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El vals del silencio por AkiraR_TakanoriR

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Notas del fanfic:

Por favor, escuchen esta pequeña canción que realmente fue la que inspiró y animó a escribir el final de esta historia, para el momento en el que el fanfic mencione la canción sería apropiado escucharla, ya que le da el sentido y sentimiento del momento. Sin más que decir, espero que les guste este pequeño relato.

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Ya era de día, el rubio bostezó con fuerza intentando despertar completamente, pero su cuerpo y su mente parecían tener otros planes, a pesar de ello logró levantarse para tomar una ducha rápida, se le haría tarde si no se levantaba y ese era el primer día de clases, un nuevo semestre en la escuela media superior, ya cursaba su último año y aun así no se acostumbraba al horario, siempre había sido alguien muy perezoso. Después de haberse bañado y vestido con el uniforme, bajó al comedor para encontrarse con su madre quien le hacía el desayuno como todos los días, se acercó a ella y le dio un beso en la cabeza.

— Buenos días — Saludó sentándose en el comedor mientras ella le pasaba un humeante plato.

— Buenos días hijo - Sonrió al verlo ya listo. — Ojalá así fueras de rápido todos los días, siempre me ilusionas el primer día de clases que te harás más responsable.

— No te emociones, sólo es por hoy — le contestó para después comer lo más rápido posible, iba con buen tiempo y no quería desaprovecharlo, eso era algo raro ya que normalmente llegaba justo a la hora o unos minutos tarde.

Terminó su comida, se despidió de su madre y salió en dirección a la escuela, no le quedaba tan lejos así que podía ir caminando sin preocupación, después de unos cuantos minutos ya podía divisar los edificios de la escuela, aceleró un poco el paso hasta entrar a la institución. Buscó el salón de clases que le habían asignado, ahora pertenecía al grupo B, después de casi tres años dentro de aquella escuela podía moverse con tanta facilidad que ya no necesitaba ver el número de aula en la que iría. Por ser temprano casi no había alumnado en los salones, la mayoría apenas llegaba o ya estaban con sus grupos de amigos platicando como fueron sus vacaciones, Akira se fue directo a su salón sin esperar encontrarse a alguien.

Cruzó la puerta y saludó al vacío, o al menos eso pensaba, ya que al final de la primera fila, una cabeza castaña se levantaba para observar quien había llegado, con la misma rapidez con la que reparó en su presencia, volvió a esconder su rostro entre sus brazos, probablemente aún tenía sueño. Su nombre era Takanori Matsumoto, lo conocía desde que eran niños, vivía cerca de su casa, pero había algo en particular con él, a pesar de tantos años de conocerlo jamás había escuchado su voz, siempre estaba en silencio, observando a su alrededor, nunca logró escuchar ni un sonido proveniente de su boca, eso lo había mantenido apartado del grupo, de los vecinos, de toda la gente, ni siquiera con lenguaje de señas parecía querer comunicarse; hubo un tiempo donde Akira quiso hablarle, se acercó a él pero le fue imposible lograr algo, se portaba indiferente cuando le hablaba, así que pensó en aprender el lenguaje de señas, practicó lo básico con imágenes y videos que encontraba en internet y cuando se sintió listo para hablarle lo buscó un día a la hora de descanso, movió sus manos formando un “Hola” en el aire, le dedicó una sonrisa que se borró al instante al ver como el más bajo fruncía el ceño y se alejaba de Akira con aires de ofendido, el ofendido debía ser yo; pensaba Akira, puso mucho esfuerzo y tiempo en querer aprender a comunicarme con él para que se largara enojado, eso le hizo alejarse de él, sí no quería compañía entonces él no tenía por qué buscarlo. La situación no mejoró para Matsumoto, dado que al crecer muchos de los chicos crecieron con una mentalidad más cerrada y de discriminación; no faltaba quien se burlara de Matsumoto por no hablar, muchas veces él lograba defenderse a los golpes, muchos contaban que tenía un puño bastante fuerte y eso le ayudaba, pero en otras podían dejarlo herido, hubo una ocasión que Akira encontró a tres tipos mayores dándole de patadas gritándole que se quejara o hiciera algún ruido, olvidó su enojo y se acercó a los tres abusivos, agarró al más grande al cual le pateó en el abdomen y le sacó el aire.

— ¡Pobre de aquel que siga molestando a Matsumoto, porque les juro que van a terminar peor que él! — gritó exaltado señalando al grandote que estaba en el suelo buscando aire.

Por supuesto que los otros dos hicieron caso omiso de su advertencia, por lo que al buscarle en pelea terminaron heridos, desde pequeño practicaba artes marciales así que sabía defenderse, y siempre le había gustado hacer ejercicio así que su fuerza bastaba para pelear contra los tres, a partir de entonces no molestaban tanto a Matsumoto, salvo por algunas groserías que se detenían cuando Akira volteaba a verlos. Nunca entendió porque lo defendía, no obtuvo ni una seña de gratitud por parte de Takanori así que no tenía por qué defenderlo, pero algo dentro de él se alteraba cuando de Matsumoto se trataba.

Despejó todos esos recuerdos de su mente y se sentó donde siempre, ni atrás ni adelante, lo suficientemente cerca para poder poner atención cuando lo creía conveniente, pero tampoco adelante para ser uno de los consentidos del profesor además que se sentía ridículo sentándose a lado de la ventana cual estereotipo de chico anime mirando a la nada. Miró en dirección a la puerta, dos amigos de él entraban, el más grande; Yamada saludó siendo únicamente atendido por Akira quien hizo un gesto con la mano en modo de saludo.

— ¿Y tú que mudito? — Dijo en son de burla acercándose a la mesa de Takanori — ¿No piensas saludar o volviste a tragar tu lengua?

Una silla se movió escandalosamente, Yamada volvió su vista hacia Suzuki, el único que estaba allí además de su amigo y Matsumoto.

— Espero que te retractes de lo que acabas de decir, porque me voy a molestar mucho — Dijo el rubio quien se acercaba a Yamada clavando su amenaza con la mirada; el otro chico se molestó y Takanori le miró confuso mientras que Yamada infló el pecho como palomo demostrando que no tenía miedo.

— ¿Sigues jugando a ser su guarda espaldas Suzuki? Te he respetado por ser el capitán del equipo de futbol, pero no creas que voy a dejarme intimidar por ti.

Suzuki llegó a su altura quedando en frente de él, su enojo creció más al ver la sonrisa de autosuficiencia de ese chico, sonrisa que rompería con un puñetazo en la quijada sintiendo como esta parecía quebrarse en sus nudillos, Yamada cayó al suelo con el labio roto y la boca borboteándole sangre.

— Esta me la pagas — gritó Yamada intentando levantarse con todas sus fuerzas, su amigo mientras había corrido en busca del profesor quien se acercaba al aula, al ver la desesperación del chico corrió al salón encontrándose a Yamada y Suzuki a punto de golpearse mutuamente mientras Matsumoto intentaba detener a Akira quien ya tenía el uniforme desarreglado.

— Ambos ¡A la dirección! No voy a permitir esta clase de espectaculos en mi aula — habló fuerte el docente usando su fuerza para apartar a ambos chicos.

— Él empezó — gritó Yamada como si un niño fuese señalando a Suzuki en un vano intento por salir ileso del castigo — Mire como me ha dejado.

Mientras Yamada intentaba persuadir al profesor, Akira se acercó a Takanori con un gesto avergonzado por haberle dado ese espectáculo.

— ¿Estás bien? — Preguntó a pesar que el más bajo no había recibido ni un solo golpe, esta vez Takanori no huyó ni parecía molesto, una tímida sonrisa adornó su rostro, apenas era una curva que se formaba de un lado de su boca haciéndole ver de lo más inocente a pesar de que realmente reflejaba arrepentimiento. — Tranquilo, estaré bien.

Suzuki caminó fuera del salón yendo directo a la dirección, el profesor se cansó de que su alumno siguiera justificándose y lo envió con un fuerte grito a la oficina del directo, más molesto todavía al ver la cobardía del estudiante.

Como era de esperarse a ambos los suspendieron algunos días, tres para ser exactos, la madre de Akira no estaba muy contenta con la noticia, pero intentó no hacer más grande el problema al entender que su hijo sólo defendía a aquel chico que ella también conocía. Takanori era muy guapo, era difícil no tomarlo en cuenta cuando caminaba cerca de allí para ir a la escuela, Akira fue el encargado de decirle acerca de la condición de su compañero y desde ese momento su instinto de madre se activó sintiendo que quería proteger a ese chico, al parecer Akira se parecía a ella en ese sentido.

 

 

 

Los tres días pasaron y Akira volvió a incorporarse a las clases, se encontraba algo perdido al no haber estado presente en las clases que daban la introducción al tema que veían en ese momento, aun así intentó por todos los medios poner atención a su docente a pesar que su mente volaba recordando la sonrisa de Matsumoto, nunca lo había visto así, realmente era el esbozo de una sonrisa, pero el saber que fue dedicada sólo para él en agradecimiento fue suficiente para saber que no se había equivocado. Llegó la hora del descanso, Akira salió del salón caminando directo a la cafetería, pero una mano sujetó la manga de su uniforme deteniendo su paso; se volvió para ver quién era llevándose la sorpresa que era Matsumoto jalando de él, siguió su paso regresando al salón, Takanori hizo un gesto con la mano indicándole que se sentara enfrente de su mesa, Akira aceptó algo extrañado mientras el castaño sacaba dos cajas de bento de su maleta, Suzuki le miró extrañado mientras Matsumoto le ofrecía uno de los desayunos.

— No es necesario que lo hagas, pero te agradezco el gesto — Dijo Akira con algo de timidez tomando la caja entre sus manos.

Takanori estaba en un duelo consigo mismo, después de pensarlo por algunos segundos, tomó una libreta y se puso a escribir rápidamente “Quiero agradecerte por siempre defenderme y disculparme por haber dudado de ti.” El sonrojo en sus mejillas era muy notorio, era la primera vez que se comunicaba con alguno de sus compañeros, y tenía que ser precisamente Suzuki a quien le hablase. El rubio le miró extrañado, cosa que no pasó desapercibida y Takanori se puso a escribir nuevamente. “Pensaba que cuando me defendiste sólo lo hacías por llamar la atención, por quedar como el macho alfa o algo así, nunca he recibido apoyo desinteresado por parte de nadie además de mis padres así que desconfío de los demás, pero el otro día tu terminaste castigado, te golpearon un poco y por mi culpa, ya no creo seas malo o que tú también quieras burlarte de mí”

— ¿Entonces por eso te ofendiste cuando te hablé con las manos? — Akira rió levemente, no se había imaginado esa posibilidad, se sintió torpe pero no más que Takanori quien su rostro se coloreó de rojo asintiendo levemente. — No te avergüences, supongo que es normal después de todo, pero siendo sincero realmente hace mucho que quería conocerte — Probó un bocado del desayuno sintiendo un agradable sabor en este. — Esto está delicioso.

Gracias” Allí Akira se dio cuenta, Takanori no sólo se había preocupado por llevarle algo, también lo había preparado él mismo, un impulso hizo querer abrazarlo, pero su mente fue más rápida, eso se vería extraño, apenas y empezaron a conocerse hace algunos minutos. Siguieron comiendo en un cómodo silencio, sabía que Takanori no se iba a abrir del todo con él, y si algo caracterizaba al chico era ese misterio tras su mutismo.

Cuando terminaron de comer, Takanori sacó otra libreta de su mochila pasándosela al mayor. “Tomé apuntes lo más claro posibles para que estudies, no sé si los necesites, pero por mi culpa no llegaste tres días, te serviría estudiar un poco”

Akira miró la libreta, todo estaba escrito detalladamente, había separadores que indicaban donde cambiaba una materia de la otra, algunos esquemas y diagramas estaban dibujados de manera impecable facilitándole reconocer lo que se había perdido, todo ese esfuerzo por parte de Matsumoto terminó por alegrarlo y esta vez sí no pudo resistir las ganas de abrazarlo, se levantó de la silla pasando por encima de la mesa y le abrazó a como pudo, ignorando las miradas de los demás, podía sentir calor a lado de su rostro, sin duda Takanori se había vuelto a sonrojar tanto que podría confundirlo con un tomate.

— Lo siento — le soltó Akira algo avergonzado también. — Me has emocionado con tu amabilidad, espero no te asustes o algo así.

Rápidamente Takanori negó con la cabeza, Akira estaba tan entusiasmado con ese chico, pero no dejó esa fuera última vez que se juntaran, ya era normal verlos juntos en la escuela, Akira no dejaba de hablar mientras Taka (como era su costumbre decirle) le hacía gestos que Akira aprendió a interpretar facilitándoles comunicarse, Akira descubrió que Taka era un chico muy inteligente, además de interesante, tenían tantos gustos en común y se veía que la música era algo que les apasionaba a los dos, Takanori aprendió a confiar en Akira y no podía sentirse más feliz de haber dejado que ese rubio se acercara; no era aficionado a los deportes, pero cada que el equipo de Akira tenía juego estaba allí en la gradas, emocionándose al verlo anotar algún gol, se preocupaba cuando le hacían alguna falta al capitán y celebraba cada victoria, no por el equipo, sólo por Akira a quien le gustaba verlo feliz festejar después de un difícil partido, nunca faltaba que le pasara una botella con agua para que se refrescara y Akira todo sudado le abrazaba con fuerza, en cambio cuando perdían sólo le revolvía el cabello diciéndole: te fallé. Esos detalles hacían que Takanori no quisiera separarse de Akira y Akira de Takanori. Llegó al punto que un día Takanori llevó a Akira a su casa, la señora Matsumoto recibió a Akira con tanto cariño y agradecimiento.

— ¿Así que él es Akira-kun? — saludó la señora con una reluciente sonrisa — Bienvenido, por favor siéntete como en tu casa Akira-kun, pronto estará la cena.

Takanori lo jaló para llevarlo a su habitación, nadie desconocido había entrado antes lo cual le causaba emoción y nervios, no sabía cómo reaccionaría. Akira entró mirando todo a su alrededor, realmente era una habitación cualquiera, a excepción por los dibujos que tapizaban las paredes, fácilmente pudo reconocer que eran hechos por Takanori, su forma de dibujar era característica y fantástica.

— ¿No te gustaría ser mangaka o algo así? — le sugirió sentándose en la cama. Takanori se encogió de hombros, no había decidido qué hacer con su vida y tampoco es que lo pensara mucho, se sentó en la cama a lado de Akira apoyando su cabeza en el hombro ajeno. — Tienes un gran talento, quizá no sea para mangaka, pero estoy seguro que lograrías mucho con tus dibujos.

La sonrisa de Takanori en ensanchó, se levantó de la cama y fue directo al armario, allí tenía una carpeta llena de dibujos los cuales les pasó a Akira quien miraba cada dibujo fascinado, algunos eran simples caricaturas de personas que conocía, algunas graciosas, otras un tanto crueles acerca de quienes lo molestaban regularmente hasta que llegó a un dibujo de Akira donde dormía apoyado en su mesa de la escuela, se le veía tan tranquilo, como si tuviera uno de sus mejores sueños, no estaba dibujado como caricatura, era un retrato fiel a todos los detalles de su rostro, Akira pensaba que si soplaba a la hoja el cabello se movería, estaban dibujados de manera tan realista que podía pasar por una fotografía en blanco y negro.

— No puedo imaginar el trabajo que pusiste en este dibujo — realmente estaba emocionado e impresionado, miró a Takanori quien movía la mano con gesto despreocupado.

Antes de poder decir algo más la madre de Takanori les habló para comer, ambos bajaron a la primera planta mientras la cena era puesta en la mesa, el señor Matsumoto ya se encontraba allí, ambos se sentaron esperando que la señora igual les hiciera compañía, la comida pasó muy entretenida mientras platicaban los mayores con Akira a quienes encontraron como un chico totalmente agradable, no fue difícil saber porque Takanori se había encariñado tanto con él y estaban seguros que su amistad le ayudaría a Takanori con el aspecto social, estaban preocupados por la soledad de su hijo, pero con su nuevo amigo puede que eso cambiara.

— La comida estuvo deliciosa y estoy más que encantado de estar con ustedes, pero me tengo que retirar, no le avisé a mi madre que no llegaría a casa y debe de estar preocupada. — Dijo cuando terminó su comida intentando no sonar grosero.

— Tranquilo, anda ve y dale saludos de nuestra parte, espero pronto vuelvas a visitarnos — La señora Matsumoto realmente parecía muy hogareña.

Y así fue, algunos fines de semana Akira lo pasaba con los Matsumoto quienes siempre lo recibían con los brazos abiertos.

 

 

 

Los días avanzaban rápidamente, y los finales se acercaban, además de los exámenes tenían que supervisar los detalles de la clausura con los representantes de los alumnos, esta vez al grupo B le tocaba colaborar con la organización del programa de la ceremonia, habría una demostración final de clubes de la escuela quienes mostrarían lo que habían aprendido. Sólo faltaba el club de música quien ensayaba para su concierto final. Tales actividades no eran las favoritas de Akira y Takanori quienes prefirieron escabullirse dentro de un salón y que los demás se encargaran de supervisar el concierto, no veían el por qué debían estar todos presentes así que mejor se dedicaron a descansar en la segunda aula de música, estaba vacía ya que todos los instrumentos las llevaron a la primera donde la banda tocaba. El sol tintaba el aula con un bello naranja al atardecer, mientras se escuchaba la música proveniente del otro salón la cual aplaudían o abucheaban dependiendo de su gusto, de pronto el ruido de violines empezó a sonar tranquilamente, algo armónico que fue complementándose con el piano creando una hermosa melodía. Takanori tenía los ojos cerrados disfrutando de la canción, Akira se dedicaba a observar a Takanori quien parecía respirar al ritmo de la música, se levantó del suelo donde estaba sentado y se puso frente a Takanori tendiéndole la mano frente a su rostro; Taka sintió la presencia enfrente de él mirando a Akira quien se veía diferente, algo que jamás había visto en él, no era que físicamente hubiese cambiado, era la forma de mirar de Takanori quien ya no veía a Akira de la misma manera.

Tomó su mano levantándose con ayuda del mayor, Akira lo juntó a su cuerpo colocando su mano libre en la espalda ajena, no tenía idea de lo que hacía, pero le gustaba, esa sensación de tener a Takanori tan cerca de él y que el menor lo aceptaba eliminando toda distancia entre ellos, podía percibir el aroma de aquel muchacho, el calor de su cuerpo que aumentaba considerablemente al igual que el suyo, sentía en su pecho que su corazón latía sin control, tan fuerte que seguro Taka era capaz de notarlo al tener su cabeza tan cerca de esa zona, apenas se movían de un lado a otro, sólo disfrutaban de la cercanía del otro dejando que el tiempo se detuviera en la melodía que los envolvía, la noche no tardaba en caer pero ellos estaban ajenos a lo que pasaba a su alrededor, sólo sus corazones danzaban a la par mientras que ambos se miraban sin decir nada, sin pensar en nada, sólo dejándose llevar mientras Takanori se alzaba de puntas lentamente y Akira inclinaba la cabeza, ambos cerraron los ojos mientras las últimas notas sonaban de aquella canción y todo explotó en miles de sensaciones cuando sus labios por fin se rozaron, Akira abrazó más fuerte la espalda del menor mientras este se abrazaba del cuello del rubio suspirando entre aquel suave toque que los elevó al cielo y regresaron a la vida en un instante en los labios del otro.

Todo estaba oscuro, la noche había caído y el silencio reinaba, el ensayo había terminado y los alumnos iban saliendo, mientras Takanori y Akira apenas se separaban incrédulos de lo que acababa de pasar, aun así, sus manos se unieron y ambos sonrieron, no podían ocultarlo, los sentimientos entre ellos eran fuertes y lo mejor, eran correspondidos a pesar de todo.

— Promete que jamás te irás de mi lado — susurró en su oído Akira logrando que Takanori volviera abrazarlo asintiendo con la cabeza, Akira lo separó de su cuerpo volviendo a buscar sus labios dejándole un suave beso.

 

 

 

Llegó la ceremonia de graduación, todos en la escuela lucían formales, bastante elegantes, las familias llegaron acompañando a sus hijos graduados, los padres de Takanori y la madre de Akira se sentaron juntos orgullosos de ver a ese par por fin graduarse, ambas familias fueron testigos del esfuerzo que ambos pusieron por salir con buenas notas, aunque ninguno de ellos se imaginaba la razón. Ambos se habían prometido ir a Tokio a estudiar la universidad, ya el tramite estaba hecho y ambos fueron aceptados, vivirían juntos a partir de ese momento, Akira había planeado declararse formalmente estando allá, quería hacer su vida a lado de la persona que le había enseñado a amar incondicionalmente en tan poco tiempo. Akira se encontraba con Takanori, ambos sentados cerca del escenario donde darían las palabras para concluir la ceremonia, pero antes de empezar, un compañero de Akira fue a buscarlo.

— Queremos una foto todo el equipo y no puede faltar el capitán — expresó con entusiasmo el muchacho.

Akira se levantó de la silla y se volvió a Takanori. — Ahora regreso — le dijo mientras el otro asentía.

La foto iba a ser tomada en la cancha de futbol, todos estaban emocionados por haber ganado el último campeonato escolar por lo que el trofeo relucía delante de ellos. Mientras tanto en la ceremonia, Yamada junto a otros tres compañeros no iban a perder la oportunidad de volver a buscar a Takanori, estaba vulnerable sin Akira quien no lo había dejado en todo el semestre. Uno de los chicos lo llamó, pero este al negarse disimuladamente lo jaló para llevárselo. Entraron a una de las aulas del edificio, mientras Takanori intentaba zafarse del muchacho una patada en la espalda lo desestabilizó haciéndolo caer.

— ¿No creías que te ibas a ir sin despedirte? Pero que mal educado eres — Dijo Yamada con un toque de desprecio. — No fue mala idea que se llevaran a tu noviecito para una cursi fotografía, mientras yo voy a vengarme por todos esos días que me tuvieron en recuperación cuando ese imbécil me fracturó la mandíbula.

Los golpes y patadas no se hicieron esperar, cada vez más dolorosos, a pesar que Takanori quería levantarse y defenderse, tres contra uno le imposibilitaba ponerse de pie y atacar, el aire le faltaba por cada patada que le daban y sentía el sabor metálico de la sangre en su boca la cual la escupía por inercia gracias a la fuerza de los golpes.

La ceremonia dio inicio, Akira volvió, pero no encontró a Taka sentado en su lugar, fijó la vista en sus padres; quizá estaba con ellos, pero no era así, los tres estaban platicando animadamente, se preocupó en demasía al pensar que Yamada no estaba durante la fotografía ¿cómo pudo ser tan idiota? Se preguntaba mientras corría al interior del edificio para buscar a su amado.

La alarma sísmica sonó alertando a todos en el edificio, en Japón no era extraño que ocurrieran sismos así que la gente salió en calma como muchas veces les habían indicado, el único alterado era Akira quien por todos los medios buscaba a Takanori antes que empezara a temblar.

Demasiado tarde, el suelo se sacudió fuertemente moviendo todo lo que estaba de pie, hasta las personas perdieron el equilibrio al caminar a la salída; un profesor miró la desesperación de Akira por lo que fue de inmediato a sacar al muchacho quien le gritaba que lo soltara, que tenía que buscar a alguien.

— Ya debe estar afuera, no te preocupes joven — le intentaba calmar el profesor, pero este más se enojaba.

— No estaba en el salón con nosotros, puede seguir adentro ¡Debo buscarlo! — gritó desesperado manoteando para que lo dejaran en paz.

La madre de Akira se acercó para calmar a su hijo mientras los padres de Takanori lo buscaban con la mirada.

— Akira-kun ¿dónde está Takanori? — Preguntó el señor Matsumoto sujetando al muchacho por los hombros.

— Creo que sigue adentro, no le he visto y tengo que ir a buscarlo.

Un sonido muy fuerte se escuchó alertando a todos, vidrios se rompían y todo se sacudía de nuevo y esta vez con más fuerza, para todos fue una sorpresa cuando una gran grieta se abría paso por todo el concreto que formaba la pared frontal del edificio mientras pedazos enormes de techo iban cayendo.

— ¡Takanori! — dijo en voz alta Akira y sin saber cómo se liberó de quienes lo sujetaban y corrió dentro del edificio que se hacía añicos frente a los ojos de los demás.

Un pañuelo que cargaba en el bolsillo le sirvió para cubrirse la nariz de todo el polvo que se estaba levantando, rogaba poder encontrar a Takanori lo más rápido posible, se acercó a los salones traseros que había en el edificio, al menos estos seguían casi enteros, pateaba puertas desesperado intentando encontrarlo; al tercer salón al que entró lo encontró tirado y en malas condiciones, intentaba levantarse, pero las fuerzas no le daban, estaba sucio y ensangrentado, con la ropa totalmente arruinada, no se comparaba con el guapo Takanori que había visto hace unos minutos. Se quitó su pañuelo para ponerselo a Takanori en la cara para que no inhalara el polvo que cada vez se hacía más denso, despues lo agarró cargándolo en su espalda y ambos salieron con mucha dificultad, atravesaron el edificio hasta casi llegar a la puerta.

— ¡Allí vienen! — gritó alguien que desde fuera logró visualizarlos.

Un crujido llamó la atención de Akira, provenía de encima de sus cabezas, una grieta se formaba dejando que un pedazo de escombro cayera por detrás de los chicos, apenas tuvieron oportunidad de esquivarlo, pero no se dieron cuenta que un pedazo más grande se desprendió justo encima de ellos aplastándolos con gran fuerza.

Miembros de rescate llegaron a la escuela rápidamente, alguien ya había pedido ayuda y sólo necesitaban rescatar a dos estudiantes, con esfuerzo y apoyo de los padres lograron quitar el escombro que los aplastaba, un paramédico los revisó de inmediato anunciando que ambos vivían, los subieron rápidamente a las tablas para llevarlos a la ambulancia.

Takanori sintió como manipulaban de él, su cuerpo le dolía pero eso no importaba en ese momento, abrió los ojos buscando a Akira pero alguien sujetaba su cabeza impidiéndole moverse, además de un estorboso collarín que lo inmovilizaba su cabeza casi por completo, aun así contra la fuerza que los paramédicos le ponían para sujetarlo a la tabla con la tiras logró incorporarse un poco buscando a Akira, lo miró rápidamente mientras le hacían RCP, su madre lloraba a un lado siendo sujetada por alguien para que no interfiriera, uno de los paramédicos pidió que nadie lo tocara mientras le daban una descarga con el desfibrilador portátil que cargaban, apenas pasó la descarga revisaron si volvía su pulso lo cual negó el paramédico provocando el grito de dolor de la señora; el hombre que atendía a Takanori lo regresó a su posición en la tabla temiendo alguna lesión en el cuello y lo sujetaron bien para que no volviera a levantarse.

Lo estaban metiendo a la ambulancia, no quería irse, no sin saber de Akira, no podían llevárselo, no podía morir Akira, le había prometido que estarían juntos, no quería apartarse de su lado. Se revolvía con fuerza a pesar del dolor, pero las sugestiones no cedían, intentó por todos los medios, pero no pudo librarse.

— ¡AKIRAAAA! — gritó con todas sus fuerzas sorprendiendo a sus padres quienes lloraban al verlo así.

 

 

 

Ya se encontraba bañado, vestía una camisa blanca acompañada por un chaleco negro unos pantalones elegantes a juego y su cabello bien peinado hacia atrás y unas gafas oscuras que lo hacían ver atractivo, su madre subió a verlo.

— Vamos Taka, la madre de Akira nos ha de estar esperando — dijo la señora mientras le miraba desde la puerta.

El camino a casa de Akira fue corto, ambos entraron al hogar de este quedándose en la sala, Takanori miraba a su alrededor, muchas fotos de Akira adornaban el lugar, fotos con su madre, mientras ambos estaban de vacaciones, una donde aparecía con sus abuelos, pero había una en especial que le llamó la atención, al parecer era la más reciente, Akira vestía su uniforme rojo de futbol sus compañeros festejaban atrás de él con una gran copa en manos mientras Akira estaba ocupado abrazando a Takanori totalmente feliz por haber ganado ese torneo y que el pequeño estuviera presente con él. Las lágrimas de Takanori no se hicieron esperar, su madre adivinando los sentimientos de su pequeño lo abrazó con fuerza mientras Taka limpiaba sus lágrimas para no verse mal.

Escucharon la puerta abrirse, ambos miraron esperando ver quien entraba, la sonrisa de Takanori se iluminó cuando vio entrar un par de muletas y en estas venía apoyándose Akira con una pierna fracturada, entre otros problemas, pero feliz de regresar a su casa, Taka corrió a su encuentro abrazándolo con cuidado mientras la madre de Akira y el padre de Takanori entraban después de él. El señor Matsumoto se había ofrecido a irlos a buscar al hospital, Taka tendría que esperar ya que con las muletas no iban a entrar todos en su pequeño auto.

— Me alegra que estés bien — dijo Akira soltando una muleta para revolverle el cabello con cariño.

— A mí me alegra estar contigo, te amo Akira — se confesó a pesar que sus padres estuvieran presentes, pero ya no importaba, sentía que lo había perdido una vez, no dejaría que volviera a pasar, tenía que decirle lo que su corazón gritaba.

— Yo también te amo Takanori — dijo el mayor buscando los labios del castaño hundiéndose en un profundo beso que ambos necesitaban con urgencia, que calmara todas las emociones que habían vivido y les asegurara que seguirían juntos para siempre.

 

 

 

 

El despertador sonó, Akira movió la mano buscando su móvil de dónde provenía la música, su alarma emitía el vals del silencio, aquella canción con la que descubrieron sus sentimientos, la misma tonada que escucharon cuando por fin se dieron su primer beso, le había preguntado a uno de los chicos de la banda cual canción era la última que interpretaron en la ceremonia de graduación, era esa melodía que lo transportaba a aquel entonces cuando apenas empezó su relación con Takanori, abrió los ojos buscando algo a su lado en aquella blanca sábana que cubría la cama, pero no lo encontró, aquél lugar estaba intacto como todas las mañanas, sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar su sueño de anoche, aquel sueño recurrente donde su subconsciente le enseñaba lo que deseaba que hubiera ocurrido, no la maldita realidad que estaba viviendo en Tokio, entró a la escuela y arrendaba un departamento a como estaba planeado, pero faltaba algo.

 

Metieron a Takanori a una operación de emergencia apenas llegó al hospital, lo sedaron para tranquilizarlo pues sólo gritaba que quería ver a Akira, que Akira no se muriera, pero a media operación comenzó una hemorragia que no lograron detener. Takanori Matsumoto de 17 años de edad había muerto en el quirófano donde le intentaban salvar la vida mientras Akira en terapia intensiva luchaba por la suya, por una vida a lado de su amado a quien no volvería a ver.

 

Y allí lloraba Akira, un año después de esa tragedia, solamente acompañado por su música, por su vals del silencio, aquel silencio que aprendió a amar en tan poco tiempo… A su Takanori.

 

 


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