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Redención por AndromedaShunL

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Notas del fanfic:

Los personajes no son de mi propiedad (ojalá), sino que son del gran maestro Masami Kurumada.

Notas del capitulo:

Después de mucho tiempo sin andar por aquí, les dejo este pequeño one-shot. Si eres de las personas que llevan leyéndome de mis inicios, quizá no te sorprenda el carácter tan dramático <3.

No es más que el recuerdo de tus labios. Una clara armonía de placeres disueltos en tus ojos, tan verdes como las hojas en primavera. Diminutos fragmentos de tiempo convertidos en grandes emociones que quieren escapar de mi corazón.

                Tus manos saboreando cada rincón de mi cuerpo. Tu boca suspirando por tener la mía sellada contigo. Abrazos ardientes como miles de estrellas, iluminando el cielo. Iluminando todo a nuestro alrededor, pareciendo que no existe otra cosa en la vida que no seamos tú y yo.

                Las veces que estuvimos cogidos de la mano, dispuestos a caminar hasta el final del mundo por playas que nadie más había contemplado con estos ojos, salvo, tal vez, enamorados tan locos como nosotros. Aquéllos a los que nada les parece más real que lo irreal del amor. Los románticos y escépticos de la realidad. Desean perderse entre nubes de algodón, en un cielo donde cada haz luminoso pronuncia te quiero.

                Almas entrelazadas de por vida. Ni el mayor de los filos sería capaz de cortar el lazo que nos une, pues no está compuesto por materiales ordinarios, sino que es obra de caricias, besos, abrazos, paseos, cenas, noches, días, fiestas, películas…

                Son sentimientos extraños, alejados del resto de las personas. Cosas que no había sentido antes con nadie, y bien lo sabes. Que la primera vez que te dije lo mucho que te amaba se me escaparon varias lágrimas al liberarme. Que supe al instante que no mentía, que aquella vez era diferente. Te tenía tan cerca que el simple hecho de sentir tu respiración impedía a mi corazón funcionar correctamente.

                ¿Cuántas veces que te habré dicho lo difícil que era para mí amar a alguien? Viví y recé a todos los dioses que pudieran escucharme para que me permitiesen gozar de ese don, pero durante miles de años me negaron tan preciado derecho.

                Entonces vi tus ojos. Esmeraldas. Pozos profundos de tranquilidad y pureza. Puertas de cristal que tenía miedo de abrir, no así como los míos, que rápidamente cayeron en tu hechizo y me descubrieron una nueva forma de pensar y de querer.

                ¿Y cómo puedo pensar en si no hubiera sido posible? Desesperaste mi corazón cada vez te marchaste a casa después de estar conmigo. Mis suspiros siempre iban dirigidos hacia ti. Nada me hacía estremecer más que tus simples caricias, que para mí significaban todo.

                Tantas veces susurraste mi nombre al oído, amparados por las sábanas que cubrían nuestros cuerpos desnudos. Tus besos bajando por mi cuello, llegando a mis labios. Tus manos acariciando mi cabello y tu rostro apretándose contra mi pecho, tratando de detener el tiempo que, por desgracia, no dejaba de pasar.

                Te dije que no desperdiciaras ni una sola lágrima por mí. Te pedí, suplicante, que no se marchitara tu corazón cuando me fuera, que siempre me recordases como un pasatiempo más, un eslabón en tu vida. Una muestra de cariño que nunca quiero que olvides.

                Te pedí que buscases una manera de eludir la cruel realidad. Abrí caminos ante tus ojos, te apoyé en tus proyectos y quise, aunque no te lo dije, distanciarme de ti para que no pesara tanto el dolor con mi partida.

                Todo está escrito, y es por una causa. Muchas palabras se olvidan, pero la esencia siempre está presente, pues los actos perduran en el tiempo. Los sueños se encargan de reavivar las llamas del pasado, de devolver los recuerdos a las mentes. De hacernos reír y llorar al mismo tiempo.

                La melancolía es infinita. Siempre lo fue y siempre lo será. Puede que en estos momentos yo esté sufriendo de ella, allá donde esté, y puede que tú estés llorando mientras lees esto, y que tus ojos esmeraldas brillen como estrellas en el cielo nocturno. Pero no quiero eso para ti.

                Te supliqué que sonrieras, aunque fuera falsamente. Pues la perseverancia hace al maestro, así tiene que pasar con las sonrisas: sonríe y serás feliz. Sonríe y disfruta de la vida, que tienes mucha todavía que vivir, y es corta, bien lo sabes, como para pasarla llorando.

                No te encierres en la tristeza. Abre las ventanas y deja que entre la luz en tu habitación. Sal de casa, observa las flores, huélelas, respira el aire puro de las primaveras y deja que las gotas de lluvia se derramen por tu rostro en otoño. Pero no dejes que el frío del invierno te cale cada año el corazón. Y, si lo hace, que sea el fuego del verano lo que lo derrita.

 

Dejó de leer.

                Sus ojos apenas podían albergar todas las lágrimas, y su corazón se resentía con cada palabra que leía. No, no podía continuar, aunque tantas otras veces había leído aquella carta, salpicada de lágrimas secas por el paso de los años.

                No, no era capaz de olvidarle. ¿Cómo iba a olvidar aquellos ojos azules que le habían acompañado durante tanto tiempo? ¿Fue tanto tiempo en realidad, o tan solo la intensidad de los momentos hacía de un simple instante una eternidad?

                Mucho había tardado en armarse de valor para leerla por vez primera. Ni siquiera conseguía sacarla de su sobre y quitarle el lacito que la cerraba. ¿Cómo iba a soportar la realidad de las palabras con tanto sufrimiento en su corazón?

                Se había ido para siempre, mermándole, poco a poco, la esperanza de que todo acabaría con un festín de perdices. Pero es más cruel la vida de lo que desde pequeño pensó. Pues todos los paseos, todas las cenas, todas las noches de insomnio y, en general, todos los momentos junto a él se habían esfumado en un amanecer en el que solo el Sol fue capaz de despertar.

 

                Falsamente describen el amor los poetas. Tan inmenso sentimiento no se puede expresar de ninguna manera, solo sentirlo. Por eso temo que esta carta se quede en meras palabras poéticas. Pero bien sabes que todo lo que dicen es cierto, y que guardan en cada espacio un pedacito de recuerdo que nunca ha de olvidarse.

                Yo no te olvido. Créeme que no te olvido. Da igual dónde esté.

                Te quiero. Te amo, y eso es lo único que importa. Te echo de menos. Créeme que te echo de menos.

                No llores y, si lo haces, que sea de risa. ¡Pues no dirás que no tuvimos momentos tan estúpidos en los que fuimos incapaces de contener las lágrimas! Sabes tan bien como yo que esos son más poderosos que los que tan solo acarrean tristeza.

                Olvida lo último. Mantén la emoción de nuestro primer beso. Olvida la desesperanza del último.

 

Sus manos temblaron. De sus ojos manaron lágrimas de dolor que no podía soportar. Era incapaz de olvidar lo que le pedía, pues pesaba aún demasiado en su pobre corazón. Sin embargo, hizo un esfuerzo y continuó leyendo, tan solo para recordar sus últimas palabras. Para leer escrito el nombre que tanto le costaba pronunciar en voz alta, pero por el que tantas veces suspiraba.

 

                Y regodéate, porque pocos son los que pueden presumir de haber pasado tan innumerables momentos de gloria, algunos sin tener siquiera que salir de una pequeña habitación. Tan solo escuchando las palabras que mucho tiempo añoró oír, y recibiendo los besos que sus labios siempre quisieron sentir.

                Por eso te pido ¡no llores! Ríe, y que tus sonrisas perduren para siempre en el tiempo. El dolor se apaga poco a poco, dejando paso a la satisfacción de haber vivido.

                Por eso, Shun, aunque no sepa yo dónde estaré mientras leas esto, te suplico que rehagas tu vida. Empieza de cero. Busca, encuentra. Ríe, canta, baila, haz el amor tantas veces te plazca. Falla, arregla, sonríe a las tormentas, deja que tu corazón se avive con cada hombre que te diga que te quiere.

                Te esperaré. Te esperaré, pero más te vale tenerme esperando mucho tiempo.

                Pasearé mientras entre las nubes. Susurraré tu nombre y hablaré con todas aquellas personas que nos han ido dejando.

                Ahora, sé feliz.

                No intentes hacer todo lo que te dije. Hazlo, sin más.

                Y recuerda, el único que consiguió que este frío corazón se derritiera, fuiste tú.

                Mi más sincera despedida, y entregándote todo mi corazón,

                                Hyoga.

Notas finales:

Muchas gracias por leer. Espero que les haya gustado muuuucho y dejen review si así ha sido (y si no), aportando opiniones, que siempre siempre se agradecen <3.

¡Espero volver pronto!


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