Diez rutinarios días de escuela habían pasado desde el ingreso de Sasuke al instituto. La relación no tuvo muchos avances ya que el rubio parecía cada día más perdido en sí mismo, tenían charlas cortas y poco frecuente, cada día que pasaba Sasuke se interesaba más por conocer algo nuevo de este chico que lo estaba encandilando. El verlo allí sentando a su lado le daba ganas de hacer todo lo posible para llegar a él, estando tan cerca, ahí compartiendo el banco y a la vez tan lejos, era como si una distancia abismal existiera entre ellos. No era que se llevaban mal, simplemente los dos al ser tan reacios al contacto humano hacían que sean dos seres similares aún hasta en su soledad. Dentro de él había algo que iba creciendo en forma silenciosa, aquella noche en la plaza abandonada, el aroma de la piel del rubio que le hizo sentir ese hormigueo tan diferente a lo que quizá sintió en algún otro momento por alguna otra persona, hacia que cada día el tenerle cerca a veces sea una tortura. El mínimo roce de contacto con la piel del rubio al recoger un libro lo hacía estremecer. Recordar aquella noche, siendo la primera vez que el morocho sentía a alguien tan cerca de su cuerpo, se sentía invadido con el deseo de tenerlo.
Naruto por su parte llegaba cada día más agotado a tomar las clases, estaba más delgado, dormía cada vez menos y lo único que le relajaba dentro de todo era el tener un compañero a su lado que no le hablara ni le hiciera preguntas estúpidas. Le caía bien, porque no le molestaba. Había días en los que se encontraba mirando fijamente al morocho que tenía a su lado, no se explicaba por qué pero tampoco le dio importancia.
La clase de historia aún no había comenzado cuando el alboroto en el salón se centraba en un único tema. Sakura vio a Sasuke pasar y para provocarlo le dijo.
-Uchiha, yo que vos dormiría con un ojo abierto, cualquier día podría pasarte lo que le pasó a la familia Uzumaki.
Kiba preguntó que les había pasado. El profesor entrando por la puerta les dice
-A la familia Uzumaki lo que le paso fue que a los padres se los encontró asesinados y con signos que habían sido torturados, se presume también que asesinaron a su hijo de cuatro años, pero nunca se halló el cuerpo ni se supo que fue de él.
Al oír esto el rubio sale despavorido del salón mientras que de fondo se escuchaba al profesor decir que nadie había sobrevivido a la masacre de la familia Uzumaki. Sasuke pidió permiso cuando el profesor le ordenó ir tras su compañero de banco. Con pesadez el morocho salió del salón.
Entró al baño y vio como el rubio estaba apoyado sobre los codos en el lavamanos y sobresaltado ingería algo con su nariz cuando lo escuchó abrir la puerta. Esto hizo que se ahogue y comience a toser hasta llegar al punto de vomitar. Sasuke lo ayudaba mientras que del pasillo se escuchaba unos pasos, opto por ir y tirar las cosas que el rubio había dejado en el lavamanos para no dejar evidencia alguna de lo que estaba sucediendo. Cuando por fin se calmó, decidió acompañarlo hasta su casa con el permiso de los profesores. La casa quedaba en lo más alto de la ciudad, era prácticamente una mansión, había que anunciarse al ingresar. Sasuke no entendía bien que hacia allí, en su cabeza no dejaba de pensar por qué un chico con el pasar económico tan bueno tendría la necesidad de hacer lo que este rubio había hecho hacía unos instantes atrás.
Lo acompañó a su cuarto y lo convenció de que se dé una ducha mientras él le preparaba algo caliente para que tomase. Al no encontrarse nadie en el domicilio, Sasuke tuvo la libertad para inspeccionar la gran cocina y poder preparar una sopa para su rubio compañero. Mientras subía las escaleras sintió que un fuerte ruido provenía de la habitación del rubio, se apresuro con delicadeza para no derramar la sopa en el camino, dejó las cosas sobre la mesa de luz y se acercó al baño. Golpeó la puerta y al no tener respuesta se aventuró a entrar. Allí encontró tendido en el suelo al rubio con el cuerpo mojado y completamente desnudo. Cerró el grifo de la ducha, tomó una toalla y lo levantó entre sus brazos secándolo un poco, lo recostó en la cama y lo arropó, en ese momento Naruto abrió los ojos, lloraba. Sasuke no preguntó nada, le acercó la sopa e hizo que la bebiera. El rubio tomó el tazón con sus manos y al finalizar de ingerirlo se acurrucó de costado sollozando. Sasuke no supo qué hacer, así que apagó la luz y se recostó a su lado.
Alrededor de las doce de la noche el sueño del morocho fue irrumpido por un fuerte grito y movimiento brusco de su compañero. Claramente era una pesadilla donde se escuchaba al rubio decir mamá, papá entre otras palabras sueltas. El morocho enciende la luz y despierta al chico de cabellos dorados suavemente para que no siga sobresaltándose.
-¿Qué paso? ¿Qué haces aquí?- Pregunta el rubio confundido.
-Noté que seguías mal y me quedé a hacerte compañía.
-No tienes que hacerlo, puedes irte.
-Quiero hacerlo.- Respondió Sasuke firmemente.
-¿Por qué? Ni si quiera nos conocemos.
-Hasta un perro sin dueño merece ayuda aún sin conocerlo.
Diciéndole esto arropó nuevamente al rubio, se recostó muy cerca de su espalda quedándose dormidos.
En lo alto el sol brillaba marcando ya el mediodía, cuando el morocho abrió los ojos se dio cuenta que ambos habían faltado a clases.
-Despierta. Ya es muy tarde, nos hemos quedado dormidos.
-¿Qué? ¿Qué hora es? ¿Qué día es? ¿Qué…?- Dijo el rubio con una serenidad en el rostro que el morocho nunca antes había visto.
-Que nos hemos dormido. Ya es mediodía.
-No he dormido así en mucho tiempo. Llevo más de un año sin poder conciliar el sueño. ¿Qué me hiciste? ¿Qué le pusiste a la sopa?
-Nada, solo te hice compañía, nada más. Ya debo irme, mi familia debe estar preocupada.
El morocho tomo su abrigo, abrió la puerta y se dirigió a su hogar dejando al rubio holgazaneando en su cama.
Naruto mientras tanto trataba de comprender en su mente lo que había pasado. En realidad lo que le preocupaba era la presencia de aquel extraño que hasta el momento solo le había traído paz y le había hecho bien.
Naruto decidió distender su mente yendo a la vieja plaza donde unos tiros al cesto le harían no pensar en nada, cuando de repente se le acerca un joven alto, de tez blanca con cabellos azabaches y ojos muy negros, tenía una estructura de cuerpo bien formada que se podía apreciar en su traje, que por cierto se notaba bastante caro.
-Buenas tardes, soy Itachi, no quiero interrumpirte pero ¿Puedo charlar un rato contigo?
-Hola. No sé que podría hablar con un desconocido.
-Te he estado observando desde lejos. La verdad es que soy productor y vengo de hacer un casting en el cual me ha ido fatal. Te vi encestar con tus cabellos dorados al viento y tu estructura corporal realmente llamativa y creo que eres lo que estamos buscando.
-Jajaja ¿De qué hablas?
-Estamos por empezar a rodar una serie y el perfil del protagonista es como el que veo en ti.
-No… te equivocas, yo de eso nada.
-Bueno vale, te dejo mi número. Me gustaría charlarlo en otro lugar más cómodo y más tranquilos.- Itachi anota un numero en un papel blanco y se lo entrega.
-Bueno, quizá necesite despejarme y te llame.
-Estaré esperando el llamado. Será hasta entonces.
Itachi sube al auto y se va hacia el lado oeste de la ciudad dejando a un Naruto pensativo ante la propuesta que él le hizo.
El joven productor camino al estudio pensaba en lo mal que le había ido en el casting esa mañana. Se había dado por vencido ya que ninguno de los postulantes daba con el perfil que él estaba buscando. Estaba frustrado y desilusionado pero el ver a ese rubio en la plaza le devolvió las esperanzas y decidió hablar con él. No esperaba que aceptase en ese momento ya que era un completo desconocido pero aun así le dejo su número e iba a esperar su llamado.