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Solo quería ayuda por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

HEY, HOLA!!


Jola, Holiguiris, Que onda pastelitos de limón… aquí estoy yo, pasando a dejarles el ultimo capitulo de esa cosa que surgió en mi cabeza, un día en que no tenia absolutamente nada que hacer… he de decir, que había pensado que de este ultimo capitulo, fueran solamente unas 10 o 12 páginas de Word, pero como siempre me pasa, tuve un fuerte azote de imaginación hahaha así que quedo en 20 páginas haha… otra cosa que tengo que aclarar, es que no soy buena escribiendo lemon, así que, hice todo lo que pude… yo espero que lo disfruten… aahh y el lugar para el encuentra apasionado, no sé, no se decidió, o si, pero yo no quise, hahaha si que lean y vean como queduuu..


Gracias a esas personitas hermosas que leyeron el cap anterior y a quienes me dejaron su comentario: krissgris, Zabura_800, Ktika, MaryHyuga y gabbana, gracias, gracias, fue genial leerlos a todos. Suben mucho el ánimo saber sus opiniones


Los personajes no me pertenecen, son del fantástico e increible Eiichiro Oda-sama. Por los posibles horrores ortográficos, dos mil disculpas. Lo revise antes de subirlo, pero soy muy despistada, así que supongo que se me paso más de alguno.


Sin más que decir, excepto que, espero por el ángel que el ultimo capitulo les guste, los dejo leer.

 

 

Sanji se encontraba en el cuarto de baño, observando su reflejo en el espejo. Estaba completamente decidido a ser él, quien provocara al peli-verde esta vez. Si Zoro pensaba que él era el único que podía excitarlo, que mal estaba.

 

Suspiro hondamente y cerró los ojos un momento. Estaba absolutamente decidido, no tenia duda alguna. Pero, había un problema, el cual era… no tenía idea de que hacer. Tenía algunas cosas en mente, pero no estaba seguro si iban a funcionar. Pero al menos, podía comenzar con eso.

 

Sabia de buena fuente que, debido al calor que hacía en ese momento, pues al parecer estaban a un par de días de llegar a una isla tropical, a Luffy se le había metido en la cabeza, refrescarse un poco en la cubierta, por lo cual, jugaría con Usopp y Chopper.

 

 

 

—Con este calor, sería divertido corretearse los unos a los otros, tú, Usopp y Chopper, y mojarse en el proceso, ¿No crees, Luffy? — le dijo Sanji, a su capitán. Ambos se encontraban en la cocina, luego de un intento fallido de parte de Luffy, por obtener un poco de carne, un par de horas después del almuerzo.

 

El monito volteo a verlo, con los ojos destellando.

 

—¡Sí! — respondió.

 

—Aunque pensándolo bien — Sanji llevo su mano hacia su barbilla, en un gesto pensativo —. Podría ser peligroso, podrías mojar a mis hermosas damas — pero el rubio tuvo una imagen mental de lo sensuales que ambas chicas se verían, así que sangro un poco de la nariz. Segundos después, sacudió su cabeza, no era lo importante ahora.

 

—¡Tendremos cuidado, Sanji! — sus ojos de cachorrito mojado. Monito mojado.

 

Pero, desde un principio, Sanji había decidió que lo dejaría jugar en la cubierta, pues si no fuera la respuesta afirmativa, ni siquiera le hubiera metido la idea en la cabeza, al pozo sin fondo que tenia por capitán.

 

—Con una condición — dijo. Luffy asintió con la cabeza una y otra vez —. No importa que, no tienes permitido mojar a Nami-swan o a Robin-chuan, pero… si a mí.

 

—¡Tu también jugaras! — afirmo el monito.

 

—No, Yo no jugare, Luffy.

 

—¿Ah? ¿Entonces? — se hurgo la nariz con su dedo meñique.

 

—Solo quiero que finjas que me mojas por accidente. De otro modo, no te dejare jugar con agua en la cubierta.

 

—¿Y porque fingir? ¿Por qué no solo juegas?

 

Sanji rodo y trabo los ojos. ¿Cómo le explicaba a Luffy, sin revelar sus verdaderos motivos?

 

—Solo hazlo, sino, no voy a dejar que juegues, ya que podrías lastimar a mis bellas damas. — decidió que no había motivo por el cual debía explicarle a Luffy, que en realidad quería que  lo mojara, para así ver la reacción del marimo, ante sus ropas húmedas y pegadas a su cuerpo, mientras las gotas de agua se deslizaban por su piel.

 

Luffy inflo los cachetes.

 

—Yo quería que me contaras tus motivos — dijo, torciendo los labios y cruzándose de brazos.

 

—No te voy a decir, Luffy — el rubio también se cruzo de brazos.

 

—mmmm — luffy no estaba feliz.

 

—No, Luffy.

 

—Soy tu capitán — argumento — es una orden — con un puchero en sus labios.

 

Sanji puso los ojos en blanco. ¿Desde cuándo, Luffy, era tan bueno debatiendo? Maldito mono-de-goma-agujero-negro-pozo-sin-fondo. El rubio frunció los labios, en clara señal de que no quería hablar, pero sabiendo que debía hacerlo, pues Luffy tenía razón, era su capitán, y las ordenes del capitán, se respetan y siguen al pie de la letra.

 

—¡Sanji, cuentamee! — sus brazos se estiraron, y se enroscaron alrededor del cuerpo del cocinero de abordo. El rubio tuvo un debate mental entre decirle y no hacerlo. Al final, no tuvo más opción.

 

—El marimo ha estado molestándome — dijo —, y esta vez, yo quiero molestarlo a él —. Bien, no eran ciento por ciento verdad sus palabras, pero hasta cierto punto, si.

 

Luffy se bajo del cuerpo de Sanji y durante unos segundos, no dijo nada. El rubio creyó ver que su capitán estaba analizando sus palabras. Lo cual era bastante extraño, pero también divertido, al ver su expresión pensativa.

 

—Si vas a molestar a Zoro, tengo que mojarlo a él — Dijo, luego de unos segundos más —. No a ti… eres idiota, Sanji — afirmo en burla

 

El cocinero puso los ojos en blanco y afilo sus dientes; sus manos se cerraron alrededor del cuello de su capitán y lo estrangulo mientras lo zarandeaba.

 

—¡No quiero escuchar esas palabras, viviendo de ti! — sin soltar el cuello del monito, mientras, Luffy solamente se carcajeaba.

 

Pero al ver que en realidad, Sanji no le estaba causando ningún daño, suspiro y lo soltó.

 

—¿Quieres excitarlo? — cuestiono el peli-negro.

 

Si hubiera estado bebiendo cualquier liquido, Sanji estaba seguro que lo hubiera escupido todo, y luego se habría atragantado. El rubio volteo a ver a su capitán, con los ojos abierto como platos.

 

—¿¡Donde aprendiste esa palabra!?

 

—La escuche por ahí, y Brook también la menciono — respondió el monito —; pero dime, ¿quieres excitarlo, así como él te excita a ti?

 

Sanji casi se iba de espaldas ante lo que Luffy estaba cuestionándole.

 

—¿¡De donde rayos sacas esas ideas!? — dijo, su rostro estaba muy sonrojado. ¿¡Cómo era que el inocente de Luffy lo tenía en esa situación!? — ¿¡De Brook!?

 

Bueno, lo cierto era, que Luffy no era inocente, despistado y un poco idiota, por no decir mucho, pero no era inocente, bueno, sí, pero no tanto. Aun así, no dejaba de ser sorprendente e incomodo, que él, precisamente, estuviera cuestionándole ese tipo de cosas.

 

—¡Shishishi! Estas muy rojo — rio unos segundos más, y entonces se tranquilizó —. Es que, el otro día los vi en la cocina. Tenía una idea del porque parecía que iban a comerse y no a golpearse, pero igual fui a preguntarle a Brook, así que él me confirmo que ustedes estaban excitados, por eso actuaron así.

 

Sanji se puso más rojo, si era posible. ¡Maldito Luffy mirón! ¡Maldito marimo! ¡Maldito Brook!... se sentía tan abochornado. No sabía con qué cara ver a su capitán en ese momento.

 

—Entonces… ¿Si vas a excitarlo?

 

—¡Y deja de decir esa palabra!

 

—¡Shishishi! — a Luffy, la situación se le hacía muy divertida, a Sanji, por supuesto que no —. Pero ya dime ¿eso harás?

 

El rubio observo a los ojos a su capitán, cuestionándose que era lo que Luffy pensaba al respecto, no parecía incomodo, o que ambos, Zoro y el rubio, le dieran asco o le molestara que entre hombres se coquetearan. Era mucha la curiosidad, así que no podía solo quedarse con la duda.

 

—Si ese fuera el caso ¿tú qué pensarías al respecto?

 

—Que sería muy divertido ver a Zoro, con cara de idiota así como tú te veías en la cocina, ese día.

 

Sanji puso los ojos de blanco y esta vez, le dio unas buenas patadas en la cabeza, a Luffy, dejando un chichón encima de un chichón, encima de otro chichón.

 

—Lo siento — se disculpó luego, el monito.

 

—Lo digo enserio, Luffy, ¿tú que pensarías de ello? Se supone que lo normal, es que sea un hombre y una señorita, los que hagan ese tipo de cosas, no dos chicos. No el marimo y yo.

 

Sanji no se había puesto a pensar en ello, pero era cierto, que era muy importante para él, el saber que lo que sus Nakama pensaban de lo que estaba sucediendo entre Zoro y él. El saber que si su plan resultaba, lo cual esperaba, pero no estaba muy seguro de cómo acabarían las cosas, sus Nakama iban a aceptar lo que sea que terminaran siendo con el marimo.

 

Luffy sonrió ampliamente.

 

—¡Shishishi! Yo creo que sería genial que tú y Zoro estuvieran juntos. Puedo ver que ustedes dos se quieren bastante. Por eso es que siempre pelean. Para tener la atención del otro.

 

Decir que el rostro de Sanji se sonrojo, era poco, estaba incluso más rojo que una manzana. Luego de la sorpresa, una gran y hermosa sonrisa se instalo en sus labios. Y ahí comprobó, que Luffy no era tan despistado.

 

—Gracias — murmuro, con la vista clavada en el suelo, luego, sus ojos buscaron los de Luffy —. Es bueno saberlo, Capitán.

 

—¡Shishishi! ¿Si lo harás?

 

—Si — respondió, sin dejar de sonreír —. ¿Me ayudaras?

 

—¡Claro que sí!

 

 

 

Sacudió su cabeza, ahora no estaba para estar recordando, tenía que concentrarse, verse en el espejo y practicar expresiones provocativas, obvias para Zoro, pero no para ningún otro de sus Nakama, claro que entre ellos estaban descartados Luffy, y al parecer Brook.

 

Mordió su labio inferior, mientras observaba su reflejo y se sonreía de forma coqueta, luego se lamio el mismo labio, trabo los ojos al no sentirse muy convencido. Suspiro, llevo ambas manos hacia sus dorados cabellos, y los revolvió, haciendo que su rostro quedara cubierto por sus hebras rubias, luego, con su mano izquierda, peino unos cuantos cabellos hacia atrás, cuidando de que solo su ojo izquierdo, fuera visible, y el derecho quedara cubierto por sus mechones dorados, se volvió a morder el labio inferior e inclino la cabeza hacia un lado, al mismo tiempo que daba una sonrisita. Observo su reflejo y arqueo las cejas, eso le gusto más.

 

Cubrió su rostro con ambas manos. ¡Joder!, estaba muy nervioso. Siempre había tratado de coquetear, piropear más que todo, a las señoritas, pero provocar a un chico, jamás lo había hecho. Pero eso no quería decir que no quisiera hacerlo, ¡Claro que quería!, pero solo porque se trataba de Zoro. Sentía esa gran necesidad de que los fuertes brazos del espadachín lo rodean; su cuerpo se estremeció de solo pensar en ello.

 

—Zoro — suspiro.

 

Maldito peli-verde desgraciado que lo tenía tan loco.

 

¡Suficiente!, ya había practicado demasiado, era hora de pasar a la acción de verdad. Dio una honda calada, se dio unas metafóricas palmaditas en la espalda, en un gesto de apoyo propio, y luego salió del cuarto de ducha, directo hacia la cubierta, lugar en el que todos estaban reunidos.

 

Pero primero, se dirigió hacia la cocina, había preparado unas bebidas para sus damas, pues hacia bastante calor, ellas estaban recostadas en unas sillas de cuerpo completo, tomando en sol en unos biquinis que al rubio, lo dejaban impactado, aunque quien lo dejaba sin aliento, era el marimo, obvio. Una vez las tuvo en sus manos, salió de la cocina, y ahora sí, fue hacia la cubierta. Sanji vestía un pantalón de color negro, y una camisa blanca, las mangas estaban remangadas hasta los codos, no estaba utilizando corbata, y los primeros dos botones, estaban fuera del ojal. El rubio había escogido esa camisa a propósito, pues la tela era bastante delgada.

 

Feliz de la vida, llego hacia sus damas y les sirvió el Té frio que les había preparado, ellas agradecieron y como siempre, Sanji revoloteo alrededor de ellas, con corazones en vez de ojos.

 

Había algo extraño en el cocinero, como bien sabido era, actuaba como idiota cuando se trataba de la Arpía Usure y Robin. Pero por algún motivo, parecía más feliz de normal. O al menos eso era lo que pensaba Zoro, quien lo observaba a lo lejos. El espadachín se encontraba sentado en el pasto, con sus piernas cruzadas frente a él, y sus Katanas reposando a un costado, estaba recostado contra la madera del barandal.

 

Desde antes que Sanji llegara, Luffy, Chopper y Usopp, ya se encontraban jugando en la cubierta. Como había dicho el rubio, estos se correteaban y se lanzaban agua; Luffy tenía en sus manos, una cubeta, la cual iba a llenar a cada rato; Chopper usaba bolsas plásticas llenas de agua, las cuales lanzaba a diestra y siniestra; y Usopp, los mojaba con un arma de plástico que tenía guardada. Brook se había unido a ellos, pero no jugando, sino tocando una melodía en el violín, con un ritmo alegre. Franky en ese momento, decidió que él también quería unirse al juego, pues los chicos, a pesar de ser algo tan simple como mojarse, se estaban divirtiendo mucho.

 

El peli-celeste llamo la atención de sus ruidosos Nakama, haciendo su típica pose y hablando como robot, Luffy, Chopper y Usopp estaban impresionados y sus ojos destellaban, y entonces, Franky, dejo a la vista un pequeño cañón en su hombro derecho, los tres amantes de los robots, estaban aun más emocionados, y sin que ninguno se lo espera, Franky disparo, un gran chorro de agua fue lo que salió de este, el cual se estrello en el cuerpo de Usopp y lo mando a volar, cayendo a lo lejos, con sus ojos dando vueltas y un montón de mini «Frankys» dando vueltas por sobre su cabeza. La expresión de Chopper cambio una de terror y salió corriendo, mientras que Luffy también corrió, pero él sonreía.

 

Zoro bebía de una botella de Sake que había tomado, mientras la cocina estaba despejada, o sea, cuando Sanji había estado viéndose en el espejo del cuarto de ducha, y por la cual el cocinero no le había reclamado, otro motivo que hacía que Zoro pensara, que estaba más feliz de lo normal. El peli-verde le dio un sorbo a la botella mientras observaba como Franky alcanzo a chopper y otro chorro de agua salió del cañón de su hombro, impactando de lleno en el médico y al igual que al narizón, lo mando a volar cayendo a lo lejos, en el pasto de la cubierta.

 

Luffy se carcajeaba de lo lindo, mientras el peli-celeste festejaba otra «victoria». Nami negó con la cabeza y continuo tomando el sol, Robin sonreía tiernamente mientras observaba a los chicos, Brook continuaba tocando y también sonreía, y Sanji, el alagaba a sus hermosas damas, pero también reía con la escena de los chicos… pero en un segundo, intercambio una miradita cómplice con Luffy, esta, duro solo unos instantes.

 

Franky dejo de festejar y corrió tras su siguiente víctima, luffy comenzó a corretear en toda la cubierta mientras esquivaba hábilmente, los chorros de agua que el carpintero le lanzaba, el monito se carcajeaba… se notaba a leguas cuanto le divertía jugar.

 

Sanji, como buen caballero, cuestiono a la navegante y arqueóloga si les apetecía un poco mas de Té, pues ambas ya se habían acabado lo que les había llevado, ellas le agradecieron y aceptaron, haciendo que el rubio sonriera y revoloteara, antes de tomar los vasos e ir a la cocina.

 

Pero tan solo unos cuantos pasos logro alejarse, cuando, en uno de los intentos de Franky por mojar a Luffy, este paso justo detrás del rubio, y en vez de que el chorro de agua impactara al monito, este, se estrello completamente en el cuerpo del cocinero de abordo, aunque a diferencia de Usopp y Chopper, Sanji no salió volando, sino que se quedo de pie en el mismo lugar.

 

Incluso si Luffy sabía que eso sucedería, dicho conocimiento no impidió que se lanzara contra el césped y comenzara a carcajearse de lo lindo. Nami no le prestó mayor atención, pero Robin, Brook y Franky también comenzaron a reírse… seguramente el narizota y el médico también lo hubieran hecho, pero ellos seguían desparramados por ahí, con sus ojos aun, dando vueltas en direcciones opuestas.

 

Zoro simplemente observo la escena, sin mosquearse en lo más mínimo, estaba dispuesto a darle otro sorbo a la botella de Sake, pero entonces Sanji se volteo.

 

Completamente furioso, el rubio giro sobre sus pies, sus ojos en blanco y sus dientes afilados.

 

—¡Malditos idiotas! — les grito. Observo como la mayoría de sus Nakama reía, el sabia que todo había sido planeado, pero ver a su familia tan feliz, también lo hacía feliz a él. Pronto, el rubio también comenzó a reír, la risa en él, duro unos cuantos minutos.

 

Cuando ya estuvo un poco más calmado, sacudió su cabellera, para que así, el agua escurriera. Como consecuencia, sus doradas hebras quedaron completamente sobre su rostro, ocultando ambos ojos, y como había estado practicando antes: con su mano derecha peino hacia atrás, los cabellos que cubrían su ojo izquierdo, tratando de no levantar los mechones de su ojo derecho, para que así, solo un lado de su rostro fuera visible. Llevo su mano hacia la parte trasera de su cabeza, y luego la bajo por toda la extendió de su cuello, bajando hacia su clavícula. Sus ojos buscaron a los de Zoro y cuando lo vio, se mordió el labio y sonrió, al tiempo que inclinaba levente su cuello hacia la derecha, dejando visible toda la blanca piel de este.

 

Ninguno de sus Nakama pareció notar lo que acaba de hacer, excepto Luffy, quien estallo en más carcajadas, cuando observo la expresión que tenía el espadachín.

 

Zoro había estado a punto de dar otro sorbo pero, cuando observo cómo se encontraba el Cocinero, se quedo inmóvil: Sus ropas, al menos su camisa, estaba completamente empapada de agua, y la tela de esta, era bastante delgada, como consecuencia de la humedad y dicha delgadez, se le pegaba al cuerpo, y Zoro fue capaz de ver los pectorales y pezones del rubio, así como parte de su vientre. El peli-verde sintió su cuerpo arder ante semejante vista, añadiéndole a ello, lo que Sanji hizo luego.

 

Como acaricio la piel de su cuello, y como se mordió el labio… esa forma tan sexy y seductora en la que le sonrió. Y esas benditas gotas de agua que bajaban por su blanca y suave piel, le daban un toque tan erótico a la imagen.

 

El espadachín de abordo sintió como toda la sangre de su cuerpo, se dirigió hacia su entrepierna, haciendo que su «amiguito», se despertara y palpitara entres sus pantalones, provocando que le doliera la presión que estos ejercían sobre su miembro.

 

«Te tengo, Marimo», pensó Sanji.

 

Pero lo que había hecho que Luffy se desparramara en la gramilla y se matara de la risa, era forma en que Zoro se había quedado completamente inmóvil, y la forma en que veía a Sanji. Pues, el espadachín, se había quedado a medias de beber su preciado Sake, por consecuencia, tenia los labios entre abiertos, la mano con la botella levantada, cerca de estos, pero su mirada fija en el sexy, hot y condenadamente sensual cuerpo de Sanji. Quien comenzó a reír cuando vio como el Sake se desparramaba en el césped y el marimo tenía la boca abierta.

 

Al darse cuenta de lo que había estado haciendo, un pequeño sonrojo adorno las mejillas de Zoro: cerró la boca, desvió la vista del rubio y bajo la botella de Sake. Segundos después, observo a sus Nakama y espero que ningún de ellos se hubiera dado cuenta, pues era algo completamente vergonzoso para su orgullo. Pero podía descartar al rubio, pues obviamente el cabeza de pato si lo vio, y al parecer, cierto mono de goma también, pues este, revoloteaba en el suelo, carcajeándose de lo lindo, mientras lo señalaba con el dedo y se sujetaba el estomago.

 

Zoro dio un bufido y luego se cruzo de brazos, aun, un tanto sonrojado y su entrecejo se encontraba fruncido. Y Luffy lo había comprobado, que fue más que divertido, observar la cara de idiota que había puesto el espadachín, cuando observo a Sanji. Era igual a lo idiota que se había visto el rubio, en la cocina.

 

Sanji gritaba internamente, pues a juzgar por la reacción de Zoro, sus planes habían resultado a las mil maravillas, y ahora solo tenía que provocarlo un poquitos más. Durante el resto de la tarde, los chicos continuaron jugando, riendo, correteando y pasándosela de lo mejor. Sanji se había unido a ellos, en parte por diversión y en parte por continuar mojándose y provocando a Zoro, lo cual estaba funcionando al ciento por ciento. Le daba miraditas, hacía gestos seductores y jodidamente insinuantes, se relamía los labios y sonreía de forma coqueta, así como se acaricia el cuello y pasaba sus manos sobres sus pectorales, cuando creía que nadie lo veía, pero claro que Zoro lo veía, y por eso Sanji lo hacía.

 

Cuando el sol comenzó a bajar su intensidad, los chicos decidieron a regañadientes, que ya era momento de parar y todos tomar un baño, pero antes, tenían que barrer toda el agua que había quedado en el césped.

 

—Espadachín de mierda — Sanji llamo la atención del peli-verde —. Tú también ayuda.

 

—¿Por qué rayos tengo que ayudar yo, cuando fueron ustedes lo que hicieron desastre, cocinerucho?

 

—Porque el capitán lo ordena — dijo, viendo hacia Luffy —. ¿No es así, capitán?

 

—¡Shishishi! Si, Zoro, ayúdanos — mostrando una gran y deslumbrante sonrisa.

 

Zoro bufo pero no tuvo otra que ayudar.

 

Entre todos, excepto Nami y Robin, quienes fueron a tomar una ducha, comenzaron a barre toda el agua que había quedado en la gramilla. Haciendo un gran equipo, rápidamente acabaron, aunque el espadachín continuaba sin estar feliz por haberlo puesto a hacer algo que no debía, pero su enojo se fue al infinito y mas allá, cuando Sanji levanto su camisa, dejando a la vista su marcado y pálido viento, en un supuesto acto, para limpiarse el sudor en su rostro que había emanado por el reciente ejercicio.

 

El espadachín se quedo nuevamente embobado ante la sensual y excitante imagen que se mostraba ante él. Avergonzándose nuevamente, cuando Luffy se carcajeo de la expresión tan idiota que tenía en su cara. Aunque el monito no lo había dicho, solo se comenzó a reír, por lo cual solo Zoro y Sanji habían comprendido, los otros Nakama solo se encogieron de hombros.

 

Luego, todos decidieron y a tomar un baño. Todos excepto Zoro. Después, con nuevas y secas prendas, Sanji se dispuso a preparar la cena, momento que el peli-verde aprovecho para darse una ducha él solo, y bajar por un momento, la calentura que tenía desde la tarde.

 

Después, la cena transcurrió normal, normal en lo que cabe de la palabra, y respecto a lo que para los Mugiwara significa «normal». Gritos, risas, robos de comida, alegatos, más risas, más robos de comida, alegría. Cuando la cena acabo, todos los chicos se fueron por su lado, excepto Luffy, quien a cambio de una deliciosa recompensa, ayudo a Sanji a lavar los trastos sucios.

 

—Cuando quieras excitar a Zoro otra vez, dime… es divertido ver la cara de idiota que pone — Luffy se carcajeo —. ¡Shishishi!

 

Sanji aun se sentía un tanto abochornado cuando su monito capitán mencionada esa palabra, pero aun así, se sintió feliz por la aceptación de este, ante su preferencia sexual.

 

—Cuenta con ello, Capitán — sonrió.

 

—¡Shishishi!

 

Tiempo después, Luffy salió de la cocina, dejando solo al rubio, quien tomo asiento en una de las sillas frente a la mesa.

 

«¿Y ahora qué hago?», pensó, pues en realidad no se había puesto a pensar que haría luego de llevar a cabo su plan. ¿Tenía que esperar el marimo fuera a buscarlo? O ¿Debía el ir a buscar al espadachín?

 

¡No!

 

Zoro era quien tenía que buscarlo, pues si lo hacía, significa que había obtenido su atención, y si no, pues Sanji debía intentarlo nuevamente, y debía esforzarse más. Él debía esperar para ver si los resultados eran positivos o negativos… esperaba que fueran positivos, por supuesto. Aunque, en realidad, ya no estaba tan seguro a como lo había estado en la tarde, pues durante la Cena, Zoro no lo había volteado a ver, en ningún instante.

 

Estuvo esperando en el mismo lugar durante un tiempo, pero conforme pasaban los minutos, más triste se sentía… dio un gran suspiro, ya era tarde, seguramente todos estaban durmiendo, y con lo que al marimo le encantaba dormir, seguro ya se encontraba desparramado en el sofá del dormitorio o en su cama. Bastante desanimado, se levanto de la silla y fue hacia la puerta, tomo el pomo y lo giro, haciendo que el pedazo de madera se abriera, dirigió su mano hacia el interruptor de la luz para apagarla y salir de una buena vez… pero antes de que apagara la luz, de la nada, Zoro se apareció frente a él.

 

—Marim… — el peli-verde no lo dejo hablar, el espadachín coloco un dedo sobre sus labios, indicándole al rubio, que guardara silencio, Zoro camino hacia el rubio, haciendo que Sanji retrocediera e ingresara completamente en la cocina, el peli-verde cerró la puerta de tras de él. Y durante unos segundos, ninguno dijo nada.

 

Se observaron a los ojos por largo tiempo. Sanji vio en el rostro de Zoro: Lujuria y deseó, pero también había algo más. El rubio se estremeció ante la profundidad de la negra mirada del espadachín. Su cuerpo se estremecía de ver como Zoro lo observaba de pies a cabeza.

 

El peli-verde, era plenamente consciente de todo lo que estaba provocando en Sanji, su expresión lo decía todo; quería que lo tomara entre sus brazos y lo hiciera experimentar un placer que antes no había sentido. Quería perderse en el deseo y la lujuria que emanaba su fornido cuerpo, quería que lo volviera loco, que lo poseyera y lo hiciera gritar.

 

Zoro dio un par de pasos hacia Sanji, sus cuerpos quedaron a centímetros de distancia. El peli-verde elevo su mano derecha y la dirigió hacia la mejilla del rubio, este, sintió una descarga eléctrica recorrer cada parte de su cuerpo, ante tan suave caricia.

 

—¿Tengo tu atención, Zoro? — cuestiono. El susodicho dirigió su mano hacia los labios del rubio, y los acaricio —. O ¿Debo esforzarme más?

 

Se observaron unos segundos más, antes de que Zoro, simplemente sonriera y sin decir absolutamente nada, ninguno de los dos, sus labios buscaron los contrarios y se unieran de forma desesperada, con fuerza y avidez, sus cuerpos se encendieron completamente tan solo con un beso. Sanji pasó los brazos por detrás del cuello del peli-verde y lo tomo de los cabellos, acercando así sus labios, más de lo que ya lo estaban. Zoro bajo las manos, dirigiéndolas hacia los glúteos del rubio, manoseándolos y apretándolos, haciendo que Sanji sintiera como si fuera derretirse con ese contacto y la forma en la los labios del peli-verde, ardían en su boca y como parecían estas, complementarse la una con la otra. En cómo sus lenguas danzabas dentro de sus cavidades.

 

El espadachín comenzó a avanzar, haciendo que Sanji retrocediera y sus piernas tocaran la mesa. Zoro dejo de acariciar la retaguardia del rubio, y apoyo sus manos en la madera, inclinándose hacia el frente y recostando a Sanji en esta. El rubio no se hizo del rogar, se fue hacia atrás y se recostó completamente en la mesa, en el largo de esta; sin perder tiempo, Zoro se subió sobre el cocinero y se coloco entre sus piernas, todo, sin dejar de besarse en ningún instante.

 

La boca de Zoro se paseo por la comisura de los labios de Sanji, y luego fue hacia su oreja y bajo a por su cuello, lamio y succiono la piel de dicho lugar, mientras sus manos sacaban la camisa de entre los pantalones, y colaba su mano bajo esta, acariciando la piel del vientre de Sanji y subiendo hasta sus pezones.

 

Sanji estaba nervioso pero también jodidamente excitado, se aferraba con fuerza al cuerpo de Zoro, sentía como las manos y labios de este, tomaban posesión de él, y provocaban espasmos de fuego con el menor roce en la piel. El rubio llevaba un buen tiempo deseando que eso ocurriera, que apenas y podía creer que estuviera sucediendo. Se dejo arrastrar por la pasión, y se entrego al deseo por varios minutos, así que cuando cayó en cuenta del lugar en el que se encontraban, a regañadientes tuvo que hablar.

 

—Espe… espera — susurro, intentando alejar al marimo, pero este lo ignoro, continuando con los besos y caricias descaradas —. Espera… Zoro — su voz sonaba llena de deseo, pero enserio quería que el espadachín se detuviera… por el momento.

 

Con un gruñido, pero sin llegar a molestarse en realidad, Zoro se separo del rubio y lo observo.

 

—¿Qué sucede? — quiso saber.

 

—¿Cómo que «qué sucede»? — dijo —. ¿Enserio piensas que te voy a dejar que me lo hagas en la mesa de la cocina?

 

Zoro observo a su alrededor durante unos segundos, luego, dirigió la vista hacia Sanji.

 

—Entonces, ¿En el suelo?

 

—¡Por supuesto que no, me va a doler la espalda! — indignado —. Por si no lo entiendes, la cocina está descartada.

 

El peli-verde torció el gesto, en una clara muestra de que no estaba de acuerdo, pero completamente resignado.

 

—¿El camarote? —cuestiono.

 

—Claro que no, ahí están todos los chicos.

 

—¿La ducha? — dijo.

 

—Seria igual de incomodo que hacerlo en el suelo.

 

Zoro dio un bufido.

 

—¿En la cubierta? — estaba quedándose sin opciones.

 

—¿Estas bromeando? Me dará alergia si lo hacemos en el césped, además, Brook esta de vigía esta noche.

 

Zoro puso los ojos en blanco, entonces, simplemente se bajo de encima del rubio y se quedo de pie frente a la mesa, Sanji se incorporo y quedo sentado en esta.

 

—Si no quieres hacerlo, solo dilo — se cruzo de brazos.

 

Quien puso los ojos en blanco esta vez, fue el rubio. ¡Marimo idiota! ¿¡Enserio se le ocurría pensar que no quería hacerlo, luego de lo que había hecho para atraer su atención!?... hay que ver que incluso Zoro, podía ser enserio idiota. Pero luego, una sonrisita se formo en los labios del cocinero. Se puso de pie y fue hacia Zoro, paso sus brazos detrás de su cuello y lo atrajo hacia su cuerpo, uniendo sus labios una vez más. Por supuesto, el espadachín no se hizo del rogar.

 

—Sígueme, cabeza de césped — le susurro al oído, una vez dejaron de besarse.

 

Zoro sonrió de medio lado.

 

Sanji medio arreglo sus ropas, por si en algún caso se topaban con sus Nakama, no pensaran que estaban haciendo cosas indebidas, salieron de la cocina, el peli-verde desconocía su destino, pero conforme continuaron avanzando, supo exactamente hacia donde se dirigían. Al ir al frente, Sanji fue quien abrió la puerta y le permitió la entrad a Zoro.

 

La luz de la habitación se encontraba apagada, pero había cierta iluminación proveniente del reflejo de la luna sobre agua que estaba detrás de los cristales, haciendo que todo se viera de una forma irrealmente hermosa. Viéndolo bien, el acuario realmente era una excelente opción. Y Zoro giro sobre sus pies para hacerlo de conocimiento para el cocinero. Y en el instante en el que lo hizo, Sanji se balanceo hacia su cuerpo y unió una vez más sus labios.

 

El cuerpo del peli-verde retrocedió, su espalda baja choco contra una mesa que se encontraba en el lugar, las patas chirriaron al ser arrastradas contra el suelo, pero a los chicos no pudo importarle menos. Zoro continuo retrocediendo, hasta que sus piernas tocaron el sofá que estaba colocado a lo largo de enfrente de los chístales. Cuando Sanji lo noto, se separo del peli-verde y coloco sus manos sobre los pectorales del espadachín, y lo empujo, haciendo que tomara asiento en el sofá. Cuando estuvo hecho, Sanji se subió también al sofá, solo que coloco una pierna en cada costado del peli-verde, tomando asiento sobre su entrepierna, e inmediatamente, ambos unieron sus labios una vez más.

 

Se devoraban los labios con ferocidad y gran deseo, el cual los llamaba a ambos a viajar a lo desconocido, y descubrir lo inalcanzado, Sanji podía sentir como el calor del cuerpo de Zoro, comenzaba a quemarlo, y como su corazón se acelera mientras que tus labios descendían hacia su cuello y lamia y succionaba.

 

—Te deseó tanto — susurro contra su oído. Sanji gimió.

 

La camisa del cocinero, desapareció en un instante, al igual que el yukata de Zoro y la haramaki. Sus labios se unieron una vez más, mientras sus manos recorrían el cuerpo del contrario. Sanji sentía como Zoro apretaba sus glúteos, y el masajeaba los trabajados pectorales del sexy marimo. Los pantalones de Sanji no tardaron nada en desaparecer también, al igual que sus zapatos, quedando solamente con las medias y su ropa interior. El rubio, debido a la poca ropa, podía sentir completamente, como la entrepierna de Zoro estaba más que despierta, y era consciente de cómo el espadachín se restregaba contra él. Sus cuerpos ardían de deseo.

 

Sin previo aviso, Sanji se bajo de la entrepierna del peli-verde, este estaba a punto de protestar pero al ver que el rubio se arrodilla frente a él, solo atino a sonreír de medio lado. El cocinero dirigió sus manos hacia el cierre del pantalón del espadachín, y entonces, dudo durante unos segundos, jamás le había hecho una felación a nadie… ¿Y si a Zoro no le gustaba?... sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos, solo tenía que hacer lo que a él le gustaría.

 

Quito el botón del ojal, y bajo el cierre, el espadachín no perdía ningún detalle mientras lamia sus labios. Movió sus caderas cuando el rubio quiso bajarle el pantalón, junto los bóxers y de igual forma, las botas estilo militar. Las cejas de Sanji se alzaron, y sus labios se entreabrieron, cuando tuvo frente a sus ojos, al «amiguito» del marimo… Zoro era enorme.

 

—Esa expresión es muy excitante — le dijo el marimo.

 

La mirada azul de Sanji, subió hacia el rostro del peli-verde, este, le sonrió cuando sus ojos se encontraron. El rubio trago. Alejando todas las dudas de su cabeza, tomo entre sus manos, el miembro de Zoro, quien dio un pequeño gemido cuando sintió el contacto en toda la extensión de su virilidad.

 

Sanji se acerco más hacia la entre pierna del peli-verde y sin perder más tiempo, dio una lamida a la punta, luego, bajo en toda la extensión, y dio otra lamida hacia arriba. Lo cual provoco que Zoro volviera a gemir. El rubio repitió el mismo proceso durante un par de minutos, hasta que sin previo aviso, se lo introdujo de una, en la boca. El espadachín dejo ir la cabeza hacia atrás, a la vez que cerraba los ojos y daba un gruñido, el cual fue música para los ojos oídos del rubio.

 

El cejas de remolino comenzó a subir y bajar, subir y bajar, despacio, rápido, lento. Dando lamidas y suaves mordiscos en la punta, cuando llegaba a esta. Zoro suspiraba y daba pequeños gemidos. Llevo sus manos hacia los dorados cabellos de Sanji y los tomo, marcando así, un ritmo más rápido; la azul mirada del cocinero se topo con la negra del peli-ver, este sonrió.

 

—Te ves tan sexy — Sanji no pudo evitar sonrojarse, y como pudo, sonrió. Mientras continuaba lamiendo y succionando el miembro de Zoro, ante la atenta vista de este —. Es suficiente, Cocinero… ven aquí.

 

Tomo la barbilla del rubio y lo hizo levantar el rostro, a la vez que él se inclinaba hacia adelante y unía sus labio en un apasionado y fogoso beso con lengua incluida. El marimo se puso de pie, llevando consigo al rubio. Ambos se encontraban ya desnudos y continuaron besándose durante largo rato, acariciándose descaradamente. Entonces, Zoro, se giro y con bastante cuido, recostó a Sanji en el sofá. Inmediatamente comenzó a llenar su cuello y pecho, de besos y caricias, bajando poco a poco hasta llegar a su vientre. El rubio se estremeció completamente al sentir la respiración de Zoro, tan cerca de su hombría.

 

Una enorme descarga le recorrió el cuerpo, cuando el espadachín tomo su miembro entre sus grandes manos, y lo lamio e introdujo en su boca: de forma lenta comenzó a subir y bajar, subir y bajar, una y otra vez; subiendo la velocidad y provocando que Sanji dejara escapar de sus labios, gemidos de total placer. Que hacían que Zoro se excitara, aun más de lo que ya lo estaba.

 

Continúo con la felación, un par de minutos más, entre los suspiros y gemidos del cocinero de abordo, quien tenía el rostro cubierto por una fina capa de sudor; con los ojos cerrados y aferrado fuertemente a los cabellos verdes del espadachín.  El rubio gemía y suspiraba, sentía que iba a volverse loco antes las sensaciones que atravesaban cada parte de su cuerpo. Luego de varios minutos en los que lamidas y mordiscos fueron repartidos en el miembro de Sanji, un fuerte gemido salió de sus labios cuando una descarga le atravesó el cuerpo, provocando que su espalda se arqueara, y se corriera en la boca de Zoro, quien trago toda la esencia del cabeza de pato.

 

EL peli-verde se limpio un pequeño hilo de líquido blanquecino que escapo de sus labios y observo a Sanji; el cabello se le pegaba a la frente debido al sudor, tenía los ojos cerrados, sus mejillas estaban sonrosadas y sus labios entreabiertos. Su pecho subía y bajaba con rapidez.

 

 —Eres tan sexy — susurro en su oído —. Me encantas.

 

Sin dejar que el rubio respondiera o si quiera se recuperar del reciente orgasmo, se apodero nuevamente de sus labios, en un beso salvaje y apasionado. El cual dejo sin aliento a Sanji, quien no tuvo más opción que empujar levemente al peli-verde, para así poder respirar un poco. Al instante en que sus labio se separar, el rubio dio una gran bocanada de oxigeno. Zoro era un bruto. El pecho del cocinero subía y bajaba, trataba regularizar sus latidos.

 

—Marimo idiota — le dijo.

 

Zoro no respondió, solo se acomodo mejor entre las piernas del rubio, y sin que Sanji supiera que estaba pasando, poso una mano sobre la blanca pero sonrosada mejilla de este, y con la otra mano, le peino los dorados cabellos hacia atrás, dejando a la vista, ambos ojos azules y sus rizadas cejas. Sanji estaba seguro que Zoro gustaba de él, pero la forma en que lo veía en ese momento, como si fuera la criatura más sexy del planeta; como si fuera la cosa más maravillosa del mundo. Lo hacía perder el aliento.

 

—Sanji, tú… ¿Has hecho esto alguna vez? — El rubio paso saliva, su nombre dicho por esos labios era tan jodidamente sensual —. ¿Has estado con algún otro hombre?

 

—Como si fuera a estar con cualquier sujeto — desvió la vista, sus mejillas estaban adornadas de un lindo y tenue carmín —. Como si fuera a estar con alguien que fueras tú — susurro.

 

Zoro sonrió.

 

—Entonces ¿Es tu primera vez?

 

—¡Por supuesto que sí, idiota! — su sonrojo aumento —. Así que se gentil — dijo quedito, y completamente avergonzado.

 

—Solo porque esta es tu primera vez. Las siguientes te lo hare muy duro.

 

Sanji sentía que más sonrojado no podía estar, no podía creer las cosas que estaba diciendo y la forma en la que estaba actuando, ese comportamiento no era para nada propio de él, pero…es que, Zoro, provocaba tantas cosas en él, que simplemente no podía ser el mismo de siempre.

 

Unieron sus labios una vez más, pero no fue de la misma forma que las anteriores, fue lento y en cierta forma, dulce y tierno. Lujurioso pero suave y lleno de emociones. Sanji sentía que podía llorar en ese momento.

 

Zoro acaricio sus mejillas durante unos segundos, luego, lentamente fue bajando su mano derecha, acariciando su cuello y sus pezones, bajando y poco más hasta llegar a su miembro, pasando de largo y yendo directamente hacia el perineo, el cual está ubicado entre el miembro del rubio y la entrada de este. El peli-verde comenzó a acariciar y masajear esa zona, haciendo que Sanji nuevamente se excitara en demasía y su miembro despertara al ciento por ciento. El rubio gemía ante las caricias, dichos gemidos eran acallados por los labios de Zoro. El peli-verde dejo esa zona tranquila, y entonces dirigió sus dedos hacia los labios de Sanji.

 

El rubio se sintió muy avergonzado, pero no se hizo del rogar, abrió la boca y ensalivo de una forma muy sensual y excitante, los dedos de Zoro, quien los retiro cuando creyó que ya era suficiente y dirigió su mano hacia la entrada de Sanji.

 

El cocinero hizo una mueca de dolor cuando el primer dedo de Zoro se abrió paso en su interior, pero luego de simular penetraciones; de salir y entrar, salir y entrar, el dolor se volvió placer; y entonces el segundo dedo ingreso, y el peli-verde comenzó a hacer movimientos de tijeras, Sanji gemía y suspiraba. El espadachín continúo con su labor, hasta que sintió que ya podía ingresar el tercero dedo. Sanji se removió un poco y frunció el ceño; pero se abstuvo de decir algo. Nuevamente, con los tres dedos del marimo, dentro del cejas de sushi, Zoro simulo penetraciones, hasta que el oji-azul gimió fuertemente y su rostro se deformo en una completa mueca de placer.

 

El peli-verde sonrió totalmente complacido, al ver que había alcanzado su objetivo: preparar debidamente a Sanji, y hacer que disfrutara.

 

Retiro sus dedos del interior del rubio, este, al ya no sentir nada dentro de sí, levanto la vista y observo a Zoro, el peli-verde le sonrió.

 

Sanji paseo su mirada en todo el muy, muy bien formado cuerpo del marimo. Sus bíceps; sus tríceps; sus pectorales; los huesos de la clavícula; los marcados seis cuadros en su abdomen, esa cicatriz que abarcaba todo su pecho y vientre; los huesos de su cadera. Su cuerpo era tan excitante, tan erótico y sensual. Bajo un poco más la vista y trago saliva. Sanji estaba completamente seguro que iba a disfrutar como jamás lo había hecho.

 

Zoro tomo su miembro entre su mano, y lo dirigió hacia la preparada entrada del rubio que yacía debajo de él.

 

Sanji gimió alto y fuerte, cuando el peli-verde se introdujo de golpe.

 

—Lo lamento — se disculpo —. ¿Duele mucho? — el rubio negó con la cabeza.

 

Cierto era que no dolía nada, al contrario, su cuerpo desbordaba de placer. Zoro observo la expresión placentera en el rostro de ese sensual y ardiente cocinero pervertido, supo que podía moverse a como quisiera.

 

Fue lento los primero segundos, pero subió rápidamente de intensidad. Fuerte, certero. Hasta el fondo, duro. Los gemidos de Sanji salían con una libertar tan abrumadora. Y la verdad era que no importaba absolutamente nada que sus Nakama los escucharan, igual, en algún momento debían enterarse de lo que ambos, rubio y peli-verde, sentían. Zoro sentía que se excitaba aun más de lo que ya lo estaba, pues la voz de su rubio cejas de sushi, y el placer que se veía que desbordaba, solo hacían que se excitara en un doscientos por ciento.

 

Movimientos de cadera, estocadas fuertes y certeras, cuerpos chocando, gemidos sudor recorriendo sus pieles, placer recorriendo cada par de sus almas. Ambos sentían que no aguantarían por más tiempo, estaban por llegar a su límite.

 

—Es-Espera Zoro — pero entonces, Sanji le detuvo.

 

La confusión azoto al sexy espadachín, ante las repentinas palabras de ese sensual y ardiente cocinero. Su expresión lo reflejo claro. Pero Sanji continuo hablando.

 

—Siéntate — no hubo necesidad de más palabras, pues Zoro supo que es lo que el cocinero quería hacer.

 

Sin oponerse, se quito de encima del cocinero y se sentó con la espalda contra el sofá. Sanji lo observo unos segundos a los ojos, antes de colocar sus piernas a cada costado del peli-verde, sentándose en su entrepierna y paso sus brazos por detrás del cuello de este; dio un gran y sonoro gemido cuando sus virilidades volvieron a tocarse. Cerró sus ojos unos instantes antes de abrirlos y posar su azul mirada, sobre la negra de ese espadachín condenadamente sexy; hizo un movimiento de cadera, y observo como Zoro jadeo y cerró los ojos, debido al placer. Exquisita música para los oídos del rubio cocinero.

 

Entonces se inclino hacia adelante y tomo el miembro del peliverde entre su mano izquierda, lo dirigió hacia sus glúteos, y lo restregó contra ellos unos segundos, hasta bajo la virilidad del peli-verde hacía su entrada, lo introdujo lentamente, hasta que estuvo completamente dentro. Permaneció unos segundos sin moverse, con los ojos cerrados, sintió las manos de Zoro sobre sus muslos.

 

Y comenzó a moverse.

 

Movimientos de cadera, hacia arriba y hacia abajo, suave, lento, rápido; jadeos, suspiros, caricias, más gemidos. Sanji se inclino hacia Zoro y unió sus labios en un nuevo beso lleno de pasión y deseó. El peli-verde sujeto con fuerza los glúteos del rubio, y lo impulso hacia arriba y lo dejo caer en su miembro, haciendo que las penetraciones fueran más jodidamente placenteras.

 

Dejaron de besarse y se observaron a los ojos, mientras las penetraciones continuaban, Zoro veía como Sanji subía y bajaba, subía y bajaba. La escasa iluminación que había en el acuario, cortesía de los reflejos de la luna sobre el agua, pues la escotilla se había quedado abierta, hacían que el rostro de Sanji adquiriera una hermosura irreal y mágica. Sus azules ojos, ambos visibles, brillaban de deseo, pero también un sentimiento que Zoro conocía muy bien.

 

Al menos, esperaba que se tratara del mismo que él sentía.

 

Sanji, veía el masculino y sensual rostro de Zoro, observarlo y estar absorto en él, el marimo se veía tan guapo y sensual. El rubio sentía que se derretiría en cualquier momento, se sentía tan especial por la forma en que el espadachín lo veía: Como si fuera lo más importante en el mundo, lo más importante para Zoro.

 

Unieron sus labios una vez más, deseando que todo lo que estaban sintiendo en ese mágico momento, llegara al otro.

 

Nuevos gemidos, nuevos jadeos, nuevos suspiros, más movimientos de caderas, el chocar de sus cuerpos. Rápido, lento, profundo; más rápido, más profundo. Hacia arriba, hacia abajo. El sudor en sus cuerpos, los sonidos sexuales, ojos cerrados, caricias sobre blancos glúteos, caricias sobre verdes cabellos. Placer recorriendo cada parte de sus almas.

 

Contracciones en sus vientres, espasmos, respiraciones agitadas, gemidos saliendo de sus labios. El ritmo aumentado de velocidad, el máximo placer sintiéndose en sus cuerpos.

 

Sanji se aferro con fuerza al cuello de Zoro, y Zoro se aferro con fuerza a la cintura de Sanji, recostando su mejilla contra el vientre del rubio. Un sonoro gemido salió de los labios de ambos, cuando el clímax finalmente los alcanzo, y los llevo a pasear al séptimo cielo.

 

Los vientres de ambos manchados con la sustancia blanquecina de Sanji, el interior del rubio completamente lleno de la semilla de Zoro. Ambos respiraban con dificultad, sus pechos subían y bajaban, los dos intentaban regularizar el rápido latir de sus corazones, la forma tan agitada de respirar.

 

El rubio suavizo el agarre en el cuello del peli-verde, y apoyo su cabeza en la de este. Zoro de igual forma suavizo el agarre sobre la cintura de Sanji, pero continúo aferrado a él.

 

—Dime… que esto — hablo entrecortadamente Zoro —. Significa para ti, lo mismo que significa para mí.

 

Sanji sonrió al escuchar las palabras del marimo, su tono de voz sonó tan anhelante. Se separo de él, y llevo sus manos hacia las mejillas del espadachín, haciendo que elevara su rostro. Se observaron.

 

—Tonto marimo — le dijo con una dulzura que Zoro jamás le había visto.

 

Y lo supo, Zoro supo que no solo él se sentía de esa forma, supo que lo que acaba de suceder entre ellos, no fue solo un acto provocado por lujuria desenfrenada, supo que entre ellos, había más que simple calentura del momento.

 

—Cejas de sushi — en los labios del espadachín había una sonrisa.

 

Sin decir nada más, y dejando que sus acciones hablaran por si solas, Zoro y Sanji unieron sus labios una vez más, con suavidad y lentitud, pasión. El beso duro un par de minutos, hasta que el peli-verde salió del interior del rubio, quien dio un pequeño gemido, pues aun estaba un tanto sensible en esa zona. El espadachín giro un poco en donde se encontraba sentado, y se dejo ir de espaldas, recostándose completamente sobre el sofá, con el cocinero encima de su cuerpo. Paso un brazo por detrás de su cintura y le acaricio la mejilla. Sanji coloco ambas manos sobre los pectorales de su marimo y se observaron a los ojos unos segundos..

 

Luego, Sanji se recostó completamente sobre el pecho de Zoro y cerró los ojos; se sintió adormecido con la hermosa y deliciosa melodía, que eran los latidos del corazón de ese hombre que le había hecho el amor, y le provocaba tantas cosas.

 

Ahí, en ese momento, sentían que estaban desaparecidos de este mundo, solos los dos, y tan cerca que podían casi escuchar sus pensamientos; únicamente querían que ese momento jamás acabara. Lo que sucediera el día siguiente no importaba, solo ellos dos importaban en ese instante. Sanji se aferro a la cintura de Zoro, escuchando su respiración, sin poder evitarlo, una pequeña lagrima rodo por su pálida y sonrosada mejilla, y cayo como las hojas cejas, sobre los pectorales del espadachín.

 

—¿Eres solo mío? — cuestiono Zoro, mientras acariciaba los dorados y sedosos cabellos de su cocinero de pacotilla.

 

—Soy solo tuyo — afirmo el sensual cabeza de pato.

 

Con sus cuerpos uno sobre el otro, y completamente desnudos, ambos sonrieron, desfrutando de la magia y hermosura del momento. Hasta que Morfeo decidió pasar por ellos, y regalarles un pase directo en sus brazos, hacia el magnífico mundo Onírico.

 

 

 

A la mañana siguiente, Franky se llevo tremendo susto cuando bajo al acuario y observo a sus Nakama, dormir uno sobre el otro, sin prenda alguna que cubriera la desnudez de ambos. Zoro y Sanji pasaron un momento de lo más bochornoso. Horas después, no faltaron las preguntas de Luffy hacia Sanji. Las cuales hicieron que se sonrojara a más no poder, pero también hicieron que sonriera absurdamente feliz, pues recordar lo sucedido entre el espadachín y él, era jodidamente estupendo y hermoso. Sanji estaba más que feliz, pues tal como se había propuesto. Había hecho realidad, su fantasía apasionada.

 

Pero sin duda, la práctica había superado a la teoría.

 

 

Notas finales:

Y eso fue todo.

¿Y qué tal?

¿Qué les pareció?

¿Les gusto?

Ldkfjsaldfkjasñ a mi si me gusto como me quedo, espero de todo Kokoro que el lemon haya sido suficiente para complacerlos haha. No sé si alguien leyó el Two-Shot de estos dos, que subí anteriormente, pero no puedo escribir sexo puro y salvaje entre estos dos… no puedo, simplemente no puedo. Creo sinceramente que Zoro puede ser tan dulce y tierno a como lo describo asñldfjasldfkj TT_TT… jsldjsiejsñie así soy yo, no me odien si querían algo mas lujurioso, y no pudo complacerlas. Pero bueno, me esforcé un chingo, así que espero que me dejen sus hermosos comentarios para subirme el ánimo, o de paso, para matarme de una buena vez.

Mi Instagram es roronoa.d.grace, por si quieren verme la inshe cara. 😎

Me gustaría que me hicieran saber que les pareció el cap, en un lindo review, el cual yo responderé muy feliz, porque saber sus opiniones es una fuerte motivación.

Muchas gracias por haber leído. Que el ángel cuide de sus almas.

 

Judith…


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