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It's not crazy por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:


¡¡¡Holaaaaaaa!!!

¿Cómo les va mis pastelitos te limón? Yo espero que muuuy bien. Como pueden ver, no estoy muerta :) entiendo perfectamente si en verdad llegaron a creerlo. Jsnsksksosksls

¡¡¡Lo siento taaaaaanto!!! De verdad lo lamento mucho. No quería hacerlos esperar demasiado por eso corte el cap en dos, pero ¡CHINGA EL PUTO BLOQUEO DE MIERDA!

AH, perdón, me alteré.

Bueno, el asunto es que sé exactamente como va todo, pero, de verdad, a la hora de la hora, no sé como escribirlo. No encuentro las palabras correctas y al ponerme a pensar, termino distrayendome por cualquier pendejada. Y, no me lo van a creer pero, ANUNCIO IMPORTANTE: Al final esto se extiende a tres partes.

Pero, ¡PERO! Les juro que ahora sí voy a actualizarles pronto. A más tardar tres semanas estaré subiendo la tercera y por fin final de este fic, así que esperenlo.

¡Joder! Me siento tan frustrada. No me había pasado esto antes. Quiero, no sé, llorar. No pensé que fuera a ser taaaan extenso. De haberlo sabido, no hubiera dicho que era el final ya. Pero en el próximo sí lo es, seguro. Fijo que sí.

Bueno, a quienes me leyeron en el cap anterior, y quienes me dejaron su hermoso review: SotenSama, Camiluz17, Viridiana, Narusing, sasu-naru, Itery (woman de mi laif), Marti, Anónimo, paulaebss y Neji_hyuga ¡los amooooooo! A todos por igual. No he respondido aún, pero ya los leí y los adoro. Solo subo el cap y me largo a responderlos como se debe.

Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto-sama. Por los posibles horrores ortográficos, dos mil disculpas. Ya saben que soy bien pendeja. Aunque trate de corregirlos todos, siempre se me pasan.

Sin más que decir excepto que, esperó por el ángel y la segunda parte del final sea de su agrado, los dejo leer.

 

 

KURAMA

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Había un árbol con el tronco grueso rodeado por otros pocos más pequeños, detrás de éste, estaba una solitaria banca de hierro y madera. Se acercaron hasta esta y Naruto hizo sentar a Sasuke.

—Aguarda aquí. Ahora vengo.

—Pero, ¿a dónde iras? —Sasuke hizo el intento de levantarse pero el rubio posó sus manos en los hombros de este y lo hizo sentar de nuevo.

—Aguarda aquí —repitió—. Ahora vengo.

No muy convencido de lo que estaba sucediendo, pero Sasuke terminó por aceptar. Aguardó sentado hasta que su novio volviera. A lo lejos escuchaba, como suaves murmullos, el bullicio de las personas que disfrutaban del festival, y las luces que provenían de este eran tan solo unas manchas en la distancia, como cientas de luciérnagas estáticas en un solo punto. La luna parecía próxima a alcanzar su punto más alto, y su brillo iluminaba la gramilla y las hojas del árbol bajo el que Sasuke se encontraba. Los grillos cantaban y el viento mecía con suavidad los cabellos azabaches de Sasuke.

—¿Puedo sentarme? —Pregunta una voz entonces. Un tono juvenil y un poquito agudo, incluso un tanto sensual.

Sasuke ya había escuchado antes esa voz.

Se quedo inmóvil en su lugar, sintiendo como el corazón le daba un vuelco dentro del pecho; un escalofrío le bajó por toda la espalda. Pasó saliva. La garganta se le resecó. Las manos le temblaron. Los ojos comenzaron a arderle. La respiración se le agitó; su pecho subía y bajaba.

«¡Oh, joder¡ ¡Oh, joder! ¡Oh, joder! ¡Oh, joder! ¡Oh, joder!». Gritaba internamente una y otra vez.

Quería girar, quería voltear a ver, pero estaba realmente inmóvil. Quizá por la sorpresa que había recibido, o tal vez por miedo de que al final, como siempre, no viera nada de nuevo. No creía poder soportar una nueva desilusión de ese tipo.

—Oh, vamos… —dijo la voz, cuyo dueño parecía muy divertido con la actitud del de cabello de cacatúa—; esta vez es diferente.

Sasuke inhaló con violencia y luego soltó todo el aire. Cerró los ojos con fuerza y entonces giró hacia su costado derecho, de donde provenía la voz. Al instante, un resoplido llegó a sus oídos de parte de la persona que yacía a su costado.

—Cobarde —se burló el chico.

—Sí, bueno… ya me has desilusionado unas cuantas veces —respondió el azabache aun sin abrir los ojos.

—Creeme, Sasuke, el más desilusionado de ambos he sido yo.

El de cabellos negros abrió los labios para responder, pero las palabras se atoraron en su garganta. Había cierta tristeza en las palabras del dueño de la voz, que hizo que le doliera el pecho.

—¿Realmente te veré si abro los ojos? —Cuestionó en cambio. Había mucha esperanza en voz.

—Abrelos y salgamos de dudas.

Sasuke dejó de apretar los parpados, aunque continuaba con estos cerrados. Volvió a pasar saliva y se humedeció los resecos labios. Inhaló y exhaló en repetidas ocasiones, y trató de regularizar su respiración. Entonces, luego de unos minutos más, por fin se decidió.

Con la cabeza un tanto gacha, abrió lentamente los ojos. Primero todo fue un poco borroso, luego distinguió la forma de los pies de esa persona. Y con tan solo eso sintió que su corazón le acuchilló el pecho. Estaba descalzo y se apoyaba en el pie izquierdo. Sasuke fue subiendo la vista de a poco, pronto distinguió los tonos del yukata que utilizaba, de un naranja suave con algunas figuras, que no lograba entender que eran, de color negro. En su cintura, el azabache observó ciertas formas que se ondeaban suavememente a su espalda. Colas. Aunque Sasuke no lograba entender cuantas eran; parecían pocas y a la vez muchas. Se notaba que era delgado y un tanto alto, su mano derecha yacía en su cintura y la izquierda reposaba en su otro costado. Subió más la vista y llegó a su pecho, vislumbró sus huesos de la clavícula y su blanca y tersa piel, y, finalmente, fue la hora de observar su rostro.

En lo primero que Sasuke reparó, fue en sus ojos.

La oscuridad los rodeaba y el brillo de la luna sobre ellos proyectaba sombras fantasmales pero, por alguna razón, sus ojos resaltaban como dos faros en medio de una tormenta en el océano, guiando a los marinos a tierra segura. Eran hermosos, con un brillo que inquietaba, pero que al mismo tiempo atraía; de un color rojo sangre, y con las negras pupilas alargadas hacia arriba. Grandes pero afilados. Adormados por unas pestañas largas y espezas que los hacían ver aún más bellos.

Eran tan rojos como los recordaba, igual a como en su sueño los veía.

Después estaba su cabello, podía ver perfectamente su color incluso en medio de la noche: era de un castaño rojizo, muy rojizo; y también muy enmarañado. Su orejas, por otro lado, no estaban donde deberían estar, solo había más cabello cubriendo su piel. Sasuke las encontró sobre su cabeza, a cada costado, inclinadas un poco hacia abajo, no eran humanas. Sus labios era finos y su nariz pequeña, y un pequeño colmillo sobresalía de una de sus comisuras.

Tuvo que admitir para sí, que era muy atractivo.

A Sasuke se le cortó el aliento, y luego el corazón revoloteó en su pecho como un par de alas desenfrenadas. Intento hablar, pero solo boqueo patéticamente. Quiso ponerse en pie, y no pudo moverse. Tan solo sus manos se agitaban hacia arriba y hacia abajo una y otra vez, frenéticas, en un gesto que le pareció demasiado bochornoso.

—Kurama —susurró al fin, tan bajo, que bien pudo haberlo pensado sin formular el nombre del Zorro, pero lo hizo. Y este lo escuchó.

Kurama sonrió de medio lado, sus ojos brillaron con más intensidad. Su mirada hasta parecía muy tierna, y cuando inclinó la cabeza un poco hacia la izquierda, viendose completamente adorable, como un cachorrito, Sasuke casi estuvo a punto de lanzarse sobre él para no soltarlo nunca.

—Entonces… —dijo Kurama una vez más—, ¿puedo sentarme? —Sonrio ladinamente, mostrando buena parte de sus dientes, colmillos.

—S-Sí.

Sasuke se movió como si de un robot se tratase, haciéndole espacio a Kurama para que se sentara a su lado. Una vez uno junto al otro, se sumieron en un silencio del que el azabache no sabía como salir. Él estaba tan nervioso, que jugueteaba con sus dedos sin parar y sus pies se movían hacia arriba y hacia abajo con una velocidad un tanto exagerada. Kurama sonrió de medio lado al ver su comportamiento.

Demonios, era adorable.

—¿No te va a dar un ataque, o sí? —El de cabellera rojiza se burló.

Sasuke volteó a verlo y negó con la cabeza una y otra vez. Kurama lo observó con una gotita de sudor bajándole por la sien, pensando en que su cabeza rodaría por un lado si seguía así.

Y nuevamente el silencio se hizo entre ellos.

Permanecieron así, callados y rodeados por la noche y el resplandor de la luna, con el viento soplando, mecienndo sus cabellos, y los arboles y la gramilla como unicos testigos de sus pocas ideas para iniciar una buena conversación. Siempre peleaban y estar tan tranquilos era extraño, aunque fascinante.

—Ya me harte —soltó Kurama después de varios minutos, alzando los brazos exasperado—. Di algo —exigió, señalándolo con un dedo. Sasuke notó que sus dedos eran más bien como garras.

—¿Y yo por qué? —Dijo Sasuke, confundido.

—Porque eras tú quien se moría de ganas por verme.

Sasuke abrió la boca y lo apunto con el dedo índice de su mano derecha, imitándolo, para debatir. Pero no había un porqué para ello, era la pura verdad.

—Buen punto —dijo en cambio. Bajo la mano y la acomodó sobre su barbilla, permaneció callado un instante, meditando el tema del que podrían hablar, y fue entonces que una luz brilló en su mente. Sonrió deslumbrante—. Entonces… —comenzó, dirigiendo su negra y brillante mirada una vez más hacia Kurama—, ¿ya confías ciento por ciento en mí?

Kurama le sonrió. Y aunque era una sonrisa que tenía cierta ternura en ella, también había un deje de tristeza que le provocó un gran nudo en la garganta a Sasuke; luego suspiró y llevó la vista al frente, observando nada en específico.

—He confiado ciento por ciento en ti desde el principio —confesó.

Sasuke lanzó un resoplido irónico.

—Sí, como no —se cruzó de brazos. Su cuerpo estaba medio girado en dirección del de ojos rojos.

Kurama volvió la vista hacia él, indignado pero divertido. Luego lo observó con dulce tristeza. Bien, eso era todo, Sasuke ya no sabía ni que pensar de la actitud de Kurama. Oh, joder, estaba súper encantado y emocionado de poder al fin verlo. De verdad, la felicidad se le desbordaba del cuerpo; ¡su corazón estaba como loco! estaba seguro que vomitaría arcoiris de sesenta y cuatro colores en cualquier momento. No sabía como era que estaba controlándose tan bien para no lanzarse sobre él y abrazarlo muy fuerte.

Pero no podía ser completamente feliz, si Kurama parecía tan melancólico.

—Kurama… ¿Qué sucede? —Se aventuró a cuestionar, un tanto preocupado.

Observó como las peludas orejas de Kurama se murieron en su dirección, una escena que le pareció muy tierna, pero él dirigió la vista hacia sus manos durante algunos segundos, antes de subir las piernas en la banca y abrazarse a ellas, sin verlo siquiera.

—No es nada —dijo, su mentón reposaba sobre sus rodillas—. Sólo estoy pensando en el cómo hacertelo saber.

—¿Hacerme saber qué?

—Lo que pasó esa noche.

Sasuke inhaló con fuerza, sintiendo como la garganta se le cerraba, a la vez que un centenar de metafóricas agujas le atravesaban el pecho. Se sentó muy recto, desviando la vista de Kurama y observando hacia el frente. Kurama lo contempló por el rabillo del ojo, miró su semblante, que había palidecido un poco, y como su postura estaba tan rígida y sus manos empuñadas con fuerza.

—¿Quieres saberlos? —Susurro, indeciso, el de cabellos rojizos.

El azabache dio un brinquito en su lugar, pero permaneció con la vista en el frente, en la gramilla bañada en plata rodeada por la noche. ¿Quería saberlo? ¿Había algo que saber? ¿Alguna información extra que no supiera o hubiera deducido? En un principio, Sasuke quiso saber porqué lo salvó a él y no a su madre, claro, el amor de Mikoto era tan grande como para anteponer la vida de su hijo a la suya. Pero luego se dijo que porqué no había salvado a su madre si, en realidad, él no tenía ninguna herida que fuera de absoluta gravedad. Solo algunos cortes y golpes aquí y allá en su cuerpo, pero nada por lo que temer por su vida. Entonces, llego a la conclusión de que su madre no podía ser salvada.

No había otra explicación al porqué de que Kurama no pudo curar sus heridas, incluso si lo intentó. Porque Sasuke estaba seguro que lo había intentado.

Sí, decidió. Incluso si ya lo había deducido él mismo, necesitaba escharlo de los labios de Kurama; quería que se lo confirmara.

—Quiero escucharlo —sus negros ojos, con firme decisión, fijos en los ojos rojo sangre del chico.

Kurama le sostuvo la vista unos segundos, luego la desvío hacia el suelo, se abrazo más fuerte a sus piernas; pareció querer hundirse entre sus extremidades flexionadas.

—O-Okay.

Sasuke lo observo con ojos angustiados. El quiebre en la voz del Zorro le provocó un nudo en la garganta. ¿Y si, después de todo, sucedió algo más esa noche? Bueno… pronto lo sabría.

Escuchó suspirar a Kurama, muy hondamente, luego alzó la vista hacia él, sus ojos rojos estaban brillosos. Sasuke notó, con asombro, que estaba llorando. Kurama estaba llorando.

—Tu madre no es de Konohagakure, eso lo sabes —comenzó diciendo, Sasuke asintió—. También sabes que nació y se crió en un pueblo cercano a Kumogakure —el azabache asintió una vez más, confundido, no tenía idea de a dónde quería llegar Kurama—, hasta que conoció a tu padre, allí mismo, en un viaje familiar que este hizo. Casualmente se hospedaron en la posada con aguas termales de la familia de Mikoto y pues… lo demás es historia.

Sasuke alzó una ceja. ¿Cómo sabía Kurama todo eso? Bueno… podía leer la mente. Además, no es como si la historia de cómo sus padres se conocieron y enamoraron fuera un secreto… aún así…

—No me veas con esa cara —Kurama dijo, con un poco de aflicción.

—¿Con qué cara se supone que te estoy viendo?

—Con esa de total desconfianza.

Sasuke desvío la mirada, avergonzado. No es que desconfiara de Kurama. No había motivo para hacerlo.

—Lo siento.

—No te preocupes, entiendo —le sonrió. Sasuke alucinó. Un Kurama tan cariñoso estaba increíblemente estupendo—. Sé todo eso —retomó la palabra—, porque tu madre me lo dijo.

Sasuke sintió como si una mano invisible le apretara la tráquea e impidiera que el oxígeno le llagara a los pulmones.

—¿M-Mi mamá?

—Bueno… no es como si ella supiera quién y qué era yo —lo tranquilizó. Sasuke estaba aún más confundido—. Ella me salvó la vida, Sasuke.

El menor cerró los ojos, sintiéndose completamente mareado. Necesitaba tranquilizarse un poco o sentía que su cabeza podría estallar en miles de fragmentos de un momento a otro; lo último que quería era bañar a Kurama con sus sesos. Cuando abrió de los ojos, el zorro lo completaba preocupado.

—¿Voy muy rápido? —Cuestionó este.

—Sí.

—Lo siento. Es solo que… no… yo… —quién cerró los ojos esa vez fue Kurama, serenándose. Inhaló hondamente una o dos veces y soltó el aire—. Tengo recuerdos dolorosos también —admitió con pesar—. No quiero que las cosas se vuelvan tan incómodas.

Sasuke, ya más calmado, lo veía con asombro. Jamás creyó ver a Kurama tan nervioso.

—Entiendo.

—Trataré de darte un resumen, ¿está bien? —El azabache asintió—. Bueno… conoces la historia de Gaara, ¿cierto?

El azabache asintió una vez más. Naruto le había hablado del pasado del tritón, puesto que él le había dicho a su rubio novio que creía que no le agradaba al peli-rojo. Podía entender su dolor y el porqué de su actitud hacia él, y no lo culpaba. Los humanos eran seres crueles y asquerosos, codiciosos en exceso; pero así como los habían así, también habían los que tenían un corazón de oro y un alma pura.

—¿Sabes? Yo creí que esta conversación la tendríamos en otro momento y en otras circunstancias. Pero me alegra que sea de esta forma y no como esperé que fuera—Internamente, pidió perdon a Sasuke por haber desconfiado de su juicio. El azabache sintió curiosidsd, pero no cuestionó nada—. Básicamente… cuando era un cachorro, pasé por algo similar a lo que pasó Gaara —Sasuke casi podía tocar con las manos la aflicción en la voz de Kurama, y el dolor en su rojiza mirada—. Hasta donde sé, mis padres y yo éramos los últimos de mi especie.

»Vivíamos en las montañas que rodean Kumogakure. Mis ancestros y mis padres residieron allí por mucho tiempo, escondidos de los humanos mientras trataban de sobrevivir sin llamar la atención. Recordarás que hay criaturas mágicas que no pueden ocultar por sí mismos su presencia. Bueno, mis padres y yo somos igual. Además de que nuestra forma humana no es completa, puesto que no somos medios humanos, como Gaara.

»Era difícil, pero mis padres estaban felices. Yo estaba feliz. Ellos se amaban y me amaban… Pero yo tan solo era un cachorro que no sabía nada. Ellos siempre lo ocultaron de mí.

—¿Qué cosa? —Se aventuró Sasuke a cuestionar. Él observaba y escuchaba a Kurama con suma atención.

El de ojos rojo sangre sonrió con tristeza.

—Que todo estaba mal. Ellos sonreían para que yo fuera feliz. Pero ellos tenían miedo —guardo silencio un momento. Suspiró—. Aunque yo pensaba que nuestra presencia pasaba desapercibida para los humanos, puesto que vivíamos en cavernas, no era así. Mis padres eran muy pacifistas. Odiaban la violencia y, aunque tenían magia, nunca les gusto la idea de utilizarla con humanos.

»Ellos si que sabían de nosotros. Vinieron a nosotros armados hasta los dientes. Ya fuera con escopetas hasta simples bates de béisbol. Al principio, tan solo tratamos de huir puesto que mi padre no quería pelear, no quería lastimar a nadie, porque, al final del día, sería igual a todos esos humanos que persiguieron, comerciaron, torturaron y asesinaron a nuestros antepasados. Un maldito asesino.

Sasuke pensó que, de ninguna forma, podía el padre de Kurama ser como esas personas. Él no lucharía por codicia y ambicion, por puro placer o simplemente porque no comprendía su naturaleza y tenía miedo, y por ende hacerlos desaparecer le parecía una buena idea. Él pelearía por proteger a su familia, porque no tenía opción; porque ellos no se la habían dado.

Pensó eso pero no dijo nada; supuso que Kurama lo sabía muy bien.

—Pero nos acorralaron —retomó el zorro la palabra—. Y padre tuvo que mandar al carajo todo. Nos protegió en su forma de zorro…

Entonces algo brilló en su rojiza mirada. Orgullo. Y una sonrisa afloró en sus labios, haciendo visibles sus colmillos. El azabache lo observó con un nudo en la garganta.

—Mi padre en su forma real era bellísimo —el reflejo de la luna sobre su rostro junto con la sonrisa en sus labios, le daban cierto aire surrealista a sus facciones. Surrealistamente hermoso—. Era… era majestuoso —dijo él sin perder la sonrisa, y Sasuke no pudo evitar curvear sus labios hacia arriba al ver el rostro de Kurama. Estaba allí, junto a él, pero sus ojos parecían observar el pasado. Había nostálgica en sus mirada, y amor, y orgullo—. Era imponente. Sus colas se mecian de un lado hacia otro y su gañido era potente, poderoso. Todos los vellos se me herizaron cuando lo escuché. Él era magnífico… —entonces el brillo en su mirada se esfumó. Una sombra apareció en ellos. Rencor, miedo, impotencia—. Tenemos magia, Sasuke —le dijo, sin verlo a los ojos. Su mirada estaba en el frente, pero aún parecía estar observando el pasado—, pero no somos invulnerables. Podemos ser heridos, podemos sangrar, podemos morir. Somos como cualquier otro ser vivo. Y nuestra magia no es exactamente para luchar. Para eso estan nuestros dientes y nuestras garras… Pero dientes y garras no fueron suficientes contra las armas.

Cerro los ojos con fuerza y fruncio los labios, sus manos se cerraron y las garras rasgaron la piel de sus palmas. Sangre mano, pero a Kurama no pareció importarle en lo más mínimo.

Sasuke sabía que Kurama estaba recordando, visualizando en su mente a sus padres y todo lo que había ocurrido cuando los perdió. Cuando se los arrebataron cruel y despiadadamente. Sintió dolor en su corazón al saber que Kurama pasó por tanto sufrimiento.

—Fueron docenas de ellos contra mi padre —dijo, con los ojos cerrados y el entrecejo fruncido, en una mueca de dolor—. Y él nos protegió hasta su último aliento. Mi madre me sostuvo entre sus garras y en medio de lágrimas corrió. Recuerdo… —sus facciones se suavisaron y sus párpados se abrieron con tortuosa lentitud, enfocando su mirada hacia el frente y observando nada—, recuerdo su suave y dulce voz susurrándome al oído: «No temas, mi cachorro, todo estará bien. Mamá está contigo» —Una solitaria lágrima rodó por su mejilla, la luz de luna dio en ella y parecio un pequeño diamante bailando con delicadeza sobre su piel—. Yo le creí, me aferré a ella y me aguante las lágrimas. Durante un corto período de tiempo, pareció que todo estaría mejor. Que mi madre y yo lograríamos escapar con éxito.

»Cuando la esperanza por fin dejo de calentar mi pecho, escuché cosas como: «Demonio», «Engendro», «Aberración». Todas dirigidas a mi madre mientras la lastimaban sin piedad. Ella me tenía entre sus brazos y trataba de protegerme. Ella no se quejo en ningún momento, por mi y solo por mi; porque yo no dejaba de llorar por los golpes que me acertaban. Pero entonces me dijo al oído: «corre, mi cachorro», y volvió a su forma real. Lucho con garras y dientes contra todas esos demonios. Porque para mi, todos ellos lo eran. Tenía miedo de irme y dejar a mi madre, no quería perderla. Era tan solo un niño pero comprendí que ella sufriría la misma suerte que mi padre. Pero ella me miró con ojos suplicantes y llenos de amor y lágrimas… y entonces me giré.

»Volví a mi forma real, tan solo un pequeño zorro, minúsculo, y corrí. Escuche los gritos de esos demonios al ver que estaba huyendo. Ellos corrieron detras de mi. Yo estaba herido y lloraba y tenía mucho miedo. Solo quería a mi madre y a mi padre. Pero continué corriendo porque entendía lo que estaba sucediendo y porqué ellos se sacrificaron. Pero no iban a dejarme marchar; usaron sus armas. El susurro de las balas pasando junto a mis orejas, provocandome escalofríos, miedo y muchas más ganas de llorar, aún me atormentan en sueños. Me dispararon; la bala me dio en la pata derecha trasera, pero yo seguí corriendo entre lágrimas y dolor. Estaba dejando un fuerte rastro de sangre y estaba seguro que me alcanzarían. Pero entonces comenzó a llover. Mi rastro se esfumó y yo pude ocultarme en un tronco hueco.

»Cuando mi madre falleció, lo supe. Lo supe porque ella susurro, con infinita ternura y mucho amor, en mi mente: «Nunca olvides que mamá te ama. Te amo, mi cachorro». La lluvia fue torrencial, y yo lloré y grité desconsolado mientras me abrazaba a mí mismo. Los truenos y la fuerte lluvia acalló mis lamentos. Lloré hasta que el agua se detuvo, y entonces caí inconsciente. No sé cuanto tiempo permanecí en ese tronco hueco, pero cuando desperté el sol ya estaba ocultándose y yo me sentía terrible. Tenía mucho frío, no dejaba de temblar, me dolía todo el cuerpo y la pata ni siquiera la sentía, mucho menos podía moverla.

Giró hacia Sasuke, y al fin lo vio a los ojos. Le conmovió de sobremanera el ver cómo pequeños rastros de lágrimas marcaban sus mejillas; tenía un puchero en los labios y parecía estar a punto de soltar un llanto desconsolado. Le sonrió, fue una sonrisa completamente sincera y muy, muy agradecida.

—Tuve una laguna mental —prosiguió—. No recuerdo cómo ni el momento, pero cuando me llegué a dar cuenta, estaba desparramado sobre el frío y húmedo asfalto de la carretera. Todo estaba oscuro a mi alrededor y el viento aulladaba de forma terrorífica, parecido a las balas rosando mis orejas… pero fue entonces cuando la vi.

—¿A-A quién? —Su susurrada voz le dijo a Kurama que, incluso si preguntaba, ya sabía de quién se trataba.

—A tu madre… y a ti.

—¿A mí? —La confusión en su mirada fue obvia—. ¿Me viste también?

Kurama soltó una pequeña risita.

—Bueno… técnicamente estabas allí, aunque no es como si realmente te hubiera visto.

—Ah.

Sasuke comprendió a que se refería el peli-rojo. Sonrió sin por evitarlo, y Kurama río nuevamente al verlo.

—Tampoco recuerdo mucho de ese momento. Solo sé que no tenía fuerzas ni para sentir miedo. Acepté que moriría y nadie lloraría por mí. Quizá mis padres lo hubieran hecho, pero ellos ya no estaban —la tristeza volvió a su mirada durante un segundo, pero se esfumó tan rápido como llegó—. Aunque no negaré que temblé un poco al verla acercarse, y cuándo digo verla me refiero a que vi tan solo su silueta borrosa siendo iluminada por las farolas del auto, pero… cuando sus manos me sostuvieron, lo hicieron con tanto cuidado y delicadeza que, simplemente, no pude evitar soltarme a llorar.

»Tu madre, estoy seguro, solo debió escuchar gruñidos entrecortados y gemiditos lastimeros mientras mi cuerpo temblaba; pero supo que lloraba y… y a ella no le importo si estaba cubierto de sangre y barro, o si mi pelaje tenía mal aroma y estaba todo empapado, ella me abrazo. Me abrazo con suavidad contra su pecho y susurro cosas dulces contra mis orejas, haciendo que los sonidos aterradores que escuchaba se esfumaran. Entonces volví a quedar inconsciente.

»Cuando desperté de nuevo, estaba recostado sobre una superficie suave y esponjosa. Blandita, calentita. Mis heridas estaban cubiertas por mantas blancas y ya no me sentía tan terrible. Tu madre me recostó en su cama y curó y vendó mis heridas, Sasuke, ella me salvó la vida.

Sasuke tragó con fuerza, procesando las palabras de Kurama. Algo tibio inundó su pecho, y esa misma tibieza se propagó a todo su cuerpo. Una dulce y amorosa sonrisa se instaló en sus labios. En ella había amor, orgullo y nostalgia.

—Estaba muy confundido y un tanto desorientado. Veía a todos lodos no entendiendo dónde me encontraba. Y cuando ella cruzó por el marco de la puerta, me asuste. Le mostré los dientes y mi pelaje se erizó por completo. Pero ella no se asusto, ni siquiera se inmutó. Tan solo me miró con ojos calmos y sonrisa cálida: «Tranquilo, cachorro. No te haré dañó», me dijo con dulzura.

»En ese mismo instante, tuve una visión hermosa. Era mi madre, sonriendome y observándome con ojos amorosos. Recordé con todo detalle lo sucedido con mis padres, y me solté a llorar de nuevo. Me hice bolita en la suave cama y lloré. Mi cuerpo temblaba de nuevo y soltaba sollozos lastimeros, entonces sentí la cama hundirse a mi lado y luego una calidez desbordante me rodeó. Tu madre me abrazó con suavidad mientras volvía a susurrar contra mi oreja cosas dulce.

»Fue entonces cuando escuche cierta voz —Sasuke lo observó espectante—. Eran susurros dulces en mi cabeza, no era la voz de Mikoto, sino de la otra persona en la habitación.

—¿No eran solo tú y mi madre?

Kurama lo miró sonriendo. El azabache notó que los ojos le brillaban por las lágrimas; pero su sonrisa era hermosa.

—Había alguien más —dijo, sin perder la sonrisa. Sasuke lo veía sin captar quien podía ser—. Eras tú, Sasuke. Era tu voz.

Las cejas del azabache se alzaron, sus ojos abiertos de par en par y sus labios un tanto separados.

—¿Y-Yo? ¿Escuchaste mi voz? —Kurama asintió—. Pero, ¿cómo? Yo estaba en el vientre de mi madre.

—Bueno, no fue precisamente tu voz. Fueron mas bien tus pensamientos —Sasuke tenía una expresión indescifrable en el rostro, Kurama se burlo de él un poco. Luego retomó la palabra—. «Ella es mi mami» —comenzó a recitar, con voz tierna—. «Mami me ama». «Mami me espera con ansias». «Mamá me adora». «Amo a mi mami». «Su voz es bonita, me calma». «Ya quiero estar con mami»… No es que estuvieras diciéndome algo en realidad…. No sé como explicarlo, pero de alguna forma supe que así te sentías. Y fue por ello que supe que Mikoto era buena, era dulce, que te amaba y tú la amabas. Un humano como ella, quien desprendía un aura parecida al de mi madre, no podía ser malvado como los humanos que me arrebataron a mi familia.

»No volví a asustarme de su presencia, de hecho, anhelaba grandemente estar junto a ella. Ella me cuidó, me alimento y cambió mis vendas con cariño y cuidado. Y yo, en el corto tiempo que estuve con ella, llegué a amarla. Aún la amo. Ella me habló de su familia, de Itachi, de Fugaku y de ti. De su vida. De cuánto los amaba y lo feliz que era. Y que esperaba que me recuperara pronto para presentarme ante ustedes. Su sonrisa mientras lo decía era tan hermosa, y tan dulce, tan llena de amor y vida.

Kurama sonrió nostálgico al recordar esos momento, y al verlo, Sasuke también lo hizo. Él entendió que el Zorro realmente amó a su madre. Y se sintió muy feliz. Saber que su madre le había devuelto las esperanzas a Kurama, cuando ya las había perdido todas, lo llenaba de orgullo. Saber que el de ojos sangrientos estaba allí, con él, gracias a su mamá, le daban muchas ganas de querer llorar de felicidad y tristeza.

—Mikoto había ido a visitar por unos dias a sus padres a Kumogakure, no había llevado a Itachi porque él quiso quedarse con Fugaku. Pero me dijo que esperaría a que me recuperara por completo, y que me llevaría con ella. Que no volvería a estar solo, que ya era parte de la familia.

—Pero… —interrumpió Sasuke sin poder evitarlo—. ¿Por qué no te quedaste?

El Zorro suspiro hondamente, clavó sus rojizos ojos en Sasuke y volvió a sonreirle, aunque esta vez con un poco de tristeza.

—Yo quería quedarme. Lo deseaba con todo mi corazón. Pero no lo hice porque ese no era mi lugar. Pero supe cual sí lo era en el mismo instante en el que cruce por los limites de Konoha. Y aunque por más que quisiera quedarme con ustedes, tarde o temprano se darían cuenta que era diferente. Me tarde un poco en desarrollar, en quince años tan solo crecí unos cuartos centímetros, pero finalmente crecí, y ahora ya no soy ese pequeño Zorro mágico al que ella le salvó la vida.

»Mientras el auto recorría la carretera que atraviesa el bosque que llega a Konoha, pude sentir la abundante magia que ahí había. Vi su hermosura e inmediatamente supe que pertenecía allí. Mi corazón se contrajo de dolor al saber que tendría que dejar a Mikoto, y que posiblemente ella se sentiría triste al bajar del auto y no encontrarme, pero tenía que dejarla ir. Ella los tenía a ustedes, su familia. Y yo pronto tendría una nueva.

»Yo iba en el asiento trasero, con la ventanilla baja. Volteé a ver a Mikoto una vez más, y le agradecí en silencio todo lo que había hecho por mí. Por el amor que me dio. Entonces salté por la ventana. Dolió un poco el aterrizaje, pues aún no esta ciento por ciento curado, pero corrí hacia los árboles y me oculte detrás de un tronco. Entonces giré y observé como el auto se alejaba. Ese día me dije que, aunque no volvería a verla, jamás la olvidaría.

Calló un momento, sus ojos se veían ensombrecidos por la tristeza. Con ello Sasuke pudo darse cuenta de cuanto a Kurama le dolió dejar a su madre. Al azabache ya no le cabía la menor duda del gran amor que el de ojos rojos sintió, siente, por su madre. Alzó una mano y la posó con suavidad sobre el hombro de Kurama, quien le regalo una pequeña sonrisa ante la caricia.

—Me llevé el susto de mi vida al girar y encontrarme con el rostro del Guardián, él me sonreía de pareja a oreja, con ojos brillantes, lleno de emoción—Sasuke no pudo evitar soltar una risita ante la imagen mental, Kurama lo acompañó en ella—. Ese día tuve un gran recibimiento en el claro. El Guardián me pidió perdón por no habernos encontrado a mí y a mi familia, y lamentaba mucho lo ocurrido con mis padres. Pero también me dijo que ahora tenía una nueva, la cual de ninguna forma podría remplazar a la mía, pero que no tenía que ser un remplazo, sino de hecho, una nueva. Todos me dieron la bienvenida y me dijeron que podía contar con todos para cualquier cosa.

»Como no tenía con quien vivir, el Guardián se hizo cargo personalmente de mí, viví con él por años, y en esos años nunca salí del bosque. Sabía, gracias a Mikoto, que no todos los humanos eran malos, pero tenía miedo aún. Ese miedo me retuvo, e incluso si podía salir con un encantamiento puesto por el Guardián, no lo hice.

Y Sasuke no podía culparlo por ello, o juzgarlo. Entendía perfectamente por que Kurama se reusó a tener contacto con los habitantes de Konoha. Un trauma de ese tipo no podía curarse de un día para otro.

—Pero llegué a un punto en el que me dije que lo mejor era superar mi pasado de una buena vez. Salí del bosque sintiendo que las patas me tamblaban, y se me olvidó pedirle al Guardián que pusiera un encantamiento en mí —retomó el relato—. Pero estoy tan feliz de finalmente haber salido ese día que lo hice.

Entonces, una lucesita pareció brillar en la mente de Sasuke, comprendiendo un par de cosas.

—Por eso lo salvaste —afirmó con voz suave—. Por qué te recordó a ti.

Kurama suspiró.

—Sí… en parte —susurró—. Cuando yo llegué hasta él, luego de escuchar su llanto y sus gritos, sus padres ya habían sido asesinados. Esos pocos segundos que trascurrieron en el que comprendí la situación, me vi a mi mismo siendo perseguido por esos humanos de nuevo. Todo el dolor volvió, la tristeza y el odio que sentí por esos humanos. Pero entonces lo vi a los ojos, y vi ese mismo dolor en su mirada. Entonces supe que, en realidad, humanos y criaturas mágicas no somos tan diferentes entre nostros. Ciertamente también existieron criaturas mágicas malvadas, así como lo hay humanos buenos. Antes, una humana me había salvado a mí y me mostró que no todos eran unos monstruos, entonces ahora era mi turno. Incluso si nuestra presencia eran tan sólo historias y mitos para la mayoría, tan solo quería demostrarle a una persona que éramos reales y que tampoco eramos unos mounstros, como la mayoría nos hacía ver.

»El sujeto que lo atacó a él y a su familia era un sádico. Lo vi en sus ojos eufóricos y su sonrisa tétrica. Tuve miedo, no te lo negaré, pero me dije a mismo que ese chico frente a mí merecía que alguien lo salvara, que merecía que alguien le mostrara que la esperanza no estaba del todo perdida. Y lo hice, yo lo salve.

—Hiciste más que salvarlo —Sasuke dijo con una sonrisa—. Cambiaste completamente su vida… para mejor, claro.

Kurama soltó un suspiro.

—¿Sabes? Yo… yo no pensé en quedarme junto a él —una sombra se posó en su mirada rojiza durante un instante—. Me quede junto a él mientras esperaba a que las autoridades llegaban, pero en el instante en que vi las luces de las patrulla, escapé.

»Sabía que no podía encariñarme con ningun humano, pues más temprano que tarde tendría que dejarlo. Igual que sucedió con Mikoto. Observé, escondido en la oscuridad, como Naruto les explicaba lo que había sucedido, como lo había salvado. Y vi sus rostros entristecidos mientras su relato avanzaba. Fue claro que no le creyeron. E incluso… me sentí muy triste cuando escuche a dos oficiales decir que él no tenía más familiares que sus padres.

»Yo… me dolió mucho el verlo sufrir. Porque lo observé durante un tiempo. Me sentí aliviado porque Iruka se hiciera cargo de él, pero era doloroso ver la burla que le dirigían —guardó silencio un momento, después de soltar un profundo suspiro—. No me arrepentí de salvarlo, aunque sí de la forma en la que lo hice —confesó—. Todo lo malo que ocurrió después fue por mi culpa, y me lamente por ello. Hablé con el Guardián sobre borrar sus recuerdos sobre mí… pero cuando tuvimos la oportunidad de hacerlo, no lo permití.

—¿Por qué cambiaste de idea? —Cuestionó Sasuke con ha pequeña sonrisa.

—Porque… comprendí que, incluso si lo hacía, las consecuencias de haberme mostrado ante él tardarían mucho tiempo en quedar en el olvido. Las burlas persistían y, de alguna forma, siempre seria el niño que creyó ver una criatura mágica, un zorro mágico. Algo que solo existía en cuentos —Kurama soltó una pequeña sonrisa, una de verdadera alegría—. Así que, al carajo todo. Sí algo pude entender todo este tiempo, es que los humanos no olvidan las «cosas malas» y «errores» que cometen los suyos.

»Así que lo hice por eso. Eso y porque vi la tristeza y vacío en su mirada por la perdida de sus padre, pero también vi el brillo y esperanza que adquirían estos cada vez que hablaba de mí y lo que hice por él —de alguna forma, Sasuke fue consciente del pequeño sonrojo en las mejillas del de ojos rojos. Eso lo enterneció de sobremanera—. Mikoto no solo me salvó la vida, me dio esperanza y, gracias a que me trajo a Konoha, obtuve una nueva familia a la que amo.

»Cuando Naruto se internó en el bosque, llorando y desesperado, pidiendo a gritos que alguien le dijera si es que de verdad se estaba volviendo loco, no permití que el Guardián tocara sus recuerdos porque jamás sentí tantas ganas de querer mostrarle mi mundo a un humano, como en ese momento lo sentí con él. Quise gritarle que no lo estaba, y quise que pudiera ver todo lo que yo veía y que el encantamiento en el bosque le impedía ver a él. Quise que se maravillara con la hermosura que lo rodeaba sin saberlo. Quise tenerlo a mi lado y devolverle la esperanza. Quise protegerlo. Quise calmar su dolor y cambiar las lágrimas por una sonrisa. Quise que él también tuviera lo que yo tenía, porque yo entendía su dolor y su sufrimiento, y sabía que no lo merecía. Naruto se merece todo, Sasuke. Se merece el mundo entero.

Sasuke paso saliva fuertemente, a la vez que un nudo se formaba en su garganta y los ojos volvían a arderle por las lágrimas que se acumulaban tras sus párpados. Lo entendía; entendía muy bien los sentimientos de Kurama. Conocía muy bien la clase de persona que Naruto era y por eso creía que, incluso el mundo entero, se quedaba corto. Y, además de ello, quien también se merecía todo era él, Kurama. Pero también sabía que ninguno de los dos lo quería, pues ellos eran felices con tan sola esa pequeña parte del mundo, ese bosque que era su hogar; allí donde estaba su familia.

—La sonrisa en su rostro, ese día, jamás la voy a olvidar —seguró el de cabellos rojizos y enmarañados, la sonrisa en su rostro era hermosa y contagiosa—. Era tan hermosa y bella, resplandeciente, deslumbrante… y con ella supe que había hecho lo correcto.

»Me entristeció los sucesos que después le siguieron —aceptó con pesar—, pero no volví a arrepentirme de mostrarme a él. Era muy triste la forma en la que lo veían todos. Con lástima y burlas mal disimuladas. Pero esa sonrisa en su rostro que no se borraba se volvió todo para mí. Venía al bosque todos los días, y se marchaba a casa de Iruka hasta que el sol comenzaba a ocultarse. Lo pasábamos increíble nosotros dos. Aunque tengo que admitir que le pusé las cosas un tanto dificiles al principio, solo por diversión; y no le digas porque seguro me castra. Pero luego de ello jugamos, nadamos, nos reímos hasta que nos dolió el estómago y lloramos juntos cuando le conté mi pasado y cuando lo llevé por primera vez con anhelo… y entonces apareciste tú.

Sasuke inhaló fuertemente. De repente, se sintió muy ansioso, temeroso. Las manos comenzaron a sudarle y, sin darse cuenta, comenzó a juguetear con sus dedos. Kurama clavó sus ojos rojos en él, comprendiendo el porqué del cambio en su actitud.

—Cuando Naruto me habló de lo que había sucedido con esos niños y el cómo lo salvaste, lo dijo con un sonrisa tan bella y sincera, que no pude evitar el emocionarme yo también —confesó con una sonrisa. En parte esta era para tratar de aliviar al azabache. De alguna forma funcionó un poco—. Odié no haber estado junto a Naruto para protegerlo, y me prometí que no volvería a dejarlo solo; Naruto dijo que no tenía que preocuparme, pero yo insiste para estar siempre a su lado incluso en clases. Ya te has dado cuenta que cuando dice no, es no. Asi que tuve que aceptar su decisión, pero cuando salía de la escuela, yo ya estaba esperándolo en el parque que eataba a unas cuadras. Cuando hablábamos solo provocaba que las personas lo vieran mal porque «él estaba viendo a la nada» pero a él no el importaba, así que no tenía porque importarme a mí.

»Los deseos que tenía por conocerte, no te los puedes ni imaginar —Sasuke se sonrojo ante las palabras de Kurama, y una sonrisa tímida afloró en sus labios—. Me sentí tan feliz de saber que, a pesar de todo lo que se decía de él, existía alguien que quería ser su amigo. Cuando el día prometido al fin llegó, Naruto puede corroborarte el esfuerzo que tuve que hacer para no soltarte en encima y abrazarte hasta asfixiarte. Yo estaba tan feliz de que tú existieras, Sasuke. No solo porque querías ser amigo de Naruto, sino también porque, sin necesidad de leer tu mente, supe que no mentías al decir que le creías cuando él te relataba los recuerdos que creamos juntos.

—Y… ¿por qué no me dejaste verte?

Sasuke no quiso usar un tono de reclamo. Pero lo uso. Estaba feliz de saber que Kurama lo quería desde siempre, pero no pudo evitar sentirse un tanto mal al saber que, aún así, no se había mostrado a él hasta ese momento.

Ante su pregunta, un escalofrío le bajó por la espalda a Kurama, y la sensación erizó todo el vello de sus extremidades. Él observó a los ojos negros del azabache, y le sonrió sin despegar los labios; fue una sonrísa que a Sasuke le pareció demasiado tensa.

—L-Lo siento… —susurro casi inaudiblemente el de ojos rojo sangre, a la vez que desviaba la mirada hacia el suelo. Se abrazó con fuerza a sus extremidades flexionadas, y entonces volvió a hundir la cabeza en el hueco que formaban.

NO.

No, no, no… él no había querido hacerlo sentir mal.

A Sasuke se le rompió el corazón en el instante en el que observó como el cuerpo de Kurama había comenzado a dar pequeños espasmos. Clara señal de que estaba llorando.

—Iba a… iba a hacerlo esa noche —confeaó. Fue como si a Sasuke le hubieran dado un fuerte golpe en el pecho, y luego uno sobre la nuca. Se sintió mareado y a la vez completamente ligero. Cerro las manos con fuerza, tanta que pudo sentir como sus uñas se incrustanban en su piel—. Por eso estaba allí. En el auto, contigo y Mikoto.

»Cuando salvé a Naruto, el Guardián me felicitó por ello. Pero también me explicó los problemas que eso podría acarrear —Sasuke comprendió a que se refería. Al Guardián, sin duda, le preocupaba que sus existencia en el bosque fuera expuesta, y por ende, tiempos oscuros llegaran a ellos, así como a sus antepasados—. En parte estuve siguiendo a Naruto por ello, para saber como reaccionaría él, su comportamiento luego de lo descubierto, y las personas a las que se lo fuera a decir y lo que estas harían. Pero no me preocupaba, pues esa noche pude darme cuenta que, por más que afirmara una y otra vez el haberme visto, nadie le creería. Y en parte eso era triste, pero también me aliviaba.

»Yo… yo le dije al Guardián que quería decirte. Y él estuvo de acuerdo, pero me dijo que antes de hacerlo, estuviera ciento por ciento seguro que no serías un peligro. Y sabía porqué lo decía, y por ello me dediqué tan solo a observarte.

»Ese día de su compleaños, le pregunte a Naruto que qué quería de regalo. ¿Sabes que me dijo? —Aún siendo consciente de que Kurama no lo veía, pues permanecía con el rostro oculto, Sasuke negó con la cabeza—. Me dijo: «No quiero nada para mi, Kurama. Pero… ¿podrías darle algo a Sasuke? Si él está feliz, ese sera el mejor regalo para mí, por lo que yo también estaré feliz».

Sasuke se quedó completamente sin palabras. Un calorcito abrasador nació en su pecho y se expandió a cada parte de su cuerpo. No podía con la emoción, y el fuerte sonrojo en sus mejillas lo delataba. ¡Joder! Cuando tuviera a Naruto frente a él, lo iba a besar hasta dejarlo sin aliento y, aún así, continuaría besándolo por largo rato. Se le planto una sonrisa en lo labios que intento disimular, pero que no pudo hacer nada para ocultar.

El de ojos rojo sangre alzo la mirada un instante, para observar su reacción.

«Oh, lo sabía —pensaba Kurama—. Gané la apuesta». Naruto iba a estar decepcionado, y feliz, de saber que la apuesta que habían hecho con Kurama, respecto a la reacción que tendría Sasuke al Zorro contarle eso, la había perdido. El rubio había apostado que su azabache novio mostraría un pequeño sonrojo y una sonrisa tímida; mientras que Kurama había asegurado que iba a sonreír como estúpido sin poder hacer nada para evitarlo u ocultarlo.

Ya podía sobarear las gomitas de Limón que Naruto iba a darle; cosa que habían apostado si Kurama ganaba.

Sonrió de medio lado en una mueca un tanto dulce, pero esta se esfumó tan rápido como llegó.

—Yo… no sabía quién eras —Kurama dijo, trayendo a Sasuke de regreso de sus pensamientos más morbosos. Él miró de al cabellos enmarañados, un poco confundido. Aún sin verlo, el de ojos rojos fue consciente de su reacción—. No te recordaba. Así que la sorpresa que me llevé al ver a Mikoto esperándote fuera de la casa de Iruka, me dejo en shock. Primero, porque entonces entendí que eras «ese» Sasuke, y segundo, porque allí estaba ella otra vez. Tan hermosa y tan dulce como la recordaba.

»Una vez más era ese niño al que le arrebataron a sus padres, al que persiguieron e hirieron, al que le robaron la esperanza. Pero también volví a ser ese pequeño al que tu madre salvó. A ese a quien ella abrazó con tanto cuidado y amor. A quien ella le sonrió con dulzura infinita y le dio una nueva oportunidad para comenzar, junto con la esperanza de que todo estaría bien.

Kurama continuaba con el rostro oculto y abrazado a sus piernas pero, por el timbre de su voz, Sasuke sabía que una vez más estaba sonriendo. Le gustaba que Kurama sonriera, casi tanto como amaba que Naruto lo hiciera.

—Perdón, Sasuke —el de ojos rojos alzó nuevamente el rostro y giró hacia el azabache—. Y-Yo estaba en una especie de trance —explicó, con un poco de desesperación—. Tan solo quería correr hacia ella y decirle que estaba bien. Que me perdonara por haberla dejado pero era algo que debía hacer. Que ahora todo estaba bien porque tenía una nueva familia a la que amaba, y era gracias a ella, porque me salvo y cuido y me trajo aquí. Porque me demostró que aunque todo vaya mal, terriblemente mal, siempre habrá un rayito de luz en medio de tanta oscuridad. Y ella fue mi rayito de luz. Quería tanto decírselo.

»Pero no lo hice. Tan solo sonreí como estúpido y lloré como hace mucho no lo hacía. Subí al auto junto a ti, y no deje de reír en ningún momento. Sinceramente, no recuerdo de que hablaron, puesto que no estaba prestándole ninguna atención a la conversación. Tan solo la veía a ella y te veía a ti mientras continuaba sonriendo y no podía dejar de pensar en que era un reverendo tonto al no haberme dado cuenta del parecido entre ustedes.

Sasuke soltó una pequeña risita involuntaria. Llegados a ese punto, tambien pensaba que Kurama estaba un poco ciego por no haber notado el parecido, además de que ya antes le había dicho que tenían un poco de historia juntos. Kurama lo observó con ojos entrecerrados, luego también soltó un risita, aunque un tanto apagada.

Lo observó a los ojos durante los segundos que la sonrisita duró en sus labios. Observó como poco a poco esta se desvaneció, dando paso a una mirada un tanto mortificada y nerviosa.

—Dame tus manos —le dijo Kurama al azabache, extendiendo las suyas para tomar las del de ojos negros. El menor observó sus manos, sus garras, luego miró sus ojos. Fr alguna modo, sin que le hubiera dicho nada, Sasuke ya sabía del porqué de la petición del de ojos rojos.

Kurama lo vio inhalar con fuerza a la vez que extendía sus manos hacia las suyas. Observó como cada uno de sus dedos temblaba, y sintió como su piel estaba muy fría. El reflejo plateado de la luna sobre su rostro pálido, le daba cierto efecto fantasmal a sus facciones. Vio como una pequeña nube de vapor apareció frente a su boca cuando exhaló. Kurama apretó sus manos entre las suyas, dándole al menos un poco de calor.

—No pienses cosas raras, ¿entiendes? —dijo de una forma entre burlona y sería. Sasuke asintió—. Bien.

Entonces, Kurama giró las manos del azabache y las guió hacia su propio rostro, de modo que pronto un confundido Sasuke se encontraba con las manos en las mejillas del de ojos rojos mientras él continuaba sujetándolas. Entonces soltó el dorso de las manos del chico y fue el turno se Kurama de sujetar a Sasuke de las mejillas.

Sasuke tan solo se dejo hacer sin comprender nada.

Kurama soltó una suave risita al ver su expresión.

—Acercate —le pidió.

Ambos se tomaban de las mejillas mientras se veían a los ojos.

—Okay… esto ya se esta poniendo muy extraño.

El de cabellos castaños rojizos rodó los ojos. Al menos los nervios de Sasuke habían disminuido.

—No sabía que tenías esta clase de sentimientos hacia mí, Kurama. Lamentablemente para ti, mi corazón solo le pertenece a Naruto…

—Oh, solo callate —Kurama puso los ojos en blanco, lo que saco una pequeña carcajada a Sasuke.

—Sé que soy irresistible, y jodidamente guapo, y de verdad lamento que te sientas de esa forma por mí. Porque, como acabo de decir, solo le pertenece a Naruto mi gran y noble corazón.

—Ah, eres jodididamente fastidioso —se lamentó el de ojos rojos—. Callate de una buena vez o voy a golpearte tu jodido y atractivo rostro.

—Oooh, acabas de admitir que soy atractivo.

Kurama soltó un bufido de fastidio, que sacó otra sonrisa a Sasuke. El Zorro lo observó un segundo y luego sonrió, pronto, ambos estuvieron riéndose sin para durante algunos segundo, hasta que ambos fueron calmándose de poco a poco.

—Sí lo eres —admitió Kurama luego. Sasuke lo observó, una vez más confundido—. Si eres atractivo. Tu madre era hermosa, era bellísima. Y tú eres su viva imagen.

Sasuke enrojeció sin poder evitarlo. Su pecho calentandoae de sobremanera. En parte por el elogió en sí, y parte por tratarse de Kurama. Ese Zorro que tanto tiempo deseó que lo aceptara y le permitiera verlo y ser amigos.

Al fin lo había logrado.

Al fin podía verlo.

Al fin eran amigos.

Aunque, en realidad, Kurama siempre lo había considerado como tal.

—¿Estás listo? —El de ojos rojos pregunto. Sasuke no sabría decir si se lo estaba preguntando a él o a sí mismo.

Un escalofrío le bajo por la espalda.

Tenía miedo, mucho miedo. Pero sabía que tenía que hacerlo. Por él, por su mamá, por su familia, por Kurama e incluso por Naruto. Necesitaba terminar de comprender todos los hechos para así, de una buena vez por todas, superar la muerte de su madre. No olvidar, olvidar era imposible, pero al menos recordarla sin que dolíera a como lo hacía.

Que, al pensarla, lo hiciera con una gran sonrisa y no con fuertes ganas de llorar. Ambos debían hacerlo, no solo Sasuke, Kurama también.

—Estoy listo —dijo Sasuke—. Muestrame lo que sucedió esa noche.

Kurama asintió. Se inclinó hacia el frente al mismo tiempo que Sasuke lo hacía. Su frentes se tocaron entre sí; se observaron a los ojos durante unos segundo. Ambos aún sujetándose de las mejillas.

Entonces cerraron los ojos y fue como sí un vórtice absorbiera la consciencia de los dos chicos.

Sus cuerpos se sintieron de repente muy ligeros y pareció que todo a su alrededor se distorsionó. Todo dejo de tener forma y parecía ondularse sin parar. La oscuridad tragó todo lo que había de luz y solo hubo oscuridad a su alrededor por unos segundos.

Pero ellos continuaban con las frentes unidos, los ojos cerrados y sujetando las mejillas del otro.

—No habrás los ojos aún —susurró Kurama muy bajito. Entonces se alejó de Sasuke y soltó su rostro. Sasuke también lo soltó. Y tuvo miedo al no ver nada y no sentir al Zorro cerca.

Su cuerpo se sintió ahora pesado y sintió ganas de devolver lo que había comido junto a Naruto. Un fuerte mareo lo azotó y cayó irremediablemente de rodillas. Ni siquiera había notado que estaba de pie. Cuando sus manos se posaron en el suelo, notó que no era gramilla lo que había bajo sus dedos, sino concreto. Aún con los ojos cerrados, supo que la oscuridad se disolvía y la luz del día chocaba directo con sus párpados y su piel.

Sintió la mano de Kurama posarse sobre su hombro y cariciarle suavemente.

—Puedes abrirlos ahora.

Sasuke se tomó su tiempo para hacerlo. Preparándose mentalmente e inhalando y exhalando profundamente. Una vez estuvo listo, se incorporó lentamente hasta estar de pie una vez más.

Entonces abrió los ojos.

 

 

Notas finales:

Yyyyyyyyyyy eso fue todo.

¿Que tal?

¿Que les pareció?

¿Les gusto?

Aaaahjjjjhhhbakskslss como sufrí escribiendo esto, mi corazoncito no puede más ksksksmswsk soy una chillona. Sí lloré.

Bueno, pero se viene lo más sad, y lo rikolino 7u7 me preparan sus pañuelos para el llanto y el sangrado nasal, okay no. O bueno sí :)

Yo espero y el cap sí les haya gustado. Ya saben que pueden hacérmelo saber por medio de un hermoso review, el cual prometo que ahora sí voy a responder luego. Y si no les gusto, igual pueden hacérmelo saber. Solo no me insulten mucho que mi kokoro sufre.

Que el ángel me los cuida mucho, a todos ustedes bellos pasteles de limón.

Besos y abrazos de oso para todos.

¡Hasta la próxima!


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