Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

PRGTNA TH5-2A por Whitekaat

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola vuelvo con un nuevo fic, algi diferente a los anteriores, si es que no es muuuy diferente, en esta historia traté de salir de mi zona de confort, según yo y aventurarme con el AU, espero les guste.

Será un fic corto de no más de 6 capítulos y de lectura no tan extensa.

Espero les guste.

Advertencias actuales: odio inicial contra Aioros, quizas un poco tambien con Aioria, quizas algo de ciencia ficción pero en su escala más baja, mención de lemon, mejor dicho es más una naranja no alcanza a ser un limon.

Advertencias futuras: inyecciones, dolors, maybe mpreg (?) just maybe aun no lo sé del todo.

 

Parejas: si es mio ya deberían saber que será AioriaxSaga jajajja

 

Notas del capitulo:

Lo que está escrito en cursiva y va separado con estos signos --> //**// significa que es flashback, no me gusta escribirlo como tal, sólo es por capricho.

 

Espero les guste y dene le una oportunidad <3

 

CAPÍTULO I

POSITIVO

 

Saga podía llorar, deshacer sus ojos en lágrimas, gritar a los cuatro vientos las injusticias de la vida pero nada cambiaría el resultado de aquel examen, el resultado en sí destruía su mundo, pero los hechos que conllevaban a ese resultado eran aún peores, estaba sólo en su cuarto, odiándose, odiándolo a él, a ese sujeto que le destruyó el corazón.

 

//**//

—Como verá, los resultados fueron llevados a dos pruebas más  de verificación tras la obtención del tamizaje positivo, lamento informarle señor que usted está infectado con VIH, por lo que es necesario que se contacte con las personas que haya tenido contacto tanto sexual o si es el caso de que haya compartido drogas inyectable pues verá…—la voz de la enfermera dejó de sonar en sus oídos, había sido uno de los exámenes que se hacía cada año sólo por chequeo general, pero no esperaba aquel resultado,  no podía escuchar nada más que el palpitar de su corazón retumbar en su tímpano, sus manos temblaban, sólo quería correr, llorar, gritar y de paso destruirle la cara quien le había jurado amor.

Porque si de algo estaba seguro era de que había sido engañado como a un estúpido, creyó cada mentira, creyó en cada te amo, cada beso que aquel castaño le daba, Aioros había sido un mal nacido que destruyó su vida, un idiota al que le había entregado su corazón y su alma, su primer amor, su primer y único novio, el único que había logrado sacar su cabeza de sus libros de estudio y abrirle las puertas al amor, veintitrés años recién cumplidos, cuatro años de relación, cuatro años de universidad, uno de ellos como amigos, y los tres restantes como amantes, convivientes y compañeros.

 Ese mismo año estaba dando su tesis, le quedaba un año de practica para obtener su título por el cual se esforzó, por el cual invirtió sueños y esperanzas y por mucho que le dijeran la sobrevida de la enfermedad y que el tratamiento funcionaba, él sabía de sobra que todo aquello era un parche sobre la herida, él sabía que la gente comenzaba destruirse, había visto como era el final,  como era el proceso, como un cuerpo se desvanecía; él no quería eso, él nunca quiso algo como eso, siempre fue uno de sus más grandes miedos, había visto como amigos morían de aquello y creyó que su amor y respeto por la relación que llevaba con el castaño lo protegía pero los resultados de los exámenes le mostraban todo lo contrario.

— Señor Saga ¿Me está escuchando? —la enfermera al no ser escuchada trató de captar la atención del hombre frente a ella, ya lo había visto, había sido testigo de esa misma reacción por tantos años que ya poco le importaba el futuro de esos jóvenes, que de seguro ellos mismos provocaron el desenlace, ella tenía una sola misión en esa instancia informar y derivar, sólo aquello.

—Disculpe, no me siento muy bien— Su voz entrecortada al borde del llanto, un llanto que por orgullo no se permitía dejar salir y menos frente a una mujer que se notaba que no le importaba su dolor.

—Sabe, yo no debería estar diciendo esto— la enfermera hizo una pausa dudando de sus palabras— pero veo que está muy afligido por esta situación, conozco a chicos que se han curado—dijo la mujer acercándose lo más posible al chico de cabellera azul y hablando bajo a modo de secreto.

—Verá existe un doctor que ha descubierto la cura y ya ha habido varios casos de que luego que él los ha tratado, erradica el virus de sus organismos por completo y no han presentado ninguna complicación. No quiero mentirle, el trabajo que hace este doctor no es del todo legal, pero si tiene un poco de suerte y le dice su caso quizás el doctor lo ayude— Saga sintiendo la esperanza en forma de una bata blanca sintió que no tenía nada que perder, que si esa mujer a riesgo de perder su empleo se lo decía significaba que podía ser verdad.

— ¿Sabe cómo contactarlo? —tal vez su voz sonó algo más desesperada de lo que quisiera, pero así se encontraba, desesperado por ayuda, por una solución y si una diosa en forma de una regordeta mujer de cabellos amarillos y olor a antiséptico quería dárselas no podía negársele.

— Sólo tengo su dirección y un número de teléfono, espere —la mujer se levantó del asiento se dirigió hacia su bolso, del cual tras un rato de buscar extrajo un papel, como un tarjeta de presentación—  se llama Mitsumasa Kido, aquí sale su dirección y teléfono, escúchame bien el doctor no le da esta oportunidad a cualquiera y además no todos saben de él— Saga asintió y supuso que al trabajar de manera ilegal debía tomar muchas precauciones.

Debes llamarlo y preguntar si es que  puede hacer una transfusión de sangre para O+, sólo eso él te dirá después la hora en la que debes ir a su consulta y él te hablará del tratamiento y el costo—la mujer le entregó la tarjeta a Saga mientras este tomaba nota mental de cada cosa que la mujer le decía, reconocí el nombre del doctor, era muy famoso en el rubro catalogado como uno de los mejores de la era y tras saber que él podría ser su salvación no tuvo ninguna otra duda.

//**//

Lo primero que hizo al salir del consultorio fue llamar y tal como le dijo la enfermera, su encuentro con el doctor Kido había sido planificado ese mismo día a las nueve de la noche, el balde de agua fría que había recibido tras la noticia de la mañana comenzaba a desaparecer, esa nueva esperanza le daba tranquilidad a su corazón, a su lastimado corazón cabe recalcar.

Tras la llamada se encontró dentro de su casa, dentro del lugar que compartía con su novio, el lugar que había sido suyo y de Aioros por muchos años y que ahora de sólo verlo le causaba un inmenso dolor, sus lágrimas comenzaron a correr, su pecho se comprimió y todo ese dolor que había aguantado durante la consulta salió a flote fluyendo como un río que se sale de su caudal.

En un momento de rabia y estupidez comenzó a romper todo lo que había en su cuarto, fotos, ropa, cuadros, como si un huracán azotara su pieza,  agradecía que él no estuviera, agradecía que ese fin de semana él se fuera con su familia, agradecía de no verle la cara en ese momento, se preguntó que hizo mal, se cuestionó si  es que él había llevado a Aioros a engañarlo, en que le faltaba, en que si no era suficiente para le castaño y mientras más pensaba más irá, más tristeza venía a él,  jamás confiaría en alguien más, concluyó al sentir que el peso de su tristeza no le dejaban aventar nada más contra la pared.

Tras dejar salir sus emociones y sus sentimientos de destrucción ordenó su ropa en un bolso, tomó todo aquello le servía, todo aquello que aún le pertenecía sólo a él; el reloj marcaba las ocho en punto y Saga sabía que pronto debía dejar la casa y con ella su actual vida, sus sentimientos por Aioros y todo lo que alguna vez vivió allí; su celular apagado, las llaves y una carta de despedida fueron dejados sobre la mesa del comedor, una carta sin rencor, sin odio, sólo deseándole lo mejor, pidiéndole que se cuidara y que pudiese llevar esa gran carga que ahora ambos compartían y con un bolso, su billetera y su corazón herido cerró la puerta de la casa a la que juraba nunca más volvería.

 

***°***

 

La clínica Kido era un edificio enorme ubicado al extremo sur de la ciudad, tuvo que tomar el metro con el cual atravesó toda la ciudad para llegar, estaba nervioso, estaba apostando todo al doctor aun sin saber que tan maravilloso era esa nueva cura, aun sin saber cuánto costaría, pero ya nada más podía perder, ese día había perdido demasiado sentía que si perdía algo más no tendría importancia.

La recepcionista tras tomar sus datos y avisar al doctor de su llegada lo dejó pasar y le indicó en que piso debía bajarse cuando tomara el ascensor y la habitación a la cual debía dirigirse, todo era muy lujoso, una clínica excepcional por lo que alcanzaba a observar mientras caminaba.

Mientras el ascensor avanzaba se vio a sí mismo al espejo, con sus ojos hinchados y más verdes por lo enrojecido que estaban, sus cabellos azules que siempre procuraba mantener peinados, ahora estaban desordenados y anudados como una enredadera de color azul, un bolso ridículamente grande en comparación con él, que pesaba mucho más de lo que se veía, en resumen se veía desecho, destruido y odiaba su propia imagen en esos momentos.

Tras salir de la clínica iría a ver a su hermano, pedirle alojo por un tiempo, nunca habían sido los mejores amigos pero siempre se tuvieron el uno al otro cuando más se necesitaron, ya que sólo eran ellos dos, Saga era toda la familia que Kanon tenía y viceversa, estaba seguro que lo recibiría sin preguntar nada al menos el primer día.

La luz roja del ascensor parpadeaba en el botón que había pulsado. ya había llegado a su destino, pero las puertas no se habrían por más que apretara el botón,  su segunda opción fue pulsar el comunicador para llamar a alguien pero este parecía que tampoco funcionaba, estaba atrapado en una jaula de metal a quien sabe cuántos metros de altura, su suerte iba en picada,  y si aún le que quedaba algo de ella el ascensor se compondría  y el susto lo daría por pasado,  pero como existe una ley la cual dice que todo lo malo siempre puede ser peor esta se cumplió al pie de la letra cuando el ascensor comenzó a lanzar un humo de color verde que comenzó a ahogarlo, Saga sentía que mientras más intentaba respirar el aire le faltaba aún más, se comenzó a desesperar, ya no sentía sus manos, sus piernas ya no le respondían mandándolo de bruces al suelo, viendo como el ascensor comenzaba a moverse bajando piso por piso e inclusive seguir bajando cuando el número se detuvo.

El ascensor había parado su movimiento mientras Saga yacía sobre el piso, apenas respirando, apenas sintiendo, su cuerpo no le respondían sus oídos parecían haber sido tapados, sus ojos no lograban enfocar bien y su nariz sólo podía oler aquel apestoso olor, las puertas se abrieron y la luz no lo dejó enfocar bien, escuchaba ruidos de voces sombras de personas que lo tomaban lo comenzaban a arrastrar mientras sus últimos pestañeos de conciencia se perdían.

 

Continuará…

 

Notas finales:

sugerencias y comentarios son siempre bien recibidos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).