—Motomiya, estoy seguro de que esto no es una buena idea.
—Tonterías Ichijouji, nadie más quiere hacerlo. Tú eres mi mejor amigo, estoy seguro de que no habrá problema alguno.
Por más que Ken quisiera seguir argumentando, sabía que una vez que Daisuke se proponía a hacer algo, no había forma alguna de sacarlo de eso hasta que lo consiguiera.
Maldito fuera ese día. O mejor aún, maldito fuera ese dulce.
—Motomiya, ¿estás seguro de que alguna de las chicas no preferiría jugar al pocky contigo? —preguntó un poco nervioso el chico de la amabilidad—, digo, quizás y hasta podrías aprovechar para que Kamiya te llegue a dar un beso.
—¡P-por supuesto que sí! —exclamó agitado el moreno, un sonrojo enorme recorriendo su rostro—. Pero en el momento en que siquiera se lo sugerí, me rechazó y se fue con Takeru. Y no pienso pedirle a Miyako ni loco, así que tú eres mi única opción.
—¿Por qué tienes tantas ganas de jugarlo? —preguntó Ken—, digo, es sólo un tonto dulce. Podrías intentar jugarlo cualquier día. Me parece ridículo que, sólo porque es un producto popular, la gente le preste tanta atención este día. Además-
Mas Ken no fue capaz de acabar esa frase, pues fue callado al sentir un objeto dulce siendo introducido en su boca.
Al reaccionar, se percató de que Daisuke tenía el otro extremo del pocky en sus labios, una sonrisa en rostro. Mordiendo levemente el chocolate, su amigo empezaba a acercarse a su rostro.
Ken no estaba seguro de cómo reaccionar, se quedó paralizado ahí mismo. Jamás había jugado con un pocky, y no tenía ni idea de qué se supone debería hacer.
Por cómo podía observar, su amigo también se encontraba nervioso. Su sonrisa ya no estaba, y ahora parecía que se encontraba bastante nervioso, un rubor apareciendo en su piel morena.
Un beso.
Ambos se quedaron completamente sorprendidos, sonrojados ante aquella experiencia. Por su expresión, parecía que Daisuke esperaba que Ken se quitara y él ganara, pero parecía que se había equivocado. Pasaron unos segundos y ninguno de los dos se separaba, sino lo contrario, empezaron a formalizar el beso, dejando la posición torpe que el dulce los había dejado para conectar bien sus labios.
A ambos les parecía una sensación extraña, mas no desagradable. Había un leve sabor a chocolate en los labios del otro que les estaba fascinando. Y así hubiera seguido, si no fuera porque alguien abrió la puerta de la habitación de Daisuke.
—Oye, Daisuke! No sabes si-
Ambos se voltearon a ver con dirección a la puerta, y pudieron observar Miyako completamente sonrojada y boquiabierta ante la escena.
—P-perdón por interrumpir, mejor iré a preguntarle a Takeru si no ha visto a Hikari, ¡adiós! —y sin siquiera dejar espacio para explicaciones, la chica de lentes se marchó con harta prisa del lugar.
Los dos chicos se quedaron parados ahí, en completo silencio, un aire bastante incómodo en la habitación.
—F-feliz día del pocky —dijo Daisuke, riendo nerviosamente.
—Sí, feliz día —replicó Ken.
Y aunque no lo dijera en voz alta, estaba bendiciendo a los cielos por aquella golosina en ese momento.