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[Trifecta] Sunflowers on rainy days por LiNekoWeillch

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Notas del fanfic:

Está es una adaptación del Caso de Yokozawa Takafumi, con una version joven de los personajes (edad de preparatoria)

 

En capitulos posteriores se irá desarrollando en algo más cursi y tierno, caracteristico de esos romances de escuela preparatoria

Las gotas que simpáticamente caían sobre el adoquín y rebotaban dividiéndose en varias gotas aún más pequeñas no podían compararse con la tormenta que había comenzado a desbordar de sus grisáceos ojos, agradecía infinitamente que ese día la lluvia hubiese comenzado, así el sonido del agua fluyendo, cayendo y rebotando amortiguaba los sollozos de su alma, enjuagando también las lágrimas que rodaban por sus mejillas.

 

El gris del día no podía compararse con el color oscuro que ahora sentía que lo abrazaba, aquella aura que caía sobre sus hombros y pesaba como si dos toneladas de plomo estuvieran sobre él; aunque eso no era más que una suposición.

 

Lo que era muy real era el porqué de su repentina tristeza. Habría deseado con toda la fuerza de su convicción poder borrar ese momento, haber tomado unos minutos más en la cafetería, tardar al platicar con sus tutorados en los pasillos, incluso simplemente caminar más lento, porque entonces podría haber creído en sus propias mentiras un poco más, aún sentiría  que era el único hombre en la vida y los sentimientos de aquel sujeto, que en verdad estaba enamorado de él y sus sentimientos por fin eran correspondidos… Que no solo eran amigos que de vez en cuando tenían sexo, que no solo era su consuelo en la soledad, que en verdad ese sujeto lo amaba, lo veía como a aquel castaño de primer año y claramente lo besaba con todos esos sentimientos de los que era consciente.

 

Pero eso no pasaría, porque Yokozawa Takafumi no era más que el mejor amigo de Takano Masamune, solo era la persona en la que mayor confianza mostraba, con quien podía contar, aquel sujeto con el que podía besarse, tocarse e incluso acostarse sin necesidad de formar sentimientos ajenos a la amistad; porque eso eran, únicamente amigos.

 

Sin embargo desde hacía mucho Yokozawa había roto ese pacto, habían sido incontables las veces en las que habían caído ante el juego de la seducción que simplemente terminó por enamorarse, sin nada que pudiera hacer al respecto.

 

Ahora se encontraba en la parte de atrás del edificio de la escuela, de cunclillas con el rostro escondido entre sus brazos que reposaban sobre sus rodillas, no le importaba mojarse, el sonido del agua le hacía sentirse un poco mejor, tampoco desaparecer de pronto de todos, porque al único al que creyó importarle ese día se había ido de la mano con Onodera; el idiota que había provocado todo desde un comienzo.

 

Porque no podía seguir culpándose a sí mismo.

 

– Mira lo que me encontré, un gatito abandonado – una voz socarrona se dejó escuchar por encima de aquella lúgubre aura que Yokozawa parecía tener sobre él. La poca luz que quedaba del día se había minimizado y por algún motivo el agua ya no le mojaba,  aun cuando todavía se escuchaba caer–   Oii ¿te encuentras bien?

Escuchó esa pregunta un par de veces, no tenía intención alguna de responder, “Si lo ignoro, seguro que se pierde” pensó con algo de fuerza, cerrando sus ojos y apretando sus dientes con rabia, estaba muy molesto, triste y decepcionado como para desear ser agradable con alguien, sin embargo esa persona que estaba ahí simplemente se agachó hasta quedar a su altura.

– Bueno, no me voy a ir de aquí hasta que contestes… – volvió a decir aquel sujeto–  ¿puedes hablar? ¿Te robaron? ¿Te pegaron? O quizá…algún pervertido tocó tu cuerpo…– con una deje de burla en su voz dejó salir de nuevo sus preguntas, mientras despeinaba su cabello, secándolo en parte. Pero todas esas “atenciones” solo lograban desesperar a Takafumi, quien en un acto de desesperación levantó la cabeza, mirándole con furia.

– ¡¿Quieres perderte?!–  cualquier otra persona hubiera tomado la expresión al pie de la letra, pero al parecer el tipo que tenía frente de él no entendía absolutamente nada, lo miraba con una sonrisa en sus labios, sin dejar de sostener con fuerza la sombrilla de color negro que mantenía en su mano derecha, mientras sobre sus piernas estaba la mochila, con su mirada felina, como si esperase el mejor momento para sacar el celular y retratar la patética expresión de Yokozawa después de llorar –  ¿Acaso no entiendes español? ¡Piérdete de una maldita vez!

– No eres un gatito muy bueno con la persona que te está rescatando –tomando un pedazo de periódico que traía en la mochila, golpeando levemente en repetidas ocasiones sobre la cabeza del moreno–  gato malo, muy malo

– ¿Cuál es tu maldito problema? –Con toda la rabia que aún le quedaba debajo de toda la humillación de ser encontrado de esa manera tan patética, el de ojos grises tomaba aquel pedazo de periódico, aventándolo hacía algún lugar lejos de ahí – Piérdete de aquí, no necesito tu maldita lastima, púdrete de una buena vez.

Pero aquello no tendría efecto alguno, esa persona que solo le miraba con sus ojos felinos de un tono castaño como el de su cabello, el cual caía graciosamente sobre su rostro, levemente quebrado desde la raíz, era nada más que Kirishima Zen, el chico más popular, molesto y sobre todo inteligente de la escuela, o por lo menos de tercer año...

Y recordar todo eso solo logró que Yokozawa se hiciera levemente hacia atrás, ser encontrado de esa manera, en ese lugar, por ese sujeto… Estaba frito. Sin embargo Kirishima solo se levantó, tomando del brazo al menor y llevándolo consigo, lejos de ahí.

– Te llevaré a tu casa, yo no puedo tener gatos...– decía con su molesto tono de voz mientras jalaba con algo de fuerza a Takafumi para que caminara más rápido, a su paso–  ¿qué te parece? Soy una buena persona ¿no lo crees? ¿Tomas el tren? Podríamos tomar incluso un taxi de no ser que estás completamente mojado… eso va mal para los dueños de los vehículos

Por su parte Yokozawa no sabía cómo hacer para alejarse de él, había intentado con el típico “Puedo ir yo solo” pero al parecer para el castaño eso no era una excusa lo suficientemente buena para dejarlo ir, incluso después de eso lo sujetó con mayor firmeza, haciendo que sus brazos se entrelazaran mientras Kirishima pasaba ambas mochilas sobre su hombro libre, actuando como si no sintiese que el más bajo deseara salir corriendo de ahí.

ヽ(a344;(a396;)´)a417; ┻━━┻

– Si… bien, gracias – Yokozawa intentó cerrar con rapidez la puerta de entrada, era su última salida para deshacerse del contrario, después de probar con un movimiento en falso de “haber encontrado entre la multitud a su madre” cerca de las tiendas comerciales del centro de la ciudad por donde habían pasado o mentir acerca de que había perdido las llaves y que ahora tendría que esperar a que alguien llegara y que eso no pasaría hasta entrada la noche, sin embargo Kirishima no daría paso atrás y ahora su pie evitaba que la puerta se cerrara frente de su cara.

– Oye, te traje hasta aquí, merezco por lo menos una toalla caliente ¿no? –Mientras se batían en una pelea de poder de cerrar o abrir la puerta de entrada, siendo Zen quien la ganase, entrando como si nada a la casa de los Yokozawa – ¡Voy a entrar! –Anunciándose como si fuese común que entrara–  tu casa es linda, tienes una toalla, creo que en verdad la necesito–  pasando su mano derecha sobre su cabello, que se había mojado en el instante en que decidió guardar la sombrilla y disfrutar de la lluvia.  

Por su parte el menor no tenía intención de mantener a su “senpai” (que muy a su pesar repetía esa última palabra en su mente) por mucho tiempo dentro de su casa, solo deseaba quitarse la ropa húmeda y meterse a la cama para llorar una o dos horas o quizá hasta el amanecer, se sentía aun tan mal como para no desear ir a la escuela en dos o tres  semanas… quizá no volver nunca… Pero se veía obligado a seguir con las formas  así que solo asintió y se fue por el pasillo por lo que le había pedido.

Sentía aquel pasillo tan vacío y frío, aunque siempre hubiese estado así, recordaba las pocas veces en las que habían estado en su casa, las pocas veces en las que ambos habían compartido risas en la sala de estar que dejaba atrás con rapidez,  las escasas ocasiones en las que Takano lo besó de una manera espontánea, las pocas veces que se había sentido completamente querido por alguien más. Y las lágrimas no tardaron en llegar de nuevo, poco le importaba si el gato le miraba o si tenía a un tipo con el que apenas y había intercambiado unas cuantas frases sueltas hasta ese día, solo quería sentarse en un rincón de su habitación y llorar todo lo que su roto corazón le pedía para volver a sanar.

ヽ(a344;(a396;)´)a417; ┻━━┻

Cuando Yokozawa Takafumi volvió a la sala de estar después de un buen rato de lamentarse dentro de su habitación, con lo que el castaño le había encargado, se dio cuenta que ese sujeto ya no se encontraba ahí, lo que le provocó una agradable sensación, tal vez ese tipo se había aburrido de esperarle o simplemente había tenido la decencia de desaparecer para siempre, más su idea no duró por mucho cuando de la cocina salía ese tipo de casi 1.80 metros de estatura, con una lata de cerveza en sus labios y otra estirándose en dirección al dueño de la casa, provocando una nueva etapa de ira y disgusto en él.

– ¿Acaso no tomas? –y esas fueron las últimas palabras de Kirishima antes de recibir la toalla contra su rostro.

– ¡Cuando salgas cierra la maldita puerta! ¡Y hazlo antes de que llame a la policía! –gritó el histérico chico del corazón roto mientras se desaparecía nuevamente por el pasillo y se encerraba en su habitación, recostándose violentamente sobre su cama, deseando desaparecer. O que el castaño que seguramente estaría hurgando por todos los cajones lo hiciera, lo que pasara primero.

La puerta de su habitación se abrió lentamente y de la misma manera se cerró detrás del intruso, después de que el gato se bajase de la cama y saliera corriendo, sus pasos eran lentos pero firmes, acercándose al que inerte se encontraba sobre la cama, mientras dejaba una lata de cerveza en su mejilla, aplastando esta como si de masa de galletas se tratara, solo parando cuando el pelioscuro tomase la lata, se sentara y se la tomara de un solo movimiento.

Poco pudo acordarse después de beber de 5 latas.

ヽ(a344;(a396;)´)a417; ┻━━┻

Si algo debía tener en cuenta era que el alcohol jamás iba a ser su mejor amigo o bien, estaba muy poco acostumbrado a tomar de esa manera… La luz de la farola de la calle le lastimaba más que cualquier otra cosa, llevo una de  sus manos hacia su rostro, tallando con algo de fuerza para despabilarse rápidamente. Al parecer seguía lloviendo, pues el caer del agua se escuchaba con fuerza cerca de ahí…

Se sentó en la cama, recargando su cabeza en la pared, algo mareado… Estiró sus brazos percatándose que no tenía nada puesto, bajando sus grises orbes con pánico hacia su cuerpo… tenía pequeñas marcas rojas a lo largo de su pecho, bajando algunas por su abdomen y… ¡Y no traía ropa interior!

Aquello lo alarmó ¿estaba en su casa? Era lo último que recordaba y el color azul de las paredes se lo confirmaba, entonces… ¿había sido su gusto desnudarse por completo? ¿por qué lo haría? Mientras se cuestionaba buscó entre las sabanas el celular, alguna revista o lo que fuera que le diera sentido a su repentino gusto por “dormir la siesta en traje de adán”

Más lo único que logró encontrar fue un par de bóxers que claramente no eran suyos… Su rostro rápidamente palideció.

– Por fin despertaste ¿qué tal bello durmiente? – esa voz, esa maldita voz… Yokozawa volteó con terror para ver la peor de sus pesadillas, aquel castaño que solo traía una toalla alrededor de su cadera, mirándole con una sonrisa de oreja a oreja, claramente burlándose de él, mientras se acercaba a tomar los boxers de las manos temblorosas del moreno

– tú…yo… nosotros… –  pocas eran las palabras que podía llegar a formular, estaba anonadado y asustado, ¡No había hablado nunca con ese sujeto hasta ese día! Y lo peor de todo ¿Era Kirishima Zen homosexual? No era que se asustara, al final se había enamorado de un hombre pero… Aquello era completamente una nueva noticia… Una que no sabía cómo tomar.

– ¿No lo recuerdas? Tienes  la memoria de un viejo que ha tomado toda su vida –de nuevo una risa socarrona se dejó ver en sus labios, mientras se ponía los boxers y se quitaba la toalla, tomando del piso su uniforme–  pero si, todo lo que piensas en un sí… Y, en verdad, no me arrepiento –después de ponerse los pantalones se acercó al menor, tomándole de la barbilla, acercándose con lentitud hacia sus labios mientras le susurraba – eso sí me llevaré un recuerdo especial de todo esto – y en cuanto sus labios estaban a nada de tocarse Kirishima se separó moviendo su celular de forma infantil, con una gran sonrisa en su rostro, que solo dejaba ver que todo se pondría peor.      

Notas finales:

¿Algo que deseen comentar? Agradezco todos los comentarios!


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