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PRUEBA DE VIDA por MidNightFlower

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Notas del fanfic:

Aquí les traigo un nuevo fic Jamius dedicado especiamente para Luis, Feliz cumple!! Espero que te guste este pequeño fic de 3 partes <3

Parte 1: Soundless Voice


Los colores de los árboles se desdibujaban con forme se alejaban cada vez más de su lugar de partida; el aliento le faltaba. Aunque podía sentir la brisa proveniente de la ventana golpeando su rostro, no parecía llegar a sus pulmones, pero no podía detenerse en ese momento. Sus pies se negaban por todos los medios a frenarse por más que el sentido y la razón se opusieran. No podía echarse para atrás; no cuando contra todo presagio se había encaminado hasta ese lugar tan cerca.


El sonido de la locomotora en conjunto de sus suaves movimientos le reiteraban a sus sentidos entumidos donde se encontraba. Simplemente no podía dejar que su chispazo de valentía se fuera por el caño. Era ahora o nunca.


Su mano tembló cuando tocó el picaporte y no encontraba la fuerza suficiente para girarlo ni mucho menos para abrirlo. Cerró los ojos para darse un valor que creía casi extinto en esa parte de su afrenta. Las estridentes risas provenientes del interior le hicieron dudar que hacer.


“No puedo darme por vencido” suspiró antes de entrar al compartimiento.


Con una gélida mirada se dirigió a la muchedumbre que vitoreaba a ese enigmático personaje que parecía más bien una celebridad cómica que nadie podía perderse cualquier cosa que saliera de su boca.


Se quedó mudo por escasos milisegundos para contemplar esos suaves mechones de cabello castaño entre oscuros y luminosos rojos que siempre miraban a todos lados, seguido por un rostro siempre risueño y perspicaz en terminaciones afiladas y redondeadas, salpicado con pequeñas pecas casi imperceptibles en el puente de aquella nariz de aventurero rebelde que seguro en el pasado recibió varios golpes que hizo que el tabique se torciera un poco.


Sus ojos almendrados tenían pequeñas vetas realzadas por el sol del medio día que casi le invitan a seguir contemplándole, pero que decidió rechazar estoicamente.


-¿Pueden retirarse?- cuestionó tomando asiento y al instante rehuyeron de su cercanía.


Todos los Gryffindor lo vieron como si fuera una extraña pintura en un museo de historia que hubiera dicho algo increíble, sin embargo se negaron a obedecer su petición, pues solo se arrellanaron en su lugar, en la espera de un probable espectáculo que estaba a punto de dar.


Ese par de ojos castaños estaban fijos en su dirección, taladrándolo con suspicacia que cohibía su valor, pero que se negaba a mostrar en su delante.


-¿Qué quieres rubito? ¿Se te perdió algo en este vagón?- esa viva voz creó el silencio y Scorpius solo lo miró por breves instantes. Estaba seguro que decir, lo había ensayado con detenimiento varias veces el día anterior, pero hasta ese momento sentía que no podía decirlo delante de toda esa muchedumbre.


Tras inhalar profundamente, le regresó la mirada y lo de ir.


-Quiero que seas mi novio por un mes-


Nada más terminar esa frase que no le encontraba nada de malo, todos comenzaron a reír histéricos, con algo que sonaba a “que buen chiste” “¿Qué se cree?”


-Puedo darte lo que tú quieras a cambio; lo que sea… incluso los boletos para la temporada de quiddich con pase VIP- su imperturbable mirada no reflejaba nada y lo sabía. Los demás se preguntaban si estaba demente, pero el líder de la turba con un solo movimiento de mano los calló.


-Déjenos solos- pidió con voz calmada pero imponente. Los Gryffindor se quedaron con la boca abierta, pero más tardaron en abrir la puerta que en desaparecer tras de ella.


-Bien, te escucho, ¿Por qué precisamente quieres que sea yo tu novio?- subió ambas piernas en el asiento y se echó una paleta de regaliz en la boca jugueteando con el palillo de madera y Scorpius bajó la mirada buscando las palabras adecuadas.


-No lo sé… nunca he tenido novio o novia… pero… pensé que si alguna vez tenía que ser el mejor… o algo parecido…- el chico abrió de par en par sus ojos para soltar tremenda carcajada.


-¿Entonces estas dispuesto a ofrecerme lo que quiera? ¿En serio lo que sea?-


-Si- dijo sin rechistar. Ya lo había negociado previamente con su padre y sabía que todo lo que se le ocurriera a ese Gryffindor podría cubrirlo.


-¿Si te dijera que quiero 10’000’000 de galeones me los das? ¿O la nueva escoba súper nova130 que aun ni sale al mercado?-


-Claro- parecía que no lo creía pero aun así le causaba mucha gracia. Su sonrisa fresca le produjo a Scorpius que entrecerrara los ojos; era demasiado brillante para soportar.


El chico alborotó sus cabellos castaños como si lo estuviese pensando. Su pie se movía al ritmo de sus pensamientos y Scorpius estaba perdido en ese singular bailoteo sin hacer expresión alguna. James volvió a enfocarse en él y sus ojos lo analizaron de arriba abajo.


Dando dos zancadas se acuclilló delante de él y tomándolo por el mentón lo siguió examinando como si fuese una pieza extraña fuera de este mundo.


-¿Por qué haces eso?- preguntó no sabiendo si era correcto mantenerle la mirada o no.


-Porque si voy a salir contigo tienes que gustarme aunque sea un poco…- dijo ladeando la cabeza para verle más de cerca -pareces ser un chico lindo; así que no habría problemas…- Sin decirle nada más se aproximó a robarle un beso. Apenas un roce que aceleró el corazón de Scorpius. Por instinto cerró los ojos, pero el enlace se rompió tan rápido que apenas y le dio tiempo se sentir algo más que pequeños espasmos que recorrían su cuerpo y la humedad en su boca. James se separó para relamerse los labios.


-Creo que acepto- dijo mostrando una sonrisa traviesa –así que se bueno conmigo por el siguiente mes, pequeño Malfoy-


*°*°*°*°*°*°*°*


Viendo la gente pasar por la tranquila acera, estaba más que a gusto con su decisión de abandonar todo lo conocido y adentrase en el misterio de la vida lejos del hogar. Aunque amaba el mundo mágico, sentía a que a pasos lentos debilitaba un poco de sí mismo; como una pobre roca puesta ante el embravecido mar.


Ser la expectativa del mundo mágico por ser el primogénito del elegido era extenuante. Todos esperando grandes cosas, grandiosas aventuras que contar; ser el mejor en Quiddich, un mago adelantado a su época, de suma astucia y valiente determinación que estuviera listo desde el nacimiento para enfrentar a cualquier mago oscuro que se levantara. “Simplemente agotador” pensó exhalando un suspiro acomodando sus manos en sus bolcillos.


Al principio le pareció asombroso que lo consideraran una especie de ídolo bendito; intocable e inalcanzable, más allá de cualquier mago o bruja, superior en todo sentido. Pero como todo en la vida, con forme el tiempo pasó, toda la luminosidad a su alrededor y sus matices comenzaron a deslavarse en tristes colores; siendo todo coronado por las exhaustivas comparaciones con su brillante padre. Esa amarga cereza se quedó atorada en su garganta y todo se volvió apabullante.


Aquellas palabras de docenas de personas ignorantes ajenas a él, revoloteaban en sus oídos como un plaga de mosquitos en un eco perpetuo que repiqueteaba siempre certero su “¿Qué has hecho tú?”


Nada. No había hecho nada. Era su respuesta. Era un estudiante promedio, con un rendimiento escolar sin importancia, excelente en el Quidditch pero nada más.


Todo estaba impreso en su cabeza, resonando con cada respiración que daba y creía que de un momento enloquecería. Todos al notar la creciente brecha entre su padre y él comenzaron a perder el interés y las habladurías comenzaron a menguar; dándole una especie de respiro que quería salvaguardar a toda costa.


Era gracioso y divertido, muchos de sus compañeros parecían buscar a gritos su atención y compañía, así que aunque con amplias sonrisas y bromas se presentaba, por dentro se sentía asfixiado y más solo que nunca sin importar la muchedumbre.


Al entrar a su ultimo año en Hogwarts, una sola meta y propósito incubó en su mente, tan pequeño pero que se alzaba gloriosamente, como una prerrogativa de vida que le garantizaba dejar atrás el mal trago y el pesar que opacaba toda su animosidad disfrazada con ironía; y eso era cuando terminara la escuela, se marcharía de una vez por todas del infierno que se había convertido el mundo mágico para él.


“Solo será un año mientras pienso que es lo que quiero para mi futuro...” fue lo que se dijo tras poner ambos pies fuera de la protección de su casa.


Su madre se tomó peor de lo que debía la idea de ir a vivir al mundo muggle, pero no había vuelta a atrás para él, por más gritos, golpes de mesa y lágrimas derramadas por su bienestar. Estaba más decidido que nunca en su vida a hacerlo y sabía que lo haría. No podía convencerle de lo contrario. Su padre como siempre fue punto y aparte. Parecía comprenderlo con un silencioso asentimiento y un mudo “buena suerte” marcado por su largo abrazo que le dio a su partida.


Tal vez era algo pequeño y absurdo su cometido, pero para nadie más que para él tenía sentido. Estaba dispuesto aponer su alma e ingenio en encontrar algo que lo definiera, que le correspondiera a él simplemente por ser James Sirius y  no un Potter.


Por tanto con los pocos galeones cambiados por dinero muggle se movía en una pequeña región de Londres llamada Ashford en el condado de Kent. Un pueblito tranquilo con un agradable clima y un pequeño apartamento ideal para su comodidad y su bolcillo. No era mucho, pero no necesitaba más que una cocina, un baño y una cómoda cama para vivir.


Habiendo quedado de verse 5 días después de despedirse en la estación King Cross, James decidiendo esperar al unigénito de los Malfoy, se sentó en una banca en el parque del callejón Diagon y con divertimiento jugueteaba con el traslador que había conseguido para ir directamente a su departamento en Ashford. A James le intrigada todo el misticismo que se cargaba el heredero de los Malfoy y su repentina declaración. “Claro, si se le puede llamar declaración a una especie de orden de solo 5 palabras” se dijo echando la cabeza hacia atrás.


 A pesar de todo, el chiquillo estaba dispuesto a darle lo que sea por solo un mes de su tiempo y por tanto no sonaba nada mal, de hecho si lo pensaba en retrospectiva, él en otros tiempos lo habría hecho por menos de lo que le ofrecía.


Siempre le había gustado la emoción desde que era pequeño, así que eso que le propuso era exactamente lo que necesitaba antes de entrar en la aventura de su vida.


El niño era lindo, y aunque no lo había tratado para nada por ir en diferentes años y casas, le agradaba. “Aunque no sé porque…” se dijo cuestionando la frialdad y parquedad del menor.


-¡Scorp, hey!- saludó efusivamente alborotado el cabello rubio platinado. El chiquillo frunció el entrecejo y enseguida acomodó su cabello hacia los lados, ese pequeño mohín le pareció adorable y le dio ganas de seguir picándole para poder ver un poco más de su silenciosa rabieta.


-Hola- contestó sin ganas –espero que no esperaras mucho- James negó efusivamente con la cabeza –menos mal…- dijo sujetando con ambas manos su inmensa mochila tras su espalda.


Notando el montón de cosas que traía tras de sí, preguntó en tono burlón.


-¿Vas a irte de campamento o qué?-


-No- dijo regresando a ver sus cosas y suspiró dejándolo a un lado para no tener que cargarlas –simplemente es porque he estado viviendo en la calle desde que salimos de clases- se alzó de hombros y James boqueó. Ok, no se espera una respuesta tan franca.


-¿Cómo?- tardaba en digerí la información y no sabía que mejor preguntar – ¿pero no eres un Malfoy? Digo, tienen mucho dinero y todo eso…-


-Sí tenemos mucho dinero, pero mi padre me dio permiso de hacer lo que me plazca durante las vacaciones…- se alzó de hombros restándole importancia -Jamás había estado por mi cuenta y es muy agradable. De hecho si sigues caminando encontraras un lugar especial para acampar, incluso hay más personas ahí. Mi padre nunca me dejó acampar pero es muy lindo. Se pueden ver las estrellas brillar si te acuestas boca arriba…-


No sabía si era broma o no, pero el ojigris no parecía afecto a los chistes así que suponía que iba muy e nserio.


-¡No señor! ¡Mi novio no puede vivir en la calle, te vienes conmigo!-


El chico mansamente sujetó la mano que James le ofrecía y sintiendo ese peculiar tirón por el ombligo, desaparecieron de ahí.


*°*°*°*°*°*°*°*


Scorpius durante esos minúsculos segundos de viaje recordaba con nostalgia los últimos instantes que había compartido con su padre. Sus ojos tristes y quebrado semblante como si sus palabras hubiesen cortado de raíz su más honda esperanza y le hubiese roto el corazón. Aquello era difícil de olvidar, pero no podía hacer nada. “Por todo lo sagrado Scorpius, no uses magia…” pudo escuchar su voz clara  haciendo que cerrara las manos en puño.


Desde que tenía uso de razón, siempre vivió resguardado dentro de las cuatro paredes que era Malfoy Manor, donde su padre que lo amaba más que a su vida lo protegía de todo el mal y el mundo exterior. Tal vez a veces era duro y solitario, pero con la fuerza de la constancia se había acostumbrado a soportar, a no dejar ver más allá de lo que secretamente su corazón ansiaba.


Aquel cruel estigma que cargaba en su espalda era una sentencia en vida y lo sabía. Su padre sabía que no había cura, pero aun así contra su carácter y persona, se permitió albergar esperanza de una posible solución.


Lo mejor y más caro fue solo para él, pero nada parecía frenar aquello que paso a paso lo consumía por dentro, corroyendo en silencio, tan sigilosamente pero dolorosamente real que Scorpius supo en definitiva lo que era un final del camino y no estaba dispuesto a dejarse extinguir sin correr riesgo.


-¿Te encuentras bien?- preguntó James sosteniéndolo por la cintura y Scorpius asintió.


-¿Aquí vives?- preguntó en trémula voz contemplando el sólido departamento que se alzaba delante y abrió los ojos de par en par.


-¿No es lo suficiente para su majestad que vive en la calle?- arqueó una ceja y Scorpius parpadeó dos veces.


-Es… acogedor…- dijo sin una pizca de ironía en su voz provocando que James sonriera y volviera a alborotar su cabello.


-Vale, te creo- Scorpius le molestaba que le revolviera su cabello porque era como si estuviese tratando con un chiquillo cualquiera; sin embargo, había algo en la calidez de la mano de James que lo hacía tolerable de algún modo.


Subieron las escaleras hasta el tercer piso que era donde James vivía hacia 5 días atrás y nada más llegar Scorpius comenzó a explorar todo el lugar cual pequeño en juguetería ignorando las risillas que soltaba James por su curiosidad.


Su padre siempre que podía le rehuía a las cosas muggle como si fueran una especie de ácido corrosivo que lo mataría al mínimo contacto, pero para él eran como piezas de arte intocable que solamente en el colegio les habían mostrado a grandes rasgos pero que seguía siendo un misterio para él. “Muy fascinante de hecho…” pensó tocando la bocina del estéreo perdiéndose en su peculiar forma que delineaba con los dedos.


-¿Ya terminaste de explorar?- preguntó el castaño acomodando la enorme mochila de Scorpius a un lado de la cama -¿tienes hambres?-  y Scorpius negó.


-Gracias por dejarme alojarme en tu casa… espero no molestarte mucho….- James negó con la cabeza.


-Para nada, eres pequeño y cabes en cualquier lado- dijo sonriente –pero eso sí, va a ser un pequeño problema el hecho de que solo tengo una cama, así que tendremos que hacer un piedra, papel o tijera para saber quién duerme en ella y quien en el sofá- rio pícaramente mientras el otro ladeaba la cabeza.


-No quiero ser una carga Potter, agradezco tu ofrecimiento pero creo que dormiré en mi bolsa de dormir-


-Tonterías Scorp y deja de decirme Potter, siento que me está hablando McGonagall o algún maestro –fingió un escalofrío –solo James está bien o Sirius… Siri, Jamie, Jim, Jem, como gustes-


-Creo que James está bien…- dijo bajando la cabeza.


-Vale-


*°*°*°*°*°*°*°*


Mientras el rubio acomodaba sus cosas, James extendió su sabana al lado de Scorpius.


Era poco lo que pudieron platicar, pues tal parecía que Scorpius se esforzaba en ocultar algo o hablar lo mínimo para ahorrar aire. Era misterioso y más intrincado que el más difícil enigma con el que en su vida se cruzó y eso provocaba que le intrigara bastante. Como odiaba sentir esa ansiedad en la boca de su estómago cada que había algo que no comprendía, algo que lo motivaba a seguir adelante hasta lograr su propósito y en este momento lo que figuraba como afrenta, era saber que era lo que escondía.


-¿Porque un mes Scorp?- preguntó curioso recostándose en su ahora nido de sabanas. El ojigris lo miraba y miraba su nido como si no entendiera que estaba haciendo ahí. No contestaba y comenzaba a sentirse pesado el ambiente. Estuvo a punto de reiterar la pregunta cuando se decidió a hablar.


-¿Por qué vas a dormir aquí? ¿No dijiste que tenías una cama?- “este niño no lee el ambiente” pensó suspirando a la par que se recostaba cuan largo era.


-Si tengo una camita individual pero quiero dormir aquí, aparte si somos novios esto no tiene nada de malo- las mejillas de Scorpius se colorearon y James sonrió lleno de sí mismo por ser el causante de ese sonrojo.


-Ya…- dijo acurrucándose en su bolsa de dormir sin despegarle la mirada.


-Entonces….-quiso que el menor comenzara, pero solo se le quedó viendo como una competencia de miradas y se recargó sobre su mano para acomodarse y poder expresarse mejor.


-¿Entonces porque solo quieres que seamos novios un mes? Admítelo soy un bien parecido y tengo encanto; con semejante propuesta, seguro podrías haberlo hecho durar más- bailoteó las cejas y Scorpius suspiró pausadamente como si se debatiera en que decir.


-Porque sería inútil pedir más…- dijo en voz tan baja que a James le costó trabajo escucharle.


-¿Perdón? ¿Qué dijiste?-


-Dije que no necesito nada más que un mes- arqueó una ceja esperando que continuara –es exactamente el tiempo que necesito antes de que cada quien recorra su propio camino y te olvides de esto…-


*°*°*°*°*°*°*°*


Durante una semana compartieron una especie de rutina donde todos los días ambos daban un par de vueltas en el amplio parque que estaba en medio del pueblito y regresaban siempre sin falta al departamento donde pasaban la mayor parte del tiempo conviviendo entre pequeñas conversaciones y alegres anécdotas que James contaba con animosidad. Para Scorpius era difícil llevarle el ritmo, así que no siempre contribuía activamente en la plática que James siempre se esforzaba por mantener con entusiasmo.


-¿Entonces de que tienes ganas?- preguntó James colocando sus manos tras su cabeza. Scorpius sabía lo que quería, pero no estaba seguro si debía hacerlo.


Regresó a ver a James y sabía que estaba dispuesto a cumplirle su más loco capricho, más de una vez se lo había dicho con esa traviesa sonrisa pintada en sus labios, pero no sabía si debía. La voz de su padre murmuró en su mente con una negativa y su mano comenzó a temblar en un constante espasmo como si estuviese teniendo uno de esos síntomas que a veces lo asaltaban. Cerró los ojos. “No puedo retractarme ahora…” se dijo tras haber tomado una decisión.


-Me gustaría ir a…a la dulcería que está cerca del parque… claro… si quieres y puedes…- dijo con esperanza de que todo resultara bien. Su mano cesó su movimiento y lo tomó como un buen presagio. James sonrió irónico por su petición.


-Hombre, que no hace falta que te pongas tan ceremonioso. Pensé que los dulces no eran lo tuyo- dijo dándole un codazo amigable –¿Por qué no dijiste antes que querías ir? Hemos pasado cientos de veces por ahí… bueno, ok, no tantas, pero al menos una docena si-


-Es que… no sabía si pedírtelo… a demás nunca he probado el chocolate… pero huele muy bien y…-


-¡Espera! ¿Cómo que nunca has probado el chocolate?- Scorpius negó con la cabeza -¿nunca? ¿Ni galletas de chocolate? ¿Helado de chocolate? ¿Pastel de chocolate?- entre más negaba con la cabeza, sus mejillas ganaban color por lo avergonzado que se sentía.


-Digamos que mi padre es muy estricto y me sobreprotegía…- dijo con un suspiro al recordar a su padre con todo el dolor de su corazón prohibiéndole cosas que a cualquier niño era normal que comiera o hiciera; todo en nombre de su bienestar. “Lo siento padre…” pensó echando su cabello hacia atrás con ambas manos.


James no pescó ninguna de sus debates mentales pero parecía dispuesto ya que había externado su petición. Tomándolo de la mano le dio un asentimiento con la cabeza.


-Pues ya que tu padre no está por aquí y tienes pase libre, déjame ser yo quien te lleve por el camino de la diversión Scorp-


 


*°*°*°*°*°*°*°*


Tardaron menos de 10 minutos en llegar a la tienda y tardaron mucho menos en tomar asunto y que los atendieran. James estaba interesado, demasiado en lo que circulaba por esa mente criptica que se esforzaba en permanecer ajena a él y lo que le rodeaba.


-¿Y que son otras cosas que quisieras hacer? Ya sabes, cosas prohibidas- bailoteó las cejas y Scorpius parecía que tenía diversas ideas que no sabía cuál mencionar primero. James le dio tiempo de aclararse la garganta y lo motivó a hablar con la insistencia de sus ojos.


-Nunca he visto la nieve… bueno, si varias veces en el castillo he visto nevar y en la mansión, pero… jamás he hecho un ángel de nieve o un hombre de nieve… ni la he sentido en mis manos…- James asintió acariciando su barbilla y pensó que realmente los ricos debían de divertirse menos que las personas comunes y corrientes o que de seguro el padre de Scorpius era de lo peor por prohibirle dos principios básicos que en su familia era casi una obligación por disfrutar.


-Vale, eso se puede solucionar, aquí en Surey es frecuente que neve, así que lo tenemos cubierto. ¿Qué otra cosa?-


-Siempre he querido ver los jancitos azules de Brúcelas… sé que eso podrá sonar algo infantil y sin chiste para ti pero desde que lo leí en un libro he querido verlos. Incluso dicen que en el bosque de Halle todo se tapiza de ese hermoso color azul y que son tan bellos que no hay otra experiencia como tal… pero es imposible a estas alturas verlos pues solos se dan en primavera…-


-Pues, si quieres yo te llevo, supongo que será divertido, nunca he estado en Brúcelas- se rascó la nuca. No esperaba verle después de su mes acordado de convivencia, pero sentía que sería una buena idea ayudarle a cumplir ese sueño que no parecía disparatado o sin sentido.


-Si… sería divertido…- contestó Scorpius jugueteando con su tenedor al momento que desviaba su mirada. “Rayos; pensé que me había acercado un poco a él pero ya se volvió a cerrar en sí mismo…” pensó con un suspiro.


La camarera llegó prontamente con sus pedidos y los ojos grises estaban perdidos en las golosinas que habían colocado delante de él. Como James fue el que se encargó de pedirle lo que él aseguraba que sería del agrado de Scorpius, este no opuso objeción alguna y estaba listo a degustarlo.


-Ya que eres nuevo en esto, lo mejor será que lo pruebes con calma pues podrías hacerte adicto- bromeó un poco pero Scorpius poniendo su cara más seria obedeció.


Cerró los ojos antes de darle el primer bocado. Se veía nervioso y encantador a los ojos del castaño pues estaba sobre esforzándose en algo tan simple.


Nada más probar el dulce, Scorpius abrió los ojos de par en par y se le quedó viendo con tremenda cara de impresión. “Tal parce que le ha gustado” James sonrió ampliamente.


-¿Y bien?-


-¡Es grandioso!- dijo echándose otro a la boca.


Su expresión era tan cálida y sincera que mostraba su felicidad tan palpable que era una sorpresa para James, una muy agradable a pesar de que sus labios permanecían estáticos en una línea recta. Sus ojos eran los más impactantes para el mayor pues eran de un brillante color gris casi perlado, pero lo más curioso era que tenía a su alrededor una especie de aro dorado que instantáneamente atraía su mirada a ellos.


-Tienes unos bonitos ojos- dijo en voz en lugar de en su mente como había pensado hacer.


-Gracias… supongo…- dijo sonrojándose –aunque no tienen nada de extraordinario…- dijo desviando su mirada.


-No digas eso, son encantadores por si solos ¿Pero sabes lo que sería mucho mejor?- Scorpius negó –que sonrieras, eso sería mucho mejor-


-Creo que eso es algo que no puedo hacer…- dijo dejando el tercer chocolate en el plato como si súbitamente se hubiera quedado sin apetito.


-Claro que sí, si lo intentas- dijo entusiasta como si lo motivara a ello –podrías enseñarte a hacerlo-


-No gracias…-


-Humm… pues que mal…. Creo que si te viera sonreír, incluso podría decir que me enamoraría de ti indudablemente- dijo como si aquello fuera una verdadera pena.


-Así está bien… no te conviene enamorarte de alguien como yo…- James arqueó una ceja. No entendía porque decía eso pues le parecía un buen chico. Pero antes de poder rebatirle, el rubio se levantó de la mesa y se dirigió a pagar la cuenta.


-Será mejor irnos…-


*°*°*°*°*°*°*°*


Scorpius dormitaba sin soñar nada en concreto. Su padre, sus lágrimas contenidas, el juramento inquebrantable. Dolía; su pecho subía y bajaba arrítmicamente entre sueños. No podía despertar o más bien no quería.


Sintió con claridad una sacudida de su hombro, insistente y constante, per sus párpados se negaban a abrirse, James estaba a su lado obligándole a despertar. Gruñó algo inteligible por su insistencia.


James se había resistido a despertarle pues se veía tan cómodo y tierno que pensó en dejarlo dormir un poco más. Su naricilla era tan respingada que daban ganas de besar su punta, sus largas pestañas coronando sus ojos eran casi tan pálidas como su suave cabello rubio y como siempre sus labios sonrosados no sonreían.


-Eres un misterio...- murmuró viéndole dormir hasta que escuchando como atenuaba la tormenta de afuera, decidió despertarlo.


-Venga Scorp que esto es imperdible- trató de convencerle y parecía que iba saliendo de la somnolencia de su sueño frotando débilmente sus parpados con el dorso de su mano.


-Pero deben de ser más de las 12 de la noche...- dijo con voz amodorrada al instante que bostezaba y se estiraba cual felino en su lugar.


-15 para la 1 para ser exacto, pero esto tienes que verlo pequeño-


El castaño tomó su mano con delicadeza y Scorpius caminaba por inercia siguiéndole a trompicones.


Antes de llegar al umbral de la puerta que el menor estuvo a punto de abrir sin cuidado, James se aproximó a vestirle con su chamarra pues el clima del exterior descendía con prontitud y lo cubrió con un hechizo calentador.


La somnolencia se había ido y los ojos grises estaban inmersos en los copos de nieve que descendían parsimoniosos y James casi se sentían agradecido con sigo mismo por haberle despertado.


-¿Era esto lo que querías ver?- preguntó pero no obtuvo respuesta. Scorpius alzó las manos al cielo y se dejó impregnar por la débil llovizna de nieve que caía silenciosamente.


Estuvo a punto de hacer una broma sobre el clima y el monumento que deberían erigirle por tan brillante tino que tenía, pero quedó mudo mientras contemplaba algo tan especial que no creyó ver tan pronto.


-Gracias…- murmuró Scorpius mirando sus manos pálidas siendo cubierta por los copos blancos. Su sonrisa era brillante y como ninguna que hubiera visto antes, tan dulce e inocente que lo sintió tan hondo en su pecho, quedándose grabada en su mente al instante.


Había estado en lo cierto cuando dijo que al ver su sonrisa se enamoraría sin pensar en ello y vaya que sí, pues se había enamorado y no tenía remedio.


 

Notas finales:

Esto es todo por el momento!! Espero que les haya gustado :3


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