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Noche de Halloween por Sakkura Princess Yaoi

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Notas del fanfic:

Pues aquí les traigo otro fic de una pareja Crack, que en realidad no es tan crack, para mi si tiene fundamentos.

Pero supongo que lo es.

ADVERTENCIAS: Diría que un poco de PWP, y OoC. 

 

 

Todos los derechos de los personajes por desgracia no me pertenecen, así que hago esto sin fines de lucro, y para entretenerme en lugar de hacer mis deberes!

Notas del capitulo:

Sin más, espero les gusté! Esta vez no dejo imagen, porque deje la portada en la descripción! ;) 

 

 

Se balanceaba entre los enormes edificios de Nueva York, llevaba bastante prisa, pues había escapado de la fiesta de disfraces que sus padres organizaban. Los superhéroes más poderosos del planeta, disfrazados y bebiendo, eran igual de… ridículos que cualquier otro. Además, él se moría por ver a alguien, por estar con alguien.

Sus pies apenas hicieron ruido, cuando pisó el balcón de esa antigua casa en el centro de la gran manzana, esa que desentonaba con el resto, y que siempre le había causado escalofríos, por diferentes razones, en recientes fechas eran por algo bastante agradable a su parecer.

Con una sonrisa, debajo de la máscara roja, se asomó entre los ventanales, dispuesto a ser quien sorprendiera esta vez al maestro de los misterios, sus manos rozaron el ventanal y estaba por abrirlo, cuando sintió una presión a su alrededor, y luego una capa roja, lo hizo moverse hacia atrás, topándose con un pecho fornido, y unos brazos que le apresaron por la cintura.

—Tan travieso y curioso como siempre—La voz de exótico acento susurrando a su oído, le erizó cada bello del cuerpo.

—Siempre has dicho que soy un chico curioso, que eso es lo que te gusta—Respondió, girando aún envuelto por los brazos y la capa, desprendiéndose entonces de la máscara, dejando ver su rostro infantil, su cabello castaño, y sus ojos almendrados. Mirando a la vez, ese rostro maduro, con la ligera barba obscura como su cabello, dónde se dejaban ver algunas canas, que le daba un aura mucho más sensual y altiva.

—Eso he dicho—Aceptó el hombre, acariciándole una mejilla, inclinándose para regalarle un beso dulce, tierno, disfrutando como siempre de los sonrosados labios que se ofrecían a él cual fruta fresca y madura.  Le acarició la cintura, e invadió su boca, separándose solo para poder contemplar sus mejillas sonrojadas. —¿Tus padres no notaran que te escapaste de nuevo?

—Con el traje que usa papi, papá no le quitara los ojos de encima. Están concentrados en ellos—Respondió enredando sus brazos en el cuello del hechicero.

—¿Y tú no quisiste salir con tus amigos? En esta edad, las costumbres sociales, son de vital importancia para la construcción del individuo. Lo sabes.

—Amo cuando hablas serio, cómo si así fuera a aburrirme a irme, lo siento Doc. Eso no va a pasar—Esta vez fue él, quien se abalanzó sobre Strange, para unir sus labios en un beso apasionado e intenso. Sintió las manos de Stephen pasearse por su cuerpo, su piel se erizó bajo el traje cuando las grandes y hábiles falanges acariciaron su trasero, riendo contra los labios del otro, en cuanto este le alzó por las piernas.

—No me culpes por intentarlo. Siento que en cualquier momento un escudo va a golpearme en la cabeza—Le dijo llevándole dentro, depositándole en la cama de su habitación. —O la policía va a arrestarme, lo que suceda primero. —Pronunció, mientras la capa se desprendía de sus hombros.

—Nos escaparemos a otro universo y ya está. ¿No? —le dijo, comenzando a abrirle el extraño traje que Stephen usaba, ese que en cierto momento le daba tantos problemas, pero que ahora habría sin esfuerzos.

—Lo haces sonar muy fácil.

—Cuando mi novio es el hechicero supremo, lo parece—Dijo sintiendo a la vez las manos de Stephan, acariciando su cuerpo, para bajarle despacio el traje.

—No entiendes nada sobre las realidades. —Le increpó, comenzando a besarle los hombros que habían quedado desnudos.

—No…—Suspiró, acariciando la espalda del mayor, que ya había descubierto, sintiendo al mismo tiempo los labios de Strange en su pecho.

—Eres un niño—Masculló, con su boca bajando ahora por el cuerpo del más joven, dando un casto beso a su ombligo, que causó que el chico se estremeciera en sus labios.

Stephen había enfrentado enemigos, temores y amenazas, peores de los que cualquier mortal pudiera imaginar. Había visto a Dormmamu al rostro, y a sus amigos morir. Había visto trastocada su vida muchas veces, pero debía confesar que el chico que estaba debajo de él, soltando pequeños gemidos ante sus caricias, ese chico le asustaba más que cualquier cosa.

Peter lo hacía tener miedo del futuro, de perderle, de todas las cosas que pasarían, si ese adolescente un día despertaba y decidía dejarle, decidía que ya no es divertido salir con “el colega de papá”. Que lo de escaparse y verse a escondidas, ya no es suficiente.

—Estás distraído—Le increpó Peter, empujándole, para ser ahora él quien quedará sobre el hechicero, sentándose sobre sus caderas.

—Sólo pensaba en lo realmente joven que eres—Se excusó, acariciando sus caderas, metiendo las manos bajó la parte interior del traje, acariciando los glúteos del menor directamente.

—Y piensas en eso, mientras me agarras el trasero. Eres un pervertido —Acusó, inclinándose a la boca ajena, compartiendo un beso húmedo y lleno de saliva.

—En efecto lo soy—Asintió, mordiéndole el labio inferior, haciendo en ese momento que lo que quedaba de tela sobre el castaño desapareciera, dejándole completamente desnudo y a su merced.

Al momento de tener al adolescente desnudo, Stephen se olvidó de sus temores, para devorarlo pedazo a pedazo. Le gustaba recorrer la cálida y suave piel, le gustaba usar su lengua, haciendo que el delgado cuerpo temblara. Juagaba con él, lo hacía agitarse y revolverse, dejándole con las mejillas rojas, y las piernas como gelatina.

—Stephen… Stephen…—Gemía dulce, con sus manos enterradas en el cabello obscuro. Viendo con sus ojos entrecerrados y brillantes, cómo el otro devoraba su miembro, cómo le tentaba, usando sus labios solo en la punta de su sexo.

—Eres tan bello—Susurró el hombre con voz ronca, elevándose para llegar hasta su rostro, viendo las mejillas rojas, y los labios invitantes.

—Y tu muy sensual—el joven Stark-Rogers, lo volvió a empujar, para así descender por su cuerpo, abriéndole el holgado pantalón, comenzando a succionar aún sobre la ropa interior la erección que ya se sentía dura contra su lengua.

Lo liberó de su prisión de tela, empezando a meterlo lentamente en su boca, succionando al interior, acariciándolo con su lengua aún dentro. El doctor emitía gruñidos roncos de complacencia, por el trabajo que el más chico le daba a su miembro, y pensar que apenas unos cuantos meses atrás, ese niño era virgen. Aún le remordía la conciencia por haberle “robado su inocencia”, pero eso se olvidaba cada vez que le tenía en sus brazos.

—Ven acá, Peter—Le llamó, jalando su cuerpo, para volver a sentarlo en sus caderas, abrazándole por la cintura, repartiendo besos por su cuello, dejando también feroces mordidas, que luego el retoño de los “superhusbands”, tendría problemas en ocultar.

Strange susurró un hechizo al oído de Peter, y este sabía lo que significaba, y su cuerpo burbujeaba ansioso por ello, sintió los dedos húmedos y resbalosos, jugando primero alrededor de su entrada y luego se introducían uno a uno, expandiendo su pasaje.

—Stephen… ya… lo hicimos ayer, esto no era necesario—se quejó febril al oído del supremo hechicero.

—Estás muy ansioso, puedo sentirlo—Se burló el doctor, sacando sus dedos, separando con sus enormes y largas manos los glúteos del castaño, para que su miembro se perfilara adecuadamente en la pequeña entrada, que se fue abriendo, conforme la gran erección de su pareja se internaba en él, distrayéndose con los besos tiernos que compartían, que se interrumpían por las exclamaciones de placer de ambos, que en esos momentos se limitaban en quejidos ahogados, y suspiros de estremecimiento.

—Stephen… te amo—Su voz sonó sollozante, al dar esa declaración, justo cuando todo el miembro ajeno, llenó su interior.

Stephen en respuesta, le estrechó con fuerza, y le plantó un beso tan apasionado e intenso que hizo girar la cabeza del menor. Dejándole sin aire, causando que su corazón latiera acelerado.

—También te amo, Pete—Le respondió, moviendo suave sus caderas hacía arriba, penetrando el tonificado cuerpo.

Sus caderas se movieron a un mismo ritmo, el mayor sujetaba las piernas blancas, y Peter se aferraba en sus hombros, para aumentar la velocidad de sus movimientos.

En cierto momento, Stephen abandonó el interior de su pareja, para ponerlo boca abajo contra las sabanas, sujetando sus caderas, volviendo a penetrarlo, a un ritmo mucho más fuerte.

Las manos de Peter se aferraban a las almohadas, y separaba sus piernas, para que fueran más fáciles los movimientos. Los sonidos de su cuerpo uniéndose, el rechinar de la cama, los gemidos de ambos y sus corazones acelerados, inundaban los oídos de la pareja, perdiéndose en las intensas sensaciones de compartir aquella íntima unión.

Strange dejo besos de mariposa en la juvenil espalda, allí donde la columna vertebral podía adivinarse sutilmente cuando el cuerpo se arqueaba, presa del intenso placer.

—Es… ah… así, más fuerte, por favor… por favor, más duro Stephen—Rogaba, y su amante no dudo en hacer caso a sus ruegos, moviéndose con más fuerza y rapidez, clavando sus dedos en las delgadas y masculinas caderas.

Pero a Strange, le gustaba verlo, le gustaba ver como los ojos de Peter se nublaba de placer, cómo su boca se abría en una perfecta “o”, y que le arañara los brazos, hasta venirse, con sollozos necesitados.

Por ello lo volvió a girar, levantando una de sus piernas, internándose de una feroz embestida, continuando con los erráticos movimientos, masturbándole a la par que sus caderas se agitaban, presionando el prepucio, viendo cómo el adolescente se moría por terminar.

Se inclinó, tomando entre sus dientes uno de sus tiernos pezones, sin dejar de moverse, jalándolo provocando lo que tanto deseaba, que las manos del menor dejarán de arrugar las sabanas y se dedicarán a arañar su espalda y sus antebrazos. Podría sentir las pequeñas gotas de sangre que el otro sacaba, deslizándose por su piel. Y eso solo lo animaba más, a embestir con más fuerza, a impedirle terminar, para que suplicara y siguiera rasguñando.

Aunque de poco a poco, empezó a sentir que él también estaba siendo vencido por el placer, así que masturbó a su amante, siguiendo la misma velocidad que sus cuerpos, lo miró culminar, terminando con su apellido muriendo en los suaves labios. Con sus manos aún prendidas de sus antebrazos, hasta que él mismo se vino espeso y caliente en el interior del chico.

—Si me embarazas, entonces tendremos un problema. —Comentó Peter, con ese humor tan parecido al de su padre. Strange solo rió, saliendo de él, recostándose a su lado, para atraerlo y abrazarlo, estaba completamente perdido por ese niño.

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—¿Qué quieres ver? Está… Diario de una pasión y los Ilusionistas. Podemos ver esa, y que te enseñen un par de trucos. —Peter le hablaba, mientras se encontraba aún desnudo, pero fresco después de un baño, se encontraba recostado en la inmensa cama del doctor, cambiando de canales a la televisión frente esta.

—¿No hay nada más? —Strange se había levantado por la rebanada de pay de queso con zarzamoras que el otro amaba, y qué por ello, el siempre procuraba tener uno a la mano.

—Va a ser media noche, no hay mucho que ver—Explicó Peter, tomando la rebanada, para tomar con el tenedor un pequeño trozo que saboreó a conciencia.

Strange tomó el control, comenzando a cambiar el canal, topándose entonces con las noticias. Había un gran escándalo en la ciudad, los dos se quedaron viendo la pantalla, dónde la conductora narraba aterrada, cómo todas las personas que llevaban disfraces se habían convertido en las bestias que intentaban representar.

—Mordo…—Masculló Stephen, y al instante al ponerse de pie, la capa voló hacía él, enredándose en su cuerpo, haciendo aparecer su traje.

Peter hizo lo propio, aunque más lento, al ponerse el traje del famoso arácnido. —¿Tu viejo amigo?

—Eso parece—Asintió Strange. —Tenemos que ir a donde los vengadores ahora mismo.

—Sí, es raro que aún no estén en la ciudad—Otorgó Peter, antes de pararse a pensar algo, sujetando del brazo a su pareja.

—Pero si salimos, ¿No nos pasará lo mismo?

—Sus poderes no me afectan y …—Se acercó al chico, levantando un poco la máscara de este para darle un apasionado beso. —hace mucho tiempo que puse un hechizo de protección en ti.

—¿Estoy hechizado…? —Preguntó, siguiendo al mayor al balcón. —¡Cool! —Exclamó con su tono juvenil, sintiendo entonces sus pies elevarse del suelo. Con el tiempo se había acostumbrado a la manera de volar de Strange, y a como este le llevaba a su lado.

Sobrevolaron la ciudad, mirando todo el caos que había en ella, hombres lobo, vampiros, momias, zombis, tenían que acabar con eso rápido, pero primero tenían que ver a los otros vengadores y averiguar porque aún no estaban allí, salvando la ciudad.

Al aterrizar al piso de la torre Stark, Peter se alarmó al ver el desastre en el que se había convertido, el cual era normal al día siguiente en la mañana, pero no a las doce de la noche.

—¿Papá? —Llamó entrando lentamente, seguido de Stephen, que parecía concentrando en expandir una especie de protección alrededor de la torre. —¿Papi? —Volvió a llamar caminando más… cuando un enorme perro… un lobo mejor dicho, le saltó encima, apoyando las patas delanteras en su pecho, gruñéndole, comenzando luego a olfatearle, para al final lamerle amoroso la cara, haciendo que el chico arácnido cayera en cuenta de las cosas. —¿Papá? —El lobo ladró pareciendo feliz de que lo hubiera reconocido.

—¡Peter! —El castaño alzó la vista, topándose con su otro padre. Tony seguía ataviado con el mismo traje que llevaba cuando él se marchó, pero los colmillos en su boca parecían más reales que nunca, al igual que el tono rojizo en sus ojos.

El hombre araña se puso en pie, avanzando lentamente a su padre. Sintiendo la presencia de Strange tras de él, cuidándole, mientras el nuevo Steve lobo, le gruñía, como si olfateara algo que no le gustaba en el hechicero.

—¿Estás bien papá?

—Si por bien, entiendes a mi transformado en un personaje de Anna Rice, si quizá me encuentre bien. —Respondió irónico.

—¿Y los otros?

—Legolas, puso a dormir a la mayoría, y ahora se encuentra abajo con Banner intentando descubrir que es lo que está pasando.

—No podrán hacerlo, esto es algo que escapa a tu tecnología, Stark—Habló por primera vez el hechicero. —Fuerzas antiguas que están favoreciendo a un antiguo maestro.

—Entonces tu sabes que está pasando—Dictaminó Tony.

—Así es, pero requiero de tu torre, y parte de tus aparatos para revertir el efecto. Y que me cubran, pues en cuanto Mordo noté que ya empecé a repeler su hechizo, vendrá aquí. No sé qué tan fuerte sea ahora, pero no será un enemigo fácil, eso es seguro.

—Clint y Bruce no han encontrado nada—La misma Marilyn Monroe, entró caminando al abrirse el elevador.

—¿Tía Nat? —Cuestionó Peter. A lo que la rubia le sonrió asintiendo.

—A ti parece que no te afectó Peter.

—Es cierto, ¿Por qué ustedes no están afectados? —Preguntó Tony, sirviéndose con manos temblorosas un vaso de vino tinto, sentía la boca seca, y el cuello de la espía, ahora convertida en estrella de los 50’s, lucía demasiado apetitosa.

—La casa de Steph… del doctor Strange, tiene una protección especial y yo tengo un hechizo que me protegió al salir.

—¿Por qué tienes un hechizo? —Preguntó la rubia.

—¿Por qué estabas en la casa de Strange?

—Señores, tenemos hombres lobo, y creaturas de los más temibles cuentos en las calles. Tenemos prioridades. Stark, sé que conservaste la estructura del portal que el Doctor Selvig construyó para Loki. Lo necesito.

—Lo que ordene su majestad. —Le respondió —Sígueme por aquí—Señaló con la cabeza. El hechicero se despidió con un gesto de Peter, que se quedó sentado en el suelo, rascando la cabeza de su otro padre.

—Strange…—La viuda, aún con otro cuerpo, seguía teniendo esa expresión de que sabía todo lo que ocurría en el mundo.

—Shh… papá va a escucharte—Le dijo, tapándole los oídos al canino, que solo ladeó de forma adorable su cabeza.

—No creo que comprenda nada de lo que decimos. Pero debo decir que no me sorprende, gané la apuesta.

—¿Apuesta?

—Steve y Clint apostaban por el pervertido de las chimichangas, Tony y Bruce, por el sensual abogado. Pero yo… yo sabía que no sería ninguno de ellos, no sabía quien, pero sabía que no serían ellos.

—Das escalofríos, tía Nat, lo juro—Le dijo el chico. —Por suerte ustedes no tenían disfraces muy… peligrosos.

—No, Clint está feliz de ser un Elfo, y Bruce se disfrazó de él mismo, del Dr. Jekyll, así que a menos que tome alguna de las pequeñas pociones no hay peligro.

—¿María y Scott?

—María se disfrazó de conejita de Playboy, así que regresó donde Fury para buscar si había otras ciudades del globo con este problema. Scott…—Tomó un frasco de una repisa, mostrándole a la pequeña hormiga. —Wanda no está aquí, se encontraba en una misión en un país de Oriente, junto con Bucky, y Falcon. Rhodey se disfrazó de soldado zombi, está encerrado en una de las bodegas. No todos pudieron sobreponer su razón al hechizo.

—Nadie en la ciudad pudo—Masculló el hombre araña preocupado.

—Tu novio y tu padre se encargaran de eso.

—Mi novio—Peter pareció sonrojarse bajo el traje. —Es una linda forma de llamarlo.

—Con todo lo que hacen, al menos espero que  sean eso.

—Sí, claro, claro, somos pareja. El me lo pidió incluso antes de… bueno—Se encogió de hombros, enterneciendo el ahora más sensible corazón de la viuda negra.

En ese momento uno relámpago les deslumbró, y escucharon por los altavoces a Tony, llamándolos al helipuerto. Subieron, viendo a Strange, parado justo en medio del portal, estaba fungiendo como el teseractor lo había hecho antes. Un rayo de luz verde se alzaba a su alrededor hasta el cielo, formando una extraña tela, cómo de araña en realidad, que iba cubriendo de poco a poco, todo el cielo de Nueva York.

En ese momento, un hombre con una capucha obscura y traje verde, aterrizó dónde estaban, seguido de lo que parecían dos de sus discípulos.

Tony llamó a su traje, y Steve se colocó a su lado, gruñendo, mostrando unos colmillos gigantescos, Peter se acomodó mejor le traje, y Natasha se quedó junto al controlador de la máscara.

Cuando el primer tipo avanzó, fue de pronto tirado al suelo, por una flecha que electrificó su cuerpo. En ese momento vieron a Clint, bajando con increíbles piruetas de una parte más alta de la torre.

—Amo estos malditos poderes de elfo. —Exclamó divertido el espía, con el cabello  rubio largo, unos ojos azules sobre naturales, y unas orejas grandes y puntiagudas.

—¿Y Banner? —Le cuestionó la viuda.

—Viene para acá. Dijo que tiene una manera de ayudar al Doc. —Respondió, perfilando otra flecha en su arco, apuntando hacía los tipos.

—Bueno, menos charla, y más acción con los hijos de Gandalf—Señaló Tony, quien se encontraba justo enfrente de Strange, para impedir que nadie se acercara, mientras la inmensa tela, que parecía hecha con lazos de energía, seguía tejiéndose a lo largo del cielo, opacando a las estrellas.

—¡No podrás hacerlo Strange! —Se escuchó la voz fuerte y potente de Mordo. —Ya está hecho, mientras nosotros estamos aquí, todo está pasando.

—¿De qué rayos habla el aprendiz de Harry Potter? —Le cuestionó al hechicero, pero este parecía que se encontraba en un trance. —Bien, no me digas, ya se lo sacó yo… —Encendió sus propulsores, yéndosele encima a Mordo, terminando con las manos vacías, cuando este se desvaneció ante él.—Okey, esto me está molestando….

Uno de los aprendices de Mordo, creo varios clones suyos, y de pronto se desarrolló una batalla campal en el techo. Los vengadores tenían problemas al no comprender los poderes que sus enemigos poseían.

En medio de esta, Bruce apareció, conectando una especie de amplificador a la máquina, el haz de luz se hizo más fuerte alrededor de Stephen, de pronto hubo un destello, la tela que se estaba formando, se rompió en un montón de chispas de colores.

Peter saltó dentro de la luz, tomando el cuerpo del Doctor, que se desplomó al suelo, pero el arácnido consiguió detenerlo. Por un momento pensó que habían fallado, pero vio entonces a Tony, cubriendo a Steve con una sábana, que no atinó a saber de dónde la había sacado tan rápido, ya que su padre había vuelto a la normalidad y se encontraba desnudo.

—¡Rayos! Me gustaban esas orejas—Se quejó Clint.

—¡NO! ¡ESTO NO PUEDE SER! —todos voltearon entonces, viendo como Mordo enfadado, comenzaba a hacer brillar sus ojos, y recitar un hechizo, pero entonces Stephan se paró frente a él, intentando contrarrestar lo que intentaba hacer. Cuando su hechizo terminó por completo, el poder de Mordo se debilitó y Strange fue capaz de vencerlo.

Los chicos de SHIELD llegaron, para llevarse al hechicero a una nueva prisión, esta vez intentarían con algo más al estilo Tony, en vez de mandarlo a otra realidad.

La ciudad aunque aún con miedo, volvía poco a poco a la normalidad. Strange estaba sentado en una de las salas de la torre, en lo que arreglaban la principal, donde se llevaba a cabo la fiesta.

Clint bebía en la barra, y Bruce lo acompañaba, aunque sin ingerir alcohol. Natasha igual estaba a su lado, pero parecía concentrada en mandar algunos mensajes de texto.

Peter ya no llevaba su máscara, y estaba sentado junto a su novio, entregándole un vaso de agua. O al menos esa fue su intención, porque cuando el otro estaba por tomarlo, Stephen se fue hacía atrás, empujado por un muy molesto Capitán, que le levantó, tomándole por la capa, captando la atención de todos.

—Uh… al parecer si nos escuchó—Masculló la viuda, dándole un trago a su bebida.

—¿Escuchar? Steve, baja a Stephen ahora.

—Este tipo se está aprovechando de nuestro bebé—Reclamó Steve, agitando al hechicero.

—Papá, él no se está aprovechando de mí. Sólo déjalo.

—Por dios Stephen, tienes mi maldita edad. —declaró Tony, viendo ahora molesto al hechicero.

—Disculpen, pero si me permiten decir algo….

—No puedes mentirme, lo escuché de Peter—Recalcó Steve.

—Creí que no entendería nada siendo un lobo—Se encogió de hombros el menor.

—No voy a mentirle. Ahora si hace favor de soltarme, Capitán—Pidió con toda delicadeza.

—Papá, déjalo.

Steve suspiró y lo soltó con desgane, cruzándose de brazos al igual que Tony.

—Comienza a hablar, copia de… Sigfried y Royd. —Le dijo Stark.

—Bien, es verdad, yo salgo con Peter. Es mi pareja, pero quiero que ambos sepan que lo consideré mil veces, antes de… de aceptar esto.

—Para ser justos, yo lo acosé—Reconoció el pequeño castaño, con una mueca.

—Eso no importa—Interrumpió Stephan—Asumo toda la responsabilidad por eso, entiendo su molestia, que soy mayor para él…pero no voy a dejar de salir con él y mientras él me acepte no hay nada que ustedes puedan hacer para apartarlo de mí. Amo a Peter y…

—Y quizá este embarazado—Soltó el chico, siendo visto por los tres adultos al mismo tiempo—Lo siento, no debí decir eso, ¿Verdad? Digo tonterías cuando estoy tenso, continúen. —Tosió, llevando ambas manos a su espalda, comenzando a balancearse nervioso entre sus talones y las puntas.

—Les aseguro que nadie va a cuidarlo como yo—Prometió al par de enfadados padres. —Si puedo cuidar que Dormmamu no traspase a esta realidad, cuidar de Pete, será como quitarle un dulce a un bebé.

—O más bien darle tu dulce—Gritó Clint, recibiendo un pequeño golpe en las costillas por parte de Bruce.

—Peter, ¿De verdad estás seguro de querer esto? —preguntó Steve, a lo que Peter abrazó al Doctor.

—A quién le importa lo que él quiera—Exclamó Tony—El Señor David Coperfield, es un egocéntrico, egoísta, mujeriego, seductor, irritante, inmaduro pese a su edad. —Enlistó molesto.

—Acabas de … describirte Stark—Le hizo notar su esposo.

—Exacto, ¿Quieres a alguien como yo para nuestro hijo? —Se volteó a la pareja—No, no… y no lo acepto.

—Papá…—Se quejó Peter—Stephen no es así.

—He cambiado Stark. Lo sabes—Le dijo serio Strange. —No soy el mismo médico Strange egoísta y hambriento de reconocimiento. He madurado. Priorizado otras cosas.

—Bueno, en eso ya no se parece a ti Tony—Se burló de nuevo Clint de fondo, que junto con Bruce  y la viuda, estaban a modo de público.

—Peter, es un anciano. Siempre dijiste que te aburrían los ancianos, y él incluso vive en una casa de anciano.

—Lo amo Papá—Dijo suave Peter mirándole a los ojos—Y me ama a mí.

Tony se cruzó de brazos y rodó los ojos, en ese gesto que Steve tanto amaba de él. —Bien, igual es un capricho y se te pasa luego—Se dio media vuelta, avanzando a la barra donde estaban los otros tres—más les vale que ese no sea mi Whiskey especial—Señaló una botella.

 

Steve mientras tanto, miraba a su hijo y al ex cirujano. —Si le rompes el corazón, no me importa detrás de que muro de hechizos u brujería estés, te encontraré y voy a romperte la cara—Le amenazó el soldado.

—Comprendido Capitán—Asintió Stephen suavemente, con ese acento tan característico que volvía loco a la araña.

Steve se marchó a vigilar que Tony no vaciara la botella, si no es que Clint y Natasha lo hacían antes.

—¿Nadie se acordó de mí? —Scott entró, tapándose la entrepierna con una almohada. —No le hicieron hoyos al frasco, casi muero—Reclamó.

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Rato después, Stephen y su pequeño novio, se encontraban sentados en la orilla del techo del enorme edificio, con sus piernas colgando al vacío, el rostro del chico que aun llevaba el traje azul y rojo, se recargaba dulce y satisfecho contra el hombro del otro, que usaba una mano para acariciarle el cabello.

—Te oigo pensar—Se quejó Peter, con los ojos cerrados.

—Tú no puedes hacer eso.

—Con el resto del mundo sí. Estás pensando mucho en tonterías, por eso las escucho tan fuerte. Te conozco Strange.

—Solo pienso en lo que dijo tu padre.

—Tú no eres un capricho Stephen—Negó Peter, despegándose para verlo a los ojos. Con esos ojos almendrados y de cachorrito, que dejaban sin defesa al dueño del ojo de agammoto.

—Sé que no—Asintió este, inclinándose tomando su rostro con dulzura, prodigándole un beso lento y sensual, que se postergó por horas, allí en la cima de la ciudad que acababan de salvar.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Comentarios, críticas, cuestionamientos de ¿Que rayos pasa en mi cabeza para hacer estas parejas?

Todo es bien recibido!

Saludos!


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