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begin again por tacos-chan

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Notas del fanfic:

esto se supone que era para dia de muertos pero me enferme, me quede sin internet y luche contra una enfermedad que me lleva aquejando hace muchos años (flojera) pero ahora aqui esta un regalo para los que me pusieron entre sus autores favoritos

GRACIAS =)

Notas del capitulo:

los personajes no me pertenecen solo los tome prestado un rato para disifrute de todos

El 22 de Octubre era un día que recordaba siempre con resentimiento, era el día conmemorativo de la muerte de un gran escritor. Eiri Uesegui se había suicidado una tarde fría en el estudio de su casa, había bebido su ultimo vaso de wiski en las rocas y fumado su cigarrillo de la marca que le gustaba y después de eso se dio un tiro en la sien, su pareja el vocalista de la banda de electro punk Shindou Shuichi había encontrado su cuerpo sin vida a las nueve de la noche después de salir de un ensayo con su banda, él no fue quien dio parte a las autoridades, fue su amigo Hiro y compañero de Back Luck y guitarritas de la banda, acudió a la casa de su amigo preocupado ya que no se había presentado a una cita que tenían, lo encontró en estudio a unos pasos de su amante aun de rodillas con la miranda ausente fija en su novio que yacía en el piso sobre un charco de su sangre   

La prensa había especulado acerca del motivo que llevo al escritor a suicidarse, se dijo que era adicto a las drogas, al alcohol y a medicamentos depresivos controlados, se dijo que él había estado luchando contra una depreciación que lo había aquejado por más de quince años y por último se especulo acerca una posible infidelidad de parte el vocalista de Bad Luck que derivo en el suicidio del escritor, eso rápidamente se descartó cuando la prensa publico la noticia el ingreso de Shindou Shuichi al ala de psiquiatría del hospital de Tokio, había sido ingresado en estado catatónico y tardo dos meses en recuperarse. No fue al funeral ni tampoco a los múltiples eventos en memoria de Eiri, se mudó a Londres seis meses después del incidente y asistía si falta al evento de  aniversario del escritor cada año, de eso ya hacían diez años

Shuichi miraba su maleta con frustración, aparte de su traje negro de rigor no sabía que más llevar, cuando asistía al aniversario de la muerte de Eiri solo llevaba el traje negro porque llegaba el mismo día del evento y regresaba por la noche pero esta vez era diferente, su hermana había tenido a su primer hijo y le había recriminado el hecho de que aún no lo había ido a conocer pero la cuestión era que Japón le traía malos recuerdos a Shuichi, no había ido a la boda de su hermana pero ahora era diferente, su hermana había amenazado con retirarle la palabra si no iba a visitarla

Se detuvo cruzando los brazos y mirando la maleta aun vacía, luego miro su habitación inmaculadamente blanca, el piso de mármol negro pulcramente reluciente que reflejaba como un espejo, la alfombra mullida que sobresalía de la cama, lo colcha blanca perfectamente extendida, las almohadas esponjadas y frescas, el aroma cítrico que desprendían las velas en el alfeizar de la ventana, bajo en cuclillas tratando de respirar, a menudo le daban ataques de pánico que al pasar de los años fueron normales para él, la sensación de incertidumbre era tan abrumadora que le impedía respirar. No quería ir a Japón pero no tenía opción. Al irse había roto cualquier relación excepto con su hermana y Hiro pero ya casi no hablaba con él, la banda se había desintegrado y Shuichi inicio como solista, le iba bien y no se quejaba. Un nuevo inicio que le había sentado muy bien

Se levantó despacio y evito mirar la maleta que descansaba abierta sobre la cama, salió de su cuarto con rumbo a la cocina, la boca se le había secado y necesitaba tomar agua. Aun andaba en ropa interior, simplemente con sus calzoncillos negros, se sirvió un vaso de agua y se fue a sentar en su sala, encendió el televisor y cerró los ojos. Tenía sentimientos encontrados, lo habían acompañado desde el suicidio de Eiri y la principal razón de que tratara de alejarse de todo lo que le recordaba a él era muy sencilla “lo odiaba” y si la prensa preguntaba una vez más como se sentía por la pérdida de su antiguo amante el terminaría por explotar. Todos decían que Eiri era un gran escritor, una buena persona, un amante entregado y alguien profundamente enamorado de él, pero era mentira, todo eso eran una gran y vil mentira. Eiri era un cerdo, infiel, vicioso y degenerado. No era un amante entregado porque en realidad jamás se abrió con Shuichi, solo lo utilizaba por comodidad, no era una buena persona porque una buena persona nunca deja a su amante fuera de casa porque lo hizo enojar o porque simplemente esta con otra persona en la cama y necesita intimidad para su infidelidad, ¡sí! era un buen escritor pero difícilmente aguantaba a sus fans llegando incluso a ser grosero, pero la mayor mentira de todas era que lo amaba. Eiri Uesegui jamás lo había amado ¡NUNCA!

Aun recordaba la dichosa carta y lo que decía. Se disculpaba por el dolor que causaría su muerte pero argumentaba que le era imposible seguir viviendo porque amaba demasiado a su sensei al cual había matado y que ya no podía seguir viviendo en un mundo sin Yuki Kitazawa, que su amor era tan grande y enfermizo que manchaba todo lo que tocaba y no podía vivir con las consecuencias de tanta decadencia y dolor, que estaba roto y solo causaba dolor en la gente que lo amaba y que era mejor si el muriera. No se equivoquen, queridos lectores, Shindou Shuichi no estaba molesto porque la persona que más amaba en el mundo decidiera quitarse la vida por amor a otra persona, no le dolía que después de todos esos años y todo lo que él le había hecho Eiri aun siguiera amando a ese monstruo, tampoco le dolía que en su carta no se disculpara con él o le pidiera perdón por romperle el corazón por su desamor al que lo había sometido después de tantos años juntos ni mucho menos le dolía el que no le escribiera algo, lo que fuera, a él que lo había amado hasta la idolatría perdonándole tantos sinsabores ¡Lo que más le dolía era que no había tenido el suficiente valor o el mínimo amor para vivir por el¡

Tardo más de ocho años de terapia poder admitir que estaba enojado con Eiri, odiar su cobardía, maldecir una decisión tan definitiva o la falta de consideración hacia él y su dolor por perderlo. Eiri era un maldito bastardo santificado por la prensa y a él lo habían catalogado como el fiel amante que aun lloraba su muerte y la única verdad era que Eiri lo había dejado tan jodido mentalmente que la posible relación con otra persona era imposible. La prensa siempre comentaba que aún no tenía pareja o una relación y deseaban  pronto encontrara un nuevo novio, eran buenos deseos de personas amables pero aun así no dejaba de molestarle, al menos eso ya se había acabado. Conoció a  Matthew mientras grababa un álbum de eso ya medio año, era vocalista de una banda de música Indie muy popular en Europa y habían grabado juntos una canción a dueto, la canción estuvo mucho tiempo en el primer lugar en las listas de mejores canciones tanto en radio como en televisión, la relación laboral se convirtió en amista y está en una relación amorosa, Matthew era abiertamente gay como él y las fans de ambos enloquecieron cuando la relación se dio a conocer. Ahora vivían juntos y aunque Shuichi se había mostrado reacio al tema de vivir juntos Matthew había sido muy paciente, el vivir otra vez con alguien había sido difícil para Shuichi y lo fue más abrirse con otra persona pero la relación iba de maravilla, amaba a Matthew con todo lo que le quedaba de su roto corazón, Matthew no se parecía en nada a Eiri, no tenía vicios, era amable y de humor alegre, era considerado y le estar con él, solía organizar viajes para ellos dos y a veces lo sorprendía cuando regresaba antes de una gira o de promocionar su nuevo sencillo, ahora el desquiciado era él y Matthew siempre se mostraba diplomático en las discusiones, la familia de él lo amaba y estaba seguro de que Maiko lo amaría tanto como lo amaba a él. Shuichi recordó su maleta vacía y los sentimientos fatalistas regresaron, sintió como unas manos suaves y tibias le tapaban los ojos, un ligero olor a cigarrillo le hizo tensarse y por un minuto, tan solo por un minuto el más largo de todos los minutos en su vida pensó… solo por un instante pensó… que era él y se odio por eso, odio el hecho de que su corazón se precipitara por ese simple segundo en el que pensó en lo imposible

-aun no te has bañado- le susurro la dulce voz de su novio al oído, se le vino a la mente la imagen de Matthew con un sonrisa dulce y traviesa, esa hermosa sonrisa que amaba tanto, su barba de días que solía picarle la piel, su cabello castaño y rizado que siempre llevaba corto, sus ojos centelleantes como las estrellas como un niño mirando el mundo, adoraba la forma en como lo veía, le hacía sentirse especial “lo más especial en el mundo” su olor a menta y sus labios suaves y cálidos

-nop- contesto mientras sentía esos labios rozar los suyos

-¿y qué esperas?- le pregunto divertido, sus labios sellaron los suyos y el beso fue profundo y delicioso, quito sus manos y miro a su novio mientras este le sonreía, brinco hacia el sillón y tiro a Shuichi en la longitud del sillón gamuza negro, su cuerpo presiono el suyo y sintió esos labios cálidos sobre su cuello- ¿ya tienes tu maleta lista?- se oyó su voz amortiguada  y su lengua lamio su lóbulo derecho lanzando un escalofrió a todo su cuerpo

-no- su voz jadeante lo traiciono, Matthew paro de golpe impulsándose con sus brazos se separó de él

-tu vuelo sale a las nueve ¿Por qué aun no tienes tu maleta lista?- Shuichi se sonrojo y desvió la mirada, logro sentarse y Matthew lo imito sin dejar de verlo-aún hay tiempo, si reservo un boleto puedo ir contigo- Shuichi se tensó por la idea

-no- le dijo tratando de zanjar el tema

-aun no entiendo porque no quieres que viajemos juntos, sé que quieres que te alcance después de la ceremonia de tu ex para que me presentes a tu hermana pero puedo acompañarte ¿Por qué no me dejas?- Shuichi se sintió incomodo, no quería pelear con Matthew por culpa de Eiri

-no sería correcto- Matthew no estaba conforme pero no dijo nada mas

-vete a bañar yo me encargo de tu maleta- se levantó y le dio un beso en la frente, se fue y lo dejo solo en la sala sintiéndose fatal por su renuencia en que lo dejara acompañarlo pero no quería a Matthew cerca de nada que tuviera que ver con Eiri, no quería que lo acompañara a la misa que el padre de Eiri realizaba o en el evento que realizaban en su nombre, no quería verlo en el cementerio cerca de la tumba de Eiri y menos que hablara con la familia de él, Matthew era una buena persona y no quería mancharlo con el recuerdo de Eiri, se metido al baño y dejo que el agua caliente  relajara su cuerpo, tardo más de la cuenta parado en la ducha permaneciendo sin moverse mientras el agua le caía en el cuerpo al notar lo que hacía salió furioso de la ducha y se secó vigorosamente con una toalla, se colocó su bata y salió del baño, en el cuarto estaba Matthew deliberando entre meter un suéter negro delgado o uno de tela gruesa color cedrón, su maleta ya estaba casi llena, su ropa interior y camisetas ya estaban dentro junto con su maleta pequeña con sus artículos de limpieza, unos cuantos pantalones de mezclilla y ropa casual, al final se decidió por el suéter cedrón, lo doblo y coloco dentro de la maleta para cerrarla y dejarse caer en el espacio libre de la cama

 -está hecho- anuncio feliz. Shuichi miro con recelo la maleta cerrada camino hasta la cama y con una mano la deslizo hasta que cayó al piso, Matthew se incorporó sobre sus codos y miro a Shuichi quien para evitar su mirada se dejó caer en la cama y se aferró al torso de Matthew, le gustaba el cuerpo de Matthew, él era muy atlético y le gustaba nadar. Su torso era largo y musculoso, no en exceso simplemente bien trabajado con sus largos brazos que solían abrazarlo mientras dormían

-gracias… por todo- sabía que Matthew no entendía bien su comportamiento, le había dicho poco de su anterior relación lo que le hacía pensar muy a menudo que aun amaba a Eiri, lo hacía, pero no de la forma en que Matthew pensaba porque el amor que le tenía al escritor estaban sostenidos con falsos recuerdos, momentos robados y mucho dolor que le hacían pensar que aún no había superado lo que le había hechos Eiri, no lo del suicidio sino todas esas veces en que lo miraba a los ojos asiéndolo sentir el único, cuando tenían sexo y él pesaba que hacían el amor, cuando en verdad pensaba que sus disculpas era sinceras y no las frases huecas  que le soltaba por compromiso

-está bien- sus brazos tan cálidos lo rodearon, le dio el confort que necesitaba. Matthew beso su frente y busco sus labios, estarían separados dos días más de lo que se habían separado en tres meses, incluso s alguno de los dos se iba de gira el otro le acompañaba, no era sencillo pero Shuichi tenía esa necesidad, el miedo, la sensación de que si perdía mucho tiempo de vista a Matthew este se iría, tenía miedo de perderlo, lo amaba, lo amaba tanto que a veces le dolía el solo verlo, le provocaba llenarlo de besos y aferrarse a su cuerpo hasta que dejara de dolerle el pecho, jamás tendría suficiente de él, jamás se cansaría de amarlo de esa forma, jamás amaría a nadie más y era una pena que alguien así compartiera su corazón con Eiri. Matthew ya estaba encima de él mientras las manos de Shuichi se movían nerviosas quitándole la ropa, tantas veces habían hecho el amor y aun se ponía nervioso cuando lo tocaba, también le pasaba con Eiri pero Matthew jamás se alejaba de él después de acabar, él no lo hacía sentir como un objeto que solo servía para una cosa

Sus pechos tocándose, friccionándose con cada embestida, sus manos sujetando su cabeza mientas lo besaba, las piernas de Shuichi rodeando las caderas de Matthew mientras entraba y salía de su cuerpo y volviendo el contacto más profundo, Shuichi se mantenía abrazándolo recorriendo con sus manos su espalda, la conocida sensación de  ansiedad, plenitud, ternura y poder, siempre tan intenso y tan etéreo y nunca se cansaría de eso. Terminaron sudorosos con sus cuerpos enredados y jadeantes

-eso fue… wow ¿no?- y eso le gustaba más que todo, Matthew jadeante, sonrojado y feliz

-si- Shuichi se arrastró hacia él y se colocó a su costado. Se ducho otra vez, con Matthew, salieron a comer en la tarde y lo acompaño al aeropuerto, no se pudieron salvar de los reporteros que hicieron su día tomándole fotos tomados de la mano aunque trataron de pasar desapercibidos pero fallaron y Shuichi se mostró molesto, mañana  todas las revistas del corazón los tendrían en su portada y rogaba al cielo de que la noticia no se filtrara en Japón, Shuichi suspiro y beso a Matthew antes de abordar- nos vemos en dos días ¿bien?

-en dos largos, muy largos días- sonrió y abrazo a Shuichi- voy a extrañarte por favor no te enamores de alguien más mientras no estamos juntos- le susurro a Shuichi en el oído

-no lo hare- Shuichi no pudo mirarlo a los ojos, se escondió en su pecho y aspiro su aroma- te amo- su voz amortiguada con el rostro aun en su pecho

- y yo más, por siempre…siempre- lo vio antes de abordar, se veía tan bien, era demasiado apuesto aun no sabía porque no se había casado aun, bueno estaba con él pero Matthew le había dicho que no había tenido una relación seria con nadie, excepto con él

El vuelo a Japón en primera clase estaba casi vacío y no tuvo que soportar que alguien se sentara junto a él, no era que le cayera mal la gente solo que por ahora no podría soportar a nadie, tenía los pelos de punta, siempre que iba a la ceremonia conmemorativa se mostraba taciturno, no era su intención pero no podía dejar de recordar a Eiri, tan feliz en la mañana cuando salió de casa, la forma tan apasionada en que lo había besado y luego dándole un pequeño beso tan tierno que le hizo sonreír, Eiri abrazándole mientras le decía que lo extrañaría, sus ojos comenzaron a nublarse mientras trataba de fijar su vista en la ventanilla abierta, había pensado tontamente que lo extrañaría mientras estuviera fuera en su ensayo jamás se imaginó que haría eso. Sus últimos días habían sido más tranquilo, Eiri se había vuelto más cariñosos pero a menudo lo sorprendía pensativo y distante con la mirada perdida, debió haberlo visto venir pero estaba tan feliz de que al fin Eiri le hiciera casa que… no le importo, aun recordaba su mirada perdida y opaca con su cuerpo recostado en un charco de sangre, un agujero con un hilillo de sangre en el lado derecho y una masa enorme con casi la mitad de la cara cubierta de sangre ya seca, aun no sabía porque lo había hecho, si no era feliz con él porque simplemente no lo dejo o dijo algo, él se habría alejado aunque no quisiera hacerlo lo haría si eso lo hacía feliz… si con eso podía salvarle la vida

Se recostó en el asiento y cerró los ojos, le había pedido a la azafata que no lo molestara hasta llegar a Japón o se despertara, ahora agradecía los últimos días que había presentado problemas para dormir, le habían dado medicamento pero no le había sentado bien, estaba cansado y se durmió rápido. Soñó con Japón y las cálidas tardes de verano, la nieve en invierno y con su familia, lo feliz que había sido con sus padres mientras estos estaban con vida, soñó con su hermana y su risa fácil y cantarina, su preocupación maternal para con él y la forma dulce de abrazarlo mientras lo consolaba por la muerte de Eiri… soñó con Eiri, fumando mientras miraba la vista desde el balcón de su departamento, Eiri y sus besos con sabor a wiski, Eiri y su mirada burlona, sus comentarios hirientes y su desapego a la vida, había sido tan feliz en los últimos días pensando en que al fin serian una pareja, que dejarían todo atrás y empezarían a vivir en serio. Se despertó sobresaltado por la turbulencia, vio a un hombre sentado a unos pasos a su derecha, parecía estar rezando, se preguntó si hubiera rezado más Eiri seguiría con vida, tal vez no

Saco el frasco de pastillas para dormir y se tomó una, lo dejaban aturdido en el día pero era eso o pasar todo el vuelo con el corazón en la garganta, se durmió pero esta vez no soñó, como lo prometió la azafata lo despertó antes de aterrizar parecía preocupada no debía verse nada bien así que le sonrió para tranquilizarla, se abrocho el cinturón y miro su reflejo en el vidrio de la ventanilla y parecía estar muerto, demasiado pálido, demasiado perdido. Bajo del avión como en trance y por poco pasa por alto a su hermana que lo estaba esperando, tenía un cartel enorme con su nombre hecho de la tapa de una caja de pizza manchada de grasa, sonrió y ella corrió hacia él, salto para abrazarlo aferrando sus brazos y piernas a su cuerpo

-Onni-san, te extrañe- eso le rompió el corazón y la abrazo más fuerte

-yo también Maiko, yo también- ella se bajó, estaba tan bonita con su  cuerpo más pleno por el embarazo, sería una estupenda madre y aunque no conocía muy bien a su esposo confiaba en el criterio de su hermana

Ambos se encaminaron a la salida tan pronto recogieron su equipaje, cogieron un taxi que los llevaría a casa de su hermana donde se ducharía y cambiaria para la ceremonia, era de día cuando llego así tenía tiempo para prepararse. En el taxi Maiko de hablo de su bebé Ren y de su esposo Kioya, de cómo había cambiado su vida con el bebé y de cuan feliz era, le dijo que se alegraba de que el también tuviera a alguien y que esperaba que las cosas funcionaran bien, lo último lo dijo con un deje triste en la mirada y Shuichi supo que se había acordado de Eiri, la tranquilizo diciéndole que era feliz y que su relación con Matthew era seria y ahora vivían juntos               

-¿y cómo lo tomo la prensa?- cuando se dio a conocer su relación con Eiri las cosas se habían alocado por un buen rato y con las fans fue algo desagradable porque algunas no aprobaban su relación

-bien, en américa son más abiertos y no hicieron un escándalo- Maiko sonrió y después pregunto mientras su rostro se hacía serio

-¿y su familia? ¿Cómo lo tomo?- con la familia de Eiri tampoco había sido fácil, el padre de Eiri aunque lo toleraba realmente no le caía bien, su hermano era amigable y su hermana, bueno su hermana estaba en contra como el padre

-bien, ya los conocí- Maiko lo miro interesada y noto cuan preocupada estaba por él- creo que me adoran- Maiko sonrió satisfecha. La casa de su hermana se encontraba en un buen vecindario familiar con casas grandes y con jardines que pocas casas de Japón tenían, eran jardines y casas con diseños occidentales, en la puerta estaba Kioya esperándolos, saludo cuando se el taxi se detuvo y fue para ayudar con su maleta, se saludaron de forma formal y todos entraron a la casa, Kioya era un chico sencillo, delgado con lentes y cabello negro, un típico chico que había encandilado a su hermana, siempre pensó que Maiko se casaría con alguien estrafalario como ellos pero se sentía feliz por ella y su vida. Maiko lo llevo al cuarto de invitados para que descansara y se preparara para el evento, antes de salir le dijo una vez más cuan feliz era porque había venido

Su cuerpo estaba entumecido y sus manos temblaban ligeramente, se había aseado y cambiado, se quedó sentado en la orilla de la cama hasta que pasaron dos horas, tardaría otras dos en llegar al templo que pertenecía a la familia de Eiri, bajo a la sala donde encontró a su hermana y a su cuñado platicando alegremente, Ren aun dormía y pensó que era bueno que aprovecharán el tiempo ya que con un bebé debía ser difícil

-ya me voy- su hermana se levantó y lo miro preocupada, asintió para decirle que estaba bien y que no se preocupara y ella le sonrió mientras asentía, se iba a ir en taxi, no quería molestar a su hermana ni a su cuñado, había arreglado que el taxi lo esperara hasta que la ceremonia terminara, este año el evento y la ceremonia serian el mismo día y lugar, tardarían dos horas en terminar así que estaría bien, durante todo el viaje sintió una sensación de malestar, sentía que le costaba respirar y le dolía el estómago, sus manos estaba sudorosas y de tanto en tanto tenía que limpiarlas en su pantalón. Sintió la imperiosa necesidad de decirle al chofer de taxi que se diera la vuelta y regresaran a donde lo había recogido cuando vio la casa de estilo oriental, una casona que conectaba con el templo que por años la familia de Eiri había dirigido, quizás ahora  Tatsuha ya estaría a cargo del templo, la salud del padre de Eiri no estaba bien el año pasado que regreso para la ceremonia, nadie se lo había dicho el mismo había visto que se veía cansado y débil y caminaba con ayuda de su hija, bajo del auto, había acordado que el taxi lo esperaría al terminar la ceremonia

En la entrada de la casa había gente amotinada, algunos eran familias que se encontraba y conversaban un poco y algunos otros eran periodistas. Shuichi se paró en seco al notarlo, hizo acopio de todo su valor y camino decidido hacia la entrada, el primer periodista lo noto y se abalanzo con su cámara hacia él y luego le siguió otro y otro, antes de llegar había como diez reporteros y algunos fotógrafos a su alrededor, preguntando, empujando y asustando a Shuichi, estaba a punto de gritar cuando el personal de seguridad lo intercepto y lo llevaron seguro al interior de la casa, una muchacha vestida con su tradicional Kimono le abrió la puerta corrediza y le invito a entrar, Shuichi se quitó lo zapatos, no fue necesario que le indicaran el camino él había recorrido esa casa en las innumerables cenas familiares donde Eiri siempre discutía con su padre, con su hermana y su cuñado para después salir enojado de la casa muchas veces olvidándose de él, esas noches incomodas donde tenía que aguantar  la tensión y la hostilidad de la familia de Eiri porque no había un hotel donde pudiera quedarse y ahí solo se podía llegar en auto o tren y el tren solo pasaba una vez al día, al día siguiente tenía que encontrar a algún campesino que lo llevara a la capital por un buen precio, llegaba a casa casi en la madrugada sucio y cansado y Eiri jamás se disculpaba por haberlo olvidado en casa de su familia, ese recuerdo le agrio más el ánimo a Shuichi   

Entro al salón donde se llevaría a cabo la ceremonia de aniversario, la gente con sobrios trajes negros estaban dispersos por el lugar, pudo divisar a Suguru  junto con su primo Thoma platicando, recordó Bad Luck y la melancolía lo envolvió. Su banda había sido su todo antes de conocer a Eiri y fue por Eiri que había cambiado tanto, en estilo y forma de pensar “cero talento” así lo había llamado, así lo había visto por primera vez, así se había enamorado de él… “cero talento”. Trato de pasar desapercibido, se puso sus gafas de sol aunque estaba dentro de la casa, afortunadamente desde hace años ya no se teñía el cabello dejándolo en su tono natural de color negro, su piel antes ligeramente bronceada se había aclarado más y había crecido al menos diez centímetros más,  había perdido todos los rasgos aniñados y su cuerpo se había desenvuelto en todo su esplendor masculino, sus rasgos aun eran más finos y delicados, y según varias revistas de adolescentes  y de modo era de facciones simétricas lo cual hacia alguien siempre presente en las listas de los más atractivos rostros del medio artístico, no en los primeros pero estaba dentro del top y Matthew siempre estaba por delante de él con su cuerpo más formado y apariencia más masculina y dulce. Se situó lejos de la gente tratando de que nadie lo notara y una vez que terminara la ceremonia sería el primero en salir, sintió cierto resquemor en su corazón cuanto Tatsuha, Mika y el padre de Eiri  aparecieron juntos, la ceremonia comenzó y todos se arrodillaron para orar por Eiri, en el centro adornado con dos listones negros en la orilla se encontraba un retrato de Eiri, estaba serio mirando de frente y con los mismo ojos carentes de emoción que mostraba siempre. El servicio duro al menos una hora y después una pequeña ceremonia donde los familiares y cercanos podían decir unas palabras acerca de Eiri, la primera fue Mitsuki la editora de Eiri quien dijo que era un gran jefe, un gran escritor y un ejemplo a seguir (ninguna de estas cosas fue verdad porque él siempre había sido grosero egocéntrico y a menudo llegaba ebrio a las entrevistas, solo Mitsuki con su eficiencia había logrado sacar de Eiri al profesional que llevaba dentro o al menos logro aparentarlo bien), después siguió Tatsuha quien de plano dejo a Eiri como la mejor persona del mundo lo cual hizo gracia a más de uno pues se sabía que era mentira y cuando tomo su lado junto  a su padre este le dio tremendo coscorrón por burlarse de su hermano en su memorial que incluso había sangrado un poco, Mika fue más creativa y opto por hablar de su pequeño hermano, ese que se había ganado su amor eterno incluso cuando se convirtió en un cerdo sodomita, alcohólico, pervertido sexual y demás apelativos que comparados con estos eran armas nucleares destinadas a destruir, después de eso unas veinte personas habían compartido anécdotas con del escritor incluso Suguru dijo varias palabras amables acerca de Eiri, Shuichi salió antes de que se diera por terminado el acto ceremonial y fue directo al taxia que aún lo esperaba, se sintió un poco mejor estando más cerca del auto hasta que una voz familiar lo llamo, sus pies se pegaron al suelo y permaneció quieto deseando ya no escuchar esa voz pero fallo

-Shuichi- lo volvió a llamar y él se dio una media vuelta forzada con el cuerpo todo rígido, la figura extremadamente femenina y el andar de gacela de la hermana de Eiri siempre lo habían cautivado, recordó la vez que pensó que Mika era una antigua amante de Eiri pero en realidad era su hermana mayor, era igual de increíble que su hermano, el tipo de persona por quien inevitablemente voltearían en la calle al verla pasar, ella lo alcanzo aunque tuvo que trotar un poco, era la primera vez en diez años que volvía a escuchar su voz- me alegra verte- y por primera vez se mostraba nerviosa, aquella mujer hermosa y tan segura de sí se mostraba tímida con él

-gracias… igual- Shuichi se felicitó porque su voz sonara tan tranquila aunque por dentro se sentía desfallecer. Mika coloco un mechón de pelo detrás de su oreja como tantas veces lo había hecho cuando se sentía molesta, ahora sus movimientos eran más calmados lo contrario a lo enérgicos que antes eran, debía ser la maternidad, ahora tenía por lo menos dos hijos según sabia

-quería hablar contigo hace mucho, ¿Cómo estás?- Mika apoyo su peso en su pierna derecha balanceado las caderas y cruzando sus brazos más en un abrazo que en una pose defensiva

-bien, gracias-Mika asintió, era demasiado tiempo pero a la vez era tan poco, aun dolía, de diferente manera para ambos pero provocado por la misma persona

-he escuchado que sales con alguien- Shuichi bajo la mirada, un dolor impulso sus entrañas- me alegra- se apresuró a decir Mika quien sonreía mientras sus ojos acuosos la traicionaban- pensé mucho tiempo, temí que lo de Eiri te afectara tanto al grado de que te impidiera seguir pero no fue así y me alegro por eso- Mika miro a otra parte tratando de controlarse y suspiro llena de alivio, saco del bolsillo de su chaqueta un sobre doblado a la mitad, se veía maltratado y un poco amarillento así que no entendía bien lo que era- estaba en la cartera de Eiri, siempre la guardo y la saco el día del memorial, siempre pensé que hablaría contigo cuando estuvieras listo y empezaba a temer que eso pasara pero hace dos meses fui a New York y me entere de tu relación con ese hombre así que esta vez no espere simplemente vine a ti- sonrió triste- esta maltratada porque según parece llevaba bastante tiempo dentro de la cartera de Eiri- Shuichi desdoblo el sobre y en el centro estaba su nombre, escrito de puño y letra de Eiri, Shuichi miro boquiabierto a Mika y esta sonrió al adivinar sus pensamientos, se fue de regreso a casa, este era el adiós, uno definitivo al menos para ellos dos, ya no tenían nada que ver y tal vez después si se llegaran a encontrar simplemente se saludarían sin dejar de caminar, porque así debía ser   

Cuando entro al taxi y este se puso en marcha ya no se sintió aliviado, estaba impaciente y nervioso, el papel le quemaba en el bolsillo mientras su mano acariciaba la textura del sobre tratando de controlar la emoción y el temor, el viaje de vuelta a casa de su hermana fue peor que el de ida, durante diez años Shuichi se pensó innecesario para Eiri tanto que no le había dejado ninguna palabra o señal después de su muerte y ahora ahí estaba en forma de sobre con el contenido desconocido sabía que lo que llevaba con él era peor que una granada porque esta tendría el poder de aliviar o destruir su arma y el que vaga por el mundo sin alma ya ni siquiera tenía nombre, ya no era nada

Se alivió un poco de encontrar solo a su hermana puliendo la mesita de té de la sala, le sonrió, siempre feliz de verlo llegar como cuando eran jóvenes, como cuando él no conocía el dolor al menos no el verdadero ese que no tiene remedio. Shuichi en un lúgubre asentimiento pidió su espacio y haciendo acopio de aquellos poderes que antes se asemejaban a los lazos psíquicos de los gemelos, se comunicaron con los ojos como solían hacerlo, se dijo un “estoy bien, pero no quiero hablar” y se recibió un “tomate tu tiempo, estoy aquí para ti, siempre”. Alicaído y nervioso como nunca subió a su cuarto donde su hermana ya había desempacado sus cosas y había limpiado, cerro con llave y fue a sentarse en el borde derecho de la cama que daba a la ventana, las persianas estaba semi cerradas dándole una apreciativa vista del medio día, paso alrededor de tres o cuatros horas cuando Shuichi por fin junto el valor o las fuerzas para abrir el mentado sobre y descubrir quizás la respuesta a la pregunta que lo atormentaba desde hace diez años, saco el papel doblado y un ligero olor a tabaco lo sofoco dejándolo si aliento y quieto miro el papel en sus manos aun doblado, con la garganta cerrada y adolorida desdoblo el papel y antes de analizar el contenido una inmensa melancolía lo cubrió al mirar de nuevo la letra de Eiri, Eiri el tan querido y amado Eiri. Sin fecha o ningún formato establecido la carta está escrita tan simple como improvisada, se lo imaginaba despierto de madrugada, levantado simplemente porque no podía conciliar el sueño, se lo imaginaba caminando hasta su despacho encender la luz y sacar una hoja de papel, tomar su pluma grabada con su nombre regalo que él le había dado y comenzar a sacar lo que llevaba dentro, como lo hacía siempre, como lo hacía con sus libros 

Shuichi, quisiera poder amarte como lo hacía ayer, quisiera volver a tocarte como lo hacía, quisiera poder estar lejos de aquí y ser libre junto a ti, quisiera amarte así, simplemente así pero no puedo lo intente pero no puedo me es imposible, no llores por favor yo te amo pero esto que llevo dentro de mí me impide amarte más, es mi vergüenza y mi condena por lo que hice fui juzgado hace mucho y ya no puedo, haces mal en amarme de la forma en como lo haces pero no puedo impedir sentirme cálido y especial a tu lado, tu siempre fuiste demasiado para mí y sé que aunque llegue el día en que tendremos que separarnos tu seguirá, porque de los dos tu siempre fuiste el más fuerte, siempre el más seguro de sí, siempre fuiste mejor persona que yo y la verdad siempre te ama más a ti, quizás fue por eso por lo que lo hice, te libere de mí. Pienso que jamás podrías haberlo hecho porque de los dos tu corazón siempre fue el más noble y el único que aun tenia fe, así que no estés triste al menos no por mí. Shuichi te ruego que busque a alguien totalmente opuesto a mí, no busque una causa perdida, no a alguien roto como yo que solo serviría para lastimarte más y eso tú no lo mereces, busca a alguien que siempre te diga cuan valioso eres y que al verte no le dé pena sonreír por la simple felicidad que le ocasiona tu cercanía, alguien de carácter afable, sincero y comprensivo, deja de amarme como lo haces y amalo un poco más a él pero promete que aunque sea un poco, no del diario y no muy a menudo pensaras en mí, así pues puedes amarme u odiarme pero no ambas y nunca de forma tan intensa que te quite demasiado tiempo en seguir. Soy débil Shuichi, tan débil que decidí acabar con esto, era la única forma y no espero que lo comprendas, no soy tan miserable como para pedírtelo, siempre lo fui y no lo lamento porque en esta debilidad con mi vida vacía vagando solo por este paramo seco y frio me encontraste, esa noche, la noche que antecedió a las demás. Hay tanto que quisiera decirte pero tardaría demasiado así que lo resumiré para ti nunca algo fue más preciado para mí, nunca necesite a nadie, nunca tuve fe, nunca fue feliz, nunca ame a nadie, nunca reí, nunca llore, nunca algo fue sagrado, nunca tuve miedo, nunca necesite nada, nunca rece por nada, nunca pedí nada de la vida, nunca maldije mi suerte y nunca aprecie mi vida, nunca disfrute, nunca viví… no de verdad, no hasta que tu llegaste y lo cambiaste todo, así de grande te amé y así lo hare hasta mi fin y puede que después de eso. Y si la vida fuera justa y me pagara por todo lo que yo viví, si la vida fuera buena y me restituiría lo que me debe, si me pagara mi mala suerte yo pediría regresar, esta vez libre, ya no roto, limpio y honesto, yo te encontraría y así siempre por siempre, para siempre, siempre, siempre y siempre… te amaría solo a ti  

Shuichi jamás lloro tanto ni siquiera cuando Eiri había muerto lloro de esa manera tan rabiosa y descontrolada, no lloro después con tristeza y dolor y no lloro después con resignación, se sentía abandonado por su débil amante pero feliz porque si lo había querido, lloro simplemente por la alegría y el consuelo de llorar. Y era noche cuando termino y la cabeza le dolía, los parpados hinchados le picaban y estaba cansado, tenía frio de repente y se recostó en posición fetal solo un momento, lo suficiente para quedarse dormido, durmió incomodo hasta que su hermana entro en la habitación con una bandeja de comida y un paño dentro de un tazón con agua y algunas pastillas sueltas

-Shuichi, sé que no tienes ánimo pero debes comer- su hermana era insistente e incasable como él lo mejor sería obedecer para que se fuera y lo dejara dormir, comió la comida y a petición de su hermana se quitó el traje y se puso una pijama más cómoda y se recostó, cual madre que era su hermana le ordeno tomar una aspirina y un té que le ayudaría a dormir, lo arropo y con el paño le alivio la hinchazón de los parpados, el paño fresco fue un alivio en su piel caliente y sin darse cuenta se quedó dormido pero aun tenia frio, pensó aun dormido que quizás ese frio no estaba en el ambiente sino dentro de él, durmió poco porque después de algún tiempo se encontró en ese estado de semi inconciencia que le hacía parcialmente consiente de lo que pasaba a su alrededor, por solo por un momento, algo totalmente fuera de su control, sintió que no estaba solo en esa habitación oscura, no tuvo miedo porque un ligero olor a tabaco frio y colonia se coló en su nariz, ese olor tan amado que añoro por años estaba ahí, abrió los labios y sintió el cálido aliento vaporoso salir de sus labios       

-Eiri- pronuncio por inercia, como tantas veces lo llamaba cuando pensaba que se había ido, que lo había abandonado pero que la verdad simplemente había ido por una cerveza o al baño y este se acercaba y lo abrazaba y se reía de su estupidez por pensar en semejante disparate- Eiri- lo llama anhelante, triste y sin esperanza y después de lo que parecieron horas esa voz, su voz contesto

-ssh- quería despertarse pero sus parpados estaba pesado y no pudo

-Eiri- lo llamo de nuevo, quería verle, una vez más solo una vez más- Eiri… ¿Por qué?- no fue reproche simplemente necesitaba saberlo, imagino que se reía por preguntar eso. Sintió los dedos frio acaricia su frente, su mejilla y terminar por un mechón de su pelo, no era algo normal era más como una presión de aire helado- Eiri

-Shuichi- su voz espectral le hizo estremecerse, eran tano el frio que sentía que se arrebujo en las cobijas buscando su protección

-Eiri, no te vallas

-debo hacerlo

-no, no me dejes- Shuichi quería despertarse pero no podía, y comenzó a sollozar

-no llores- esa precisión de aire se concentró en sus mejillas, trataba de limpiar sus lágrimas-debo irme, es tiempo

-lo sé- y en verdad lo sabía pero aun así era difícil

-te amo- le dijo tan afectado como él lo estaba, fue tan dulce. Una presión cálida se concentró en sus labios, era delicada y duro muy poco pero fue tan preciada que viviría por siempre dentro de él, un último beso- te prometo- le susurro en su oído- que mañana todo será mejor

-está bien

-hasta pronto Shuichi

-adiós… Eiri- se durmió, sintió su cuerpo más cálido y liviano

Al despertar se sentía más ligero aunque al levantarse no se veía tan mal como pensó que se vería después de llorar tanto, tomo su celular de la mesita de noche y comenzó a teclear, repaso el mensaje con cuidado y satisfecho lo envió, bajo a desayunar con su hermana y su cuñado, los encontró desayunando y Shuichi alegremente saludo a ambos y le quito a Ren a su hermana quien lo mecía entre sus brazos, el pequeño dormía tranquilo. Shuichi y Maiko se miraron y otra vez su lazo de hermanos surtió efecto, Shuichi le dedico una mirada tranquila y llena de sentimientos que su hermana pudo descifrar, le sonrió con la mirada acuosa esta asintió, terminaron de desayunar y diligentemente le ayudo a su hermana con la limpieza, lo hicieron todos juntos mientras hablaban como no lo habían hecho en años, comieron juntos y siguieron hablando y al caer la tarde Shuichi salió de casa de su hermana y camino hasta la parada de autobús en pocas horas estaba en el parque donde había familias paseando, parejas de paseo, niños jugando y ancianos sentados en los bancos mirando a la gente pasar, Shuichi disfrutaba del momento respirando el aire y llenándose de las risas alegres de los niños hasta que vio a un hombre recargado del barandal de la zona de juegos este al verlo se enderezo y agito su mano para llamarlo, Shuichi sonrió y camino más aprisa a cada pasa hasta que llego a estar a solo dos pasos de distancia de ese hombre, tuvo que levantar su cara para verle el rostro y sonrió, entonces Matthew le pregunto

-¿estás listo?- se veía tan bien con sus vaqueros y su camiseta blanca ajustada

-si- Matthew lo rodeo con su brazo y se detuvo para tomar su bolso negro que siempre utilizaba para el gimnasio y comenzaron a caminar, Shuichi pensó que Matthew jamás imaginaria lo trascendental que había sido su pregunta, pues si, estaba listo para comenzar su vida 

Notas finales:

jajaja no me maten por matar a Eiri


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