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Si les preguntan por NeblinaLlameante

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Notas del fanfic:

Fanfic de mi nueva OTP Jearmin. Espero sea de su agrado.

Los capítulos no serán muy largos (a comparación de mis otras historias)

Notas del capitulo:

~

1-


Si alguien le preguntara a Jean cómo es que todo esto había empezado (y con “esto”, uno se refiere a una chaqueta que era suya rodeando los hombros de alguien que no era él, sino una persona bajita, delgada y con corto cabello rubio que le miraba con ojos levemente entrecerrados, cortesía del calor que aquel cuerpo le proporcionaba en una noche especialmente fría), no sabría contestar. Seguramente frunciría el ceño durante un rato hasta finalmente bajar la vista ligeramente avergonzado.


También, probablemente, llevaría una mano a su nuca, en un gesto acostumbrado que duda entre la pena y la molestia que uno no debe demostrar que tiene. Así es Jean, y así era la memoria de Jean. Él no sabe de detalles, solo que pasó. ¿Qué le gustaría saber cada detalle? Probablemente, solo para que la persona acurrucada en sus brazos no le hiciera pasar un momento incómodo al hacerle preguntas específicas (¿Recuerdas cuando pasó esto? ¿Y cuando fuimos a…? ¿Y recuerdas dónde fue que…?).


Aunque, seguramente, aún si tuviera todos los detalles, los olvidaría con facilidad. No por falta de cariño, o por desinterés, simplemente porque su cabeza así funciona. Él prefiere mil veces el recuerdo del primer beso al montón de charlas que vinieron después. Le gusta más pensar en el tacto suave del pelo de Armin antes que recordarlo cuando lo tomó con agresividad y lo estrelló contra la pared. Las dos memorias anteriores, desgraciadamente, estaban igual de presentes.


Pero, al final del día, él realmente no podría contestar con exactitud cómo es que pasó.


En cambio, si alguien le preguntara a Armin, este sonreiría levemente antes de contestar (eso, por supuesto, si realmente estuviera dispuesto a contarle aquello a alguien que no fuera Eren y Mikasa). ¿Por qué? Porque Armin es un experto en detalles. No es precisamente que le guste examinar todo con minuciosidad, es algo que le sale sin más. Y así como recordaba los raspones del equipo de maniobra tridimensional de Marco, recordaba también la hora, el sitio y la forma exacta en que se dieron las cosas por primera vez. Él podría decirte sin temor a equivocarse cuál es la forma de las manchas de lodo en los zapatos de Jean; sabe decirte cuántas veces ató sus cordones antes de que ambos fueran a desayunar y, últimamente, cuántos botones de la camisa de Jean había tenido que desabrochar antes de poder tocar su torso.


No es que Armin le gustaran los detalles, pero a Armin le gusta Jean y, para su fortuna, él está lleno de detalles.


Pero volviendo al punto, ¿cómo es que empezó todo? Si Jean le preguntara, Armin estaría dispuesto a contárselo. Es más, estaría dispuesto a repetirle la historia, susurrando en su oído, cada vez que él se lo pidiera.


 


OoOoOoO


 


El infierno parecía haber terminado; físicamente, al menos. Porque ni corriendo miles de kilómetros a caballo o escalando murallas ilegalmente hasta llegar al centro, podría escapar del inferno que había dentro de él.


No solo era Jean, todos lamentaban la cantidad de bajas que se dieron al recuperar la muralla Rose, en el Distrito Trost; pero si había una baja que dolía, y más específicamente, que le dolía a Jean, era la de Marco.


¿Amigos de toda la vida? No, para nada. ¿Grandes compañeros? Jean no podía estar del todo seguro. Su amistad con Marco había comenzado poco después de haberse unido a la tropa de reclutas número ciento cuatro, pero si había alguien en este mundo que realmente consiguió entenderlo, era él.


Y ya no estaba. Marco no solo había representado un rostro tranquilo en un momento de estrés. Cuando lo veía, no había prejuicio en su mirada. No lo juzgaba por querer unirse a la policía militar, ni por su pésima actitud o su aparente necesidad de buscar problemas para remediar el exceso de energía dentro de su sistema. No lo juzgaba, así de simple. Y eso bastaba para calmar a Jean, para hacerle sentir que no estaba tan solo como siempre quiso creerlo.


Pero esta vez las expectativas le habían superado.


Sus palabras frente a la fogata que quemaba sus huesos estaban llenas de ira reprimida y profunda determinación. Sin embargo, esta no fue suficiente para dejarlo bien parado a mitad de la noche.


No había manera de que pudiera dormir.


Así que, a eso de la una, había abandonado la cama y recurrido a métodos que ni el tiempo de la humanidad parecía capaz de borrar. Primero fueron unas tabletas de contrabando que se juró nunca usar, luego una botella de wisky cortesía de viejas andadas con los perezosos de las tropas militares. Creyó que se emborracharía tal como ellos, que empezaría a desvariar y por ello agradecía estar solo. Lo que no consideró fue la asfixiante sensación en su estómago, que le obligó a dar una carrera indigna hacia el baño para devolver todo el contenido.


Pasaría una media hora para que dejara de dar arcadas y otros quince minutos para ser capaz de ponerse en pie aunque fuera apoyado contra el lavabo. Para ese momento las cosas habían dejado de dar vueltas a su alrededor, pero no era realmente consciente de sí mismo.


Esa fuerza mística que mantiene a los moribundos con la mano alzada, a los estudiantes con el libro en mano y a los borrachos de pie, fue la que lo guio de vuelta a su dormitorio. A pasos lentos, vacilantes, como quien sabe que no se volverá a levantar una vez caiga. Todo estaba perfectamente planeado para llegar sano y salvo a su lugar correspondiente.


No contaba con que Armin se levantara a esa hora porque le pareció escuchar ruidos en el comedor. No contaba, tampoco, con que Armin también tuviera problemas para dormir y que estuviera tan dispuesto a ayudarlo a volver a su dormitorio con tal de tener algo en qué distraer su mente.


Y vaya que lo tuvo.


Apenas habían entrado a la habitación cuando la visión de Jean pareció ser invadida por el matiz rubio del cabello de Armin; todo parecía tener ese color, excepto sus ojos azules, que volteaban de vez en cuando a revisar su rostro.


Cuando llegaron a la cama, Jean se sentó en ella con pesadez, pero no había soltado los hombros de su compañero. El rubio había perdido el equilibrio y caído a su lado. Cuando Jean se dio cuenta, ya estaba encima de él.


Ya tiempo antes había apagado todo sentido meramente racional dentro de su cabeza. Y aún así, vaciló al ver el rostro de Armin, con los ojos abiertos por la sorpresa y la boca entreabierta, debatiéndose entre decir o no algo que al final Jean no le dejó terminar. Creyó que le preguntaría “¿Qué estás haciendo?”, pero para ese entonces sus labios ya estaban sobre los de él.


Encontró resistencia, pero no tanta como sería lo esperado. Armin forcejeó unos momentos con las palmas sobre sus hombros antes de que una lengua especialmente insistente se colara más por coincidencia que por su permiso, dentro de su boca. El rubio no era experto en esas cosas, no esperaba que un acto de ese tipo lo hiciera sentirse de aquella manera. Además, ambos eran jóvenes y las terribles circunstancias que giraban en torno a ellos no permitía cuestionarse muchas cosas. Eran más de acciones que de pensamientos, y aunque fuera Armin (quien piensa dos veces las cosas antes de actuar), ese tacto se había sentido tan bien que terminó apagando su cerebro también.


Un poco vacilante y tal vez temeroso, sus manos habían subido por los costados de Jean hasta llegar a su ancha espalda. Rozó sus omóplatos antes de dejar una de sus manos en su nuca, la otra acariciando los mechones de cabello que encontraba un poco más arriba. Jean estaba prácticamente encima de él y le costaba respirar, pero por primera vez no le importó. No sabía por qué.


Jean soltó un quejido bajo antes de jalar con ligero desespero de la camisa del contrario. Quería piel contra sus dedos, la quería ya, y la mirada nublada de la persona frente a él parecía suficiente aprobación. Armin se estremeció cuando sintió sus calientes dígitos por su vientre bajo, subiendo cada vez más hasta encontrar una zona que hizo a su piel ponerse de gallina. No pudo evitar un pequeño suspiro, bastante audible para Jean a pesar de su estado, y no sabía que este lo recordaría con exactitud aterradora mucho tiempo después.


La saliva de ambos, entremezclada, había trazado una brillante senda por una de las mejillas de Armin. Resbalaba por parte de su cuello y se perdía en su cabello, justo al lado de donde la mano de Jean se apoyaba para besarle con insistencia, con hambre.


No estaba consciente y Armin lo sabía. ¿Por qué le costaba tanto apartarse? Debería ser fácil por el sabor amargo de la boca contraria, por ese agarre posesivo en su brazo que descansaba cerca de su cabeza. También por esa invasión de su intimidad y su inocencia fácilmente demostrable con la mano de Jean bajo su camisa, aunque él habría querido hacer lo mismo en el contrario si no fuera un maldito cobarde. O tal vez se engañaba y realmente su cerebro no se había apagado del todo.


Que solo quiso creer que sí.


Luego de lo que le pareció una eternidad, se separaron para tomar un respiro. La vela que descansaba en la mesita de noche se había apagado tiempo atrás y solo eran brevemente iluminados por la luz de la luna, antes de que alguna nube egocéntrica la tapara para que solo pudieran verla a ella. A Jean no le gustaba eso, él quería ver esos ojos azules con toda la intensidad posible, ver esos dientes blancos asomados por debajo de esos labios carnosos e hinchados debido a la reciente actividad.


Jean quería ver, pero no se cuestionaba por qué.


Ese mínimo lapso de duda dentro de él le hizo sacar la mano debajo de la camisa. Para entonces, Armin deseaba morirse. Sin decir nada, se levantó con cuidado y caminó con lentitud a la entrada.


Sabía que él no lo seguiría; aunque lo intentara, era imposible que pudiera seguirlo en ese estado y eso le dio luz verde a Armin para salir con tranquilidad de la habitación.


Aunque después estuviera corriendo a toda velocidad, queriendo llegar a su propia recámara antes de que sus pensamientos se volvieran audibles.


¿Qué demonios acaba de pasar?


.


.


.


.


.


Continuará.

Notas finales:

Tengo un bello grupo Jearmin, pero aún somos poquitas personas :c

Llevemos su amor por el mundo y únanse a nosotros, tenemos imágenes y galletitas (?

https://www.facebook.com/groups/556068207930323/


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