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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Espero que les guste!!

Malik salía hecho una bola de emociones del comedor de la casa temporal de Pegasus.

-Malik, espera –Pegasus lo había seguido-. Mi chofer te llevará.

-No es necesario, puedo ir por mi cuenta –dijo calzándose, dispuesto a caminar la distancia que sea con tal de alejarse de ahí.

-No dejaré que un niño camine por ahí solo… ¡Hinata!

-¡No soy un niño! –gritó firme Malik fulminando con la mirada al chofer que recién llegaba y que ninguna culpa tenía.

-De todas formas te llevará –dijo Pegasus decidido y le alcanzó el trofeo del tercer puesto.

El rubio se fue de la mansión y se subió al lujoso auto. Suspiró y apoyó su cabeza contra el vidrio. Mentiría si dijera que no se lo vio venir, la aparición de Yami y la charla de sus hermanos lo hicieron quedar con la guardia alta todo el día.

Sabía que había hecho lo correcto, jamás había visto a Marik comportándose tan torpe, infantil y tímido, pero aunque le creyese que su perdón era sincero no podía arreglar el pasado con esas dos palabras. Lo que fue roto, fue roto, no podía arreglarlo con palabras.

Ya no confiaba en su oscuridad.

Llegó a su casa y al entrar escuchó la voz animada de sus hermanos en la habitación continua. Se dirigió a las escaleras, no quería hablar con ellos.

-¡Malik! Me alegro de ya llegaras. Estuviste fantástico en la competencia… -lo felicitó su hermana, pero él no la escuchó, solo siguió el camino a su habitación. Los hermanos mayores se miraron, no era la actitud que pensaron que tendría después de ganar tantos duelos.

-¿Malik? ¿Ocurrió algo? –preguntó con cuidado Odión pero tampoco recibió respuesta.

Ya habían llegado a la puerta de la habitación y esta fue cerrada de un portazo en sus narices, se escuchó el “clic” del seguro.

Sabían qée había pasado, de todas formas no había muchas opciones.  Malik se apoyó en la puerta y se dejó caer, se abrazó a sus rodillas y comenzó a llorar en silencio.

-¿Lo viste no es así? –preguntó desde el otro lado de la puerta una Ishizu afligida y apoyando su frente contra esta.

-Deberían habérmelo dicho –dijo bajito y entre sollozos el rubio.

-Lo sabemos, pero no sabíamos como ibas a actuar al saber que lo ayudamos. Él parecía nervioso por verte y emocionado así que no queríamos contarte, sino que él lo hiciera. Esto es algo entre ustedes –dijo Odión, sabía que lo que necesitaba Malik era confianza y a él le caía bien Marik así que, ¿por qué no ayudarle?

A Malik le gustó que sus hermanos consideraran que este era un problema solamente suyo y que debían de darle espacio y confianza.

Aun así hizo sentir peor a Malik. Se convenció de que había estado bien al dar su respuesta, pero ahora comenzaba a dudar, no se sentía bien sabiendo que su respuesta podría interpretarse como una quema a toda esperanza de su Yami. Él no lo rechazó, solo le pidió tiempo para aclarar mejor las cosas y esperaba que el otro hubiese entendido eso.

Sentía en su bolsillo vibrar su celular, sabía que eran sus amigos ya que vibraba desde que salió de la mansión. No contestaría, no quería hablar con nadie. Siempre le animaba estar acompañado de sus amigos, pero hay momentos en donde uno quiere estar solo.

-Váyanse… quiero estar solo –dijo suavemente y los hermanos se dieron  por vencidos yéndose, no había mucho que pudiesen hacer si el menor hacía oídos sordos, se fueron abrazados dándose apoyo mutuo.

Todo era tan diferente ahora, ya no era un niño de 17 años que hacía lo que fuera por libertad y que veía a su Yami como la solución a todos sus problemas, como un arca en medio de un diluvio. Había aprendido a decirle que no al mal, aunque este apareciera como la figura de un Dios Griego sobre la Tierra.

Le sorprendió ver lo diferente que estaba Marik. Reconocía cada rincón del cuerpo del otro y si algo cambiaba sabía que él sería el primero en darse cuenta. Su tez estaba llena de cicatrices, seguro que era debido a ser general de un ejército, pero algunas de las que vio a primera vista se veían profundas y dolorosas y tenía ganas de besar cada una de ellas para ver si lograba desaparecerlas.

Su cabello ya no era tan rubio cenizo como el suyo sino más dorado que combinaba con sus nuevos ojos, parecía un león con su melena, un hijo de Ra besado por los rayos de su padre. Verlo con su propio cuerpo lo hizo temblar y ahora pensar en él también, significaba que podría tocarlo más allá que solo dentro de su artículo del milenio y le gustaba saber que ahora era capaz de elegir su propio estilo.

Se rió, todos los Yamis excepto Akefia utilizaban delineador de ojos, había costumbres que no se irían y esa le gustaba porque hacía resaltar sus ojos, le quedaba bien el color miel.

Pensaba que llegaría a sentarse en su habitación y se pondría a pensar en todas las razones existentes y por haber para no caer tan rápido, para rechazarlo. Recordar lo que sufrió por su culpa y como se sentía él en el mundo de las sombras. Pero solo estaba pensando en lo bien que lucía, en sus brazos más musculosos que nunca y en cómo se sentiría estar entre ellos, de que a pesar que tenía una actitud bastante libre de odio al mirar su cara te dabas cuenta que no era alguien con quien uno quiera meterse.

-No puedo dejar de amarte, así que por favor no dejes de luchar por mi –dijo por lo bajo.

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Yugi se levantó muy temprano en la mañana, había quedado en encontrarse con Yami en un café en el centro para almorzar, pero este acababa de mandarle un mensaje para ir más temprano y desayunar.

Apenas había podido dormir, pero se sentía con más energía que nunca. Estaba tan feliz que no necesitaba soñar, con solo vivir la realidad le gustaba y alcanzaba, sabía que ya no necesitaba dormir para volverlo a ver.

 Estaba completamente desnudo así que lo primero que hizo fue vestirse; se puso un short morado acompañado de un buzo sin mangas blanco. Se paró frente al espejo y colocó una gargantilla con un dije morado y su collar milenario, se puso una mano en el corazón, estaba más feliz que nunca.

Se acercó a Joey y lo tapó mejor con la sábana, tenía el pelo alborotado y la boca abierta mientras dormía boca abajo, se rió y le sacó una foto, se veía tierno. Le dio un beso pequeño en los labios y dejó una nota en la mesa de luz que había escrito con anterioridad.

“Yami me escribió para vernos en el desayuno, llegaré temprano para que armemos juntos los bolsos.

Te quiero.

Yugi. “

Tomó sus llaves del departamento y salió rumbo a su Yami, quien ya había llegado al lugar acordado. Se había levantado muy temprano así que le escribió a Yugi para verse antes, pero aun así apenas recibió respuesta la emoción le ganó y salió para el lugar llegando una hora antes. Se sentía nervioso, ahora hablarían solos, quería saber todo de él este último año. Sus ganas casi lo hacen ir a buscarlo a casa del abuelo Muto.

-¡Yami! –escuchó el grito del chico tricolor y enseguida una sonrisa apareció en su cara-. ¿Llevas mucho esperando?

-No, acabo de llegar –mintió-. ¿Qué quieres pedir?

Ordenaron un gran desayuno para los dos y comenzaron a hablar de cosas sin importancia. Se sentaron separados de los demás ya que no querían que reconocieran al Rey de los Juegos y le pidieran un duelo, ni siquiera había traído su duelodisc.

-Extrañaba la comida de aquí… menos el arroz… lo odio –dijo Yami comiendo su sopa y alejando con los palillos el recipiente con arroz-. ¿Cuántos torneos has ganado?

-Con este creo que son 8 por mi cuenta, en muchos no he podido participar por la Universidad, pero he recorrido muchos lugares del mundo.

-¿Cómo cuáles?

-He ido a Francia, EEUU, a Londres y en navidad volvimos a Egipto para un campeonato –dijo Yugi con los ojos brillantes, estaba muy feliz de saber que ahora tendría a Yami para que también lo acompañase a nuevos lugares-. ¿Cómo estaban los sacerdotes y Mana?

-Pues bien aunque no estaban muy felices con mi partida sabían que era lo mejor, en especial Mana, se puso muy mal. Había pensado en traerla conmigo pero sabía que no podría. Me dolió tener que dejarla, la voy a extrañar demasiado –dijo Yami suspirando y por alguna razón el Yugi sintió una opresión en el pecho al verlo tan mal por perder a la chica castaña.

Yami y Yugi hablaron durante horas hasta volver a casi no tener misterios entre ellos. Fueron al parque, a jugar videojuegos obviamente y terminaron en un karaoke al pasar el mediodía.

-¿Has hablado con Malik hoy? –le preguntó el mayor mientras veía el show.

-No… -dijo Yugi y se sintió mal. Había estado tan emocionado por encontrarse con Yami que había olvidado por completo que su amigo sufría por el suyo. Podría haberlo llamado antes de salir pero ni lo recordó, se sentía el peor amigo del mundo.

-Marik quedo muy mal ayer, no sabe cómo acercarse y está bastante nervioso, al menos no recurrió a acostarse con cualquiera… como hace siempre.

-¿Qué? –preguntó alterado Yugi, uno por la forma tranquila en la que hablaba de eso y dos porque no creía que Malik se lo tomase bien si se llegaba a enterar.

-Bueno, Marik está muy enamorado de Malik –comenzó diciendo Yami y enseguida Yugi sonrió feliz, le gustaba saber eso-, pero este último año decidió que cada vez que lo recordase se iría con alguien más para olvidar las penas de que nunca lo vería de nuevo. Cuando nos dijeron que podríamos volver decidió que ya no volvería a acostarse con nadie que no sea Malik y a ahí está luchando contra sus impulsos.

 Ambos rieron, querían lo mejor para sus amigos, pero sabían que no era el momento para que volvieran, debían empezar con calma y olvidar todo lo pasado.

-Yami, quería proponerte algo. Mañana tenemos planeado ir a acampar a una playa cerca de aquí con algunos amigos de la universidad. Estaría bueno que vinieran los tres, ¿te gustaría?

-A mí sí –dijo una castaña de ojos azules apareciendo de repente y sentándose justo al lado de Yami y subiendo sus piernas a las de Yami dejando verlas más tras correrse su falda. Yami quedó impactado, en menos de un segundo Tea había aparecido de la nada y ya se le había montado, miró a Yugi y este sonreía inocente aunque en el fondo tenía un nudo como el que sintió antes.

Yugi no tenía nada en contra de Tea, era su mejor amiga pero habían acordado no invitarla, sería imposible ahora. La castaña había venido con amigas que conocía desde la secundaria y que ahora iban a la Universidad junto a él y se le ocurrió la grandiosa idea de invitarlas a ellas también, así que terminaron invitándose las cinco solas. Yugi no sabía dónde meterse, no tenía el valor para decirles que no pero sabía que el resto no estaría de acuerdo, bueno algunos chicos capaz que sí.

-¿Hola? –Yami se separó del resto para contestar su celular-. Sí… está bien… llegaré en un rato.

-¿Ya nos vamos? –dijo Yugi apareciendo detrás de él, había logrado escapar de todas esas chicas que lo acosaban.

-Sí, tengo que ir a mis clases, más si faltaré durante dos días… -dijo Yami y se atrevió a agarrar suavemente por la cintura a Yugi para girarlo a la salida de aquel lugar-. ¿Quieres que te acompañe a casa de tu abuelo?

-No, igual no voy para ahí –dijo Yugi, no le había contado que estaba saliendo con Joey, no quería que se comportara de modo diferente con él o que pensara que debía comportarse como hermano mayor protector. Aun así no sabía cómo decirle, era su primera relación y no creía que  Yami pensara que estaba hecho para eso después de tratarlo como un niño durante tantos años.

+

Al final me acompañó hasta la parada de autobuses, el apartamento estaba cerca así que llegue rápido. No pude evitar pensar en lo molesta que actuó hoy Tea, no solía ser así pero desde que volvió a Dominó tenía actitudes un poco… malas con nosotros. La verdad que no entiendo por qué se comportó así.

Sé que no hay vuelta atrás porque ya se invitaron, pero el resto no va a estar feliz. Definitivamente metí la pata. Abrí la puerta del departamento y enseguida en la sala vi a Joey, estaba pintando con acuarelas como le gusta a él. Jamás pude evitar mirar como dibuja, se ve tan relajado y tranquilo y eso es raro para alguien como él que siempre ha sido como un torbellino.

Sonreí, ni siquiera se ha dado cuenta de mi existencia. Su pintura es un peligro si algún día tratan de robarnos. Lo abrasé por detrás, primero saltó tensándose, pero se relajó cuando me reí. Suerte que no soy un ladrón.

-¿Otra vez flores y mariposas? –le pregunté mirando su nueva obra de arte. Hacía una semana que había dejado de hacerlas luego de que le pregunté por qué tanto azul. Pintaba flores naranjas y mariposas azules sobre fondos azules y más azul por aquí y por allí-. Pareciera que buscas un color en especial…

Lo sentí volver a tensarse, que raro. Solo espero que no vuelva a tirar todos los lienzos por mi comentario, todos son muy hermosos para eso-. Sabes que me gusta el azul.

-Tu hasta sueñas pensando en el azul –le dije riendo-. Te quedó hermoso.

-Gracias… -dijo mientras tomaba un pincel y me rayaba de color azul la mejilla-. ¿Cómo te fue?

 -¡Oye! Está bien que te guste el azul, pero yo no puedo volverme azul –tomé un trapito de los que siempre tenía a mano para limpiar los pinceles y me limpié-. Bueno… la verdad que no estuvo como yo lo esperaba.

Me acerqué a la entrada y me descalcé, ya que no lo había hecho antes, y me puse mis pantuflas de conejito, luego me dirigí a la cocina.

-¿Acaso te peleaste con Yami? ¿Estás bien? –Joey me siguió enseguida preocupado. Puse a calentar agua en una tetera para el té y me apoyé en la mesada en espera, ya era hora de contarle mi error.

-Es que no pudimos hablar mucho, bueno sí, pero luego no. Le pregunté si quería venir mañana con nosotros pero…

-¿Te dijo que no? –Interrumpió sorprendido Joey del otro lado de la cocina cuadrada también sobre la mesada pero estaba sentado en ella.

-No, no… es que llegó Tea en ese momento y ella escuchó y terminó por invitarse sola junto a sus amigas…

-Por favor, dime que es una broma –Suplico y yo negué con la cabeza. Joey suspiró-. Espero que no sea tan malo como imagino que serán nuestras mini vacaciones en vacaciones. ¿Y luego que paso?

-Se quedaron ahí, no podíamos hablar cuando estaban ellas con nosotros, así que terminamos hablando de todos los chicos guapos que hay en la Universidad. Al menos Yami conoció a la mitad con los que iremos mañana. A veces creo que las chicas se aprovechan de que soy gay para acercarse demasiado a otros chicos.

Joey rió, sabía que era cierto. Las chicas no tienen vergüenza frente a chicos como yo y andan siempre por ahí esperando que les cuentes chismes sobre cómo se ven el resto de los chicos mientras nos cambiamos en deportes. Aunque es cierto que a veces es divertido, debido a que bueno… ellas te entienden al fin y al cabo.

-Entonces supongo que hablaron de mí –el rubio salto y se acercó quedando en frente mío-. ¿Ya te han preguntado sobre cómo me veo desnudo?

-Eres un pervertido… -susurré mirando a otro lado seguramente rojo y para peor sí, sí me lo habían preguntado-. De todas maneras no diría nada.

-¿Me quieres solo para ti verdad? –me dijo en voz sensual. Sentí sus manos en mis muslos y en menos de un segundo me encontraba sentado en la mesada con mis ojos chocando frente a los suyos a la misma altura-. No entiendo por qué entonces no me dejas hecert…

-El agua… -dije sonriendo mientras lo apartaba, la caldera había empezado a silbar salvándome de una pregunta que no quería responder. Salté y apagando la hornalla comencé a prepararme un té verde-. ¿Quieres?

-Sí… -se oyó desanimado. Realmente soy un tonto, no dudo de que Joey me quiera pero no estoy listo para… eso. Solo no lo estoy y no sé dar una explicación, por lo que trato de evitar la pregunta para evitar así la respuesta.

Nos sentamos en el sillón, puse mis piernas sobre las de Joey y mi cabeza sobre su hombro, mantenía la taza caliente entre mis manos.

-Al menos nos acompañarán a la playa.

-Será divertido. Hablé con Malik mientras no estabas, se encuentra mejor y no le molestó que los invitáramos. No creo que ellos estén mal por tanto tiempo, pensé que lo peor sería con Ryou, pero si él pudo perdonar seguro que Malik también lo hará.

-Pienso lo mismo, aunque él también tiene razón, necesita volver a confiar en Marik. Solo hace falta tiempo.

Ambos se quedaron callados después de eso mientras tomaban su té. Yugi volvió a ver las diferentes pinturas, había tres que estaban en proceso y tenían más azul que el mismo cielo y detrás de estas había filas de pinturas diferentes. Ya no tenían donde ponerlas, colgaban de todas partes en el apartamento, pero esperaba no tener que deshacerme de ninguna.

-Espero tener una gran casa algún día así podré ponerlos en cada esquina para que todos las vean –al parecer Joey estaba pensando en lo mismo que él.

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-¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor? Siento mucho no contarte que él también había venido pero pensé que sería peor y que te perjudicaría en los duelos.

-Está bien, Yugi. No te preocupes –le dijo Malik al tricolor y al segundo siguiente ya se estaban abrazando-. La verdad es que me gusta que hayan regresado. No importa ahora, vinimos a divertirnos.

Malik chasqueó sus dedos disimuladamente y en esa misma mano apareció una bolsa transparente llena de golosinas. Yugi rió y revolviendo en su mochila saco su propia bolsa con golosinas.

-¡Yo también! –dijo apareciendo Ryou y mostrando su bolsa para el viaje. Definitivamente se ganaron el premio a los más golosos.

Se encontraban en una plaza junto a un autobús aparcado, realmente eran muchos (más si contabas a las que se invitaron solas). Había cinco amigos de ellos, Duke también había venido y faltaban que llegaran los Yamis y Tea con sus cuatro amigas.

-Aún sigo sin creer que tu padre nos haya prestado su autobús –le dijo Tristán a Natsuki, un chico alto de tez blanca y con cuerpo muy marcado por los entrenamientos de futbol. Sus ojos eran grises y su pelo rubio platinando, prácticamente lucía como modelo con esa sonrisa de dientes completamente blancos, así que no le costó ganar el título como mujeriego aunque realmente no le importaba meterse también con hombres.

Realmente es muy conocido en la Universidad por las fiestas que hace en cada partido ganado o solo porque se le antojaba, pero no era mala persona, todo lo contrario era muy agradable y por eso eran amigos, más que nada de Tristán. Su padre tiene un taller y le gusta coleccionar cualquier cosa que tenga ruedas y ande, así que les vino genial cuando les prestó su autobús de tamaño escolar.

-Ahí vienen las chicas –dijo Kai, el era más bien amigo de Malik por el club de natación. No era muy alto pero no era bajo tampoco, tiene ojos azules como el mar y el cabello de color rojo fuego. Siempre anda sonriendo y enamorándose, es ese tipo de chicos que cree en el amor ideal y lo pasa buscando, pero cuando una relación se le termina se va a un abismo negro hasta que encuentra otra. Es realmente divertido.

-Oye Yugi, ¿les dijiste que íbamos a acampar y en la playa? –preguntó Malik al verlas llegar. Todas traían lo típico entre tiendas de noche, sombrillas, sillas de playa, gorros y lentes, pero luego traían bolsos de ropa con más bolsos… ¿y más bolsos?

-Sí, lo hice.

-¿Y que solo vamos dos días? –pregunto ahora Ayami, un chico de ojos y pelo castaño que también jugaba futbol y estudiaba medicina, prácticamente pareciera que no pasa esa edad en la que tiene a las mujeres en la cima del mundo por lo que celebró que ellas iban… aunque ahora parecía arrepentirse.

-No sé si ellas piensan que llevaremos sus maletas todo el camino por la playa, pero yo no lo haré. Además, ¿para qué necesitan  tanta ropa? –agregó Sasuke, él era más bien amigo de los hikaris, también era un duelista. Es de la altura de Ryou con el cabello hasta los hombros y lacio de color azul, usaba lentes que resaltaban sus ojos verdes y vivía con la cabeza metida dentro de su celular con algún juego. Es una persona amigable y divertida a su forma pero era prácticamente un nerd, no es el tipo de persona a la que le pedís que te ayude con una maleta, pero nunca le falta la esperanza de que así sea.

-Llegaron los chicos –dijo Yugi viendo como bajaba Yami de un auto negro junto con los otros Yamis. Iba a ir a saludarlo cuando Tea se colgó de su cuello a saludarlo al pasar por su lado, así que solo le dedicó una sonrisa que el otro correspondió entre los brazos de alguien más.

-¿Tienen un chofer? –preguntó Joey viendo como el auto arrancaba.

-Claro. ¿Acaso has visto a un rico sin un chofer y un mayordomo? –dijo Akefia colocándose sus anteojos de sol y movía el cabello. Todos se rieron mientras que algunas chicas y el pobre de Ryou babeaban en silencio.

-Él tiene razón… -confirmó Duke quien en su casa en EEUU tenía ambos desde que su juego triunfó.

Todos se presentaron mientras subían al autobús, lograron llevarse bien entre todos y los Yamis se veían bastante sueltos en socializar. Aunque Marik tenía un aire de estar cansado y tenso mientras miraba de reojo a Malik de tanto en tanto.

-Ten -le dijo Ryou a Akefia lanzándole un chocolate-, es de coco, espero que siga siendo tu favorito.

Akefia le sonrió mientras asentía y se lo llevaba a la boca con ganas de cerrar los ojos de lo delicioso que estaba, hacía más de un año que no comía algo así y se sorprendió a sí mismo pensando en si los labios de Ryou sabrían tan bien como ese chocolate o sabrían mejor.

“Qué injusto, cuando yo le pedí uno no me quiso dar”, se escuchó susurrar una chica al fondo pero todos hicieron oídos sordos. Sabían que los dulces de los hikaris no son para cualquiera.

-¿Entonces ustedes de donde se conocen? –preguntó Nanao, él es más bien amigo de Joey y Tristán de cuando estaban es su pandilla de busca pleitos, pero al igual que ellos quiso un cambio y ahora también estudia arte. Siempre está fumando y andando en una motocicleta, vestido completamente de negro, en su rostro se notaban viejas cicatrices hechas por antiguas peleas y su cabello negro cual noche cae sobre sus ojos también negros.

-A Malik lo conocíamos desde hace más tiempo por ser todos de Egipto –se adelantó Yami antes de que las historias se cruzaran-. Y el resto nos conocimos en ciudad batallas.

-¿Entonces son duelistas?

-Lo éramos pero ya no. Nos dimos cuenta que no éramos tan buenos y lo dejamos –agregó Marik.

“Si supieran que ellos son los mejores”, pensaron los que sabían la verdad.

Las playas eran un lugar bellísimo y por suerte no había mucha gente. Como lo sospecharon, tuvieron que llevar todos los bolsos y armar las tiendas ellos mientras ellas se acomodaron en las sillas de playa y se reían como si fuera muy divertido el que los otros se esforzaran el doble.

-Apuesto a que ver esta imagen luego de  un año en prisión es reconfortante –le dijo sonriendo Duke a Akefia que estaba embobado mirando el horizonte con las olas haciendo espuma cuando desaparecían al tocar la orilla y escuchando cada pájaro y viento que ondeaba.

-Ni te lo imaginas –susurró este.

Los hikaris, Joey y Duke fueron a los baños a ponerse sus trajes de baño mientras los otros se cambiaban en las carpas, el sol era insoportable a estas fechas y era necesario un poco de agua para el cuerpo.

-¿Irás con un buzo puesto? –le preguntó Duke a Yugi cuando lo vio salir de uno de los cubículos con una remera liviana y negra sin magas.

-No quiero que Yami lo vea –dijo simplemente este-, de todas formas no abriga nada y menos en el agua.

-Yami se va a morir cuando al fin lo vea –le susurró Malik a Ryou.

-De todas formas, Yugi no se arrepiente de nada –respondió el otro.

Los cinco regresaron encontrándose a todos ya cambiados mientras que Malik se llevó la sorpresa del millón al ver a Marik atándole el mini bikini a una chica de su Universidad. Si se metiera al agua ahora mismo seguro que esta herviría de lo caliente que se encontraba de enojo.

-¿Oye que fue eso? –Preguntó por lo bajo Marik al sentir una fuerte patada en su pierna izquierda mientras entrecruzaba las cuerditas verdes. Yami le señalaba con la cabeza una dirección.

Malik lo estaba viendo y no lucía para nada feliz, estaba de brazos cruzados y lo miraba con una ceja en alto. “¿Enserio? ¿Por qué me pasa esto cuando tengo que ganar puntos en vez de perderlos?”

-¿Sucede algo? –preguntó la chica dulcemente.

-No -desvió la vista y terminó de hacer su trabajo con el nudo. Al final la chica se fue contorneando las caderas y el no fue capaz de apartar la vista. Yami le dio un manotazo en la nuca-. Lo sé, lo sé…

A la sola llamada de su hikari Yami salió disparado hacia el agua junto a los demás y Marik lo siguió tranquilamente.

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-Eres bueno en esto, deberías intentar con el futbol –dijo Tristán a Marik mientras respiraba profundo por la boca agitado y a ambos le caían gotas de sudor.

-No gracias, paso esta vez –respondió luego de tomar un gran buche de agua.

Ya llevaban una hora de un partido de futbol de playa y a los Yamis parece que les va bien en cualquier cosa en la que se necesita agilidad físico, realmente dejaron las bocas abiertas de su gran talento recién descubierto. Y ahora estaban sentándose a almorzar.

-No logro entender como hiciste para estar así de musculoso –dijo Natsuki-. ¿Cómo entrenas allá en Egipto? Estás lleno de cicatrices, hermano.

-En Egipto solía hacer artes marciales, espadas y luego ejercicios normales; correr, abdominales, lagartijas… amm pesas… -claro que Marik evitó el contar que tuvo muchos  años más para entrenar.

-Wow, eres sorprendente –dijo la chica a la que le ató el bikini mientras pasaba su mano sobre los músculos de sus brazos.

Miró a Malik y este le devolvió la mirada serio comiendo su hamburguesa y levantando una ceja. Pero ya sabía que significaba ese gesto, estaba esperando a ver como reaccionaba, pero esta vez no iba a perder. Tomó la mano de la chica y la sacó de arriba suyo delicadamente. La chica gruñó decepcionada por lo bajo.

Escuchó una pequeña risa de burla de Tea y Joey y al mirar a Malik este le sonrió tímido, una pequeña sonrisa que no quería hacer notoria, pero no podía. Al fin, le había sonreído. “¡Que hermosa sonrisa tiene! El brillo le llega hasta los ojos, al fin logré algo”.

-Lo único que a mí me parece sorprendente es que Yugi haya comido su propio peso en hamburguesas –dijo asombrado Sasuke.

-No solo es el Rey de los Juegos –dijo Joey-, ganaría cualquier concurso si se trata de comer hamburguesas y chocolates.

Joey le pasó un brazo por los hombros al pequeño, Yugi se sentía avergonzado hasta el punto de estar colorado, aun así se rió con los demás. Dejó la mitad de lo que quedaba de su sexta hamburguesa deliciosa en una de las mesitas plegables que habían traído para que así quedara fuera del alcance de su deseo. Tenían razón, iba a explotar si seguía comiendo.

El día siguió transcurriendo entre risas, agua y deportes, y el sol ya estaba cayendo.

-Hay que buscar leña para la fogata.

Y así fue como todos salieron con linternas en pequeñas grupos o solos a un bosquecito que estaba cerca para cargar con lo que podían.

Marik se había separado un poco de los demás y estaba agachado recogiendo un par de ramas secas cuando sintió como alguien picaba su hombro, alterado se paró bruscamente para ver a Malik con una linterna apuntando al suelo y golpeando nervioso el pie contra este.

-No quería asustarte –le dijo tímidamente.

-No te preocupes –respondió y se agachó para volver a agarrar las ramas que dejó caer en el susto-. ¿Sucede algo?

-Sí, bueno no… pero sí –comenzó este, Marik lo miró raro. ¿Sí o no?-. Yo solo quería disculparme por cómo te traté el otro día.

-Estabas enojado… lo entiendo –dijo simplemente comenzando a caminar.

-No, escúchame –pidió Malik haciendo que pare-. Es cierto que estoy confundido entre estar enojado y triste, pero no debí actuar así cuando tú no querías molestarme. Hasta Ryou logró estar tranquilo y yo solo salí corriendo, te culpé, grité y no sé… solo no me comporté como yo y te pido perdón.

-Malik, yo realmente vine hasta aquí por ti y sabiendo que podías actuar así. Es cierto que hubiera preferido que no, pero estabas en tu derecho. Hice algo horrible y recién pude entenderlo cuando me separaste de ti y me mandaste al mundo de las sombras.

-Lamento eso también –dijo el de ojos violetas bajando la cabeza.

-No Malik, estuvo bien. Maté a tu padre, hice que abandonaras a tu hermana y manipularas a tu hermano. Me merecía ese castigo. El que tiene que obtener el perdón acá soy yo.

-Ya te perdoné.

-No me es suficiente… quiero que no me odies… quiero que confíes en mi y que no pienses que el tenerme aquí es algo malo –en ese momento Marik escuchó sollozar a su hikari.

-¡Es que ni siquiera creo que te odio! –dijo este entre hipidos-. Sé que dije o di a pensar que hubiera sido mejor que no vineras, pero sé que si no lo hubieras hecho en este momento estaría en mi cuarto llorando de envidia porque Yugi y Ryou sí tienen a sus Yamis y yo no. Eres mi Yami, jamás estaremos de acuerdo en todo, pero eres mi Yami…

Marik no sabía qué más decir. La ternura que desprendía su hikari en ese momento era tal que estaba seguro que podría desarmar esa armadura de soldado que llevaba puesta hasta el punto en que sus ojos ardan en lágrimas que jamás saldrían.

-Aparte llorisqueé y pataleé durante meses y años para que volvieras y haría lo mismo si te fueras. Es bastante ilógica mi actitud –dijo por fin levantando su cabeza y dejando ver su sonrisa a través de la cortina de lágrimas que eran sus ojos.

Marik se animó a acercársele y le limpió con el pulgar el rastro de lágrimas. -No me voy a ir a menos que me lo pidas.

-No lo haré –Malik tomó la mano entre las suyas, se sentía pequeñito al lado de la masa de músculos que se había convertido Marik, sus deditos finos eran chiquititos pero estaba seguro que quedarían a la perfección entre los del otro-. Tienes las manos ásperas.

-El entrenamiento te arruina bastante –dijo mirando hacia un costado y sacó su mano de entre las del otro escondiéndola avergonzado tras su espalda, mientras seguía cargando en la otra las ramas olvidadas-. Lo siento.

-Te ves bien –le dijo sonriente Malik sorprendiéndolo-. Es normal que tengas tantas marcas si eres general.

-¡Malik! ¿Qué haces con él? ¿Estás bien? –preguntó Tea corriendo hacia él con Tristán y Duke detrás.

-Estoy bien Tea. No sucedió nada…

-¿Entonces por qué lloras? No me confío. Volvamos –dijo firmemente Tea llevándose a Malik pegado a ella y con vara en mano por si tenía que golpear a alguien.

-Es en serio. Estoy bien… -dijo el rubio tratando de zafarse pero la verdad es que por primera vez en mucho tiempo apreció a Tea. Seguramente quería decirle “te lo dije, él es malo”, pero de todas formas sus intenciones fueron defenderlo.

-No importa, volvamos al campamento.

Duke y Tristán quedaron parados junto a Marik viendo como dos lucecitas se alejaban mientras ellos cargaban leña.

-Que complicada que es  -murmuró Duke y así la comenzaron a seguir.

La noche estaba estrellada y con luna llena, habían hecho una fogata enorme y se sentaron todos alrededor de esta, asaban malvaviscos y tomaban cerveza disfrutando lo poco que les quedaba de verano y receso entre risas.

-Así que no mentías cuando dijiste que estudiabas música –dijo con voz de borracho Joey, ya era medianoche y llevaban tomando dos horas.

Akefia había ido a buscar su guitarra, tras noche había pensado que sería lindo cantarle a Ryou, tal vez podría expresarse mejor así. Al parecer el alcohol ya los había golpeado fuerte porque cuando regresó a la fogata vio a Tristán y Duke charlando muy cerca y el último tenía una mano sobre el muslo del otro haciendo caricias mientras le sonreía sensualmente, eso sí que no se lo esperaba. Seguramente al otro día no recordarían nada, bueno Duke sí porque no tomó casi nada.

Se sentó en la arena y empezó a rasgar las cuerdas para dar paso a su voz, entonando cada nota a la perfección. Todos estaban boca abiertos, no esperaban una actuación así de él pero lo importante era la letra de la canción y a quien se la dedicaba. Era una letra de su propia autoría y de vez en vez miraba a Ryou.

El peliblanco se dio cuenta de que era para él, las miradas lo delataban y se sintió realmente alagado. Perdón, de eso trataba la canción. Se emocionó ya que podía comprobar que Akefia no mentía, él en serio viviría para merecer su perdón.

“Es increíble”, “es tan guapo”, susurraban las chicas.

Ryou se sintió molesto, pareciera que a lo único que vinieron esas chicas fue a tratar de pescar un novio y eso que a él no le gustaba pensar mal de las personas, pero enserio quería no escucharlas y escuchar a su Yami.

Veía cómo movía los labios y cómo de esta salía poesía hecha música. Akefia tenía por sentado que Ryou siempre sería su musa, lo inspiraba a hacer cosas que jamás pensó que haría.

Ya era la una de la mañana y luego de que se fuera la mitad de las cervezas y que vomitaran los que se pasaron de la raya, decidieron que ya era hora de dormir.

-¿Te sientes mejor? –le preguntó Yugi tiernamente mientras frotaba su mano en la espalda de Joey, se estaba lavando los dientes después de ser uno de los que devolvió todo lo que ingirió. Este asintió agradecido.

-Yo dormiré con Yugi –dijo Tea luego de ver que sus amigas durmieron en parejas dejándola sola.

Yami al escuchar eso prestó atención. Akefia y Marik también durmieron en la misma carpa así que él quería poder dormir con Yugi.

-¿Qué? No –dijo firme Joey. ¿Quién se creía? Era su novio, él tenía más derecho que ella. Yami ahora prestó más atención tomando su última cerveza-. Él va a dormir conmigo.

-Pues el único que queda sin nadie es Yami y viendo que me tiene ganas no me voy a arriesgar a dormir con él y dormir contigo no está en mis planes –sí, estaba ebria. Yami la miró alzando una ceja sin opinar, no recordaba haberle dado alguna señal como para que pensara eso.

-Estás demente, zorra –dijo Joey enojado. Tea gruñó queriendo sacar las garras tras terrible insulto. Suerte que ninguno recordaría eso al otro día o sería muy incómodo para el grupo.

-Está bien. Joey, dormiré con Tea, tu ve con Yami –dijo Yugi, como siempre él era la paz en momentos tensos como estos.

-No es justo –dijo formándosele lágrimas en los ojos, Yugi suspiró, estaba demasiado borracho. Lo abrasó riendo de lo adorable que se veía y vio a Yami sentado en la entrada de una carpa tomando del pico de una cerveza mientras lo miraba con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido-. Está bien…

Y así fue como Joey terminó compartiendo la carpa con Yami y Tea durmió tranquila sabiendo que el inocente y pequeño Yugi dormía a su lado. Pero este no podía hacerlo en realidad, no estaba cansado, más bien podía alcanzar a estar otras horas despierto.

Decidió salir de la carpa, el fuego apenas se notaba porque apenas quedaban restos de la leña después del agua que le echaron, así que todo estaba oscuro y silencioso. Prendió una lamparita que habían colgado en su campamento, de todas formas todos se habían dormido hacía ya rato.

Llevaba aún el traje de baño así que se sacó el buzo y volviéndose a colocar su artículo comenzó a adentrarse al agua. La playa era un plato, no había ni una sola ola y el agua se encontraba tibia.

-Estúpida Tea –susurraba Joey entre sueños.

Yami no podía dormir, la cabeza le dolía y tenía nauseas, sin contar el dolor en el pecho que sentía de los celos. ¿Desde cuándo Joey y Yugi se hicieron tan cercanos? Ellos habían estado todo el día pegados al otro. Vio cómo se prendía una luz fuera de la carpa, estaba seguro que todos dormían así que despacio sacó la cabeza fuera de la carpa y vio a Yugi entrando al mar. Al parecer tampoco podía dormir.

Perfecto. Salió de la carpa y se sacó su buzo para seguir a Yugi, el agua le llegaba a las rodillas cuando decidió llamar su atención, Yugi estaba más adelante de espaldas.

-¿No puedes dormir? –Yugi saltó del susto pero luego sonrió al girar el torso y verlo a él-. No quiero molestar…

-No pasa nada, es bueno estar acompañado –estaban uno frente a otro con el agua llegándoles por la mitad de la panza-. Tomaste mucho, ¿cómo estás?

 -Estoy bien –dijo Yami aunque no se salvó de que su voz saliera ronca y forzada-. Joey y tú se hicieron más cercanos… ¿él te gusta?

-¿Qué? –Yugi no sabía que responder, lo había cachado enseguida-. Bueno… nosotros…

-Olvídalo, estoy ebrio –dijo Yami sintiéndose estúpido, él quería mimos de confortamiento como los que recibía Joey y por eso actuaba como tonto sacando conclusiones-. Casi ni te veo. Voy  a traer algo de luz.

-¡No! –gritó Yugi mientras Yami chasqueaba los dedos y hacía de esa mano un puño y al abrirla había una esferita hecha de magia que brillaba como el sol en su palma. Yugi se había agachado justo a tiempo para que su Yami no lo vea sin el buzo-. Sabes, creo que prefiero sin-sin lu-luz.

-Está bien –dijo Yami y cerró la mano desapareciendo la luz. Imitó a Yugi y se hundió hasta el pecho comenzando a nadar alrededor del otro. Yugi rió, se veía tan normal que ni creías que fue un antiguo faraón. Yami se le acercó por detrás abrazándolo-. Me gustaría tenerte para siempre  conmigo así de cerca…

-A mi también –le respondió Yugi inocentemente sin saber que prácticamente esa era la confesión de un borracho y como dice el dicho “ni los borrachos ni los niños mienten”. Pasaron veinte minutos y Yugi empezó a temblar, el agua estaba tibia pero el viento soplaba frio-. Tengo frio, volvamos.

Y así salieron. Rápidamente se colocó su ropa de nuevo y con un hechizo se secó porque sí, él también tenía un par de esos truquitos enseñados por Malik. Vio como Yami lo miraba parado y chorreando agua por toda su piel bronceada, por sus carnosos labios, goteando desde sus pestañas y bajando por su marcado abdomen. Tomó aire entrecortado.

Ya era hora de dormir.

Notas finales:

¿Les gustó? Espero que si.

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!


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