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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH! no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Me sentí mal por haber demorado tanto en subir un nuevo capítulo así que lo hice mas largo de lo normal.

Espero que lo disfruten!!

-Wow… ahora me veo extraño usando esto.

-Pensé que te sentirías cómodo, después de todo usaste eso durante el último año.

-Sí pero no lo sé, supongo que se debe a que nunca fue mi estilo.

-¿Y cuál es tu estilo? Ah espera… ya sé. Cuero. Negro. Más cuero y más cuero. ¿Y un poco de rojo?

-Muy gracioso… pero es cierto –se lamentó Yami y Marik se rio echando la cabeza hacia atrás.

Marik se encontraba en el cuarto de Yami, faltaba quizá una hora o menos para que salieran a la dichosa fiesta de Halloween así que se ponían sus “disfraces”. Si alguien iba a estar cómodo en esa fiesta con lo que llevaban serían ellos. El rubio no vestía más que un faldón color crema sostenido por un fuerte cinturón de cuero doble y brazaletes y tobilleras de oro.

-¡Oye, oye! ¿No pensarás enserio que te dejaré llevar eso? –Yami lo miró serio a través del espejo al otro que colocaba en su cinturón un sable que podría rebanarle la cabeza a cualquiera.

-Tranquilízate… no soy tan tonto –el faraón lo miró con una ceja alzada-. No lo soy. Le puse un hechizo, no cortaría ni una manzana.

Blandió la espada contra la cama demostrando que a pesar de su apariencia de filo no era más que un juguete de niños por esa noche. El antiguo faraón suspiró no del todo convencido y colocó su antigua corona en su frente. ¿Acaso siempre había pesado tanto? Aun así se sentía cómoda…

-Volviendo a los viejos hábitos… -Akefia entró por la puerta vestido igual que Marik y se apoyó en una pared mientras terminaba de trenzar su pelo colocando una goma elástica al final-. Parecemos tus sirvientes…

-Es que esa es la idea… así que… tráeme un vaso con agua -respondió el faraón y los otros dos le tiraron una mirada asesina, sonrió levemente y se colocó su capa morada para después maquillarse. Los tres llevaban delineados sus ojos de una forma diferente a la acostumbrada, se podría decir que era un poco exagerada y llamativa.

-¿Piensas hacer algo para volver a hablarle a tu hikari? -Akefia se tiró de un salto a la enorme cama y esperó una respuesta apoyando su cabeza en su mano.

-No lo sé, sigo muy enojado.

-Yo creo que lo que sientes es celos -dijo Marik y salto a la cama arriba del otro comenzando una pelea-. Además ya nos cansamos todos de que se ignoraran durante toda la semana, ¿es incómodo sabes? Y se nota de lejos como fulminas con la mirada al Wheeler, es más… yo creo que es el único acá que está tratando de calmar las cosas.

Yami recordó cuando Joey lo arrastró para hablar con él, prácticamente le pidió permiso para salir con Yugi y perdón por no habérselo contado antes. Ni hablemos de que también le recalcó el hecho de que para su hikari él era como un maldito hermano mayor (por eso pedía su permiso), todavía no sabe cómo fue que no lo golpeó al decir eso y es que, ¡¿quién diablos quiere sentirse como un hermano a los ojos de la persona que te gusta?!

En fin, le pidió que volviera a hablarle a Yugi, lo que solo hizo para cosas cotidianas como pedirle que le pasara algo, y que no lo odiase a él. Ahí estaba el objeto de burla de sus hermanos… no pudo decir que no. Joey era de sus mejores amigos y no podía enojarse con él por tener buen gusto. Ahora estaba el problema de que ni él ni el ojo amatista sabían cómo pedirse perdón, pero se extrañaban… demasiado hasta ya no poder soportarlo.

 -Volveremos a hablarnos cuando yo quiera. Ocúpate de tus cosas que parece que siempre que vas bien con Malik terminas arruinándolo -tomó una de sus almohadas y se la arrojó en la cara para luego acostarse con ellos.

-Lo sé…

-Y trata de no desesperarte en la fiesta, no vaya a ser que despiertes al lado de alguien que no es tu hikari porque ahí sí que no podrás recuperarlo -completó Akefia mientras los tres miraban el blanco techo.

-Lo se…

-Oye… Kura -dijo sonriendo apropósito Yami y el otro lo miró con los ojos enchinados, ese apodo solo lo podía decir una persona-, ¿cómo vas con Ryou?

-Bien -respondió completamente seco, no le molestaba escucharlos hablar de sus problemas pero cuando se centraba la charla en él… se sentía incómodo y quería encerrarse para no contar nada-. Solo somos amigos.

-Auch -dijo riendo el rubio y recibió un puñetazo en su firme estómago-. ¡Oye!

-Al menos a ti no te toma como su hermano mayor -los otros dos comenzaron a reírse-. Me alegro que mi desgracia les haga gracia.

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-Amm… Mai… esto no me convence -dijo suavemente Ryou saliendo ya vestido de su habitación.

-¿Pero qué dices? Estas hermoso… -respondió la rubia con los ojos brillando entre las lágrimas de emoción.

-¿No crees que lo mío es un poco ajustado? -preguntó Yugi girando frente a un espejo de cuerpo entero en la sala de estar de la casa del peliblanco.

-No sé cuál es el problema que le ven ustedes, yo me veo genial -Malik entraba animado a la habitación mientras bailaba moviendo sus caderas-. Me veo sexy.

-Ese es exactamente mi problema, quisiera no llamar tanto la atención -Ryou se paró al lado de Yugi en el espejo tratando de tapar un poco su cuerpo.

El peliblanco llevaba un short un poco más arriba de las rodillas y un buzo holgado sostenido por un cinturón en la cintura y botas hasta la mitad de los gemelos. El tricolor no llevaba puesto más que un mono de pantalón y jaketa completamente pegado a su delgado cuerpo. Mientras tanto Malik giraba feliz por la sala viendo como el velo tul que colgaba desde el inicio de su short giraba a su compás y combinaba a la perfección  con su top, después de todo estaba acostumbrado a llevarlos.

Todos estaban vestidos de negro y ahora Mai colocaba sobre su cabeza orejitas tiernas de gatito.

-Bien, al fin. Luego de un frasco entero de fijador lo logré. Les dije que este cabello rebelde no iba a ganarme -dijo con las manos en la cintura y chorreando sudor por su cuerpo mientras miraba su obra maestra.

Había conseguido atar el pelo de Yugi en una muy hermosa coleta después de la sesta vez, con cuatro gomas elásticas, un frasco de fijador, una plancha de pelo que parecía no dar resultado y mucha paciencia. Coronó su trabajo con dos adorables orejitas negras y colgó de su traje una cola negra.

-Me encanta, gracias Mai -decía feliz Malik revoloteando con su cola amarillo pastel detrás de él  y practicando su baile-. Apuesto a que Marik caerá al verme, me siento como la cenicienta pero más sexy.

Mai sintió como una lágrima caía por su mejilla y es que ese era su plan, que sus lindos gatitos conquistaran la noche, se sentía como el hada madrina.

-¿A dónde crees que vas Ryou? Vuelve a aquí.

-¡No! Jamás podría ir así, soy muy feo para esto, mi cuerpo no lo luce como Malik. No puedo ir así… -Mai con agilidad lo tomó por la cola blanca tupida y de gato a Ryou evitando que se encerrara en su cuarto. Lo arrastró devuelta a la sala.

-Te ves muy bien Ryou, no te olvides que fui yo quien eligió ese disfraz. Está completamente diseñado para que conquistes a alguien esta noche, es hora de que tengas pareja -la rubia lo sentó en el sofá y volvió a acomodar las orejitas blancas.

-¿Conquistar? ¿A quién? -preguntó asustado Ryou, lo último que quería era sentirse acosado.

Apenas entrara se iría con Akefia, seguro que él lo defendería de todas las miradas. Después de todo él siempre se encargó de que no lo acosaran y él no le dedicaría ninguna mirada rara. ¿Verdad?

Malik se sentó junto a él y envolvió su cola en la cintura del peliblanco.

-Estoy muy segura de que la cola no se movía cuando la compré -dijo seria Mai mirando como la cola del rubio se movía de un lado a otro.

-Solo es un pequeño hechizo -dijo inocentemente y se colocó un par de guantes a conjunto para luego sonreír.

-Se ven tan hermosos, me siento como una madre orgullosa -dijo ya llorando y luego se puso seria, era el momento de dar los consejos de madre-. Primero llamen la atención de todos, luego búsquense un novio, menos tu Yugi. Luego vuelvan a que todos los miren, si quieren tomar tomen, menos tu Ryou. Vuelvan a llamar la atención y regresen con orgullo.

-Sabes, no creo que esos sean los consejos más comunes que dan las madres. ¿No se supone que nos tendrías que decir que no tomemos y nos alejemos de los hombres raros? -dijo el tricolor sentándose junto a los otros dos y descubriendo como su cola también se movía a su compás, Malik tenía razón, era divertido.

-Yo soy una madre moderna -dijo agotada por el esfuerzo que hizo en la tarde y desde donde estaba sentada les sacaba fotos-. Cuando se vayan dormiré como troncó, bendito sea tu pelo Yugi.

El tricolor se sonrojó, se sentía culpable de todo el esfuerzo que requirió dejarlo pronto así que lo menos que podía hacer por ella era quedarse tal y como estaba aunque le causase vergüenza. Tocó su cabello, tenía razón, fue un milagro lo que hizo ya que ni las mejores peluquerías habían logrado eso así que llegó a un punto en el que asumió que su cabello siempre sería así, como estrella… y ahora con orejas.

Los tres jugueteaban haciéndose cosquillas con sus colas nuevas pasando el rato que faltaba y no olvidemos de todo el chocolate que comieron de regalo de la mayor.

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Joey paseaba “silenciosamente” por la mansión Kaiba en dirección a la habitación de Mokuba, tocó la puerta  yantes de que le respondieran algo entró sin permiso.

-¿Cómo están?

-B-Bien -respondió Yudai pero el dueño de la habitación no contestó.

El pelinegro estaba ocupado colocándose su disfraz y el peliblanco miraba hacia otro lado sonrojado por la imagen de su amigo en paños menores. Había un baño a menos de tres pasos no sabía por que debía desvestirse ahí donde estaba él. Mientras que el otro… estaba bien así, no veía el problema, ya se había cambiado varias veces enfrente de sus amigos así que no entendía el color rojo que vio durante un segundo de reojo.

-Se ven geniales -confirmó el rubio tirando por ahí su bolso donde llevaba su disfraz.

-Gracias Joey y también gracias por ofrecerte a llevarnos… -la fiesta a la que iban a ir comenzaba un poco antes que la suya y cuando el castaño le dijo que podría manejar su deportivo claramente no se negó. Aun así algo le parecía sospechoso, demasiada amabilidad de su parte-. Por cierto Seto dijo que quería hablar contigo cuando llegaras.

-¿Te dijo para qué?

-Algo sobre el auto creo…

Joey suspiró, lo sabía, todo fue un engaño. El engreído no lo iba a dejarle manejar ese auto, todo fue un truco para que él lo aceptara. Abrió la puerta y salió en busca de la oficina en donde seguro que lo iba a encontrar.

-¿Qué tal me veo? -dijo Mokuba modelando frente a la silla del peliblanco.

-Te ves ge-genial.

El rubio caminó y caminó y… terminó perdiéndose, esa mansión era demasiado grande para él. La próxima vez juraba que ataría un hilo a la puerta de entrada y el otro extremo a su cinturón, seguramente se vería menos ridículo que ahora. Esperen, el conocía esa pintura, muy bien ahora solo tenía que ir a la derecha luego bajar la escalera y luego a la izquierda.

 Fiu, creo que fue el recorrido más largo que hizo dentro de ese lugar sin romper nada, algún día se lo iban a cobrar y quedaría sin un centavo en la calle y es que no entendía la necesidad de tener hasta una flor que vale más de lo que ganaba el cuándo tenía tres trabajos.

-Moki me dijo que querías hablar conmigo -entro sin preguntar a la oficina y luego… hubiese deseado no hacerlo-. Amm, lo siento...

-No se preocupe joven yo ya me retiraba.

El rubio le sonrió al hombre de más o menos 35 años que recogía su maletín y con una reverencia suave se retiraba. Al mirar a Kaiba este le fulminó con la mirada, genial, interrumpió justo cuando el otro estaba en una reunión importante. Bien hecho Joey, ahora le diste una excusa más para que no te preste su precioso auto.

-Me encantan tus modales, perro -le dijo sarcásticamente mientras daba la vuelta al escritorio de madera tallada apoyándose en él.

-Ya dije que lo sentía. ¿Ahora para que me hiciste venir?

-Necesito que vayas a buscar a la vuelta a Mokuba también.

-¿Qué? ¿Quién te piensas que soy? ¿Tu niñera?

-¿Acaso quieres que te pague por cada vez que “cuidas a mi hermano”?

-No, pero…

-¿Lo harás o no lo harás?

-Si lo haré, pero no quiero que asumas que lo haré. Yo también voy a salir hoy y lo sabes muy bien -dijo ya enojado el rubio, adiós al posible alcohol que iba a tomar en la noche. Se sentía indignado se supone que se habían puesto de acuerdo para que se haga responsable y lo fuera a buscar.

Seto le arrojó un llavero con una sola llave, bendito sea este día. Tenía dos iniciales S.K, creo que era la primera vez que no veía las aburridas iniciales de Kaiba Corp. como las que llevaba en sus pies y más raro le parecía el hecho de que era notorio de que no eran diamantes ni nada de eso lo que llevaba, no parecía más que esos adornos que ves en todos lados.

Prosiguió a darle una explicación de por qué no debería andar rápido, no debía averiarlo, romperlo, vomitar en él, manejar alcoholizado y bla bla bla mientras el asentía.

-Por último ven aquí -el de ojos azules levantó la mano y con el índice le pidió que se acercara.

Y así en un suspiro lo hizo, al estar a un paso de él cinchó de su brazo y unió suavemente sus labios en un beso que pareció durar horas, si el rubio lo dejaba el castaño no iba a detenerse, al diablo si era lo único que podía conseguir de él. Se sentía bien, prácticamente le encantaba más que cualquier otra cosa.

Joey se separó sonriente y le dio un casto beso antes de retirarse trotando de ahí. Y él se quedó ahí, solo de nuevo y sin tener más que el plan de trabajar durante la noche de hoy cuando todas las personas de su edad saldrían a divertirse y por primera vez en su vida se cuestionó si debería ir a una próxima fiesta. Después de todo conocía hijos de empresarios de su edad que ya trabajaban con sus padres y no dejaban de lado la adolescencia.

Al salir se encontró el rubio a los dos adolescentes esperando en la puerta, ambos vestidos como cartas de duelo de monstruos y notablemente combinados; Yudai vestía  como el caballero celestial y Moki del caballero del brillo negro, este último llevaba su bolso.

-¿Quién está listo para irse de fiesta? -dijo el rubio sacudiendo el llavero entre índice y pulgar haciendo que sonara.

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Después de dejar a Mokuba y Yudai en la fiesta el ojimiel se dirigió a la casa de Tristán donde se cambiaron y volvieron a subirse al auto para luego recoger a un Duke demasiado emocionado por todo lo sucedido el día anterior y esa misma mañana.

Y si se preguntan cómo acabó su aventura con Tristán fue realmente normal; se despertaron y saludaron besándose, luego se vistieron para desayunar algo, terminaron de acomodar la casa y luego el moreno se fue. Así nada más… después de todo eso era lo único que quería Duke al parecer, un poco de placer en una noche.

-Aún no puedo creer que Kaiba te haya prestado su auto -dijo Tristán revisando la guantera, había una foto de los hermanos, que tierno.

-Fue otro gran logro de Mokuba, no quería ir en limu y como el ricachón no lo puede llevar me ofrecí yo, el auto fue un bono por generosidad -dijo tranquilamente mientras conducía, gracias a Ra que se sacó el permiso de conducir aunque no tenía auto-. Lo malo es que también tengo que ir a buscarlo, así que cero alcohol para mí.

-Está bien hermano, nosotros te apoyaremos -le dijo Duke poniendo una mano sobre su hombro como si eso fuera un peso enorme sobre él.

-Tiene razón, es más, yo tomaré tu parte y la mía -dijo el moreno bajándose del auto.

Y había un montón de gente e iban saludando a todos a quienes conocían. Luego de un rato se encontraron con los Yamis los cuales parecieron adaptarse bien, hablaban con las personas y no parecían a punto de lanzarle algún hechizo a alguien o mandarlo al mundo de las sombras.

-Su alteza -los tres hicieron una reverencia cuando Yami se les puso en frente-. Enserio pareces uno de esos faraones malvados que dábamos en la secundaria.

-Oye no soy malvado, ese es él -dijo Yami señalando a Akefia a su espalda.

-Hay por Ra -susurró Duke para todos y luego señaló lo que estaba mirando, más bien a quién estaba mirando.

Saltando venía hacia ellos una contenta Tea disfrazada de la maga oscura y hay que ser sinceros en que ella no tiene un vestido ni un poco conservador así que se imaginan como llamaba las miradas.

-Estás hermosa Tea -dijo Tristán mirando más los pechos que sobresalían de la chica que su cara recibiendo un pisotón de parte de Duke, el moreno lo fulminó con la mirada y recibió un “perdón” sarcástico en movimiento de labios.

Duke se dio media vuelta y se fue, por alguna razón no le gustaba que esa mirada que le envió durante toda la noche solamente a él ahora sea para alguien más. Él era mejor que la castaña, no necesitaba desnudarse para que todos lo miraran, tomó un vaso con claro contenido fuerte y lo bebió.

-Gracias Tristán. ¿Qué te parece Yami? Lo elegí para ti, sé que es una de tus cartas favoritas -Tea muy feliz se giró para dar una vista completa y Yami agrandó los ojos de sorpresa y Marik los cerro para no tentarse maldiciendo mentalmente, sus ojos parecían desviarse a cada segundo que ella estaba ahí.

-Amm me alagas Tea, es una de mi favoritas sí. Te queda muy bien -hay Yami, solo echaste leña al fuego pero bueno al menos la castaña estaba feliz y le hizo prometer que bailaría con ella antes de retirarse en busca de sus amigas.

Yami se sintió mal por haber mirado también sus pechos, estaban demasiado a la vista para no hacerlo y se quiso patear por sentirse culpable. Después de todo no era como si él estuviese engañando a alguien al mirarla.

 La fiesta continuó y los cinco estaban sentados en los sofás con cervezas frente a ellos y una chica que parecía no querer dejarlos tranquilos, al final terminó en las piernas de Tristán.

-Te juro que ellos me hacen replantearme si me gustan las mujeres –escucharon a un chico decir.

-Se ven muy tiernos –dijo una chica a su amiga.

-Oye Joey, te cambio a mi novia por tu novio -le gritó un chico del equipo de futbol al rubio para recibir un golpe de la pobre chica que era su novia a su lado.

Joey frunció el ceño, ¿de qué rayos parecían hablar todos? Tenía el presentimiento que hablaban de los chicos, seguramente ya habían llegado y se preocupó. ¿Qué les habrá hecho poner Mai este año? Se paró y estiró en busca de una cabellera que siempre resaltaba sobre los demás.

Vio que la gente se aglomeró en una esquina, eso solía pasar cuando el Rey de los Juegos aparecía en una habitación. Esperaba que Yugi pudiese salir de eso o tendría que ir a buscarle.

-Ya tranquilízate Ryou, nadie te está mirando -mintió Malik haciéndose ver, provocando que todos se pararan de la sorpresa.

El rubio venía feliz saludando a todos con una mano mientras que en la otra ya traía un vaso. Ryou venía escondiéndose detrás del otro, sentía un montón de miradas arriba; de odio, de ternura, de por los dioses de lujuria también y no podía creer que en esa cantidad de gente que los había rodado dos chicos que no conocía trataron de rodearle de la cintura. Al final de la fila estaba Yugi completamente rojo que saludaba de vez en cuando y sonreía.

-¡Kura! -tal y como había sospechado Ryou inocentemente se lanzó al peliblanco escondiéndose tras su espalda provocando que el otro respirara profundo. ¿Qué clase de prueba cruel era esa? Se veía hermoso y abrió los ojos enormemente al sentir algo suave envolver su pierna.

Reconoció el hechizo casi enseguida y se enterneció, pero diablos enserio quería mandar a tantas personas en ese momento al mundo de las sombras, Ryou era suyo, no tenían por qué mirarlo. Sus músculos se endurecieron bajo los blancos dedos de su hikari mientras mandaba matadoras miradas a todos aquellas que se atrevieron a desafiarlo al mirar de más a quien estaba tras su espalda.

-Te ves hermoso -dijo Joey girando en el aire a Yugi y dándole un beso profundo en los labios. Yami deseaba apartar la vista pero no podía, pensar que todo eso pudo haber sido suyo, debería ser suyo así que tomó su botella y la bebió hasta la última gota.

Mientras tanto Malik meneaba la cola sin que nadie se dé cuenta frente a su Yami, lo haría pagar y le parecía divertido que lo deseara sin poder tocarlo. De paso saludaba a todos los chicos que le sonreían pero de todas formas rechazaba todas las invitaciones a bailar que le pedían, eso ya sería rebajarse demaciado.

-Esto es muy revelador -afirmaba Ryou nervioso.

-Claro que no, te ves muy bien, como un gatito -afirmó el Akefia y señaló a Tea que bailaba con sus amigas que llevaban el mismo estilo de disfraz-. Eso sí es revelador. Vamos, no te quedarás toda la noche aquí escondiéndote así que yo te cuido.

Así ellos dos desaparecieron, Tristán se había ido apenas llegaron los chicos, Malik llevó a su oscuridad a la pista de baile junto a Yugi y Joey y así es como terminó Yami completamente solo acompañado del alcohol, oportunidad perfecta para Tea que vino a hacerle compañía. Y así pasaron horas de la fiesta.

-Oye Akefia, ¿ya estás listo?

Akefia se despidió por un rato de Ryou y se subió al escenario, ese sería su primer show y se aseguró de que la persona más importante para él estuviera en primera fila. Mentiría si dijera que las personas con las que daría el mini concierto le caen mal, se podría decir que son los primeros amigos que hizo por su cuenta y que cuando le plantearon si podría ser el vocalista no vio un por qué negar.

En esa banda improvisada se encontraban dos chicas y dos chicos, ninguno se especializaba en cantar y como les gustaba su voz se lo propusieron. Se juntaron varias veces a elegir las canciones y luego practicarlas, se divirtió así que no podía imaginarse lo genial que iba a ser dedicarse a eso.

Las canciones sonaron fuertes y veía a sus hermanos y amigos apoyándolo mientras bailaban, había humo por todos lados y estaba por terminar la penúltima canción cuando lo vio. Ryou lo miraba desesperado tratando de sacarse a dos tipos de encima, apenas podía ver por las luces y parecía que lo estaban arrastrando. Apenas terminó la canción soltó el micrófono y salió corriendo. Alguien más iba a tener que cantar...

-Eres muy adorable, oye bonito collar, ¿acaso es de oro? Debe valer mucho.

-Acaso importa eso, yo creo que él solito vale mucho -Ryou gritó al sentir como le sacaban el collar, sin él no había ningún hechizo que pudiese hacer para defenderse y quiso llorar al sentir dos manos en su tarsero.

-Sabes no creo que eso lleve tu nombre, al parecer no te enseñaron a no tocar lo que no es tuyo -Akefia tomó una de las muñecas del que se atrevió a tocar lo que ni él podía tocar, lo empujó y terminó dándole un puñetazo de lleno en el rostro. No creía que fuese necesario otro golpe, de lo ebrio que estaba tendría suerte si alguien lo ayudara correctamente.

Vio como el otro salía corriendo con el collar y sonrió con arrogancia. Las palabras pueden ser poderosas y no hizo falta más de un par de estas para que el chico callera al suelo retorciéndose de dolor y el collar voló de nuevo al cuello de su dueño.

-Basta Kura, es suficiente. ¡Akefia basta! -gritó entonces Ryou consiguiendo que el mayor parara. El cuerpo dejó de retorcerse pero cayó desmayado.

El albino se asustó, por un momento recordó al antiguo Bakura. ¿Acaso volvió a ser el mismo? Miró sus ojos y el miedo se reflejaba en sus ellos, Akefia no estaba seguro de si hubiese podido controlarse en caso de que no lo pararan.

-Yo… lo siento… no quería que te hicieran daño. No quería herirlo -los brazos del hikari se envolvieron alrededor de su cintura, la gente ya había comenzado dispersarse.

-Quiero irme.

Y así lo hicieron, Akefia llamó a la mansión para que los recogieran y fuera del solón esperaron apartados del grupo de gente que estaba sentada en el pasto bebiendo, el otoño estaba notándose frio y su hikari temblaba entre sus brazos, ni hablar del hecho de que él había salido recientemente de un duro resfriado. 

Un auto negro estacionó frente a ellos, era el que utilizaba solamente el mayordomo y le abrió la puerta a Ryou para luego meterse el.

-¿Vuelvo a la mansión? - Preguntó mirándolo por el espejo retrovisor el mayordomo.

-¿Quieres volver a casa Ryou? -La cabeza del peliblanco cayó entre su hombro y pecho notando claramente como negaba-. ¿La mía entonces? Está bien. Sí, conduce a la mansión.

Tardaron diez minutos para llegar y al entrar ya les estaban ofreciendo de todo un poco, Ryou se escondió en su pecho luego de tomar una galleta (glotón). Akefia no sabía que hacer ahora que estaban subiendo la escalera ¿Debía llevarlo a una de las habitaciones de los invitados o…? Rayos él quería llevarlo a la suya, ¿acaso estaba mal que lo hiciera?

Después de todo el de ojos castaños solito se dirigió a la habitación del otro, al entrar se tiró a la enorme cama y escondió su rostro en la almohada que olía maravillosamente.

-Odio este disfraz, quiero sacármelo -dijo una vez que se sentó correctamente y él entendió, se dirigió a su armario, todo lo que tenía le quedaría grande pero quizás si encontraba algo que sea grande para él para Ryou sería enorme y eso lo haría sentirse cómodo.

Akefia tomó aire cuando lo vio salir luciendo su canguro gris que le llegaba a las rodillas, tapaba su cintura, hombros y brazos y aun así sentía que estaba más hermoso que antes, aparte se había dejado las orejas y eso lo dejaba terriblemente tierno. Estaba sentado en la punta de su cama y ya se había cambiado poniéndose su pantalón de pijama solamente, después de todo ya lo había visto sin nada arriba hace rato. 

-¿Sigues asustado? -preguntó susurrando, no había nadie que los escuchara, ¿pero no les pasa que por alguna razón cuando es de noche hablan en susurros?

-Ya estoy mejor, ellos me dijeron cosas muy horribles. Lo siento, te saqué de arriba del escenario, de la fiesta y ahora estoy usando tu cama y tu ropa, no quería molestarte.

-No me molestó para nada, más bien me alegro de que confiaras en mí para venir aquí -dijo Akefia colocándose de rodillas junto a la cama donde estaba acostado Ryou tapado hasta el cuello y le acarició las orejas.

-Olvidé quitarlas -Ryou subió una mano a su cabeza con intención de desaparecerlas pero otra mano la detuvo mientras negaba, le quedaban lindas-. No tienes que irte, si quieres puedes dormir aquí, la cama es grande como para los dos.

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-¿Acaso soy yo o lo provocas apropósito? -dijo Duke mirando de reojo a Marik.

-Claro que sí, prefiero que me mire a mí y no a las demás personas del lugar -dijo Malik girando por la pista y es que su truco era muy inteligente y efectivo, Malik jamás miraba a alguien más en ese lugar así que el tampoco. Uno porque no quería y otro porque la belleza de su Yami resaltaba sobre todos. Más de uno fueron los chicos y chicas que se le acercaron pero no lograron más que un saludo cortes.

-Ojala pudiera lograr lo mismo –murmuró el pelinegro viendo como cerca de ellos el moreno estaba sentado en un sillón con una chica encima besándose como si no hubiera mañana, pero igual eso a él no le importaba.

-Lo siento, no te escuché, ¿qué dijiste? -le preguntó el rubio gritando por sobre la música.

-Nada. ¿Por qué no lo invitas a bailar? Yo saldré a buscar algo con lo que divertirme un rato -el empresario le guiñó un ojo, no era tonto y sabía a qué se refería, haya él y su energía para tener tantos amantes.

Salió del salón en busca de alguien y bien lejos de aquel castaño, no quería un ambiente incómodo con él de ahora en más o una relación pero más que nada no quería que fingiera que nunca había pasado nada. Jamás se había sentido mejor que la noche anterior, deseaba lo que pocas veces deseaba, repetirlo.

Malik quedó solo en la pista y era más que comprensible que otros que no pudieron acercársele por la presencia de su antiguo compañero de baile lo intentaran ahora, pero él sencillamente los echaba. Miró a Marik, solo con un gesto de cabeza lo invitó a unírsele y se rio bajito al ver como caminaba hacia él como hipnotizado.

Y bailaron y bailaron hasta que los pies les dolían, pero lo disfrutaban porque se llevaban el ritmo, porque se sonreían y los dos estaban de acuerdo en que no necesitaban más que ser ellos dos y disfrutar la libertad.

-¿Sigues enojado conmigo y esto es la venganza o enserio quieres pasar el rato conmigo? -Marik lo giró abrazándolo por su cintura, pegándose a su espalda y susurrando en su oído.

-Un poco de ambas -el rubio cenizo se dio vuelta y le giñó un ojo-. Solo quiero ir lento. ¿Y sabes una cosa? Hoy te ganaste un punto conmigo, no miraste a nadie más.

-¡¿Quién rayos podría mirar a alguien más si estás tú luciendo así?! -Malik se carcajeó, misión cumplida entonces.

-Vayamos a tomar algo, ya me dueles los pies.

 Caminaron a las mesas con bebidas y el menor delante suyo saludaba a todos al pasar dejándole la tarea al otro de matarlos con la mirada, no sabía si era otra de las cosas que hacía apropósito o de todo el alcohol que había en su sistema.

Tomaron dos vasos y se sentaron en un conjunto de sillones. Hablaron quizá dos segundos cuando Malik dejó el suyo en la mesa delante de él temblando y con los ojos abiertos.

-Sabes no creo que esté lo suficientemente ebrio como para tener alucinaciones… dime que no estoy viendo lo que veo…

-¿Qué cosa? -Malik señaló a la pareja que se estaba besando un par de asientos delante de ellos, la chica estaba sentada con las piernas abiertas sobre el chico que tenía un cabello demasiado peculiar como para no reconocerlo-. ¡¿Yami?!

-¡Oh vamos! ¿De todas las personas tenía que ser ella? -Ambos miraban con horror la escena que daban. Tea parecía dispuesta en ese mismo momento a violarse a Yami allí mismo, las miradas incómodas se dirigían a ellos, una cosa era besarse otra muy diferente era hacer lo que ellos hacían.

-¿Crees que deberíamos decirles algo? -Marik se estaba preocupando por su hermano.

Estaba en el mismo lugar en el que lo había dejado horas atrás y notaba claramente desde donde estaba las pruebas de que había tomado más de lo que debía y si a eso le sumas el hecho de que se encontraba de un humor terrible últimamente te daba como resultado la estupidez que estaba haciendo ahora. Aparte todos sabían muy bien las segundas intenciones que tenía la castaña así que Ra ayuda a Yami porque cuando esté en sus cinco sentidos le va a costar sacársela de encima. 

-¡Déjalos! Nadie lo mandó a beber tanto –les dirigió a Yami y Tea una última mirada y se volvió a centrar en Marik-. Ya no me duelen los pies, vayamos a bailar.

No podía creer que Yami hubiese hecho eso, en este momento debería estar pensando en cómo arreglarse con su tristón amigo no comiéndose una zorra. Y aparte era Tea. ¿Por qué ella? No era un secreto que ellos dos no se llevaban bien y déjame decir que ganas no le faltaban para separarlos.

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Joey y Yugi estaban en una esquina del salón, habían bailado mucho y ahora estaban con amigos de la Universidad.

-¿Entonces será a puerta abierta?

-¿Acaso crees que ese engreído perdería la oportunidad de llamar la atención? Creo que dijo que las entradas se vendían mañana…

-Te hará pedazos…

-¿Disculpa? ¿Quién fue el que le ganó la última vez? Sí, fui yo. Él va a ser el que tendrá que cuidarse.

El mundo de los juegos de cartas había vuelto a estallar con la nueva noticia de Kaiba Corp., el presidente había planeado al fin la tan esperada revancha entre él y el famoso Wheeler que le dio la derrota y para hacerlo más interesante Malik y Yugi también participarían.

La fecha estaba para el fin de semana próxima y las apuestas entre compañeros no dejaban de llegar. Joey se sentía ofendido, a pesar de que él era el campeón ahora (sin contar a Yugi claro) todos afirmaban que quien ganaría sería el castaño y lo peor de todo es que él también lo creía. El CEO se veía más seguro que la última vez que se enfrentaron y hasta una parte de él quería perder, quizá así tendría más tiempo libre que compartiría con Moki.

La única lástima de perder estaba en que él tenía la esperanza de que por largo tiempo fuera las pesadillas del ojo azul, se sentía feliz de ocupar su cabeza todos los días, le daban unas ganas de reírse terriblemente de forma macabra de saber que rondaba por su mente. Si perdía estaba seguro de que se olvidaría de su nombre y diría algo como “No eres más que un perro. No estás a mi altura”.

Si supiera el rubio que él seguiría ocupando un lugar en la cabeza que solo pensaba en negocios de empresario. Si supiera que él no era parte de sus pesadillas sino de sus más hermosos sueños y de los más lujuriosos deseos.

-¿Joey? -escuchó la dulce voz de su tricolor novio llamándolo y se dio la vuelta para mirarle, este le quitó el vaso de las manos y miró el contenido-. ¿Desde cuándo has estado tomando? ¡Joey, tienes que ir a buscar a Mokuba!

-Hay no… lo olvidé -bien hecho Joey, te emborrachaste y ahora no vas a poder manejar, piensa en una solución, piensa… vamos utiliza el pequeño cerebro de campeón temporal que tienes-. No tomé tanto es solo un vaso, puedo ir a buscarlo.

-Hermano… ese no es el primer vaso… -su amigo de arte de la Universidad lo miró serio, muy bien, ahora si estaba perdido.

-Trataré de hallar una solución -miró su reloj, en media hora debía estar recogiendo a los chicos-. ¿Te veo en casa? Cuídate mucho…

-Claro, ve. Buscaré a alguno de los chicos… o quizás pueda quedarme con Yami -el pequeño bajó la cabeza, sabía que estaba en mala situación con Yami pero esto podía ser una oportunidad, él nunca se negaría a hacerle compañía.

Y así se dividieron, Yugi salió a su suerte por el salón y se detuvo a preguntarle a un amigo si había visto a Yami, más bien terminó preguntándole a tres porque se perdía y le entró mucha curiosidad. Cada vez que preguntaba, después de recibir una respuesta la gente se iba riendo y susurrando.

Después de la tercera vez supo ubicarse y se puso feliz al reconocer la parte de atrás de la cabellera de Yami sentado en uno de los sillones solo, trotó hasta él ignorando todos los piropos que venía oyendo desde que había comenzado la fiesta.

-¡Yami! Al fin te encon… -la sorpresa que se llevó Yugi al ver que escondida tras su oscuridad se encontraba otra persona y que estos se besaban, por alguna razón creó un agujero en su  estómago y sus ojos se aguaron. El chico giró el rostro separándose del beso al oír que lo llamaban y tuvo que enchinar los ojos para reconocer a quien tenía a un costado-. L-lo siento, no quería mo-molestar…

El pequeño gatito de orejas negras salió disparado de allí y buscó el rincón más apartado del lugar y se pegó a la pared mientras respiraba profundo aguantando las lágrimas. Él mismo había provocado esto, lo apartó de si y prácticamente ayudó a Tea.

 Recordó la vez que creó una cita para ellos, en ese momento le pareció gracioso porque sabía que a él no le gustaba, hizo memoria a todas esas indirectas de su mejor amiga sobre que le gustaba Yami, la vez que este tuvo el cuerpo solo para él y quedó prácticamente solo con ella durante días. ¿Cómo no se dio cuenta? Ellos eran perfectos el uno para el otro.

Yami había venido en busca de una vida normal, pensaba que era para pasar a su lado para siempre y ahora que lo pensaba nuevamente era egoísta, él merecía estar con alguien también ¿verdad?

Mientras tanto Yami después de ver como su hikari salía corriendo razonó lo que había pasado. No era la imagen que quería darle. ¿Qué demonios estaba haciendo? Miró a la castaña encima de él, sus pechos estaban a dos centímetros de su nariz y sabía que había hecho con ellos, sus caderas frotaban su miembro que hasta hacía dos segundos estaba erecto, pero de la preocupación cayó.

Sentía su corazón latir rápido y se imaginó en un segundo las un millón de formas en las que Yugi podría mandarlo lejos, pensó en la castaña, hacía cinco minutos le había dicho que lo amaba y aunque él no le correspondió parecía que lo hacía. ¿Qué rayos pasaba con él? En una noche parecía estar dispuesto a romper cualquier corazón que se le cruzara, pero no el de su hikari.

-Lo siento Tea… -empujó de arriba suyo a la chica que cayó al piso con un ruido fuerte, ups. Y así salió corriendo, o lo que el alcohol le permitió, en la dirección que había salido Yugi.

Encontrarlo fue difícil, tuvo que hacer un hechizo para ubicar el rompecabezas del milenio sin que nadie se dé cuenta y lo halló junto a una ventana abierta muy escondida donde nadie había.

-Yugi… -el nombrado se volteó a verlo, notó sus ojos llorosos pero su seño estaba fruncido y los labios apretados, parece enojado-. Amm bueno, me estabas buscando…

-Sí, ya no importa. Puedes volver -lo miró serio y por alguna razón su corazón que latía rápido comenzó a latir aún más rápido-. ¿Por qué nunca me dijiste que te gustaba Tea?

-¿Por qué nunca me dijiste que te gustaba Joey? -Yami lo miró serio cruzado de brazos.

El menor sacó una pequeña risa, últimamente cada vez que hablaban parecían terminar igual. Sabía que no tenía por qué pedir explicaciones pero le dolía más que nada ver como no negaba a la castaña.

-Ya te he dicho por qué, no estuvo bien y ya dije que lo siento. No sé qué más quieres que haga… -la cara de Yugi se retorció hasta que de sus ojos cayeron las lágrimas y ahí fue donde Yami quiso que se lo tragara la tierra, dio un paso hacia delante-. Déjame, vete con Tea después de todo ella es buena compañía…

-¡Al menos ella no me miente diciendo que soy especial para ella y luego descubro que tiene un novio escondido! -La cara del ojo amatista era de terror, su labio inferior comenzó a temblar y las lágrimas caían como largos ríos de agua salada mientras se abrazaba a si mismo viendo como los ojos rubíes brillaban con frialdad-. Yo… ¡agh! Lo siento, ya no se ni que digo…

-Olvídalo, tienes razón -decepcionado e hipando caminó por un costado de él dispuesto a irse pero solo terminó encerrado entre dos brazos alrededor de su cintura y se dejó mimar, su cola se envolvió en la cintura del otro y su cabeza reposó en su pecho.

-Nadie es mejor compañía que tú y lo lamento, ¡por todo en esta semana! Perdóname y te juro que si estar con Joey es lo que te hace feliz yo no me interpondré en eso. Supongo que solamente soy egoísta por no querer compartirte -la mano morena acariciaba las suaves orejas y el pelo suave atado con maestría.

-Jamás voy a dejarte de lado Yami -Yugi sollozaba fuerte-. Quiero que estés a mi lado siempre y si tú también quieres hacer una pareja con Tea…

-¡No! No. Yo no lo decía enserio. No quiero tener a mi lado a nadie que no seas tú -Yami tomó los rubios mechones con ambas manos y los colocó detrás de las orejas de la sonriente cara, otra vez se había confesado y otra vez no había sido tomado enserio, otra vez sus labios se arrimaban a los del otro y sentía que el alcohol era alguien detrás suyo que lo empujaba hacia delante.

-Yami, tus ojos están muy rojos y hueles mucho a alcohol, estás tambaleándote. ¿Te sientes bien? -Yugi hacía todo lo posible por agarrar el cuerpo que parecía escurrirse entre sus dedos, definitivamente Yami no se encontraba bien y ya se había puesto nervioso-. Será mejor irnos, busquemos a uno de tus hermanos.

-Está bien -el faraón dio dos pasos y enseguida tuvo que agarrarse se la pared.

Ya no recordaba cómo había terminado así, había tomado dos vasos y luego apareció Tea y ella le seguía trayendo los vasos, pero que raro, no recordaba que ella tomara más de tres. Sintió como era envuelto con una mano por la cintura y lo cinchaban, genial, ahora no era más que un peso para aquel amor platónico.

-¡Tristán! ¿Has visto a Akefia o Marik?

-Marik se fue hace un rato -el moreno estaba sentado junto a tres chicas (solo Ra sabe cómo le da el tiempo y la paciencia para todas) y se reía del estado del egipcio aunque no es como si pidiese decirse que él estaba bien y en todos sus sentidos.

-¿Akefia? ¿El chico guapo que cantó? Yo lo vi irse después del show-habló una de las chicas disfrazada del duende místico que había estado en el jardín cuando este se fue.

-Bueno gracias -el pequeño se despidió y se sonrojó cuando las chicas le dedicaron un guiño al irse. Tomó al casi inconsciente Yami y lo arrastró afuera para poder hablar mejor y para tener un poco de aire fresco-. Yami no creo que sea bueno que sigas aquí…

-Está bien, llama a Atsushi -le tendió el celular y se dejó caer al pasto, ya no le quedaban energías.

Yugi desbloqueó el celular y sonrió ante el fondo de pantalla, eran ellos abrazados y sonrientes, buscó a quien le dijo y tomando confianza llamó. Cuando se enteró de que se trataba del mayordomo de la mansión Atemu se sintió más tranquilo y le explicó la situación.

-Dijo que vendría a recogerte enseguida -dijo Yugi y se sentó junto al cuerpo del otro, tomó su cabeza y la colocó sobre sus rodillas y enseguida el chico vestido en oro se abrazó a sus piernas afirmando con la cabeza y aguantando el malestar.

 -Bien pero me acompañas… o no te soltaré y me quedo aquí -recordó que le dijo a Joey que se verían más tarde en el departamento, iba a tomarse un taxi junto a Duke… pero Yami no parecía que mintiera y él no podría dormir tranquilo sabiendo que estaba así.

Al final lo acompañó… durante toda la noche. Al llegar a la habitación uno de ellos se encerró en el baño a vomitar, ya sabrán quien y al salir se lavaba los dientes (para quitarse el rastro de Tea, obviamente) y le rogó perdón con la mirada.

-No quería que me vieras así… -Yugi negó desde la cama donde estaba sentado y él se tiró del otro lado.

Le tendió un vaso con agua y dos pastillas que le había traído una señora muy amable hacía un rato junto a un plato con galletas confirmando el mito de Malik y Ryou sobre que eran deliciosas. Enseguida Yami se durmió y el cuidadosamente le quitó la corona y los aretes junto a las tobilleras y muñequeras. Por suerte ya se había quitado su capa y tuvo que esforzarse para quitarle el cinturón y el collar usej.

Después de todo podía afirmar que al menos estaba más feliz que ayer, se sentía aliviado de que de ahora en adelante las cosas serían como antes.

 Se fijó en la habitación por primera vez, era enorme y tenía muchas cosas, se acercó a algo que le llamó la atención. Sobre una almohadilla reposaba una corona de oro y esmeraldas que no conocía y la tocó con la punta de los dedos apartándose de un salto.

Miró sus finos miembros viendo como estaban rojos, se había quemado y es que ahora que prestaba atención parecía tener un hechizo protector. Miró a Yami inconsciente y decidió taparlo. Se acostó junto a él vestido como estaba y comenzó a cerrar los pesados ojos.

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Joey salió del salón tambaleándose en dirección al auto, mientras tanto pensaba qué hacer. Se sentó en el capó y llegó a la conclusión de que solo había una solución: sacó el celular y marcó directamente al castaño.

Vio entre la gente que estaba en el estacionamiento a Marik y Malik subiéndose a un auto negro que ya había visto múltiples veces y sonrió, eran tal para cual y era muy notaria las ganas y sobre todo el cariño que se sentían.

-Genial, nunca me contesta. No entiendo por qué tiene un teléfono… -el rubio empezó a ponerse nervioso, el tiempo pasaba y no tenía ninguna solución además de tomarse un taxi pero que explicación daría al llegar a la mansión.

“¿Sucede algo perro?” no sabía si sentirse feliz porque le contesto o nervioso por las probabilidades de que lo asesine. Al fin y al cabo no importaba cuanta saliva compartieran, él lo seguía tratando de perdedor… ya se las cobraría.

-Quizá paso algo… -escuchó tomar aire al otro-. ¿Recuerdas cuando me dijiste que no vaya a buscar a Mokuba tomado? Bueno creo que lo ¿olvidé?

-Eres un inútil perro, ¿dónde estás?

La compañía Kaiba estaba sumida en oscuridad a esa hora de la madrugada, con la elegancia de siempre el jefe se apartó de su escritorio lleno de papeles que revisaba hacía cinco minutos y salió a recorrer el pasillo mientras se colocaba la gabardina morada y entró al elevador.

Bajando al subsuelo donde estaba el estacionamiento llamó a Roland para avisar que ya se iban y a donde. No estaba enojado más bien estaba decepcionado del rubio, pero estaba cansado y esto era una buena excusa para irse.

Subió al auto negro y este arrancó enseguida. Llegó al destino y antes de bajarse miro a Roland.

-Ve enseguida a la mansión, luego… yo me encargaré.

Cuando el castaño llegó a su destino fue fácil que el rubio se enterara, era la primera vez que veían al ricachón en un lugar donde había… ¿gente común y corriente? Y a montones.

Caminó derechito al rubio que juraba que se haría pis arriba del miedo que le daba la cara seria del hombre alto y poderoso. Saltó de donde estaba sentado y esperó a que lo echara a patadas.

-Dame las llaves y súbete.

-¿Qué? -Joey le tiró el llavero-. Si vas a ir tú, ¿para qué rayos voy a ir yo?

-Porque lo digo yo y porque te confié a los chicos y no cumpliste -Joey se sintió mal mientras se colocaba el cinto y el otro prendía el vehículo, los demás los miraban a través de los vidrios oscuros y él trataba de taparse escondiéndose con el brazo, lo último que le faltaba.

-De todas formas es tu hermano, tú deberías cuidarlo…

-Tú te habías comprometido hacía días -le cortó el castaño.

-Sí, a llevarlo. Tú no puedes venir y cortarme mi noche. No porque tú te la pases de antisocial se supone que yo deba hacer lo mismo -el rubio lo fulminó con la mirada y el viaje se tornó silencioso.

Al llegar al lugar Yudai esperaba en la escalera con cara de aburrimiento mientras de reojo de vez en cuando miraba hacia atrás donde estaba Mokuba con una chica despidiéndose. El peliblanco al ver el auto le llamó y la chica de pelo rojo y piel más blanca que el papel, le dio un pequeño beso en los labios antes de darse la vuelta y volver dentro.

-Ja, hasta tu hermano es más rápido que tú… ¿qué se siente ser un perdedor Kaiba? -se burló el rubio.

Lo único que se escuchó fue un “tsk”.

Vieron como el pelinegro se ponía colorado al notar que lo habían visto, Joey había bajado la ventanilla y le dedicó un guiño. Ambos se subieron en silencio.

-¿Y cómo estuvo Moki? -preguntó y el color rojo subió aún más mientras se retorcía los dedos-. La fiesta obviamente…

-Bi-bien -Seto apretó el volante, estaba celoso de su pequeño hermano pero sentía un hormigueo de orgullo en el estómago como todo hermano mayor y se le escapó una pequeña sonrisa que solo se notaba en las comisuras de sus labios.

-¿Y tú Yudai? ¿Cómo estuvo tu primera fiesta?

-Un castigo, tuve que ver muchas cosas horribles -la cabeza del caballero estaba caída sobre el vidrio completamente serio. Mokuba lo miró sorprendido y luego bajó la cabeza.

El viaje se convirtió en un claro momento incómodo, Seto agarró para el apartamento del rubio pero tranquilamente siguió de largo a la mansión dejando en claro al rubio de que iba a cobrársela.

-Yugi… -susurró Joey, le había dicho que lo vería en el apartamento, genial, la noche cada vez se arruinaba más.

-Seto, ¿no se supone que nos iría a buscar Joey? -Preguntó el menor rompiendo el hielo.

-Sí pero es un idiota -contestó sencillamente volviendo a traer el aire incómodo.

Joey pensó en todas las veces que le había dicho idiota desde que se vieron antes de la fiesta. Esta era ¿cuál? ¿La novena? ¿La décima? Idiota.

Al llegar a la mansión los menores se dirigieron a su habitación Y apenas desaparecieron de su vista Joey se dio vuelta a reclamar pero solo consiguió ser agarrado de la cintura y apoyado en un hombro. Lucho y chilló pero seamos evidentes, poco probable que se pudiera soltar. Kaiba caminaba silencioso a su guarida.

Joey quedó de cabeza y no dejaba de sacudirse, ¡¿cómo diablos el idiota no tenía miedo de su propia altura?! Desde donde veía él estaba seguro de que si se llegase a caer moriría pero bueno era eso o dejar que lo controlasen y Joey Wheeler no deja que nadie lo mande.

Seto cerró la puerta de una patada con el talón y arrojó a su perro sobre su enorme cama, este abrió los ojos de golpe, está bien… quizá lo que pasase a continuación podría ser su culpa pero realmente no estaba seguro de querer que algo pasase. No, se iría de inmediato, al menos por el poco orgullo que le quedaba.

-Siempre logras hacerme enojar… -con rabia se quitó su gabardina y apoyó una rodilla sobre la punta del colchón y cada mano a los costados de la cabeza rubia.

Bajó en busca de un beso apasionado que encontró y siguió bajando… besando su cuello con torpeza de la primera vez en los bordes de ese extraño collar, quizá llevaba mucha saliva pero las cosquillas de la punta de la lengua y suaves besos sobre la piel lo recompensaban.  

Volvieron a besarse y el castaño se tomó la libertad de quitar el disfraz que aunque no cubría nada en ese momento se sentía incómodo para ese momento dejándolo en nada más que un bóxer para volver a besarse; el rubio sintió la humedad en sus pezones que lo hicieron retorcerse de manera extraña por primera vez y como los besos bordeaban el elástico sin atreverse a seguir.

Joey se mordió la mejilla interna aguantando la risa y pensó que ya era suficiente, empujó al otro a un costado y giró colocándose encima. Se aseguró de poner su cadera bien donde le complaciera  ante los ojos fríos que lo miraban sorprendidos, quitó esa polera negra que tenía puesta lentamente y la arrojó por ahí. Se agachó sintiendo un bulto en su trasero y apoyó su codo en el pectoral y su cabeza en la palma y sonrió mientras hacía circulitos con su otra mano alrededor del oscuro pezón de Kaiba.

-Para haber planeado esto es gracioso y decepcionante que no hayas seguido -le dijo bajito haciendo puchero y el otro desvió la vista, rayos siempre se veía bien hiciese lo que hiciese, ahora volvía a tener ganas de pintar esos hermosos ojos devuelta-. ¿Quieres que yo lo haga?

-No -respondió cortante y luego de acariciar sus nalgas bajó de golpe su disfraz mirando con lujuria su miembro y Joey sonrió. ¿Quién hubiera pensado que el joven millonario más codiciado y famoso de la ciudad tenía ese tipo de gustos?

Volvió a arrojarlo pero esta vez su cabeza tocó el montón de suaves almohadas blancas de plumas y cuando recobró la conciencia un gemido salió de su garganta sin permiso al sentir su miembro envuelto por una cavidad caliente y húmeda que le generaba un cosquilleo y mucho, mucho placer.

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-¡Volví a ganar! -dijo Malik y se paró soltando el control sobre el sofá y girando sobre si mientras festejaba.

Marik miraba sonriente como la falda del short giraba detrás de él dándole un aire femenino que le encantaba, estaba acostumbrado a ver su cintura y vientre al aire pero jamás le había parecido tan cautivante. Y ganas de reírse de la cola de gato que llevaba puesta tampoco le faltaba, se movía de lado a lado mientras jugaban, él lo consideraba trampa, lo distaría.

¿Quién iba a pensar que el ojo lavanda iba a aceptar venir con él después de todo, aunque debía admitir que estaba ebrio o al menos un poco fuera de si así que no podía considerarse una victoria ganada al 100 por 100.

Debía ser la fiesta más rara que tuvieron, a decir verdad se estaban divirtiendo más ahora que antes; tenían una pizza enorme recién hecha y Coca-Cola mientras jugaban.

-Duerme conmigo -pidió el mayor.

-¡¿Qué?! -la cara de felicidad desapareció, sus pies parecieron enredarse en la danza haciendo que caiga al suelo. Lo miró con la cabeza de costado, capaz que así el oxígeno le llegaba mejor a la cabeza y entendía un poco de lo que estaba pasando.

-Dije que duermas conmigo -volvió a explicar estirándose hacia atrás en el sofá.

-¡Ya sé lo que dijiste! -gritó Malik parándose, esto parecía una tomada de pelo, eso no es algo que se pregunta casualmente-. ¿Acaso esto es una prueba de alcoholismo? ¡Quieres aprovecharte de mí!

-Claro que no -se defendió-. Yo no dije que tengamos sexo, solo dije que durmieras conmigo.

-Sí, claro. Yo no caigo en esa. Estoy muy consiente para que lo sepas.

-Y lo sé, vamos, duerme conmigo -Marik se tiró del sillón al piso quedando arrodillado rogando. El medio gato solo pudo pensar “¿enserio?” Y es que solo él se rebajaba así.

Lo miró serio por unos segundos e hizo lo que no creía que llegaría hacer, salió de la sala de entretenimiento con una sombra pisándole los talones, le había enseñado su habitación cuando habían llegado, así que se dirigió a ella entrando como si fuera suya.

Quitó delicadamente sus orejitas y aunque le doliera dejarla ir también hizo lo mismo con su cola, algún día la usaría de nuevo. Convocó un hechizo con el ojo de Horus en la frente y para la mala suerte de Marik la ropa de su hikari se cambió por un pijama holgado demasiado rápido como para disfrutar de un sensual espectáculo, enseguida su disfraz apareció como un montoncito bien doblado sobre el escritorio de la habitación.

-Aunque no lo creas te ves muy hermoso también en pijama -le dijo Marik mientras cerraba la puerta de la habitación.

Malik se llevó las manos a las caderas posando y sonrió de verdad.-Muy bien acabas de ganar puntos por ese comentario…

El mayor sacó un pantalón a rayas de debajo de su almohada y te un tirón se deshizo del faldón en un segundo quedando en ropa interior frente a… ¿Un tomate? Aaah, no, no. Es Malik. Ya se había quitado el resto de su atuendo cuando había llegado.

-Y a ahora los acabas de perder -dijo enojado mirando como la gran masa de músculos se acostaba del lado derecho de la cama y lo miraba esperándolo mientras sonreía inocente-. Yo quiero el lado derecho así que tendrás que moverte.

-¡Oye! ¡Auch!

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Ryou se despertó sin saber en dónde estaba, en una cama que parecía demasiado blanda para lo dura que era su almohada, sentía que estaba enredado en un olor que no era suyo y sentía rozar una mano en su cadera.

Levantó la cabeza mirando hacia atrás y encontrando a su Yami dormido y despeinado, notó su mano apenas agarrando la enorme prenda que llevaba puesta y su otro brazo extendido sobre la cama pareció ser el apoyo de su cabeza en la noche.

Sintió su cara arder y suavemente rodó sobre la superficie hasta que sus pies tocaron el piso de madera y le permitieron salir corriendo lejos de esa cama. Se pegó a la pared dejándose caer.

“Suerte que desperté antes”.

Hubiera sido muy humillante que ambos despertaran abrazados a la vez. Buscó con la mirada su ropa, el olor en el canguro ya comenzaba a marearlo y se puso más rojo al recordar que no estaba en su casa y que lo único que había allí que podría ponerse sería el regalo de Mai que había jurado que cuando llegara a su casa lo guardaría en el fondo de su armario donde nadie jamás podría verlo.

¿Y ahora que hacía? No podría salir y dejar que todos lo vieran a medio vestir. Se sentó en la cama provocando que esta se moviera y el mayor despertara.

-Ryou… -Akefia ya había hasta olvidado la casi buena suerte que tuvo la noche anterior, tanto que no podía creer la presencia a su lado, se sentó en la cama mirando la espalda del albino-. ¿Te sientes mejor?

-Sí, gracias por lo de anoche -giró su rostro y le sonrió, estiró el brazo y le acarició las orejas que aún llevaba puestas y este se sonrojó-. Olvidé quitármelas… Amm ¿Kura?

-¿Si…? -el egipcio parecía hipnotizado en este momento, él tenía su olor, tenía su ropa, estaba sonrojado y llevaba orejitas de gato. Ya no sabía si debía agradecerle a los Dioses o maldecirlos por la hermosa tentación que tenía enfrente.

Otra vez agradeció tener una frazada cubriéndolo. Rayos, esperaba que esto no se convirtiera en una costumbre.

-No tengo ropa…

-¿Qué tiene lo que llevas puesto?

-¡No puedo usar esto para irme a mi casa! -dijo Ryou parándose y dejándose ver completo a la luz de Ra, lo que llevaba apenas tocaba sus rodillas y el mayor casi estaba seguro de que babearía en cualquier momento.

“Entonces no te vayas nunca” pensó.

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-Aggh siento como si me hubieran dado un golpe en la cabeza y una patada en el estómago -Yami se despertó sintiéndose horrible, su cabeza palpitaba levemente y su estómago le pedía ser vaciado de nuevo.

Sintió arcadas y corrió al baño para vomitar de nuevo, sentía vergüenza de sí mismo y para peor recordaba todo de la noche anterior. Cepilló sus dientes y al arreglar su cabello se dio cuenta de que él no recordaba haberse quitado nada la noche anterior.

Regresó a la habitación. ¿Cómo pudo olvidarlo? Yugi estaba acostado bocabajo en su cama y abrazado a una almohada, no se había tapado en toda la noche a pesar del frio y su cola se movía de lado a lado.

-Aibou… -le susurró en el oído para que despertara, el de ojos rubí tenía ganas de ponerse a llorar como niña, lo que hizo… por los dioses, solo consiguió molestar a su hikari-. Aibou, vamos. Aibou, tienes que levantarte.

Yugi se enderezó en la cama mirándolo serio y luego se lanzó a abrazarle tirándolo al piso, había extrañado tanto tenerlo tan cerca y que lo llamara así. Yami se quejó de su dolor de cabeza y el pequeño se levantó rápido.

-Lo siento -tiró de su mano ayudándolo a levantarse y lo miró, tenía fuertes ojeras debajo de sus ojos y ni hablemos de todo lo que hizo la noche anterior. Lo miró serio-. Jamás vuelvas a tomar de esa forma…

-E-está bien… iré a cambiarme -Yami se fue levantando las manos en pedido de paz hacia su armario con los ojos acusadores de un Yugi enojado.

El tricolor caminó frente al espejo, seguía con su disfraz. Quitó con cuidado las orejas negras peludas y el hechizo en su cola y trató de sacarla.

Al final se rindió y terminó Yami tratando de sacarla, esto parecía haber sido planeado apropósito la cola no cedía ante la fuerza. El moreno trago saliva, estaba arrodillado detrás de Yugi con su trasero justo frente a sus ojos y sus dedos trataban a ciegas de quitar esa cola. No era su culpa, ¡no podía mirar dos cosas al mismo tiempo!

-Está bien… inténtalo con magia -suspiró, si algo salía mal su trasero iba a lamentarlo, pero quien más lamentado estaba ahora era quien ya no vería ese trasero moverse tan cerca-. ¿Yami, me escuchaste?

-S-sí… -maldiciendo por lo bajo se apartó y parándose terminó haciendo un hechizo.

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Cuando Malik despertó estaba completamente enredado con el otro rubio, su cabeza estaba en su pecho, sus piernas estaban una por dentro de la otra, sus cabellos largos hacían un nudo y sus dedos estaban entrelazados, prácticamente él estaba sobre el otro cuerpo.

Sonrió, era lindo levantarse así aunque seguramente el otro apenas podía respirar con su peso encima. Pero no lo diría, se corrió y se acomodó en un costado cerrando los ojos para volver a dormir. Enseguida sintió como Marik giraba y lo abrazaba por la cintura, quitó su mano y se alejó bien a la punta de la cama pero aún dormido, la oscuridad volvió a moverse y abrazarlo mientras colocaba su cabeza justo al lado de la suya.

Malik abrió un ojo molesto y luego el otro acostumbrándose a la luz. ¿Qué acoso no entendía que no quería dormir abrazado a alguien? Tomó un almohadón y lo estrelló contra su rostro.

-¡Ya córrete y déjame dormir!

-¡¿Tratas de asesinarme o qué?! -El cuida tumbas consiguió quitárselo del rostro y lo tiró lejos, Malik le sonrió con ternura.

-No me abraces…

-En la noche no parecías quejarte -sonrió con suficiencia y lo fulminaron con la mirada.

-Lo dices como si hubiéramos tenido sexo. ¡Tonto!

-Ojalá. ¿Acaso te vinieron las ganas? -Marik se acercó lentamente a él y antes de que se diera cuenta, el pequeño ya estaba debajo de un gran cuerpo.

Marik bajó juntando sus labios en un beso suave pero apenas trató de profundizarlo Malik se revolvió y giró el rostro.

-Ya basta, sabes que no. Vayamos a desayunar algo -lo empujó y se escabulló fuera de la tentación. Volvió sobre sus pasos solo para decirle-. Por cierto… tienes un aliento horrible por las mañanas.

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Seto despertó agotado sin darse cuenta de que pasaban de las 3.30 p.m, sentía como si tuviese un peso en la espalda que lo obligaba a quedarse acostado. Jamás, por más que haya trabajado durante la noche, se había quedado durmiendo hasta tarde. Siempre lo terminaba persiguiendo la noción de que tenía que manejar una empresa. Pero ahora ni siquiera lo recordaba, estaba tranquilo y hasta un poco feliz.

Pestañó mientras extendía una mano por la cama en busca de algo, pero solo sentía una sábana caliente. Se sentó de golpe y miró a su alrededor, una parte de las frazadas estaba levantada como cuando uno se levanta apurado y no le importa volver a acomodarla. Estaba sin remera pero con el pantalón de la noche anterior puesto aún.

Se levantó y dirigió al baño, estaba vacío de cualquier persona y giró apurado dirigiéndose a su armario. Sería raro que estuviese ahí pero en algún lado debía estar. No estaba.

+

Me detuve en medio de la habitación. ¿Dónde estás Wheeler? Salí corriendo por los pasillos, siempre que se quedaba le encantaba que mis cocineros le hicieran el desayuno. Adoraba la comida, debía estar allí.

Norio, su mayordomo principal lo miró sorprendido al verlo pasar a su lado, bueno esta era la primera vez que lo veía a medio vestir corriendo por la mansión desesperado. Bien, esto me da ganas de sonreír, no está tan mal correr aquí dentro y su cara, por Kamisama que valió la pena.

¿Qué me pasa? Esto es tú culpa perro. Cuando te encuentre…

-¿Alguien ha visto al perro? -entré en la cocina donde se notaba que preparaban el desayuno.

A una muchacha, como se llame, se le cayó una bandeja con galletas de la sorpresa y junto a los otros me quedaron mirando mudos. Bien, quizá estoy actuando raro. Manga de incompetentes. ¿Por qué demoran tanto en responder?

-Si se refiere al Señor Wheeler se fue hace media hora señor -Norio estaba detrás de mí, con su traje como siempre impecable y sus manos enguantadas a la espalda.

-Pasó a saludarnos y comer algo -dijo su cocinera, sabía que había una buena relación entre ellos dos, a uno le gustaba comer y la otra cocinar, así que no me sorprende-. Dijo que pasó por su habitación a dejar una carta antes de irse.

Corrí aún más rápido subiendo escalones a mi habitación, claramente no iba a decirles que durmió en mi cama… si lo supiesen… debería decirles solo y por el simple hecho de que se fue sin decírselo… no, simplemente porque se fue. Apenas miré sobre la mesa en medio de los sillones de mi habitación encontré la nota escrita en una de las hojas especiales para Kaiba Corp.

“Preferí no despertarte porque lucías cansado, Mokuba siempre dice que duermes poco.

Tenía que volver con Yugi, le había dicho que nos veríamos anoche así que no quería que se preocupara y tampoco sé si había llegado bien. Nos vemos dentro de unos días en la competencia.

Pd: vas a perder.

Con cariño, Joey”.

Ya casi lo olvido, el ojón, siempre es él. Arrugué la carta y la tiré a la basura. Ni siquiera puedo quejarme, no tengo por qué. Ni siquiera puedo reclamar, no tengo qué. Que importaba que lo hubiese tocado más de lo que debía la noche anterior, no somos nada. Y menos que nada, que rayos importa si se retorcía debajo de mí, él solo viene a mentirme en mi propia cara.

El florero se estrelló contra el piso, ¿qué importaba verdad? Solo es un florero inútil, frio y que no tiene sentimientos. A nadie le va a importar si se rompe y nadie va a escucharlo porque la mansión es demasiado grande para que el sonido llegue a oídos de alguien que le importe.

Me dirigí al baño y me lavé la cara, hacía tiempo que no veía la falta de ojeras profundas en mis ojos. Las cosas que logras perro. Es más, ni ganas tengo hoy de trabajar y no pienso hacerlo. Me tiraré en mi cama y dormiré el resto del día mientras pienso en lo maravilloso que me sentía cuando estabas entre mis brazos anoche.

Y así lo hice.

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-¿Ustedes también se quedaron? -se preguntaron unos a otros los hikaris cuando se encontraron todos juntos prontos para desayunar.

El silencio fue sepulcral, la sorpresa de que todos estuviesen allí y la curiosidad de cómo los carcomía pero todos estaban decididos a esperar.

Los Yamis se sonreían unos a otros, sentían que habían ganado algo consiguiendo que se quedaran y los empleados compartían sonrisas al darse cuenta de quienes eran sus invitados, se sentían felices por ellos.

-Tengo que irme, Joey debe estar preocupado. Seguro que no durmió tranquilo al ver que no llegué.

El mundo feliz de Yami se autodestruyó al oír eso, de nuevo a poner los pies en el piso de la realidad.

Notas finales:

¿Les gustó?

Juro que quedé super inspiradísima para disfrasar a los hikaris por una de mis autoras favoritas de aquí. Les recomiendo que lean su historia, hizo que me enamorara de los nekos; se llama "La persona que es para mí" de DanyNeko, no me sorprendería que la conocieran XD.

Bueno, en fin. como siempre muchas gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!!


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