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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH nome pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Mi plan era subir este caítulo la semana pasada aprovechando que estoy de vacaciones pero al final decidí subirlo como siempre y alargarlo un poco más así puedo escribir todo lo que se le ocurre a mi imaginación.

Espero que lo disfruten!

-¡Conduce más rápido!

-No somos los únicos en un auto Malik.

-Lo sé, pero es urgente que llegue pronto a ver a Yugi. Así que acelera.

El auto negro en  el que se encontraban comenzó a subir la velocidad mientras esquivaba autos. Un montón de bocinas hacían coros detrás de ellos luego de que pasaran un semáforo en rojo. Marik bufó y bajó la ventanilla para gritar.

-¡Lo siento, pero mi chico necesita llegar a la casa de su amigo!

Malik cortó la llamada con Ryou y lo fulminó con la mirada. “Te la buscaste”. El vehículo se llenó de reclamos del hikari mientras se sostenía de su asiento y le tocaba el hombro con el índice ante cada reclamo. El conductor se frotó esa zona mientras andaba en zigzag, casi chocan otra vez.

-¡Eres un peligro conduciendo! -Malik volvió a sentarse tras el salto que dieron.

-¡El único que es un peligro eres tú! ¡Hay más gente aparte de nosotros en la calle! ¡Pero tú solo dices “Yugi esto”, “Yugi aquello”, “Tengo que ver a Yugi ahora” y…! -mirando de reojo vio como los ojos del otro se llenaban de lágrimas y sus labios temblaban, rayos-. No, no, no. Malik no llores. Esa no era mi intención.

-¡Cállate! ¡Solo estoy preocupado! No sé bien como esta Yugi y me preocupa -lo volvió a fulminar con la mirada solo que esta no causaba terror ante la acumulación de lágrimas que tenían sus ojos.

El auto frenó de golpe a tres cuadras del destino donde por suerte ya no había transito. Marik soltó el volante mientras se giraba y estirando el brazo le acarició la mejilla mientras secaba esta.

-Lo sé. Es solo que podríamos lastimar a alguien. Oye mírame -el ojo lavanda levanto la mirada moqueando a lágrima de cocodrilo-. Iremos lo que queda de viaje lento ¿sí? No quiero tampoco que te pase nada a ti. Yugi te necesita sano y salvo.

Asintió con la cabeza despacito y se colocó al fin el cinturón, el auto comenzó a andar a ritmo normal y un minuto después estaban frente a la casa de Ryou.

-Gracias -bajo y corrió hasta la puerta internándose en esa casa.

Marik suspiró, apuesto a que dentro de unas horas le llegaría el aviso de todas las multas que recogió en el camino. Ni siquiera pudo tener una despedida digna de agradecimiento. Puso en marcha el auto en dirección a su casa.

Al llegar se quitó los zapatos mientras saludaba al ama de llaves. Se dirigió a la sala de juegos donde había una guerra de almohadazos entre el faraón y el ladrón de tumbas. Una dio directamente en su cara, tienen suerte de haya sido algo blando, sino la cosa se convertiría en guerra de verdad.

-Hasta que al fin regresas. ¿A dónde fuiste? -preguntó Yami.

-Llevé a Malik a dar una vuelta. Luego tuve que ir a casa de Ryou.

-Yo que tú me cuido Akefia -el más bajo dio un golpe amistoso de puño en el hombro de la masa de músculos tensos que se había convertido el nombrado.

-¿Por qué fuiste? Yo me acabo de ir de allí hace media hora -cruzado de brazos lo miró sospechosamente.

-Tranquilo hombre -Marik camino lejos de él hasta sentarse mientras el bicolor se reía por lo bajo-. Y tú deja de reírte. El único motivo por el que fui es porque Malik me pidió que lo llevara, algo le pasó a Yugi.

Los diez segundos siguientes fueron tensos, Yami miraba demasiado serio a su hermano buscando rastro de mentira en su rostro pero no la halló. Akefia miraba de lado a lado, no  entendía que pasaba, él acababa de salir de allí.

-¿Qué le paso? -la voz grave que salió de su garganta hizo erizar el cabello de los otros dos, jamás de los jamases iban a admitirlo. Esa era la voz del faraón, la que aterraba a las regiones cercanas, la que comenzaba la guerra, la que enviaba a los traidores al mundo de las sombras y con la que condenaba a cada ladrón.

-No lo sé, Malik estaba llorando y parecía que la persona del otro lado del teléfono también. No sé qué sucedió pero definitivamente no es algo bueno. Qué extraño que no sepas nada.

-Al parecer no eres la primera persona en la que piensa cuando necesita a alguien. Que decepcionante ¿No? -Akefia le puso una mano en el hombro mientras se reía.

La mano fue apartada de un golpazo enseguida y Yami se dirigió al otro lado de la habitación tirándose en un puff mientras sacaba del bolsillo su celular. Escuchaba el sonido repetitivo de toda llamada mientras esperas a que la otra persona se digne a contestarte, hasta que la única voz que lo hizo fue la grabadora.

Llamo otra vez y otra y otra, pero siempre obtenía el mismo resultado. Nadie le contestaba el celular ni siquiera cuando llamó a Malik y Ryou. Se entró a preocupar y a sentirse decepcionado, siempre había creído que él era la persona a la que Yugi corría, al menos así había sido antes.

Suponía que el hecho de que ya no compartieran el mismo cuerpo lo hacía más difícil. Pero aún tenían una unión y sentía en su pecho y en su mente que algo no estaba bien, sentía como si un hilo conectado a su corazón  lo cinchara. Le avisaba que el portador del collar milenario estaba débil.

-Hola Ryou… ¿qué?... está bien, sino queda otra… no, no me molesta -la voz de Akefia se escuchaba gruñona detrás de él y por un costado apareció un celular-. Quiere hablar contigo.

El peliblanco al ver las llamadas perdidas de Yami en todos los celulares de los presentes en su casa decidió llamarlo, aunque prefirió llamar a Akefia antes ya que por alguna extraña razón había recibido un mensaje suyo diciendo que no volviese a llamar a Yami porque se ponía celoso. No lo entendía, pero no quería que se enojara.

-¿Qué le paso a Yugi? -preguntó rápidamente mientras se paraba y caminaba hacia la ventana mirando el jardín nevado-. Pásamelo.

“Lo siento Yami pero me pidió que no te dijera nada y no se encuentra bien ahora como para hablar…”

-Voy a ir.

“¡No! Enserio, por favor. Solo dale un tiempo, estoy seguro que te lo contará cuando esté listo”.

-¿Qué rayos pasó que no me quieren contar ahora? -inclinó la cabeza hacia atrás golpeándola contra el vidrio mientras veía a sus hermanos del otro lado de la habitación mirándolo, jamás lo admitirían quizá pero estaban preocupados.

“Es algo delicado”. Oyó a Ryou sobarse los mocos, al parecer él también había llorado y escuchaba temblar su voz de los nervios, se estaba esforzando para no soltar la lengua.

-Bien. Solo dile a Yugi que me llame apenas pueda y que no dudaré en ir corriendo si me necesita.

“Se lo diré apenas cuelgue y…”

-¡Espera! También… también dile que lo quiero, pase lo que pase.

No espero contestación ni colgó la llamada solo lanzó el celular a manos de Akefia al pasar por su lado en dirección a la puerta. Se fue hacia su cuarto y se lanzó a su cama bocabajo. Conto hasta cien y luego hasta mil, necesitaba ignorar todas esas llamadas de auxilio que Yugi le hacía sin tener conciencia.

Luego de un rato su teléfono sonó y al sacarlo vio un mensaje de Yugi y sonrió tristemente, así no era como quería que se lo dijera. Y ponía:

“Yo también te quiero”.

+ - + - + - + - +  

Mai entró toda preocupada mi casa con Tea pisándole los talones, cuando la llame  hace rato me dijo que ambas estaban comprando ropa en el centro comercial, así que supongo que por eso vino también la castaña.

Había llegado a Dominó apenas el día de ayer y se iría con los chicos a la competencia de la semana entrante.

-¿Dónde está Yugi? -preguntó Mai arrojando su abrigo al sofá.

Tea ni preguntó, subió corriendo las escaleras a mi habitación mientras gritaba el nombre del tricolor, quizá Malik tenga razón y a la única persona que quiere es a Yugi.

La seguimos y al entrar vimos a mi mejor amigo en la cama con los ojos hinchados mientras el egipcio enojado detrás de él le secaba el pelo con un secador. Las chicas sabían que había ocurrido, no me quedó otra que contarles por teléfono porque realmente no creo que Yugi vuelva a aguantar contarlo otra vez.

Tea se sentó junto a él y lo abrazó.-Te trajimos algo.

Le tendió una barra de chocolate enorme y él la abrió para comerla con pena, esto me hace acordar a cuando nuestros Yamis no estaban y comíamos durante horas chocolate que nos traía Mai mientras mirábamos películas. Pensé que ya no tendríamos más de estos momentos tristes ahora que regresaron, pero parece que la vida no es tan fácil.

-Yami me dijo que si querías él podría venir -la mirada de Yugi se dirigió a mí, me había dicho estrictamente que no le contara qué pasó pero sentía que Yami se dio cuenta de que algo pasaba, así que no quedó otra que llamarlo-. Y también  me di-dijo que te dijera que te-te quiere.

Qué vergüenza es que te hagan decir algo así, seguramente mi cara arde como manzana, aunque me parece un gesto muy bonito de Yami. El siempre parece estar pendiente de su hikari, es increíble la conexión que tienen, logró darse cuenta de los sentimientos de Yugi  enseguida.

Hasta podría decir que causan envidia, yo no puedo estar tanto tiempo junto a Akefia sin pensar que de un momento a otro va a volver a ser el de antes.

Volviendo a Yugi vi como una lagrimilla caía de su ojo derecho y tomaba su celular con una pequeña sonrisa, lo que logran las simples palabras.

-Hablando de Yami, ¿por qué no está él aquí? -Mai se sentó del otro lado de Yugi ahora que Malik había terminado con su trabajo.

-No quiero que sepa lo que sucedió, iría directo a golpearlo, es un hermano mayor muy sobre protector -Yugi dijo susurrando, no quería heridos, era entendible ya que ese sería el resultado de contarle.

-Créeme Yugi cuando te digo que ese perro no va a durar mucho sin que alguno de nosotros le dé una paliza -la rubia le acarició el pelo.

-No pueden hacerlo eso, es nuestro amigo -siguió mordiendo su chocolate.

-Y no dejara de serlo, pero necesita una lección. Y tú necesitas a Yami.

Salí de la habitación detrás de Malik abandonando a nuestro mejor amigo en las manos de las chicas, bajamos las escaleras en silencio. Me puse hacer chocolate caliente y vi como el rubio practicaba tiro al blanco con magia, una planta y cuchillos. Esto se va a poner difícil.

-¿Crees que van a notarlo si muere?

-Te puedo asegurar que sí. Esa no es manera de arreglar las cosas y tenemos que saber por qué lo hizo, debe haber una explicación.

-Ryou, entiendo que seas todo amor, pero no hay explicación para esto. ¡Es que no lo entiendo!

Dejé una taza frente a él y yo tomé otra mientras me sentaba, hasta ahora parecía ser el único que creía que hay que esperar a que Yugi decida. Hasta cuando le conté a Kura después de hablar con Yami estuvo de acuerdo en matarle. También es nuestro amigo y nada de esto tiene sentido, ellos estaban tan bien a mis ojos.

-¿Alguna vez lo viste con Kaiba? -Pregunté y es que esos dos siempre que los ves discuten, creo que eso es lo que más preocupados nos deja.

-No, pero iba muchas veces a su mansión por Mokuba. Tampoco entiendo eso, el también siempre dice que Joey va por él y no creo que los esté cubriendo. Entonces, ¿cómo rayos pasó?

-Y por qué lo hizo -agregué y el asintió. Se escuchó la puerta sonar fuerte y me levante-. Yo iré, espero que no sea Yami.

Me dirigí hacia allí y al abrir a quienes vi fueron a Duke y Tristán, el segundo con el seño fruncido y mirada de odio. Yo no les conté nada todavía, ¿por qué estaban aquí?

-Tea nos contó si te lo preguntas -dijo Duke mientras entraba, que raro ella contando, tendremos suerte si no se entera todo Domino.

-¿Mintió verdad? Es mentira que Joey engañó a Yugi -Tristán hervía a pesar del frio, Joey es su mejor amigo, su hermano, el jamás creería que eso pasó.

Pero a todos nos tomó por sorpresa.

-No es mentira -dije simplemente-. Yugi está arriba si quieren ir a verlo.

+ - + - + - +  

Había pasado solamente un día, solo uno y un día para que tenga que ir a la Universidad, los vería a la cara a todos. Me pregunto cómo me verán ellos a mí ahora.

Ni siquiera he llamado a Yugi ni a ningún otro, me muero de la vergüenza porque sé que todos lo saben. Al final no acabé por ser más que un chico que juega a dos puntas, quise atención y terminé completamente solo.

Escuché el ruido de gotas caer en agua, otra vez rodaban por mis mejillas hasta ser atraídas por esta. ¿Cuánto llevo en la bañera? Quizá dos o cuatro horas, el agua está fría y mis dedos arrugados y mi mente, no logro entender que es lo piensa.

¿Cómo terminé a así?

Recuerdo sus ojos mirándome luego de que lo choqué, fue la primera vez que no me grito luego de que hiciera una de mis estupideces, al fin y al cabo tengo talento para tropezar. Luego me sonrió y yo de los nervios besé a Yugi, fue la primera vez que me sonrió. Le gané en un duelo luego de descubrirlo mirando mis labios, fue la primera y última vez, que le gané claro. Decidí robar su primer beso, solo por el placer de saber que le molestaría, ahora siempre me recordaría.

Y luego… solo fueron un montón de ocasiones en las que mi corazón y mente peleaban por el control, solo quería esos zafiros azules contra mis ojos y después de eso Yugi se empezó a alejar y no lo detuve, no le hablé solo busqué en él un remplazo.

Antes de darme cuenta lo visitaba por lo menos cinco minutos para molestarlo cada vez que me veía con Mokuba y a veces eso subía de tono… lo permití. Por última primera vez admito que no fue culpa de Kaiba sino mía… por buscar sus ojos… por querer plasmarlos en un lienzo.

-Ya voy -mi voz salió de mi garganta ronca y baja, seguramente nadie al otro lado de la puerta del apartamento escuchó, solo la usé para llorar. Y yo que creía que era el hombre en la relación, ahora soy una nenita y ya no hay relación, ¿gracioso no?

Me envolví en mi bata y solo me puse mi bóxer para salir a abrir la puerta. Retumbaba el ruido en mi cabeza, hace horas que duele por cualquier sonido.

Tristán se encontraba del otro lado cruzado de brazos y me miraba serio, no es necesario darse cuenta de que ya se enteró. Di un paso atrás sin decir palabra dándole permiso de entrar y así lo hizo.

-Yugi necesita ropa, se la llevaré.

-Claro, pasa.

Creo que solo nos hablamos tan seriamente los diez primeros minutos que nos conocimos hace años y los durante tres minutos en una de esas discusiones que luego terminaban en una competencia de quien era más fuerte.

Tomó un bolso y lo llenó de la ropa de Yugi, a pesar de que dormíamos en la misma habitación había decidido dejar su ropa en su propio armario así tendríamos más lugar, esta era su antigua habitación.

Ya con el bolso hecho se dirigió a la sala y lo seguí, ahora sí que pueden llamarme perro con todo derecho. Se paró de repente y soltó el bolso, se volteó. Aquí viene.

-¿Por qué lo hiciste?

-No lo sé -otra vez mi voz está apagada, el frunció el seño.

-¿Dices que no tienes ninguna excusa? -me miró con odio.

-No una lo suficientemente capaz de justificarme.

Gruñó, apuesto a que no entiende nada, nadie sabe por qué lo hice y me muero de la vergüenza por decir que solo quería a alguien  a mi lado porque Yugi me cambió. Pero yo no hice nada para recuperarlo así que no contaba.

-Para todos sigues siendo nuestro amigo y para mí un hermano. Yami seguro que te asesinaría si lo supiese a menos que Yugi se lo pida, así que estás a salvo. Pero ¿sabes una cosa? Yugi también es mi amigo.

Sentí un puñetazo en mi mejilla izquierda y en menos de lo que quise acordar estaba en el piso, escuchaba un murmullo, él me seguía hablando pero no lo oía tras el retumbe en mi cabeza. Me traté de parar pero me detuve a medio camino, veía también borroso entre el golpe y los ojos llenos de lágrimas.

Vamos Joey.

Escuché un portazo apagado, ya se fue.

Vamos Joey.

Te has levantado peor. No puedo creer que después de recibir tantos golpes el derechazo de Tristán me dejara anonado. Me paré como pude y volví al baño, no había afectado el labio o los dientes, pero mañana tendré un feo morado en el pómulo.

-Eres un asco Wheeler -le dije a la persona en el espejo.

+ - + - + - + - +   

La universidad había sido de lo más incómodo, falté a muchas clases y andaba como ninja para no cruzarme con nadie, con Akefia compartía un par de clases, música y teatro, prácticamente me dijo que tenga cuidado.

Yami no sabía que había pasado y ya todos tenemos experiencia sobre qué ocurre cuando le esconden algo importante al faraón.

Me informaba de una que otra cosa de Tristán y Duke, que eran los únicos que se acercaban  pero no me contaban. Yugi al parecer faltó varias veces esta semana (ya era viernes, es decir ya pasó casi una semana), lo veía a lo lejos y andaba como yo esquivando a Yami.

El ladrón de tumbas afirmaba que eso ponía de peor humor al bicolor, uno porque sabía que era el único ignorante, dos porque Yugi se alejaba y tres porque otra vez pasaba lo mismo.

-No creo que puedas hacer muchas cosas. De todas formas creo que se lo contará en vacaciones, una forma de evitarte un golpe físico -me quitó la vista y siguió afinando la guitarra, estábamos en clase de teatro, por más increíble que sea él era el mejor de la clase… quien se lo esperaría-. Aún así ten cuidado, la magia tiene largo alcance.

-Lo tendré en cuenta, gracias -a lo lejos sobre el escenario practicaban una obra para año nuevo, por suerte yo no decía muchas cosas porque esta obra era horrible, pero el pelo plateado tenía el papel principal y cantaba una canción, por eso la guitarra.

-Oye, ¿enserio te acostaste con Kaiba? -Preguntó con sonriendo de costado, idiota. Suspiré.

-No nos acostamos, solo fueron ya sabes… -levantó una ceja mientras asentía, no iba a mentirle y menos después de que me ha ayudado en toda la semana.

-No preguntaré por qué porque no es mi asunto, pero si algo más. ¿Estás bien? -¿él me está preguntando si estoy bien? El que casi nos mata a todos está preocupado. Las cosas que logra Ryou, lo que hace el amor.

-Estoy bien, mi mejilla ya se está curando, ya no tendré nada. Y sobre bueno… emocionalmente… me la busqué, me da igual. Estoy bien -frunció más el ceño y me escaneó con la mirada.

-¿Quieres que te diga que pienso yo? -Ahora el que no entiendo soy yo, mi respuesta fue sincera-. Creo que te sientes culpable y…

-Claro que me siento culpable.

-No me interrumpas. Te digo eso porque pareciera que te estás lastimando a ti mismo, ya escuché sonar a tu estómago más de tres veces desde que estoy aquí, no estás comiendo.

-Si estoy comiendo.

-No es cierto, créeme que yo sé muy bien lo que es pasar hambre y tú estás cerca -me señalo con el dedo índice, yo no tengo hambre, estoy bien-. Tus ojos están hundidos y rojos y tienes ojeras pronunciadas, tampoco duermes.

-¿Acaso eres doctor ahora? -amagué a pararme pero tomó mi muñeca cinchándome hacia abajo volviéndome a sentar.

-No, pero se bastante sobre medicina y sobre qué cosas dejan las personas de hacer cuando se sienten mal. Mira tú muñeca, pasó una semana y se nota esquelética para una persona que comía todos los días su peso en el almuerzo.

-Solo no tengo hambre y a pesar de que me acueste no puedo dormirme -admití y zafé mi mano mientras la escondía en el puño de mi campera.

-Lo sé, pero tendrás que hacerlo si no te quieres morir Joey, toma pastillas para dormir o lee un libro, siempre te duerme. La verdad es que no entiendo cómo pasó, te la pasas comiendo y durmiendo y ahora no haces ninguna de las dos.

-Que amable. Ya me voy, gracias por todo -se levantó junto conmigo.

-¿Qué dijo Kaiba de todo esto? No me digas que no piensa dar la cara después de lo que hizo -se colgó la guitarra a la espalda y apoyando una mano en la pared comenzó a calzarse.

-No dijo nada porque no sabe nada.

-Espera -me miró sorprendido-. ¿Estás de broma? Me dices que todavía no sabe que su idea se fue por el caño ¿eh? Que hipócrita, después hablan de mí. Así que te dejó cargando con su propia idea.

-No fue su idea, fue mía. Yo comencé todo esto -lo fulminé con la mirada, todos al parecer le echaron la culpa a él.

-Es la primera vez que no te oigo culparlo. Estás jodido Joey -pasó por mi lado dándome dos golpecitos en el hombro.

No sé por qué no me dicen algo que no sepa, ya sé que estoy jodido. No he hablado con Kaiba desde nuestro encuentro en su habitación hace ya dos semanas y prácticamente e ignorado todo mensaje o llamada de Mokuba, no puedo dejar de imaginar cómo pensará de mi ahora en adelante.

Y Kaiba… a él seguro que ni le importa todo esto, después de todo no es su culpa, él no lo buscó. Yo lo busqué a él. Se enterará de una u otra forma así como lo harán los medios. Ya me veo de nuevo en pila de revistas como hace un año, solo que ahora anunciaran nuestra ruptura así como la asquerosa persona que soy.

El castaño seguramente saldrá intacto, ya sea porque nadie se va a enterar de que fue mi… mi… mi lo que sea que fue o porque comprará cualquier empresa que quiera hacerlo pedazos borrando cualquier rastro de su presencia.

+ - + - + - +   

Ya habían comenzado las vacaciones y eso significaba que el torneo estaba próximo, comenzaba en menos de 48hs. Por eso todos estaban en el aeropuerto, menos Joey, los que iban y los que no.

-Los alentaré desde Inglaterra -dijo Ryou abrazando a Yugi y Malik. Iban a tener que separarse hasta año nuevo.

-Te llamaremos desde allá todos los días y cuando volvamos también-afirmo el rubio.

-Cuídate mucho mi sol -Mai lo abrazó tan fuerte que apenas se podía ver al peliblanco entre sus pechos y apenas respiraba. Al soltarlo se limpió una lágrima imaginaria, estaban llegando a la conclusión de esa chica necesitaba de una pareja.

Yami venia junto a Duke desde el gran ventanal a lo lejos, al parecer su vuelo en Jet privado ya estaba listo para despegar, tuvieron suerte de ir junto a dos de los dirigentes. Ahora si debían despedirse. Ryou tomó la izquierda mientras el resto la derecha y Akefia lo siguió.

-¿Yo también puedo llamarte? -tomó su mochila que era lo único que llevaba porque la maleta ya estaba en camino al avión, el otro amagó a quitársela pero sabía que era imposible.

-Claro que puedes -sus mejillas adoptaron un color carmesí-. No tenías por qué acompañarme, la puerta está ahí mismo.

-Lo sé pero no te veré en dos semanas, no estoy listo para eso aún -soltó y lo miró de reojo soltando una sonrisa, estaba como un tomate maduro, apuesto a que no sabría qué contestarle pero no había podido evitar decir la verdad.

-No digas esas cosas Akefia.

-¿Volví a ser Akefia? -Se sintió decepcionado, últimamente era “Kura esto”, “Kura aquello”. Ya se había acostumbrado-. No seas así de cruel Ryou.

-¿Qué ocurre contigo últimamente? Estás muy amable… para ser tu -levantó los hombros, el no notaba nada diferente en él-. Oye… Kura.

Paró donde estaba y miró el pisó mientras jugaba con las lágrimas de oro que poseía su artículo milenario. El egipcio volteó y caminó hasta estar frente a él, levantó su rostro.

-¿Tienes miedo? -le susurró, al peliblanco le recorrió el frío por la espalda, esa voz profunda parecía cruel pero no era como antes, tenía el objetivo de tranquilizar.

-Estoy seguro que me lo volverá a pedir, son muchos días, ¿y si me lo quita mientras no me doy cuenta? Estuve pensando y quizá sea una buena idea que te lo quedes por ahora.

-Wow, no creí que confiaras lo suficientemente en mi para dármelo, pero Ryou, no puedo tocar una carta de duelo sin descontrolarme, no estoy listo para cuidarlo. Sigo siendo el malo en todo esto -dio un paso atrás declinando la oferta, era horrible tener que admitir eso.

El padre de Ryou como no era un secreto está obsesionado con la sortija milenaria y el poder que esta guarda, desde que la tuvo en el cuello no hubo día o noche en la que no tratase de quitársela. Al principio Akefia hacía hechizos para que se alejara y terminó por apartarse, pero luego de enterarse de que el espíritu encerrado se esfumó volvió a intentarlo.

Una vez lo logró, tuvo suerte de poder obtenerla de nuevo, aunque necesitó que Odeón se involucrara. No quería que volviera a suceder.

-No digas eso, yo-yo admito que ya no eres como antes. No eres malo, al menos no conmigo que era a quien peor tratabas -lo miró pestañando suavemente, Akefia suspiró, recordar todo lo que le hizo no era su cosa favorita.

Se sentía inseguro con lo que le decía, sabía bien que muchas veces pensaba que volvería a ser como antes. Así que, ¿en serio confiaba en él?

-Gracias pero si llego a colocarme eso y algo se me va de las manos… no quiero que la imagen de persona que está cambiando se destruya en un segundo. Estarás bien y si no, me llamas, tomaré un vuelo hasta allá y te haré compañía.

-Es-está bien. Ya me tengo que ir -paso por su lado pero antes de que se alejara demasiado lo tomó de un brazo y lo atrajo hasta abrazarlo-. Estamos en público, suéltame.

-Te olvidabas de tu mochila -le susurró en el oído, el más bajo sintió como se acomodaba el bolso a su espalda y su cara arder, no podía ser más distraído-. Por cierto hice un hechizo hace rato, dejé mi regalo de navidad para ti dentro de tu maleta.

Se alejó avergonzado y asintiendo.

-Lo siento, yo no te compré nada -admitió cabeza bajo.

Si había pensado en que debía hacerlo pero no se le ocurría nada y las cosas que se le ocurrían lo hacían dudar tanto que al final decidió que era mejor nada, tampoco esperaba un regalo de su parte, otra vez lo terminó sorprendiendo.

-Me conformo con un abrazo -dijo simplemente abriendo los brazos.

Se metió entre ellos obligado por la culpabilidad pero de todas formas no se arrepentía.

 

A un par de metros de ellos, Duke y Tristán se detenían a ver la escena. Habían salido corriendo de una tienda donde el pelinegro compraba dulces a último momento cuando los vieron.

-¿También vas a despedirme así?

-Claro que no.

-Oye, no me verás hasta dentro de mucho tiempo, recuerda que me voy a América después de esto con mi familia. ¿No vas  a extrañarme?

-No, al contrario, va a ser todo un  alivio para mí.

-Eres una persona horrible -Duke se dio media vuelta y caminó furioso de vuelta a su avión sin saber que el moreno detrás suyo aprovechaba para mirar su trasero atrapado en esos negros jean suyos, ya se había rendido a intentar no posar su vista allí, era su maldita maldición.

Era de noche cuando partieron y a pesar de que el vuelo era corto no dudaron todos en dormirse, los despertaron al llegar y después de recoger todas sus cosas se subieron a una limusina con destino a un gran hotel de cinco estrellas.

-Hay muchos duelistas -dijo por lo bajo Malik a Yugi.

Todos estarían en un mismo hotel y caminando por los pasillos lograban ver las caras de muchos conocidos y otros rostros nuevos. Las miradas se posaron en ellos, con buenas intensiones y con malas caras, aún así era tarde y preferiblemente la hora de irse a dormir.

-Espero no tener que volver a compartir habitación -le dijo Mai a Duke con advertencia.

-No, me aseguré de que la campeona tenga su propia suite con vista al mar -respondió giñándole un ojo-. Los llevaré a sus habitaciones.

Malik dormiría con Yugi y Duke y Yami tendrían una habitación para ellos solos. Al entrar el rubio se lanzó a la cama de blancas colchas de un salto dejando abandonada su maleta en la entrada.

-Iré a confirmar mi llegada así que buenas noches, nos vemos mañana -dijo Yami y le dio un beso en la frente a su hikari-. Buenas noches Aibou.

La puerta se cerró y quedaron los cuatro solos, el más pequeño estaba rojo mientras que Mai reía por lo bajo.-Yo también quiero uno de esos… -soltó una carcajada y las orejas del otro se pusieron rojas.

-Pensé que hablarías con él antes del viaje -dijo el pelinegro y se tiro junto al egipcio a hacerle compañía.

-No puedo hacerlo, tiene mucho trabajo, no quiero distraerlo. Ya viste que no muchos están contentos con que él se quede con la empresa, parecen que están esperando a que se equivoque. Esperaré hasta que esto termine.

-También tienes que hablar con Joey, por más que duela, necesitas saber que pasó -Malik se sentó en la cama mirándolo serio.

-Yugi, ¿no notabas algo extraño en él últimamente? No pudo haber cambiado de la noche a la mañana -Mai se sentó cruzada de piernas sobre el sofá mientras se llevaba el dedo índice a al mentón.

-No lo sé, no nos estábamos viendo mucho -soltó simplemente Yugi y el resto frunció el seño-. Es que estaba con Yami preparando un proyecto…

-¿Y en su aniversario? ¿Salieron a algún lado? -preguntó ahora Malik, si no recordaba mal el tricolor no les había contado nada, siempre después de tener una cita se entretenían con Ryou contándoles todo lo que habían hecho y eso.

-¿Aniver…? Yo-yo estuve ese día con Yami -respondió con la mirada pérdida en el ventanal mientras se sentaba en su cama.

-¿Estás diciendo que pasaste tu aniversario con otro hombre? -preguntó exaltado Duke-. ¿Al menos recuerdas la última vez que pasaste tiempo junto a él?

-¡Duke! -le regañó Malik.

-Es que el último mes estuve mucho con Yami, nos habíamos peleado y lo extrañaba y Joey dijo que estaba bien, que le gustaba verme feliz -dijo mirando el piso ahora mientras sus ojos ardían.

-A él jamás se le ocurriría alejarte de tu Yami -dijo Malik-. Pero eso no significa que no quería un tiempo contigo.

-Yo empecé esto, es mi culpa que Joey me engañara, yo lo llevé a hacerlo. Siempre volvía tarde a casa y me iba directamente de la universidad con Yami. Por Ra, hasta olvidé nuestro aniversario.

El rubio saltó de su cama para correr hacia su amigo que ya lloraba a lágrima suelta, Duke suspiró sin saber que decir ahora y Mai se tomó la cabeza, ambos en este momento sabían que debían decir algo en favor de Joey. ¿Pero quién se animaría a hacer algo así?

Luego de media hora ambos salieron de esa habitación en silencio para dirigirse a las propias y dejar durmiendo a los otros que se habían hecho bolita abrazados en la cama del tricolor. Desearon que no haya ningún motivo para que Yami tuviese que ir en ese instante y que Yugi no tenga un bajón durante los duelos que termine por no llevarlo a la victoria.

+ - + - + - + 

Ya había finalizado otro día y la primera mitad del concurso. Luego de otra noche agotadora para calmar a Yugi, antes de que Yami lo sienta, comenzó la segunda mitad con entrevistas.

El tricolor estaba perdido entre una multitud de cámaras, micrófonos y vampiros dispuestos a chupar la sangre de cualquiera para sacar algo interesante. Yugi respondía muy desanimado y eso lo empeoró, sus ojos hinchados, su voz escamosa solo llevaron a que esa pregunta saliera a flote.

-Señor Muto, ¿es cierto el rumor de que su pareja actual Joey Wheeler lo engañó con la señorita Mai Valentine? -no se sorprendió ya que había perdido la cuenta de las veces en las que le preguntaron eso.

Pero esa palabra… esa tan significante. Si supiesen que no van por tan mal camino con la pregunta. Si hubieran puesto el nombre del multimillonario en esa oración, no sabría que responder. Aunque ahora tampoco sabía qué hacer.

-N-no, ellos son solo buenos amigos -dijo Yugi y los reporteros lo miraron extrañado, sentía como sus ojos estaban llenándose de agua. Otra reportera le preguntó ahora.

-¿Entonces puede confirmar que su relación sigue firme como el primer día? -le tendió el micrófono y abrió la boca para que de esta no saliera nada, sintió los ojos más acuosos y se puso nervioso. Esta no era la manera de contar que se habían separado y menos estando en vivo en todo el mundo.

-Me-me te-tengo que ir, tengo que ver a Yami -miró rápidamente encontrando un agujero por donde salir y se precipitó hacia allí tirando sin querer uno de los micrófonos y al darse vuelta para pedir perdón escuchó la ahogada sorpresa de todos al ver caer una lágrima de su ojo derecho.

Corrió, muy lejos y con una dirección, dejando atrás a sus amigos que en medio de su entrevista lo llamaron para ver qué pasaba. Abrió una puerta enorme que se suponía que era área restringida. En esa habitación estaban las millones de computadores que controlaban las arenas y un montón de personas que Yami a voz de grito les decía que hacer.

El egipcio hablaba con un hombre mientras miraban una pantalla y le señalaba los puntos donde debían ubicarse las luces. Sintió una puntada en el pecho y lentamente se volteó encontrando a su hikari lloroso frente la puerta, caminó a grandes zancadas hasta él mientras les decía al resto que venía en un momento.

Tomó al tricolor desde la cintura y en menos de un segundo se encontraban en la habitación siguiente donde era el balcón principal. Las piernas del menor flaquearon, Yami lo tomó en brazos y se sentó en un sillón blanco con él encima escondido en su pecho.

-Aibou, no puedo ayudarte si no me dices que ocurre -le dijo bajito al oído mientras que abrazados lo mecía escuchando sollozos-. Se me rompe el corazón de verte así, ya pasó más de una semana, no puedo aguantarlo más. Pensé que ya no habría más secretos entre nosotros.

-Lo-lo siento -temblaba y lloraba, ya no quería ocultar nada pero…-. Cundo termine la competencia te contaré.

-¿Competencia? Yugi, no estás en el estado correcto para jugar a una competencia. Estás mal, te quedarás aquí -el pequeño negó y amagó a levantarse antes de ser atrapado de nuevo-. Está bien, te estaré cuidando desde aquí, cualquier cosa puedes salirte.

-No voy a salirme Yami -dijo escondiendo su cabeza en el cuello del otro, su respiración chocaba contra la piel canela y Yami se estremecía por eso, desearía poder estar así con él para siempre pero no podía.

-¿Quieres hablar con Joey? No han hablado desde que llegaste -que Yami dijera eso funcionó como un interruptor para que toda lágrima aguantada saliera y no fue difícil entender que estaba pasando-. Se trata de Joey…

-Te contaré después, tienes que concentrarte y yo también -ahora si Yugi se paró mirándolo desde arriba y secándose la cara con las mangas de su campera.

Yami miraba el piso pensando en las mil y una formas de matar a un perro, no sabía que había sucedido pero hacer llorar a Yugi era razón suficiente para querer hacer de su vida un infierno. El pequeño se estiró y tomó en sus manos las mejillas del otro hasta que sus ojos se conectaron y luego dejó un suave beso entre ceja y ceja.

-Buena suerte.

+ - + - + - +   

¿Recuerdan cuando el mundo estaba de cabeza porque Seto Kaiba y Rebecca no habían llegado a las finales? La televisión y el internet explotaban por esta noticia.

Bueno… imaginen cómo será ahora que el rey perdió su corona, mucho antes siquiera de poder llegar al final del camino. Se cayó, se tropezó y el mundo se fundió en un silencio por respeto y sorpresa del rey caído que durante tanto tiempo había reinado sin ser derrocado.

El mundo cayó.

Se detuvo.

Y ni siquiera ese muchacho del otro lado de la arena sabía que sucedió o como sentirse al respecto. ¿Debía estar feliz por su victoria o triste por la caída de un ídolo? Había entrenado y en consecuencia ganado muchas competencias, lo suficiente para llegar al torneo, pero no sabía si era suficiente como para ganar.

El chico coreano y regordete tembló en su lugar al ver los Life Points de su contrincante en cero, a pesar de que costase admitirlo él ya había asumido que perdería y pensaba disfrutar en momento. Ahora el ver esos ojos magentas acuosos mirándole… quería pedirle perdón, pero no sabía ni por qué.

Yami en la torre de control se quitó los auriculares y el micrófono mientras se acercaba al ventanal y veía el estadio en su totalidad. La gente no aplaudió al ganador sino que se quedaron cayados mientras su hikari bajaba y se dirigía lentamente fuera de allí.

Desde que comenzó el torneo de segundo día todos notaron lo extraño que estaba el rey, gano un duelo y al comenzar el siguiente…solamente terminó perdiendo. No fue un duelo especial; no había durado mucho, no se colocaron estrategias invencibles, no se abrieron dados con monstruos increíblemente poderosos y menos que menos se construyó un camino a la victoria.

Yugi terminó corriendo a la salida y Yami escuchó como lo llamaban, todo se había detenido, debía continuar. Solo esperaba que Malik estuviera allí para él, no podría salir de ese lugar hasta que el torneo terminara y ni siquiera habían llegado a las semifinales.

-Maldición -susurró por lo bajo y se dio vuelta mientras se colocaba el aparato en su cabeza de nuevo-. ¡Sigan trabajando! ¡El torneo no terminó!

El tricolor utilizó su magia para esconderse de la gente, no quería ver a ningún amigo suyo ni tampoco ninguna cámara. Corrió a la habitación que sabía que era de Yami porque le había dado una llave para verse allí después y al cerrar la puerta sacó su celular.

-Yugi, ¿dónde te fuiste? -dijo Malik apenas contestó el teléfono.

-Estoy bien, buena suerte. Estaré en la habitación de Yami.

Eso fue todo para luego cortar, apagó el aparato que ya había sonado con llamadas de sus otros amigos, hasta de Joey y lo dejó arriba de una mesita. Se quitó los zapatos, su duelodisc, su cinturón donde llevaba sus cartas y el abrigo que llevaba encima que más bulto le hacía. Por último su pantalón, quedándose solo en una camisa azul que le quedaba grande sobre su típico buzo a tirantes gruesos negro. No estaba más que para una siesta.

Se acercó a la cama y por la parte de los pies levantó las frazadas y se metió por allí, gateó en las sábanas frías hasta que llegó a las almohadas pero no las corrió, solamente dejó una hendija para que entrara el aire y se quedó allí.

Quieto y sin hacer ruido aspiró  profundo sintiendo un tenue aroma que él ya conocía, se notaba que todavía no habían limpiado la habitación y Yami se tomó el trabajo de estirar las frazadas lo más que pudo. Sentía el olor a su colonia y a arena que siempre llevaba encima.

Pasaron casi tres horas hasta que Yami pudo terminar su trabajo, había bajado a la arena a entregar los premios; la nueva reina era Mai que tenía una sonrisa falsa en el rostro y miraba a los reporteros con clara intención de asesinarlos si pensaban entrevistarla, el segundo puesto era para un chico europeo y el tercero a una chica que rondaba los 16 años.

Duke y Malik habían sido eliminados y ni siquiera les importaba, su preocupación había podido con ellos sacándolos antes de las semifinales. En cambio la rubia estaba tan enojada y triste que no le dio piedad a nadie.

-Yugi me dijo que estaba en tu habitación, creo que te está esperando -le dijo Malik por lo bajo.

-Bien, gracias. Por cierto Duke, creo que tendrás que hacer otra competencia. Esta no salió como lo planeamos -Yami colocó una mano sobre el hombro del chico de ojos verdes que asintió suspirando.

-Fue un desastre -afirmó y empezó a caminar hacia los reporteros con sonrisa forzosa, ya pensaba dejar claro que habría otra competencia y daría la cara por Mai que tenía un ramo de flores en manos y parecía que lo usaría como arma contra todos.

El bicolor salió corriendo de allí mientras esquivaba a todas las personas de la entrada, por más que conocía una puerta secreta, las calles estaban llenas de personas. Tuvo que  recorrer cinco cuadras hasta el hotel y subir diez pisos de escaleras porque el ascensor estaba abarrotado de gente.

Al llegar a la puerta se agachó para tomar aire y que su respiración y corazón fueran más lentos. Secó su sudor con la manga de su traje negro (estaba obligado a usarlo aunque no quería) y abrió la puerta para luego entrar.

-¿Yugi? ¿Estás aquí? -preguntó extrañado, allí no había nadie y la puerta del baño estaba abierta pudiendo comprobar que no había nadie.

Dio dos pasos más hacia dentro, nadie en el sofá, nadie en el baño, nadie en el balcón… Giró la cabeza a un costado al ver que algo en su cama se movía, había tantas frazadas que no era más que un bultito adorable y sonrió. Parecía un gatito oculto, él adoraba los gatitos.

-¿Qué haces ahí oculto? -dijo bajito al estar a su lado y ahora que veía bien, en los pies de la cama había ropa tirada. Nadie le contestó. Tragó duro al pensar en que tenía a su hikari semidesnudo en su cama, porque mientras estuviesen allí lo era. Sacudió la cabeza-. Aibou~…

Las frazadas comenzaron a moverse hasta que apareció un pelo extraño y familiar que dio paso a dos grandes dormidas amatistas que le pestañaron con suavidad y tristes. Estiró la mano y terminó de descubrir su rostro, arrodillado como estaba colocó su cabeza sobre una mano y la otra se quedó embobada acariciando su roja mejilla. Prácticamente estaba encerrado en un horno.

-¿Piensas  decir algo o prefieres que te deje solo? -Yami hizo el amague de alejarse y la mano de Yugi voló en un segundo a la suya cocándola de nuevo en su rostro mientras negaba.

-Quédate -se quedaron en silencio por un tiempo hasta que volvió a hablar-. ¿Te decepcioné? Siento no haber ganado…

-¿Qué? Claro que no Aibou… no me importa si ganas o pierdes, eres el mejor para mi -Yami frunció el ceño, no podía creer que hubiese pensado algo como eso-. Yugi, tú no le debes nada  a nadie así que nadie está decepcionado.

-Pero no gane. Ya viste a todas esas personas, eso se trasmitió en todo el mundo y ya no soy el rey de los juegos. Perdí, no sabía vencerlo -una lágrima se deslizó hasta caer en las uñas mordidas del egipcio.

-Claro que no, todos tenemos días malos que nos hacen fallar, eso no te quita el buen duelista que eres. Aparte todos se dieron cuenta de que estabas mal y Duke decidió que…

-¡No creo que eso sea algo bueno! -el tricolor se dio la vuelta en un pequeño salto y su compañero se dio cuenta de que había metido la pata.

El no quería que todos se enteraran de que estaba mal, de que Joey y él se habían peleado. Quería mantenerlo en secreto hasta poder estar mejor.

El teléfono de Yami comenzó a sonar y cuando este se fijó vio el apellido Kaiba en la pantalla. Se sentó en la cama y comenzó a acariciarle los cabellos a Yugi que era lo único que se veía luego de que volviese a su caparazón de tela.

-Es Kaiba, seguro que quiere preguntar cómo fue la organización o que fue lo que te paso…. ¡Yugi! ¿Qué haces? -Yami quedó helado cuando de un segundo a otro su hikari se sentó, tomó su celular y lo lanzó con rabia al otro lado de la habitación donde quedó sonando mientras también se escuchaba un gran crujido.

Volvió a voltearse y recostarse mientras temblaba y las lágrimas se le acumularon, nunca le había hecho nada a Kaiba, es más él le había provocado tantas veces que debería odiarlo pero aún así lo consideraba uno de sus amigos. Ahora no sabía que pensar de él. Una mano le acarició sobre la camisa toda la extensión de su brazo y escuchó como Yami se quitaba los zapatos.

-Yugi tú nunca te enojaste así con nadie. ¿Paso algo con Kaiba que no me haya enterado? -le hablaba en susurros sin parar de acariciarle, eso lo tranquilizaba.

-No pasó nada…

-Aibou… -se agachó y le besó la sien visible.

-Es sobre lo que pasó con Joey -continuó acariciándolo mientras fruncía el ceño en espera silenciosa, escucho a Yugi hipar, no le veía bien pero sabía por sus temblores que estaba llorando-. El me engañó… con Kaiba.

Toda acción del antiguo faraón se detuvo en ese instante, cual parte era más extraña no sabía, pero Yugi no le mentiría. Sintió crecer en su interior algo que no podía controlar, estaba enojado, nadie lastimaba a su hikari, a su Yugi, al sol que le hacía querer levantarse cada mañana.

-Confié en él… -susurró pensando en lo estúpido que había sido en darle su autorización para que esté con Yugi. ¡Se suponía que eran amigos! ¡¿Qué rayos había pasado?!-. Te juro que cuando volvamos a Domino voy a…

-Vas a nada -lo regañó el tricolor dándose la vuelta mientras se sentaba-. Este es mi problema, primero quiero hablar con Joey y ver qué pasará luego. Es mi mejor amigo, no va a dejar de serlo…

-Tienes el corazón más grande que he visto -Yami se lanzó a abrasar a Yugi-. Pero le daré una paliza igual. ¡Auch! Está bien, está bien. No haré nada.

-También fue culpa mía supongo -Yugi miro la cama tratando de no hacer contacto visual, le avergonzaba saber que le dio más importancia a su Yami que a su propia pareja y eso llevó a…bueno… a eso-. No entiendo igual por qué Kaiba. Ellos no se llevan bien.

-Supongo que debe ser por Mokuba, Joey y él se estaban viendo mucho últimamente. Yugi, ¿cómo te enteraste de lo que pasaba?

Inmediatamente su cara se puso roja, solo le había contado a Ryou y Malik cómo fue que paso. Ahora no podía hacerlo, ¡era Yami! No podía decirle que estaban haciendo, ni que Joey gimió el nombre de Kaiba. Sería vergonzoso y seguramente se enojaría más.

-No quiero contarlo -dijo simplemente y el moreno asintió confundido, Yugi siempre le contaba todo de su relación menos…

-Creo que ya entendí -dijo en medio de un gruñido, no quería ni imaginarse que estaban haciendo esos dos. El color rojo ahora se le subió a las orejas-. ¿Vas a mudarte cierto?

-Volveré con mi abuelito. Tristán sacó durante la semana varias cosas mías, están en lo de Ryou ahora. De todas formas siguen habiendo cosas que debo arreglar con Joey.

-Podrías venir a vivir conmigo -soltó de repente y lo miró con los ojos bien abiertos, después de todo siempre quiso esto desde que llegaron. Vio a Yugi negar con la cabeza.

-No quiero molestarte.

-No lo harías.

Bueno, no se rendiría. Tenía toda la vida para convencerlo y ahora se sentía más confiado, tenía a Yugi solo para él, ya no tenía que compartirlo y se aseguraría de que volviese a sonreír como siempre.

Al final terminaron durmiendo hasta la noche abrazados.

+ - + - + - +   

Los chicos se quedaron unos tres días más donde se entretuvieron haciendo turismo por toda la ciudad, aunque se suponía que sería la manera de ayudar a Yugi a estar feliz parecía que los seguían a cada paso que daban.

La sencilla acción  de navegar por internet terminaba en algo relacionado con la derrota del rey y lo lejos que estuvo Duke de ganar su propio juego. Al menos Yami no había lanzado ninguna maldición egipcia a Joey, seguramente porque sentía que salió ganando de esto; Yugi no volvió a su habitación sino que se había quedado a pasar esas noches con él.

Cuando estaban en el aeropuerto tuvieron que separarse, Mai volvería con su familia a donde nadie sabe en realidad, pero parecía un tema delicado para preguntar y Duke partiría a San Francisco donde le esperaban sus padres.

-Yugi, ¿podrías darle esto a Tristán para navidad?-Duke le tendió una bolsa amarilla de tamaño mediano a Yugi y este la tomó.

-Claro, se la daré. Que pases bien estas fiestas.

-Es una lástima que no puedas venir a pasar año nuevo con nosotros -Malik abrazó a Duke y Yugi a la vez.

-Les traeré regalos desde América, lo prometo.

-Espera un segundo, ¿por qué si dejas un regalo para Tristán y no para nosotros? -le reclamó con una ceja alzada el rubio.

El chico de ojos verdes abrió la boca para responder sin saber que decir y luego la volvió a cerrar mientras su rostro se volvía completamente rojo. Yugi y Malik se miraron sorprendidos por la actuación de este.

-Presiento que hay algo que no nos has contado -dijo Yugi con una sonrisa.

-Claro que no -afirmó el moreno.

Llamaron al vuelo de Duke  y este se dio vuelta mientras les saludaba con una mano y así se alejó de ellos mientras giñaba un ojo a las chicas al pasar… lo típico de todos los días con Duke. Los otros dos se rieron, había sido más que obvio para ellos.

+

Yugi pasó los días hasta navidad en casa de su abuelito que por cierto no entendía que había pasado entre Joey y su nieto pero estaba seguro de que se arreglarían, ya sea en pareja o como mejores amigos de vuelta.

En la noche de navidad se juntaron todos en la casa de los Yamis y planeaban ir a una fiesta de un amigo de Tristán. Ahora se encontraban caminando hacia allí por la ciudad; los árboles relucían de luces y había nieve amontonada en sus ramas, un hermoso paisaje para que todos se tomaran fotos.

-Muéstrame esa junto a la fuente -le dijo Yami a Yugi, quería unirla a su gran colección de “no acosos a mi hikari, solo me gusta verlo”, la había apodado así luego de que Akefia se burlara de él por todas las fotos que le sacaba en el día.

El tricolor sacó el celular y se metió en galería mientras el moreno le abrazaba por detrás apoyando se cabeza en su hombro, paso rápido las fotos hacia atrás, quizá demasiado y terminó mostrando a pantalla completa otra cosa.

Se tensó en su lugar al verla; era una foto de hace quizá tres semanas donde salían él y Joey abrazados en su cama. El rubio sonriente y él dándole un beso en la mejilla. Yami chasqueó la lengua sin resistirse. Enserio que eso era lo último que quería ver, es más hasta era el motivo por el cual aun no tenía redes sociales. Odiaba ver esas fotos, aunque a Yugi le hacían feliz.

El pequeño tragó saliva y volvió a la pantalla de inicio fijándose la hora, era temprano, aún faltaba para que sean las doce. Levantó la vista y se fijó donde estaba, más que conocía el lugar, su antiguo apartamento estaba a dos cuadras de allí y así tomó una decisión: debía ser valiente como le enseñó Yami y enfrentarse a eso de lo que corría hace semanas.

-Iré al apartamento, luego los alcanzaré -dijo pero fue detenido cuando decidió avanzar.

-No te dejaré ir solo, ni a un lugar ni a otro. No sabes llegar a la fiesta -dijo Yami mientras escuchaba a Marik llamarle ya que se habían quedado atrás.

-Bien, pero me esperas abajo -abrió la boca para protestar-. Si lo ves lo golpearás, se que quieres hacerlo faraón.

-No es cierto -se defendió-. ¡Adelántense! ¡Iremos después!

Y así se fueron a comenzar a caminar, el tricolor ni siquiera sabía si estaría en casa, era probable que al igual que ellos asistiera a la fiesta de navidad o algún otro lado. Iban por la vereda de frente y levantó la vista a la ventana que sabía que daba al living, tras las cortinas color crema se veía un amarillo fuerte. Estaba ahí.

Yami tuvo que recontra prometer se portaría bien; nada de subir, nada de golpear y nada de magia egipcia. Es decir nada divertido para él… y es que ¿por qué Tristán siendo su amigo lo golpeó y él no podía hacerlo?

Sintió tanta envidia cuando se lo contó ayer. Suerte que su hikari no se enteró.

Se sentó en el borde de la acera y miró la hora en su celular, si no bajaba en media hora iría buscarlo. Bufó, ¿por qué rayos haría eso? No es cómo si Joey fuese a hacerle daño.

Está bien, lo admitía, su mayor miedo era que volviesen a estar juntos.

El no quería eso.

+

Saludé al guardia en la entrada, ya me conocía después de todo y me detuvo para saber por qué ya no pasé por allí. Odio mentir, pero tuve que hacerlo, que vergüenza… debe ser la única persona que no ha visto las revistas con mi cara colorada admitiendo que no estoy bien con Joey y ni hablemos de mi derrota aplastante.

Aún creo que es raro que Kaiba no me haya llamado para burlarse, me parece mejor porque no quiero verlo ni en televisión.

Sentía temblar mis piernas mientras el ascensor se elevaba hasta mi piso, bueno… su piso ahora. Salí y me paré frente a la puerta, no tenía las llaves, debía tocar. Respiré profundo. No era tarde para echarme atrás, podría irme con Yami a la fiesta y posponer esto.

Estiré la mano y toco el timbre, luego metí ambas en los bolsillos de mi abrigo y esperé

-¡Yugi! -Joey me miró sorprendido cuando abrió y se me lanzó arriba en menos de lo esperado-. Lo siento. Lo siento tanto. Nunca lo hice con la intención de lastimarte, lo juro.

Por Ra, estoy seguro de que mi cara arde como un tomate. No estaba listo para esto, esto no debería suceder. Parece que Joey se dio cuenta de eso y me soltó, abrió la boca para decir algo y la cerró. Ese si era mi amigo, hace las cosas antes de actuar y luego se mete en  royos, le sonreí ligeramente.

-¿Puedo pasar? -había otro apartamento en frente del pasillo y no quiero realmente que nos escuchen.

-También es tu casa -dijo rascándose la nuca, ambos sabíamos que ya no era así.

Fruncí el seño por el olor allí, puedo jurar que huele a alcohol. Hay Joey…. El apartamento es un completo desastre, hay vasos y cajas de obentos por todos lados. Creo que ha estado durmiendo en el sofá o algo así ya que tiene frazadas y una almohada allí.

Esto lo que suele suceder cuando Joey está solo. Se desmorona. Se me oprimió el pecho.

-Volveré a vivir con mi abuelito. Te daré las llaves la próxima vez -le dije mientras me voltee.

-Pienso mudarme también, el apartamento es muy grande para vivir solo -asentí. Estaba con el pelo desordenado y solo con el pantalón de pijama. Mi rostro volvió a arder de incomodidad y el saltó al darse cuenta y corrió o colocarse una remera de las suyas que estaba en el suelo-. Lo siento y también lo siento mucho por hacer que perdieras el torneo, sé que es culpa mía.

-Olvídalo, ya he ganado muchos y seguramente podre ganar más -le sonreí y él me correspondió. Obligue a mis pies moverse por donde quisieran o caería al piso enseguida, siempre he sido muy débil para mantenerme en pie por mi mismo cuando estoy nervioso.

Joey tenía pintura en la cara y podía ver por qué, habían tres pinturas nuevas a oleo esperando ser terminadas. Una eran mis ojos, podía notarlo fácilmente, no era la primera vez que lo hacía y otra eran… los de Kaiba, al menos eso parecía. ¿Quién más tendría esa mirada tan helada como él? Me hacía estremecer del miedo de solo mirarla.

-Sobre Kaiba… -empezó Joey a mis espaldas.

-No entiendo por qué fingen que se odian si no es así. Sé que también es culpa mía, te dejé de lado para irme con Yami pero, ¿Por qué no trataste de hablarlo conmigo? -sentí una lágrima que caía por mi mejilla y volví a mirarlo, enredaba sus dedos entre sí.

-Lo sigo odiando -le miré con una ceja alzada, si era así no se notaba-. Quizá ya no tanto como antes pero no tenemos un romance o algo así. Aparte… yo empecé todo esto, él no tiene nada que ver.

-¿Te sientes bien? Estás defendiendo a Kaiba -él se rió en respuesta asintiendo.

-Es la verdad y respecto a lo otro… no quería hacerlo porque sabía no cambiaría nada y no quería que te alejaras de Yami. Él te hace más feliz de lo que yo podría alguna vez hacerlo. A veces pienso y pensaba que estabas con la persona equivocada, parece que quieres estar con él…

-¡No te atrevas a decir que es lo quiero! Yami es solo mi amigo. ¡Yo estaba contigo! -le grité sintiendo caer agua salada en grandes cantidades que nublaban mi vista.

-¡Pues no lo parecía! -él suspiró fuerte-. Yugi no quiero discutir contigo. Pero no creo que nuestra relación se haya arruinada hace dos semanas, fue mucho antes. Adoro verte feliz y si Yami puede hacer eso, siendo tu amigo o lo que sea, yo voy a estar de acuerdo.

-Deberías haber hablado conmigo… y no haberte ido con Kaiba en busca de compañía para acostarte con él -le dije mientras señalaba el cuadro de los ojos azules.

-No llegamos a acostarnos -se tiró en el sofá y pegó su rostro a la almohada-. Solo era un juego para pasar el tiempo, empezó por acá, se fue para allá y antes de darme cuenta terminó así.

Me di cuenta de que esto no nos llevaría a ningún lado, ambos éramos culpables del delito de romper en pedazos nuestra relación. Ambos nos volteamos a ver a otras personas y ambos nos mudaremos para tomar distancia el uno del otro. Pero ambos nos extrañábamos porque éramos mejores amigos y queríamos seguir siéndolo.

Volví a la entrada y le miré, esto no debía terminar mal, nuestra amistad no tenía la culpa de que nos fijáramos en el otro de la manera incorrecta.

-¿Piensas pasar noche buena tirado en ese sofá? -le pregunté y el me miró asintiendo-. Ven conmigo, iremos a la fiesta de Natsuki. No está bien pasar navidad solo y apuesto a que los chicos también te extrañan, más que nada Tristán.

-Sí, seguro -dijo el sonriente y señaló su mejilla que tenía… tenía, por Ra, está muy morado. Le dije que no golpeara a Joey, se quedará sin el regalo de Duke si no le pide perdón. Todos somos amigos no debería hacer algo como eso.

-Si lo hace -afirmé y señalé el pasillo-. Ahora ve a cambiarte o Yami va a helarse haya abajo por esperarnos.

-¿Viniste con Yami? -bien quizá haber venido con él después de saber que es una de las causas de nuestra separación no fue la mejor idea pero esto no fue planeado. Se paró del sofá y me miró serio mientras volvía a rascarse detrás de la nuca.

Nunca pierde esa manía cuando está nervioso.

-Sí, estábamos todos juntos, nos separamos para venir. No se molestará porque vengas, la navidad es para estar con amigos -le sonreí y el salió corriendo.

Como siempre demoró solo cinco minutos en arreglarse. Volvió a la sala con el cepillo de dientes en la boca, un peine en una mano y la otra atándose un zapato. Joey… nunca cambias. Di un salto cuando terminó de cara en el piso.

-Estoy bien… ya vayamos -dijo desde el piso levantando el pulgar hacia arriba.

Se colocó una chaqueta de cuero y abrió la puerta para mí, para luego cerrarla con llave y dejar esta en la planta de afuera, como sabía que haría. Colocó su brazo izquierdo sobre mis hombros mientras caminábamos por el corredor y lo sentí natural.

Así debíamos haber estado siempre, como amigos. Supongo que no estuvo tan mal probar después de todo, después de todo los dos disfrutamos del otro y me ayudó a perder el miedo en tener una pareja. Ahora solo quedaba contarle al mundo entero que ya no estábamos juntos.

Al salir ya estábamos separados y encontramos a Yami sentado en la nieve mirando su celular mientras temblaba. Corrí hacia él y me agaché para abrazarlo.

-¿Por qué no entraste? Te podrías haber congelado.

-Aibou… -levantó la cabeza para mirarme-. ¿Cómo te fue?

-Bien, es más, mira a quién traje conmigo -señalé a Joey que se notaba claramente en una posición clave para huir.

-Ho-hola -saludó con la mano.

-Si… hola -le di un manotazo en la nuca a Yami, se lo merece por atrevido. Y se llevó otra más por fulminarlo con la mirada. Lo escuché gruñir, rayos, espero que se puedan volver a llevar bien-. ¿Entonces volvieron a estar juntos?

-¡No es así! -la voz de Joey se alzó junto a la mía.

+ - + - + - + - +  

-¡Feliz navidad!

Toda la familia de Ryou estaba reunida en el tejado de su abuela a media noche para mirar los fuegos artificiales en el cielo y entre ellos se saludaban. El peliblanco bajó junto a sus primos pequeños a abrir los regalos junto al árbol.

-¡Gracias Ryou! -una niña de 6 años de cabello blanco y ojos azules lo abrazo luego de recibir su regalo y se fue corriendo detrás del resto de los niños.

-¡No jueguen con el balón dentro de la casa! -les gritó mientras se reía de sus travesuras, le encantaría hacer lo mismo que ellos pero era el mayor así que debía dar el ejemplo.

Volvió a subir las escaleras para ir con los mayores y se detuvo al final de esta, su padre no dejaba de incomodar a toda la familia, ya había perdido sus lentes y estaba al tope del alcohol. Sería una noche larga, solo esperaba no tener que hacerse cargo de él.

Ya quedaban pocas luces de colores a la vista pero decidió disfrutarlas sentándose en un banco blanco en una pequeña terraza que tenía su abuela para tomar té con sus amigas los sábados por la tarde. No es que no le gustase su familia, le gustaba volver a su hogar pero ya casi no lo sentía así y extrañaba a sus amigos y a Akefia, bueno él también era su amigo, ¿no?

Su teléfono sonó y vio el número de su Yami en la pantalla.

-¿Es brujo o qué? -susurró Ryou.

Así que estabas pensando en mi…”La cara de Ryou se sonrojo al darse cuenta de que lo habían escuchado. ¡Feliz navidad Ryou!”

-Fe-feliz na-navidad, Kura -le devolvió.

“¿Ya abriste mi regalo?”

-Aún no, iré hacerlo ahora mismo y aprovecharé para encerrarme en mi habitación. Mi padre está ebrio, seguramente me llamarán porque me necesita -se paró y como ninja escurridizo comenzó a correr hacia su antigua habitación.

“Lo que necesita es una paliza de mi parte” -pronunció con rabia el peli plateado del otro lado de la línea.

-¡Akefia no digas esas cosas! -lo regañó mientras cerraba la puerta tras de si-. Ya tengo el regalo, lo voy a abrir.

Tomó  de la bolsa que halló en la maleta y sacó de esta una caja rectangular bastante pesada aunque no mucho, al abrirlo se encontró con una caja de chocolates conocidos y se le hizo agua la boca.

“Si salió como lo planeé, abriste los chocolates primero” -recibió una afirmación de Ryou. “No pueden faltar esas cosas extremadamente dulces en un regalo para ti. Abre el otro ahora”.

Volvió a meter la mano y sacó otra cajita envuelta en papel platinado y con una moña roja que traía una nota: para mi luz. Eso solo lo hizo sonrojarse, saco con cuidado el envoltorio y miro bien pensando que era. Era cuadrada de quince centímetros cada lado, muy plana y forrada en cuero negro. Con curiosidad levantó la tapa y sobre un fondo de terciopelo rojo vio un collar de plata con inscripción en cursiva.

Mi hikari.

Lo mismo que la carta solo que de diferente forma y se le llenaron los ojos de lágrimas que no salieron ya que fueron tapadas por una gran sonrisa.

-Es hermoso, gracias. No tenías que hacerlo y más ya que no tengo un regalo para ti.

“Yo sé que puedes darme de regalo. Sería muy feliz si me dejaras hacer algo, más bien que no me regañes cuando lo haga. Es más lo estoy haciendo ahora mismo”.

Ryou frunció el ceño extrañado, ¿qué le pediría? El no pedía permiso para hacer nada, solo cuando se trataba de magia…hay no...

-¿Kura, que vas a hacer? -preguntó suavemente y al segundo sintió un frío recorrerle toda la espina dorsal y de repente la luz de su habitación titiló tres veces hasta que de un momento a otro se apagó.

Sintió una mano grande taparle la boca y trato de pararse del borde de la cama enseguida. Sentía su corazón bombeando fuertemente en su pecho y el ojo de Horus apareció en su frente brillante mientras era empujado a acostarse en su cama mientras lo soltaban. Una cabeza se colocó sobre la suya y largos mechones de cabellos suaves le rosaron las mejillas.

-Sorpresa -dijo simplemente Akefia mirándolo desde arriba mientras estaba arrodillado en su cama.

Ryou se levantó enojado mientras el ojo se iba, arrojó el regalo que había apretado en su mano izquierda sobre sus almohadas y dirigió un golpe al pecho de su sonriente Yami, luego otro y otro y otro más mientras las lágrimas caían por su rostro.

-Eres un-un i-i-idiota, me asustaste muchísimo. ¿En que estabas pensando? ¿Qué clase de sorpresa es esta?

El egipcio tomó las muñecas del menor entre sus manos deteniendo los golpes que se sentían como masajes sobre su piel. Bajó un poco su sonrisa y soltó una mano para limpiar sus lágrimas, sentía a través de la unión por la sortija el corazón de Ryou latiendo rápido, quizá debió decirle lo que planeaba hacer.

-Lo siento, esa no era la intención -se bajó de la cama y lo miró desde arriba-. ¿Te gustó mi regalo?

-Sí, pero ahora me siento culpable. Te debo un regalo -Ryou tomó el collar entre sus finos dedos y maniobró para colocárselo sin lograrlo-. ¿Me ayudas?

El peli plateado se acercó a la cama mientras el otro se daba vuelta tomando entre sus dedos temblorosos su pelo hacia la izquierda dejando ver su cuello. Apenas se veían el uno al otro en la oscuridad de la habitación y la única luz que había se filtraba por la ventana.

-¿Puedo acostarme en tu cama? -le susurró en el oído y el pequeño tembló mientras giraba el rostro, sus labios no estaban a más de diez centímetros de distancia y se sorprendió al ver que estaba pensando cómo sería morderlos cuando estos se movieron para hablar-. La magia que utilicé para llegar acá es extremadamente agotadora.

-Entonces… está bien -Ryou vio como su oscuridad se dejaba caer de cara contra el colchón, los músculos de sus brazos se endurecieron en torno a su almohada y su cabello descansó en su espalda hasta casi sus glúteos, se sintió tentado a estirar la mano y lo hizo. Tomó un mechón de lacio cabello y lo enredó en su índice-. Tienes muy largo el cabello.

-Lo sé, tengo que cortarlo -la voz salió ahogada por estar tapada pero aún así se entendió-. ¿Sabes que podrías darme de regalo?

-¿Qué cosa?

-Un masaje -levantó el rostro y lo miró sonriente mientras elevaba y bajaba las cejas tentativamente, Ryou se sonrojó.

-¡Claro que no!

-Oye, ¿sabes lo que me costó llegar hasta aquí? Es lo menos que podrías hacer por mí -se sentó mirándolo sonriente pero se ganó que lo fulminaran con la mirada-. Bueno, está bien, será la próxima vez. ¿Y si yo te hago un masaje?

El peliblanco no tuvo ni tiempo a pensar cuando tomaron su mano y lo jalaron al otro extremo de la cama, en un ágil movimiento Akefia pasó por encima y se sentó sobre su trasero mientras reía. Trató de levantarse pero seamos sinceros, su cuerpo no podría contra el del egipcio.

Una coloración roja se instaló en sus mejillas luego de que sus labios dejaran salir un bajo y delirante gemido, dos palmas se instalaron en sus hombros e hicieron presión allí. No se animaba a quejarse y menos a admitir lo rico que se sentía que lo tocara así, más cuando se dirigió a su espalda baja, la presión en su trasero por su peso le hizo salir espasmos que se fueron directamente a un lugar prohibido.

Se sentía muy avergonzado.

-No tienes por qué hacer esto -le dijo bajito mientras cerraba los ojos ante el placer y el mayor abrió sus piernas colocando cada rodilla a cada lado del trasero de Ryou y aprovechando la altura bajó ahora sus manos hasta él y presiono, se sentía suave y redondo-. ¡Kura!

Ryou, ya liberado del peso ajeno se dio vuelta de inmediato mientras fulminaba al otro con la mirada. Le había tocado el trasero. ¡El trasero! ¡A él! ¡¿Qué clase de masaje era ese?!

-Lo siento, se movieron solas -dijo  aún arrodillado sobre la entrepierna de su hikari y agradeció a la oscuridad porque tapaba el claro bulto que se había formado en su pantalón luego de tocarlo.

Por Ra, no podían culparlo por esto, juraba que ese trasero lo estaba llamando para ser masajeado. Al menos había podido comprobar que era tan hermoso como siempre había pensado, grande para ser del chico y tan carnosamente apetecible para clavarse de una estocada en él, era una lástima que no pudiese hacerlo.

La presión de su miembro contra la tela de su pantalón lo llevó a cometer la mayor locura de ese día, inclinó su espalda hacia delante colocando sus palmas a los costados de la cabeza de Ryou hasta que su rostro estuvo lo suficientemente cerca para dejar en claro sus intensiones.

Ryou abrió los ojos como platos al ver los labios gruesos y resecos de Akefia acercarse a los suyos. Sintió su corazón acelerarse mientras le gritaba que se acercase el también, pero una voz en su cabeza también le gritaba que parase con esto. Eran amigos. ¿Qué pasaría después de esto?

Akefia decayó su cabeza a la derecha para tener mejor comodidad cuando sus labios se juntasen, faltaban nada, sus respiraciones se mezclaban y Ryou se agarraba de las sábanas con las uñas cuando giró el rostro a un lado.

El egipcio se decepcionó y mordiendo sus labios en una firme línea se dejó caer en el cuello de Ryou mientras suspiraba. Bien, eso no había salido como quería, es más, era todo lo contrario. Lo había arruinado todo. Aspiró el olor dulce de su cuello, olía a chocolate de coco, amaba el chocolate de coco.

-Entiendo… -le susurró para luego levantarse dejando fijamente sus ojos en el nuevo collar de Ryou, pase lo que pase, quisiera él o no, le pertenecía.

Desde el minuto en que se conocieron, desde el día que encerrado en prisión se dio cuenta de que lo extrañaba más de lo que debería, desde que se metió en un lago y en un remolino para volverlo a ver y desde que lo volvió a ver Ryou, era suyo.

Se separó de él y quedó parado a un lado de la cama de brazos cruzados mientras su hikari avergonzado se sentaba.

-Lo siento…

-¿Por qué? –preguntó más serio de lo normal Akefia, si alguien debía pedir perdón era él, quería hacerse el idiota también, fingiendo que no había querido besarlo.

-No lo sé. Sentí la necesidad de decirlo -lo miró a los ojos y no se resistió así que se dio la vuelta.

Caminó hasta el espejo de cuerpo completo, la puerta por donde vino sin que Ryou se diese cuenta y estiró la mano  atravesando la superficie ahora gelatinosa y miró hacia atrás al chico que miraba sorprendido lo que sucedía.

-Si sucede algo, llámame -le guiñó un ojo y desapareció.

 +

Akefia apareció en el cuarto principal del amigo de Tristán, había estado divirtiéndose con los demás cuando tuvo tantas ganas de llamar a Ryou que se alejó en dirección de la terraza. No conocía al chico de quien era la casa pero esta era enorme. Sintió tan fuerte la desesperación por verle que recordó esa magia rara que pocas veces utilizaba y la aprovechó.

Salió de ese cuarto evitando a todos con un par de saludos de mano, al parecer le caía bien a muchas personas pero enserio, el no era como Yami, le seguía molestando estar entre muchas personas. Algunos se le hacían insoportables. Daba gracias a los dioses que los chicos de su banda sabían cerrar la boca y que las chicas no se le tiraban encima, al final los consideraba sus amigos.

Cuando llegó a la calle paró un taxi y en menos de 10 minutos ya se encontraba en su habitación, se tiró en la cama mirando el techo esperando  que este se le cayera encima. Esperaba que esto se pudiera olvidar, no, no, olvidarlo sería horrible e imposible para ambos. Solo quería que no afectara negativamente su relación con Ryou.

Ahora debía hacer lo que quería hacer cuando decidió volver.

Eran las dos de la mañana cuando la familia Bakura decidió por fin irse a dormir, un hombre peliblanco estaba sentado en el sofá junto a una botella de champagne que hasta hace uno minutos compartía con su primo. Su cabeza rebotaba contra su pecho pidiendo descanso entre ronquidos pero se negaba a dormir.

Se paró de allí y caminando torcido subió las escaleras.

Se sentía furioso con su hijo, no se veían hace meses y él lo ignoraba. ¿Cómo se atrevía? Después de todo el lo mantenía y no era capaz si quiera de tocar su precioso collar milenario. ¡Que también pago él! Pasó años buscándola y cuando la halló su hijo se la quedó.

Y esa… momia asquerosa. Ese espíritu que rondaba dentro siempre acechándolo, prohibiéndole poner un dedo sobre esa preciosa joya y esa poderosa magia que lo haría un hombre indetenible. Pero no se molestaba, quizá tardó en darse cuenta por la distancia pero sabía que ese ser maligno ya no estaba dentro.

La última vez había fallado, su hijo fue listo, pero esta vez él ganaría. Era suya. Él la pago. Él la buscó. Caminó por el pasillo hasta la puerta de su hijo y luego de tres intentos porque no veía bien logró abrir la puerta.

Todo estaba a oscuras pero no se arriesgaría a prender una luz que advirtiera a su hijo de su presencia. Como sombra en la oscuridad se movió hasta la cama del chico, bajó las frazadas hasta poder ver su cuello y allí estaba… la pieza milenaria.

La tomó entre sus manos y levantando la cabeza de su primogénito se la quitó, vio algo más brillando en su cuello que llamo su atención y lo leyó con curiosidad, estaba seguro de que él no portaba eso durante la festividad. Sin más se dio la vuelta dispuesto a marcharse, esta vez lo haría bien, se iría lejos esta misma noche y tomaría un vuelo apenas despertara.

Frenó en seco en la habitación al fijar su vista en el espejo, no sabía si era el alcohol en su sistema o la falta de sus anteojos pero allí en la superficie del espejo veía un rostro y torso de un muchacho; uno grande y de presencia firme, no había más color que el plateado y su cabello ondeaba detrás de sí en una brisa inexistente.

-Devuelve eso a donde lo sacaste -la voz retumbó por el lugar pero se notaba que venía del espejo.

-E-Es mi-mía, no-no tengo por qué de-devolverlo -llevó la sortija milenaria  a su pecho y dio un paso torpe hacia la puerta.

Estaba seguro de que esa figura se hacía cada vez más y más grande, hasta que vio el cuerpo entero en el espejo y luego este comenzó a partirse en una fina línea de la cual salió un rostro con dementes ojos lavanda que lo apuñalaban a amenazas mudas y comenzó a temblar.

Lo conocía, era él.

-Te lo advertí hace años, deja eso viejo o te arrepentirás -Akefia estaba en todo su esplendor frente al espejo de brazos cruzados.

-¡No lo haré! -el tono de voz del señor Bakura subió con confianza que pronto se extinguió.

El egipcio comenzó a pensar en las opciones que tenía, la verdad es que deseaba tirársele encima y quitársela a los golpes pero estaba el problema de que no quería tocar la sortija y menos tan enojado como lo estaba ahora.

-¿Papá? ¿Qué haces? -Ryou se sentó refregándose los ojos tratando de adaptarse a la luz. Cuando prestó atención a la escena, a su Yami que había vuelto y a su padre que había robado su objeto más preciado, se bajó de la cama de un salto-. Devuélveme eso.

-No ¡Es mío! Ustedes dos deberían ser los que se alejaran de mí y tu... espíritu insolente… deberías estar sellado en una tumba -el hombre señalaba con el dedo acusador a Akefia que levantó una ceja mientras dejaba salir una sonrisa engreída.

Ryou comenzó a avanzar hasta quedar al lado de su Yami, su padre ya estaba bajo el marco de la muerta y le susurró por lo bajo “sácasela”.

“No puedo tocarla” salió de los labios del peli plateado. “Inténtalo tú”.

 El hombre trató de escuchar lo que tanto hablaban pero la pérdida de los sentidos no se lo permitía, Ryou noto su estado y eso lo animó. Dio un paso atrás de otro hasta estar frente al sujeto que le dio la mitad de los genes, levantó su mano y la posicionó alrededor de un lado. El mayor se enojó por el descaro de su hijo y soltó la sortija de la mano derecha elevándola dispuesto a dirigirla al rostro de su hijo.

Pero antes cayó de golpe hacia atrás en el piso con un notable puñetazo en el rostro cortesía de la momia insolente que tanto odiaba.

-Ya me aburrí de ti -pronunció después de Ryou se agachara a tomar lo que le pertenecía-. Perdón por golpear a tu padre…

-Ya no me interesa. Lo único que piensa es en encontrar tesoros, se hunde solo. Amm… ¿podrías sacarlo? -el otro asintió

Lo agarró del cuello del traje y lo sacó al pasillo, colocó hechizos de seguridad en la puerta que sabía que Ryou conocía. El de ojos cafés volvió a sentarse en su cama suspirando mientras se colocaba su collar y Akefia se le paro en frente haciendo que levantase la vista.

-Me alegra que estés bien -le acarició el pelo mientras pensaba si estaba o no bien abrazarlo, apenas sabía que era abrazar y aún no aprendía cuando debía hacerlo, pero cuando estaba con él sentía las ganas y necesidad de tomarlo entre sus brazos.

-Gracias a ti  -quedó estático cuando terminó siendo Ryou quien le abrazó por la cintura mientras descansaba su cabeza en su pecho-. Kura, sobre lo que pasó antes, ¿por qué querías hacer eso conmigo?

-Quiero hacer muchas más cosas que esa contigo Ryou. Lo quiero todo contigo. Pero no importa si no sientes lo mismo -se alejó del congelado peliblanco que tenía los ojos llenos de lágrimas que no salían-. Vendré mañana en la noche…

Y así desapareció en el espejo.

+ - + - + - +  

Ya era oficialmente navidad y se habían reunido todos en la mansión de los Yamis, desde el abuelito hasta los hermanos Ishtar. Acababan de terminar de comer el almuerzo, cortesía de Ishizu, ya que Yami les había dado el día libre a todos los empleados.

-Estoy seguro que le puso algo a mi plato, se rió cuando me lo dio. ¡Lo juro! -decía por lo bajo Marik a sus hermanos mientras fulminaba con la mirada a la pelinegra.

-Oye Marik, ¿tú eres alérgico a la pimienta verdad? -preguntó la egipcia en tono amble, el cuestionado asintió frunciendo el ceño-. Ups…

Levantó el último plato de la mesa con ayuda del abuelito y se fue riendo a la cocina. La piel morena del chico rubio se volvió blanca como el papel. Esa bruja… lo sabía… quería matarlo.

-Espera… ¿Qué hago ahora? Necesito un hospital -se llevó ambas manos a la cabeza con preocupación mientras veían como Akefia y Yami se llevaban los brazos al estómago de tanto reírse-. ¡No sé dónde le ven lo gracioso! Podría morirme en cualquier momento por ese veneno. ¡Tienen que ayudarme!

-Esa receta no lleva pimienta Marik -le dijo el faraón mientras se secaba una lágrima.

-Aparte Malik también es alérgico, tratará de matarte a ti pero no a su hermano -afirmó el ladrón de tumbas.

Volvieron a la sala mientras que el cuida tumbas no dejaba de farfullar sobre lo malvada que era Ishizu y que pensaba robarle a su hermano algún día como venganza. Todos estaban repartiendo regalos por aquí por allí mientras reían, Yugi se acercó a Tristán con una bosa.

-Esto te lo envía Duke -el moreno la agarró curioso y sacó lo que estaba dentro-. ¡Oh si! Es la chaqueta que quería.

Se colocó una chaqueta negra con claro estilo motociclista y se fue al baño a mirar cómo le quedaba, recordaba haberla visto en el centro comercial cuando fueron todos hace un par de semanas y le comentó que le encantaba. Pero también recordaba que estaba muy por encima de lo que su presupuesto le permitía.

Duke era genial, debía agradecerle cuando lo viera

Volviendo a la sala…

-Más te vale dejar de mirarle el trasero a mi hermano -le dijo Ishizu mientras lo pisaba al pasar por su lado.

Marik se vio obligado a hacerle caso y llevar una mano a su pie mientras saltaba. ¡No era su culpa! Ese trasero estaba elevado para él mientras recogía los regalos del suelo. ¡No podía evitarlo! Por todos los dioses, esa mujer tenía ojos en todas partes.

Notas finales:

¿Les gustó?

Si se preguntan por qué decidí arreglar tan rápido la relación entre Yugi y Joey es simplemente que me parece que el tricolor ya ha estado demaciadas veces triste en esta hitoria y relamente no se lo merece...

Y el otro motivo es que creo que las parejas cuando se separan no tienen por qué queda en malos terminos? Digo, si hay amistad por qué terminar eso? No estoy lista para separarlos  como mejores amigos.

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!!


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