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Perdonandote. por Rather be

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No había pasado el tiempo suficiente desde la muerte de mi madre. Probablemente unos 4 o 5 años. Pensar en ella me remueve aun la cabeza y las entrañas. ¿Por qué? Porque nunca tuvimos una relación reciproca. Siempre por una cuestión o otra nos distanciábamos... éramos mujeres muy diferentes, incluso jamás creí que tuviéramos algo en común... hasta ahora.

Tuve que tomarme varios minutos hasta tener el valor necesario para entrar en su dormitorio, el cual estuvo cerrado armeticamente poco después de su muerte. Una vez dentro, busco temerosa y con una rara pesadez en el alma, aquel retrato que me obsquio en su lecho de muerte. Era tiempo de recuperarlo, de dejarla ir en paz.

¿Cuándo fue la última vez  que estuve aquí? Pregunto al ver mi antigua casa. ¿Como fue que sucedio?...  Dejaste de ser el centro de mi mundo a ser mi mas grande enemiga. ¿Por qué lo aceptaste?

Esas eran las preguntas que volaban dentro de mi cabeza pero nunca tuve el valor necesaria para preguntarselo... al menos no aun en vida. Durante muchos años de mi vida me decia constantemente que tenía demasiadas actividades, trabajos, y poco tiempo para filosofar sobre lo que habia sucedido... hasta que te volviste un triste recuerdo. Incluso ahora pareces ser un espectro que me atormenta, no mi madre, a quien mas amaba en el mundo.

 Fue aquel día de febrero en el que me vi envuelta en un importante debate interno, ¿Realmente tenía que volver? ¿Para qué? ¿Ofrecer mis respetos a sus restos?.No queria asistir al funeral. Desde pequeña los funerales me generaban pavor.  Pero ya que era mi madre, de quien estabamos hablando tal vez lo mejor seria ir...

Mejor dicho, me vi obligada a ir ya que durante las horas posteriores a la llamada de mis "familiares lejanos", me perdia lo que sucedia a mi alrededor... me ausentaba de mis actividades y para colmo las palabras no parecían querer salir durante las conferencias que daba. En las clases se formaban tantas lagunas de recuerdos que me dejaban con el corazon hecho un puño.

La frustración y la impotencia, me genero un impulso extraño... rápidamente me puse en marcha... pocas horas después me veía con el boleto del avión en mis manos... Enciendo un cigarrillo con mis manos aun temblando mientras espero a que mi vuelo sea anunciado. Estaba nerviosa y ansiosa...  pero por una extraña razon me sentia en calma.

lo primero que pense cuando baje del avion fue...Aquella ciudad, poco había cambiado desde entonces, uno que otro detalle, pero a grandes rasgos nada nuevo. Decidí ir andando, me baje del taxi, el calor incesante en esa época del año era bastante molesto. Pero aun asi le permiti al oxigeno puro que ingresara a mis pulmones, era eso o un ataque... de rabia.

Estaba de pie frente a mi antigua casa...  sentiendo un frio escalofriante...

-Bienvenida nuevamente a “La casa fría”- así le decía de pequeña. Una enorme casa victoriana, de aspecto lugubre... aun conservaba a grandes rasgos el azul petróleo, en las paredes, las ventanas estaban cerradas y sucias. Sin mencionar que siempre parecía que estaba vacía, sin vida, como todos los que alguna vez vivimos allí.  

Para poder tocar aquel picaporte, inhale y exhale tantas veces que al final termine resignándome. La patee y la insulte... pero finalmente despues de varias horas sin un avance digno... me quede sentada afuera esperando conseguir el coraje necesario para poder entrar... Mire mi reloj eran las 13:25 hs tenia que ingresar de una maldita vez...  suspire y mientras deslizaba el tetrico porton de madera... esta vez nadie salio a recibirme como antaño.

 En aquel entonces el pequeño brabucón de Max, que era mi perro un Gran Danés, me lo obsequiaron pocos días después de ingresar al colegio,  teníamos que rogarle para que se moviera de la puerta para así poder entrar. Siempre teníamos una o dos galletitas de perro en los bolsillos a modo de chantaje.

Pero ahora todo era diferente... nada era como antes, por mas que rogara en voz baja o insultara a todo lo habido por haber.  Nada volveria.

Busco y busco por la casa, lo que fuera que estuviera haciendo ese olor desagradable y empiezo a acomodar una mantas, la ropa de mi madre, guardo los utensillos de cocinas en cajas. Ordenar toda esta casa me llevaria dias y dias. Remuevo los sillones, paso una vieja aspiradora por la enorme alformbra que teniamos en la sala de estar... voy a buscar un limpia vidrios y un trapo seco. No recordaba los enormes ventanales que habia en la parte superior. Mi vieja habitacion era una habitacion para invtados. ya no tenia ni mis posters, ni mis garabatos escritos por ningun lado, es increible como una cortina mas clara y unos cojines sobre la cama podia brindarle un aspecto tan raro.

Limpie el baño, la cocina y finalmente encontre lo podrido del lugar, una leche cortada y comida de meses tal vez... sin duda asqueroso. Es raro, Mamá nunca se olvidaba de sus productos, luego supuse que su avanzada edad no le permitiria desplazarse por la casa como antaños hubiera podido. Senti un pequeño malestar en la boca del estomago... pense que seria hambre pero luego de almorzar un emparedado, no lo fue.

Luego de acomodar lo maximo que pude...Enciendo la television y me desparramo en el sillon frente a el. Me sentia cansada... muy cansada.

...

Eran las 18:25 Hs cuando me levante de golpe del sofá donde parecía que me quede dormida... mientras bostezo y me friego los ojos... me acerco... cuando me dirijo a la puerta no puedo evitar mirar hacia "la habitación de mi madre".  

La última vez en la que entre a aquella habitación fue cuando ella aun vivía, fue aquella tarde...esa tarde ella se me esfumaba lejanamente, esa tarde me estaba dejando atras...  llame a los medicos, que ingresaron hechos una furia...La  ambulancia que estaba esperando en la entrada. Todavía aun no puedo evitar que cuando oigo las sirenas  se me pongan los pelos de punta... Una vez que los medicos salieran de la habitacion cabisbajos me dijeron... bueno... la verdad es que sus palabras jamás llegaron a mis oídos.  Tal vez la imagen de mi madre tentida en su lecho de muerte cobierta por una sabana blanca... fue demasiado. Hasta el punto de que nada más estuvo en mis pensamientos durante horas.

 Pocas horas permanecimos juntas... queria que el tiempo se detuviera y que aquella visita no se termianra nunca... la trataba de ayudar, pero siempre había sido arisca, ambas lo éramos.  

Durante el funeral de mamá los invitados preguntaban por la causa de muerte... ella murió a causa del corazón... pero no queria fomentar el morbo de los presentes asi que evitaba toda conversación... supogo que entendieron porque ninguno hizo siquiera contacto visual conmigo.

Aun en el cajón no pude evitar mirarla... la veía  tan lejanamente distante... me perturbaba, me inquietaba verla ahi. ¿Por qué no se levantaba?

Durante el velatorio, que se llevo a cabo varios minutos, ni  una lágrima se asomo por mis ojos. Solo el mas puro odio que pude haber sentido nunca. Yo estaba sentada cerca, mas porque decidieron colocarme allí, que por necesidad de tenerla cerca... ya era tarde de todos modos.

 Recibir las condolencias me hacían sentir extraña. Probablemente todavía no terminaba de entender que pasaría después.  ¿Agradecerles porque se presentaran en aquel momento tan delicado? debia hacerlo aun si para mi, ellos me resultaban meros extraños... extraños que la conocian mas que yo tal vez... que compartieron mas tiempo con ella... que yo...

Sus pañuelos empapados por las lágrimas... Sus atuendos funerarios, me removían las entrañas.  

Era tan buena.  “Qué bueno que viniste a verla”… pronunciaban todos, cuando se me acercaban. "No hubiera soportado no ser despedida por su unica hija".

No entendia que querian que hiciera... ¿qué demostrara cuanto dolor me producia verla asi?...

“¿Qué era todo esto?” Sus familiares poco después de terminar la ceremonia, obstinados sin duda, me acompañaron al crematorio. Después de varias horas salieron rumbo a algún lugar que no me interesa saber, y yo ahí estaba con mi madre incinerada dentro de una urna en mis brazos. Paradójico ¿no es así?

Mi vista se pierde, en ese cielo grisáceo que queria que cubriese todo mis pesares, pero no lo hizo solo lo intensifico,  las primeras gotas empiezan a humedecer el paisaje. Caen lentamente sobre mi rostro... cualquiera diria que eran mis lagrimas, pero... De todos modos ya era tarde.

-¿Por qué te gustaban los días lluviosos? – Le pregunto a la urna como si fuera ella a darme la respuesta. Siempre fuiste así, contradictoria. Nunca compaginamos en nada.

-Yo los detesto-dije mientras preciono fuertemente la urna a mi pecho.

Tome un taxi, y me marche a casa... Cuando salgo de la ducha, veo la urna sobre la mesa, un fuerte sentimiento de impotencia me sacudía el cuerpo.

-¿Lo ves ahora?- Le pregunto a la urna, enojada -Nadie te aprecio lo suficiente como para quedarse contigo… solo yo- Le susurro a la urna funeraria.

- Tu "hija"… la idiota que recorrío 11400 kilómetros para venir a verte- continuo susurrandole a la urna ahora desde el refrigerador donde estaba buscando algo que beber.

-Pero no te culpo, de hecho jamas tuviste la culpa de nada...- continuo ahora mirando una fotografía, donde estaba yo de unos 15 años y mi madre, ambas estábamos sonriendo y emocionadas. Curiosamente no recuerdo a que se debía esas sonrisas.

-Estábamos tan bien juntas, pasábamos tanto tiempo juntas… eramos felices- de pie frente al estate.

- Aun recuerdo aquellos días calurosos de verano cuando dormíamos bajo aquel árbol en el jardín de la abuela- ahora veía una donde estábamos las tres abrazadas, mamá estaba con el seño fruncido y yo haciendo una mueca, la abuela era la que nos unía en ese entonces.

La abuela vivía en el campo a las afueras de la ciudad unas 2 o 3 horas en auto. Vivíamos relativamente cerca pero por trabajo y por el estudio no pude hacer tiempo suficiente para visitarla tanto como quería. Poco tiempo después de graduarme, falleció por varias complicaciones pulmonares.  El tabaco finalmente le había ganado la batalla.

Con una cerveza en la mano sigo con la vista perdida en aquella fotografia... tomo un trago mientras paso ahora a una foto de mi viaje de graduados. Con los chicos de la facultad habíamos arreglado que iríamos de viaje a esquiar.  En aquella foto me veía mal humorada, pero jodidamente feliz. Estábamos todos de pie en el centro de esquí y yo estaba toda cubierta de nieve incluso aun dentro del traje sentía que me quemaba. Pocos meses después empezaría a dar clases en la facultad. 

-¿Cuándo se torció todo mamá?...-pregunto curiosa por saber la respuesta de ella... pero nunca la volveria a escuchar. No su voz se ha ido... para siempre.

-¿Fue aquella vez en la que te dije que era lesbiana?-le pregunto apretando fuertemente el marco de la fotografia, estaba yo con una "amiga de la facultad".

-¿Me vas a decir que nunca tuviste el presentimiento acaso?- vuelvo a preguntar tomando ahora, una foto de mi amiga de la infancia, ambas con no más de 6 años. Ambas mostrábamos a la cámara nuestra falta dental del momento.

Éramos tan felices juntas, fue indudablemente evidente que caería a sus pies. Nuestra amistad de 13 años, triturada por una confesión que no pude sostener, por mas tiempo, me comian los celos, y envidia que sentia hacia todo aquel que se acerca a ella... por desgracia nunca más la volví a ver.

Con el pasar de los años, me anime acompañada de la tecnología y lo nuevo a buscarla por Facebook. Ambas estábamos grandes ya. Alguna más que la otra, pero los años nos pasaron a ambas. Ella tenía en su foto de perfil a una bebé, probablemente su nieta. Se la veía feliz.

Me contacte con ella, ella cortesmente acepto mis disculpas, y quedamos como viejas conocidas, desde aquel dia ya no sentia una enormes piedras, que me impedian respirar.

 Ahora estaba de pie junto a la fotografía que había tomado el día de mi compromiso. –Seguro recuerdas aquel día mejor que yo… ya que fuiste la que organizo todo... el vestido... la musica... el novio- ahora recuerdo por que la odiaba, mi propia madre, entregandome al mejor postor.

 - Mi hija…- imito su voz y apoyo mi mano derecha en el pecho y con la otra señalo de manera exagerada la foto –Se convirtió en una rarita… ¿Qué pensarían los demás?- apunto a las fotos familiares que tenia del otro lado del estante...

-Con aquella pregunta retumbando en tu pequeña cabeza varios años de tu vida. No pudiste darte una nueva oportunidad. Te enfocaste en mi vida, mis asuntos, no me dejabas ni respirar… no me dejaste elegir.

 Por respeto a ti, o amor tal vez. Y el miedo a lo desconocido, tan cercanamente conocido, te hice caso, negué mi libertad para que pudiéramos conservar todos aquellos “buenos recuerdos”. No quería defraudarte, aun si con ello, perdia lo que en el futuro mas defendere, mi coraje y valentia.  

¿Que tan malo podria ser? Me preguntaba acomodando mi vestido de novia en el registro civil. Seria feliz... debia serlo... no era correcto defraudar a mi madre.

No falto mucho tiempo para tu hija fuera una infeliz, aferrada a un hombre que no la amaba. Le daría dos hijos. Producto más por mal uso de protección que por amor. Vivirían como una familia común y normal. Viviría y dedicaría la mayor parte de su vida a aquellos niños a quienes aprendió a amar. Su hijo demasiado independiente y fuerte no quería estar bajo el ala protectora. En cambio la niña demasiado libre de espíritu, se permitía algunas mañas de niña mimada. Eran buenos niños.

Hasta que una tarde, en la que su hijo más grande, descubre a su madre con una desconocida. encerradas en la habitacion. Tarde tantos meses en poder hacerle entender que yo no era feliz con su padre. Mis hijos no vinieron a visitarme más de una o dos veces al mes. Supuse que como me pasaba a mí, a su edad, el trabajo y el estudio requería mucha más dedicación que la visitas, a una madre que tenias desviaciones y que nada bueno podia aportar en sus vidas.

Ahora probablemente Marcos (mi hijo) estaría en Barcelona con su nueva novia, consiguieron una nueva casa. Y Magui (mi hija) con su padre en Canadá… creo mal no recordar. 

-Entonces pensé en ti mamá… “El ¿Qué pensarían los demás?” me arruino la vida, no queria que lo siguiera haciendo ¿A quien diablos le importan los demas?...-Decidí que era tiempo de dejar muchas cosas atrás.

Y finalmente a mis entrados 48 años empecé a vivir la vida que siempre quise. Los papeles del divorcio ya estaban firmados.

Podía vivir sabiendo que mis hijos me odiaban, al menos sabían que era... libre. de tomar mis propias decisiones. Ellos probablemente estarían del lado de su padre. No los culpo de nada. Si me querian, sabian como encontrarme.

...

Mis viajes a diferentes directivas educativas del país, me daba el movimiento que me faltaba. Y seria ahí donde conoceria a Ana.

No había fotografía de ella, lógicamente era la casa de mi madre después de todo, saco el celular de mi bolsillo. Ahí estábamos ambas sonriendo en nuestras últimas vacaciones.

Decido tomar asiento en el sillón del living, nuevamante sin nada interesante que ver en la television. Miro a los costados unos estantes llenos de decoraciones diferentes. Algunos de diferentes países y regiones. Pero en la gran mayoría había libros. Toda una diplomatica sin duda.

Ojeo un par de titulos antes de que termine el pack de cervezas que había comprado esa misma tarde en un absoluto silencio... tan tranquilo y pacifico que me inquietaba... si tenia que suceder algo que sea ahora...

Y asi fue el jodido timbre de la puerta me sobresalto. No estaba al tanto de que vendrían visitas, pero lo agradecia.

-¿Sabías que tarde o temprano terminaríamos así no es verdad?- le susurro a la urna desde el sillon–¿Piensas que fui mala madre?-  le pregunto esperando su respuesta.

el silencio de la habitacion, me producia muchas ganas de llorar, pero el sonido de la puerta, me devuelve al mundo real, lo dejo sonar... luego de 4 o 5 golpes incesantes abro.

-¿Si?- digo. No puedo evitar fruncir el seño, y poner mi mejor cara de perro.

-Buenas tardes, ¿Natalia verdad?- me pregunta con una sonrisa en su rostro. Una mujer de tal vez unos 75 años de edad. Su corte de pelo corto y de color rubio platinado, con una mezcla importante de canas ya acorde a la edad, me provoca un escalofrio... un extraño comportamiento despues de conocer a alguien.

-Puede ser…- dudando y de manera misteriosa, ella alza su ceja izquierda y me dedica una sonrisa burlona- ¿y Usted es?- le pregunto.

-Clarice, fui amiga de tu madre- “¿Amiga de mi madre?” - siento venir a molestarte pero tengo unas cuantas cosas que decirte- ingresa la mujer, de aspecto sencillo, no tenía demasiado maquillaje, y desprendia un perfurme extrañamente familiar. 

 “Maldición, ¿Por qué ahora?” Pensaba mientras tocaba mi cabeza, las cervezas y aquel whiskies que tome en el avión, me liquidaron. 

- Pero si no es un buen momento podríamos hablar mañana tal vez?- Parecía que me habia leído la mente.

-No, todo lo que tenga que decirme deberá ser ahora- “¿Soné ruda?” ella me miro sorprendida -Mañana mismo debo volver a casa-  ella asiente y me sonríe.

-¿Mucho trabajo?- Me pregunta mientras toma un vaso de agua que le di.

-No necesariamente, son muchas cosas en general-  Me mira, como si quisiera que continué -Mis hijos vienen a visitarme, debo preparar todo.. ya sabe.

-¿Hace mucho que nos lo ve?-  No debí seguir hablando del tema.  – Si. Unos 6 años.

-Puedo preguntar ¿por qué?- la miro a los ojos, luego de unos segundos el silencio no se podía aguantar mucho mas. –Lo siento. De seguro piensas “una desconocida no debería indagar tanto”.- por que esta mujer me parecía tan lejanamente cercana.    

 -Yo conozco mas cosas de ti que tu madre– Deja sobre la mesa del té una carpeta. “oh ¿ahora que?” No debí preguntarle.

 -Nunca te preguntaste el ¿por qué no tenias padre?- me pregunta la señora levantando su ceja derecha.

-Supuse que… ya que nunca quiso hablar del tema… tendría que ser algo de que nunca debería insistir-  dije sin caer en cuenta en algo por lo que toda mi vida fui prejuzgada.

 -Tu madre. Una mujer que constantemente idealizaba la mejor forma de vida para una familia. ¿No es paradójico?- insiste sobre el tema la señora. 

Mis dudas mentales fueron interrumpidas por el timbre de la puerta, habia llegado la pizza que minutos antes había pedido, al menos ahora tendría compañía. Mientras comíamos ambas estábamos sucumbidas en el silencio más absoluto. Poco después de comer prepare café para ambas. Todavía estaba esa rara sensación en el ambiente.   

-Mire Clarice, no quiero sonar ni maleducada ni bueno ni demente. Pero ¿Qué es lo que quiere decirme? ¿A que vino aquí? - “no le encontraba la lógica. ¿Quería dinero? ¿Que quería lograr?”

-Esta casa es una de las pocas cosas que me quedan, ahora en la vida. Se que es propiedad de su madre, pero años atrás aquí vivimos muchos años juntas.

-¿Juntas? Es imposible, la casa carece de foto de usted- “suena extraño, lo se” - Se una cosa con seguridad acerca de mi madre y es que ella, a todas las personas que conocía, le sacaba una fotografía y las colocaba en su estante favorito. Sin lugar a duda tenía un extraño fetiche-

-No estás equivocada en absoluto, tu madre las retiro pocos meses antes de morir, como si supiera que su fin se avecinaba retiro toda fuente de recuerdo de las estanterías, excepto…-

-Excepto las fotografías en la que yo estoy- termino la frase, mientras miraba el suelo avergonzada.

-Tu madre te quería, te quería tanto- dice llevandose la mano al corazón.

-Ya, pero ¿Por qué no quería que lo supiera?- la interrogo con la mirada.     

- Bueno es un tanto más complejo. Tu madre... ella... bueno... yo fui su pareja de toda su vida. Es normal que quisiera ocultartelo. 

-¿Qué está diciendo? ¿Mi madre y usted…?- Me incorporo y empiezo a andar rumbo a la cocina. Ella indudablemente me sigue.

- Tu madre nunca quiso decírtelo, se avergonzaba terriblemente, por eso no dudo en esconderlo todo–  ella continua hablado dulcemente mientras me veía desde la sala yo por mi parte me encuentro frente a la urna fúnebre, tratando de procesar todo.

-Ten, míralo por ti misma- Me entrega la carpeta que segundos antes había dejado en la mesilla. Indudablemente eran foto de mi madre, ella siempre tenía una técnica bastante particular. “Al natural le decía ella” Siempre trataba de sacarte en el mejor momento, no importaba si estabas enojada o feliz. Misteriosamente te captaba. En una foto estaban ambas, ella y Clarice,  quien  reconocí por sus ojos. Ambas con vestidos floreados y sombreros de tela. Únicamente pude distinguirlo por intuición ya que la foto era en blanco y negro.  Mamá tenía a una niña en brazos, una bebe de unos cuantos meses, tal vez menos de un año.  En otra estaban ellas, ambas tendrían unos 37 años, abrazadas y mamá le estaba dando un beso en la mejilla.  En la que sigue estaba Clarice con un enorme ramo de flores que decía felicidades por volver.  Y en la última mamá estaba acostada en una especie de cama dormida, desnuda apenas tapada por una sabana.

- Ella me mintió. Ella me obligo a casarme- No pude evitar soltar unas lagrimas de amargura - sobreviví  aquellos momentos aferrada a la idea de que estaba haciendo lo correcto ¿Para qué?-

Ahora entendía porque varios años después dejo de hablarme,  25 años no pude mirarla a la cara, pensando que había hecho algo malo. Por negarme a luchar por ser quien era y en cambio ceder a la sociedad tipo ideal en la que vivíamos en aquel entonces, luego el nacimiento de los niños y finalmente quedarme sola y en pena.

-No te castigues mi niña. Ella te quería tanto, no había un solo día en el que no pensara en ti. Todas las noches se preguntaba si debía habértelo dicho-           

-Si por lo menos hubiera… sido honesta conmigo era su hija ¡Maldición! -Un fuerte impulso de ira me encegueció  y lance lo primero que tenia al alcance de la mano contra la urna.

Para suerte de ambas siempre tuve terrible puntería. Pocos segundos después rompí en llanto.

....

Al otro día cuando me desperté, Clarice seguía ahí. Estaba tomando un té en silencio, mientras pasaba un trapillo sobre la mesa y estantes.

-Ella sabia como eras desde niña pero se culpaba a sí misma, día tras día, no quería que sufrieras como ella lo hacía. No quería que vivieran a bases de mentiras. -

-Desgraciadamente le salió el tiro por la culata-susurro. – ¿Por qué continuas aquí?- le pregunto desperezándome el cuerpo.

-Le prometí a tu madre que le demostraría a su hija testaruda, que aun cuando su madre cometió errores, a veces en la vida es bueno saber que hay que saber perdonar. Y además mostrarte cosas que tal vez no sabias de tu madre que pueden cambiar la manera de verla.-

-Gracias pero hoy mismo me marcho, y creo que sería lo mejor que se quede así como esta-

-Indudablemente testaruda como tu madre- suspira mientras se acerca- ¿Sabías que tu madre pintaba?- “Le seguiría la corriente solo con la intención de no volver a hablar de mi madre”.

-Si, si lo sabia-

-Vaya, entonces ¿Abras visto todas las pinturas que están en su habitación?  Su habitación, su dormitorio, sus secretos. No quería verlos.

-No quiero que vuelvas a hablar de mi madre mientras yo esté aquí, esa mujer me lastimo. Trato de mantenerme alejada del lobo, pero cada vez me empujaba más adentro de su boca. No la puedo perdonar –

 -Creo que tú también estas cometiendo los mismos graves errores. Tus hijos también están lastimados- Trago saliva de manera dificultosa

-  Estás haciendo lo mismo que tu madre, se ocultan, se esconden. Ser madre es afrontar todo por sus hijos. No se trata de taparse los oídos cada vez que ellos las llaman por ayuda-   

  -¿Crees que si puedo aceptar los recuerdos de mi madre, mis hijos logren, en un futuro no muy distante, aceptarme?-pregunto cabizbaja y aguantando la respiracion.

-No lo sé, querida. Solo hay una forma de averiguarlo. Ven conmigo.

Continuara...

Notas finales:

Gracias por leer.


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