¡AUCH!
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A la sombra del árbol de extraño pero hermoso tono de color de hojas violeta, y rosas rosa, se encontraban Sasuke y Naruto. Ambos estaban con la espalda contra el tronco. El rubio tenía su vista sobre el perfil derecho del azabache, pero el oji-negro tenía su mirada en la distancia.
A un par de metros a lo lejos, se distinguía una silueta, la silueta de una mujer de cabellos largos y azabaches. Ella estaba inclinada hacia el frente, recolectando flores silvestres y ya tenía un bonito y colorido ramo en sus manos.
Los ojos de Naruto viajaron hacia la silueta de la mujer, y luego regresaron al rostro de Sasuke.
—Tu madre es muy hermosa — dijo el oji-azul. Su tono de voz fue dulce y sincero.
Sasuke frunció levemente el entrecejo, un tanto desconcertado por las palabras de su rubio amigo.
Giro la vista hacia Naruto.
Naruto observo sus mejillas y nariz sonrosadas, así como sus ojos enrojecidos por el llanto. Le dolió verlo llorar, verlo ponerse de pie de forma rápida y aferrarse al cuerpo de su «Madre». Anhelo le había acariciado su espalda y cabellos, y había dejado que se desahogara hasta que estuviera satisfecho. Naruto sabía que era doloroso, pero también sabia, por experiencia propia, que era un dolor necesario. Y que luego de ello, uno mismo se sentía en paz.
—¿Puedes verla? — le cuestiono el azabache. Naruto asintió —. ¿Cómo es eso posible?... Dijiste que Anhelo te muestra lo que más anhelas. No creo que tú anheles ver a mi madre.
Al observar la expresión confusa de Sasuke, una suave sonrisita se formo en los labios del rubio.
—No es tan complicado de entender — le dijo —. Lo que he aprendido después de tantos años viniendo aquí con Anhelo, es que es una criatura noble y dulce. No conozco su verdadera forma física, pero entiendo que es un ser de luz y magia — Sasuke lo escuchaba atentamente sin despegar la vista. Naruto tuvo que desviar los ojos, pues el azabache lo ponía un tanto nervioso —. Su poder no se basa en manipular la mente y hacerte ver lo que anhelas.
—Pero, entonces, ¿Cómo es que puedo ver a mi madre?
—Literalmente — continuo explicando el rubio — Anhelo se transforma en lo que anhelas — Sasuke alzo las cejas —. Entra en tu mente y ve, observa dentro de ti, y encuentra lo que tu corazón más anhela. Aunque no te confundas, no es como si anhelaras una enorme pizza hawaiana y Anhelo fuera a transformarse en una.
Sasuke no pudo evitar esbozar una suave sonrisita.
—O un enorme tazón de ramen de cerdo — dijo el azabache.
Naruto sonrió.
—Anhelo se transforma en la persona que más anhelas ver, este en este mundo o en el otro. Y solo puede hacerlo con una persona a la vez. De todos modos, no creo que fuera posible que se transforme en tu madre y en mi madre a la vez — se encogió de hombros.
A lo lejos, Anhelo, con la forma de la madre de Sasuke, caminaba de un lado hacia otro, recolectando más flores silvestres. Se veía muy linda, muy dulce.
—¿Es a tu madre a quien anhelas ver en este momento? — cuestiono Sasuke. Naruto asintió. El azabache observo melancolía en la expresión del rubio —. ¿Por qué vemos a mi madre y no a la tuya? Soy prácticamente un desconocido, ¿Por qué confiar en mí? A ti te conoce de años, ¿Porque permitirme a mí, ver el rostro de mi madre, y no a ti, el rostro de la tuya?
Naruto dirigió la vista hacia Sasuke. Cuando sus ojos se encontraron, el rubio se sonrojo levemente.
La explicación era simple. Si bien Naruto quería ver el rostro de su madre, había algo que anhelaba aun más que ello en ese momento. Lo cual era, que Sasuke observara el rostro de su madre. Entonces, en realidad, Naruto si que anhelaba ver a Uchiha Mikoto, para que así, el azabache pudiera verla. Anhelo, al ver en la mente de ambos, observo que anhelaban lo mismo. No había nada que complicar ahí.
Naruto sabía que ese era el motivo, la correcta explicación. Pues incluso si había dicho a Sasuke que Anhelo no podía transformarse en dos personas a la vez, y lo cierto era que no, también había dicho que Anhelo era un ser noble, por lo tanto, podía intercalar su forma. Unos minutos podía verse como Uchiha Mikoto, y otros minutos verse como Uzumaki Kushina. Lo que significaba que en efecto, Anhelo podía mostrarle a ambos, a la persona que más anhelaban ver.
Según explicación de Kurama, hacia un tiempo.
Pero entonces, algo en el pecho de Naruto, unos repentinos nervios y agitado corazón, hicieron que no revelara tal explicación, y en cambio, dijera otra cosa.
—Anhelo es noble, yo he estado muchas veces aquí. Tú, no. Observo cuanto anhelabas ver a tu madre, y te la mostro — En parte era verdad.
Sasuke asintió.
—Antes, dijiste que sin duda, se mostraría ante mí. ¿Cómo estaba tan seguro de ello?
—Por esa misma bondad que tiene. No le diría que no a un alma que sufre y busca un poco de paz.
En la distancia, Anhelo, se giro y comenzó a caminar hacia ellos. Naruto sonrió al observar el gran ramo de flores silvestres que llevaba en sus manos. Sasuke al notarlo, también sonrió. Y era una sonrisa dulce.
En poco tiempo, Anhelo llego hasta ellos. Sonreía. Dividió el ramo en dos. Uno se lo entrego a Naruto, y el otro se lo entrego a Sasuke. Ambos chicos agradecieron con una sonrisa, la cual Anhelo correspondió.
—No hablas, ¿verdad? — Cuestiono Sasuke.
Anhelo negó con la cabeza, afirmando la pregunta del azabache.
—¿Porque? — le pregunto a Naruto.
—No lo sé. Anhelo es el único ser que no puede comunicarse de forma telepática. Pero entiendes cuando digo que, su sola presencia, tranquiliza y da paz. Las palabras sobran cuando sonríe.
Sasuke asintió con una sonrisa en sus labios.
Más allá, aun en el claro, Sasuke distinguió unos destellos multicolores. Puedo darse cuenta que no eran provocados debido al sol. Pues en ese momento, una nube cubría el cielo y al astro a su vez.
—Hadas — susurro el azabache.
Naruto dirigió la vista hacia el lugar donde Sasuke veía. Sonrió.
—No puedes verlas — dijo el rubio —, pero las distingues, sabes que son ellas. Eso significa que ellas no desconfían de ti, aunque tampoco confían del todo. Pero es un gran paso.
Sasuke no dijo nada, pero Naruto sabía que le alegraba escuchar sus palabras.
Anhelo les sonrió una vez más, antes de girarse y correr hacia los destellos multicolores, pues las hadas llamaban a Anhelo. Naruto sabía que era buena señal para Sasuke.
Rubio y azabache observaron a Anhelo correr. Los dos chicos se quedaron un par de minutos en silencio. A lo lejos, solo se escuchaban susurros y sonrisitas amortiguadas, que supuso Sasuke, por obvias razones, pertenecían a las Hadas.
Y entonces, el silencio que se había instalado entres los chicos, fue abruptamente destrizado… por el gruñido hambriento, del estomago de Sasuke.
Naruto estallo en carcajadas al instante, y el azabache se sonrojo levemente.
—¿Ves? — dijo el rubio, aun sonriendo —. Yo sabía que no habías almorzado.
«Ese gruñido pareció uno de los míos… bestial» dijo una voz en la mente de Naruto, seguido de una sonrisita burlona.
El rubio no veía a Kurama, pero sabía que estaba recostado bajo la sombra del árbol, al otro lado del tronco. Detrás de los chicos.
«No lo discuto», respondió el oji-azul, sin dejar de sonreír.
—Por suerte, hiciste el almuerzo — dijo Sasuke, sus mejillas aun sonrosadas por tremenda vergüenza.
El rubio no perdió tiempo. Tomo la cesta para picnic que estaba a su costado derecho y la movió de lugar, levanto la tapa y saco un pequeño mantel rojo de cuadrados diminutos de colores naranja, verde y amarillo. Sasuke observo cada uno de sus movimientos del oji-azul, sin perder ningún detalle de ellos. En poco tiempo, ambos chicos se encontraban sentados en el mantel, y también sobre este, varios recipientes de plástico con tapas, aunque aun así, desprendía un aroma delicioso, que hizo gruñir una vez más, al estomago de Sasuke.
—Cierra los ojos — pidió Naruto. Sasuke lo observo unos segundos con los ojos entrecerrados, luego hizo lo que le pidió.
El rubio se apresuro a destapar uno de los recipientes. Tomo un par de los palillos que permanecían en la cesta para picnic, y luego agarro con ellos, un poco del contenido del recipiente de plástico que había destapado.
—Abre la boca — Sasuke lo hizo.
Hubo una explosión de sabor dentro de su cavidad bucal. La zanahoria, la carne de cerdo, las gambas, las shiitake. El sabor del ajo, el jengibre rallado y la pimienta, incluso el sabor del Sake y el caldo de pollo. Todo estaba cocinado a la perfección Y tenía un sabor excelente. Incluso los fideos soba estaban muy crujientes.
Sasuke hizo una mueca. Abrió los ojos y se saboreo los labios de una forma que, Naruto pensó, era muy seductora.
—Es el mejor Sara Udon que he probado en mi vida. Y mira que mi madre preparaba un Sara Udon delicioso.
La sonrisa que formaron los labios de Naruto, hizo que a Sasuke se le antojara rozar sus propios labios contra los de oji-azul, incluso más de lo que quería probar más de la comida hecha por el rubio.
—En verdad concinas delicioso — dijo el azabache.
Naruto agradeció con un lindo sonrojo en sus suaves mejillas. ¡Ah! Sasuke quiso pellizcarlas y tirar de ellas.
El rubio pensó en decirle al azabache que cerrara los ojos nuevamente. Pero decidió que no. Tomo otro recipiente y lo destapo. Los ojos de Sasuke brillaron cuando observo el contenido.
—Tomate caramelizado — susurro incrédulo. Aunque no era por el platillo en sí — Te acordaste — dijo.
—Jamás lo olvide.
El silencio reino entre ambos.
Solo el cantar de las aves, algunos grillos y sonrisitas amortiguadas, cuchicheos y susurros se escucharon a lo lejos.
Naruto carraspeo la garganta un tanto sonrojado, pues Sasuke no le había quitado los ojos de encima. Y su mirada era tan profunda que el rubio se sintió mareado y cohibido.
—También hice unas verduras cocidas y unos pulpitos hechos de salchichas — había indicado el recipiente que contenía cada alimento. Levanto la vista y observo a Sasuke, este noto que el rubio se encontraba un tanto nervioso —. ¿Te gustan las salchichas?
Sasuke alzo las cejas, una sonrisita se dibujo en sus labios.
—Depende — dijo. Naruto espero que continuara —. Si digo que si, ¿Intentaras seducirme?
Naruto tardo unos segundos en comprender las palabras del azabache. Cuando noto el doble sentido de su propia pregunta, sus mejillas enrojecieron. Se encendieron como un árbol muy iluminado en navidad.
Sasuke se carcajeo levemente. Y no pudo evitar pensar que Naruto se veía muy lindo cuando se sonrojaba.
—No me refería a e-ese tipo de «salchichas» — se justifico el rubio. Sus mejillas parecían dos deliciosas manzanas, que a Sasuke, se le antojaron morder.
—Lo sé — afirmo el azabache, un poco más serio —. Pero sí, me gustan las salchichas.
La forma en la que lo dijo, el tono de su voz y su expresión, hicieron que Naruto pensara que Sasuke no se refería precisamente al alimento que el rubio le ofrecía. El corazón del oji-azul salto en su pecho, y águilas esqueléticas revolotearon en su vientre.
Tuvo que abofetearse mentalmente para que su corazón desacelerara sus latidos, y se recordó también, que Sasuke antes ya le había dicho, que solo eran bromas. Inmediatamente una punzada de decepción se instalo en su pecho.
De todos modos, no entendía porque la decepción.
Carraspeo la garganta.
—También hice unas bolitas de Tokayaki y dangos blancos, amarillos y verdes — le dio todos los recipientes que contenían los alimentos mencionados —. Espero que también te gusten, incluso los dangos.
—No lo dudes — sonrió —. No me gusta mucho lo dulce, pero estoy seguro que estos dangos si me gustaran mucho.
Entonces, Sasuke noto que Naruto no tenía ningún recipiente con alimentos.
—¿Y tú? ¿Qué almorzaras?
Naruto sonrió y de la cesta, saco otro recipiente, este era alargado hacia arriba, y contenía la bebida. Y luego saco otro recipiente, lo abrió y se lo mostro a Sasuke.
—Ni siquiera me sorprende — dijo el azabache, con una sonrisita en los labios — Tú en verdad amas el ramen.
Naruto no lo negó, solo se limito a sonreír ampliamente.
Como ya estaba en la última semana de prácticas antes de graduarse, Fugaku tenía a Itachi solo haciendo papeleo, y no lo mantenía consigo en el campo.
Ese día, no había querido salir a almorzar hasta que hubo terminado todo lo que su padre le había encargado por el momento. Así que, cuando salió de la Jefatura, le sorprendió mucho ver a Shisui esperándolo, recostado y de brazos cruzados, contra su automóvil.
—Casi muero del hambre aquí — fue lo que dijo el mayor, cuando lo vio salir.
—No tenías que esperarme.
Shisui solo se limito a encogerse de hombros.
Ninguno dijo nada mientras iban de camino hacia la misma cafetería en la que siempre almorzaban, algunas veces incluido Fugaku, quien ahora estaba muy ocupado en un caso, ese mismo del que le habían informado días antes.
Itachi supuso que fue su padre quien le pidió a Shisui que fuera por él y lo llevara a almorzar.
Entraron en el lugar, estaba un tanto vacio. Escogieron la misma mesa junto a la ventaba, y ordenaron lo mismo de siempre.
Los primero minutos, ninguno dijo nada.
En la mente de Shisui, había estado rondando la escena con la que se había topado días antes, cuando fue a buscar a Itachi. Era fácil para él saber, que su primo no hablaba del tema muy seguido. Se arriesgaba a apostar que ni siquiera mencionaba nada relacionado a su madre.
Y Shisui creía entender porque.
—El otro día… en el cementerio — el de coleta bajo apretó los labios.
¿Porque tenía que hablar de ese tema ahora? El ojeroso pensó que ya se había olvidado de lo sucedido, eso hubiera sido fantástico. Shisui noto la tención en el cuerpo del ojeroso, pero aun así, iba a terminar de decir, lo que quería decirle.
—Dijiste algo — prosiguió el mayor.
Itachi frunció el entrecejo.
—¿Algo?
—Bueno… dijiste varias cosas.
—¿De qué se trata esto? — cuestiono Itachi —. Solo ve al grano.
Shisui suspiro, luego hablo.
—Si algún día quieres desahogarte, desahogarte enserio… respecto a tía Mikoto…
—¿Puedo hacerlo contigo?
No fue brusco al interrumpir a su primo, no estaba molesto. Solo le costaba creer que Shisui hiciera es tipo de ofertas
—No te agrado — dijo —. ¿Por qué ofrecer algo así?
—Nunca dije que no me agradaras. Solo que me agradabas más, cuando eras buen hermano… Como sea, piénsalo.
Itachi permaneció unos segundos en silencio. Observo a su primo y noto que hacia tal ofrecimiento de forma sincera.
—Lo hare — susurro.
El resto del almuerzo transcurrió en silencio. Cuando terminaron, cada uno pago su parte. De regreso a la Jefatura, Shisui tomo otro camino. Itachi no estaba prestando nada de atención al camino por el cual iban, ni a las personas que transitaban por la acera. Pero… cierta cabellara rubia, cuyo dueño caminaba metros adelante sobre la acera, capto su atención
—Disminuye la velocidad.
Le pidió a su primo. Shisui así lo hizo.
—¡Deidara! — grito Itachi. El rubio de media coleta alta se giro ante la mención de su nombre. El ojeroso noto que llevaba en sus manos una bolsa, la cual que se veía muy pesada, abrazada a su pecho — Hola — saludo con una sonrisita de medio lado.
El entrecejo de Deidara se frunció rápidamente al observar el rostro del hermano de Sasuke.
—Hola — respondió, y su noto de voz no fue precisamente amable, de hecho, le hizo una mueca despectiva.
Siguió avanzando y el auto le siguió de cerca.
Itachi se sintió confundido ante la actitud del rubio, permaneció un momento en silencio, segundos después, hablo.
—Esa bolsa está muy pesada — dijo.
—No me digas — respondió Deidara, sin verlo a los ojos, de una forma obviamente sarcástica.
Al volante, Shisui reprimió una sonrisita.
—¿Cómo llegaste a tan fantástica conclusión? — cuestiono el rubio.
—Bueno — hablo Itachi —. Es obvio que no te agrado. La pregunta es, ¿Por qué?
—Porque no meditas en ello — sugirió, aun si voltear a verlo siquiera —. Llegaste a la increíble conclusión de que esta bolsa pesaba. Quizá también tu cerebro falto de neuronas, llegue a la respuesta de esa cuestión.
Esa vez, Shisui si que se carcajeo de lo lindo.
Itachi frunció el entrecejo, no estaba molesto con Deidara por sus palabras. Solo confundido, quería saber porque el rubio parecía tan molesto con su persona. Ni siquiera lo conocía. Seguramente solo sabía que era el hermano mayor de Sasuke…
¡Puf! Todo tuvo sentido en ese momento.
Deidara era primo de Ino, e Ino era amiga de Sasuke. Todo indicaba que también Deidara era amigos de su hermano, por ende, seguramente el oji-azul estaba al tanto de cómo se comportaba Itachi, con Sasuke.
—¡Oh! — exclamo, luego suspiro.
Bueno, de que tenía neuronas, la tenia. Y las usaba muy bien. Pero quizá y no fuera buena idea decirlo. Tal vez tanto Shusui como Deidara se reirían de él por decirlo.
Pensando en ello, a Itachi no le agrado nada, que Deidara pensara mal de él. Bueno, sabía que tenía razones, y de sobra. Pero no le gustaba pensar que el rubio lo odiara sin conocerlo bien. Sin ni siquiera darle el beneficio de la duda.
—¿Vas a la floristería? — cuestiono el ojeroso.
Deidara continuaba caminado, pero esa vez, si volteo unos segundos a verlo.
—Si — respondió secamente.
—Sube, te llevamos.
—Gracias, pero no, gracias. No me desagrada caminar.
—Insisto.
—He dicho que no.
—No seas terco.
Deidara se detuvo de su caminata y Shisui freno de golpe, haciendo que Itachi se inclinara hacia el frente de forma repentina. El rubio giro sobre sus tobillos y le dedico un entrecejo muy fruncido a Itachi. Pero luego, su expresión cambio y sonrió con… ¿burla?
—¡Wow! — exclamo —. Enserio que a tu cerebro le faltan muchas neuronas — su vista fue hacia Shisui —. ¡Cuánto lo siento! — dramatizo —. Tu amigo enserio que es «especial». Ni siquiera conoce, ni entendiende, el significado de la palabra «NO».
Otra carcajada limpia por parte de Shisui.
«¡Auch!», pensó Itachi.
Itachi no dijo nada. A su mente llego un recuerdo. Estaba desayunando con su padre y hermano, y él decía, que al parecer, Sasuke no conocía el significado de la palabra, «ahora».
«Así que esto, es lo que sintió Sasuke». Ciertamente, no era agradable.
Deidara le dirigió la mirada otra vez.
—¡Hmph! — entonces se giro y continuo caminando.
—Vaya que es interesante el rubio — dijo Shisui. Itachi noto la burla en sus palabras.
Bueno, de que era interesante, Itachi ya lo pensaba.
Fijo sus ojos en la silueta del rubio mientras este se alejaba más y más, sin voltear a ver en ningún instante hacia atrás.
Shisui puso en marcha el automóvil. En el transcurso del camino hacia la Jefatura y mientras estaba ya allí, Itachi no pudo quitarse la imagen de Deidara de la mente.
Sabía que el rubio estaba más que molesto con él, incluso tal vez lo odiaba. Era solo que, Itachi, no podía evitar pensar que se veía lindo con el entrecejo fruncido. Le habían dado ganas de estrujarle las mejillas.
Pensó que, incluso si le agradaba mucho la idea de que fueran amigos, quizá y eso fuera algo imposible. Pero tal vez si aclaraba las cosas…
¡No!
No podía decir nada. Si lo hacía, seguramente Deidara le contaría a Sasuke y si así sucediera, solo complicaría las cosas. Si su hermano se enteraba, sería muy difícil que se fuera de casa… y definitivamente, Itachi haría que Sasuke se marchara de una buena vez.