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El brillo de tus ojos [Xiuhan|Lumin] por Valeeemotions

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Notas del fanfic:

Actualmente subido a wattpad. 

@Valeemotions

Notas del capitulo:

Canción: Love me - Yiruma

 

Minseok siempre odió la oscuridad. Desde pequeño que debía dormir con un pequeño farolito encendido en su habitación pues le gustaba ver dónde estaba ubicado, observar su alrededor. No le importa si aquello era algo infantil, después de todo era su vida y mientras su Madre no le incomodara eso, entonces todo estaba bien.

— ¿Seguro que no quieres quedarte en casa, cariño? —que se aburriría en la exposición, que sería muy extensa y ella no podría atenderle cuando él quisiera. El muchacho de felinos ojos simplemente niega con su cabeza, sonriéndole a su progenitora quien acaricia su mejilla en aquel dulce gesto que el pequeño tanto ama. 

Minseok ama estar con su madre. Le encanta acompañarla a sus presentaciones, reuniones y demases. Probablemente los chicos de 17 años encontrarían demasiado aburrido pasar tiempo con sus Padres, pero Minseok es diferente; siempre lo fue. Su Madre siempre ha sido su más grande inspiración, su más grande orgullo. Se hizo cargo de él sin apoyo de nadie. Minseok jamás conoció a su Padre o abuelos. Lo más cercano a “familiar” que tenía era una prima de su Madre y a su hijo, sin embargo la mujer llenó cualquier vacío que pudiese existir.

Minseok ama ver a su Madre sonreír. Si pudiera la acompañaría al cielo solo para ver, cada día, aquella sonrisa en sus labios.

La exposición empieza a la hora acordada; 16:45 hrs. Es septiembre, y el otoño ya comienza a hacerse presente con más fuerza, queriendo ganarle pronto al verano, llevándose el calor, trayendo consigo miles de opacos colores, olor a madera y café. A Minseok le hubiese gustado que el verano durara un poco más. Pronto comenzarán las clases y aún no se siente preparado para entrar a su nueva escuela, aunque tampoco sería tan diferente a los otros años, después de todo, Minseok no conoce lo que es permanecer más de 6 meses en un lugar. El trabajo de su Madre le impedía permanecer allí, y él reconocía que le gustaba cambiar de aire, pues no es como si tuviera amigos que extrañar. Minseok no tenía amigos.

Le faltaba solo un año para graduarse y su más grande sueño siempre fue ser pintor, como su Madre y viajar por todo el mundo, retratando el más hermoso de los paisajes que sus ojos eran capaz de ver.

La música clásica comienza y Minseok se pregunta porqué siempre escogen canciones tan aburridas en una exposición tan llena de vida como la que hacía su Madre. Minseok puede recordar cada pincelada, cada retoque a todas las pinturas, y sonríe, pues sabe que parte de la felicidad de su Madre está impregnada en cada pintura.

Él no necesita tocarlas para saber que ella siempre estará allí, pues solo sus ojos le confirman lo talentosa que era su Madre.

— Minseok, cariño, ¿No estás aburrido? —la mujer llega a su lado con una copa de refresco de limón (El favorito de Minseok). Se lo entrega, recibiendo como respuesta una cálida sonrisa y un movimiento de cabeza.

— Sabes que me gusta venir a ver tus obras, Mamá. —que está orgulloso de ella, que le gustaría poder pintar así.

— Tienes unas manos prodigiosas, bebé. Tú podrías ser músico, pintor, fotógrafo o lo que quisieras sin necesitar nada, ni siquiera tus ojos. —porque ella lo había visto. Había encontrado un par de bocetos de su hijo entre la basura, y unas cuántas esculturas que Minseok rechazó, pero que la mujer guardaba celosamente entre sus cosas, porque eran perfectas para ella.

— ¿Qué? Eso sería imposible. ¿Cómo podría yo vivir sin ver las bellas pinturas de Mamá? —¿Cómo sería capaz de vivir sin ver su sonrisa?

Su Madre ríe, alzando su mano hasta el cabello de su bebé. —Ay, cariño, qué adulador eres.

— ¡Estoy diciendo la verdad! —exclama con grandes ojos— No podría vivir si no viera. —que no entendía cómo lo hacían los ciegos, y que probablemente él chocaría con todo, rompiendo todo. La mujer ríe, divertida,  asintiendo con su cabeza, porque sí, tenía razón. Eso jamás podría pasar. La probabilidad de que él se quedara sin ver era de una en un millón.

Nada pasaría.

Todo estaría bien.

 

**

Minseok afirma ambos brazos en la ventanilla, recibiendo el viento en su cara mientras su Madre maneja regresando a casa después de la exposición.  El tráfico en carretera era poco, y el sol aún no se apagaba, pero dejaba ver los pequeños indicios anaranjados de su despedida.

— Pasaremos donde Yoona. Me pidió unos documentos. Me dijo que Junmyeon regresa a Corea esta semana. —la prima de su Madre y su hijo, unos cuantos años mayor que Minseok. —Es increíble cómo pasa el tiempo. Yoona me comentó que está apunto de graduarse para ser Médico.

— ¿De verdad, Mamá? ¡Eso es genial! Hace mucho tiempo que no veo a Hyung-nim. —comenta sonriendo Minseok, recordando cómo, cuando pequeño, decía querer ser igual que  Junmyeon, así de genial. Se llevaban, al menos, 5 años, por lo que Minseok lo respetaba y quería como aquel hermano que nunca tuvo.  

 

El trayecto a casa siempre fue largo, pero ahora que se habían desviado hasta la casa de Yoona, quien dejó las mejillas de Minseok con rastros de labial después de tanto beso, fue incluso más extenso. El cielo oscureció, iluminando la ciudad la luz artificial de los faroles y vehículos.
A Minseok nunca le gustó mucho el piano, pero a su Madre, sin embargo, lo amaba; Yiruma era su pianista favorito, y no perdía la oportunidad de ponerlo en la radio del vehículo cada vez que manejaba. En ese momento Minseok se prometió practicar nuevamente el piano y tocarle aquellas canciones que tanto le gustaban.

Él solo quería verla feliz.

 

Sus ojos se cierran, aún sin dormir, prisionero del sueño que se apoderaba de su cuerpo, descansando un poco después de tantas horas despierto. Quedan 30 minutos de camino y Love me de Yiruma se escuchaba en el parlante del vehículo. Minseok reconocía que habían algunas notas que le gustaban, pero a él siempre le daba sueños escucharlas.
La mujer a su lado, sonríe al ver a su pequeño dormir a su lado; su máximo orgullo, la razón por la cual despertaba cada mañana, por quien luchaba cada día. La nostalgia se apodera de su ser cuando recuerda su última visita al doctor.
Los dolores de cabeza eran insoportables y cada vez se le hacía más difícil sonreír. Su cuerpo estaba cansado, pero Minseok siempre le dio la energía diaria para continuar.

Su diagnostico: Glioblastoma multiforme. Un tipo de tumor cerebral agresivo y mortal, en su caso. Su médico aún se preguntaba cómo una mujer tan joven como ella podía tener ese tipo de padecimiento, pues en muy raros casos atacaba a personas con menos de 40 años de edad.

Pero la vida es así. Siempre llena de sorpresas, pensaba ella.

A penas hace unos días había comenzado un tratamiento para mejorar un poco su calidad de vida, pero debía ser realista; sabe que no tendrá mucho tiempo, y no quiere atormentar a Minseok con su dolor. Ella siempre amó verle sonreír... Su orgullo... Su bebé.
Sin saber si fue miedo, emoción, o simplemente si fue la melancolía de la canción que sonaba mientras manejaba la que sacó un par de lágrimas de sus ojos, provocando una ligera risa, sintiéndose tonta, porque en el fondo está feliz de tener a Minseok junto a ella. Porque lo que ha vivido todos estos años es mucho más de lo que pudo pedir, y muchísimo más de lo que sentía que merecía.

Si es que existe un Dios, en lo alto del cielo, seguro la ama por enviarle un regalo tan maravilloso como Minseok.

 

19:45 hrs y la sorpresiva lluvia moja las calles de la ciudad, haciendo que los sentidos de todos los conductores se intensifiquen, permaneciendo alerta. La radio aún suena, y Minseok puede jurar que ha escuchado la misma canción 7 veces. “No puedo evitarlo, me encanta”, le había dicho su Madre después de una protesta.

Love me definitivamente siempre fue la canción favorita de su Madre.

Minseok alza su vista hasta la mujer y simplemente la mira, sin decirle nada. Se ve más bonita, muchísimo más de lo normal, pero el brillo de sus ojos no es el mismo de ayer. Es incluso más brillante, se piensa Minseok.

— Deja de mirarme. —que la pone nerviosa y la desviará de su camino. Minseok sonríe, su Madre igual y él ama cuando su Madre sonríe.

Él aún recuerda cómo es la sonrisa de su madre cuando todo se vuelve increíblemente cegador. Una luz brillante arremete en contra de ellos y no son una, sino dos (o incluso tres o más) vueltas las que da el vehículo antes de que sus ojos se cierren entre acordes perfectamente armoniosos y respiraciones agitadas. Minseok aún recuerda la última nota de la canción que suena por el radio y sus ojos se cierran, perdiendo definitivamente el conocimiento, tal como si fuera una película con un trágico final. 

 

 

Yoona presiona constantemente las frías manos de Minseok entre las propias, quien aún no despierta desde el accidente.  Han pasado diez días y nada parece haber cambiado en él. “Las tomografías salieron bien, aunque no podemos descargar un daño neurológico aún. Debemos esperar a que despierte” fueron las palabras del médico que solo angustiaron más a la mujer.

— Por favor. Tienes que despertar, Minseok-ah...

Tienes que despertar..

Minseok escucha la voz de su Madre en aquel último susurro. Siente la calidez de su mano contra su frente y sonríe débilmente, sintiendo cómo poco a poco su cuerpo vuelve a su estado natural. No sabe cuánto tiempo ha pasado desde que se durmió, pero al abrir los ojos y encontrar todo oscuro supone que su Madre lo ha traído hasta su habitación.
Yoona siente cómo el cuerpo sobre la camilla comienza a moverse y sus ojos se abren con sorpresa, alivianando el peso de su corazón.

— Minnie.. —un susurro suave, delicado, sin perturbarle.

Minseok se acomoda en la cama, sintiendo un ligero dolor de cabeza. — ¿M-Mamá…? -Musita suavemente, sin ser consciente aún en qué lugar está y porqué todo está tan oscuro. No recuerda nada del accidente aún, por lo que no está del todo seguro de cómo está en su “habitación”. — ¿Qué hora es?

El corazón de Yoona se estruja y ubicando su mano contra el hombro de su sobrino, le indica que descanse.

— Minnie, soy Yoona.. Estoy aquí.. Tranquilo… —que todo estará bien, que ya viene el médico, pero Minseok no entiende nada.

— ¿Tía Yoona? —musita suavemente, dirigiendo su vista hasta la mujer, quien lo observaba con sus ojos llenos de lágrimas, asintiendo a su pregunta. — ¿Qué haces aquí?

La mujer no responde, solo presiona su mano y le acaricia y no le suelta, porque tiene miedo de su reacción. Minseok nuevamente la mira y parece buscar algo con su vista.

— Tía.. ¿Puedes encender la luz? —Minseok pregunta, humedeciendo sus labios. Supone que ha estado demasiado cansado y quizás tuvo fiebre. Sabe que su Madre no puede cuidarlo siempre y no era la primera vez que la prima de su Madre cuidaba de él cuando enfermaba.

A los 17 años Minseok se había prometido volver a tocar el piano; el instrumento favorito de Mamá y tocar una canción para ella. Love Me sonaba fuertemente en su cabeza, pero Minseok creía que era porque el día anterior pasaron casi toda la tarde oyéndola en el vehículo.

Las pestañas de Yoona se mueven rápidamente ante la pregunta de Minseok. — Cariño, la luz está encendida. Son las 10 de la mañana.

Y nada, absolutamente nada tiene sentido.

— Tía.. No veo nada. —que deje de jugar, que él le teme a la oscuridad desde pequeño y no le gusta cuando las ventanas están cerradas.

El corazón de Yoona se estruja de preocupación y llama al médico en un grito. Después de revisarlo, el doctor le indica que descanse.

— Debo hacerte unos estudios más, pero al parecer tuviste un trauma con el golpe y es lo que te impide ver ahora. Más tarde vendré a verte otra vez. Me alegra que hayas despertado. —que no debe agitarse, que “Todo estará bien”, y Minseok se está cansando de oír eso.

Entonces lo recuerda.

El coche.

La luz.

La sangre en sus manos.

La sonrisa de su Madre.

… A su Madre.

Mamá… —jadea, incorporándose en la cama, intentando ponerse de pie ante la negativa de las enfermeras, Yoona y el médico. Su corazón se acelera. — ¡Ella está herida! ¡Yo lo vi, otro carro nos chocó! —que debe ir a verla, que quizás está preocupada y necesita de él.  

Yoona a esas alturas no deja de llorar y busca las maneras posibles para calmar a un Minseok que parece ido, enloquecido en su mundo. ¿Cómo se daba una noticia así? ¿Cómo le decía a su sobrino que, su única familia había fallecido?  Las enfermeras entendieron que debían darle espacio a ella, por lo que no interfieren demasiado en la situación. Yoona toma el rostro de Minseok entre sus manos y lo abraza, lo atrae a su pecho, lo acurruca y le susurra un “lo siento”, que Minseok se niega a entender (pero que comprende, porque no es tonto), y le desespera, porque aún en ese momento la canción sigue sonando en su cabeza y Minseok no quiere que la sonrisa de su Madre sea un recuerdo.

— Falleció de manera instantánea.. —no sintió dolor, no sufrió y muy probablemente ni siquiera se dio cuenta del accidente, pero Minseok ya no quiere escuchar.  Quiere que le suelte. Quita con violencia el suero de su mano y Yoona accede, porque lo conoce, y viendo su situación sabe que no podrá ir muy lejos. Las enfermeras se asustan, pero la mujer al otro lado de la sala les indica que lo dejen, que lo necesita, que es la única manera de que se haga fuerte, y Dios, cuán crueles suenan sus palabras. Ni ella misma puede creerlo.

Minseok siente que el aire le es escaso, y cuando sus pies tocan el suelo y cae a este ante la debilidad que siente su cuerpo luego de haber estado 10 días inconsciente, se desespera, pues es en ese momento que se da cuenta de que no puede ver, que está ciego, que no podrá ver nunca más las pinturas de su madre, ni escucharla tatarear las canciones que él siempre detestó, pero que extrañará y que mataría por escucharlas de su boca una vez más. El piso está frío y tiene miedo, porque Minseok siempre odió la oscuridad y quiere a su Mamá, quiere que le abrace y le diga que todo estará bien, que amanecerá pronto y ambos podrán salir a ver lindos paisajes. Que le regañe por dormir mucho, pero que por favor no lo deje solo.

Pero eso no pasará. Su Madre ya no está a su lado y su mundo se volvió de tinieblas sin darle la oportunidad de ver nuevamente a la mujer que tanto amaba. Sin darle la oportunidad de ver su sonrisa por última vez, y Minseok ama ver la sonrisa de su madre. Ama el brillo de sus ojos… Pero aquello ya no será posible otra vez, pues el mundo de ambos se volvió oscuridad.

 

 

 

 


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