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POR DERECHO DE SANGRE por Uberto B

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La pareja se encontraba sumamente feliz, esperaban impacientemente a que el gran día llegara. Humberto Solís, y su esposa Dolores, luego de tres años de casados lograban uno de sus sueños más anhelados, pronto tendrían un hijo. El embarazo de Dolores era normal, con los achaques típicos, como los mareos o nauseas, nada fuera de lo ordinario. Increíblemente la pareja no imaginaba la sorpresa que pronto se llevarían.

 

Para apoyar y calmar la ansiedad de la futura madre, Amanda, la hermana de Humberto y madre del pequeño Xavier, un niño sumamente listo y muy tierno, se dedicaba a cuidarla y atenderla. Junto con ella, el infante acudía diariamente a casa de su tía. Con apenas seis años de edad él se percataba de muchas cosas que ocurrían en su alrededor, algo muy peculiar era que cada vez que el niño acariciaba el abultado vientre de su tía…

--Aquí hay unos bebés mamá- sonreía dejando ver sus dientes de leche

--Hay un bebé aquí Xavier- cuidadosamente presionó las manos del niño en su abultado estómago.

--No tía, ahí hay más bebés…- ambas mujeres rieron, no creían lo que el pequeño decía, aunque para no contradecirlo aceptaban su idea.

 

 

 

Aquello ocurría en casa, mientras de los negocios se encargaban el futuro padre y su cuñado Juan Pablo. Los dos fundaron una agencia automotriz, y pese a ser un negocio incipiente no les iba del todo mal. Se estimaban como hermanos, aunque el único lazo que los unía era el matrimonio del segundo con Amanda.

--¡No sabes cómo ansío que mi hijo nazca!- sentado en su sillón de piel, en la oficina principal del negocio, Humberto suspiraba emocionado

--Se nota cuñado, pero ¿Te has puesto a pensar que puede ser una niña?- comentó el otro para después dar un sorbo a la taza de café que tenía enfrente.

--Pues… si, y no me desagrada la idea, pero si me preguntas cuál es mi preferencia, deseo que sea niño, no sabes cuántas veces he soñado jugando al futbol con él, yendo a pescar, no sé, tantas cosas…- el orgulloso hombre comentaba.

--Te entiendo, eso mismo deseaba yo cuando supe que Amanda me iba a dar un hijo, Xavier vino a revolucionar nuestras vidas, amo a mi niño como no tienes una idea, y lo mejor de todo es que nos llevamos muy bien, mi hijo es mi adoración, espero que tú también te lleves bien con el tuyo- sonrieron.

-Verás que sí, verás que sí…- los días estaban contados para que conociera a su retoño.

 

 

El veintiséis de ese mes llegó y con él una gran noticia, Amanda y Dolores se encontraban en casa mientras que los esposos en la agencia. Cada quien se dedicaba a sus actividades cotidianas, el pequeño Xavier jugaba en el patio con un balón que su tío le había regalado en su cumpleaños pasado.

--Hijo, ten cuidado no le vayas a pegar a tu tía- Amanda ayudaba a sentar a Dolores

--Ay, cada día tengo el vientre más grande, este niño será un gigante- con esfuerzo se pudo acomodar.

--Tranquila, pronto volverás a tener el cuerpo de modelo que tenías- ambas rieron- Iré por la limonada, no tardo- el día era soleado, un bello día, en el cual las aves cantaban y la tranquilidad se podía sentir.

--¡Hola tía! – un sudado y sonrojado Xavier se acercó a la embarazada.

--Hola hijo, ¿Quieres tomar algo?- le revolvió los cabello al pequeño

--Sí, tengo sed – sonrió, luego centró su atención en el vientre de la mujer- ¡Está bien grande!- sobó con cuidado.

--Sí, tu primo ya no tarda en nacer…- comentó la mujer, sin embargo en fracción de segundos su semblante cambió – Otra vez…- con esfuerzo mencionó y respiró con dificultad.

--¿Estás bien?- el niño dejó caer la pelota para acercarse a su tía

--Dile a tu mamá que…- nuevamente el dolor la dejó muda, el quejido cedió para poder hablar – Dile a tu mamá que venga, ya es hora…- sin perder el tiempo, el niño corrió presurosamente donde su madre.

Al llegar a la cocina la vio sirviendo agua en una jarra.

--¡Mamá! ¡Mi tía!… ¡Mi tía!- gritaba el pequeño

--¿Qué ocurre?- dejó lo que hacía para atender a su hijo

--¡Mi tía dice que ya es hora!- dijo de golpe

--¡Válgame el cielo!- rápidamente fue al encuentro de la mujer y vio un charco debajo de la silla de jardín en la cual se encontraba sentada.

--Trae la maleta y dile al chofer que nos lleve…- la mujer indicó mientras inhalaba y exhalaba tratando de calmarse.

--Sí, sí, voy, no te muevas y pronto todo estará bien- hizo todo con rapidez, en esos momentos no podía perder tiempo.

 

 

 

 

En el hospital, Humberto, su hermana y Juan Pablo aguardaban. Desde el nosocomio Amanda llamó a los hombres para informar que la labor de parto comenzaría. Un par de horas después de ingresar, Dolores ya había conseguido lo que difícilmente se logra en tan poco tiempo, tenía los diez centímetros de dilatación, el parto comenzaría. Los médicos indicaban que pujara, esta lo hacía con fuerza, a su lado, su marido le sostenía fuertemente la mano derecha.

--¡Vamos mi amor, tu puedes! ¡Tú puedes!…- el hombre miraba embelesado a su mujer, le daba ánimos, era lo único que podía hacer en esos momentos tan complicados.

--Un poco más Dolores, un poco más, ahí viene. ¡Ahí viene!…- con esfuerzo la mujer pujó y sintió a su pequeño salir, pasaron unos segundos y el llanto se escuchó en la sala de parto- Este es un varón- informó el médico, para gusto del padre su primogénito era hombre, lo entregó a la enfermera pues la labor aun no terminaba- Falta el otro señora, un poco más…- la pareja se miró contrariada, pero era verdad, sentía al otro bebé dentro. Repitiendo la acción pujó, debía parir al otro niño pronto. Haciendo un esfuerzo sobrehumano a los pocos minutos nació el segundo- Es niño, son gemelos idénticos- la cansada mujer solo podía respirar lentamente, pronto la enfermera colocó a sus pequeños a los lados, para que sintieran a su madre. La pareja lloraba de alegría, increíblemente no sabía que tendrían gemelos. El pequeño Xavier tenía razón.

 

Después de un largo rato de espera, el doctor salió e informó a los familiares que aguardaban afuera las buenas noticias…

--Los niños ya nacieron, están sanos y muy fuertes- los papás de Xavier se quedaron impactados, el niño no decía disparates, en verdad eran bebés y no bebé.

 

 

Un par de días después, el matrimonio llegó a casa con un par de bultitos en los brazos, el más emocionado en ese momento era Xavier, aún no conocía a sus nuevos primos. Dolores y Humberto tomaron asiento en la sala y el infante no tardó en acercarse.

--¿Puedo verlos tía?- jugando nerviosamente con sus dedos el niño preguntaba tímidamente.

--Claro que sí hijo, tenías razón, eran dos bebés…- Dolores descubrió la cara de uno de los pequeños y Humberto acercándose descubrió al otro- Mira, él es Braulio, fue el primero en nacer…- Xavier miró al frágil bebé, éste dormía plácidamente.

--Y él es Carlos, nació unos minutos después…- ahora habló su tío, el niño se acercó, le acarició la cabecita, tomó una de las pequeñas manos del recién nacido y éste inmediatamente le atrapó el dedo, para después abrir los ojos, como acto reflejo sonrió al ver al niño más grande.

--¡Se rio tío! ¡Se rio mamá!- volteó a ver su progenitora - ¡Carlitos me aprieta mi dedo y se ríe!- decía completamente emocionado.

 

La familia lo miraba complacido, Carlitos era el centro de atención desde ese momento, mientras el pequeño Braulio seguía dormido ajeno a todo ese barullo.

 

 

 

 

CONTINUARÁ...

 

 


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