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Yellow por Lizama24

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Notas del fanfic:

Fanfic participante del desafío "Una canción para ti, para un fic".

Pareja: KaixUruha.

Canción: Yellow de Coldplay. 

Look at the stars

Look how they shine for you

And everything you do

Yeah, they were all yellow

 

 

Su nombre y su rostro no eran sólo apreciados por mí; todo el mundo podía verlos. Lo aclamaban y adoraban como si de un dios se tratase. No era más que fanatismo, yo lo sabía. Sin embargo, él lo merecía. Tanabe estaba muy cerca de ser considerado algo divino, al menos por creencia de todos nosotros. Su vida y trayectoria daban para hacer suspirar, admirar, querer ser como él. No era sólo el hecho de su carrera, sino del alma que estaba envuelta en ese cuerpo de piel y huesos.

 

Cuando joven, Tanabe debutó en el mundo de la perfección, de lo artificial y sin razón. Se volvió, al principio, en un muñeco de plástico, retocado por las cámaras y el maquillaje, hecho mierda por los prejuicios.Pero él no quiso permanecer de esa forma; sabía que podía obtener mucho más que eso. Él, por sí mismo, era hermoso; juvenil, masculino y con un carisma encantador. Podrías perderte en sus ojos y morir sin haber querido regresar.

 

La familia de Tanabe tenía dinero, pero no tenían ninguna relación laboral con algo como una agencia de modelos. Aunque eso no es lo importante.Tanabe escaló por su cuenta y se hizo admirado por sus propias acciones. Tanabe, tan único y noble. Trabajó y con el dinero que lógicamente le sobraba, se dio a la tarea de ayudar a cuanta persona podía; huérfanos, principalmente. Tiene un gusto por los niños, los adora y cree son lo único en el mundo que no está echado a perder.

 

¿Cómo sé todo esto? Soy quien más suspira por él. Su fan. Aunque no es difícil saberlo, todos brillan para él.

 

 

—Yutaka… —Sólo cuando estaba yo solo, viéndolo sonreír en televisión, me daba el lujo de llamarlo por su nombre—. Eso te queda tan bien.

 

Yutaka hacía que yo sonriera como un idiota, mientras él seguía hablando a todo mundo con esa alegría que lo cubría de pies a cabeza. Era feliz. Él desprendía una luz que en muchos de nosotros ya se había apagado. Una luz amarilla. Y no había forma que algo así pudiera fingirlo.

 

***

Your skin

Oh, yeah, your skin and bones

Turn into something beautiful

Do you know

You know I love you so?

You know I love you so?

 

Frente a las cámaras él muestra siempre una cara de seriedad. Me causa tanta gracia que casi reí mientras tomaban la fotografía, pero ¿realmente importaba? Yo no sería visto por nadie. Yo no soy nadie y eso era lamentable. Quería ser visto por los demás, porque quería ser alguien para él.

 

Apenas pude cruzar simples palabras con Tanabe y con ello me di cuenta que hace que todos los de su alrededor se vean mejor cuando está presente; parecen casi perfectos, casi como él. Nos miramos por breves segundos, antes de que saliera de la sala para correr a su siguiente cita. Yo aún no soy nada para él, pero quiero serlo. Poder estar donde está; para estar con él.

 

Desde que entré a la compañía pude estar cerca suyo, hablarle, al menos saludarlo. Se volvió una obsesión placentera verme en las fotografías donde él estaba; junto a un grupo de personas más, siendo todos “extras”, pero al final yo estaba ahí, adorandolo.

 

Cada día es tan amable que no puedo evitar derretirme con él, mostrarle que estoy enamorado y yo sé que lo sabe. Su sonrisa cada vez que nos encontramos, cada vez que se despide y ese “Espero vernos mañana”, son suficientes para que yo quiera confesarle cuánto le amo. Yo sé que él está consciente de todo esto que me hace sentir.

 

—¿Quién podría no amarte? —Le dije, riéndo para restarle importancia y para que su solitaria risa no pareciera que estaba rompiendo con todas mis esperanzas.

 

—No necesito el amor de todos.

 

Y con un beso en la mejilla de despedida, siendo esto tan poco común, me hizo querer dedicarle cada verso, palabra, frase e historia que hubiera creado mi cabeza hasta entonces.

 

***

I swam across

I jumped across for you

Oh, what a thing to do

'Cos you were all yellow

 

I drew a line

I drew a line for you

Oh, what a thing to do

And it was all yellow

 

—Él no es tan delgado—susurré realmente para mí, pero ella volteó y comprendiendo en su totalidad. Bufó.

 

—Tú no eres él.

 

Abrí la llave sin preocuparme si con todo el agua desperdiciada podría dejar una ciudad sin ella; a veces me valía mucho el resto. Me incliné hasta que pude hundir mi rostro entre la poca agua que se estancaba en mis manos. Abrí los ojos, sintiéndome más despierto. Con prisa me propuse a eliminar el asqueroso sabor del vómito que quedaba en mi boca; por ello tardaba más en cepillarme los dientes desde hace meses. Bueno, realmente tardaba mucho más en el baño aparte de por lavarme los dientes: las ojeras necesitaba cubrirlas hasta que se borraran por completo, y necesitaba hacer que mi rostro no estuviera tan desfavorable.

 

Sobre aquel espejo, arriba del lavabo, podía ver claramente las líneas que se marcaban en mis clavículas. Si levantaba mi camiseta podría tocar y ver algunas de esas líneas por mi pecho, mi abdomen y la zona de la cadera que habían aparecido en las últimas semanas. Pero aún no era suficiente, claro que no.

 

Froté mi cabello con una toalla hasta dejarlo completamente seco y lo até en una coleta alta que desharía antes de irme al trabajo. No quería que todos notaran mis esfuerzos por adelgazar; ni siquiera él. Porque entonces no sería como Yutaka, sino una imitación. Y todos últimamente se empeñaban a detener mi lucha de crecer, de saltar a donde Yutaka estaba. Maquillé mis ojos, y en general todo mi rostro, pues el color pálido no era para nada atractivo. Vi mi reflejo por última vez antes de apartarme y ponerme otra camiseta seca.

 

—Aún no es suficiente.

 

Salí de casa luego de una media hora aproximadamente. Ese día teníamos que estar temprano para que nos arreglaran con miles de cosas que aún no comprendo. Es decir, las personas no van por ahí vistiendo adornos ridículos. Ninguna mujer que vea las pasarelas se comprará las alas que llevaba en la espalda la modelo, es más: no las venden.

 

En fin, todas esas porquerías fueron puestas en cada uno de mis compañeros y yo: los invisibles. Sólo nos utilizan para comerciales, revistas y cualquier forma de hacer propaganda de lo que querían vender o mostrar. Sólo los “grandes” participan en cosas importantes y cada uno de ellos había dejado de ser sólo una figura bonita. Las masas se interesaban en el corazón de los “grandes”.

 

Yutaka hoy llegó tarde, se disculpó con todo mundo y corrió para ser preparado. Pero él no necesita ser preparado, es hermoso hasta cuando se ve que ni se ha peinado. Con su voz hizo que todos sonrieran mágicamente, degollando el estrés. Volvió luego de varios minutos, vestido y maquillado. Me vio y sonrió como siempre, y como siempre sentí me desharía por él.

 

—Te ves genial, el negro te va muy bien. Sobre todo en los labios.

 

Hubiera querido responderle con otro halago. Tú siempre te ves tan bien. Tú eres algo hermoso. Pero la voz no me regresó hasta que él ya se había ido a cambiar, luego de haberse reído ante mi estúpida cara de nervios que seguro debí tener.

 

***

And your skin

Oh, yeah, your skin and bones

Turn into something beautiful

Do you know

For you I'd bleed myself dry?

For you I'd bleed myself dry?

 

—Otra vez… —masculló por lo bajo, guardando su móvil en el bolsillo de su chaqueta y poniéndose de pie con furia en cada uno de sus movimientos —. Nos vemos.

 

Gruñó, saliendo con prisa de lo que era nuestra área para dejar nuestras cosas.

 

—Se le veía enojado —aseguró uno de mis compañeros.

 

Negué en mi interior; no estaba enojado, sino que sentía una terrible angustia y seguramente llegaría a su casa a volver el estómago.

 

Yo también guardé mi otro teléfono celular luego de enviarle un último mensaje: Pudrete, maldito cerdo. Y además, marica.

 

Si hay alguien que me preocupa como obstáculo para llegar a donde quiero, ese es Ruki, o Takanori, como en realidad se llama. Tiene la habilidad de agradar a quien se proponga, es atractivo, delgado y de buena clase. También sé que haría lo que fuera para cumplir cada uno de sus caprichos, hasta dar el culo. Pero no todo estaba perdido; como su buen amigo que era, conocía su debilidad. Y es que Ruki estaba más obsesionado por su masa corporal que yo; a mí sólo me preocupaba para ser visto como el muñeco perfecto para las cámaras, pero él sentía que si estaba gordo era una completa escoria.

 

Yo lo supe desde el principio: no comía, tomaba grandes cantidades de agua y fumaba como un desquiciado. Bueno, sólo lo sospechaba, pero eran pruebas muy obvias para mí. Por ello me volví su amigo; necesitaba consejos que no me mataran y se veía él sabía lo que hacía. Llegué con él diciéndole que me sentía como una cucaracha porque, vamos, todo el mundo aquí escuchaba sus malditas quejas de su cuerpo todos los días y te dabas cuenta que no era sólo vanidad. Con el tiempo me confió cada una de sus técnicas y porqué hacía las mismas.

 

Los mensajes de burlas y agresiones empezaron luego de ver que los jefes le estaban considerando bastante. No sólo por texto, las redes sociales también fueron de gran ayuda. Llegar más arriba era una oportunidad de uno en años, y éste era mi turno, no de Takanori. Vino diciéndome de todos esos acosos y obviamente le dije que los ignorara sabiendo que no lo haría. Además, me las arreglé para hacer que la báscula de su casa le mintiera. Yo sabía lo delgado que estaba, pero él no. Mi propósito no era matarlo, era quitarlo del camino antes de que los superiores lo transformaran en uno de los “grandes” y yo me quedara estancado. No me he “desangrado” tanto para eso.

 

Asqueroso cerdo.

 

***

 

Sobre mis párpados una sombra oscura cubría por completo, el delineado hacía lucir mis ojos más grandes así como el color negro sobre mis labios. Mi maquillista personal tiene las mejillas rosas, la piel aperlada y un cabello horroroso. Siempre debe usar rubor para que mi rostro no se vea tan pálido y me sugiere todos los días que duerma más. Al contrario, el fotógrafo dice que nunca he estado mejor; yo alego eso, pero ella dice que es porque hace su trabajo bien.

 

Soy uno de “ellos”; al fin, luego de tanto. Terminaron dándose cuenta de lo que yo era capaz. Ruki terminó renunciando y yendo a un lugar de locos para curar su trastorno alimenticio. Al pobre le dolió mucho el video donde mostraba su rutina de la mañana: donde vomitaba, se llamaba gordo y tomaba unas pastillas para adelgazar. Le dolió, y sus amigos no tardaron en correr y ayudarlo, por lo que dejó de ser rival para mí. Ahora sé que pudo estar con Tanabe,¿no? Soy perfecto, como él.

 

Me miró con los ojos muy abiertos y sus labios, dejando escapar el aire de sus pulmones con suma lentitud. Mi mano aún no se despegaba del picaporte ante la impresión, sintiendo terror de haber sido escuchado. Incluso, pudiera asegurar que mis labios están húmedos y que el pestilente olor permanece en mí.

 

—Yuta… Tanabe.

 

Parpadeó con una mirada confundida que me confundió a mí. Cuando volvió en sí, frunció su entrecejo y me tomó del brazo para empujarme dentro del baño de nuevo. Me asusté, ¿acaso Yutaka puede molestarse? Cerró la puerta, con seguro,  y me tomó de los hombros para en seguida acercarse demasiado a mi rostro. Mis labios temblaron, el pulso de mi corazón se había acelerado y por un momento sentí que mis piernas me dejarían caer al suelo. Jamás había sentido su respiración contra mi carne.

 

—¡¿Estás loco?! —gritó, y quise alejarme, empujándolo por la cadera. No quería verlo de esa forma.

 

—Yo… yo estoy enfermo y por eso vomité —tartamudee como pude, sintiendo que mis piernas pegaban contra la taza del baño y que por ello no había escapatoria de esos ojos furiosos.

 

—No —gruñó, demostrando que no me creía.

 

Me tomó por la espalda para empujarme hasta el lavabo, que no estaba muy lejos, y empujó mi cabeza hacia abajo. Sentí me quería ahogar cuando empezó a mojarme cuanto podía con el chorro de agua. Mis cabellos que tuvieron mala suerte se mojaron, a la par que todo el maquillaje que tenía se salía de su lugar. Cuando no pude más, luego de tres segundos, empujé el lavabo con mis manos para poder separarme. Respiré agitadamente, viendo borroso el reflejo del espejo en donde podía notar, apenas, la mirada de Yutaka fija en mí. Esa molestia pronto cambió a una de dolor que me puso aún peor.

 

—Lo sabía. ¿Recuerdas? —Me separé para tomar toallas de papel y poder secarme lo mejor posible —. ¿Recuerdas cuando te dije habías adelgazado mucho? Y tu respuesta fue: “No, sigo igual” —Quiso reír, pero ni para el sarcasmo pudo hacerlo —. Lo peor es que no hice nada. Y yo lo sabía.

 

—No tenías porqué—Mientras yo hablaba, fui haciendo bolita las toallas ahora húmedas y despedazandose. Oí que suspiraba y caminaba hacia la puerta —. Lo siento.

 

Se detuvo ante mi afligido susurro. Levanté la mirada hacia él y me sentí destrozado al ver que lloraba. ¿Por qué tenía que hacerlo, si yo era el que había hecho tonterías? Pero él no entendería que tenía que ser rápido, brincar y llegar lo más lejos posible. Sino, nunca sería ni su sombra. Él es tan perfecto que no había ninguna posibilidad si no lo hacía. Me abrazó, hundiendo su rostro en mi cuello para continuar llorando. Solté la bola de papel y lo apreté entre mis brazos. Yo no entendía; no entendí cómo Yutaka estaba llorando por algo como yo. Yo, quien no soy más que alguien que le adora en secreto.

 

—¿Por qué?, ¿por qué lo hiciste?

 

Reí por su pregunta, entre lágrimas y mi nariz congestionada. ¿Cómo le explicas a alguien que lo haces por amor? ¿Cómo le explico que lo amo?

 

—Tenía que estar aquí, lograr estar a tu lado —balbuceaba, apretando entre cada pausa mis labios. Era horrible oírle llorar —. Yo no quería que estuvieras tan lejos. Incluso ahora, estás tan arriba que no pudo tocarte.

 

—Pero… yo no estoy en ningún lado. ¿No lo entiendes? Estoy haciendo lo que me gusta, pero sin hacerme daño. Es mi mensaje: puedes lograr todo lo que te propongas, de buena forma. Yo no me lastimé; no vomité, no hice mierda mi cuerpo.

 

—Es porque tú eres perfecto —Se separó para verme a los ojos, retirando con sus dedos mis lágrimas. Me pregunté si no debería hacerlo yo, pero mis manos estaban tiesas en su espalda —. Jamás sería como tú y ni lo intento. No quiero serlo, quiero estar junto a ti. Sólo eso. Tú eres demasiado hermoso y buena persona para intentar imitarte, incluso ser lo mínimo de ti.

 

Me confesé como tal vez ya muchas veces lo había hecho. Sus dedos se movían por mi rostro y su llanto había cesado. Me miraba incrédulo, dudando de cada frase que mostraba mi locura por él. Locura que aumentó cuando sentí sus labios con los míos. Luché por separarme, intentando retirar sus manos que se habían posado en mis mejillas. Creí que pensaría que había malinterpretado las cosas, pero comprendió muy bien porqué no quería me besara y por ello siguió haciéndolo. Sus labios eran demasiado hermosos y dulces como para besarme luego de haber vuelto el estómago, y como para besar a alguien con un cuerpo de mierda como había dicho.

 

Recorrió mi cuerpo con lentas caricias y no detuvo en ningún instante el beso que había iniciado. Me di por vencido y correspondió con total gusto, sintiendo que todo era un maravilloso sueño. Podría derretirme en esos brazos, siendo calentado por su aliento. Me sonrió para luego susurrar que yo le gustaba. Fue mi turno para querer llorar, aunque lógicamente no lo hice, se me hizo más importante continuar besándolo.

 

—No soy perfecto. Y si lo fuera, yo no necesito hagas nada por mí. Tú me gustas tal y como eres… desde el principio me gustaste —Abrazaba mi torso con fuerza, fijando su vista en mis ojos que brillaban ante la imagen que me daba —. Aunque sí quiero algo: que me dejes ayudarte.

 

El lugar, un baño de la compañía, no era el más deseado por mí en mi fantasía de que Yutaka se confesara. Pero en ese instante no me importó en lo absoluto. Y no dudé en acceder a tener su ayuda; a mí me daba igual mi peso, mi físico o si seguía trabajando en esto. Lo único que quería, y he querido, es a él.

 

—Kouyou, te quiero.

 

En ese momento volví a estrujarlo, escondiéndolo en mis brazos como si me perteneciera. Le conté cuánto lo amaba y que quería estar siempre con él, sin importarme cuánto de eso podía cumplirse.

 

Yo no cabía en mi asombro. ¿Cómo podía él quererme a mí, teniendo a miles de estrellas brillando por él?

 

Notas finales:

Gracias por leer. <3


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