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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me perenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Es toodoo un capítulo dedicado a Seto y Joey así que a todas las que disfrutan de esta pareja espero que les guste, les dedicó completamente este cap.

-Creo que este proyecto beneficiaría a Kaiba Corp. y…

-No necesito un creo. Si no estás seguro estoy perdiendo mi tiempo aquí.

-De todas maneras esto no sirve para nada, es una idea estúpida y no voy a aceptarlo -dejé de mover entre mis dedos la lapicera que utilizaba para tachar y corregir la enorme cantidad de hojas en la que consistía un proyecto. Me senté en recto fulminando al empresario que se atrevió a abrir la boca en mi nombre. Coloqué mis codos en la mesa y entrelacé los dedos.

-Acá tú no decides nada -la sala se silenció tras mi voz, sonreí macabramente, todos saben quién tiene la autoridad al elegir un proyecto y que no se abre una boca hasta que yo lo diga, pero él se cree que por tener gran parte de las acciones de esta empresa puede hacer lo que quiera. Grave error-. El proyecto está bien, yo mismo le pedí que lo planeara. Necesita ser pulido, pero si tú quieres decidir que se hace o que no te consigues una empresa porque acá no funciona así… a menos que quieras terminar como perro de patitas en la calle.

-Po-por supuesto, señor Kaiba -respondió bajando la cabeza.

-Prosigamos entonces -dije tranquilamente sentándome más relajado en la silla. El chico frente a mi asintió nervioso y revolviendo sus papeles siguió su discurso, era nuevo en la empresa por lo que estaba más que nervioso y otros lo trataban de inútil. Bueno… a veces lo era pero aun así es mayor que yo y yo empecé en este trabajo a los 15 años, por darle una oportunidad no perdería nada, espero.

Mi celular vibraba sobre la mesa a mi lado, lo ignoré pero siguió vibrando una y otra vez hasta conseguir la atención del resto de las personas en aquella mesa. Tsk, que molestia. Estiré el brazo y lo tomé viendo en la pantalla quien molestaba.

Tres llamadas perdidas de un número desconocido y las dos últimas de Rolan. Diablos, no entiendo por qué tengo gente tan incompetente trabajando para mí y eso que le avisé que no me molestara durante esta reunión.

Sonó de nuevo con el nombre Ronald en la pantalla, suspire tras la nueva mirada del resto de los presentes, giré mi silla dándoles la espalda y conteste.

-Estoy en una reunión importante, Roland. Te dije que no me llamaras.

-Kaiba, soy Joey. ¡Te he intentado llamar durante horas! ¡Aprende a contestar rápido el teléfono!

¿El perro? Así que de él era número. Aunque no tengo idea de dónde sacó el mío, si había una emergencia debía llamar a Rolan… espera.

-¿Por qué me llamas a mí? ¿Sucedió algo? Si algo le pasó a mi hermano te voy a asesinar Wheeler -le dije por lo bajo, pero de seguro que todos escucharon la amenaza claramente.

-Es complicado. Kaiba, necesito que vengas al hospital, Mokuba está en urgencias.

+

Corrí por el pasillo del hospital a pesar de que me gritaban que no podía.

Que se pudran, lo mío es más importante y más les vale que cierren la boca si no quieren quedar sin trabajo por el reto de su vida. La gabardina volaba detrás mí hasta que llegué a la habitación que me habían indicado. Solo vi a Roland ahí, se encontraba fuera de la habitación privada caminando de lado a lado con un pañuelo secándose la frente.

-¡Señor Kaiba! – soltó al verme.

-¿Cómo está Mokuba? ¿Qué demonios pasó? ¿En dónde estabas cuando pasó todo esto? Si algo le sucede te juro que tanto tú como ese perro la va a pasar mal –el tembló antes de contestarme.

-Está estable señor, el médico dijo que ya estaba fuera de peligro. Al parecer el señor Mokuba es alérgico a las avellanas. Los médicos lo trataron en seguida así que no pasará nada, está dentro.

-Bien, quisiera hablar con el médico.

Tras eso Roland salió corriendo en su búsqueda mientras yo entré a la habitación encontrándome con mi hermano dormido sobre una cama con un suero conectado y una bata horrible. Al menos no había llegado a algo peor, pero verlo en esa situación… maldición, si algo le pasara no me lo perdonaría jamás.

Tomé su mano, estaba tibia. ¿Eso es algo bueno no? Escuché un suspiro entrecortado, era mío. Estiré mi mano corriendo todo el pelo negro de su rostro viéndolo igual que esta mañana. De su brazo salía un tubo conectado al suero. Si lo hubiera dejado aún encerrado en la mansión esto no hubiera pasado.

La puerta sonó y dejé pasar a la persona pensando que era el doctor pero lo primero que vi fue un montón de pelo rubio entrando por la puerta.

-¿Por qué sigues aquí, perro?

-No me iré hasta que despierte Mokuba.

-No despertará hasta dentro de muchas horas.

-¡Pues entonces esperaré muchas horas!

-Tsk… Has lo que quieras, perro -se arrimó a mí, tenía los ojos rojos como si hubiera estado llorando y traía dos cafés, uno en cada mano.

-Me crucé con Roland cuando venía para acá, él me avisó de que habías llegado. Toma – me tendió un café-. Es café negro, bien cargado y sin azúcar, sé que te gusta.

-¿Por qué lo sabes? -lo acepté. Estaba cansado y lo necesitaba, pero había que admitir que actuó como acosador.

-Fue lo único que te vi ingerir durante la secundaria -dijo el encogiéndose de hombros y sentándose en un sillón al otro lado de la camilla-. Enserio lo siento Kaiba, no quería que le pasara nada y menos interrumpirte en una reunión. Yo solo quería que se divirtiera un rato.

-No fue tu culpa -me miró sorprendido por mi respuesta y yo también lo estaba, no sé si lo dije porque en serio lo pensaba o porque no quería ver como se ponía a llorar como niño insoportable-. Ya deja de mirarme así, Mokuba nunca había probado avellanas, no había forma de saber que era alérgico. Y no creas que no estoy enojado contigo porque sí lo estoy, a pesar de que no tengo por qué. Eres un inútil perro.

El bajó la mirada encogiéndose y ahora… lo odio más. ¿Por qué diablos no me responde con algún grito como siempre? Estúpido perro. Me senté en otro sillón de la habitación.

-Lo siento de nuevo.

-Deberías irte a tu casa. Es tarde y Yugi debe estarte esperando. Puedo quedarme solo.

Me fulminó con la mirada. ¿Quién se cree que es? Sacó su celular de su bolsillo y llamó a alguien.

-Lo siento si te desperté. Solo quería avisarte que pasó algo con Mokuba… se encuentra bien, no te preocupes, pero estamos en el hospital…. No, no… está bien… y yo… -cortó su celular, había dicho otras cosas que no entendí y me miró. Me crucé de brazos y piernas-. Ya le avisé que me quedaré. Te lo dije antes, me voy a quedar acompañándote hasta que despierte.

-¡Y yo te dije que no necesito tu compañía!

-¡No me interesa lo que necesites o no! ¡No lo hago por ti sino te habías dado cuenta! ¡Esto se trata de Mokuba y no me pienso mover hasta que él despierte!

-¡Te aviso perro que yo estoy pagando todo esto y si quiero puedo hacer que te echen a patadas!

-¡Me importa un carajo lo que hagas con tu inservible dinero! Ni si quiera eres capaz de golpearme tú mismo.

¡Estúpido perro! ¿Por qué siempre logra descontrolarme? Si quería enojarme ya lo logró. Me paré y me acerqué a él, ya se había parado también. Lo fulminé con la mirada.

-Créeme que ganas no me faltan -lo susurré más bien y es que no quiero hacerlo, jamás lo he hecho. No podría lastimarlo y menos ahora que sé que me atrae aunque no quiera.

La puerta se abrió de repente dejando paso a un doctor que ya conocía; pelinegro, viejo, alto y con lentes. Nos fulminó con la mirada. Dejó caer con un golpe la carpeta que tenía en mano contra una mesa y se cruzó de brazos.

-¡¿Qué creen que hacen discutiendo y peleando en un hospital?!

-¡Usted no me dice que hacer! -Idiota, no le pagaré un centavo. Primero el perro y ahora él también me grita.

-Pues lo lamento mucho señor Kaiba pero usted me paga para cuidar de su hermano y eso es lo que hago. Le aseguro que él necesita mucho descanso y sus gritos van a despertarlo.

-Lo lamento -dijo bajando la cabeza Joey mientras se revolvía incómodo el pelo.

Yo no dije nada, no tenía por qué pedirle perdón si yo no fui quien empezó. Me acerqué a la camilla colocando la mano de mi hermano entre la mía, él ronroneó. Parecía un gatito, siempre fue muy adorable, hasta ahora teniendo 14 años.

-¿Cuándo podrá salir?

-Probablemente mañana por la noche. El doctor en la heladería hizo un gran trabajo, sanará rápido.

Ya eran las dos de la madrugada y veía al perro del otro lado de Mokuba. No cruzamos ninguna palabra desde que el médico se fue; no tenía idea de lo que le podía decir, realmente no sé nada sobre él con lo que se pueda tener una conversación. Y ahora se encontraba dormido apoyando su cabeza en la cama y agarrado de la mano de Mokuba. Mientras yo estoy junto a la ventana llamando a empleados de la empresa, me importa un comino si están durmiendo pero no me pienso mover de aquí mañana y tal vez pasado tampoco. Solo espero que mi empresa no se funda por la incompetencia de otros.

-Estúpido Kaiba –lo oí susurrar entre sueños mientras bloqueaba mi celular.

Genial, ahora me insulta durmiendo, al menos sueña conmigo. Se notaba que había estado asustado, cuando me llamo tartamudeaba al final sin dejar de echarse la culpa. Si algo podía aceptar, era que confiaba lo suficiente en él como para dejarle a mi hermano, le ayudaba a crecer de la forma correcta y le daba lo que yo no podía darle

Le acaricié el pelo cuando me acerqué a él, debería cortárselo o el cerquillo no lo dejaría ver, de lo largo que estaba. Aun así le quedaba bien con ese olor a manzana, aunque también le sentía el olor a cerveza desde esos escasos centímetros que nos separaban. Estúpido perro y yo que te dejo salir con mi hermano, no puedo creer que haya pensado por un segundo que eras una buena influencia para la vida cotidiana.

-Si sigues haciendo eso te terminarás enamorando de mí, a menos que ya lo estés, claro -carajo, alejé mi mano de su cabello retrocediendo y viendo en su cara una sonrisa torcida que se borró cuando bostezó.

-Ya deja de decir estupideces, perro -me cruce de brazos mirándolo serio, estaba equivocado si creía que me iba a confesar.

-Pues entonces deja de hacer estupideces tú. ¿Aún tienes ganas de besarme? Pensé que ya te habías olvidado de eso. Pero parece que soy más irresistible de lo que pensaba.

Se desperezó frotándose un ojo con un puño y abriendo la boca en una o. Hasta así se veía lindo, pero no puedo decírselo y menos demostrárselo. Después de todo no tengo tiempo para esas niñerías y bueno, él ya tiene a alguien.

-Oye quería hablar contigo sobre algo, más bien sobre Mokuba. No está bien como lo tratas.

-¿Quién te crees que eres para decirme lo que hago o no bien con él? -lo interrumpí.

-Cállate Kaiba. Él se veía triste ayer. Me lo contó, te la pasas trabajando y practicando Duelo de Monstruos sin darle atención, a veces ni siquiera cenas con él y no me digas que es por la universidad porque no es cierto. ¿Y sabes qué es lo peor de todo eso? -Pregunto él sin mirarme en ningún minuto, estaba cruzado de brazos mirando a Mokuba, parece enojado-. Lo peor es que lo mantienes encerrado como si fuera su culpa el que hayas perdido.

-¡Si no hubieras hecho trampa no hubiera perdido!

-¡No se trata de eso Kaiba! ¡No puedes anteponer un duelo a tu propio hermano! A él le cuesta hacer amigos de su edad y lo único que logras hacer es complicárselo más. Él no tiene la culpa… de que tú quieras besarme.

-¡Yo no quiero besar a un perro! -él me miro con una ceja alzada. Está bien entendí todo eso de que actué mal pero acaba de arruinarlo… siempre se comporta así, todo le parece un chiste.

-Ajá. Ok, escúchame. Te la pasas jugando Duelo de Monstruos, sé que también es tu trabajo pero al parecer no superas haber perdido contra mí. Por lo tanto, ¿por qué no hacemos un duelo, comienzas a tranquilizarte y sigues acosando a Yugi como normalmente?

-Yo ya sé que soy mejor duelista que tú, Wheeler. No necesito probar nada.

-Me siento culpable de que Makuba sufra, así que quiero otro duelo contigo y si pierdo, bueno, al menos yo sí se aceptarlo.

Asentí solamente. Debía planearlo bien, una vez que le ganara al segundo mejor del mundo podré ir por el puesto de Muto de nuevo. Además cualquier duelo en el que participo beneficia a Kaiba Corp. Y esta vez no estaré desconcentrado en… en… estupideces innecesarias en mi vida.

Aparte ya fue un mes complicado en la prensa por mi posición en ese torneo y ni mencionar las burlas indirectas que me tocaba recibir de empresarios viejos que nunca tocaron una carta de Duelo de Monstruos en su vida. Ahora mi único pensamiento es cerrar la boca de todos esos idiotas que se atrevieron a abrirla en un comienzo.

Me volví y me senté al lado de Mokuba, él me imito. Suspiré, esta situación me superaba, el perro estaba a dos metros de mí tentándome a hacer cosas que no pensaba en hacer desde que pasé la pubertad, mientras mi hermano estaba en una camilla sin despertar y con los labios hinchados. Como pésimo hermano me comporto al pensar en volver a revolverle el cabello mientras duerme.

+ - + - + - + - +

Mokuba despertó al mediodía del otro día, pestañaba sin parar y le dolía la garganta sin saber la razón. Le costó recordar lo que había pasado y cuando lo hizo le dieron ganas de llorar del miedo.

Trató de moverse y se dio cuenta de que sus manos estaban aprisionadas por un par de manos ajenas y cuando se fijó sonrió. A su izquierda se encontraba su hermano mayor agarrando su pequeña mano entre las suyas, con el pelo despeinado y el cuello todo torcido; no sería raro que luego se quejara de ello pero al menos lo veía dormir como hacía mucho no le veía hacerlo. Luego vio que su mano derecha estaba entrelazando dedos de la mano de Joey, sabía que debió haberlo preocupado con su desmayo, solo esperaba que no le trajera problemas.

El rubio dormía con la boca abierta y el pelo rubio cayendo por su brazo en el que estaba apoyado. El pelinegro sonrió, ojalá siempre pudiese ser así. Le gustaba verlos así de tranquilos, no recordaba la última vez en la que compartieron habitación sin hacer un lío de gritos (cosa que pasaba cada vez que Joey iba a la mansión).

Suspiró, se sentía cansado y tenía sed, por lo que tendría que separar sus manos de las de los otros. Lo hizo suavemente y estiró sus brazos hasta la mesa de noche a su lado para tomar una jarra de agua que estaba allí y volcar un poco en un vaso de vidrio a su lado.

-¡Mokuba!

-Pe-perdón…

La jarra se había caído al piso rompiéndose junto a Joey debido a la frágil fuerza que tenía el niño ahora, despertando a los mayores.

-No te preocupes, ¿te lastimaste? – preguntó Joey tomando los vidrios rotos del piso.

-No hagas eso perro o te terminarás lastimando tú… te lo dije.

Joey se había cortado la palma de la mano haciendo que la recorra un hilo de sangre mientras fruncía el ceño mirando la herida con los dientes apretados por el dolor.

-Lo siento Joey, solo tenía sed… -dijo bajito Moki sintiéndose culpable mientras apretaba las sábanas con los ojos llorosos.

-No es tu culpa, Moki -dijo suavemente Seto mientras lo abrazaba y le daba un beso en la frente. Joey quedó de cara frente a la escena que hacían los hermanos Kaiba sintiendo que sobraba en la habitación-. Ven perro.

El castaño enojado tomó la mano Joey firmemente y lo arrastró al baño, arremangó la campera verde que tenía puesta y enseguida metió la mano lastimada bajo el agua fría del grifo.

-¡Ah!

-Has tenido peleas en las que has salido peor parado, ¿y te quejas por un corte?

-Me tomaste por sorpresa eso fue todo… -dijo Joey mirándolo y él otro también lo miró. Ambos se miraron bien a los ojos pero con seriedad hasta que el ojo azul apartó la vista suspirando y cerrando el grifo.

Se dirigió de vuelta a la habitación.

-¡Mokuba no hagas eso! -regañó el mayor al pequeño al ver que este se estaba bajando de la camilla. Seto lo cargó y lo volvió a acostar tapándolo-. Tienes que tener cuidado, ¿sí? Sé que tienes sed, ahora mismo voy a conseguir más, pero quédate aquí.

Y enseguida que el pelinegro asintió tímido, Seto salió corriendo por la puerta en busca de lo que los náufragos ansían. Joey quedó a cargo de Mokuba, tomó la mano del otro entre una suya y la otra la hizo un puño; uno porque no quería que Moki la viera y se sintiera culpable y lo segundo porque así calmaba el dolor.

-¿A tu hermano le gusta tener todo bajo control verdad? -Preguntó sarcástico Joey al ver todo lo que el otro había hecho en un par de segundos, haciendo que se sintiera también como un niño pequeño incapaz de hacer algo por sí mismo.

-Pues sí, cuando no es de esa forma se altera mucho. Oye Joey, lo lamento, seguramente te causé muchos problemas… apuesto a que Seto te echó la culpa.

Joey rió, él también había pensado que sería lo que sucedería pero se sorprendió al no ser así.

-Tu hermano dijo que no era mi culpa y que podré seguir viéndote y que también tendremos otro duelo, pero con él con su cabeza bien fría así terminamos con todo esto de la prensa que lo tiene un poco... ¿loco?

-¡¿En serio?! ¡Estoy tan feliz! No sé por qué pero siempre que estás tú, Seto actúa fuera de lo normal.

Mokuba río contento, estaba feliz que las dos personas más importantes para él hayan tenido una buena conversación y lograran llegar a un acuerdo. Aunque prácticamente no fue así. Joey lo acompañó forzosamente.

Seto entró por la puerta con otra jarra de agua y se aseguró de que todo estuviese bien para con su hermano.

-Permiso, el doctor me mandó a controlar cómo estaba el paciente, él está en cirugía en este momento -un muchacho que aparentaba los 25 años apareció por la puerta vistiendo una túnica blanca y una hermosa sonrisa deslumbrante. Era alto, casi tanto como el CEO y su pelo azabache combinaba con sus ojos verdes.

 

Joey lo miró de arriba abajo, era lindo, le sonrió.

Prosiguió a revisar a Moki por cada rincón existente y luego dándole una lista enorme de quehaceres a Kaiba para saber cómo cuidarlo durante la semana. Mientras tanto el rubio frotaba su herida distraído.

-Déjame revisar eso.

-No es nada, es solo un corte.

-Déjame hacerlo, es mi trabajo -el morocho tomo la blanca mano sonriéndole mientras pasaba suavemente sus dedos por la fina línea, Joey saltaba de un pie al otro-. Eres demasiado guapo para dejarte con una herida…

Kaiba gruño tras el comentario, él no pensaba pagarle si no se iba ya mismo. Mokuba apretaba los labios para no reírse.

El doctor camino hasta una mesa y saco un botiquín de primeros auxilios y al volver con él le puso un curita a lo largo sonriente. Kaiba volvió a gruñir mientras volteaba los ojos, ¿todo por eso?

-¿Quieres ir a almorzar algo? -Joey levantó una ceja, que descarado, aunque tenía linda sonrisa. Seto lo fulminó con la mirada aunque el doctor ni se enteró por estar dándole la espalda y el chibi estaba rojo de vergüenza mientras reía por lo bajo.

-Tengo novio, no gracias -Joey quitó su mano y él hizo puchero. ¿Qué clase de doctor era ese? El castaño miró hacia otro lado, a él también le cayó mal esa respuesta.

-Pensé que era un chisme y que en realidad no salía con Rey de los juegos, señor Wheeler… -tomó su mano y la besó. El CEO tomó profundamente aire y Mokuba ya había soltado la risa loca.

-No es un chisme. Creo que está más que claro que es mi pareja -el rubio volvió a cinchar de su mano ofendido, cuanta belleza desperdiciada.

-Bueno es más un niño que un rey, no tiene que sorprenderle mi confusión. Aunque si te aburres puedes llamarme un día -susurró lo último por lo bajo para que el pequeño no escuchara pero no se salvó de la otra persona en la sala que se encontraba a su espalda de brazos cruzados y ojos achinados furiosos.

-¡Lárgate!

El aprendiz se dio la vuelta y sonriendo se marchó dejando una tarjeta en el bolsillo del rubio.

-¿En serio tú contratas a esta gente? -preguntó Joey ofendido por el trato que tuvo.

-Ni idea de quién es, yo contraté al otro médico, él no sé de donde salió. Aparte es tu culpa por dejarte toquetear. Iré a buscar algo para que almorcemos.

Se largó serio de la habitación y Joey lo siguió ¿Por qué siempre tenía que ser él el culpable hasta cuando era en realidad la victima? Dejaron a un Mokuba solo y sorprendentemente colorado que no entendía por qué de un segundo a otro estaba solo. Suspiró y tomó su celular para sacarse un foto y enviársela a sus amigos par a que sepan que estaba bien, ya que le habían enviado mensajes toda la mañana haciéndolo feliz.

Estaban en una cafetería sin hablar y tomando cosas para comer, al llegar a la caja Joey tomó su enorme cantidad de comida y la mezcló con la del castaño.

-¿Qué haces, perro? -dijo Kaiba gruñendo al ver a la cajera cobrarle todo a él.

-Eres rico, es lo menos que puedes hacer por mí -dijo serio Joey rezando de que él no se negara ya que no le quedaba casi nada de dinero en la billetera y se moría de hambre. Él gruñó de nuevo-. Ya deja de gruñir, te la pasas gruñendo.

-Yo no me la paso gruñendo -dijo ofendido mientras salía de la cafetería con bolsas en mano.

-Sí lo haces, ya perdí la cuenta de cuantas veces lo hiciste cuando estaba el doctor sexy -volvió a gruñir y Joey se rio-. Lo ves… tranquilo, tú eres el único al que dejaré besarme.

Joey empezó a reírse a carcajadas haciendo que apretara los puños hasta dejar la piel más blanca de lo que ya lo era.-Pues yo no te quiero be-besar.

Joey lo miró levantando una ceja curioso por la reacción que este tenía cada vez que pronunciaba la palabra besar.

-¿Sabes qué? Hablando en serio… no pasa un día de mi vida en el que no me acusen de estar engañando a Yugi, siempre me sorprendió mucho que nunca digan nada de ti. Nunca les das un motivo, ni un chisme de alguien cercano, ni una foto. Jamás te han visto con alguien. Es más, yo llego ahora mismo a la conclusión de que jamás has estado con alguien en una relación.

Seto lo miró mal pero Joey ni inmuto, le daba rabia que jamás le afectaran sus miradas de odio. ¿Por qué diablos le interesaba su vida privada? Ni que le afectara de algún modo.

-No tengo tiempo para relaciones -la respuesta seca y perfecta que daba siempre que le preguntaban lo mismo.

-Que estupidez. Pero mi otra duda es que yo creo que jamás has besado a alguien, por eso siempre estás tan nervioso al solo nombrar la palabra.

Kaiba se tensó. Joey sonrió al ver que daba en el clavo, era fácil de notar. Jamás se lo veía con alguien, no arruinaría su fachada yendo con cualquiera, no salía a fiestas, se mantenía firme frente a cualquier empresario y según le había contado Mokuba su secretaría era una mujer de 35 años casada y con una niña pequeña que les tenía un gran respeto, tampoco podía haber algo ahí.

Aparte de que siempre se alteraba cuando ocupaban un solo espacio personal y que ahora mientras caminaban de vuelta a la habitación miraba hacia otro lado seriamente.

-Wow, ¿ni siquiera de niño o pre-adolecente? –Joey se sorprendió al no recibir una respuesta negativa. ¡Estaba aceptando que nunca había besado a alguien! Seto no encontraba una excusa que poner si decía que sí.

-No socializaba en el orfanato con nadie que no sea mi hermano y Gozaburo me mantenía dentro de la mansión siempre, solo salía cuando quería que aprendiera hacer negocios. Cuando me deshice de él pasé dos años concentrado en la empresa, que fue cuando me conociste y luego, luego me di cuenta que no es algo que necesite en mi vida.

-Que frío -Joey sonrió travieso y en menos de un segundo empujó a Kaiba a una de las paredes del hospital dejándolo con los ojos abiertos y produciendo que una de las bolsas cayera al suelo-. Así que nunca has besado a alguien…

-¡Apártate Wheeler!

En menos de un segundo los labios gruesos del rubio se encontraban sobre los del otro en un beso más que inocente, no era más que un pico de tres segundos. No era más que ese beso inocente que todos quieren tener debajo de una mesa en la escuela cuando niños y que nunca Seto pudo tener.

Las manos del rubio se habían apoyado en la pared blanca y se impulsó con estas para separarse, le sonrió entre sensual y burlonamente. Dio un paso atrás y se alejó de ahí caminando rápido en dirección a Mokuba.

Ni crean que diré que Seto estaba sonrojado, porque él no se pondría así por haber recibido su primer beso robado, su primer beso de todos los primeros besos que tendría en su vida. Tampoco diré que se decepcionó porque su primer beso no fue como él lo esperaba, hacía mucho tiempo que había dejado de pensar en cuál sería la forma perfecta de darlo o recibirlo.

Solamente estaba en un estado delicado, hacía un mes le atraía alguien con quién nunca había tenido una conversación seria en su vida, con quien se vivía peleando. Pero lo consideraba hermoso e idiota y que aparte tenía un novio que parecía ser la persona contra quien debía luchar en cada segundo de su vida.

Tomó la bolsa que se había caído y comenzó a caminar de vuelta a la habitación fingiendo que no había pasado nada pero se notaba en su mirada que algo faltaba. Durante esa breve caminata la capa de frío hielo que cubría sus ojos parecía haberse derretido pero por mala suerte para todos volvió a formarse al girar el pestillo.

-No me gusta la comida del hospital.

-Pero tienes que comértela para recuperarte… -Joey actuaba de lo más normal mientras llevaba el tenedor a la boca del pequeño.

-Seto, ¿no puedo comer otra cosa?

-¿Mg? ¿Qué pasó? -el castaño había dejado las cosas con un golpe aún un poco distraído en la actitud del rubio, Mokuba simplemente señaló el plato con la comida de hospital-. No Mokuba, debes comer.

Le tendió su almuerzo a Joey mientras lo miraba mal nuevamente, el otro desvió la vista.

El día pasó y ya eran pasadas las nueve de la noche, Seto ya había firmado los papeles necesarios para poder salir y ahora estaban los tres dirigiéndose hacia la limosina en la que esperaba Roland.

-Hermano, Joey se quedara hoy en casa. Me sentiré mejor si me hace compañía.

-¡¿Qué?! -eso salió de ambos, uno porque no lo quería en su casa y el otro por haber sido invitado y haber aceptado sin haberse enterado.

Kaiba gruñó y Joey tragó saliva, tenía claro que se había pasado pero sencillamente se le vino a la gana hacerlo y casi sin darse cuenta ya lo había hecho. Tenía claro también que para él ese beso no tenía importancia, no era más que un roce de labios, pero ahora que lo pensaba mejor él recordaba bien su primer beso a pesar de que tenía 10 años. Así que Kaiba podría recordarlo por el resto de su vida.

No sabía si sentirse mal por él o bien por sí mismo porque su cara siempre aparecería torturándolo cada vez que pensara en su primer beso, ya se imaginaba persiguiéndolo en sus pesadillas y eso solo le daba gracia.

-¿Les has preguntado siquiera si él quiere? -dijo Kaiba serio a su hermano mientras mantenía sus manos en sus bolsillos mirando serio al frente-. Recuerda que él ya tiene a alguien que necesita de su compañía.

“¿Por qué siempre tiene que decir todo de manera tan áspera?” Pensó Joey.

-Le dije a Yugi que llegaría esta noche -dijo suavemente el rubio y Mokuba miró al piso, decepcionado. Sonrió y le revolvió el pelo-. Iré a visitarte mañana… bueno, eso si tu hermano me permite entrar a la mansión.

-¡Sí! Seguro que Seto lo hará. ¿Verdad, hermano? -Mokuba miró a su hermano haciéndole ojitos, quien volteó sus ojos apretando los labios mientras asentía, los otros dos chocaron puños sin que Kaiba lo notara. El chibi sabía que podía manipular a su hermano.

Llevaron a Joey hasta su departamento, Kaiba solo le dedicó una mirada de asco mientras se cruzaba de brazos y piernas y se ponía a mirar a través de la ventana, Joey le sacó la lengua sin que se diera cuenta y luego saludó con un beso en la frente a Mokuba.

Entró al edificio y tomó el ascensor subiendo al piso correspondiente y luego giró la llave en la puerta de su hogar.

-Ya llegué -quitó sus zapatos dejándolos en la entrada y se sacó su chaqueta para dejarla en el perchero. Caminó un par de pasos y vio la cabeza de Yugi salir por un costado de la puerta de su habitación, sonrió cuando lo vio.

-¡Joey! ¿Cómo está Mokuba? -Yugi se dejó ver completamente, llevaba jeans negros y sus botas favoritas estaban en la entrada, tenía en el cuello la gargantilla que usaba para momentos especiales. Con una mano abrochaba su camisa blanca mientras que en la otra llevaba un peine que pasaba por su cabello tricolor.

-Bien. ¿Por qué tan arreglado? ¿Vas a salir? -Yugi pasó por su lado rápidamente y agarró una chaqueta roja de encima del sillón y al volver Joey le envolvió con un brazo la cintura y lo besó de sorpresa poniéndolo colorado.

-Quedé en verme con Yami hace un rato, vendrá a buscarme aquí, le dije que me estaba quedando contigo -dijo Yugi separándose y volviendo a correr por todo el lugar terminándose de aprontar-. Lo siento, olvidé avisarte.

-Ah -dijo simplemente Joey desde el mismo lugar en el que estaba parado desde que llegó, suspiró, al final se quedaría solo y para peor Yugi se veía entre sexy y adorable en ese momento y quería hacer cosas más divertidas que comer solo porque su novio se fue con otro. Sacudió la cabeza evitando ponerse celoso, no tenía por qué estarlo-. Diviértete.

-Eso haré. Ya está abajo. Adiós -le dio un beso sencillo antes de salir corriendo, como el que él había dado hace horas ese mismo día.

Se arrimó a la ventana, sintiendo apretado el pecho, había sentido ese beso, Yugi también porque por algo se lo dio. Era muy sencillo pero prefería eso antes que nada. Así que por más sencillo que fue para Kaiba… él lo habría sentido como si hubiese sido un beso apasionado. No, que tonterías pensaba, seguro que no le dio importancia y solo se acordaría de eso cuando pensara en las cosas feas que le pasó en su vida.

Vio a Yugi salir del edificio y dirigirse a una moto negra aparcada en la vereda, el conductor se sacó el casco dejando ver el pelo revuelto y en forma de estrella de Yami, no le sorprendía que se haya comprado una motocicleta, después de todo ese era el estilo que siempre tenía.

Su amigo se bajó dejando el casco en el asiento y abrazó por la cintura a su novio, siempre pensaba en que si el faraón no hubiese cambiado su piel, quien los viera pensaría que son hermanos por el trato que tenían. Estaba feliz de que hubiese vuelto, Yugi estaba siempre muy alegre, ya no lo vería llorar.

Le dio suavemente un beso en la mejilla a su pequeño. ¿Espera qué? Bufó. Ojalá le dijera pronto que estaba con él, no le molestaba que salieran pero eso… eso es otra cosa. ¿Por qué no lo apartaba?

+

Me senté en el sofá y tomé el mando de la televisión prendiéndola. Genial, puedo ver nada, nada de nada o este canal en el que no hay nada. Apagué y tiré el mando al otro lado del sillón, ni siquiera sé que voy a cenar y realmente no tengo ganas de irme a comprar algo. Me siento solito, hasta ya empecé a suspirar como quinceañera enamorada.

Ok, ya fue suficiente. Me paré y corrí a mi habitación, di vuelta el bolso de la Universidad. De todas formas a quien le importa el arte de ese loco al que estudiamos. Fui al armario y agarré otro pantalón, un buzo, un par de medias y ropa interior. Saqué de debajo de mi almohada mi pijama y del baño mi cepillo de dientes. Metí todo en la mochila y la cerré colgándomela al hombro para volver a correr a la entrada, me calcé y coloqué la misma chaqueta que tenía hoy junto a mi pañuelo. Tomé el ascensor pero esta vez para bajar y salí a la calle.

-¡Taxi!

Pague al bajarme de un viaje de 10 minutos. Ahora solo rezo para que no me echen para atrás como la última vez, estúpido Kaiba, si me llega a pasar de nuevo…

-Señor Wheeler, cuanto tiempo. Justo el jefe nos avisó que tenía permitida la entrada, aunque nos dijo que llegaría mañana -dijo un guardia que rondaba los 30 años, le sonreí y chocamos puños. Apuesto a que he hablado más yo con ellos de lo que les ha hablado Kaiba desde que trabajan aquí, pues él se lo perderá porque son buena onda.

-Hey, ¿cómo están? Ese era el plan pero hubo cambios de último momento. Salúdame a Jimmy cuando lo veas -le dije sonriente mientras atravesaba ese gran portón negro que daba entrada a la enorme mansión perteneciente a la familia más conocida de Dominó.

-¡Señor Wheeler! ¿Qué hace aquí?

-Ya te he dicho que solo me llames Joey -saludé con unos golpecitos en el hombro al mayordomo mientras entraba sin permiso y me sacaba los zapatos poniéndome unas pantuflas blancas con el logo K. C en azul, él gruñó por mi actitud y yo me reí-. Oh vamos, Mokuba ya me contó que me extrañabas, no tienes que fingir.

-Pues el señorito le mintió -dijo él cruzándose de brazos y yo me reí por lo bajo junto a una sirvienta que también conocía, le guiñé un ojo y ella se sonrojó, tenía mi edad y era hija de la cocinera-. La verdad es que esta mansión nunca estuvo tan tranquila como sin usted.

-Sí y apuesto a que también aburrida. ¿Dónde está Moki?

Nos dirigimos ambos a la sala de estudio del chibi aunque yo no sé cómo hace para estudiar ahí, debido a que también tiene todos sus juegos, consolas y televisores enormes, además de sus libros y su escritorio.

Cuando entramos por la puerta abierta estaba Mokuba envuelto en una manta hasta el cuello con un control de videojuegos en las manos mientras concentrado miraba la pantalla tratando de ganar a Kaiba, quien estaba sentado a un metro de él con otro control remoto y tenía una sonrisa burlona y engreída al estar ganando mientras se burlaba de su hermano pequeño.

La partida terminó y Moki le hizo puchero, Kaiba le sonrió y le revolvió el pelo mientras lo abrazaba. Joey levantó una ceja, no era la primera vez que lo veía hacer eso y sonrió pero nunca jamás lo verías haciéndolo frente a las personas.

-Aww déjenme sacarles una foto así. Por favor -dije entrando en la habitación y sacando mi teléfono. Se separaron y Kaiba me fulminó con la mirada parándose y cruzándose de brazos.

-¡Joey! ¡Al final viniste! -al menos él sí estaba feliz de verme. Dejé mi mochila en un sillón individual y me senté junto a Moki, su voz sonaba aún un poco ronca.

-Señor Kaiba, la cena estará servida en 5 minutos.

-Está bien, gracias. Podrías haber avisado que venías perro.

-Sí, pero ya no sería una sorpresa.

La cena fue incómoda, solo hablamos el chibi y yo mientras él nos miraba de reojo y escribía mensajes en su celular. Y eso que dijo que hoy no trabajaría… Si algo adoraba de venir a la mansión Kaiba era la comida, ¡se me cae la baba de solo ver toda esa cantidad de platos recién hechos!

-Me duele la garganta -me dijo Moki desde su cama tapado hasta el cuello.

-¿Dónde dejaste la medicina que te dio el médico?

-La tiene Seto, ¿me la traerías?

A no, no, no y no. Yo no me acerco a esa habitación. ¡Ay no los ojitos! ¿Por qué tiene esos ojos? Auh, él va a asesinarme si voy. No iré, no lo haré. No importa si derrama lágrimas por el dolor de garganta.

No iré.

-Está bien, iré -suspiré mientras él sonreía. A veces pienso que me manipula. Le revolví el pelo y salí de la habitación bajando la escalera al segundo piso en donde estaba la habitación del engreído. Para peor tenía de pantalón el pijama a conjunto que compramos con su hermano, tenía ositos y corazones, diablos ¿por qué se me ocurrió que era una buena idea?

Si me llegan a encontrar vagando descalzo y en pijama por la mansión seguro que me echan a patadas y rezo para no perderme en la oscuridad, ¿por qué necesitan una casa tan grande? Ok Joey, tranquilo, él no va a asesinarte sabiendo que está su hermano pequeño cerca. Estiré la mano y con el puño toqué la puerta.

Bien, primer pasó conseguido.

Llevo parado un minuto entero esperando a que conteste y ya toqué 3 veces más, a este paso Moki se va a morir del dolor. Bueno, momentos desesperados, medidas desesperadas. La puerta está abierta, genial.

¡Ay por los Dioses, con razón no me respondió! Y no, no está durmiendo si es lo que creen. Él está con solo un pantalón, sudado y con auriculares puestos corriendo en una caminadora. Bueno eso explica por qué su cuerpo es tan… tan… como es. Empecemos porque su habitación es solo un poco más pequeña que la de Moki y la de él es enorme, prácticamente esta sala es del tamaño de todo mi departamento. Tenía demasiadas máquinas de hacer ejercicio, ahí tienen otro motivo por lo cual no le da bola a su hermano, que narcisista.

Estoy parado a su espalda y sigue ignorándome, él se lo busco. Agarré la botella de agua que tenía en el suelo y la destapé y la volqué sobre su cabeza, por un pelo no salió rodando, que mal.

-¡¿Qué diablos haces, perro?!

-¡¿Estoy llamándote desde hace rato y tú estás acá enchufado?! -me volvió a mirar mal y fue al armario, agarró una toalla y comenzó a revolverse el pelo. No bajes la mirada Joey, no mires su cuerpo o te vas a desconcentrar. Lo está haciendo apropósito, se ríe bajo la toalla, idiota-. ¿Por qué diablos te ríes?

-Porque estas sonrojado y ahora eres tú quien no aparta la vista.

-Já, ¡así que admites que me mirabas de más! Pervertido… -abrió la boca y la volvió a cerrar frunciendo el ceño.

-De todas formas… ¿qué diablos quieres? -se colocó una remera negra sin mangas.

-Necesito la medicina de Mokuba, le duele la garganta. Qué manera de recibir a los invitados -le dije con recelo, volvió a fulminarme con la mirada, creo que no va a dejar de hacerlo hasta que consiga matarme de verdad.

Se acercó a una mesa ratona entre tres sillones, genial el egocéntrico tiene un living en su cuarto. ¿Para qué lo quiere si tiene uno enorme bajando la escalera? Tomó una bolsa blanca de farmacia y se dirigió a la puerta, supongo que él mismo se la dará.

Es incómodo. ¿Qué haces cuando estás en casa de otra persona, con esa persona solamente y se llevan prácticamente mal? Sí tengo tema para hablar con él, es decir yo hablo hasta por los codos, pero él no parece alguien que quiera hablar conmigo y después de lo de hoy seguramente intente matarme mientras duermo. Comienzo a pensar que fue mala idea venir…

-¡Wheeler!

-¿Eh? Perdón… ¿dijiste algo?

-Te pregunté por qué viniste si estabas ocupado. ¿Acaso te peleaste con el enano?

-¡Ya deja de llamarlo así! -bufé y él se rió, algún día le romperé todos esos dientes blancos que tiene-. Es solo que cuando llegué él se iba a ir con Yami y bueno, tenía hambre y no quería estar solo. Me gusta la comida de aquí y así le hago compañía al chibi, cosa que tú no haces.

-Sí lo hago -elevé una ceja y el suspiró-. Está bien, no lo hago muy seguido. ¿Entonces el enano te está engañando con la momia? ¿Así que era por eso que me besaste? ¿Estas necesitado, perro?

-¡Cierra la boca! ¡Claro que no! En todo caso serías tú el necesitado -¿cómo se atreve? Él no sabe nada de Yugi y de mí. Ya habíamos llegado a la habitación de Mokuba y entre el silencio, seguramente se había dormido.

-¿Entonces por qué lo hiciste?

-¡¿Por qué diablos te importa tanto?! ¡Solo fue un beso! -me volteé para verlo, estaba oscuro pero notaba como fruncía el ceño y los labios mientras se cruzaba de brazos. Gruñó y me pasó por al lado hacia la cama donde yacía un pelinegro dormido.

-Tiene que tomarla igual, así que… Moki, despierta, tienes que tomar la medicina -se había arrodillado junto a la cama y le revolvía suavemente los cabellos mientras le hablaba al oído.

-¡Seto! Viniste -la cara de sueño se hizo ver entre las sabanas y su voz salía aún más rasposa aunque feliz. Ambos hablaban a susurros mientras el mayor volvía a arroparlo luego de que se encargara de poder aliviar el dolor-. Quédate a dormir conmigo.

-Mokuba, ya tienes 14 años, no puedo dormir contigo -ay no, uso de nuevo los ojos. ¿Cómo diablos hace eso? Kaiba suspiró en rendición-. Está bien.

Siento que sobro por lo que me retiré silenciosamente mientras veía a Kaiba meterse en la enorme cama de su hermano y me fui a mi habitación. Sorprendentemente era mejor que la verdadera, siempre que vengo siento como si estuviera de vacaciones en un hotel de cinco estrellas.

Bueno, mañana será otro día.

Notas finales:

¿Les gusto?

Gracias por leer!

Nos vemos en el próximo capítulo!!


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