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It's not crazy por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

Holaaa...

¿Como están, hermosas criaturas? Yo esperó de todo corazón que muy bien. Como ya ven, me paso por aquí a  dejarles el nuevo capítulo. Me tarde y lo siento, pero la buena noticia es que es un cap bastante largo, al meno más de los que normalmente les traigo. Y tengo que decir, se me salio mi lagrimita mientras escribía. 

A quienes me leyeron en el cap anterior, y quienes me dejaron su hermoso y sensual review: Itery, SotenSama, Luneta, Neji_hyuga y Misaluna. Besotes y abrazostes y todo mi cariño para ustedes. 

Los personajes le pertenecen al increíble Masashi Kishimoto-sama. Por r los posibles horrores ortográficos, dos mil disculpas. Lo revise, pero como el cap es mucho más largo, seguro y se me pasaron varios desastres. Ya saben que soy medio pendeja, no sean duros conmigo. 

Sin más que decir excepto que, espero por el ángel que el cap sea de su agrado, los dejo leer.

 

 

 

Pd: Por favor, lean las notas finales.

 

DECEPCIONANTE

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Esa mañana, Uchiha Fugaku había salido de su hogar más temprano de lo normal debido al caso en el que estaba trabajando. Es por ello, que no noto que había olvidado cierta información que había llevado a casa y que había estado revisando la noche anterior, hasta que fue necesario volver a revisarla.

Intento llamar a Itachi en repetidas ocasiones, sin resultado alguno. Por lo que incluso marco al numero de Sasuke y Sai, pero la historia fue la misma. Siempre se desviaba la llamada al buzón de voz. Ingreso el número de su casa, y nadie alzo la bocina para responder, por lo que decidió él mismo ir a traer los papeles, encontrándose un tanto preocupado por sus hijos y sobrino. Ellos sabían, que sin importar que, debían responder una llamada de su parte. Habían dicho que estarían viendo la ultima temporada de una serie que no habían visto, aunque Sasuke había dicho que luego saldría con Sakura, y le resultaba difícil creer que ningún de los tres hubiera escuchado las muchas llamadas que hizo a los cuatro números. Por la hora quizá ya hubieran terminado, y posiblemente no todos estuvieran en casa, aun así, resultaba inquietante que ninguno de ellos respondiera el celular. ¿Para que rayos lo tenían entonces? ¿A menos que…?

Obligo a su mente a estar fría. Podían no haber respondido por muchas razones, no tenía porque ser una de ellas algo malo. Sin embargo, no pudo evitar pisar de más el acelerador y apretar el volante entre sus manos. Recuerdos dolorosos llegaron a su mente sin que nadie les impidiera la entrada. Era la misma situación. Era justamente como ese día. Él, llamando una y otra vez al numero de Mikoto y nadie respondiendo.

Detuvo el auto debido a que una luz estaba en rojo, aprovecho ese instante para cerrar los ojos y serenarse. Sus hijos y sobrino no eran Mikoto. Se suponía que ellos estarían en casa, a salvo. Habían dicho que no saldrían, excepto su hijo menor. Las mentiras estaban prohibidas y ellos lo sabían. Nunca resultaba nada bueno de mentirle. Sasuke lo sabía bien.

Respiro tranquilamente. Era Uchiha Fugaku, quien experto manejando situaciones mucho más estresantes que esa.

Sus negros ojos volvieron a abrirse solo para que la sorpresa los inundara e hiciera que la preocupación se esfumara momentáneamente. Frente a él, justo cruzando por el paso de cebra, iban Haruno Sakura y Yamanaka Ino tomadas de la mano, sonriendo con alegría. Sus cejas se alzara al observar como, debido a un comentario que no alcanzo a escuchar, la peli-rosa tomaba a la rubia de ambas mejillas y depositaba un pequeño beso en sus labios, y esta en vez de alejarla, como Fugaku esperó, le sonrió con dulzura.

El hombre contempló un instante más a las dos jóvenes. No era que Fugaku fuera homofóbico, de hecho las relaciones de ese tipo no las consideraba algo aberrante, como muchas otras personas lo hacían…. pero sí consideraba aberrante las mentiras. Sus ojos se desviaron al semáforo, al mismo tiempo que su entrecejo se fruncía. El volante una vez más era aprisionado con fuerza entre sus manos, pero en esa ocasión por diferente motivo. La luz cambio a verde y Fugaku puso el auto en marcha. Dejo su mente en blanco mientras llegaba a casa.

Lo primero que noto al llegar, incluso antes de que abriera la puerta, fue el sonido de lo que parecía ser la televisión encendida. Al ingresar lo confirmo, demás de que solo provoco que su entrecejo se frunciera más al observar el estado en el que estaba la sala: pizzas casi intactas y vasos con gaseosa a medio tomar en la mesita del centro y, lo más importante, ropa desperdigada por allí y por allá. Ropa solo de chico, había que resaltar. Con una simple ojeada reconoció parte de las prendas, de Itachi sin duda… 

Recordó la escena en el semáforo, con Ino y Sakura. Una expresión sombría se pinto en su cara al momento en el que fue hacia las escaleras, sus pasos eran pesados mientras subía los peldaños uno a uno. Él, Mientras caminaba por el pasillo en dirección hacia la habitación del de ojeras, estaba tratando de no pensar en nada, en darle el beneficio de la dudas su primogénito, aunque todo indicaba que no se equivocaba ante la primera razón lógica que cruzo por su mente al ver las ropas regadas en la alfombra.

Y entonces, justo cuando estiro la mano y cerro sus dedos alrededor de la perilla, escuchó una voz masculina más que conocida.

—Tengo una duda —confesó Itachi al otro lado de la puerta. El sonido un tanto amortiguado.

—Dispara —Una voz desconocida, y desde luego también masculina, lo alentó.

—¿Por qué decidiste darme la oportunidad de conocerme? —cuestiono el ojeroso.

La respuesta no llego de inmediato, y Fugaku pensó en ingresar en ese momento, pero cuando estaba por hacerlo, el chico desconocido volvió a hablar.

—Te escuche hablando con el novio de Sasuke… —dijo—. Ya sabes, el loquito. Naruto.

Fugaku inhaló con fuerza. Las palabras del chico desconocido fueron como un derechazo al estomago.

¿Entonces se trataba de eso? Vaya… Fugaku estaba experimentando diversas emociones al respecto. De alguna forma sentía que debió esperárselo y no sorprenderse tanto, pero la decepción estaba pinchando su pecho como un enjambre de abejas encabritadas liberando su furia sobre alguna criatura inocente que con mala suerte se cruzo por su camino.

La verdad era que no creyó que fuera por ello que Sasuke le mentía sobre las salidas con Sakura, luego de ver a las dos jóvenes su mente había trabajado muy deprisa, creyó que se debía a que simplemente estaba cubriéndolas como amigo que era de ambas. Pero era mucho más que eso. No solo estaba mintiéndole respecto a ello, si no que también estaba encubriendo su desobedecimiento… una vez más.

—Escucharte hablar de ello me hizo comprender del porque de tu comportamiento. No significa que lo aprobara, pero entendí porque lo hacías. Se que no fue correcto, pero quería saber si realmente eras un idiota o no.

La voz del chico desconocido se volvió a escuchar, pero ciertamente Fugaku ya no estaba prestando atención. Se encontraba demasiado furioso y decepcionado en ese momento. No sólo con Sasuke, sino también con Itachi, quien desde luego estaba enterado de todo y se había aliado con su hermano para ambos hacer lo que les diera la real gana y verle la cara de estúpido.

¿Era por ello que las discusiones entre ambos habían cesado drásticamente? Por lo visto así era. Ambos tenían cosas que ocultarle.

Que imbécil fue al no dudar de ellos y dejarles hacer lo que quisieran. Más con Sasuke. Sí, quizá era con muy exigente con él, lo sabía mejor que nadie, pero era por ello que en parte le permitió más libertad esos meses antes de que reanudara los estudios. Incluso intento acercarse a él, pero la verdad era que no tenía la menor idea de como tratar con su hijo menor. Sabía que Sasuke no tenía la culpa de lo que sucedió esa noche, aun así… siempre pensaba en como serían las cosas si no le hubiera mentido. Porque, desde luego, Fugaku sabía que mentía.

Mikoto había sido muy dulce en el momento en el que su esposo se entero, mientras que él había estado muy colérico. Pero ella le había hecho entender que eran tan solo niños inocentes. Sasuke nunca había mostrado interés particularmente por nadie, siempre se retraía y apartaba de todos; y que en ese momento lo mostrará por un niño que acaba de perder a su padres, no sólo lo ayudaba a él, si no también al rubiecito. Se hacían compañía mutuamente. Especialmente, le dijo que recordara que la niñez no duraba para siempre, que crecerían y con ello verían la realidad.

Ella le había pedido, con una sonrisa tierna, que no se molestara con Sasuke, que hiciera como si no supiera nada, ella dijo que, por supuesto, Sasuke había hecho mal en mentir, y desde luego le haría ver que eso estaba muy mal, pero que, por esa vez, lo dejara pasar. Él había decido, porque la amaba y porque ella tenía razón, que no debía ser tan severo con Sasuke. Eventualmente, todos dejaban de creer en algún momento, no debía matar así, de improvisto y con dureza, su inocencia y la alegría del primer amigo. ¿Qué clase de adulto sería si separa a dos niños que se ayudaban mutuamente y eran felices y sonreían uno al lado del otro?

Pensaba mucho en ello, en que todo hubiera sido diferente si hubiera continuado siendo estricto y no permitirle a Sasuke mentirle. Si lo hubiera hecho, Mikoto no hubiera tenido que ir a por él ese día…

No, Fugaku no culpaba a Sasuke, se culpaba a si mismo por no haber hecho nada respecto a las mentiras. Y era por ello que las odiaba. Se suponía que eran mentiras inocentes de dos niños que disfrutaban estar juntos, que no harían mal a nadie… pero sí lo habían hecho. A Mikoto, al amor de su vida. Y desde entonces tenía que vivir con un vacío en el pecho enorme y que lo consumía de a poco en poco.

Pero no lo volvería dejar pasar. Mentir tenía sus consecuencias. Sus hijos deberían saberlo muy bien. Creía que entendía, que ambos entendían. Pero, al parecer, no era así.

Su muñeca giro y con ella la perilla, el seguro se libero en su suave chasquido y Fugaku abrió la puerta hacia dentro. La imagen que se mostró frente a sus negros ojos fue la de su hijo en una misma cama con otro chico, de cabello rubio y largo, desnudos y con una sabana cubriendo en parte esa desnudez mientras ambos compartían un beso muy apasionado.

Aun sí resultaba difícil de creer, el hombre no estaba molesto por la escena, incluso pudo haber aceptado el hecho de que su primogénito no gustara de las féminas y presentara a él el muchacho con el que claramente había recién compartido la cama… pero había optado por mentirle en la cara, sabiendo cuanto odiaba las mentiras, y era eso lo que lo tenía tan furioso en ese momento.

¿Si podía decir la verdad desde un principio, porque mentir?

El beso que compartían los chicos finalizó, Fugaku había observado toda la duración de este, de brazos cruzados. Y cuando los ojos de su hijos se abrieron y estos se fijaron en su persona, observó como, lentamente, los párpados de Itachi se abrieron de par en par, y como sus labios un tanto hinchados, se entreabrieron. En su mirada distinguió sorpresa, incredulidad y hasta miedo… Fugaku se detuvo un segundo a pensar en que su semblante debía de ser terrible si su hijo mayor le regalaba ese tipo de expresión.

Pero no dejo que ello le afectará en lo más mínimo, Itachi sabía perfectamente lo había hecho y por ello se encontraba tan pálido. Distinguió entonces un movimiento por parte del chico rubio, y observó a Itachi unos instante más antes de al fin observar el rostro del otro muchacho.

Observo como el cuerpo del rubio dio un pequeño respingo al sus ojos encontrarse, lo vio inhalar con fuerza y, al igual que Itachi, el chico también se puso pálido. Reconoció su rostro al instante, e incluso si nunca lo hubiera visto antes, el parecido con Yamanaka Ino era innegable.

Fugaku volvió la vista a su hijo.

—Hablaremos en la noche —dijo, con gruesa e intimidante voz—. Cuando abra la puerta, quiero verlos a los tres sentados en el sofá.

Luego salió de la habitación, aun con la decepción calando con fuerza su pecho. Pero en ese momento no podía ponerse a resolver asuntos familiares, había ido a casa por una razón. Tenía trabajo que hacer.

Fue a su despecho y busco los documentos que con tenían la información, y una vez esta en sus manos, se dispuso a marcharse.

Mientras conducía de vuelta, se obligo a olvidarse de todo ese asunto por el momento. Debía centrarse en el caso que llevaba y eso era lo que haría. Ya tendría tiempo de sobra para pensar en lo decepcionado que estaba no de uno, si no de sus dos hijos.

 


Itachi no se había vestido de inmediato, primero se tomo su tiempo para hacerle entender a Deidara que no era culpa suya el que su padre los haya visto, y que posiblemente también escuchado. Finalmente cuando su novio estuvo más calmado, fue que tomo nuevas prendas de su armario y se vistió. Luego bajo a la sala a por su celular, Dei detrás de él, enrollado en la misma sabana que los había cubierto antes, en busca de su ropa; una vez en sus manos se las coloco de prisa. Ambos se encontraban con los cabellos sueltos y enmarañados, meciéndose de aquí y allá con cada movimiento.

El de ojos negros iba por la quinceava llamada a su hermano, dando vueltas alrededor de los sillones con el celular pegado a la orejas, cuando, harto, lanzo el celular a uno de los sofás y decidió ir al hogar de Naruto a buscar a Sasuke.

—Voy contigo —dijo Dei e Itachi no se negó.

Esa vez que había hablado con Naruto, Itachi lo había acompañado hasta el camino por el cual se internaba al bosque, así que se dirigió hacia allí.

El mayor de los hermanos Uchiha, más que nervioso, o quizá temeroso, se encontraba ansioso. No porque su padre los hubiera visto a Dei y a él, después de todo, era verdad lo que le había dicho a su rubio novio; ellos ya habían pensando en decírselo, sólo esperaban el momento adecuado, el cual ahora no era adecuado ni de cerca. El asunto era, que debía hablar con Sasuke y planear que hacer, sobre todo, prepararse para lo que fuera que su padre les soltara en la noche. Lo último que quería era que agarrara a Sasuke de sorpresa como lo había hecho con él.

Jamás se había enfrentado a su padre y desobedecido sus deseos, pero ahora, por el bien de Sasuke, y el suyo, lo haría. No solo él, su hermano también… sí, quizá también estaba un poco nervioso. Y no era para menos, la conversación y como la llevaran repercutiría en su futuro.

Era cierto que no estaban dispuestos a continuar haciendo lo que su padre les decía, olvidándose de sus deseos por el bien de este, pero tampoco era como si quisieran que todo terminara terrible; querían que los apoyará. Que comprendiera que tenían voluntad y objetivos, metas propias.

Ya habían perdido a su madre, no querían perder también a su padre.

Deidara veía a Itachi muy enfrascado en sus pensamientos, su entrecejo estaba fruncido y se mordía los labios de vez en vez. El rubio quería hacer algo por él, puesto que era su culpa la situación en la que se encontraba, incluso si su novio le repetía una y otra vez que no era así. Lo único que hizo fue tomarle fuertemente la mano mientras recorrieran las calles a paso rápido. Itachi dio un pequeño respingo ante el con tacto, pero duro tan solo un segundo, luego correspondió el gesto y sonrió con la vista aun en el frente.

Finalmente el bosque estuvo a un paso ante ellos, y se adentraron en este por un estrecho sendero que se mostraba y que Itachi ya había visto antes.. Jamás había estado ni cerca del hogar del rubio y, ciertamente, la sorpresa se reflejo en su rostro al llegar al frente a dicho lugar.

—Wow —exclamo su novio a su lado.

La vista simplemente era muy hermosa. Una pequeña casita de madera justo en medio de una medialuna de arboles; con los rayos del sol filtrándose entre las ramas y hojas. Un bonito jardín con pequeñas flores al frente y enredaderas con lindas florecillas tapizando en parte las paredes y por completo el techo, como otro pequeño jardincillo. Había esporas de alguna clase flotando aquí y allá, y destellos resplandeciendo multicolores desde algún punto. Y el aroma… olía riquísimo; a aire puro y libertad. Itachi inhaló hondamente llenando sus pulmones con ese aire tan fresco.

—Tengo que admitir —dijo, luego de un momento de silencio—, que esto se ve muy mágico.

Un risita escapo de los labios de Dei. El de coleta giro hacia él y le acarició la mejilla, a lo que el rubio lo observo con timidez.

—Me gusta verte reír —confeso el de ojos negros.

Su novio le sonrió, sonrojado suavemente, e Itachi depósito un besito en sus suaves y dulces labios como melocotones en almíbar.

Luego, ambos caminaron hacia la puerta, pero desde antes de estar frente a esta, notaron lo obvio. Un silencio sepulcral proveniente desde dentro, puesto que afuera, las aves deleitaban a sus oyentes con sus hermosos cantos. No había nadie. E Itachi no tenía idea de donde buscar a su hermano. Por un momento estuvo seriamente tentado a gritar por todo el bosque hasta que este se dignara a escucharlo.

Pero esto no fue necesario, puesto que unas risitas a sus espaldas y el crujido de las hojas secas y ramas al ser pisadas, delataron las proximidad de personas. Quienes eran, desde luego, Sasuke en compañía de Naruto.

Sasuke y Naruto iban empapados hasta los huesos. Sus cabellos goteaban y sus ropas escurrían el vital liquido.

Caminaban uno junto al otro, mientras Sasuke insistía que en su novio le explicara porque Kurama había sonado como un adolescente encabritado. A lo que el rubio reía y respondía que lo había imaginado.

—¡Desde luego que no! —el azabache estaba indignado—. Claramente escuche su voz y no en mi cabeza, además de que tu dijiste que se cubriera o que volviera a su forma de Zorro rastrero.

—No dije rastrero —Naruto noto su error al instante de cometerlo—. ¡Ups!

—¡Ja! —Sasuke sonrió victorioso—. Él también puede cambiar a una forma humana, ¿cierto? —Cuestiono con más que clara emoción.

Naruto torció los labios en una mueca. Kurama no había querido que se lo dijera, pero él solito se había delatado. Ya que… el rubio suspiro resignado, dispuesto a confirmar.

—¿Itachi? —Fue lo que dijo en cambio, con un tinte de sorpresa en la voz.

Confundió, Sasuke giro la vista en la dirección en la que su novio veía. En efecto, su hermano estaba allí, al igual que Deidara. Naruto y él se apresuraron a llegar hasta ellos.

—¿Y tu celular? —Fue lo primero que cuestiono su hermano, luego de saludarse entre los cuatro. Aunque Deidara rehuyó de la mirada de Sasuke, lo cual se le hizo extraño al chico, pero lo dejo pasar.

Sasuke busco en la bolsa de su pantalón y saco su celular, este estaba apagado y chorreaba agua. Itachi negó con la cabeza para luego encogerse de hombros. Ya no importaba.

Clavo los ojos en su hermano y, durante unos largos segundos, no dijo nada, pero le basto a Sasuke, por la forma en la que lo observaba, para saber que algo ocurría.

—Sin rodeos, Itachi —dijo, y noto el pequeño respingo que dio su amigo y novio de Itachi. Dirigió la vista hacia él y nuevamente el chico desvío la vista. El de cabello de cacatúa lo observó con suspicacia entonces.

Llevaba el cabello suelto y revuelto, y la piel de su rostro estaba un tanto pálida, de sus sienes resbala un poco de sudor y evitaba verlo a los ojos, aunque su expresión, incluso si no lo veía de frente, destilaba aflicción. Sasuke dejo su mente volar un poco. ¿Qué podía provocar que Deidara pareciera tan nervioso y culpable, y que Itachi fuera a buscarlo directamente a casa de Naruto puesto que, como creía, se había hartado de insistir en llamarlo sin resultado alguno? Se suponía que se quedarían en casa y aprovecharían el estar solos. Nada podía salir mal en un plan tan simple.

¿A menos que…?

Sasuke inhaló con fuerza. La respuesta se mostró ante el como un camino iluminado con hileras de antorchas, con llamas ardientes y oscilantes, dispuestas a cada costado de este.

—Ah… —fue lo único que atino a decir.

En su sorpresa, noto que el pecho de Dei se movía con violencia. Sus negros ojos buscaron los de su hermano.

—¿Cómo sucedió? —Le cuestiono, aunque, por las pintas que tenían, sospechaba cual sería la respuesta.

—Entro la habitación. Estábamos besándonos y… antes habíamos estado hablando de ustedes dos.

Sasuke inhaló y exhaló una, dos, tres, cuatro veces, un tanto nervioso. Su pie moviéndose inquieto contra el suelo. Naruto al verlo en ese estado, deposito una mano sobre su hombro, con suavidad. El azabache alzo la suya y la poso sobre la de su novio, acariciando el dorso de esta con mucho cariño.

—Bueno —dijo, con los ojos aun en su hermano—. Sabíamos que este día llegaría. No se puede hacer nada.

—¿No estas molesto? —Cuestiono Deidara en susurros. En esa ocasión sus azules ojos lo veían.

Sasuke se encogió de hombros, mientras hacia una mueca con los labios, restándole importancia.

—¿Por qué debería? No fue culpa suya… a menos que lo hayan planeado así, ¿lo hicieron?
El rubio negó rápidamente con la cabeza.

—Entonces no tengo porque.

El color volvió al rostro del rubio de cabello largo, y un suspiro aliviado brotó de su garganta. Itachi lo tomó de la mano y le sonrió, a lo que él correspondió alegre al gesto.
—Bueno —el menor de los cuatro prosiguió—, ¿Cómo reacciono?

A Itachi le bajo un escalofrío por la espalda de solo recordar.

—Estaba serio… muy serio.

—Completamente furioso —aseguro Sasuke—. ¿Que te dijo?

—Hablara con nosotros al llegar a casa, con los tres —dijo, y sonó como un mal augurio—. ¿Sabes donde esta Sai? —el menor asintió.

—Pediré que le informen —anuncio Naruto, e Itachi alzo una ceja cuestionándose a quien le pediría el favor. ¿Sus amigos imaginarios, quizá? Podía sonar como un imbécil, pero en verdad no creía en nada de todo ese asunto de criaturas mágicas.

Observaron como se alejo de ellos, volviendo un poco por donde había llegado. Luego se puso a hablarle a la nada. Deidara y su novio se observaron entre ellos sin decir ninguna palabra. Ambos absteniéndose fuertemente de comentar algo al respecto. Sasuke rodó los ojos. Tontos incrédulos. Naruto estuvo de vuelta pronto.

—Listo, no tardara en venir.

—Ah… gracias —Itachi dijo, incomodo. Era cierto que creía que Naruto era un buen chico. Pero eso fue muy raro.

—De nada… ¿Entramos? Es más cómodo.

Todos asintieron.

Itachi se quedo alucinado cuando ingresaron.

Había candelabros en varios puntos, dispuestos para iluminar en la oscuridad, pero en ese momento estaban apagados, por lo que era la luz del día lo que iluminaba el lugar ya que en ese momento Naruto abrió las ventanas. Itachi no había notado que había siquiera. Las enredaderas no solo hacían de las suyas fuera, si no también dentro, desperdigadas de un lado hacia otro y con lindas flores blancas brotando de ellas. Había una mesa de madera, no muy amplia y con un jarrón con flores de colores extraños y formas raras aunque bonitas, que tenía como base un tronco de madera, y sillas con forma de troncos también, ¿o eran troncos con forma de silla? Debajo de estas estaba una alfombra que simulaba céspedes… oh, no, era césped real. A un costado estaba una pequeña, pequeña cocina con solo lo básico, y junto a esta, una puerta. Seguramente la que llevaba a la habitación de Naruto. Había también un pequeño mueble donde se posaba otro jarrón, pero en este sí habían flores que Itachi conocía. Rosas. Y su fragancia inundaba todo.

El lugar era sin duda bonito y muy, muy extraño.

Itachi no podía imaginarse viviendo en un sitio así, tan… natural.

Tomaron asiento alrededor de la mesa. Y rápido se dispusieron a hablar: de como llevarían la conversación con Fugaku, para que todo fuera por buen termino; de como tratarían de controlar su enojo. Aunque Itachi no pudo abstenerse de toquetear las flores del jarrón y comprobar si eran de plástico.

¡Oh, eran reales!

Sasuke, harto de lo que hacia su hermano mientras él hablaba, le dio un manotazo en la muñeca, por lo que el mayor se quejo indignado por dicha acción. El azabache lo fulminó y reprendió con la mirada. Naruto y Deidara habían observado la escena, y ellos cruzaron sus azules irises conteniendo risillas.

—Esto es serio —alego el menor.

—Lo sé… es solo que se ven tan irreales —sus labios se torcieron en un ligero puchero. Sasuke volvió a rodar los ojos y los rubios rieron divertidos.

Pronto se olvidaron de lo sucedido y se enfrascaron, ahora si, en como tratarían de controlar y hacer entender a su padre para que los apoyará. Itachi Tuvo que admitir que estaba impresionado cuando Sai apareció en la puerta diciendo que le había llegado el mensaje. Aunque, claro, una pequeña cosita como esa no lo haría cambiar de opinión respecto a sus creencias.

 


Cuando Fugaku abrió la puerta de la entrada observo, como había esperado, a sus hijos y sobrino sentados uno junto al otro, Sai junto a Sasuke y este junto a Itachi, en el sofá de tres plazas en medio de la sala, la cual se encontraba muy bien arreglada, no como el despelote de la tarde. Los chicos, ante el gruñido que hizo la puerta al ser abierta, dirigieron la mirada de forma sincronizada hacia la entrada.

Ahí estaba… su verdugo.

El hombre ingreso sin prisas en su hogar, depósito las llaves en el mueble junto a la puerta y, con lentitud solemne, fue hacia ellos. Se cruzo de brazos, quedando de pie justo frente a los tres, siendo separados sólo por la mesita baja de cristal en medio de los sofás.

Por segundos increíblemente largos y tortuosos, él los observo con una seriedad escalofriante. Fugaku solía enojarse con ellos, más con Sasuke en realidad, y les pegaba gritos y sermones largos cuando esto ocurría. Pero había otras ocasiones en las que decía nada y los observaba con una expresión estoica aunque con un aura por demás oscura, como ocurría justo en ese momento, y sabían entonces que no solo estaba enojado, si no furioso, realmente furioso. Y Adoptaba ese semblante para no decir o hacer estupideces.

—¿Desde hace cuanto? —dijo entonces, y Sai dio un brinquito en su lugar, por lo que Sasuke le dio un codazo, disimuladamente, en las costillas. Los ojos de Fugaku se dirigieron había los de su hijo menor.

Sasuke inhaló hondamente y dijo:

—Nos saludamos en el cementerio, en el aniversario de mamá, al otro día hablamos.… fue la primera luego del accidente.

Fugaku medito, ciertamente, había visto al chico a la distancia. Aunque no recordaba que ellos se hubieran siquiera volteado a ver en algún momento. Solo llegaba a él la pequeña discusión que habían tenido sus hijos, y como los había reprendido.

Contemplo el semblante del menor con ojo critico y suspicaz. Sasuke estaba nervioso, podía notarlo en la forma en que su pierna derecha de movía hacia arriba y hacia abajo, además de que se lamia los labios a cada cierto tiempo. Se encontraba en verdad muy nervioso, pero no estaba mintiendo.

El hombre voltea entonces a ver a Itachi. No hubo falta formular una palabra.

—Me entere días después —respondió a la pregunta silenciosa—. Respecto a Deidara… es casi el mismo tiempo que Sasuke lleva con Naruto.

Itachi se mostraba más tranquilo que Sasuke, aunque tenía ese tic en la mano, jugueteando con sus dedos, que delataba su estado. Pero tampoco mentía.

Sus ojos se clavaron en Sai. Quien dio otro respingo.

—Me… supe lo de Itachi y Deidara el día del almuerzo de su graduación. Con Sasuke fue casualidad —Fugaku lo observo con una ceja alzada: «explícate» decían sus ojos—. Ah… yo estaba dando una vuelta por el bosque, los vi hablando.

De los tres, el más espantado era él. Sudor bajaba por sus sienes y sus manos se abrían y cerraban alrededor de la tela de su pantalón; además de que evitaba a toda costa verlo a los ojos.

—Padre —dijo el mayor de los hermanos y se puso de pie. Sus largos cabellos volvían a estar sujetos por una coleta baja—, se que te ocultamos cosas y…

—¡Siéntate y cállate, Itachi! —Itachi, de inmediato, volvió a tomar asiento—. ¡No solo me ocultaron cosas! —rugió su padre, algunas venitas se hincharon en su frente. Sus brazos cayeron a sus costados, sus manos empuñadas fuertemente—. ¡Si no que también mintieron descaradamente en mi cara! ¿¡Que creían!? ¿¡Que podían verme la cara de estúpido por siempre!? ¿¡Pensaban que jamás lo sabría!? —dio un paso hacia ellos—. ¿¡Acaso pensaron que sus mentiras…!?

—Padre —Itachi volvió a lo ponerse en pie, sus manos alzadas a la altura de sus hombros tratando se mostrarse tranquilo—, en serio nosotros no es…

—¡Que te sientes y te calles, Itachi!

—¡No! —Sasuke grito, ante la sorpresa de su padre.

Los ojos del menor buscaron a su hermano, ambos estaban de acuerdo en que las cosas no estaban yendo por buen camino. Habían querido ser cooperativos, responder a sus preguntas y no alterarse, estar tranquilos porque sabían que merecían los regaños y alegatos. Pero no. Basta. Si continuaban por ese sendero, nada cambiaría, todo seria igual. No permitiría que hablaran y eso era lo que ellos querían: explicarse y hacerle entender.

Sasuke se puso de pie.

—No —repitió más tranquilo—. No, padre, esta vez nos escucharas. Luego puedes sermonearnos tanto como quieras. Pero no nos vamos a quedar callados otra vez.

El semblante de Fugaku sufrió un cambio drástico. La furia desapareció, aunque había dieta molestia, pero ahora sin duda se encontraba mucho más tranquilo., Observó intercaladamente a sus hijos, quienes ahora se mostraban más tranquilos, calmados. Pero sobre todos, firmes y seguros. Jamás los había visto así. Siempre fueron obedientes y nunca le alzaron la voz. Pero ahora…

Retrocedió un paso, y volvió a cruzarse de brazos.

—Hablen entonces. ¿Por qué mintieron? —ordeno con voz molesta y potente.

Itachi y Sasuke se observaron de reojo, fue el menor quien hablo primero, aunque se tomo unos segundos para inhalar con fuerza y luego soltar todo el oxígeno.

—Ese día… le prometí a mamá que no te desobedecería de nuevo —confeso, y la aflicción en su mirada hizo que el corazón de Itachi se estrujara—. Luego sucedió el accidente y yo… me sentía tan culpable y sabía que tú me culpabas también. Yo quería continuar cerca de Naruto, y por ello mentí ese día respecto al lugar al que iría y después… me di cuenta de la peor manera que lo había arruinado todo por ser egoísta. Mamá ya no estaba, tú me culpabas e Itachi me detestaba.

—Sasuke.. —Itachi susurro. Se mordió el labio inferior con fuerza. La presión en su pecho incremento al ver como los ojos de su hermano brillaban, conteniendo las lágrimas. Podía ver lo difícil que resultaba hablar de ello. Itachi mismo quería llorar.

—Recordaba la promesa que le hice a mamá —sorbió la nariz—, pero quería seguir viendo a Naruto, quería verlo tanto. Aun así… sabía que debía alejarme. Se lo prometí a mamá y entendí que nada bueno salía de desobedecer. Les arruine la vida por ello. Naruto me hacía feliz y me dije entonces que no lo merecía porque por mi culpa mamá ya no estaba. No merecía nada.

»Hice lo que querías. Sabes que fui a todas las citas que programaste. Me dije a mi mismo que debía dejar de creer en todo lo que Naruto me había dicho, y lo que yo había visto esa noche. Me repetía que Naruto estaba mal, me metí en la cabeza que yo mismo había estado mal y que no fue real lo que creí ver.

Fugaku observaba a su hijo sin decir absolutamente nada, aunque eso no significaba que fuera tan insensible como para no sentir cierta presión en el pecho. ¡Por dios, era su hijo! ¿Cómo no iba a sentir nada? Luego del accidente, jamás había vuelto a ver llorar a Sasuke, siempre tenía esa expresión en el rostro, de desinterés por todo lo que le rodeaba; nunca mostrando sus verdaderas emociones. Y ahora, ahí en ese momento, parecía tan frágil, como cristal agrietado a punto de desquebrajarse.

—Llegue a un punto en el que me lo creí —dijo, su mirada en suelo, pero volvió a alzarla y sus ojos brillosos por las lágrimas se clavaron en su padre—. Y solo me quedo hacer lo que tu querías sin jamás rechistar, incluso aunque no quería. Porque lo había prometido y estaba dispuesto a cumplir mi promesa. Y cuando tú te molestabas por cualquier cosa que hiciera mal, por muy insignificante que fuera, me quedaba callado porque sabía que me lo merecía, tu rencor.

»Intentaba no pensar en Naruto y cuanto me había divertido estando con él. Lo extrañaba horrores pero estar alejado de él era mi castigo por lo que le hice a mamá. Por alejarte de tu esposa, y a Itachi de nuestra madre. No puedo decir que me encontraba bien, pero pude sobrellevarlo durante años. Ayudaba mucho el hecho de que nunca lo veía… hasta ese día…

Itachi recordaba. En la mirada de su hermano había tanta melancolía y anhelo mientras observaba a Naruto en la distancia. A él le había dolido verlo así, pero también le alegro saber que aun podía mostrar esas emociones, que estás aun estaban allí, profundamente ocultas del exterior, pero allí al fin y al cabo. Escucharlo en ese momento, verlo decir todo lo que sintió durante años manteniéndose callado… le rompía el corazón.

—Yo creí… que podría ayudarlo. En mi cabeza ya estaba grabado que lo que él decía ver eran ilusiones creadas por su mente al quedarse solo tan de repente. Una forma de protegerse y sobrellevar la situación. Estaba seguro que podía hacerle ver la verdad, al igual que yo lo había hecho. Me acerque a él con esa intensión. Y no dije nada porque sabía que de ninguna forma estarías de acuerdo con ello; me hubieras dado un sermón y luego enviado a mi habitación no sin antes volver a prohibirme verlo o incluso salir de casa —Fugaku tuvo que admitir para si, que era, sin duda, algo que hubiera hecho—. De verdad quería ayudarlo… pero fue él quien me ayudo. En el fondo, lo único que quería era volver a estar cerca de él, aunque me dije que no era por ello. Pero lo hacia por mí, no por él. Lo extrañaba tanto.

»Rápidamente me di cuenta que jamás podría ayudarlo, porque el único que necesitaba ayuda era yo. Él no estaba mal, yo sí. Yo quería hacerle cambiar de opinión, pero nunca podría hacerlo porque, para empezar, yo nunca deje de creer. Y creo padre, aun creo… y no dejare de hacerle por más que traten de hacerme creer lo contrario.

»Sé no puedes comprender esa parte. Pero al menos creé en mi cuando te digo que soy feliz con él, y que soy mejor cuando estoy a su lado. Él es increíble: es divertido e inteligente, tiene una personalidad muy agradable y es muy trabajador y responsable. Si tan solo le dieras la oportunidad de conocerlo, te darías cuanta de que es un buen chico. Él se dio cuenta que necesitaba ayuda desesperadamente, y me la brindo de forma incondicional y sin pedir nada a cambio… él me salvo.

Fugaku lo observó con detenimiento. En sus ojos había un brillo realmente muy singular,  no por las lagrimas, era un brillo diferente,especial. Y el hombre recordaba bien cuando fue la ultima vez que vio los ojos de su hijo tan vivos y alegres. En sus labios había una sonrisa, una sonrisa muy hermosa… hacia tanto que no lo veía sonreír de esa forma tan sincera. La pasión con la que Sasuke hablaba de Naruto fue algo que no pudo ignorar, y tampoco el hecho de como su semblante cambió. Pues al hablar de su madre, sentía que casi podía tocar con sus manos el dolor que sentía, y sus negros ojos se habían oscurecido incluso más de lo que ya lo eran. Pero entonces sus mirada se iluminó, y el dolor se esfumó y trajo consigo ese brillo y esa sonrisa.

—¿Lo amas? —cuestiono luego de su escrutinio.

Sasuke inhalo con fuerza…

—Sí, lo amo —sus ojos se iluminaron de sobremanera y la sonrisa en sus labios se volvió tierna.

—Dices que apenas tienen unas semanas saliendo, ¿no? —su hijo asintió—. ¿Cómo puedes decir que lo amas con tanta seguridad? Las personas no se enamoran de otras en un periodo tan corto de tiempo. Lo que dices sentir es solo un deslumbramiento.

—Pero, padre… —Sasuke volteó a ver a su hermano, la sonrisa en sus labios eran imborrable, luego volvió la vista al rostro de su padre—. Esto que siento —una mano sobre su pecho, estrujando la tela de su playera; sus mejillas estaban tenuemente sonrosadas—, no es de hace semanas. Yo… yo creo que lo he amado desde siempre. Incluso cuando no sabía si quiera lo que era el amor, yo ya lo amaba.

Fugaku se quedo sin palabras, y eso era algo que sin duda no sucedía a menudo. La sorpresa en su expresión no paso desapercibida para ninguno de sus hijos y sobrino. Itachi estaba impresionado, no por la reacción de su padre, si no por Sasuke. Jamás lo había visto tan seguro de algo. Estaba tan sinceramente enamorado y tan feliz. Sus pecho se hincho de orgullo de hermano mayor al mismo tiempo en que una sonrisa se le pintaba en los labios.

Luego, para más sorpresa de los menores, el mayor desvío la vista hacia un lado. Fugaku no podría decir que se sintió abrumado, pero la mirada tan intensa y sincera con la que Sasuke lo veía era… se parecía tanto a su madre.

El hombre paso saliva, luego alzo la mirada y busco los ojos de su hijo mayor.

—¿Y tú? —su voz carecía ahora de algún sentimiento negativo. Tan solo había curiosidad sincera en su pregunta.

Itachi no estaba seguro de lo que fuera a pensar su padre, sabía que su historia no era precisamente tan intensa como la de Sasuke, pero al igual que su hermano, estaba seguro que amaba a Deidara, y estaba dispuesto a luchar por lo que sentía.

—¿Recuerdas cuando desparecí por cuatro horas y enviaste a Shisui a buscarme y me encontró frente a la tumba de mamá? —Su padre se perdió un segundo en sus pensamientos, luego asintió—. Conocí a Deidara cuando compre las flores. Cometí el tonto error de pensar que era Ino, ya que lo vi de espaldas —su padre hizo una mueca. Sinceramente, él también había cometido ese error—. Tal vez pienses, luego de lo que le has dicho a Sasuke, que estoy deslumbrado, pero en el momento en el que vi sus ojos puesto en mi pensé: «Ah, eres tú, a quien he estado esperando toda mi vida».

Para su desconcierto, y para el desconcierto de Sasuke y Sai, Fugaku emitió una suave carcajada. La cual de forma increíble, y escalofriante, pareció un tanto tierna.

—Lo siento… —hizo un gesto con la mano—, continúa.

Itachi, un tanto pálido por el susto, prosiguió:

—Pero él me odiaba, me detestaba fuertemente —Itachi suspiro al recordar sus intento fallidos de acercarse a él—. Y tenía motivos para hacerlo, yo… he sido un asco de hermano mayor con Sasuke —Fugaku frunció el entrecejo ante su confesión—. No voy a justificarme, porque se que nada de lo que hice tiene justificación… pero yo creía saber como se sentía Sasuke, aunque ahora me doy cuenta de lo que corto que me había quedado —su mirada adquirió un matiz de tristeza, luego continuó—. Le decía cosas horribles y le jugaba bromas estúpidas para hacerlo explotar, luego me hacia el inocente frente a ti para que toda tu ira recayera en él. Eso es asqueroso, lo sé. Pero lo hacia porque quería que él se marchara, yo… yo quería que él hiciera lo que quisiera sin tener que reprimirse. Quería que dejara de mostrar esa expresión de culpabilidad que ponía cuando creía que nadie lo veía.

»Si estaba aquí, sabía que siempre sería infeliz y antepondría tus deseos a los suyos. Yo estaba dispuesto a hacer lo que tu me pidieras, pero no quería que Sasuke se sintiera obligado a ello también, por creer que te lo debía. Destetaba tanto ver como bajaba la mirada ante ti, incluso como la bajaba ante mi… y lo único que se me ocurrió fue hacerle la vida imposible aquí, para que, cuando se marchara, se fuera sin arrepentimientos y disfrutara su vida lejos de nosotros.

Sasuke observaba a su hermano con sorpresa.

—Itachi… no tenía idea —susurro, todo ese tiempo había pensado que lo detestaba y que también lo culpaba, y que el hecho de quererlo lejos se debía a que aborrecía su presencia. Pero no era así… siempre pensó en lo mejor para él, aunque sus medios estuvieran mal, pero lo hacía. Creyó que el hecho de volver a acercarse a él se debió a que volvía a sentir efecto por su persona, pero su hermano nunca dejo de quererlo.

—Esa era la idea, hermanito —le dijo con una sonrisa culpable. Paso saliva y después sus ojos buscaron una vez más a los de su padre—. Naturalmente, Sasuke le contó esto a sus amigos, a Deidara… y él me odiaba por ello.

Sasuke se carcajeó tenuemente.

—Te odiaba mucho —dijo.

Itachi suspiró.

—Ah, lo sé.

Ellos se vieron a los ojos y sonrieron. Un carraspeo por parte de Fugaku los hizo sentir avergonzados momentáneamente.

—Lo siento —Itachi continuó—. Él me detestaba y no perdía oportunidad para demostrármelo cada que me veía. Y no me tomó mucho tiempo para darme cuenta del porque. Él era muy arisco,—rio divertido—. Y su desprecio dolía, pero en vez de alejarme, eso me atraía más.

Fugaku volteo a ver a Sasuke con una ceja alzada. Su hijo hizo un gesto con la boca, negó con la cabeza y se encogió de hombros, sus labios formaron una palabra silenciosa: «Masoquista». La pequeña carcajada que soltó su padre lo sorprendió de forma agradable, por lo que él también río.

No como Itachi, que estaba indignado.

Era agradable y sorpresivo ver a su padre comportándose de esa forma, pero era tan indignante que se rieran a su costa.

Por otra parte, Sai se levanto disimuladamente de su asiento. Sentía que estaba de más allí. Ese era un asunto familiar y la verdad era que estaba un poco incomodo. Por suerte, ninguno noto cuando subió las escaleras y fue a la habitación que se le asigno.

—Ah, ¿disculpen? —Itachi retomo la palabra. Fugaku se puso serio de golpe ante la voz de su hijo mayor —. Estoy hablando.

—Sí —carraspeó la garganta—, continua.

—Gracias —respondió sarcástico—. Como decía… realmente sentía una chispa cuando lo veía, y quería decirle que no era lo que él pensaba que yo era. No quería que me juzgara sin conocerme, pero si le explicaba el porque lo hacía, se lo diría a Sasuke y entonces él jamás se marcharía de casa.

»Y me entere de lo de Naruto. Tengo que confesar, hermano, que husmee en tus cosas —el indignado ahora era Sasuke—. Pero no me arrepiento. Decide hablar con Naruto. Quería saber que era lo que Sasuke veía en él como para desafiarte, y si podía confiar yo en él. Y es un chico increíble, padre. De verdad es un buen chico, te caería muy bien… sus sermones son tan buenos como los tuyos.

El sonido de un risa estrangula hizo que girara el cuello, hacia Sasuke, quien se disculpo rápidamente, aun así, Itachi lo fulminó con la mirada antes de volver la vista hacia su progenitor.

—Quería pedirle ayuda para sacar a Sasuke de casa, y entonces él me dio tremenda regañada. No se cayo nada, dijo que era un terrible hermano mayor. Claro que no lo dijo con esas palabras tan decentes, incluso me golpeo en el hombro —Oh, Sasuke no dudo de la palabra de su hermano—. Me hizo ver que, aunque tenía buenas intensiones, era un completo imbécil.

«Creí que nadie nos había visto esa vez, pero ahora sé que Deidara lo hizo —sonrió—. Me sorprendió mucho cuando, la siguiente vez que lo vi, se mostró más amable y dispuesto a conocerme. Creí que bromeaba pero no fue así. Lo invite a salir… y era tan grandioso y divertido. Continuaba siendo arisco pero era más accesible. No podía dejar de pensar, cada vez que lo veía, que definitivamente era la persona indicada para mi.

»Nos conocimos más, y con cada momento se metía más en mi pecho. Con sus sonrisas y sus ceños fruncidos, con sus sonrojos y cambios de humor. Por mucho tiempo pensé que no merecía que nadie me quisiera de esa forma, por ser como era con Sasuke. Pero lo veía y sólo quería que él me quisiera como yo a él. Y entonces di el primer paso y él me correspondió. Y sentí que podía morirme de la felicidad… Quizá esperaste que te dijera que en algún momento intente no sentir lo que sentía, o que negué el amor que crecía dentro de mi. Pero no fue así, lo vi y supe que lo quería a mi lado. Y no dije nada, porque sabía que tú nunca lo aprobarías.

»Recuerdo que mamá solía hablar de lo que quería para nosotros. Quería que fuéramos felices con la persona que amáramos, y yo lo amo. Sé que es muy pronto para decirlo, pero lo amo, padre. No puedo evitarlo. Y si decía algo tú te opondrías y sabía que yo te obedecería si me ordenabas dejarlo. Pero yo no quería dejarlo y por eso me calle, y también me calle lo de Sasuke porque podía ver el cambio en él. Me daba cuenta cuan feliz era estando con Naruto… y si tú de opondrías a mi relación con Deidara, pondrías el grito en el cielo respecto a Sasuke y él.

Por desgracia para Fugaku, su hijo tenía razón. Se había contenido porque tenía trabajo que hacer, y hubiera explotado terriblemente si Sasuke, si ambos no se hubieran rebelado de la forma en la que lo hicieron.

—Pero íbamos a decírtelo —Sasuke tomo la palabra—. Nunca quisimos verte la cara de tonto, Padre. Sabíamos que tarde o temprano tendríamos que decirte la verdad, era solo que… estábamos esperando el momento indicado.

Fugaku alzo una ceja, a la vez que metía la mano en su saco negro y sacaba un sobre de tamaño mediano.

—Por momento indicado, ¿te refieres a este?

Sasuke inhaló hondamente al ver el sobre en manos de su padre.

—¿Es…?

—¿Una carta para ti, de la Escuela de Medicina de Sunagakure? —su padre termino la cuestión por él—. En efecto —la había sacado del buzón antes de entrar a su hogar… lo que lo había encolerizado un poco más de lo que ya lo estaba.

El hombre observo el nerviosismo en su hijo. Había estado un poco más tranquilo pero ahora con la intervención de esa carta, una vez más estaba de los nervios. No, más que eso, parecía ansioso de ponerle las manos encima al pedazo de papel. Fugaku jugueteo con el sobre unos segundos, luego camino hacia su hijo.

—Toma —le entrego la carta.

El azabache la tomo deprisa, dudo unos segundos con la mirada clavada en supadre, pero él asintio, indicando que continuara. Entonces no perdió tiempo para leerla. Itachi y Fugaku lo contemplaron mientras sus ojos se deslizaban de un lado hacia otro, leyendo las palabras plasmadas en el papel. Al finalizar, se quedo un momento con la vista clavada aun en la carta, luego sus ojos, brillando hermosamente, se dirigieron a Itachi… y sonrió. Una sonrisa radiante se pinto en sus rostro y le ilumino la expresión.

—Entre —anuncio—. Realmente entre.

—¡Oh, por dios! —Itachi fue rápido hacia su hermano y lo abrazo con fuerza. Su rostro sonriente por la noticia—. ¡Sabía que lo lograrías! —su voz destilaba orgullo—. Estoy tan feliz por ti, Sasuke.

—Gracias —sus brazos se aferraban con fuerza a la espalda de su hermano.

Estaba feliz por la noticia, pero le alegrará tanto que su hermano lo apoyara.

Entonces un carraspeo de garganta volvió a interrumpirlos. Ellos se separaron y dirigieron la vista hacía su padre. Él los veían con una expresión bastante tranquila, no como con la que los había contemplado cuando había llegado y con la que sentían que les atravesaba el alma.

—Padre, yo...

—Esta bien —lo interrumpió—. Entiendo la situación…—Estiro el brazo hacia su hijo y revolvió los azabaches cabellos de este—. Entonces, ¿es esto lo que en verdad quieres?
Los ojos de su hijo, llenos de esperanza, lo observaron con intensidad.

—Lo es.

—Y si te digo que te olvides de la Escuela de Medicina y de Naruto, ¿lo harás?

—Lo siento, padre —dijo, y parecía afligido—. Sé que lo prometí a mamá, y antes lo hubiera hecho sin renegar. Pero entendí que ella nunca hubiera querido esto para mi. Yo la amaba, la amo aun, y sé de sobra que ella me amaba, y por ello quería lo mejor para mi. Y en verdad creo y estoy muy seguro de saber que es lo mejor para mi. Amo a Naruto y quiero estar junto a él, y en verdad deseo estudiar Medicina. Incluso si me dices que no a ambas cosas… esta vez no te obedeceré.

Fugaku permaneció en silencio, aun con la mano sobre la cabeza de su hijo menor. Contempló sus ojos y vio en esos irises su convicción. Él ya había tomado su decisión, y su padre supo que no importaba que, él seguiría por el camino que había escogido.

Giro la mirada hacia Itachi.

—¿Y tú? —cuestiono tranquilo—. ¿Tampoco harás lo que te diga?

Itachi negó con la cabeza.

—Te amo, padre, que no te quepa la menor duda. Y es por ello que quiero que nos apoyes con las decisiones que tomamos. Con el sendero que decidimos seguir. Ya perdimos a mamá… no queremos perderte a ti también. Pero si decides que no estas de acuerdo, entonces no hay nada que podamos hacer.

—Ya veo…

El brazo que permanecía en los cabellos de Sasuke se retiro y cayó a su costado mientras sus negros ojos viajaban de Itachi a Sasuke.

—Que decepcionante —dijo—. Que decepcionante en verdad —movió el cuello en negación, y sus hijos sintieron una terrible punzada en el pecho, como si una enorme estaca les hubiera atravesado el corazón.

Habían contemplado esa posibilidad, pero sinceramente esperaban que su padre entendiera y que los apoyara. Saber que se sentía decepcionado de ellos dolía. Era su padre, lo amaban a pesar de todo, por supuesto que dolía.

Fugaku suspiro.

—Soy una decepción de padre, ¿no? —Su expresión realmente afligida.

—¿Qué? —dijeron sus hijos al unísono, desconcertados.

Esperaron que su padre continuara hablando, sí, que soltara todo lo que pensaba. Que quizá esa calma que había mantenido desde que Sasuke comenzara su relato finalizara y él terminara por explotar. Quizá que les exigiera, incluso luego de lo que le habían dicho, que se olvidaran de Naruto y Deidara. De la Escuela de Medicina… pero definitivamente no esperaron lo que de sus labios broto.

—Si su madre estuviera aquí —prosiguió—, ya me hubiera abofeteado, no una ni dos veces, si no hasta que se cansara o estuviera satisfecha —rio suavemente—. Y también los regañaría a ustedes. A ti, Itachi, más que a tu hermano creó —Itachi no lo dudaba—. Pero estaría tan orgullosa de ustedes… así como yo lo estoy en este momento.

Sasuke e Itachi se observaron a los ojos rápidamente, sus labios curveándose en sonrisas incrédulas. Luego contemplaron a su padre.

—¿Eso significa que…?

—Sí, Itachi. Es eso exactamente lo que significa.

El menor se llevo una mano a los labios, su pecho se hinchaba con violencia mientras continuaba con la vista clavada en su progenitor.

—Padre, ¿hablas en serio? ¿De verdad hablas en serio?

Fugaku suspiro una vez más.

—Supongo que es difícil de cree por mi historial —les sonrió con cariño a sus hijos—. Por supuesto que hablo en serio… vengan aquí —extendió los brazos hacia los lados. Y ellos supieron que no mentía.

Presurosos, fueron hacia su padre y los tres se fundieron en un abrazos largo y lleno de sentimientos. Era difícil de creer, pero estaba sucediendo, su padre entendía y estaba dispuesto a apoyarlos. No estaba decepcionado, si no orgulloso de ellos. Del coraje con el que lo habían enfrentado. De su seguridad y convicción.

—Perdón —Fugaku se disculpo en medio del abrazo—. He sido un padre terrible para ustedes. Debí estar allí en todo momento, apoyarlos y ver cuanto sufrían y tomar ese sufrimiento y destrozarlo. En cambio, me comporté con todo un terrible dictador… y en verdad lo siento por todo lo que los he hecho pasar.

Ahora entendía el porque de las mentiras. Era porque nunca se gano la confianza de sus hijos para hablar de esos temas, y si por algún motivo lo hubieran hecho, estaban seguros de que su reacción no hubiera sido nada buena. Se impuso ante ellos y doblegó su voluntad y deseos. Nunca pregunto como se sentían en realidad. Solo asumió cosas y nunca intento confirmarlas. Tuvo la obediencia de ellos durante años, pero no fue algo que se haya bien ganado, si no que fue porque ellos se lo autoimpusieron por la culpabilidad que sentían ¿Qué clase de padre era? Uno horrendo y lamentable sin duda. ¿Cómo era que no pudo ver cuan mal los estaba haciendo sentir? Su pequeño Sasuke, su Itachi… sus niños.

Ellos negaron con la cabeza.

—Lo que importa es que ahora nos apoyas —Itachi aseguró, y Sasuke lo secundo.

Fugaku sintió como las lágrimas libraban una lucha tras sus ojos. Hacia tanto que no lloraba… Desde que perdió a Mikoto.

—Itachi, no creo que estés deslumbrado por Deidara. Te confieso que fue exactamente lo mismo que yo pensé cuando vi a tu madre por primera vez —Itachi asintió con una sonrisa encantadora.

—Mamá era hermosa —fue lo que dijo. Y su padre estaba totalmente de acuerdo.

—Sasuke —Prosiguió, su voz con un matiz extraño al estar conteniendo las lágrimas—. Jamás te culpe de lo sucedido, sé que fue un accidente. Pero si la culpa tenía que recaer en alguien, estaba seguro que lo hacia en mi. Supe que mentías y decide no hacer nada respecto a ello. Mi decisión tuvo consecuencias drásticas.

—Gracias por decírmelo. Pero, en realidad, la culpa no es de nadie —Sasuke se alejo del cuerpo de su padre, limpio una lagrimita traicionera mientras lo hacia—. Mamá ya te hubiera golpeado si estuviera aquí.

Fugaku río; pensaba lo mismo.

—Sin duda alguna —contemplo el rostro de su hijo durante unos segundos, luego le sonrió de forma calida—. Espero que me presentes formalmente a tu novio pronto. Por lo que dices de él, suena a que es maravilloso. Y tu también, Itachi. Habrá que organizar una cena par ellos —el hombre se sentía muy agradecido con esos dos jóvenes, por hacer feliz a sus hijos cuando él estaba arruinando sus vidas.

Sasuke volvió a abrazarse a él, con fuerza. Fugaku lo sintió temblar contra su cuerpo.

—Gracias, padre. Gracias por apoyarnos —su voz también temblorosa.

—Gracias a ustedes por no odiarme a pesar del terrible padre que he sido.

—Jamás podríamos odiarte —aseguro Itachi—. Te queremos.

El pecho del hombre se inundo de calidez. Y en sus labios una sonrisa tierna y sincera se formo. Era sumamente hermoso y reconfortante el saber que incluso si fue un mal, terrible, padre para ellos dos, no le guardaban rencor.

—Y yo los quiero a ustedes, mis hijos. No tienen idea de cuanto.

 

Notas finales:

Yyyyyyyyyyyyyyyyy eso fue todo. 

¿Y que tal?

¿Que les pareció?

¿Les gusto? 

Yo esperó que sí. Me esforce mucho en este cap y sería hermoso que les haya gustado. Yyyyy yo sé que los asuste un poco, al menos a algunos. Jwkdkeid heehe.. 

Ya no sé que decirles. Solo que este cap es el antepenúltimo. :)  lo que significa que dos caps más y adios. Se acabo, termino todo. Bye. Kskdkskdk ;)

Eso. 

Esperó y de verdad el cap les haya gustado, si así fue, ya saben que pueden hacérmelo saber por medio de un lindo review. Y si no,  igual pueden hacérmelo saber, solo no me insulten mucho que sufro. 

Besotes ya abrazotes pata todos. Que el ángel me los cuide mucho. 

¡Hasta la próxima! 


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