Escaleras de perfección
La clase de sociales era una de las clases que a su “humilde” opinión era demasiado hipócrita, sobre todo las personas que se estaban encargados u obligados a enseñarla, individuos que se hacían llamar “profesores”, por la sencilla razón de que enseñaban como era la sociedad en esos momentos, pero estaba casi seguro que sus profesores tenían otras ideas en mente, podrían estar de acuerdo en unos sentidos y desacuerdo en otras cosas que la sociedad impuso a lo largo de los años, pero era su trabajo enseñar según en una carta descriptiva, algo que estaban obligados a seguir al pie de la letra.
Su vida universitaria era buena, estaba cursando ya el sexto semestre de su carrera, podría decirse que no se quejaba de la decisión que tomo, tal vez en el pasado se arrepentía, pero había cosas que realmente disfrutaba de la carrera. Dicha elección lo llevo a conocer a sus mejores amigos, Bakura Ryo e Ishtar Marik. También tenía a sus amigos Honda Hiroto y Jonouchi Katsuya, los cuales también estudiaban la universidad, en el caso de Honda, en otra universidad en otro lugar lejos de Domino y Jono, en la misma que él, pero otra carrera y en distinto salón que él.
La educación siempre es vista por escaleras
En ese semestre en particular, todas las asignaturas de su paquete de estudio, tenían que ver con lo social: Grupos, Familias, Comunidades etc. Tenía que admitir que la opinión de esa clase al principio se fue de manera rápida al estar presente en la primera clase. No era el horario que le había tocado esa clase (Que era las últimas dos horas del día), tampoco porque se le parecía interesante la sociedad (Que debería debido la carrera que estudia), lo era por la persona que estaba explicando toda la clase, el maestro que les toco ese semestre, le daba intereses a la materia.
La similitud física con él era una cosa extraordinaria, ambos podrían parecer hermanos gemelos sino fuera por la gran diferencia de edad que separaba a ambos, las facciones de ambos también eran muy diferentes, ojos carmesí con orgullo y carisma que era muy difícil de explicar con simples palabras y ojos amatista ingenuos e inexplicables, que apenas conocen el mundo que lo estaba rodeando. Sus amigos en la hora del almuerzo solían jugar bromas y poniéndole apodos a aquel maestro parecido a él como “La oscuridad de Yugi” y en su opinión personal, ese apodo no le quedaba para nada mal.
Si el tuviera los recursos necesarios, tal vez ya se hubiera aventurado a investigar más sobre aquel maestro, lo único que sabía es que lo habían contratado el semestre pasado, pero no tuvo la dicha que le diera clases hasta ese modulo escolar, también, por su acento al hablar, que fuera de origen egipcio. Lamentablemente para él, nunca apareció información nueva, en la universidad no había secreto alguno de la vida de los maestros pero en el caso de su “Yami” era complemente confidencial, no sabía si estar ansioso o aliviado de que nadie hubiera comenzando a investigar sobre su maestro.
El buscaría las escaleras de la perfección
Como todo buen joven adulto que era, comenzó a crearse su propia película, en donde solo estuviera él y Atem (El verdadero nombre de su profesor). En donde comenzaban hablar fuera del contexto escolar, después o antes de su graduación, realmente no le importaba, tal vez la charla seria formal y después conforme pasaba el tiempo serian charlas mucho más libres tachando el “Maestro y Estudiante”, llegarían a tener una hermosa relación y si las cosas marchaban muy bien, entonces, las campanas de la iglesia bailarían y sonarían por el júbilo de aquel día tan feliz, con los anillos de oro en sus dedos…
Anillo
Ahora que lo pensaba con mucha atención sobre aquel objeto tan pequeño con un sinfín de significados para la sociedad y muchas personas en sí, en manera automática su vista fue buscando la mano derecha de su profesor que como siempre explicaba su asignatura a la clase. No pudo evitar ver primero al responsable de muchas de sus fantasías, tanto inocentes como aquellas que aún son tabú en la sociedad, con mucho temor, se fijó en la mano izquierda de aquel que parecía su reflejo, en el dedo anular izquierdo que nunca antes había prestado atención hasta en ese momento.
Un pequeño anillo de oro estaba ahí, perfectamente colocado y pareciera que no le quedaba ni tan grande ni tan pequeño, sino perfecto. Debido a la distancia que existía desde su asiento y el profesor, no podía distinguir muy bien el anillo, aunque podía jurar que dicho anillo tenía un hermoso grabado y juraba que ese grabado hacia la forma de un gran dragón, el cual, también estaba seguro de haberlo visto antes, pero en esos momentos no recordaba en donde, ahora en esos momentos, la película que se imaginó a lado de su maestro se empezaba a quemar lentamente.
Tal vez la cara de puso al notar la existencia de aquel anillo debió ser de un shock total con una pizca de terror, con certeza no lo sabía muy bien, pero podía escuchar como Ryo a la distancia de él, que le quería preguntar si se encontraba bien, pero el descubrimiento de esa joya realmente lo había desconcertado, nunca, desde ese inicio de agosto se había percatado de aquel anillo, ni mucho menos cuando se lo cruzaban en la hora de los descansos, era como si hubiera visto a su convivencia, quitando todo aquello que rompiera todos sus sueños.
Al salir de aquella clase, antes de que Ryo y Marik preguntaran sobre su repentino cambio, les pregunto sobre aquel anillo con el grabado de dragón, quería estar seguro de que simplemente ese pequeño objeto apareció de la noche a la mañana y no que ya estuviera adornado en dedo de Atem desde el día que iniciaron las clases, inclusive que no estuviera en su dedo cuando fue contratado por la universidad. La respuesta de sus amigos realmente fue un golpe al escuchar de que al menos ellos si habían visto ya muchas veces el objeto de oro en dedo anular de su profesor.
La palabra mentira resonaba en su cabeza mientras que esperaban a fuera de detención a Jonouchi, las palabras que comentaron Ryo y Marik quería cambiarlas a sin conveniencia, crearse un cuento que estaba seguro que no iba a funcionar, quería negarse a la posibilidad de que todo eso era cierto y esperaba de una pequeña broma de sus amigos, que querían ver su reacción y que lamentaban de jugarle una broma tan pesada como esa, simplemente deseaba eso, quería esa oportunidad con su maestro ignorando la diferencia de edad que los estaba separando, la sociedad ha visto cosas peores que eso.
Una vez que Jonouchi era libre de la detección y explicara que era la culpa de su maestra por haberlo retado, los cuatro amigos caminaban a la salida de la universidad para ir a sus casas, al día siguiente seria sábado y también estaban hablando sobre qué hacer durante ese pequeño fin de semana, debido que tenían que tener en cuenta que necesitarían mucho tiempo para las tareas de la universal, aunque Katsuya no le importara mucho ese asunto y sabían tres personas de cuatro, que dejaría todo para el final y lo haría a última hora como de costumbre.
Llegando sus casilleros para poder cambiarse de zapatos, el pequeño tricolor no pudo evitar alzar su vista y ver a su maestro caminar con un maletín, sin importar que estuviera en calcetines corrió a la puerta para gritar su nombre, pero dicho grito nunca llego debido a lo que sus ojos amatistas estaban mirando. Un auto negro del año se detuvo a un lado de Atem, unos ojos zafiros fríos se vieron cuando la ventana del copiloto y juraba un reclamo de su maestro pero que el otro sujeto no le dio importancia, un ritual que solo ellos dos tenían.
Hay muchos dichos en psicología, algunos de ellos es este:
Los psicólogos siempre se divorcian
Si pudiera dar ese paso con su “Yami”
Rompería con ese dicho
Los dos serian la excepción