome saber su opinión o darme alguna pareja diferente para una historia futura. Gracias por tomarse el tiempo de leer y nos leemos en otro fic o actualización, lo que ocurra primero, cuídense y sigan bellos. :)


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