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¿Buscas Venganza? por Wermai

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Notas del fanfic:

Shingeki no Kyojin no es mío.

Notas del capitulo:

¡Hola a cualquiera que se anime a leer este fic! 

La verdad, este fic nace de un sueño que tuve hoy mismo :3 Solo espero que les agrede tanto o más de lo que a mi me agrado escribirlo.

Va a ser un fic relativamente largo y aunque puse varias advertencias, a medida que vaya avanzando el fic se iran agregando más o menos. 

Como nota especial, este capítulo fue beteado Mango Starr, a lo que quiero agregar lo genial que es ;) 

Ahora ¡a leer!

Es cosa de Genética I.  




Puede que la vida sea excesivamente perra. 




Es esa clase de bruja desalmada que siempre se disfraza de algo que no es… En realidad, la vida no es lógica o normal, todo lo contrario ¿No debería ser acorde al propio inconsciente humano? La realidad es que el ser humano jamás fue creado para enfermar o morir, ni siquiera para tener experiencias dolorosas. Sin temor a que suene demasiado utópico, existe la sentencia de que el ser humano fue creado para ser feliz.  




Pero no. No lo era. 




Aunque resulta interesante e ingenioso el método diabólico que utiliza la vida para causar sufrimiento.  Es como una lista de quehaceres; primero naces, comienzas a sentir deseos y tu corazón comienza a traicionarte hasta caer en los placeres de la carne; entonces comienzas a ser irrealmente feliz hasta el punto de llorar y agradecer al dueño del mundo por todo aquello. Pero todo da un giro macabro, en toda historia existe un punto de quiebre, ese punto odioso donde todo se va a la mierda, posiblemente una enfermedad o que tu ser más amado muera, problemas económicos, catástrofes naturales o una hiperinflación, un montón de cosas, que hacen ver esos años dorados como un hermoso dibujo a tiza en una pared, una que ha sido levemente limpiada con un trapo hasta no saber en qué punto acaba una línea y empieza otra, triste. Entonces los hombres comenzamos a ser un vestigio de lo que alguna vez fuimos, un fantasma de carne y hueso deambulando sin rumbo, cargando sus pesados kilogramos de cadenas y sollozando en cuartos escondidos, donde no llega la luz del sol, gimiendo, cargados de dolor, deseando que llegue el milagro que los devuelva al pasado. Pero no llega y nunca llegará, porque eso no tendría sentido. Al final no hay esperanzas y al hombre solo le queda esperar su muerte. 




Vaya. 




Decía un viejo libro que los hombres vivos tienen conciencia de su propia muerte, más el hombre muerto no tiene consciencia de nada en absoluto. 




¿La esperanza que queda es morir? 




Existen personas que lo ignoran, otras que la desean, muchas le temen y muchas otras privilegiadas que tienen una esperanza más allá de este mundo. Pero existe un reducido grupo de personas que tienen conciencia de todo en absoluto y dedican su vida a ser grandes y explotar su vida y la de las personas a su alrededor al máximo, son esa misma clase de personas que llevan la vena de la fama y la aventura, posiblemente de la misma vena de Odiseo, Sócrates, Da Vinci, John Lennon y Albert Einstein.  



Y Levi Ackerman era uno de ellos. 




El día que Levi nació el cielo retumbó como si mundo fuese a acabarse, cayeron truenos con furia hasta que la luz de la lujosa ciudad se fue. El rio de la vereda cercana se desbordó y en la reserva natural prendió en fuego.   




El día en general había estado nublado y lleno de nubes negras que amenazaban con llover en cualquier momento, pero no llego el momento de lloviznar sino hasta que el señor y la señora Ackerman llegaron a la clínica central para que la señora pudiese parir a su primer hijo. 




Era algo desconcertante, las predicciones



meteorológicas pronosticaban un día cálido con un cielo despejado y un sol tan alto que resultaba abrumador. Pero desde que la señora comenzó con las contracciones, el día comenzó a oscurecerse.  




Cuando al fin fue recostada en la camilla y mandada a trabajo de parto, la tormenta comenzó. El cielo crujía desesperado, los truenos comenzaron a alumbrar la ciudad y después de dos horas de pujar sin éxito, la luz dentro del hospital se fue, no dejando más que tinieblas. Las enfermeras tuvieron que correr por linternas, ya que la energía de emergencia falló, para alumbrar a un aterrado doctor preocupado por su familia. Tenía un mal presentimiento.             




Un par de horas más tarde fue el incendio y una serie de sismos que no pasaron 3.3 en la escala de Richter.  




La tormenta duró cerca de doce horas, hasta que la cansada madre pudo dar a luz, esfumando consigo su joven vida. 




Al entrar Kenny Ackerman al consultorio, sus ojos se aguaron y vio con algo parecido a la lástima a su pequeño hijo, finalmente rió como desquiciado, viviendo un infierno antes de morir, viendo como frente a sus ojos se desvanecían sus sueños, esperanzas y todo por lo que había trabajado durante toda su vida, a la única mujer que amó desde que no era más que un chicuelo usando overoles altos color beige y la cara perpetuamente llena de lodo o tierra, cuando su única compañera no era más que una bicicleta roja y algo gastada. 




Dos minutos después de nacido Levi Ackerman, la lluvia se detuvo dejando atrás incendio, inundación y corazones llenos de temor; su madre murió; y su padre de derrumbó frente a él, se destrozó. Entonces el bebé Ackerman, sin cumplir su primer día de nacido, entendió el funcionamiento de la vida. 




Así mismo sus años de niñez fueron algo tétricos. 




Milagrosamente su padre siguió trabajando y no se echó del todo a la pena o terminó levitando de una soga colgada en el sótano como podía esperarse.  Aunque claro, se volvió un poco alcohólico y busca pleitos, pero nada más allá de lo manejable. Hasta en una ocasión Levi le vio asistir a una reunión de alcohólicos anónimos. 




Él, por su parte, encontró extraños hobbies. Desde muy niño se interesó por las historias de misterio y suspenso, se deleitaba leyendo a Poe, Lovecraft y Stephen King. Flipó cuando vio por primera vez el extraño mundo de Jack y escuchó a Marilyn Manson; pero nada de ello se comparó cuando experimento la emoción de sumergirse en el estilo de grandioso Tim Burton, vio todas sus películas, bocetos y jamás se perdió un detrás de cámaras. Llegó al punto de aprenderse todas las líneas de Sweemey Todd, el satánico barbero de la calle Fleet, cosa relativamente fácil gracias a su privilegiada mente.  




Algunas veces Levi se comportaba como un niño caprichoso amante de lo extraño y lo bizarro. Deseaba profundamente una familia como los Addams. Y es que si su padre no fuese tan depresivo lo hubiese catalogado de perfecto, pues él quería un padre más loco, que lo de depresivo y malhumorado se lo dejaran a su hermana, la cual su padre se vio obligado a adoptar por cumplir los deseos del joven maniático. Y es que, Mikasa Ackerman era lo más cercano a Merlina en la vida real. 




Kenny accedía a todo, hasta modificar su hermoso nido de amor en una tenebrosa mansión al más estilo Burton. A todo menos a conseguirse una esposa como Morticia, aunque la presión psicológica del genio de su hijo estaba ganando y poco a poco comenzaba a plantearse el volver a enamorarse. Levi era realmente extraordinario aun cuando solo contaba con ocho años. 




Desde una parte más personal, Levi compraba ropa para sí mismo y su hermana Mikasa, algunas veces la vestía recatadamente como si fuese a un velorio, otras, al más puro estilo de Loli Gothic. Por otro lado, el siempre dejaba su flequillo por su rostro, con una entrada en su lado izquierda, rapado al estilo militar, su cabello negro como las plumas de un cuervo y su piel blanca como porcelana facilitaban su idea de estilo. Algunas veces usaba trajes azul claro de tirantas hasta la rodilla, con el chaleco abierto y sus zapatos deslumbrantemente negros. Otras veces, jirones de ropajes llamativos y con volados de tela algo rasgada con un gabán corto.  




Pero sin duda, su favorito era esos pantaloncillos negros con tirantes con una camisa rayada blanca y salmón, y unos zapatos que terminaban en punta que compró durante su breve obsesión por la saga de Harry Potter.  




Sus labios pálidos y ceño fruncido terminaron el trabajo.  




Pero su testarudez no termino allí. Su obsesión por lo extraño lo llevo a crear un laboratorio similar a la fábrica de chocolates de Willie Wonka. Su padre siempre tuvo mucho dinero y no se cortaba a la hora de satisfacer los caprichos de sus dos hijos, sobretodo de Levi, pues quería creer que no era solamente por ser la viva imagen de su difunta esposa.  




A los nueve años, Levi ya comprendía libros de física avanzada, comprendía cálculo y estaba a un nivel más alto que un ingeniero mecánico. Y los inventos que había comenzado desde los cinco años, dieron un giro sorprendente cuando cumplió los doce y se interesó obsesivamente por la genética. Paso de reparar los electrodomésticos de casa y el auto de Kenny a estudiar las propiedades del rayo y arrancarle uno que otro cabello a su hermana. Pronto, comenzó a combinar los genes de diferentes plantas, millones de ellas que en paz descansen, con la intención de crear nuevos especímenes. 




Atrás, también, dejo sus delirios de crear vida tal como lo hizo el Dr. Frankenstein, porque consideraba cruel traer más vida a sufrir y, la verdad, se le hizo imposible. Además no encontró como partir parte de su cerebro sin dañar sus propias habilidades motoras, podría hacerlo con el cerebro de alguien más, pero eso solo sería pasar a esa persona de cuerpo, si no moría antes… Y el idiota de su padre no le dejo experimentar. 




Cuando Levi llego a su adolescencia, adelantada por supuesto, a los 10, quiso saborear la independencia económica, por lo que hackeando los computadores de la NASA consiguió trabajo espiando virtualmente a los rusos.  




Sobre sus inventos, por otra parte, decidió que aún no era momento para que vieran la luz. Los utilizaba únicamente de uso personal y en ocasiones familiar. Comenzó con cosas sencillas y prácticas como comprar partes de celulares, televisores, equipos de sonido y demás, para recrearlos en casa, luego, cosas útiles como imanes incrustados en sus dedos y que se activaban a la fricción de su pulgar e índice, con la finalidad de no agacharse a la hora de que se le cayera una moneda. Hasta un pequeño mini-robot-mayordomo que, originalmente, llamo Igor. Pero luego al parecerle muy cliché, le llamo Gollum.  




Era bastante obvio que no cualquiera pudiese hacer un robot que casi pensara como un humano. Dentro de poco, todos en el barrio y ciudad comenzaron a notar el increíble genio del mayor de los hermanos Ackerman y, aunque le tenían miedo, también le admiraban, pero sobretodo más miedo tenían a las consecuencias de meterse con los Ackerman. Millones de historias rodeaban la familia, como que el extraño laboratorio de Levi era una cámara de tortura donde se placía en experimentar con plantas, insectos, animales y humanos. 




No muy lejos de la realidad. 




Mientras que de papá Ackerman decían que era un asesino a sueldo de alta gama, que asesinaba especialmente a mujeres hermosas como su fallecida ex-esposa, solamente por una insana venganza contra la injusta vida. También se decía que Mikasa era producto de un amorío fortuito de Ackerman con una traficante de drogas asiática. Gracias a eso, la menor de los Ackerman continuaba en el negocio de exportar drogas con su madre, principalmente de Colombia y  México. 




Algo absurdo pues Mikasa, quien ya había escuchado los extraños rumores, creía que existía mucha más droga en Estados Unidos que en esos países.  




A pesar de que el Ackerman mayor fuese económicamente autosuficiente, su padre no lo dejo faltar a la escuela, mucho menos saltarse cursos e ir directamente a la universidad. Tuvo que asistir a la primaria pública como cualquier niño normal junto a Mikasa, donde –contrariamente a las expectativas de su padre- perdió dos años hasta terminar en el mismo curso que su hermana cuando llegaron al instituto. 




El segundo año de instituto Mikasa contaba con 13 años y Levi con 15, y para desgracia de ambos, estaban en el mismo curso.  




Mikasa había rogado a su padre que los cambiase de colegio cuando ella pasara a educación media. Era el lugar más caro y prestigioso de la ciudad y tanto su padre como Levi se extrañaron por ello, porque aunque tuvieran el dinero para pagarlo, jamás les gusto esa vida caprichosa de los niños ricos, aunque ellos fueran unos, algo diferentes, pero en resumidas cuentas, ricos mimados. 




Levi finalmente se enteró que la razón de su hermana se escondía detrás de un amigo que conoció cuando iba al pueblo y, al parecer, el chico estudiaba allí. Ahora Levi tendría que compartir curso no solo con su hermana menor sino con su novio, bufó, eso se ganaba por todas las bromillas en  años pasados, aunque de todos modos tampoco tenía tiempo para prestarlea atención, pues habían muchos experimentos pendientes y le molestaba en exceso ver su horrenda y gorda maestra recitando las tablas de multiplicar. 




Lastimosamente, desde ese año Kenny dio un ultimátum, Levi Ackerman no perdería un año más o cancelaría sus cuentas y, siendo aún menor de edad, el menor ni se esforzó en contradecir a Kenny, además también había sido una de las condiciones en su trabajo. 




Desde que llegó el primer día de clases a ese salón lleno de niños, notó las miradas extrañas y de respeto que los demás tenían sobre él, cada uno repitiendo el adorado apodo que los vecinos habían puesto sobre sí: El Sádico Doctor Ackerman. Justo como la canción.  




Estuvo tan satisfecho que por poco cantaba la primera estrofa del Barbero y aunque no lo hizo, si sonrió como Miss Lovelet en sus mejores momentos. 




Sencillamente espeluznante. 




Pasaron un par de meses, donde los experimentos del Ackerman seguían avanzando. Trató y trató hasta que finalmente dio un gran resultado, uno que presento delante de toda su clase, para la materia de ciencias sociales. 




Su invento fue tan grande y maravilloso que salió en periódicos de todo el mundo, ofertas llovieron hacia él desde laboratorios de ciencia genética hasta zoológicos de animales con deformidades.    




Kenny estuvo orgulloso, al igual que Mikasa. Aunque a Levi no le importó en lo absoluto. 




Premios llovieron a sus manos y la fama que tanto tiempo deseó venía por fin a él, lo adelantarían de curso y como planeó, dedicaría lo que quedaba de su vida a su laboratorio. A llegar a la más alta y bizarra meta que cualquier ser humano pudiese imaginar, una que superaba los deseos de los reyes antiguos de ser Dios. 




Uno que superaba cada lógica. 




La sonrisa que tenía en su rostro brillaba con la intensidad de mil soles mientras escuchaba las exclamaciones asombradas de todos sus patéticos e infames compañeros y su hermana alabando su gran genio. 




Pronto sería tan apestosamente rico qu- 




-Em, disculpe Señor Levi. 




Una bronceada mano se levantó entre sus compañeros, y una voz infantil y chillona le trajo de regreso a la realidad, frente a sus insulsos compañeros y profesores, y Mikasa.  




Chistó. 




-¿Qué quieres, mocoso? –Regaño.  




El muchacho se encogió en su asiento y agacho la mirada, ante lo cual Levi pudo apreciar su castaño cabello. 




Genial, había visto esas mechas cafés, era el patético novio de su hermana menor. 




-S-solo tenía curiosidad por saber cómo l-logro crearlo. –Tartamudeo aun sin levantar la vista. 




Levi no pudo evitar poner los ojos en blanco, respondería la pregunta del mocoso aunque su pequeño cerebro no entendiera ni la mitad de lo que decía. 




-Fácil. –Dijo confiado, omitiendo los últimos tortuosos años intentando crearlo. –Es solo una profunda investigación genética, algunos animales tienen cadenas de ADN similares, cuando sus propiedades químicas son tan similares pueden llegar a fusionarse mediante choque de átomos que consigan temperaturas cercanas al sol. Luego de eso, si los animales no mueren, solo hay que utilizar medicina avanzada y reconectar las partes del sistema nervioso al nuevo exoesqueleto creado anteriormente y fusionar los cerebros de ambos animales mediante energía estática, iones contrarios y alta concentración de materia. Claro, las partes que se destruyan durante el proceso serían re-armadas y conectadas al sistema nervioso, utilizando mecánica básica.       




A medida que el Ackerman hablaba, una jaqueca grupal aparecía. Absolutamente nadie entendía.   




-…Además que las propiedades de levitar, aunque fueron difíciles de reproducir, lo logré utilizando cámaras de vacío y átomos contrarios. Aunque hubiera sido más sencillo imitar la funcionalidad de las alas de un colibrí, pero era muy fastidioso.  




Ante la densa explicación de Levi, el joven solo pudo esconderse más en su asiento. Levi se sintió ignorado y se molestó, frunció el ceño y con voz de mando volvió a regañar. 




-¿Entendiste mocoso? –El muchacho no respondió nada y Levi se molestó más. 




-Y-yo…  




-Claro que no entendiste. –Se mofó. –Y levanta la cabeza cuando me estés hablando, me molesta. –a pesar de la orden del Ackerman, el muchacho siguió sin moverse -¿Qué no me escuchaste? Levanta la cabeza. 




Y así lo hizo. Para Levi ese momento se sintió como la escena más importante de Nazo no Kanojo X, solo que sin tanta saliva.  




No mentía al razonar sobre la sensación de extrañeza que le invadió. Aquella mirada le asaltó como una bola de nieve en su ventana, exigiendo llamar su atención. Tenía algo que no había imaginado nunca, algo que estimuló lo más profundo de sus deseos científicos.  Quería reír, llorar o alabar la perra vida. 




Mas no hizo nada… nada más allá de un sonrojo de adrenalina. 




-¿Tu nombre? –Exigió. 




-E-eren, señor. –Tartamudeo nuevamente. 




-Así que Eren, ¿eh? –Hizo una pausa. –Dime, Eren, ¿Te gusta esta cosa? –Le pregunto señalando al experimento a su lado. 




-S-sí, es muy bonito. La verdad, nunca había visto una criatura tan… llamativa. 




-Te la doy, entonces. –Dijo Levi, a la par que estallidos de sorpresa resonaron al igual que el chillido de la creación de Levi. Eren coloreó completamente su cara de rojo, más cuando tomó aire para negarse, Ackerman lo impidió. –No te atrevas a rechazar un regalo, mocoso. 




Este solo se limitó a asentir. 




El fantasmita volvió a mirar a su creador y par de lágrimas se asomaron. Pero no había vuelta atrás, sería un regalo. 




Levito hasta sentarse en el escritorio de Eren dándole la espalda tanto a Levi como a su nuevo dueño y resopló frustrado, al igual que Levi. Allí iban sus años de experimentos, su boleto de oro a la fábrica de chocolate, era un idiota. 




Pero…  




Eren tenía unos ojos muy bonitos. 




¿De qué clase sería su genética? 




Sonrió, de la forma más bizarra posible. 

Notas finales:

Cualquier duda, sugerencia o queja, en rw.

Y por supuesto, gracias por leer.


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