Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Jesús y Yuber por Crazyana

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El miércoles apenas entré a clases estaba todo revolucionado, no sabía por qué. Resulta que estaban todos con el tema de la marcha por los derechos de las mujeres y eso. Nos dieron una charla la cual no estaba prestando atención hasta que cayó un bollo de papel en mi mesa, sabía que era una nota de alguien, decía: “prestá atención”.

Me di vuelta para saber quién me la había pasado y era Pablo que me hacía señas para que mirara al frente. Puse toda mi atención para ver de qué se trataba. Me tocó de lleno cuando me di cuenta de que el tema era de los adolescentes que usan drogas para someter a las chicas en contra de su voluntad. Cuando terminaron la charla Pablo me miraba con desaprobación, pero si supiera que nada de eso pasó y el que terminó “drogado y abusado” fui yo.

Estaba perseguido porque Pablo supiera con quién había estado el sábado, pero en realidad creo que era por la droga que iba a usar con Sabrina lo que lo tenía molesto, eso me alivió un poco.

Ahora que recapacitaba el tema, en la fiesta estuve a punto hacer algo realmente estúpido e ilegal.

Cuando llegué a mi casa tiré la pastilla que me quedaba por el inodoro.

 

El resto de la semana pasó bastante tranquilo, excepto por el hecho de que todavía no sabía con quién había estado el sábado pasado. Yuber no me había dado ni un indicio de que fuera él, ni siquiera había cruzado una mirada conmigo por accidente y tampoco iba a preguntarle, pero aún así seguía con la idea de que él era esa persona.

Había pensado en volver a la casa en que me había despertado, ¿pero qué iba a decir cuando estuviera ahí? Si me atendía la madre: "Disculpe me olvidé mi ropa interior el sábado pasado cuando me revolqué con su hijo mientras estaba drogado".

Y si me atendía... 

¿En qué estaba pensando? El tipo había abusado de mí por el estado en que estaba y cuando esté bien seguro de quién fue voy a machacarlo a golpes. ¡Y porqué todavía me preocupo por el asunto! ¡Ya déjalo!

Sin querer se me escapó un largo y profundo suspiro.

Levanté el rostro del pupitre y me encontré con los ojos de Yuber clavados en mí. Mi estómago se contrajo, algo se me removió dentro, pero luego desvié la mirada y todos me estaban mirando.

—Señor Martín– ese es mi apellido–, si tiene problemas amorosos ¡Déjelos para la clase de filosofía, que es más aburrida que la mía! ¡En mi clase preste atención!

—S-sí señor– dije de mala gana, queriendo desaparecer de la faz de la tierra, mientras me incorporaba.

 

—¿Qué te pasa Jus? Has estado raro toda la semana– y ahí estaban otra vez mis amigos tratando de levantarme el ánimo.

—¡Sí! ¡Qué suspiro, viejo! ¿Acaso estás enamorado y no nos contaste nada?— ese era Carlos.

Tras mi vergonzoso suspiro en clases, justo en el momento que el profesor de matemáticas hacía una pausa, mis amigos se burlaron de mi hasta el cansancio. Les dije que tenía tareas pendientes que hacerle a mi mamá, y me fui a mi casa antes de que se les ocurriera acompañarme.

 

Los viernes por la tarde tenía natación, en realidad dos veces por semana, pero el martes no había asistido.

Cuando abrí mi casillero para dejar la ropa un pequeño paquete cayó al suelo, no recordaba que fuera algo mío. Lo abrí y lo que encontré me dejó sin aliento. Era el bóxer que había usado la noche de la fiesta junto con una nota:

"Te lo olvidaste en mi cama ¿recuerdas? Nos vemos en la pileta.”

Miré a todos lados a ver si había alguien en el vestidor, pero estaba solo. Guardé la nota en el bolsillo de la campera y me fui a la pileta. Mi atención se centró en todos los hombres que estaban en la pileta, ninguno me parecía familiar. No prestaba atención a los que nadaban y ninguno asistía a mi escuela, por lo tanto descartaba que alguno haya ido a la fiesta… o tal vez no.

Sin ropa, con la gorra de baño y las antiparras; no tenía rasgos distintivos para reconocerlos, había uno que tenía un tatuaje en el brazo izquierdo… ¡pero que estoy diciendo! si no recuerdo casi nada de esa noche, más que esos ojos verdes y el pelo negro…

Me tiré a la pileta en la parte profunda y nadé de un extremo al otro un par de veces para despejar mi mente, pero la imagen de esos ojos se repetía una y otra vez en mi cabeza.

Me acomodé en la orilla con medio cuerpo fuera para no molestar y ver si podía dar con quién buscaba. Casi todos los cuerpos eran parecidos, abdomen plano, músculos definidos pero no exagerados… descarto a los más peludos, esos no me gustan… ¡¿Qué digo?!

—¿Sos gay?

—¡¿Qué?!— Mi cara de repulsión debe haber sido memorable– ¡No!— ¿De dónde salió ésta loca? Se encontraba sentada al borde de la pileta a mi lado y ni la había notado.

—Desde que llegaste estás fichando a los hombres que están en la pileta, supuse que eras gay y quería ser tu amiga.

—¡No soy gay! No estoy fichando ningún hombre y no quiero ser tu amigo.

—Entonces dejá de mirarlos de esa forma porque van a pensar que sí lo sos—. Lo que dijo me espantó, no me había dado cuenta que estaba tan concentrado mirándolos—. Lástima, porque estás que te partís de bueno y te iba a hacer gancho con un amigo que ¡sí! es gay. Si te arrepentís, soy Joanna… Joy.

Se levantó y se fue. Ahora me había dejado avergonzado y ni quería levantar la vista. ¡Dios!  Quería ahogarme. Lentamente me deslicé bajo el agua, tal vez con suerte me ahogara.

¿Qué dijo? ¿Qué tiene un amigo gay? Tenía que ser ese tipo, porque ¿Qué hombre se coge a otro mientras está drogado?

Para mi mala suerte por el apuro para salir, tragué agua y casi me ahogo. Cuando me recuperé la busqué con la mirada por todo el lugar pero ya no estaba. Tendría que esperar hasta el martes, si es que viene ese día a la pileta.

 

El sábado mis amigos programaron una salida a un boliche al cual nunca habíamos ido. Resulta que a Pablo le gusta el Heavy metal y había un lugar donde se juntaban bandas locales y tocaban. No era de nuestro agrado pero se lo debíamos e íbamos a acompañarlo.

El lugar no era muy grande, estaba lleno de personas con un amor incondicional por el color negro y las calaveras. Nos ubicamos en un rincón después de pedirnos cervezas en la barra. Después de cuatro cervezas y mucho ruido en mi cabeza, estaba mareado. Les advertí a mis amigos que iba al baño, ninguno me acompañó ¡Idiotas! ¿Quién los necesita? Si me duermo en el baño y me roban el celular va a ser su culpa.

Las luces del baño eran azules, algo raro, pero igual apunté bien al mingitorio, o eso creía, daba igual con lo mareado que estaba podría estar meando en un florero y no darme cuenta. Me estaba lavando las manos cuando sentí que alguien me tomó por la camiseta y me arrastró dentro de un cubículo que estaba oscuro. ¡Qué mierda!

Choqué contra la pared y me golpee la rodilla con el inodoro, le lancé un par de manotazos a mi atacante pero dudo que le haya hecho algo, me acorraló contra la pared apretándome con fuerza. Cuando iba a insultarlo unos labios cayeron sobre mi boca, lo mordí para que me liberara, sentí el sabor metálico de la sangre.

—¿Ahora te haces el difícil?— esa pregunta me dejó en shock—. El sábado pasado estabas más dócil— no reconocí su voz y era imposible por la música.

Volvió a besarme y por alguna extraña razón no me resistí, todo lo contrario, le respondí. El sabor de la sangre se mezcló con el sabor del alcohol. Liberó mis brazos y me rodeó el cuerpo. El deseo se convirtió en necesidad rápidamente y le correspondí la atención, mientras se frotaba contra todo mi cuerpo.

Nuestros cuerpos se rozaban sin reparo, sin quererlo estaba duro y quería atención. Como si supiera lo que necesitaba, movió una de sus manos a mi entrepierna y presionó sacándome un jadeo ahogado. Desabrochó mi pantalón y liberó mi miembro, un calor abrazó todo mi cuerpo cuando lo tomó entre su mano.

Lo dudé un momento, pero cuando me recuperé un poco del shock erótico, en mi mente se formó una idea a la que no me pude resistir. Bajé mi mano derecha a su abultado pantalón y con un poco de trabajo desnudé su miembro para devolverle el favor.

La sensación del roce con su cuerpo, la atención en mi pene, el alcohol y la música estaban haciendo estragos en mí. Ya no recordaba dónde estaba ni con quién estaba, pero no podía importarme menos, porque realmente lo estaba disfrutando.

La culminación fue memorable, todo desapareció por un par de minutos que fueron gloriosos. Nos quedamos muy quietos, sosteniéndonos mutuamente, jadeando dificultosamente mientras nos recuperábamos del éxtasis. Lo empujé un poco para que me diera espacio, tratando de ponerme la ropa en su lugar, tarea casi imposible porque las manos me temblaban. Mi cuerpo quedó completamente flácido, rogando por una cama dónde poder descansar.

–¡Jesús! ¿Estás ahí? –Oía que alguien me llamaba, pero por lo aturdido que estaba no reconocía quién era. Entré en pánico.

—¡Estoy descompuesto, ya salgo!— Grité con las pocas fuerzas que me quedaban.

Empujé a mi acompañante tras la puerta y salí del cubículo cerrando la puerta tras de mí.

 

XOXOXOXOXOXO

Notas finales:

Gracias por leer!!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).