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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Subí el cap antes de lo que que esperaba... espero que lo disfruten!

-Te lo he dicho Malik, eres mi brisa en el desierto. Te necesito, nunca te dejaría.

-¿Lo prometes?... A-Ah Ma-Ma-Marik… -la lengua del mayor recorría su clavícula a un ritmo lento dejando una mordida en ese punto en el que se unían el cuello y el hombro y en donde sabía que era el inicio de los incesantes gemidos de su niño.

-Lo prometo… -afirmo bajando en un camino de besos hasta llegar al primer botón del pijama y comenzando a romperla dejándolo en un segundo solo en bóxer al menor que comenzaba a temblar entre sus piernas.

Se hallaban dentro del cetro milenario en una habitación con paredes de oro macizo y sin ventanas alumbrada solo por dos antorchas y en el medio de la habitación se encontraba una gran cama adornada con tules y almohadones en la que se acariciaban esos amantes presos de la lujuria.

El mayor con su alma nublada de nada más que el poder vestía solo un faldón mientras que montado sobre el otro acariciaba sonriente de pasión las lisas piernas del menor con una mano mientras que con la otra se deshacía de la última prenda dejando en libertad el miembro de este, quien se tapó la cara con un brazo.

-No me mires así…. -dijo Malik en voz baja antes de cubrirse, lo último que vio no fue más que una media sonrisa que se relamía los labios al ver su desnudez. Marik bajó engullendo el falo de una vez mientras sus manos seguían el proceso de acariciar sus piernas; subiendo, masajeando sus muslos hasta llegar a apretar sus nalgas-. Ahhhh se siente Ahhh… ¡Ahh!

 El de ojos rojos lamió alrededor del glande para volver a engullirlo chupando fuerte mientras se lo sacaba de la boca y hacer el mismo proceso sosteniendo firme las caderas entre sus dedos para que no se movieran tanto bajo el placer de Malik. Antes de que acabara separó su cara de allí y agarrándolo por debajo su espalda y lo levantó hasta quedar frente a frente sentados.

Marik lo miró, su largo pelo rubio estaba sudado y revuelto, sus ojos brillaban y respiraba agitado subiendo y bajando su pecho. Llevó su dedo índice al pezón derecho rodeándolo y luego pellizcándolo en compañía del pulgar oyendo un gritito ahogado de un par de labios resecos que se mordían mientras un ojo se cerraba. Lo besó, tan lento… jamás se habían besado así, parecía el primer beso entre un par de niños y continuó pasando su lengua por los labios de Malik devolviéndoles su suavidad.

Esa boca era suya, era lo único que pensaba mientras el beso aumentaba en pasión, porque cómo no lo sería si encajaban a la perfección. Esa era la razón de un beso tan perfecto.

Malik sintió una palma en su nunca que le hacía bajar la cabeza y él se dejó. Se arrodilló entre las piernas abiertas del mayor quien se sacó el faldón lentamente sin apartar la vista de él y sonriendo ante su sonrojo cuando vio por primera vez su orgullo. Volvió a relamerse los labios y se recostó contra sus brazos apoyados en la cama, dejándolo perfectamente sentado para observar el show que vendría.

Malik sabía qué hacer, lo veía desnudo por primera vez pero él ya lo había tocado muchas veces, sabía cómo quería y tenía que complacerlo… pero era grande y no se creía capaz de engullirlo como el otro hacía con él. Lamió desde la basé hasta la punta llenando su lengua del líquido presi minal que se esparció alrededor de la cabeza mientras escuchaba un suspiro animándolo a meterlo en su boca lo que más pudo.

No sabía bien pero la mano del mayor acariciando sus cabellos y los suspiros cada vez más fuertes junto a la respiración agitada, eran lo que le hacían querer continuar. El sabor se fue en poco tiempo y cada vez lograba llevarlo más adentro. Se separó para respirar entrecortadamente y sintió dentro de sí un par de dedos húmedos que se metieron sin ningún cuidado haciéndolo gritar, pero la otra mano desocupada de Marik aprovechó esto para empujar su cabeza engullendo de nuevo su miembro más profundo que antes mientras se permitió soltar un gemido ronco.

-Más te vale lamas bien porque será el único lubricante que tendrás -dijo serio el mayor mientras metía ya cuatro dedos dentro de su pequeño.

Se encontraba ahora Malik acostado mientras sobre él estaba Marik observándolo, se veía tan frágil su pequeño y tan triste por momentos. Le había prometido que lo ayudaría, lo haría feliz aunque tuviese que cometer el pecado de matar al faraón con sus propias manos. Un pájaro tan hermoso como él no podía estar enjaulado, él mundo tenía derecho de verlo y saber que le pertenecía.

Levantó ambos muslos colocando sus piernas sobre sus hombros, tomó su miembro con una mano y lo llevó a la entrada de Malik quien lo recibió sin problemas hasta que comenzó a entrar. Sentía sus paredes estirándose, le dolía y sentía sus ojos comenzar a lagrimear, sus manos apretaban las sabanas entre sus dedos y decidió cerrar los ojos mientras se mordía el labio inferior hasta que sintió la pelvis del otro chocar contra su trasero.

No demoró en acostumbrarse, hicieron un vaivén lento hasta llegar a uno que los complació a los dos. La habitación se llenó de suspiros y gemidos, Malik tenía un hilo de sangre bajando de su labio cortado por un par de dientes hambrientos y el otro tenía el placer de sentir el ardor en la espalda que le habían dejado las uñas de Malik en la desesperación de no caer en el desfallecimiento. 

Malik quería decirle en ese momento lo que sentía, ya no tenía dudas de que el otro lo quisiera como se lo decía. Quería pasar el resto de su libertad a su lado. Él era su otra mitad. Vamos Mailk… díselo. Lo quieres. Díselo.

-Ma-Marik… yo… Ahh… yo….

-¿Acaso no-no te gus-gusta? -El mayor hablo preocupado pero sin detener el vaivén. Si no le gustaba, no tendría sentido hacer aquello, se preocupaba.

-No es eso. Me encanta… -pudo decir Malik haciendo sonreír al otro-. Quería de-deci-rte que… ahh yo… ahh te… ahh amo. Te amo, Marik.

+ - +  - + - + - + - + - +

-¡Basta! -Malik despertó agitado ante el recuerdo de su primera y única vez con Marik. Esa noche antes de que lo traicionara… de que no lo volviese a ver-. Niño idiota que era…

El rubio se abrazó a un almohadón sintiendo sus lágrimas comenzar a caer, ahora se sentía peor, no había dejado de serlo. Sollozó. Si al menos entre todas las cosas eso no hubiese ocurrido no se sentiría tan mal. Tal vez no soñaría con esa noche.

Se levantó de la cama, fue al baño y se miró al espejo; tenía los ojos rojos, las mejillas mojadas por el agua salada y el pelo sudado. Le dio asco mirar su imagen en el espejo, así es como había terminado por dejarse llevar. 

Prendió la ducha en la bañera y se sacó la ropa hasta quedar en bóxer esperando el agua tibia. Y se metió dejando el agua caer en su rostro, para llevarse todo pero sus ojos comenzaron a arder de nuevo dejando salir las lágrimas otra vez. Se dejó caer ahí en medió de la ducha con el agua recorriéndolo y abrazando sus piernas.

No dejaba de actuar como niño. Ya todo había pasado, Marik no lo amaba y él tampoco lo amaba. Ya eran libres y debían cada uno seguir su camino y olvidarse de lo que alguna vez tuvieron. Ahora eran amigos, aunque quisiera tenerlo lejos más le dolería que sucediera. No debió haber aceptado que fueran amigos, no estaba bien.

Desde que había llegado no había dejado de soñar con eso, a veces pensaba que ahora era su propia mente la que le jodía el día. Él era mejor que eso, él era fuerte... ¿así que por qué estaba llorando como niño pequeño?

Habían pasado 20 minutos cuando salió, eso ni siquiera había sido una ducha. Sacó la última prenda empapada arrojándola al cesto de ropa sucia y se envolvió por la cintura una toalla. Salió de allí a cambiarse, ya se le había hecho tarde para la Universidad así que tomando su almuerzo y una fruta, salió corriendo hacia allí.

Su casa no quedaba cerca de su destino pero no estaba lo suficientemente lejos como para no querer ir caminando, aunque ahora que se lo replanteaba, tenía 8 min para llegar a su primera clase o no lo dejarían pasar.

-¡Perdón! -dijo agachándose a levantar una bolsa de mercado que se le había caído a la mujer cuando la empujó al pasar.

‘Por Ra, lo que me faltaba, casi me atropella un auto’. Otra vez pidió disculpas y caminó hacia atrás esperando que cambiara la luz a verde. Vio que del coche negro se abría la puerta del conductor.

Ay no… ahora sí que no llego y para peor me van a moler a golpes, y entre la corrida olvidé agarrar mi cetro del milenio.

-Malik, ¡¿estás bien?! Casi te atropello…

-Estoy bien… disculpa.

Marik había bajado del auto luciendo preocupado importándole un comino los otros coches que tocaban bocina para poder avanzar. Se le acercó y lo observó asegurándose de que no le pasara nada mientras que el menor no hacía más que morderse el labio de abajo nervioso. Parecía que de tanto pensar en él el universo terminó conspirando en su contra para que volviera a recordar lo soñado anoche.

-Vas tarde ¿eh? No te preocupes, te llevo -dijo sonriente señalando con la cabeza el coche. Malik bajando la cabeza cruzó la calle mientras negaba.

-No es necesario, puedo ir solo.

-Lo sé, pero también sé que profesor tienes primero y no querrás llegar tarde, estamos en la misma clase -volvió a cabecear hacia su auto y comenzaron los gritos de las personas por trancar el paso llamando la atención alrededor-. Que conste que no me moveré a menos que tú también te subas.

-Está bien –se rindió. Iban callados y el viaje era corto. Pero aun así Malik se sintió incómodo y el mayor se preocupó por esto, ya habían pasado por la etapa del miedo a compartir solos un espacio, ya había ido a la casa de Malik, hicieron la tarea juntos y hasta se quedó a cenar. Así que, ¿por qué de repente tenía la sensación de que él quería alejarse, de que lo incomodaba?

Malik lo observaba de reojo, no quería verlo a la cara o volvería a recordar ese momento y quedaría hecho un tomate de la vergüenza. Ya no había nada entre ellos, se repetía Malik.

-¿Desde cuándo conduces? -preguntó para romper el hielo mientras entraban en el estacionamiento.

-No mucho, lo compré hace una semana, no tuve ocasión de mostrártelo. Realmente Yami trajo dinero como para que podamos vivir el reto de nuestros días sin preocuparnos por ahorrar así que... ¿por qué no? Supongo y espero que algún día se lo pueda devolver.

Malik miraba las manos del otro intentando estacionar, seguro que él no podría hacer todo eso aunque lo intentase, era más de motocicletas. El auto frenó de golpe y Marik bajó su vista a su mano en la palanca encontrándose con el dedo índice de Malik recorriendo una cicatriz que atravesaba su mano desde el menique hasta la base del pulgar.

-Lo si-siento, te distraje, no sé por qué lo hice -terminó de estacionar y ambos se bajaron comenzando a caminar hasta su clase.

-Oye, ¿quieres hacer algo después de clase?

-Tengo club de natación…

-¿Y luego de eso?

-Tengo que… ayudar… a Ishizu en el trabajo -dijo lo primero que le vino a la cabeza para zafarse.

El otro asintió y entraron al salón con la profesora detrás, más puntual imposible. Se sentó junto a Yugi fingiendo sonrisa y tratando de concentrarse, aunque no engañó a nadie e hizo preocupar a su amigo durante toda la clase.

-En serio necesito ir al baño, ¡nos vemos con los demás! -Yuri guardó todo a la velocidad del viento para luego salir corriendo dejándolo solo.

-Bueno… somos tú y yo. ¿Vamos? –Dijo Marik con mochila al hombro y una pequeña sonrisa.

Sabía que no lo dijo con intención de hacer énfasis en una antigua relación y que solo fue en broma pero las palabras del ojo miel le erizaron los pelos de la nunca al escucharse en un grupo de dos personas. Otra vez las mismas imágenes en su cabeza, quería huir como lo había hecho esos dos años y largarse a llorar.

-No puedo… te-tengo que ir a pedir… pres-prestado…un libro a la otra clase.

-¿Malik me estás evitando? ¿Acaso hice algo malo?

El salón había terminado de vaciarse y el más bajo vio la puerta y calculó cuanto demoraría en cruzarla para escapar… pero él era él y seguro lo atrapaba. Estaba entre la espada y la pared.

-Yo no te estoy evitando. Tonto -lo empujó suavemente con su hombro al pasar de camino hacia la puerta.

-Estás actuando raro. Si hice algo malo, perdóname, no era mi intención -paró en seco girándose, medía mucho más que él y le doblaba de tamaño aun así se le veía nervioso esperando una respuesta con sus manos en sus bolsillos y su mochila colgada de un brazo.

Se sintió tan culpable. Siempre prefería echarse la culpa a él mismo. Pero no podía hacer nada porque solo verlo le hacía traer sus peores pesadillas.

-No hiciste nada malo. Vamos con los demás.

-¿Y el libro?

-Lo-lo buscaré después -mintió.

Marik sabía que mentía y eso lo carcomía por dentro. ¿Acaso había hecho algo malo? Porque estaba seguro de que no y el otro también se lo había afirmado. Si supiera que el único motivo para estar así era que le recordaba el momento más lujurioso en su vida y el día en que se dio cuenta que la libertad ya no era tan hermosa, sino que suele ser triste sin nadie con quien pasarla. Malik necesitaba afirmarse en sus amigos en ese momento.  

Malik, Yugi y Ryou se sentaron a la sombra de un árbol a almorzar mientras que el resto entre que comían, jugaban futbol y miraban entretenidos su celular. Yugi no resistió el preguntar qué pasaba y con un suspiro soltó la lengua sin saber que del otro lado del árbol había llegado un Marik agitado a tomar agua.

-No es que esté enojado con Marik. Es solo que volví a soñar con eso, con ese día -Yugi soltó una risita baja y Ryou enrojeció, recordó la primera vez que les habló sobre esa pesadilla que lo perseguía día tras día, pusieron caras como si les estuviese contando sobre una película de horror. Los hikaris eran demasiado inocentes o más bien tímidos para hablar de esas cosas-. Ahora, con él aquí… ¡Por Ra! Es solo que me muero de la vergüenza de solo mirar su cara.

-Malik no creo que estés mal solo por pasar vergüenza -dijo bajito Ryou mientras comía un onigiri.

-Lo sé, es que ya pasaron dos años y a pesar de eso yo sigo pensando en lo bien que se sintió nuestra última y única vez.

-¡Oye! Qué asco. Estoy comiendo -dijo Ryou mientras que Yugi se atragantaba con su comida, había sido demasiada sinceridad. 

Mientras tanto Marik al otro lado del gran tronco inflaba su pecho de orgullo, se había marcado en su piel ese día lo suficiente como para que no lo olvidara pero era consciente de que eso le era doloroso a su hikari.

-Pero bueno… la cosa es que somos solamente amigos y es raro que piense así… solo amigos -volvió a recalcar suspirando pero firme. Marik respiró profundo mientras el agua en la botella comenzaba a salir, otra vez su magia se salía de control-. Estoy más tranquilo ahora que es así, tal vez yo solo confundí las cosas en un principio y no fue amor, solo fue… no sé.

-Malik, yo creo que sí te gustaba -dijo Yugi suavemente y bajito, sabiendo que al otro no le gustaría esa respuesta y Marik escondido asintió confirmando que lo suyo sí era amor-. Aunque no digo que ahora te tiene que gustar también.

-Ni siquiera sé que siento ahora, pero definitivamente no lo quiero cerca por hoy -el rubio tirado en el césped se tapó la cara con ambas manos mientras más recuerdos le llegaban a su mente. Le había dicho que lo amaba, no lo dudó en ese momento, que infantil que era.

+ - + - + - + - + - +

El día pasó de lo más normal para todos entre clases y más clases y al final Malik se tendría que ir solo ya que Yugi y Joey saldrían por su aniversario (todos los meses hacían lo mismo) y Ryou saldría más tarde. Caminó suspirando por los pasillos de la Universidad ignorando a todos lo que lo saludaban, se sentía pesado y tenía ganas de llegar a su casa y encerrarse en su cuarto, taparse hasta la cabeza mientras comía chocolates. Parecía ser una excelente idea por el momento.

Estaba atravesando el estacionamiento cuando le agarraron por el brazo y sin muchas ganas se volteó a ver a Marik.

-Ven, te llevo. Luces cansado.

-No es necesario -Malik se zafó y volteó.

-Otra vez me estas evitando.

-¡Te he dicho que no te estoy evitando! –Marik elevó una ceja, casi nunca lo había visto actuar así.

-Entonces déjame llevarte.

Malik miró el piso pensándoselo y luego volteó para caminar hasta el auto de este. Al fin y al cabo se veía sospechosa su actitud y contra antes llegara mejor, esto de ignorarlo era agotador. Otra vez el viaje se sentía incómodo y Malik se estiró lo más que le permitió el cinturón al cinchar cuando trató de mirar las calles por la ventana, habían agarrado por un lado que era imposible que llegara a su casa.

-¿A-A dónde me llevas? -preguntó ya sentado correctamente y se asustó.

Él no le volvería a hacer daño, ¿cierto? Se lo había prometido. Debió ser un error, no tenía que entrar en pánico. ¿Y si volvía a transformarse en ese chico que hubiese deseado nunca conocer? No traía su cetro, no tenía como defenderse. Su respiración se aceleró y el otro lo sintió.

-No voy a acerté dañó -dijo suavemente mientras manejaba.

-¡Llévame a mi casa ahora, Marik! -le exigió poniéndose más nervioso-. Esto es secuestro.

Marik rio y el otro lo miró con los ojos enchinados. -Ya te lo dije, quería hacer algo contigo hoy. Quiero subirte el ánimo y no me engañas, sé que estás mal. Solo vamos a mi casa.

¿Solo vamos a mi casa? Malik apretó los labios. ¿Se suponía que eso lo tranquilizaría? Jamás habían tenido la oportunidad de ir alguno de los hikaris a su casa, el comienzo de los estudios había sido pesado y cada vez que se veía con él y le ofrecía ir prefería declinar la idea con alguna excusa. Y ahora, ahí estaba, en dirección a la guarida del león.

-Estoy cansado, quiero ir a casa -dijo apoyando la cabeza contra la ventana.

-Vamos, me prometiste una oportunidad, solo confía en mí.

Atravesaron los portones negros y se sorprendió de ver una mansión de tan grandes dimensiones. Está bien… ahora entendía por qué continuamente afirmaban haber traído demasiadas joyas para vender.

Se bajó del auto y caminaron juntos hasta una pequeña puerta que llevaba hacia dentro, habían entrado a una cochera. Marik le agarró la cintura para guiarlo y él le dio un manotazo, le encantaba romper la regla de no tocarlo al parecer, siempre terminaba estremeciéndose de solo sentirlo.

En la puerta se encontraron con una señora regordeta que saludó muy amablemente a Malik, a él le pareció encantadora y antes de darse cuenta ya le había prometido llevarle dulces de los que le gustaban. Se quitaron sus zapatos y los colocaros en la entrada de la casa, se fueron descalzos al piso de arriba.

-Es extraño, ¿cómo sabía que me gustaban esos dulces? Ni siquiera son de Japón.

-Bueno~… tal vez le hablé un poco sobre ti y que algún día podría traerte y supongo que se preparó para ese día -dijo dándole la espalda mientras seguía guiándolo hacia la sala de juegos. Malik se sintió feliz de que le haya hablado de él y luego se enojó consigo mismo por eso.

-Esto es increíble -susurró al entrar al paraíso que era ese lugar.

Está bien, Malik debía admitir que sabía cómo subirle el humor. Pasaron horas en las que probaron todos los juegos del lugar, o los que pudieron mejor dicho. Hasta se había olvidado de sus reglas y ahora se hallaban sentados uno al lado del otro y mientras él jugaba a un juego Marik tenía un brazo pasado por su cintura. Y se sentía bien así, sentado en el suelo recostado en el sillón mientras comían los postres más deliciosamente existentes. 

-Rayos, perdí -se lamentó y dejando el control a un lado se llevó un trozo de torta a la boca.

-Lo hiciste bien -le animó el moreno y de repente una galleta se elevó yendo directamente hacia su boca, quería a toda costa evitar separarse de Malik o que este se diera cuenta al fin de que lo tenía agarrado.

-Wow tienes mucho control sobre la magia -admiró Malik frunciendo el ceño sorprendido-. Yo apenas puedo hacer magia sin mi cetro.

-No es difícil – comenzó a explicarle cómo hacerlo y emocionado Malik lo intento.

Miro el vaso de vidrio lleno de jugo de naranja que se encontraba entre ellos, se concentró en hacer que se elevase en el aire y así llegar a su mano. El vaso prendió vuelo.

-Ups, ¡lo siento!

-Creo que hubiera sido mejor si hubieses intentado con otra cosa -dijo Marik, le goteaba juego de naranja desde la punta de la nariz hacia su remera, la cual tenía una gran mancha anaranjada. Tuvo suerte de que el vaso no se rompió en el acto, hubiese sido un desastre peor.

-Deberías ver tu cara. ¡No me mires así, te hice un favor, ese color te queda bien! – se comenzó a reír y Marik se aprovechó de ello tirándosele encima a hacerle cosquillas-. ¡Ya para! Ma-Marik, sabes que no me gustan.

-Tú te lo buscaste, mi pequeño -tras eso Malik quedó congelado, ya no importaba la sensación de cosquillas en su vientre porque lo que importaba ahora era que se había cortado todo por el apodo, Marik también se detuvo.

¿Suyo? Lo estaba reclamando. Quería sentirse enojado, pero le parecía normal porque en ese momento sus pensamientos y corazón funcionaban gracias a él, lo sentía correcto. Recordó el sueño, todo había sido tan maravilloso en ese momento, le encantaría volver a sentir eso pero sabía que no podía. Sus labios no le parecían un pecado y estaban cerca, cada vez más cerca y quería probarlos porque eran grandes y rojos y le encantaba esa cicatriz que tenía sobre el labio a la izquierda y solo si estaba cerca podía verla, tan cerca como ahora.

Su teléfono sonó y vibró en su pierna.

-¿Ho-hola? -Malik contestó el teléfono antes de cometer un error y ante la mirada firme de un Marik que no se apartaba sino que se seguía acercando se volteó quedando panza hacia abajo y apoyado en sus codos. ‘¿Qué estuvo por hacer? Aunque ahora que lo planteaba… ¿por qué rayos tuvo Ishizu que llamarlo? No Malik, fue lo mejor. Sí, eso, fue lo peor… digo mejor’-. Sí, estoy escuchando…

Marik había retrocedido sentándose a sus pies esperando porque eso no se quedaría así. Se sentía nervioso, como había prometido no tenía sexo desde hace dos meses, su situación era así de concreta y tenía sed, mucha sed de Malik. Comenzó a mirarlo muy centrado y cualquiera que lo viera diría que sus ojos brillaban de deseo y amor, tenía una sonrisa plantada en la cara mientras observaba esas piernas que lo volvían loco junto a ese… rayos no se aguantó.

Gateó con suavidad por arriba de su pequeño y con una mano fue recorriendo desde su talón hasta llegar donde quería desde que se separó de él. Terminó por soplarle al oído para llamar su atención.

-Eeeh sí. Tengo que cortar, adiós – Malik dejó su celular en el suelo y tomó aire-. ¿Qué estás haciendo? Saca tu mano de mí, de mí, de ahí ¡¿sí?!

-No quiero -respondió y el otro se sacudió para zafarse sin lograrlo, Marik comenzó a mover su mano en círculos y apretó eso que le encantaba, pequeño pero firme, lo había extrañado. El pequeño se volvió a remover, genial, justo le toca estar a solas con un tipo con instinto de violador, ahogó un gemido y las lágrimas.

-Marik es enserio -volvió a rogar.  

-¿Sabes qué fecha es hoy? -el cuerpo debajo del suyo tembló afirmándole. Hoy hacia dos años desde que lo habían hecho y mañana sería dos desde que se separaron-. Te extraño.

-No sé en qué te ayuda esto, dijiste que querías hacer las cosas bien conmigo esta vez.

-Lo sé, solo quería que supieras que lo recuerdo, que es importante para mí. Y dime, ¿es importante para ti, Malik? ¿Eso es lo que te tiene mal hoy? -las palabras susurradas a su oído lo descolocaban y estaba feliz de que se acordara pero avergonzado, no todos los días uno se pone a hablar con su ex (si le podía llamar así a Marik) de la vez en que lo hicieron.

-Marik estás empapado y me estas mojando a mí también -dijo simplemente y él se corrió de encima suyo, se dio la vuelta y se sentó devuelta como antes, como debía-. Claro que es importante, para mí pero ni creas que me vaya a poner mal por eso. No somos más que amigos.

Se paró para finalizar y el otro lo imitó mientras sentía un cuchillo en su corazón. Estaba harto de ser solo su amigo y asustado de que al final terminase siendo así para siempre. 

-Solo amigos ¿eh? -Se dio la vuelta enojado y se fue sacando su buzo, su piel brillaba por el líquido que había traspasado hasta llegar a su piel y así siguió el camino hasta la habitación sintiendo una mirada fija en su espalda hasta que desapareció de su vista.

Cómo no, solo amigos…

Malik tuvo ganas de ponerse a llorar de impotencia cuando se vio incapaz de apartar la vista de esa espalda, ya la había visto en la playa pero aun así… parecía que sus ojos querían volver a esa imagen.

Se volvió a sentar en el sillón hecho una bolita con sus rodillas tocando su mentón y sus brazos abrazando sus piernas, que a la vez presionaban su pecho impidiendo que sollozara. Se sentía asustado, ni él sabía que quería pero esto a medias no le gustaba. Ryou tenía razón cuando aquella vez que acamparon le dijo que no aguantaría y que no puedes obligar al corazón a sentir otra cosa, lo único que puedes hacer es superar, pero no podría teniéndolo al lado.

Aparte siempre estaba atento por si necesitaba ayuda o solo compañía. Estudiaban juntos y salían últimamente, pero como amigos, porque él se lo merecía. Él había metido la pata, lo había lastimado y más allá de que haya aceptado perdonarlo no aceptaría volver con él, porque no quería ¿verdad?

-No te haré daño, ya quédate tranquilo -había vuelto por detrás del sillón haciendo que saltara y rápidamente se sentó lo más normal que pudo. Marik le tendió un papel-. Hoy me dieron esto, ¿sabes qué es?

-Es por la fiesta de Halloween, lo hacen a beneficio, el año pasado con Yugi y Ryou ayudamos pero este año no nos da el tiempo. Es divertido, va mucha gente de la Universidad y tienes que llevar disfraz claramente. Es en dos semanas. ¿Piensas en ir? -dijo mientras leía el folleto arrugado que le  había tendido el otro.

-Me gustan las fiestas -dijo simplemente y se lo tomó como un sí rotundo-. ¿Es obligatorio llevar esas cosas? Los japoneses son extraños.

-En realidad no es una costumbre japonesa, es solo porque es divertido. Y sí, debes usarlo, de todas formas todos vamos a ir disfrazados.

-¿De qué irás tú?

-Amm bueno, no lo sé. El año pasado Mai eligió nuestros disfraces y este año también quiso hacerlo. Dijo que tenía una gran sorpresa que nos iba gustar, al menos eso espero -se paró del sillón y puso el porte más firme que tenía-. Ya tengo que irme.

-Está bien -volvieron a hacer el mismo camino hacia atrás y Malik se fue cargado de postres que le regalaron al salir. El viaje volvió a ser incómodo pero se sentía bien así, notaba que el otro estaba nervioso desde que… bueno desde que lo rechazó de nuevo, manejaba con una sola mano y la otra estaba debajo de su boca y se mordía las uñas. Cada tanto lo miraba de reojo. Estaban en la esquina de su casa donde Marik estacionó-. Gracias por hoy.

-Espera -cinchó del brazo de Malik y colocando una mano en su mejilla giró su rostro suavemente y colocó sus labios sobre los de él, Malik no se apartó, sentía como si fuera eso lo que necesitó en todo el día para sentirse mejor. Colocó su mano sobre la de Marik en su mejilla y la otra en la de él y así profundizó el beso. No era más que un beso robado y disfrutado por ambos, en el que sus labios se volvían a encontrar y lo sentía correcto. Marik le mordisqueaba el labio inferior y sintió como el otro comenzó a temblar-. No, no, no. Por favor no llores. Malik, por favor. Perdóname, no era mi intención hacerte pasar un mal rato… amor…

-¡No me llames así! -el grito bajo retumbó dentro de ese auto de vidrios negros. En medio del beso comenzó a llorar provocando ríos desde sus ojos que bajaron hasta la palma del otro y se mezclaron en ese beso apasionado separándolos. Le dolía, le dolía saber que era débil, que no podía estar firme cuando sus labios tocaron los suyos. Le dio lo que quería, eso no era amor, no lo era-. Ya me voy.

-Malik siéntate un rato, no te haré nada…

-¡Vienes diciendo eso desde hoy y mira todo lo que has hecho!

-Si entras así a tu casa… -Marik dejó la frase por la mitad y Malik que se dirigía a bajarse se detuvo, si entraba así como estaba le iban a preguntar qué pasó y llegarían a la clara conclusión de quien era el culpable y no quería eso. Ishizu ya trataba de que se alejara de él y así sería aún peor, porque en el fondo él no quería eso y le había prometido que no lo haría.

Se recostó tratando de calmar sus sollozos y secando de vez en cuando sus ojos con la manga de su buzo mientras que Marik volvía a sentir ese cuchillo clavándosele en el pecho al ver esos ojos brillar de dolor y se sentía mal por pensar que hasta así era lo más precioso que vio en su vida. Puso su mano sobre la de él tratando de darle apoyo pero ante el toque se separó aún más.

-Confié en ti. ¿Por qué haces esto? -las lágrimas habían dejado de salir pero aún se veían las marcas en las mejillas. Lo estaba mirando serio en busca de una explicación que le dé una mínima de confianza para no huir de él, pero él solo tenía una.

-Porque no soporto tenerte como amigo. Te extraño Malik -tan firme y sencillo se lo dijo mirándolo a los ojos, noto como de un ojo volvía a caer otra lágrima y esos hermosos labios que quería volver a besar comenzaban a temblar-. Es que si tú me quieres, ¿por qué no puedo estar contigo?

Malik lo fulminó con la mirada. -Estás equivocado. Yo te quería pero ahora no es igual. Te pedí tiempo para pensar, para ordenar mis propios sentimientos y volver a confiar en ti y no me lo estás dando Marik.

-¡Tú me quieres! -afirmó el rubio ya desesperado-. ¿Hasta cuándo tengo que esperar para que te des cuenta?

-No Marik. Detente ahora mismo antes de que te arrepientas -ahora sí que Malik estaba serio, demasiado, hasta daba miedo. Había cometido un error, uno grande-. Ni siquiera te atrevas a poner palabras en mi boca porque yo jamás dije eso y cada segundo que pasó dentro de este auto más pienso en que nunca lo diré.

Marik bajo la vista mientras veía al otro salir. -No quiero que te enojes conmigo -Malik lo miró tratando de que no le diese pena-. Te extraño.

-Lo sé.

Y con eso Malik se fue. Abrió la puerta de su casa con cuidado de que no lo escucharan y corrió a su habitación en donde se cambió la remera que estaba mojada por las lágrimas y tenía una mancha de naranja a la espalda. Se lavó la cara y se quedó frente al espejo observándose, ya no eran parecidos así que no sabía por qué a él le gustaba tanto. Se cepilló el cabello por un rato largo y terminó por atárselo en una cola, hizo una sonrisa bien practicada frente al espejo y así salió a saludar a sus hermanos.

Marik golpeó la puerta de la casa y nadie dijo nada, se notaba que algo no había salido bien. Se dirigió a la nueva sala que habían hecho, de ejercicio. Se encontró allí a Akefia haciendo pesas, ni se saludaron, si no fuera por Yami a decir verdad ellos ni se hablarían y tenía que agradecerle porque no estaba mal cuando pasaban un rato juntos, después de todo eran hermanos, ¿no?

Saltó hasta colgarse de un fierro allí y comenzó a hacer más flexiones de las que su cuerpo aguantaba mientras se miraba en el enorme espejo que había frente a él, se veía patético. Gruñó y el espejo se rompió en mil pedazos.

-¡Oye! ¡Tranquilízate! -le gritó Akefia y pronunciando unas palabras pieza por pieza fue volando hasta su lugar volviendo a ser lo que era antes sin notarse-. Vamos a ver que excusa te inventas para cuando vengan a preguntar, porque este no es mi problema.

-Cierra la boca, diré que fue un vaso solamente -se dejó caer y se dirigió a hacer pesas. El otro se fue negando con la cabeza.

+ - + - + - + - + - +  

-Ni creas que me divierto con esto -Yami se sentó en un sillón negro demasiado mullido para su gusto y arrojó su mochila al suelo mientras miraba serio al otro.

-Porque a mí me encanta traer gente a molestar -devolvió sarcásticamente el empresario. Se había sentado con toda elegancia en esa silla alta de escritorio frente a ese gran ventanal que demostraba que estaban en uno de los últimos pisos del edificio.

A Yami le molestaba la situación; desde donde estaba prácticamente se notaba quien llevaba la batuta en ese lugar y ese no era él, Kaiba parecía un rey apenas cruzó la puerta principal. Hace poco más de un mes, ese era su puesto.

-Solo hagamos el trabajo y dejaré de molestarte como vienes diciendo desde que salimos de la Universidad.

Bien la situación era esta: uno de sus profesores había tenido la magnífica idea de hacer trabajos en grupos cosa de la que Kaiba siempre se salía desde que Yami recordaba verlo a través de Yugi en la secundaria. El CEO había estado ocupado estas dos semanas por lo que se vio obligado a faltar y por consecuencia pedir apuntes, el profesor le dijo que Yami era el mejor de la clase y que le pidiera a él, ya llevaba dos semanas con esa costumbre. Hoy cuando se armaron grupos estaban uno al lado de otro, obviamente que no hacían amistad sino que se pasaban notas y el inepto del profesor los puso juntos porque creía que había nacido la amistad entre ellos. Fin.

-Te lo dejé claro, tengo más cosas que hacer. Dame un momento -Yami volteó los ojos y se puso a observar por la ventana mientras escuchaba al otro voltear hojas y cada tanto un movimiento de lapicera rápido como si fuera una firma.

Pasaron dos horas y tenían al fin el trabajo hecho por la mitad y eso a Seto lo ponía de mal humor, pensaba que iba a terminar haciéndolo solo pero al final Yami era más rápido que cualquiera de sus empleados. Teniendo en cuenta que heredaría la empresa rival a la suya, eso le era un problema. Bien, admitía haberlo subestimado y se sentía cómodo hablando con él.

-Parece que estás en aprietos -dijo Yami al ver que lo llamaban cada cinco minutos para preguntar sobre algo-. Creí que habías dejado a alguien en tu lugar para esa reunión. Pensé que tus empleados eran mejores… bueno, me decepcioné.

-Cierra la boca o te juro que te saco a patadas -respondió viendo cómo se burlaba, una cosa era que él llamara incompetentes a sus empleados y otra cosa que otro lo hiciera.

-Oye, ya deja de amenazarme -dijo Yami caminando por la oficina, fue hasta un escritorio que había más lejos cubierto de hojas, libros y colores, dudaba que él le pusiera color a algo-. Esto no sería tan complicado si tú dejaras de negarte todo el tiempo a llevarte bien con nosotros. Siempre estas invitado a tener un amigo.

-Ya se los he dicho, no estoy interesado -dijo con una sonrisa falsa y Yami elevó los hombros, había sido como él una vez y sabía que cometía un error, tener amigos era algo importante y que en el fondo todos querían, pero bueno, allá él y sus cosas raras.

Siguió revolviendo las cosas y vio algo que le hizo fruncir el ceño gravemente.

-Amm Kaiba, ¿por qué tienes una foto de Joey en tu oficina?

Lentamente levantó la foto enmarcada que había encontrado tapada por la mitad por una hoja pero apenas vio esa maraña rubia se dio cuenta de quién era. Miró al jefe curioso.

-No lo hice yo -dijo por lo bajo y desvió rápido la vista a los papeles-. Es el escritorio de Mokuba, a veces viene aquí después del instituto y hace la tarea ahí. Saco esa foto hace dos semanas cuando le dio la alergia que ya debes de saber.

-Y yo que pensaba que eras un acosador al que le gustaba Joey -Yami rio dejando la foto en el lugar donde la tomó y Seto dejó de escribir en la laptop tragando duro.

-No suelo meterme con personas que tienen novio -dijo por lo bajo. Ni loco admitía que realmente nunca se había metido con nadie o terminaría siendo la burla de cualquier hombre. Desde que Joey lo beso se dio cuenta de lo ridículo que era el no haber estado ni cerca de alguien en sus 19 años de edad que en menos de un mes serían 20.

-¿Novio dices? -Yami miró con una ceja alzada al otro que le frunció el ceño.

-Sí, parece muy feliz con el enano ojón. Que no ves las fotos en las redes. Deberías adaptarte a esta época, sigues siendo una momia -dijo indiferente tecleando la última parte del trabajo grupal, realmente se llevarían buena nota.

-¿De quién hablas, Kaiba? -Yami se cruzó de brazos y lo miraba fijo, creía saber de quien hablaba.

El castaño apartó la vista de la pantalla al sentir la mirada pesada sobre él. ¿Quién se creía que era? Ya veía que se ponía de mal humor si le ponía ese apodo a su niño.

-De Yugi, obviamente.

-Espera. ¿Dices Joey y Yugi? -Yami rio por lo bajo ante tal estupidez.

-Claro, ¿quién más? -Seto miró fijo al otro y luego sonrió recostándose en la silla. Comenzó con una de sus risas maléficas, ya veía que es lo que estaba pasando, todo esto explicaba por qué ambos andaban escondiéndose para que nadie los viera-. ¡Ni siquiera tienes idea! -volvió a reírse fuerte haciendo que el otro rechinara los dientes.

-¿Qué se supone que es tan gracioso?

-Y todavía preguntas… -Kaiba respiró hondo, hacía siglos que no se reía así, la mala suerte ajena siempre era un buen motivo para dejarse ir-. Me da gracia que ni siquiera sepas que tus dos mejores amigos estén saliendo. Deberías empezar a ser más observador. Que ingenuo.

-Eso no es cierto -afirmó aun de brazos cruzados.

El de ojos azules sonrió maléficamente, sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y entro a la red social en la que más que sabía que habría pruebas, ya que él tenía que sufrir viéndolas. Le hizo una seña para que se acercara y el otro desconfiado lo hizo, esto le traía mala espina.

Tomó el celular de Kaiba y miró, tragó duro al darse cuenta de que los celos que creía injustificados ahora tenían más de una razón para estar instalados en su pecho.

La foto no era más que un Yugi sentado a lo lejos en un parque con Joey detrás de él, el primero giraba su cuello lo suficiente para que sus labios tocaran los contrarios estando abrazados. Se notaba que obviamente la había sacado alguien más y al parecer fue Tristán ya que él la subió y abajo había puesto: “Lo que me toca ver todos los días. Demasiada dulzura”. Y la fecha… era de hace un mes.

Cambió la foto a otra, la había subido Joey hoy mismo en la que estaban almorzando hamburguesas y decía “Aniversario”.

-No es cierto -susurró Yami y Seto suspiró casi sintiéndose mal por él, después de todo compartían la misma situación solo que él ya lo había aceptado hacía rato y las puñaladas no le dolían tanto.

-Asúmelo porque lo es. No sé cómo no te diste cuenta antes -Kaiba le quitó el teléfono y también sintió una contracción en el estómago al leer la palabra aniversario.

Yami enfureció por dentro tanto que la luz en el techo comenzó a apagarse y prenderse. No sabía cómo debía sentirse en ese momento pero era consciente de que no le gustaba para nada. Tragó duro y fulminó con la mirada a Kaiba que no lo veía por prestar atención al fino candelabro de su oficina explotar en silencio. Las piezas volaron y cayeron al suelo con una lentitud inhumana.

Pero eso no era suficiente para saciar a la tristeza y enojo que el egipcio llevaba dentro, el celular en la mano de Seto comenzó a sobrecalentarse hasta hervir, haciendo que lo soltara y callera al piso envuelto en una nube de humo.

-Rayos. ¿Es en serio? Tienes suerte de que todo lo que está ahí tiene copia. ¿Estás loco o qué? Tranquilízate –le dijo enojado.

Pero nadie lo escuchó, Yami agarró su mochila y salió de esa oficina como alma que lleva el diablo, con pasos firmes se subió al ascensor agradeciendo que no hubiese nadie y bajó hasta el subsuelo en donde había estacionado su motocicleta al venir.

-¡Hola Yami! ¿Qué haces aquí? -Mokuba acababa de bajar de una limosina y se dirigía al ascensor también, pero enojado lo esquivó sin saludarlo y se subió a su moto colocándose el casco y se marchó demasiado rápido para su seguridad.

El pequeño miró extrañado a Roland y él se encogió de hombros. Hasta entonces, Yami siempre había sido muy buena persona con él, siempre lo trataba con amabilidad igual que Yugi y le parecía divertido pero ahora… ni siquiera lo reconocía. Se preocupó, ¿qué estaría pasando?

Yami saltó semáforo por semáforo ignorando todos esos coches que al pasar le tocaban bocina, trataba de tener cuidado para no provocarle un accidente a alguien y a sí mismo tampoco. Respiraba profundo y exhalaba fuerte, el plástico del casco estaba vaporizado cuando llegó a la mansión.

No hizo más que caminar de lado a lado en su habitación. No podía ser cierto… pero había pruebas y explicaría muchas cosas. ¿Pero por qué se lo ocultó? Eran mejores amigos y aunque le doliese para Yugi él era muchas veces un hermano mayor, hacían un montón de cosas juntos, compartieron cuerpo y habitación durante años y…

Eso… eso mismo era… Yugi lo conocía más que nadie. Si alguien sabía que haría con la noticia, era él. Si le hubiese dicho que salía con Joey seguro que iría a advertirle que no le hiciera daño, él sabría que lo haría. Hubiera intentado convencerlo de no estar con él, él sabría que lo haría. Si se llegaban a besar frente a él, se encargaría de golpearlo hasta el cansancio. Yugi siempre supo que no lo iba a aceptar fácil y por eso no se lo dijo y es demasiado tímido también para admitirle a alguien que estaba enamorado, sin que sea Ryou o Malik.

Se lo habían dicho muchas veces y él no se daba cuenta. Le habían dicho que Joey apoyó muchísimo a su pequeño cuando él se fue y que se hicieron aún más cercanos. El abuelo riendo le había dicho que tuviera un ojo sobre Joey mientras estuviese con Yugi, pero él no le tomó importancia ya que también creía en el fondo que se gustaban.

Y Tea… ella se lo decía todos los días… si la hubiera escuchado o al menos prestado atención en vez de mirar a Yugi sonreír como tanto le encantaba. Sobre sus narices, todo fue sobre sus narices. Era un idiota y despistado. ¡Ishizu! Ella se lo dijo también cuando venían a Japón… ¡que idiota había sido!

Se lavó la cara y ahogó un sollozo. Debía resistir aún más ahora, no importaba con quien estuviese Yugi, era mejor tenerlo como amigo que no tenerlo. Al diablo, no es cierto, se sentía como la mierda al saber que no sería suyo. Lo necesitaba siendo parte de su vida así que hablaría con él.

Se tiró a la cama, tal vez era un error… ellos no podían estar juntos… no podían, no podían.

 

Notas finales:

¿Les gustó?

Gracias por leer!

Nos vemos en el próximo capítulo!


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