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VI por Himmel Holle

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Notas del fanfic:

Fanfic Stony creado para el concurso #SuperhusbandsHalloweenContest

Notas del capitulo:

Hola n.n

Llego con un Oneshot Stony para un concurso.

Si os gusta, dejar comentarios ^^

VI

 

 

 

 

Detuvo sus pasos al escuchar unos lamentos, gritos desgarradores, que erizaron sus bellos. Sin miedo se acercó al sonido encantador y al llegar no pudo hacer más que dar un grito que resonó.

Una criatura de piel negra como la noche, lo miraba fijamente sin despegar sus orbes. Un movimiento del animal sacó su lado atlético, que a su parecer resultó patético, sus piernas no se detuvieron hasta que de un sentón calló al suelo.

 

- ¿Estás perdido? - dijo el hombre con el que había chocado, anotando mentalmente que era un santo.

Al alzar su cabeza fijó sus ojos en los contrarios, dando un pequeño saltó se levantó con un arma en manos. Apuntando al hombre de negro se mantuvo, recordando que nunca estaba desarmado. El hombre sonriendo se quitó lo que ocultaba su rostro.

- Tengo una casa aquí cerca, si gustas puedes quedarte la noche entera.

- ¿Barnes? - perplejo se encontraba, no ameritaba tenerlo de cara.

- El mismo.

Fue su respuesta tras una sonrisa llena de maldad, tomando su mano lo jaló sin preguntar. Dejándose llevar, detuvo sus pasos al pensar.

¿Dónde están los demás?

 

Sin saber que esa pregunta lo llevaría a su final, cavando su propia tumba al pensar en los demás.

 

Caminaron un largo tramo, hasta visualizar una hermosa mansión en lo alto.

Lo siguió embobado, esperando entrar en el calor soñado, ese calor que tanto había deseado. Barnes tocó tres veces la gran puerta, como si la melodía fuera una contraseña. Las puertas se abrieron permitiendo su entrada, James lo guió al interior y él sin habla caminaba.

Sus castaños ojos recayeron sobre el hombre sentado en un lujoso sofá, con un vino de alta calidad, que bebía con tranquilidad.

- ¿Steve?

Preguntó con temor, su amigo no podía haberse convertido en semejante ser aterrador.

- Bienvenido, Tony - dejando su copa de lado, se levantó estirando su mano-. Estábamos esperando tu llegada. Espero que nos acompañes en esta velada.

Siendo guiado por el más alto, se puso a pensar en lo de hace un rato. Barnes lo había ayudado, y él no ayudaba a nadie, el muy desgraciado. Y Steve se notaba algo... raro.

 

A pesar del incómodo ambiente, comieron, disfrutaron de la velada, bailaron y sobre todo, compartieron. Sin saber que más hacer, pidió una habitación, sin conocer el verdadero dolor. Un paso dentro de la habitación y su cabeza comenzó a dar vueltas, apoyando su espalda en la pared, comenzó a respirar lento para calmarse.

Una ráfaga de viento pasó a su lado y eso lo alarmó, la puerta estaba cerrada y el cuarto no contaba con ventanas. Entonces lo vio, frente a él yacía la figura de Steve, con una gabardina negra que cubría todo su cuerpo, siendo visible solo su rostro.

 

Pegó un pequeño brinco al fijarse en los ojos contrarios, ¿desde cuándo Steve tenía ojos rojos?, sin saber que hacer por tan intimidante presencia, buscó dirigirse a la puerta sin ser notado. Fallando al instante, Steve en un parpadeo se acercó y lo acorraló, alzando uno de sus brazos y presionando con su mano su mandíbula. Gimió bajo al sentir la lengua de su rubio amigo recorrer su cuello, provocando que su piel se erizara ante la desprevenida acción.

- ¿S-Steve?

- Hueles bien - le dijo ahora mordiendo un poco sus orejas-. Tu sangre debe ser exquisita...

- ¡¿Sangre?! - preguntó notando por primera vez como unos colmillos adornaban la hilera de dientes de Steve.

- Mi presa...

Tony cerró sus ojos al sentir la mano de Steve agarrar con fuerza su brazo, al abrir los ojos se topó con un torso desnudo, demasiado atlético que solo podía poseerlo Steve. Apoyando sus manos en la cama, intentó tirarlo y salir corriendo, pero pasó todo lo contrario, Steve enojado lo tomó del cuello y lo presionó contra la suave superficie.

- Tony, mi paciencia se está acabando.

- ¡Suéltame! - trataba de golpearlo con sus pies, todos estaban actuando raro, en especial Steve.

- Tony... Te diré una cosa - con su mano presionó la mandíbula de Tony, haciendo que prestara atención en sus palabras-. La noche es eterna.

Al decir esto, las uñas de Steve comenzaron a crecer, con una de ellas, rasguñó su pecho y recogió una gota de sangre, llevándosela inmediatamente a los labios para probar su sabor. Contuvo la respiración, su sangre... ¿Su sangre lo volvía loco?

- ¡Steve!

Gritó al sentir las manos de Steve bajar por su torso hasta llegar a sus pantalones, esperó lo inevitable, su amigo lo violaría.

 

Esperó nervioso lo que le sucedería, más su sorpresa fue ver como Steve desaparecía, su cuerpo golpeó con fuerza el suelo, en ese momento se percató en qué lugar estaba.

 

El salón principal, donde hace unos minutos había disfrutado de la buena música con sus compañeros de equipo. Se puso de pie desconcertado por lo sucedido, la oscuridad del salón le permitió fijarse en un poco de luz que salía de una de las puertas, con paso lento y sin hacer ruido, se acercó a la puerta, por la ranura pudo ver a todos sus compañeros hablando con caras de seriedad y a Steve en medio de ellos, no queriendo interrumpir iba a irse, pero su nombre fue pronunciado en aquella conversación que tenían.

 

Y la curiosidad mató al gato, ¿no?, en este caso, él era el gato.

- Steve, tenemos que actuar rápido - Sam dijo en voz baja.

- Dejarlo escapar no es una opción, lo necesitamos vivo - Clint se recostó en el sofá con Wanda a su lado.

- ¿Tú que piensas, Bucky? - la voz grave de Steve hizo que temblara.

Pudo verlo, la mirada de James se afiló y una sonrisa macabra se asomó, James cargaba un libro de pasta oscura, a su lado Steve esperaba una respuesta sentado perfectamente en el sillón. Todo lo que estaba sucediendo le sorprendía, pero sin duda lo que escuchó de los labios de Barnes fue lo peor, la sangre en su cuerpo pareció helarse y su respiración cortarse.

- Hay que encontrarlo. Si queremos ser libres, tenemos que matarlo, su vida no me importa, es un ser inútil - le entregó el libro al rubio y se giró cruzado de brazos-. Pero es tu decisión Steve, matarlo o no, depende de ti, pero recuerda que nuestra libertad depende si lo matamos.

Steve era su amigo y él nunca hizo algo de lo cual pudiera ganarse el odio de todos, hubieron momentos que como buen grupo tuvieron sus disputas, pero no creyó haber hecho algo realmente malo, no para merecer la muerte. ¿Steve no lo traicionaría, verdad?

 

- Primero me divertiré con él, luego de eso traeré su cadáver y completaremos todo lo necesario para ser libres - alzó la copa de vino en su mano, los otros lo imitaron-. Buck, no creas que lo prefiero por encima de ustedes, él no es nada en mi vida y nunca lo será.

 

Steve lo había traicionado.

 

Perturbado tropezó con sus propios pies y cayó de un sentón en el suelo, el golpe resonó en todo el lugar llamando la atención de los miembros de equipo, quienes miraron rápidamente hacia la puerta, encontrándose con la figura del portador del traje en el suelo y con su rostro desencajado por el miedo. Tony se asustó al recibir sus miradas, se levantó y corrió a la entrada para salir de la mansión, tomó el pomo y lo giró sintiendo la presencia de todos en la entrada, desesperado comenzó a retorcerlo entre sus manos, giró dándose cuenta de lo imposible que sería escapar, chocando con el pecho del soldado del invierno, jadeó aterrorizado.

- No...

Bucky con su puño golpeó el abdomen de Tony, dejándolo sin aire y próximo a caer en la inconsciencia, con las pocas fuerzas que le quedaban, llamó a su traje, sin hacerse esperar su armadura apareció y golpeó a sus "compañeros". Dejándolos en el suelo sin poder continuar, decidió dejarse resbalar por la puerta, respirando con dificultad por la pérdida de aire, tapó su boca al sentir las repentinas ganas de vomitar, todo a su alrededor volvió a moverse y cayó por segunda vez.

 

Abrió los ojos para darse cuenta que le había sucedido lo mismo que hace unos minutos, ya no dudaba que algo extraño pasaba con la mansión y con sus amigos.

 

Parpadeó repetida veces sin poder creer lo que veía, sus manos temblaron inmóviles tras su espalda, su cuello dolía al tener una soga atada a él, sus manos y piernas también se encontraban atadas, su pecho y cabeza caían contra la cama, mientras sus caderas se levantaban, dejando a la vista su parte más íntima.

- Despertaste...

Dejó de respirar al escuchar el tono de voz oscuro de Steve, no quería voltear, no quería ver a Steve posiblemente desnudo, por el movimiento en la cama supo que este mantenía apoyadas sus rodillas, por el sonido de una bragueta descubrió que Steve planeaba terminar con lo que antes había empezado. Sus cabellos fueron jalados hacia atrás con fuerza, cerró los ojos y mordió sus labios, las manos de Steve abandonaron su cabello y recorrieron su rostro, los dedos largos de Steve hicieron presión sobre sus párpados como si quisiera abrirlos sin importarle que terminara arrancándole los ojos, sus largas uñas rasgaron sus párpados y recién lo notó, abrió los ojos aterrado, el aliento de Steve chocaba contra su nuca, una respiración agitada llegaba a sus oídos.

 

Llenándose de valor abrió los ojos, sus orbes hicieron contacto con las contrarias y su cuerpo tembló, un dorado reemplazaba el iris zafiro de Steve, todo se detuvo en ese momento... Esa mirada penetrante lo hipnotizó por completo.

El calor comenzó a inundar su cuerpo, incluso desnudo y en medio de esa habitación fría sentía ganas de arrancarse la piel, las sogas alrededor de su cuerpo quemaban como si fueran metal fundido, las manos de Steve recorrían su cuerpo haciendo que se calmara un poco, deseaba más, el tacto de Steve le agradaba, le fascinaba.

Estaba cayendo en la tentación...

 

Estaba perdiendo la cordura...

Contra Steve...

Se dejó llevar por las caricias que estaba recibiendo, sintió la lengua de Steve pasar por sus clavículas como si estas fueran alguna clase de dulce. Steve lo volteó y colocó sentado en sus piernas, sus ojos dorados con un toque de oscuro le provocaban un extraño placer, no era su Steve, pero aun así le seguía atrayendo…

- Tony... - Steve se alejó unos centímetros de su piel-. Te desataré. Si te atreves a escapar, te castigaré.

No dijo nada.

Los dedos de Steve se deslizaron por su espalda deshaciendo cada uno de los amarres, agarró su cuello y lo besó con deseo, a lengua de su amigo parecía querer tener el control sobre la suya, le permitió hacerlo mientras repasaba sus firmes pectorales. Un gemido involuntario salió de sus labios al sentir el miembro de Steve rozar su entrada, no lo podía evitar, quería a Steve dentro suyo, penetrándolo tan lento, tan profundo.

Steve lo lanzó a la cama y se posicionó sobre él, abrió sus piernas y observó atentamente su intimidad, sonrió y retrocedió, se apoyó en sus brazos para fijarse en Steve de pie, con sus ojos cerrados. La apariencia de Rogers se desvanecía y daba paso a una que lo horrorizó, aún sin poder creerlo se pegó a la cabecera, Steve ya no era a quien veía con los ojos abiertos, no, la figura de un enorme lobo lo miraba como su presa, sus ojos dorados examinaban cada parte de su cuerpo como si estuviera... Preparándose para comer.

 

Con lentitud se movía para levantarse y dirigirse a la puerta, Steve le mostró sus colmillos rugiendo, entró en un estado de desesperación, corrió hacia la puerta tropezando en el camino con la ropa esparcida por el suelo, pero no alcanzó a llegar, las garras del lobo se clavaron en su espalda deteniéndolo, gritó de dolor por el lacerante dolor que atacó a su cuerpo. Lo tiró al suelo y sin permiso alguno separó sus piernas, ubicándose entre ellas, el dolor lo mantenía semiinconsciente y eso le impedía ver con claridad, sintió algo realmente grande presionar su entrada, pegajoso y caliente. Sin contemplaciones Steve se enterró en su interior.

- ¡Aaahhh...! - rasguño el suelo al sentir como su miembro golpeaba con fuerza su parte más sensible, apenas respiraba.

Las embestidas salvajes se hicieron presentes luego de unos pocos segundos que tuvo para acostumbrarse, se aferró al pelaje espeso de Steve, el vaivén fue tornándose placentero luego de que Steve mordiera su hombro, todo lo que Steve provocaba en él era como una droga, adictiva. Sin ser ya consciente de lo que hacía invirtió los papeles, auto-penetrándose con el pene de Steve, sentado en su pelvis dándose placer con ese exquisito pedazo de carne, gimiendo por cada embestida que recibía, la saliva que caía de sus labios era sustituida por la lengua del gigantesco animal bajo él. Su mente estaba en blanco, pensaba solo en sentir más placer del que recibía.

- S-Steve... más por favor...

Y como si sus palabras fueran órdenes, Steve lo azotó contra la repisa de libros, cambiando su apariencia de lobo lo besó, ambos se comían literalmente la boca, entre jadeos y embestidas el clímax era inevitable, Steve alternó movimientos lentos y rápidos, el orgasmo se adelantó, Steve solo pudo morder su cuello sin delicadeza alguna, sus uñas enterradas en esa trabajada espalda fue la prueba de cuanto placer había obtenido en pocos minutos.

Y entonces...

Volvió a caer desde lo alto.

Confundido prestó atención a su alrededor, se levantó con una mano en sus caderas, caminando a través del inmenso pasillo sin señales de luz, a oscuras y con las manos extendidas pudo saber que en realidad se encontraba en una habitación, la temperatura bajó de repente, se detuvo. Una luz azul apareció iluminando el lugar, tembló al ser tocado por algo extremadamente frío, miró a su lado acallando el posible grito que hubiera soltado al ver que la criatura negra del bosque lo miraba. La criatura lo siguió en todo el camino, llegó a una pequeña mesa de madera en el centro, sobre ella un libro de pasta negra reposaba, pensaba si debía tomarlo o simplemente irse, pero el gruñido dirigido para él de la criatura lo hizo decidirse, con delicadeza lo tomó entre sus manos y lo abrió con cuidado, en el varias fotos de todos lo que habitaban en la casa reposaban, sus datos, cada suceso de sus vidas estaban grabados en aquel libro, al llegar al final se quedó inmóvil, una foto suya en el centro de la hoja se encontraba llena de manchas de sangre.

 

"Objetivo"

Decía en el encabezado, sus manos temblaron y la rabia se apoderó de sus pensamientos, recordó la conversación antes escuchada, lo matarían.

- Está encerrado en un juego.

La voz jovial resonó en la habitación, la conocía demasiado bien, todo estos años pendientes de ese pequeño niño que le parecía interesante, conocido como el nuevo héroe de New York.

- ¿Peter? - preguntó a la nada.

- Delante de usted, señor Stark.

Dio un salto al tenerlo de frente, con una mano en su pecho gracias al susto, se acercó queriendo preguntarle muchas cosas, Peter esbozó una gran sonrisa y le extendió un bolígrafo, la recibió confundido.

- Juego de supervivencia, así le llaman muchos a esto - Peter sujetó una telaraña y jugó con ella entre sus dedos-. Y hoy... Usted es el objetivo.

- ¿Objetivo?

- Lo que ellos desean es la libertad, dispuestos a asesinarlo, lo más indicado es que usted sepa lo que tiene que hacer en este juego.

- ¿Qué tengo que hacer? - dijo decidido.

- Matarlos.

A su cerebro la confusión le sentó mal, procesó lo dicho por el joven Parker en minutos que se sintieron como horas. Él no mataría a nadie, menos a sus compañeros, y eso incluía a Barnes.

- ¿Por qué?

- Es su pase a la libertad, en todos los juegos hay opciones para decidir el final del personaje, en este caso, asesinar o ser asesinado, dos opciones que querrá mantener en cuenta - Peter trepó la telaraña y desde la esquina le explicó-. Ellos no merecen salir de aquí.

- ¿Asesinar...? - apretó el libro contra su pecho.

- Todos lo han traicionado, incluso la agente Romanoff.

- ¿Natasha?

- Como he dicho señor Stark, ninguno de ellos merece salir.

- Entonces...

- Tiene que acabar con ellos.

Su mirada se oscureció, sus amigos lo habían traicionado, ahora todo tenía sentido, la conversación, sus actitudes, el comportamiento de Steve.

- ¿Cuánto tiempo tengo? - apoyó el libro sobre la mesa y se preparó.

- Seis minutos.

- ¡¿Qué...?!

- Son las reglas. Aquí dentro todo pasa cada seis minutos, los saltos repentinos que has tenido son provocados por las reglas que rigen esta casa, el reloj antiguo en el salón principal es quien cada seis minutos suena, seis minutos para seis personas, un minuto para cada una, esas son las reglas.

- Tengo que matarlos en seis minutos, ¿Cómo haré eso?

- Esta casa tiene muchas habitaciones que te aseguro, no son simples habitaciones. La forma de matarlos está en cada una de ellas, el libro te ayudará a encontrarlas y Fenrir no dejará que otros interfieran. Recuerda... Seis minutos que definirán tu final en este juego.

Sin salida y con sus amigos en contra.

 

¿Qué opción escogería?

 

 

I

Con el libro en sus manos que le mostraba el camino exacto a cada integrante del equipo, no tenía nada que temer, es más, estaba excitado en pensar lo que sucedería. Se detuvo en la habitación indicada por el libro, la criatura llamada Fenrir a su lado con su cuerpo colocó una barrera de huesos, agradeciéndole sacó de uno de sus bolsillos una pistola.

Primer objetivo: Natasha Romanoff.

Entró con sigilo buscándola con la mirada, volteó al escuchar como la puerta del baño privado se abría, se ocultó tras las oscuras cortinas. Natasha secaba su cabello con la toalla, se sentó en el filo de la cama y suspiró.

- Stark, si vas a matarme hazlo rápido.

Sin expresión en su rostro, salió de su escondite y cargó el arma, se paró al lado de Natasha apuntándole en la cabeza sin sentir remordimiento.

- Últimas palabras.

Sonriendo alzó el rostro.

- Lo siento, Tony.

El sonido seco de la bala perforar la cabeza de la que alguna vez fue su amiga le fascinó, tiró el arma y cogió el cuchillo que descansaba en la cama, una sonrisa se plasmó en su inexpresivo rostro.

Primer asesinato... Así comenzaba su locura de seis minutos.

 

 

II

 

Fenrir lamía su mano llena de sangre, le agradaba y por eso también lo ayudaría a salir de ese lugar. Leyendo el libro descubrió que su segunda víctima no sería tan fácil como la primera, su posibilidad de matarlo era del 4% y cayendo, debía apresurarse o perdería la oportunidad. Llegando al lugar indicado, la puerta ya se encontraba abierta, lo que facilitaba su entrada, miró a Fenrir y se adentró en silencio.

Segundo objetivo: Sam Wilson.

El ruido de la ducha inundó sus oídos, se quitó sus zapatos y se encaminó a la puerta mal cerrada del baño,  entró viendo como la figura borrosa de Wilson apenas era visible a través de la cortina que impedía el paso del agua.

 

Alzando el cuchillo a la altura de su cuello, jaló la cortina y arremetió contra Wilson, clavando el cuchillo en diferentes partes de su cuerpo sin siquiera dejar que lo alejara, cuando este cayó en el piso de mármol se permitió sentarse en su regazo, clavó la filosa arma en su cuello, observando como sus ojos iban perdiendo brillo con cada corte que proporcionaba en esa zona. El cuerpo mutilado de Wilson era irreconocible, la sangre fluía de sus cuerpos con ayuda del agua que seguía cayendo, levantándose cerró la ducha y agarró la primera prenda de ropa que encontró cerca, una camisa blanca que le quedaba algo grande sería su única prenda, antes de salir tomó la vela encendida que alumbraba la habitación.

Segundo asesinato... Que bien se sentía.

 

III

 

El frío recorría sus piernas ya entumecidas por el ambiente, desgraciadamente era la prenda que tenía a mano, por suerte lo cubría hasta los muslos. Fenrir rugió bajo al ver en qué puerta se detuvieron, mirándolo divertido se llevó uno de los dedos a los labios, Fenrir entendió y se giró para hacer guardia y que nadie interrumpiera.

Tercer objetivo: Wanda Maximoff.

 

La vela en su mano se derretía con cada paso que daba, quemando su mano, pero sin ser de extrema importancia para él. Las sábanas abultadas en la cama y varios cabellos esparcidos en la almohada le daban a entender que Wanda estaba más que dormida, seguramente con el sueño pesado que tenía sería demasiado fácil de matar.

Acercó la llama a su cabello y fue increíble ver como empezaba a quemar gran parte de su cabellera, el olor a chamuscado y ver que las llamas crecían, eran dignas de ser vistas. Wanda se removió asustada y de un salto se levantó de la cama, sonriendo golpeó su abdomen y presionó con su pie su garganta, acercaba la vela a su boca abierta buscando oxígeno.

- Lo siento por Visión, pero en la vida hay que tomar decisiones.

Las llamas bajaron hasta su cuerpo y cara, la vela la enterró en su boca sin poder evitar contener una carcajada por la cara de terror de ella. La dejó en el suelo y sin olvidarse de recoger un destornillador, se marchó.

Tercer asesinato... Esto es adictivo.

IV

Estaba tan feliz que hasta saltaba y caía con gracia, eso de asesinar a gente "inocente" era tan nuevo para él y debía admitirlo, le encantaba. La siguiente víctima no era la que más quería, pero su muerte en su cabeza se repetía incontable veces, llegando a ansiarla como ninguna otra, bueno, hasta el momento. Giraba el destornillador en su mano como si fuera un aro, ya estaba saboreando el sentimiento que tendría al ver su cara. Pateó la puerta y lanzó una patada a la persona que estaba detrás de ella.

Cuarto objetivo: Clint Barton.

Un golpe en su espalda con el arco negro del agente, hizo que su sangre hirviera, con el destornillador marcó los lugares en los que gracias a su osadía, sería herido.

 

Uno de esos lugares eran sus dos ojos, en uno de sus movimientos lo sorprendió con un golpe en el rostro, que fue capaz de hacerlo caer y dejarlo mareado. Con el destornillador sacó su globo ocular derecho y después le siguió el izquierdo, sin su vista dejaba de ser Hawkeye, ¿no?

- ¡Maldito!

- Me alagas. Últimas palabras.

- Morirás Stark...

Con fuerza clavó la herramienta en su frente, siendo salpicado por bastante sangre en su opinión. Entró al baño de la habitación y se encontró con una guadaña, extendió su sonrisa deformando su rostro, el siguiente era el premio mayor.

Cuarto asesinato... Los odiaba a todos.

V

Acariciaba con suavidad los hermosos filos de la guadaña sin llegar a cortarse, su pudiera morir de felicidad ya lo hubiera hecho, su siguiente víctima sería nada más y nada menos que su mayor enemigo, disfrutaría matarlo si todo iba según lo planeado, porque con él debía tener cuidado. Se sorprendió cuando Fenrir no se detuvo en la puerta, no, estaba dispuesto a seguirlo, entonces sí era peligroso. Aceptando su ayuda entraron juntos.

Quinto objetivo: James Buchanan Barnes.

Solo con poner un pie en esa habitación, sintió un peso extra que lo tumbó en el suelo, haciendo que la guadaña se soltara de sus manos y terminara a varios metros de él. Los golpes en su cuerpo y cara llegaron a hacer efecto, cuando Barnes decidió dejarlo por un momento, fue su oportunidad para darle la señal a Fenrir y que este saltara sobre el soldado, veía borroso y un pitido atravesaba sus oídos, con esfuerzo se levantó del suelo y caminó tambaleante hacia la guadaña, la agarró y encendió.

 

Barnes pagaría por haber lastimado su cuerpo, escuchaba sus gritos y por lo que podía ver su brazo de Vibranium fue arrancado de su cuerpo, bien le tocaría dar el golpe final. Fenrir se alejó dejando las "sobras" de Barnes, levantó la guadaña por encima de su cabeza y la bajó tan rápido, que se detuvo al escuchar que Barnes decía algo, claro, cortó un pedazo de su torso.

- Stark... Steve no quiso hacerlo... -

 

Barnes expulsaba grandes cantidades de sangre, sus labios manchados le dieron asco.

Un movimiento fue suficiente para separar su torso, partirlo por la mitad. Tiró la guadaña a un lado y se dejó caer en la cama, llamó a Fenrir y comenzó a acariciar su lomo.

- Pero lo hizo...

Quinto asesinato... Asesinar no era tan malo.

VI

Se habían tardado en su encuentro con la sexta víctima, Fenrir tenía una herida hecha por el brazo de Vibranium en su cuello y él en todo su cuerpo cargaba moretones, pero no le dolía, por lo que se concentró en sanar las heridas de su nuevo amigo, no iba a dejar que muriera.

 

En el camino se encontró con una jeringa llena de un líquido verdoso, no era idiota, ahí estaba la fórmula que anularían los efectos del suero de supersoldado, sin dudarlo se la llevó, cojeaba un poco por el golpe en todo el hueso de su pierna, pero eso no le impedía caminar, no era un problema.

Sexto objetivo: Steve Grant Rogers.

El libro indicaba que Steve lo estaba esperando en el salón principal, le pidió a Fenrir que tomara un camino diferente, se ganó una mirada preocupada de la criatura pero terminó aceptando. Llegando al salón visualizó a Steve sentado en el mismo sofá, con una copa de vino en la mano y con un rostro serio. Eso lo alarmó, dudaba que Steve no se hubiera enterado ya de todo, tranquilidad era lo que menos esperaba.

- Tony, toma asiento - palmeó el asiento a su lado.

Escondió la jeringa detrás de su espalda y se sentó con cuidado, si Steve lo atacaba podría clavársela en cualquier momento, a menos que Steve decidiera ir enserio.

- Tony, no te culpo.

Steve se apoyó en su hombro, arrojó la copa y se lanzó a devorar sus labios, paralizado trató de pensar bien lo que sucedía, mataría a Steve en unos segundos, correspondió el beso casi con la misma intensidad, con sus brazos abrazó su cuello, el beso fue bajando la intensidad y se convirtió en algo cercano a la ternura. Steve se separó y le arrebató la jeringa de sus manos, por el rabillo de su ojo vio a Fenrir en una de las esquinas oscuras, negó impidiendo que se lanzara sobre su amigo.

- Te ahorraré el trabajo, Tony - rompió un pedazo de su traje y acercó la aguja a su brazo-. No quiero que cargues con mi muerte.

- Steve...

Frente a sus ojos pasaron los buenos momentos que vivió con todos, sus amigos, con Steve. La mirada triste de Steve lo hizo reaccionar, ¿qué iba a hacer?, Steve era importante para él, no lo podía matar.

- Lo siento... - una lágrima bajó por la mejilla de Steve al insertar la aguja en su brazo, todo se quebró en su interior.

- ¡Steve!

Se abalanzó a quitarle la jeringa e impedir que se lo administrara, al quitársela sus ojos se cristalizaron. ¡No quedaba nada, Steve se inyectó todo el maldito suero!

- N-No... Steve...

Su voz temblaba por el miedo, Steve sonrió de lado y fue testigo de cómo su apariencia comenzaba a cambiar, sus músculos desaparecieron, su tamaño fue disminuyendo, la ropa le quedaba holgada. Lo abrazó sin poder contener su llanto, Steve con sus pequeñas y huesudas manos lo tomó de la barbilla, y lo besó, sus manos fueron cayendo y sus ojos cerrándose, le ayudó a que se apoyara en su hombro, cuando dejó de respirar, la culpa lo invadió, la locura se apoderó de él.

- ¿Steve?... ¡Steve! - no consiguió respuesta, lloró aferrado al cuerpo de su amigo-. No me dejes... Por favor...

Tan perdido se encontraba, que no logró escuchar el sonido del reloj avisando que se cumplían seis minutos.

 

"Seis minutos que definirán tu final en este juego"

 

 

Despertó abruptamente, miró todo a su alrededor encontrándose con una habitación vacía y blanca, entró en pánico, sentir la elevación de un pecho en su cabeza lo calmó, su último recuerdo era ver a Steve morir en sus brazos. ¿Dónde estaba?, esa no era la mansión ni el bosque, Fenrir... ¿Fenrir desapareció?

- Despertaste.

Esa voz lo dejó inmóvil, giró su cabeza lentamente, encontrándose con la radiante sonrisa de Steve, que fue desapareciendo al ver su rostro lleno de confusión. Sin desearlo de sus ojos cayeron lágrimas y con una sonrisa se abrazó a Steve.

- ¡Estás vivo!

- Tony... ¿Sucedió algo? - preguntó recibiéndolo en sus brazos.

- ¿Qué es este lugar?

Los ojos de Steve se apagaron, la sonrisa seguía ahí, pero el brillo en sus ojos ya no estaba.

- Estás en un lugar donde te ayudan, Tony...

- ¿Me ayudan?

- Llevas dos años aquí, no es malo - trataba de hablar y no romperse.

- ¿Por qué estoy aquí? - serio se separó de Steve.

 

Hubiera deseado no escuchar esa respuesta.

- Este es un manicomio...

- ¿Estoy... Loco?

- No lo estás... Para mí nunca, Tony.

Steve besó su frente con cariño, miró en dirección hacia la puerta encontrándose con todos Los Vengadores sonriendo, incluso estaban Barnes, Loki y Peter. Esa atmósfera lo hizo sentir en casa como nunca lo sintió, su familia estaba ahí, lo habían traicionado pero estaban en esos momentos a su lado. Y él no volvería a traicionarlos.

 

 

Fin.


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