Leo. Mi querido leo.
Cuando vi aquel recipiente cristalino lleno de un líquido de color verde oscuro me sentí realmente melancólico. Rebeca me había advertido anteriormente que la M500 solo me traería recuerdos dolorosos para regenerarme de la batalla contra aquello seres despreciables.
-Sensei- Maggie, mi querida Maggie.
-Quiero morirme- dije mientras sonreía y me dejaba caer sobre aquella silla de ruedas.
-No puede, Leo dio su vida para que la M500 fuera creada para usted.
-La inmortalidad, lose- dije con una sonrisa amarga. –De que me serviría si él no está conmigo- dije con gran amargura.
-Sensei, usted ahora es el hombre inmortal de esta generación, tiene un gran futuro por delante sin contar que ahora es fuerte y con usted podemos tener a nuestro alcance un mayor futuro y…
-¿y de que me sirve? Esta tierra ya tiene grandes científicos que han creado maquinas que realizan todo, antídotos contra el 90% de las enfermedades de la tierra, una nueva población de individuos con poderes mentales que fueron creadas con el M400 pero nada de esto me sirve si Leo no está conmigo- grite con gran fuerza mientras intentaba levantarme pero no sirvió de nada.
Mi cuerpo aun seguía débil y desdichado, mis piernas no aguantaron mi peso y me hicieron caer al suelo. El golpe fue duro y a lo único que atine a hacer fue desahogarme con gran llanto y sufrimiento.
Leo, mi amado y querido Leo. Lo conocí en los laboratorios del lugar, me enamore del sí dudar y su sonrisa fue lo que tanto me lleno de alegría, sin embargo él era un dotado, un individuo experimental así que cuando me entere de eso no quería dejarlo ir, Leo no me lo permitió y con su cuerpo y sangre crearon una especie de antídoto llamado M500, no sabía para que era exactamente pero cuando me entere que Leo se sacrificó para construirla enloquecí. Rompí todo a mi paso, golpeaba y mate a más de dos médicos que estaban ahí, cuando llegue a un laboratorio en una repisa estaba la M500, quería destruirla pero antes de siquiera tocarla Maggie me detuvo, diciendo que Leo me dejo una carta.
No llores por mí Oliver, esta M500 la cree para ti J
Estoy seguro de que te enojaras por lo que hice pero quiero que sepas que esto es por nosotros, sé que estas enfermo. Una enfermedad terminal si no me equivoco. Yo ya tengo más de 80 años y tú apenas tienes 30, tienes mucho que luchar.
La M500 es curativa e inmortal, no la desperdicies. Perderás la movilidad de las piernas pero ¿sabes? Solo serán un par de meses.
No te rindas amor.
Te amo
Nos volveremos a ver.
Te ama, Leo
A los dos días ingerí la M500, han pasado apenas dos semanas y para mi ha sido una eternidad.
Te extraño Leo.
No me dejes.
Abrace mis piernas mientras sollozaba y Maggie solo me observaba desde el umbral de la puerta.
Mi querido Leo.
No me dejes. Te necesito.
Leo.