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Las gotas de vida por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi~

No hay mucho que decir, soy Krat que trae un pedido especial, espero que disfruten de esta pequeña historia 

Notas del capitulo:

Holi~

Bueno este es un pedido por un cumpleaños de alguien a quien adoro~

¡YUMI ESTO VA A TU NOMBRE!

XD

Es su OTP así que pueden pasar a leer con tranquilidad, bajo su propio riesgo... yo solo intento hacer que amen esta pareja 

Disfruten~

Miraba al horizonte como cada mañana, le gustaba hacerlo porque era un alimento para su alma, era como estar en la selva, respirar el aire puro, inundar sus sentidos por aquella libertad, sentirse salvaje. Parado en la rama más alta de un árbol a la entrada de una nueva ciudad. Abajo estaban sus dos hermanos, misma edad, nacidos en la misma generación, mismo año, mismo día. Dos rubios pero con ojos azules como él, muy diferentes y a la vez similares, eran familia después de todo; libres, fuertes, maduros

 

-Siempre haces eso, Ugetsu – reclamaba cierto rubio con cabellos alborotados, su cabello más brillante que el de su hermano

-tsk… y así no quiere ser el líder – se quejó el siguiente rubio de mirada dura y facciones serias y amenazadoras

-el mejor líder será Giotto – sonrió el pelinegro mientras saltaba con gracia, daba una vuelta hacia atrás y terminaba de pie en el suelo

-entonces vamos… ingresaremos a esa ciudad para distraernos un poco y seguir con el camino hacia nuestro territorio – dijo el rubio cenizo mientras se estiraba y empezaba a caminar

-siiii – dijeron los otros dos mientras lo seguían. Quienes los miraran no sospecharían nada, eran como cualquier otra persona, usando jeans, camisas, chalecos, o suéteres, era cuestión de arreglarse un poco y pasaban desapercibidos… además, dinero les sobraba, y eso se debía a que los años para ellos pasaban como si fueran meses… una vida larga, demasiado comparado con los humanos

 

Ugetsu era el segundo hijo del clan leopardo del norte, un cambia-formas de alto nivel, viviendo en el mundo humano con el único afán de encontrar a su destinado ya fuera de su misma especie o de otra, con el cual formar una familia y dejar sus genes para el futuro. Los cambia-formas formaban manadas en la antigüedad, pero ahora con toda aquella gente pisando la tierra, se dividían, viajaban, se mezclaban con los humanos y se diferenciaban simplemente por su aroma, cosa que solo ellos mismo lograban distinguir. Giotto era el romántico de la familia, creyendo en que el destinado lo llenaría de vida. Alaude era el maduro que pensaba que al encontrar a su pareja las cosas seguirían igual y solo completaría su labor en la vida, el de dejar descendencia. Ugetsu el risueño, alegre, amable… con el corazón herido, no creía que su destinado volvería a renacer, pues cuando era pequeño y con su pareja destinada… la vida lo trató mal y se llevó a su otra mitad.

Surcaron la ciudad con paciencia, disfrutando de la calma que en las calles había, comieron en algunos restaurantes, reconocieron los parques, los alrededores, este sería su nuevo territorio por unos meses. Después se reencontrarían con su padre, y liderarían al clan pero por el momento vivirían entre los normales. Estudiaron varias cosas pero la que más le llamaba la atención a Ugetsu era la enseñanza, la música era lo suyo pero la literatura también rendía frutos. El trabajo era innecesario pero todos disfrutaban de hacerlo, no por el sueldo, sino por las memoras que recolectaban… vivencias, aprendizajes, risas, lágrimas, lo que fuera… lo disfrutaban

Ugetsu consiguió un empleo en una preparatoria llamada Namimori, estaba feliz y faltaba una semana para que empezara, así que podía explorar todo sin apuro. Dejó a sus hermanos de lado mientras se perdía entre las calles, era de noche, las estrellas titilaban, la luna estaba a medias, y cerró sus ojos llenando sus pulmones con aire helado, rememorando ese dulce aroma que percibió hace más o menos un mes. El aroma a flores mezcladas con vainilla… dulce, pero no empalagoso, suave y a la vez persistente, recordaba cuando lo percibió y quiso seguirlo… es más, lo hizo, caminó siguiendo el aroma que inundó sus fosas nasales, sus sentidos, su instinto le gritaba que lo encontrara… ese aroma a destino. Corrió en direcciones que creyó reconocer, pero al final se halló en medio de un gentío, aun así ese aroma seguía llamándolo, pero en cierto momento… desapareció. Ugetsu pensaba que solo fue su imaginación, solo un recuerdo o hasta la visita del alma de su pequeña destinada, de una niña de mechones rojizos con la cual compartió su infancia… pero era imposible, los destinados nacían en pares y su media naranja murió hace tiempo… su destino era estar solo y eso dolía en ocasiones

 

-¿aun sigues con ese recuerdo? – sin pensarlo mucho Giotto cortó las meditaciones de su hermano – quien sabe y esta vez tu amor eterno renació

-es imposible… perdí a mi destinada – sonrió con melancolía

-ya quítate ese pensamiento – sonreía mientras golpeaba la espalda de su compañero, Giotto siempre era así… tranquilo y positivo – nadie sabe lo que podrá traer el destino, a veces es cruel y a veces también es amable y piadoso

-te vendría bien enseñar poesía

-prefiero ser médico – sonreía mientras jalaba a su hermano para regresar a casa  

 

Cada vez que Ugetsu pensaba en la familia, bordeaba su razonamiento a su destinada y con ello al recuerdo de verla morir a causa de una enfermedad, de la ineficiencia de la salud pública en un pueblo pequeño y de su impotencia por no poder salvarla. Esa fue la razón para que Giotto decidiera estudiar medicina, volviéndose experto en unas décadas. Sus vidas cambiaban según su interacción con los humanos, Alaude vio lo atroz que era el crimen en los lugares a los que visitaban y por eso terminó convirtiéndose en policía, y él… Ugetsu, solo quería reparar su corazón, terminó siendo maestro porque así veía centenas de caritas, los ayudaba a cumplir sus sueños, los ayudaba a superarse, a subir su autoestima y los enviaba por el buen camino.

Esas mañanas las aprovechó para hacer ejercicio, su cuerpo necesitaba estar en movimiento, era instintivo, al ser un leopardo tenía velocidad y agilidades que superaban las expectativas humanas, pero claro se controlaba para que nade lo descubriera. Corría por las empinadas calles, se agitaba, sudaba, estaba lleno de vida. Se subió a las paredes que limitaban las secciones de las casas y caminó usando sus manos, se divertía con cosas como esa. Apresuró su paso según el sol se levantaba, pues cuando los rayos lo golpearan tenía que volver a fingir ser normal. Miró al cielo y faltaba un minuto, contó en retroceso mientras terminaba su caminata con sus manos, saltó con agilidad cayendo de pie y corrió cuesta arriba sobre dos de sus pies, faltaban solo treinta segundos y se interponía un repartidor de periódicos que no escuchaba nada porque estaba puesto los audífonos. Corrió aprisa con fuerza, sus pies se comportaron como resortes y dio un salto con un giro encima del ciclista, cayó sobre sus manos y dio un salto hacia atrás para terminar de pie y dar sus últimos pasos a solo cinco segundos de…

 

-diablos – se quejó Ugetsu con el corazón latiendo a mil mientras observaba el sol salir y a la vez entrar en pánico por el muchachito que estaba en frente

-qué… eso – tenía el cabello blanco, una bandita en su nariz y sus ojos brillaban – ¡ESO FUE EXTREMO!

-me viste – sonrió con nerviosismo

-eso fue… fantástico, ¡extremo! – decía apretando sus puños y acercándose

-yo – no tenía escapatoria, alguien lo vio y ahora le preguntaba muchas cosas entre las cuales escuchó algo de boxeo, un club y una preparatoria, pero él solo retrocedía asustado… nunca dejó que nadie lo viera por la simple razón de que harían muchas preguntas, suposiciones y corría el riesgo de encantarse con algún grupo y rebelar su verdadera naturaleza – solo hago ejercicio

-¡pero fue genial! ¿En dónde entrenó?

-mi padre me enseñó – sonrió retrocediendo – disculpa pero debo irme, hoy es mi primer día de trabajo – sonrió mientras levantaba su mano en forma de despedida

-pero debe decirme su nombre, ¡al extremo! – lo  agarró de la chaqueta y Ugetsu suspiró

-Ugetsu… Asari Ugetsu – sonrió para luego dar una leve reverencia y empezar su regreso a casa

 

Llegó en poco tiempo, su hermano le reclamó la tardanza y lo único que hizo fue balbucear no sé qué cosa antes de subir a la habitación y darse una ducha rápida, vestirse, desayunar, tomar su bicicleta, balbucear una despedida y marcharse. Todo en tiempo record, fácil para ser su primer viaje a esa edificación. Al llegar admiró todo, los estudiantes empezaban a llegar y una sonrisa se instauró en su rostro, se familiarizó con todos los maestros en poco tiempo después de ser presentado, ya sabía sus clases así que inició como cualquier otro maestro nuevo. Respirando profundo antes de ingresar a una clase ruidosa en donde las chicas charlaban y los muchachos bromeaban o mostraban un videojuego. Sus cursos solo correspondían a los de 16 años, adolescentes en todo sentido, sonrió al verlos… estaban llenos de vida y él se encargaría de colocar conocimientos en esas cabezas. Primera clase literatura, muy pocas horas de música solo hasta que regresara el maestro de esa materia, era una pena, pero le gustaba la literatura así que no se quejaba demasiado, tal vez podría negociar con los chicos del club de música para que le dejaran tocar un par de horas.

 

-buenos días, tomen asiento por favor – el director lo acompañaba, presentándolo y diciendo todas las cosas que deben decirse en el primer día. Ugetsu simplemente miraba a todos, memorizando su rostro, incluso notó que alguien aún no llegaba… el asiento junto a la ventana

-¡perdón! ¡Me quedé dormido! – Ugetsu se reía bajito al ver a ese muchacho entrar y tomar el último asiento libre, brillante sonrisa, un poco despistado pero de brillante semblante, atlético y… su olor… su aroma… flores y vainilla… ¡no podía ser!

-Asari-san… ¡Asari-san!

-sí, lo siento – demonios, se había distraído con ese aroma pero es que… - me distraje – escuchó la risa de los alumnos y el suspiro del director, pero si alguien estuviera en su lugar lo entendería – perdón…

-son suyos ahora – le palmeó la espalda y salió. Ugetsu sacudió su cabeza un par de veces y respiró para ponerse serio

-bueno en resumen soy Ugetsu Asari, su maestro de literatura, temporalmente les daré clases de música hasta que su sensei vuelva y… bueno… trataré de que no se duerman – reía con sutileza mientras los observaba – ¿alguna pregunta?

-¿qué edad tiene? ¿Cuánto mide? ¿Tiene novia? ¿Por qué enseña literatura? ¿Está casado o con hijos? ¿Tiene hermanos? – sonrió porque esas preguntas eran las típicas en adolescentes, bueno se vio en el espejo esa mañana, era atractivo, de apariencia joven y claro… dotes animales y atléticas mezcladas

-no responderé a eso – se reía matando las expectativas de las muchachas – solo diré que tengo más años de los que aparento – le dio una mirada al chico que llegó tarde, su aroma… su aroma era embriagante y… era el mismo de su amor imposible… ¿por qué? Debía llamar a su padre y preguntar… pero era obvio que ese era el aroma de su destinado… para saberlo debería hacer contacto visual, tocar su mano y si la corriente eléctrica existía podría certificarlo – bueno, empecemos

 

Ya había experimentado en la enseñanza en jóvenes de esa edad, las chicas suspiraban al escucharlo recitar un poema clásico, los chicos fastidiados dibujaban en su cuaderno o se pasaban mensajes en papeles o en el celular. Ugetsu recorría el salón mientras recitaba, interceptaba los papelitos, golpeaba la mesa del que estaba distraído, hacía caritas felices sobre los dibujos de los que se entretenían rayando sus hojas. Al final todos entendieron que debían estar despiertos, todos… menos uno

 

-hasta ronca – se reía al verlo recostado en la mesa y posando su rostro sobre sus brazos

-Yamamoto siempre es así – sonreía una de las chicas – si quiere lo puedo despertar

-el friki del béisbol siempre se queda dormido – gruñó un chico peliplateado quien tenía la apariencia de chico malo

-no se preocupen… yo lo despierto – Asari se puso de cuclillas hasta llegar a la altura del rostro del chico – una batalla en medio del desierto, un guerrero, una espada – todos lo miraban pero él seguía con su relato – una decisión desesperada… los enemigos cerca – Yamamoto se removía como siguiendo aquella historia entre sueños, Ugetsu tomó un lápiz de su escritorio y le picó las costillas – el roce de una flecha

-ugh… no – susurraba Yamamoto en respuesta – enemigo – todos empezaban a juntarse para verlo, y algunos se reían

-enemigos por doquier – susurraba Ugetsu cerca del oído del azabache – solo uno quedaba vivo, el enemigo le apuntaba

-ayuda – susurraba inquieto el jovencito perdido en un sueño relatado por su sensei

-¿tu última palabra?

-no vencerás – respondió y muchos empezaron a reírse bajito

-entonces… – dijo Asari y picando el costado del chico con un poquito de fuerza, dijo – ¡MUERE!

-¡NOOO! – Yamamoto se levantó de inmediato, asustado y con sus puños apretados, jadeaba y miraba al frente

-Y así termina la historia – sonreía Ugetsu levantándose y mirando a la clase mientras Yamamoto jadeaba tocándose el costado y verificando que estaba vivo – esa es la lección de hoy chicos… no se duerman por favor

-¿un sueño? – miró al sensei enfrente suyo y se puso rojo, sus miradas cruzaron y entendió que fue el castigo por quedarse dormido – lo siento – sonrió avergonzado

-ten más cuidado Yamamoto-kun – acentuó el nombre del chico sutilmente y el mencionado sintió una pequeña y extraña vibración en su cuerpo, la misma que ignoró pues estaba más preocupado por saber cuánto se durmió o si el profesor lo castigaría

 

 Pero nada de eso sucedió y sus vidas siguieron normalmente, o eso quería pensar Asari, pero no fue así…

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

¿Qué tal estuvo?

Bueno esto será cortito así que supongo que no sobrepasará mas de 6 capis cortos, si gustaron de esto los veré la siguiente semana~

 

Todo calmado y amoroso... hasta que llegue las batallas y los problemas *-*  y sip... les di spoiler 

 

Muchos besos~

Bye-bye 


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