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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me peetenecee, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Al fin después de semanas ocupadas tuve un fin de semana de descanso en el que me cayó toda la inspiración acumulada ensima y me encerré a escribir este cap. No me gusta demorar en subir un capítulo, pienso terminar esta fic.

Espero que lo disfruten.

Bloomx.

Era el último día del año y todos se estaban dirigiendo al teatro de ciudad Domino donde los alumnos que estudiaban actuación en la Universidad presentarían su obra. Joey y Akefia habían partido en la mañana para hacer la práctica por última vez.

-¿Y entonces que pasó? ¿Te besó? -preguntó Malik por lo bajo.

Estaban los tres hikari apartados del grupo y de toda la gente se  aglomeraba en la entrada, Ryou había estado actuando extraño desde que llegó de la casa de su abuela  pero a pesar de que todos lo notaron ni sus mejores amigos podían desatarle la lengua

Hasta ayer.

No perdían el tiempo para planear juntarse en la casa de alguno a dormir  y tampoco demoraron en ver el hermoso collar de plata de colgaba de su cuello en la mañana. Sin querer mencionó que su yami lo fue a ver y eso fue carbón suficiente para prender la caldera de la curiosidad.

-No… -dijo el peliblanco mirando el piso y escuchó el típico “Aahh” de decepción de parte de Yugi y Malik-. Yo no lo dejé.

-Pensé que te gustaba -dijo bajito Yugi y el rubio asintió apoyándolo.

-Claro que no. Solo somos amigos, hasta hace un tiempo ni siquiera nos llevábamos bien -Ryou terminó de contarles todo lo que sucedió después.

-Bueno, pero está claro de que él no quiere ser solo tu amigo y hasta te marcó como suyo -Malik señaló el collar de Ryou que se veía en su cuello -. Ahí dice “mi”.

-Eso es porque si soy su hikari -Yugi y Malik compartieron una pequeña risa-. ¡No me refiero a eso! Me refiero a que…

-Oigan ya está por empezar -los interrumpió Tea mientras señalaba la puerta y miraba con los ojos entrecerrados al peliblanco-. ¿Por qué Ryou está rojo?

+

“¡No me interesa si tienes dinero o no! Me casaré contigo igual, se lo diré a mi padre”.

“¡No! Yo solo quiero lo mejor para ti. ¡Escúchame! Todo saldrá bien, solo no debes olvidar que te amo”.

-Se van a besar -le susurró Malik a Ryou desde atrás-. ¡Tienes que hacer algo!

-Calla, no me interesa que se besen. Aparte no se van a besar, ya leí el libre…

Las palabras de Ryou quedaron otra vez cortadas. Sabía que la actuación estaba ambientada en la Antigüedad y era un romance entre la hija de un noble y un campesino, Akefia era  el campesino. La pareja en la obra  estaba escondida en un bosque, muy pegados… declarándose su amor.

Él había leído el libreto hace tiempo, ellos no se besaban. ¿Por qué entonces…?

Sus ojos se abrieron como platos y sintió como su pecho se presionaba. Sobre el escenario Akefia tomaba de la cintura a una chica vestida de rosa, de largo pelo negro y la besaba con pasión.

Ryou frunció el ceño. ¡Eso no estaba en el libreto! ¡¿Por qué se besaban si no estaba en el libreto?!

Sintió la mano de Yugi envolver la suya que estaba hecha un puño, estaba junto a él e inmediatamente le hizo aflojar cada músculo de su cuerpo. Era una obra, ¿cierto? Aparte a él no le tenía porqué importar, es más le convenía que su Yami se consiguiera una novia. Aunque personalmente no le parecía linda, no sabía cómo pudieron elegir a alguien tan fea y con tan mala voz como actriz principal de un musical.

Suspiró.

¿A quién engañaba? La chica tenía rostro y cuerpo de modelo y la voz de un ángel, no como él.

-Se lo que piensas Ryou y déjame decir que no es cierto -le dijo Yugi por lo bajo.

-Cierto, ella no te llega a los talones -la mano de Malik se instaló en su hombro, para que mentirles si ellos solos se daban cuenta de la verdad.

La obra estaba por terminar, al final el propio hermano de la muchacha junto a su madre la habían asesinado y borrado su nombre de la historia de la familia. La habían enterrado en el bosque en el que solía verse con su amado y ahora Akefia campesino estaba frente a su tumba con guitarra entre sus manos dedicándole una última canción mientras múltiples chicas disfrazadas de hadas bailaban a su alrededor.

La música calló y el telón se cerró para abrirse tiempo después con todos los actores presentes. El público no se hizo esperar y comenzó a aplaudir.

-¡Ese es nuestro hermano! -gritaron parados Yami y Marik mientras aplaudían.

-¡Eres nuestro orgullo! -gritó el faraón borrándose una lágrima falsa.

-¡Yo le enseñé todo lo que sabe! -terminó diciendo Marik mientras festejaba pasando un brazo por los hombros de su hermano falso.

Todos se dirigieron a esperar a que salieran tanto Akefia como Joey. Ryou estaba orgulloso de como lo había hecho su Yami, estaba seguro de que tendría muchas oportunidades en un futuro y tenía en mente pedirle que le cantara esa última canción a él.

-¡Joey! Lo hiciste genial -le felicitó Yugi.

-Deberías haber hecho de árbol, te habría salido mejor -le dijo Tristán de espaldas.

-¿Y entonces por qué lloras, idiota? -como siempre el rubio se le tiró encima de su espalda y terminó siendo abrazado por un moreno mocoso y lagrimoso, al final solo luchaba para escapar.

-Estoy tan orgulloso de ti Joey, recuerdo cuando… -todos se alejaron de Tristán y Joey que ahora hacían sus típicas obras de mejores amigos, a esos sí que nadie los separaba.

Los ojos chocolate del peliblanco fueron tapados por dos grandes manos desde atrás, provocando que casi suelte el ramo de flores que llevaba entre manos.

-¿Te gustó la obra? -le susurró una voz áspera en el oído y se dio vuelta lentamente volviendo a poder ver, encontrándose con un chico moreno portador de una cicatriz en la mejilla que solo lo hacía ver más atractivo y con el cabello largo y platinado atado en una trenza baja y lleno de brillantina que no se había podido quitar.

-Me gustó mucho -le sonrió tiernamente y consiguió que se la devolvieran, salieron de estado de mirarse el uno al otro cuando recordó el ramo que rápidamente le tendió-. Son para ti.

-Gracias, espero siempre recibir uno de tu parte en cada obra -se agachó y colocó un suave beso sobre la frente de su hikari.

Detrás de Ryou, Malik y Yugi aguantaban las ganas de sonreír y gritar de la emoción mirando la escena. Y Ryou decía que no había nada entre ellos. Está bien, quizá ambos actuaban con mucho cuidado con el otro por todo lo que había pasado pero después de que les contara lo que sucedió en Inglaterra no podían evitar notar lo bien que quedaban juntos.

-¡Akefia, ven, quiero presentarte a alguien! -el profesor Nicolás llamaba desde lejos haciendo señas para que se acercase así  que sin más opción Akefia fue.

Hablaban ambos con un hombre que rondaba los cuarenta y se saludaban cordialmente. Ryou quedó en el mismo lugar mientras veía como la chica que había actuado junto a Akefia también era invitada a la conversación y los cuatro rieron juntos. La chica se sostuvo del brazo del egipcio mientras parecía alagarlo.

-¿Ryou vienes con nosotros o esperaras? -le preguntó  Yugi acompañado de su Yami. Miró a Akefia y se mordió el labio al ver a la chica quitarle el ramo que le había dado para oler las flores.

-Esperaré a Akefia, nos vemos en la salida -les dedicó una sonrisa y los vio alejarse.

Tardaron cinco minutos en despedirse y agarrar cada uno por su lado, la chica se despidió con un abrazo de su Yami y no pudo apartar la vista de ella hasta que el chico volvió junto a él.

-¿Dónde están los demás?

-Se adelantaron… por cierto, estás lleno de brillantina -el moreno movió su trenza viendo como de esta caían pequeños brillos, tenía el cabello llegándole a la cintura, no se lo había cortado desde que había llegado.

-Sí, las chicas insistieron en que debía hacerlo, no entiendo para qué. Ellas brillaban como un foco -ambos rieron por lo bajo-. Hablando de eso… sobre el beso… no se decidió hasta hace un par de semanas… por eso…

-Está bien, no entiendo por qué me lo cuentas -Akefia miró enojado hacia otro lado mientras mordía sus labios. Sabía que no tenía por qué pero sentía que debía hacerlo-. Hacían linda pareja en el escenario.

-Sí, muchos dijeron lo mismo -Ryou paró en ese momento y lo miró-. Pero en el escenario, digamos que no vamos en las mismas direcciones. Por ejemplo ella ya tiene a alguien.

El peli plateado le señaló con la cabeza detrás de ellos, la chica estaba besándose con otra chica que a la vista de Ryou parecía de secundaria y seguramente lo sería de lo pequeña que era. Bueno en eso si tenían algo en común ya que Akefia le lleva siglos de años.

-Ah… -solo pudo decir de la vergüenza y se adelantó un poco para que no se notara su sonrojo.

 -Bueno también hay que tener en cuenta que mis intereses están en otra persona. ¡Oye Ryou, no corras! ¡Era una broma! ¡No lo volveré a decir!

+ - + - + - + - +

-Tengo que ir al baño. Adelántese, los veo donde siempre -corrí hacia los baños con el bolso colgado al hombro. No entiendo por qué no me dejaban ir al baño, ni que tuviera que salir tantas veces a escena; la mayoría de las veces era para hacer relleno de los campesinos mientras Akefia cantaba.

Realmente la actuación no es lo mío.

Salí con las manos empapadas de agua y las sacudía de lado a lado mientras las secaba en el pantalón, ¿para qué voy a usar el seca manos si la ropa está más cerca? Giré  a la izquierda en el pasillo y me detuve en seco.

No, no, no, no. Él no. ¿Por qué justo él?

Kaiba estaba apoyado contra la pared mirándolo fijamente con una sonrisa de costado, estaba solo. Bien Joey, esto significa que te estaba esperando, no puedo dar la vuelta. El castaño vestía un esmoquin limpiamente planchado y negro como la noche con una corbata azul que hacía juego con sus ojos.

-Buena actuación, aunque hubiera estado mejor si aparecieras más -tenía un pie rebotando contra la pared y ese gesto enserio lo hace ver más joven, bueno, de la edad que tiene. Parece un chico nervioso esperando a una novia. ¡No Joey! ¿En qué estás pensando?

-La actuación no es mi fuerte, aunque no se me da mal. ¿Qué haces aquí? -les dije a los chicos que los vería, así que hay que terminar con esto.

-Era función única, no iba a perdérmela. Aparte de que Mokuba quería ver la función también -busqué con la mirada  pero no encontré a ningún pelinegro, más bien no había nadie en ese pasillo… muy conveniente, rayos.

-¿Y dónde está? -la verdad es que tengo muchas ganas de verlo, no lo veo hace semanas, a ninguno de los dos Kaiba. Estoy seguro de que sabe lo que sucedió con Yugi y lo último que quiero es que también se entere de que fue con su hermano.

-Dijo que te buscaría por su cuenta así que aprovecharé eso para darte esto -de la mano en su espalda sacó una rosa roja y florecida. Y no sé por qué pero no me lo pensé dos veces en tomarla hasta que me pinché el dedo con una de las espinas soltando un gemido de dolor-. Si serás torpe perro…

-Cállate. ¿Por qué me das esto de todas formas? -la olí, dulce. Hay muchas rosas plantadas en el jardín de su mansión-. ¿Mandaste a alguien a cortarla?

-No, lo hice yo mismo -se alejó de la pared y menos de lo que esperaba ya estaba frente a mi colocando cada una de sus manos mi cadera-. Te hubiese comprado un ramo, pero sé que no te gustaría que te trate como chica y… llamaría demasiado la atención si vengo con un ramo.

Lo dice como si alguna vez le hubiese regalado flores a alguien. Es un idiota, mira esa sonrisa que tiene en la cara, ¿desde cuándo me sonríe? Seguramente algo le pico mientras cortaba la rosa, si debe ser eso.

-Pues... ya debo irme -sus manos hicieron presión en mis caderas, ya veo, no piensa soltarme-. O quizás no… ¿necesitas algo más de mí?

-Ya que lo mencionas sí -sus labios se acercaron a los míos, rozaron los míos cuando por el bien de ambos coloqué una mano en su pecho impidiéndole avanzar. Sus ojos se abrieron y se enderezó-. ¿Todo será distinto ahora verdad?

-Lo será. Ya no quiero esto, Se-Seto -quizá fueron tres las veces en la que lo llamé por su nombre, una era ahora y las otras, me da vergüenza decirlo, pero creo que estaba gimiendo.

-Estás más delgado -sus manos pasaron a acariciar más arriba que mi cintura y rodeó mi muñeca con dos dedos mientras miraba mi rostro detenidamente-. Ven en la noche a la mansión a festejar año nuevo, invité a muchas personas que no conoces pero así Mokuba no se aburrirá  y habrá mucha comida que te gusta, me aseguré de eso.

-¡Oye! ¿Me estás escuchando? -Kaiba seguí inspeccionando mi cuerpo, quizá si había adelgazado un poco pero no era tanto. ¡Tocó mis pompis! ¿Era necesario que hiciera eso?- ¡Ya basta pervertido! ¡No iré! Esto se termina aquí.

-Tú empezaste esto perro, sin preguntarme si quiera -tomó mi barbilla haciéndome mirar sus ojos llenos de rabia y desesperación-. No me has respondido las llamadas, ni los mensajes, ni siquiera a Mokuba y cuando nos  vemos me dices esto…

-¡Por Ra Kaiba! No estamos en una relación, esto no era más que algo de amantes. Tuve muchos problemas por esto. Ni siquiera sé por qué te importa tanto, si quieres acostarte con alguien al fin búscate otra persona -tomé sus manos apartándolas de mi cuerpo y me agaché a tomar el bolso del piso.

-Está bien… pero ven a la mansión esta noche, hazlo por Mokuba también -se dio la vuelta caminando hacia el ascensor, seguramente iría al subsuelo donde su enorme limu lo espera.

No lo entiendo. ¿Por qué se enoja? ¿Es decir que quiere que vaya por él aparte de Moki? Habíamos quedado que solo sería sexo, pero esto nunca llegó a sexo siquiera así que, ¿cuál es su problema?

Me di la vuelta para caminar hacia el otro lado, ahora al parecer tengo que cancelar la salida con los chicos para ir a una fiesta refinada, con un traje, llena de gente que no conozco. Hablar con Kaiba no es opción, ya no sé ni cómo tratarlo, para lo único que hemos hablado es para acordar el diseño de la nueva carta y si no era por email era por terceros.

-¡Joey! ¡Llevo horas buscándote! -la voz de Mokuba se escuchó a muchos metros de mí y enseguida sentí a alguien abrazarme sobre los hombros.

Espera. ¿Hombros? ¿Qué rayos?

-¿Qué toma tu familia para crecer tanto a esta edad? -Mokuba habrá crecido unos veinte centímetros desde que lo vi por última vez y las facciones de niño tierno apenas se notaban… al menos sus hermosos ojos siguen ahí-. No puedo creer que ya tengas 16.

-Sí, es la misma edad que tú y mi hermano tenían cuando se conocieron.

-Ni lo menciones, el peor día de mi vida -la sonrisa de Mokuba se ensanchó, sé que su sueño es que nosotros nos llevemos bien pero al menos no le molesta que moleste a su hermano.

-Joey, estuviste fantástico en el escenario -estoy seguro de que no hice la gran cosa, no sé por qué me felicitan tanto-. Oye, esa era la rosa que traía mi hermano, no sabía que era para ti. Todos nos extrañamos cuando la cortó, estuvo más de veinte minutos para elegirla.

La mirada de ese niño me asusta. ¡Es un niño! Bueno… ¡era un niño! Me está mirando como si supiera algo. ¿Él no sabe nada o sí? Lo último que me falta es que quiera juntarme definitivamente con su hermano.

-Sí, me la dio él -suspiré vencido mirando la rosa-. Y también estoy medio obligado y medio invitado a ir a una fiesta en tu casa esta noche.

-¡Qué bien! Eso explica por qué Seto pidió personalmente que hicieran una pequeña parte con comida que te gusta -dijo llevándose un dedo a la mejilla pensando. ¿Él planeó eso para mí? Me pregunto que está planeando… si es que planea algo.

Al final Mokuba terminó yendo a comer con el resto de los chicos, todos estaban contestos de verlo de nuevo y mi duda también se extendió por la cabeza de Tea y Malik, ellos también notaron lo que había crecido.

Ahora Mokuba ya es un hombre, se conseguirá una novia, ayudará a Kaiba en la empresa más de lo que ya lo hace y cuando quiera acordar voy a estar solito y él ya no me va a querer.

-Joey, ¿estás llorando? -preguntó Yugi mirándolo mientras fruncía el ceño.

-Claro que no, solo se me metió algo en el ojo.

+ - + - + - + - +

-¿Enserio no quieres venir?

-No quiero ver a Kaiba hasta las próximas competencias a menos que sea necesario -Yugi bajó la mirada al piso y yo tomé su mano dándole apoyo.

Según Ryou desde que Yugi me contó lo que había sucedido con Joey está mejor pero yo puedo verlo y sentirlo en lo más profundo de mi corazón hasta cuando duerme, sé que le falta tiempo para volver a ser como siempre, pero tengo una vida para animarlo.

-¿Viste lo que le regaló Akefia a Ryou para navidad?

-Sí, estaba muy bonito. Me alegro tanto de que su relación haya mejorado -Yugi tembló de frío y lo acerqué hacia mí. Estábamos caminando codo a codo a casa del abuelo Muto y el frío se hacía notar, era demasiado como para utilizar mi motocicleta. Si estuviera solo no importaría.

-Yo también. Por cierto, ¿puedo regalarte también algo así? -las cejas de mi hikari se fruncieron formándose una pequeña arruga entre ambas, es lo más adorable entre estas calles; apenas se ven sus ojos tras la bufanda y su abrigo, lo hacía ver como una bolita.

-¿A qué te refieres?

-No sé, quizá un collar que diga mi nombre. Así todos sabrían que soy tu Yami y tú eres mi hikari. Sería como si llevaras mi nombre tatuado en tu piel -las mejillas pálidas se colorearon con color carmín, últimamente me siento genial cuando logro eso, se ve tan adorable.

-No creo que fuera correcto hacer eso. ¿Tienes que irte ya o puedes quedarte un rato más? -en realidad debería irme ya, pero no puedo decirle que no a esos ojos.

Cuando entramos el abuelo no estaba, según Yugi había salido a comprar algunas cosas ya que se iría a América unos días para ayudar al profesor en una investigación... hay costumbres que nunca se pierden.

Nos quedamos en la sala y en menos de un segundo Yugi sacó su mazo  de cartas; la próxima semana habrá la competencia de Dados de Monstruos del Calabozo y estaba más que decidido a ganar… hasta da miedo la forma de concentración en la que planea su baraja… me pregunto de dónde sacó eso.

A cierto… de mí.

Otra vez esa arruga entre sus cejas, lo hace ver como un chico Universitario de veinte años. La mayoría de las veces luce como alguien de secundaria, me pregunto cómo lucirá esa marca cuando ya sea un adulto.

-¿Yami? ¿Qué haces? -los ojos de Yugi miraban hacia arriba donde mi dedo tocaba entre ceja y ceja.

-Amm… ¿sabías que cuando frunces el ceño se te forma una pequeña arruga aquí? -el negó con la cabeza mirándome extraño. Claro que me mira extraño… yo también me miraría extraño-. Quedas adorable con ella. ¡No es que no seas adorable sin ella! Tú entiendes…

-Yami, ¿estás bien? -esos enormes ojos amatistas me miraron con curiosidad, pero al no encontrar nada volvieron a las cartas frente a él en la mesa-. Por cierto, deja de tratar así a Joey, nos incomodas.

-Yo no le dije nada -me fulminó con la mirada. Está bien quizá si mando una que otra indirecta y quizá, solo quizá, si alguno de estos días hubiésemos estado solos le devolvería lo que se merece a golpes. Pero al menos yo considero que es algo normal y que se lo merecía. Me crucé de brazos apoyando la cabeza en el sofá-. Si yo fuera tu novio no te haría algo así…

Miré a Yugi y este se sonrojó, se ve tan adorable cuando hace eso y me sonrió. Cambiaría todo el oro del mundo si pudiese verlo así todos los días, si me sonriera y se sonrojara para mi claro.

-Pero eso no va a pasar -gateó hasta mí y me dio un beso en la frente. Estiré la mano y acaricié sus mechones rubios y su mejilla, no puedo evitar sonreír. Se merece tanto que a veces hasta pienso que yo no debería estar a su lado, pero quiero estarlo.

-Solo piénsalo, creo que sería un buen novio -lo atraje hacia mí para sentarlo entre mis piernas en el suelo y lo abracé por la cintura colocando mi cabeza sobre su hombro-. Te haría un desayuno todos los días y siempre comeríamos hamburguesas, miraríamos esas series que nos gustan hasta quedarnos dormidos como hacemos ahora y jugaríamos juegos cada vez que quieras… piénsalo, no soy una mala oferta.

Yugi se rió mientras jugaba con nuestros dedos enredados en su vientre plano y negó con la cabeza, que decepción… aunque admito que me lo esperaba.

-Serías un buen novio -¡sí, punto para mí! Solo tengo que convencerlo un poco más-. Pero no.

-¿Qué? ¿Solo pero no? Al menos dame una mejor excusa para romper mi corazón. ¿Qué tal si soy tu amante entonces?

-¡Por supuesto que no Yami! ¡No digas esas cosas! -veía la mitad de su rostro como un tomate, hasta sus orejas estaban rojas. Le mordí la que estaba frente a mí y él dio un pequeño salto.

-Soy bueno en eso… -le di un beso en el cuello y el enseguida se zafó de mis brazos y se volvió a sentar donde estaba antes. Estuve tan cerca…

-No me interesa tu vida sexual -nunca creí que me diría algo como eso. Bueno, si supiera que ese lado de mi vida esta nulo porque no me lo puedo sacar de mi cabeza-. Y también ya te lo he dicho, pero eres como mi hermano mayor.

Auch.

Otra vez lo volvió a decir. ¿Debería decirle directamente que no lo veo como un hermano mayor o dejar las cosas como están hasta ahora? Cuando Yugi me dijo que estaba con Joey terminé aceptando que seguramente ese sería mi papel de ahora en adelante pero ahora que no están juntos… no quiero que alguien me tome la delantera y tampoco quiero compartirlo, lo quiero simplemente para mí.

¿Acaso estoy mal por desear eso?

Miré a Yugi, otra vez volvió a meterse en sus jugadas. Es la luz misma de mi vida, se merece muchas cosas y yo solo me esfuerzo para estar a la altura de tener el derecho de estar con él. Yo lo haría muy feliz… yo sé que es así. Solo quiero una oportunidad.

Mire la hora en mi celular, ya es tarde. Me acerqué a él colocando un beso en su cien.

-Lleva tu rompecabezas a la fiesta y llámame si estas en problemas o si simplemente me extrañas un poquito -como siempre no había quien no planease una fiesta de fin de año a la cual asistirían los chicos mientras que Duke y yo fuimos prácticamente obligados a asistir a la fiesta de Kaiba Corp..

-Si te llamara cada vez que te extrañara, te pasaría llamando, Yami -esa sonrisa en serio me vuelve loco, ¿cómo espera que me comporte?

-Yugi, enserio, enserio, enserio quiero que dejes de verme como un hermano o vas a terminar volviéndome loco -agarré sus grandes mofletes entre mis dados y terminé dándole un beso en la punta de la nariz.

+

-Llegas tarde Atemu.

Genial lo que me faltaba. Entre los profesores que Pegasus envía últimamente ha estado viniendo uno con un carácter bastante especial, en otras palabras me odia.

-Buen día Chris, yo estoy bien gracias por preguntar -me senté frente a él en la biblioteca y me fulmino con la mirada… ojala supiera lo capaz que soy de mandarlo al mundo de las sombras.

-No sé por qué Pegasus insistió en que heredaras Ilusiones, nos llevarás a la ruina a todos, muchacho insolente. Debería haber dejado que los que trabajamos para él durante años tomemos su lugar y…

No sé por qué aún no le digo a Pegasus que no quiero tener clases con él, gastamos la mitad del tiempo en escucharlo quejarse de cada error que cometo. Y deja demasiado en claro en que esperaba ser él quien tomara el lugar de Pegasus antes de que yo llegara.

+ - + - + - + - +

Marik y Malik estaban en la casa del segundo, planeaban todos pasar la noche en una fiesta y el más pequeño estaba emocionado. Sencillamente le encantaba ese ambiente de multitudes felices, seguía siendo algo nuevo para él.

-¿Este o este?

-Son iguales.

-Claro que no, torpe -Malik miró indignado a su Yami, le estaba mostrando dos pantalones, uno en cada mano. Cualquiera se da cuenta que la diferencia está en el color de los bolsillos por dentro y que uno tiene más cortes que el otro.

-Los dos te quedarían bien.

El guardián de tumbas estaba sin zapatos recostado en la cama de forma horizontal con la cabeza apoyada en la mano derecha comiendo papas mientras veía los cambios de ropa que hacía su hikari y lamentando que no se cambiara frente a él, claro.

-Creo que ya lo tengo -Malik se metió de nuevo en el baño y salió con el primer conjunto que se había probado, Marik suspiró… tenía el presentimiento de que esto sucedería-. ¿Por qué suspiras? ¿No te gusta?

El peli cenizo se decepcionó, pensaba que le encantaría como se veía con ese jean negro, roto y ajustado en combinación con uno de sus típicos buzos que dejaban ver su ombligo, este era rojo. Se dio la vuelta dispuesto a cambiarse de nuevo.

-¡No! Me encanta. ¡Enserio! -dijo tirando la bolsa de papas a un lado, no quería ver más cambios de ropa, no sabía que le había picado a su niño para que hiciera todo esto.

Su hikari sonrió satisfecho, solo quería que de su boca saliera un me encanta, siempre que se cambiaba le decía que estaba lindo. Pero él no quería eso, ¡quería asombrarlo! Que solo tuviese ojos para él. Si supiera que Marik lo seguiría viendo hermoso aunque llevase una sábana en la cabeza.

Malik se tiró en la cama junto a él y sacó su celular, para sacarse fotos juntos.

-Me gusta esta, pásamela -Marik tenía agarrado por la cintura a su hikari mientras ambos sonreían a la cámara y quedaban ambos con orejas y nariz de perro para compartirla luego en la aplicación.

Malik se sentó a horcajadas sobre la cintura de su Yami y agarró el paquete de papas poniéndose a comer lo que quedaba. Seguían llevando una relación extraña y ambos estaban bien con eso; se rosaban, se tentaban pero no se besaban.

Comenzó a dejarse caer y al estar uno arriba del otro comenzó a besar el cuello del mayor, hasta le dejó un redondito y pequeño chupón. Se rió del suspiro que salió de sus labios.

-Ya deja de tentarme -le dijo Marik y le dio cachetazo en su trasero mientras sonreía.

-¡Oye! No hagas eso -Malik lo miró con cara de inocente, lo disfrutaba, disfrutaba hacerlo sufrir porque sabía que en cualquier momento diría que sí. No podía negarlo, Marik le seguía gustando y él le había mostrado lo mucho que lo quería.

-Tu empezaste, aparte me gusta tocarte el trasero así que no iba a dejar pasar la oportunidad -volvió a darle otro golpe pero más fuerte haciendo que el otro soltara un grito mitad gemido y luego acarició la zona con la mano.

Inmediatamente se escucharon unos pasos en el pasillo y a alguien decir un hechizo para sacarle el seguro a la puerta. En menos de un segundo Ishizu había abierto de par en par la habitación y quedó a sus ojos la vista de su hermano mirándola asustado arriba de la momia egipcia que aparte de que estaba en una situación obscena ya, tenía su mano en el trasero de Malik.  Se hizo un silencio sepulcral y Marik que no podía verla por estar de espaldas pensaba en la forma en la que esta lo mataría y si sacaba la mano del trasero de su hikari o no. Si lo pensaba era posible que esta fuese la última vez que pudiese hacerlo, así que la dejó.

-¿Qué crees que le estabas haciendo a mi hermano? -lo acusó la pelinegra pero de detrás de ella apareció Odeón que la tomó de la cintura y la comenzó a arrastrar para que saliera-. ¡Odeón, bájame! ¡Lo voy a hechizar! ¡Se lo merece!

-Lo siento chicos, sigan con lo suyo – la cabeza de ambos egipcios desaparecieron por el umbral de la puerta y esta se cerró de golpe.

Marik y Malik se miraron extrañados y aliviados de que nada pasara.

-Tiene  que conseguirse un esposo -dijo por lo bajo el de ojos mieles y el de ojos lavanda asintió.

-Eso fue incómodo -Malik rió por lo bajo y volvió a sentarse en la pelvis del otro que ahora sostenía su trasero con ambas manos-. Suerte que Odeón estaba en casa.

-¿Ma-Malik podrías sentarte más adelante?

-¿Por qué? ¿Ocurre algo? -dijo el más pequeño mientras movía sus caderas de lado a lado y miraba la cara de Marik ponerse roja de la presión que hacían sus dientes apretados.

Marik lo fulminó con la mirada y en menos de que lo que canta un gallo ya había quedado el arriba de Malik, el cual se reía mientras masajeaba con el pie descalzo la erección creciente del otro.

-Me encantas mi brisa del desierto -le susurró y así consiguió que todo movimiento parara, los ojos de la persona bajo él se aguaron pero sonreía.

-Hacía mucho no me llamabas así. Antes me llamabas así todo el tiempo -dijo por lo bajo, apenas llegaba a oírlo.

Si creyeron que se besaron luego, no, no pasó. Ya era de noche y ambos sabían que ya era hora de irse así que un beso en la frente del pequeño fue suficiente. Corrieron hasta la puerta de entrada huyendo de las amenazas de Ishizu y se montaron en el auto de Marik dirigiéndose a la casa de Yugi.

-¿Cómo están? -preguntó el pequeño.

-Yami me amenazó para que te cuidara -soltó la lengua inmediatamente el cuida tumbas-. Yo creo que eso es abusar de su poder, tienes que regañarlo.

-Ya y puesto a que no debías decir nada, no entiendo si se llevan bien o no -dijo Malik riendo y Yugi se sonrojó, prácticamente le habían conseguido un guardaespaldas.

En ese momento recibió un mensaje de Yami, más bien era una foto de él mismo frente al espejo. Tenía un traje gris y una corbata roja sobre la camisa negra. Se atrevía a decir que estaba muy atractivo, aunque para él Yami siempre lucía bien. No en el sentido de que le gustara sino que…

-¡Malik, devuélvemelo! -el rubio le había sacado el celular y contemplaba la foto que tanto color había instalado en las mejillas de su amigo.

-Wow, Yami queda muy guapo en traje. Oye Yugi, ¿te molesta si empiezo a salir con él? -un gruñido se le escapó a Marik que apretaba el volante entre sus manos y Malik rió-. Era broma, tranquilo…

+ - + - + - + - +  

-¿Duke? ¿No se suponía que tenías que ir a la mansión Kaiba?

Ya todos se habían llegado a la fiesta y entre vuelta y vuelta encontraron al pelinegro bailando con otro chico arriba de una mesa. Eso último les era normal, lo extraño era que estuviese allí.

-Sí… pero me parecía algo muy aburrido así que me reporté enfermo frente a Pegasus -dijo simplemente a Ryou mientras saludaba a la gente a su alrededor, conocía a toda la Universidad.

-Se enojará si se da cuenta -dijo negando el tricolor, todos tenían experiencia, era mejor no hacer enojar a ese hombre millonario y portador del ojo milenario.

-Y es por eso que nadie se lo va a decir, ¿verdad? -el resto asintió, después de todo una fiesta no era una fiesta sin Duke.

Cuando quisieron acordar ya todos estaban separados y a Yugi no le quedó de otra que quedarse acompañado del pelinegro, había buscado a Joey pero por una extraña razón no lo había encontrado.

Estaban en unos sillones hablando con otros amigos cuando miró a su compañero de baile frunció el ceño. Duke miraba hacia una esquina bastante decepcionado  y él siguió el camino de su mirada con la suya.

Tristán.

-Es su nueva novia, dijo que quería tener una relación seria con alguien cuando nos contó -habló Yugi. Él los había visto juntos desde que habían llegado, pensó que no sería problema para Duke.

-¿Relación seria? -preguntó el ojo verde en voz apenas audible y el tricolor se sintió mal por él, ya no era efectivo cuando decía que solo era cosa de una noche, ya le habían dicho… él estaba enamorado de Tristán.

-No te lo dijo, ¿cierto? -preguntó Yugi.

-No -y así se fue a bailar.

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Duke sentía que su cabeza explotaba, había tomado el doble de lo que aguantaba y se había dejado tocar por cualquier persona y ni hablemos de cuantas personas lo hizo el. Aun así, no podía alejarse a más de dos metros de la pareja, no podía quitarle un ojo de arriba.

Sentía que era su competencia y no entendía que era lo que le veía, en su opinión su pelo castaño estaba quemado, sus ojos no eran para nada llamativos y era muy bajita aún con tacos… seguramente le terminará doliendo la espalda al pobre de Tristán después. Su cuerpo no era la gran cosa, todas las japonesas en ese lugar eran delgadas, su trasero no existía y sus pechos no eran la gran cosa.

Todo esto bajo su más “sincera” opinión. ¡¿Qué tenía ella que él no tuviera?! Bueno si… pechos… pero él tenía muchas más cosas que lo recompensaban.

Cuando vio alejarse a la chica de Tristán sintió que esa era su oportunidad para acercarse.

-Yugi me dijo  que buscas una novia enserio -el moreno estaba sentado en un sillón y desde atrás Duke envolvió sus brazos en su cuello, el aludido saltó asustado y se movió para salir de sus brazos.

-Pues sí, mi mamá insistió en que intentara tener una pareja que dure más de dos semanas y como no tengo nada que perder le dije que sí -el ojo verde sonrió de costado, eso era algo que saldría de la boca de mama Taylor.

-Ya veo. ¿Se puede saber por qué fui el último en enterarme? -preguntó mientras se llevaba la botella de cerveza a la boca.

-Solo no salió el momento… Por cierto gracias por la chaqueta, está fantástica -Tristán le sonrió y él sintió que se le aflojaban las piernas, se alegraba de que le haya gustado el regalo pero esa excusa era tonta.

¿No salió el momento? Está bien que él cayó de sorpresa, se suponía que no vendría hasta luego de año nuevo. Solo vino por la fiesta de Kaiba corp. a la cual estaba obligado a asistir, aunque de todas formas no lo hizo. Pero volviendo al punto, para algo existen los celulares, no se le caerían los dedos por enviarle un mensaje de “me quiero conseguir una novia” así podría haberlo convencido de que era una mala idea.

-No parece una chica muy divertida, te aburrirás fácilmente -soltó aunque no quería y Tristán volteó los ojos.

-No la conoces -le respondió.

-Con solo mirarla sé que no es para ti, te gusta demasiado el sexo como para que te guste una chica de esas. Cuando te aburras ya sabes donde vivo. ¡Feliz año nuevo! -le giñó un ojo y se fue.

Caminó por entre la gente y salió directamente del lugar. Dejó la botella en el suelo y  caminó un par de pasos más hasta que encontró el lugar perfecto para sentarse en el pasto. Sintió una presión en el pecho, un ardor en los ojos y a continuación un par de lágrimas resbalar por sus mejillas las cuales secó rápidamente.

Los sollozos no se hicieron esperar y menos la necesidad de sobarse la nariz para que no se le cayeran los mocos. Escuchó un par de pisadas detrás de él que luego se sentó a su lado y lo abrazó. Reconocería ese pelo pinchudo en cualquier lado.

-¿Por qué me duele? -preguntó entre sollozos.

-Duke, sé que no quieres admitirlo pero ya te lo hemos dicho; te estás enamorando -le dijo Yugi que apoyaba su cabeza en su hombro.

-¿Enamorado? Yo nunca me enamoré, eso no es posible -el tricolor se rió por lo bajo.

-Siempre hay una primera vez para todos. La mayoría de las veces nos enamoramos sin siquiera quererlo, no te queda más que aceptarlo.

+ - + - + - +

-Tok, tok. ¿Puedo pasar? -dijo Joey entrando a la cocina de la mansión Kaiba mientras sonreía a todos los presentes que lo miraron sorprendidos pero felices.

-¡Joey! Hace tanto que no pasabas por aquí, ya te estábamos extrañando -una mujer regordeta vestida con un pulcro traje de chef blanco lo encerró entre sus brazos, era la cocinera principal de la mansión.

-Pero mira cuanto has crecido, te ves como todo un hombre con ese traje -se unió el ama de llaves al abrazo, la señora ya entraba en edad y sus cabellos grises y ojos caídos  lo dejaban en claro.

-Oigan ustedes dos, ya suelten al muchacho. Lo están llenando de harina -les rezongó un hombre con barba con un cuchillo en una mano y pez sin cabeza agarrado por la cola en la otra mano.

Inmediatamente ellas se separaron pero otras dos mujeres se unieron a la tarea de limpiar el traje blanco de Joey. Este se sentía como en su casa, ellos podrían llegar a ser su familia... teniendo en cuenta que siempre lo alimentaban. Le encantaba venir a la cocina a verlos.

-Señor Wheeler, ¿por qué decidió utilizar la puerta de la servidumbre si fue cordialmente invitado a la fiesta? -por la puerta entró el mayordomo de los Kaiba, ese hombre serio siempre tenía algo que decirle, aun así Joey disfrutaba de su presencia.

Joey sonrió traviesamente, si es cierto que sabía que tenía que entrar por la puerta principal pero se moría de la vergüenza de ver a toda esa gente importante, así que cuando se bajó del taxi y vio a la gente descargando cajas de camiones y llevándolos por la puerta trasera… solamente aprovechó. Aun así se cruzó con guardias que ya lo conocían y lo dejaron pasar y de paso ya saludaba a todos los de la cocina.

-No los veo hace tres semanas, comencé a extrañarlos -dijo con la cara de angelito que mejor le salió y escuchó piropos y agradecimientos de los presentes. El mayordomo se llevó una mano a la frente mientras negaba con la cabeza.

-Bien señor Wheeler, todos lo extrañábamos a usted también -todos quedaron con la boca abierta al  escuchar al hombre confesar que le caía bien el rubio, ya iban a empezar las bromas cuando los interrumpió-… pero… hoy es un día importante que no debe arruinarse así que señor Wheeler…

-Sí, señor -hizo un gesto militar esperando órdenes y detrás de él se rieron.

-Primero debe acomodarse bien ese traje, ¿qué forma de vestir es esa? -Joey frunció el ceño, estaba seguro de que lo había hecho bien, hasta miró un tutorial y todo por internet para saber cómo se ataba ese bendito moño. Se llevó la mano a la nuca mientras sonreía con vergüenza. El hombre se acercó a él, desató el moño y lo ató de nuevo correctamente-. ¿Alguien puedo arreglar su cabello?

Antes de lo que quiso acordar tenía tres personas más a su alrededor, colaron su camisa blanca por dentro del pantalón, arreglaron las arrugas en el traje, ataron bien los cordones de los zapatos y peinaron su pelo hacia atrás.

-Estás muy guapo -dijo la chef mirándolo con corazones en los ojos.

-Si… gracias -dijo simplemente. Estaba bien que hayan arreglado su traje, esta era la segunda vez que lo usaba, ¿pero por qué también tuvieron que hacer eso? Su cabello era espantoso, parecía cualquier cosa. Ese no era un cabello digno de un Wheeler…. Pero mejor dar las gracias y huir.

-Ahora si está presentable, trate de no romper nada señor Wheeler. El señor Mokuba lo está esperando en su habitación -para finalizar se inclinó como saludo y comenzó a marcharse.

-¡Soy Joey! No estoy tan viejo -el rubio se giró y pasó por al lado de una olla con salsa en la que metió el dedo y lo chupo-. Esta delicioso como siempre, pero le hace falta sal.

Escuchó risas a su espalda, siempre le hacían probar la comida para saber su estaba bien, después de todo el que ama la comida tiene buen paladar. Realmente no estaba pronto aún para enfrentarse a esa enorme cantidad de personas así que tomaría la escalera que utilizaba la servidumbre, si algo había aprendido de esa mansión es que era un lío de pasadizos.

Tocó la puerta de Mokuba un par de veces y espero, hasta que le abrieran la puerta. Cuando esta se abrió casi se le caen las lágrimas. Su niño ya no era un niño… tenía que asumirlo. El pelinegro portaba un pulcro esmoquin azul casi negro y como no llevaba el saco, se veía su chaleco de color rojo.

-¿Joey? ¿Otra vez te pusiste mal porque crecí? -preguntó riéndose el ojo azul-. Ya pasa…

-Tendré que acostumbrarme -al entrar vio a Yudai, el amigo de Mokuba, esos dos se habían vuelto como él y la comida pensó. Estaba vestido con un traje todo negro, era de esperar por su seriedad, con la única persona que sonreía era con Moki-. ¿Cómo has estado?

-Bien -dijo seco y el cerebro de Joey proceso esto en dos formas, o se creía demasiado genial como para dirigirle la palabra a alguien como él o ese chico es demasiado seco. Se quedó con la segunda y con la duda de cómo termino siendo el mejor amigo del Sol de la mansión Kaiba.

Se acercó al espejo de cuerpo entero y comenzó a sacudirse su cabello como si no hubiese mañana. Cuando vio que era un look lo suficientemente despeinado para ser él se detuvo.

Caminó por toda la habitación ya conocida pero esta vez algo nuevo le llamó la atención, sobre la mesa de luz de Mokuba había un cuadro dorado y en esta la fotografía de una mujer del torso hacia arriba. Su pelo era castaño oscuro y desaparecía suelto más allá de la imagen, su piel era muy clara y sus mejillas estaban coloradas, pareciese  que alguien le hiciera sonrojar porque una sonrisa tímida se extendía a su rostro y llegaba a sus ojos.

Unos ojos azules. Unos ojos iguales a los de Mokuba.

-¿Quién es? -se atrevió a preguntar mientras tomaba el cuadro, era una mujer realmente joven y bella.

-Es mi mamá -la voz de Mokuba se escuchó emocionada y Joey le sonrió también, presentía que lo era pero no quiso sacar conclusiones-. ¿No crees que era hermosa? Por cierto Joey, quiero pedirte algo.

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Joey tenía ganas de bufar, esto parecía una broma. No, parecía la típica escena de película de princesa. Bajaba por la enorme escalera principal en medio de los otros dos chicos y todas las miradas de los presentes estaban en ellos, esto era vergonzoso. Lo último que le faltaba era que un príncipe lo esperara al final de esta y luego comenzaran a bailar de la nada.

“Hay no… yo y mi boca”. Al pie de la escalera estaba Kaiba rodeado de gente, entre ellos Yami, que se reía entre dientes, seguro que también había pensado lo mismo. Sintió una mirada turquesa clavarse en sus ojos y al mirar a Seto este le sonrió de costado.

Para el castaño no había imagen más bella que esa, a pesar de que el cabello de Joey estuviese todo alborotado como si lo hubiese hecho a propósito (lo hizo) se veía más hermoso así. Ese chico era alguien que llamaba mucho la atención, lo sabía más que nadie, no le faltaba atractivo por ninguna parte y deseaba comérselo de una forma que no sea de mirada.

-¡Hermano! ¿No crees que Joey esté muy guapo? -preguntó intencionalmente Mokuba.

-Lo está -dijo sin dudar Seto sorprendiendo a los presentes a su alrededor. ¿Seto Kaiba haciendo un cumplido? Eso no era algo que se veía seguido.

Joey apartó la vista de los zafiros de ese hombre y se encontró a Yami levantando una ceja. Muy bien esta no era la mejor forma de demostrar que ya no se veía con Kaiba como les había dicho.

La fiesta pasó entre bailes y miles de saludos, él no conocía a nadie pero todo el mundo lo conocía a él al parecer. No sabía si alegrarse o llorar, por un lado no se sentía tan incómodo pero por el otro su plan de pasar toda la noche al lado de la mesa de comida se vio saboteada.

Cuando dijeron que era momento de la cena, realmente le agradeció a Ra… hasta que supo donde debía sentarse. La cosa era así: Yudai, Mokuba, Seto y él. ¿Por qué justamente él fue sentado ahí?

-¿Te preguntas por qué te sientas a mi lado verdad perro? -dijo Kaiba tranquilamente mientras cortaba su comida, por cierto la de Joey era diferente, esto parecía una trampa para hacerlo sentir cómodo-. Solo los cercanos se sientan junto a mí.

-No somos cercanos -le respondió por lo bajo.

-Yo creo que somos más cercanos de lo que pensé que podríamos llegar a ser -mientras hablaba con gente al otro lado de la mesa redonda sintió la mano de Kaiba acariciar su pierna de arriba abajo.

Tomó lo que había de champagne en su copa y pidió a un mayordomo que se la volviera a llenar para seguir tomando. Lo iba a necesitar si no quería explotar contra Kaiba en medio de su fiesta.

Cuando estaba por ser medianoche todos salieron al jardín de la mansión e inmediatamente los fuegos artificiales estallaron en el cielo.

-Wow. Seto, no sabía que habías planeado esto -los ojos de Mokuba brillaban como un niño.

Joey miraba en silencio en un rincón alejado, si, estaba huyendo de Kaiba. Al parecer a donde sea que fuera sus ojos lo miraban cada dos por tres. Pero antes de darse cuenta, ya tenía dos brazos envueltos en su cintura y una cabeza encima de la suya.

-¿Cómo me encontraste?

-Mokuba me lo dijo, le pedí que no te perdiera de vista. A él, a los mayordomos y a la seguridad. Es muy conveniente, ¿sabías?

-Si… muy -giró los ojos. ¡A eso se le llama acoso! ¿Cómo se atreve a hacer algo así? Ni que fuera un ladrón a quien mantener controlado para que no se lleve nada, es ridículo.

-Feliz año nuevo.

-Feliz año nuevo… y saca tus sucias manos de mi trasero ricachón engreído -dio un pequeño pero efectivo golpe en las manos del otro que apretaban y acariciaban su parte  baja.

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La fiesta había acabado bien. Sin ningún accidente si sacabas los desastres que habían hecho los que tomaron de más y ahora Joey veía desde la cima de las escaleras como Kaiba despedía cordialmente a las últimas personas. La música clásica seguía sonando de vaya a saber dónde y le estaba provocando sueño.

-¿Te aburriste mucho? -le miró mientras llevaba ambas manos a su espalda, aun así lucía relajado comparado con el resto de la noche.

-Admito que pensé que sería peor… no estuvo tan mal y la comida estaba deliciosa -soltó el rubio por lo bajo y Kaiba sacó una pequeña sonrisa, después de todo había planeado todo detalladamente para que lo disfrutara aunque sea un poco.

-¿Yudai y mi hermano se fueron a dormir? -estaba en el otro extremo de la escalera, se veía pequeño desde esta altura, después de todo el salón no debía tener al menos de diez metros de altura, era la sala más grande de la mansión y la que conectaba todo.

-Eso dijeron que harían hace un rato -tenía la cabeza apoyada sobre sus palmas debajo de la barbilla-. Creo que ya es hora de que me marche…

-No lo harás. Ya te prepararon una habitación, para que pases la noche -a Joey no le sorprendió para nada, solo un poco ya que pensó que lo que diría sería algo como “dormirás en mi cama”.

-Está bien. No voy a discutir contigo -se paró de donde estaba y comenzó a bajar los escalones uno a uno estando más cerca del otro-. Iré a buscar algo de la comida que sobró, sería horrible que se desperdiciara.

Cuando estaba por llegar abajo el castaño le tendió una mano mientras hacía una pequeña reverencia. Se mordió el labio tragándose una pequeña risa. ¿Le estaba invitando a bailar? Se lo pensó y llegó a la conclusión de que no tendría nada de malo, solo lo había visto bailar con muy pocas personas esa noche.

Bailaba bien… a sus ojos de experto en danza clásica y modales de buen ángel que no rompe un plato.

Tomó su mano y antes de darse cuenta Kaiba lo arrastró al medio de la pista bajo la enorme araña de cristal. Una mano fue colocada en su cintura y la otra fue entrelazada entre sus dedos, lo único que tuvo que hacer fue colocar su mano sobrante sobre el hombro del empresario y antes de darse cuenta ya estaban siguiendo un compás.

Los ojos de Joey se perdieron en los ojos turquesas una vez más y esta vez no se preocupó, ya estaba acostumbrado a eso. Mientras tanto Seto sentía que su pulso se aceleraba, había planeado un plan perfecto, él no se equivocaba pero cuando hablaban del rubio las cosas no sucedían como él quería.

Lo hizo girar sobre sí mismo y luego comenzó la parte del baile en la que se movieron por todo el salón. No pudieron evitar compartir una sonrisa que llegó a los ojos del CEO.

Sabía que no había mencionado el tema de la separación con Yugi, sería lógico que lo hiciera pero realmente no le interesaba. Solo sabía que al fin había aceptado que quería a alguien en su vida y ahora tenía la oportunidad. Como que se llamaba Seto Kaiba y a él nadie le quitaba los propósitos de la cabeza hasta cumplirlos.

-¿Dónde aprendiste a bailar?

-El año pasado, para una obra, no era opcional aprender o no. Es la primera vez que me sirve para algo.

Siguieron girando mientras se sonreían. Kaiba agarró con ambas manos la cintura de Joey y lo hizo girar en el aire. Este se rió y es que por Ra, pensaba que esa parte iban a evitarla. No dejaban de ser dos chicos que imitaban una escena de “La Cenicienta”. Pronto la magia se esfumaría.

Lo que ellos dos no sabían, era que dos adolescentes escondidos en un tramo de la escalera en pijama, los observaba bailar maravillados. Mokuba a pesar de haber apoyado a Joey en la relación con Yugi solo podía verlo como la persona que hacía sonreír en ese momento a su hermano. Adoraba a Joey, ya lo consideraba parte de su familia y se le aguaron los ojos en pensar que podría ser parte de verdad, quería lo mejor para su hermano y él lo era.

-¿Puedes creerlo? Es hermoso… -los ojos azules se llenaron de lágrimas que no salieron.

Ambos estaban sentados en el piso, querían llamar la atención lo menos posible. Yudai miró a Mokuba, realmente se veía hermoso así como estaba, tan lleno de felicidad. Él también quería decir algo y estiró su mano para tomar la del otro que lo miró sorprendido y con curiosidad, lo soltó inmediatamente del susto y comenzó a tartamudear.

-Lo es… -terminó diciendo y volvieron a mirar como esos dos bailaban. Al menos dejó caer su cabeza contra la del otro, estar cerca recompensaba todo lo que quería decir y no podía.

Joey y Seto ya habían comenzado a volar entre saltos y vueltas exageradas mientras el rubio reía. La música parecía no parar nunca ya que detrás de esto había un truco; las personas que trabajaban en la mansión también se aglomeraron en una esquina del umbral para no ser vistos y festejaban a la pareja en silencio.

Ya estaban cansados y agitados cuando se detuvieron sin alejar sus manos del otro, la música seguía de fondo y sus rostros no dejaban de acercarse. Con esto los adolescentes muertos de la vergüenza huyeron y la servidumbre fue echada por el mayordomo que exigía privacidad para con el dueño de la mansión. Joey sintió como sus labios cosquillaban al acercarse a los del castaño pero lo disfruto.

Fue un beso tranquilo, casi temeroso pero aun así cinchó suavemente de su labio inferior, había olvidado lo que se sentía estar entre sus brazos y el por qué le gustaba tanto. Los ojos de Kaiba le miraron hasta el alma y juró que a su cuerpo había vuelto su viejo fetiche porque quería plasmarlos de nuevo en lienzo.

-¿Qué tal si vamos a mi habitación? -le susurró por lo bajo a centímetros de su boca.

-Claro que no… lo planeaste desde un principio -lo acuso con una sonrisa y realmente no le importaba si fuese así.

-Tenía que intentarlo -se iba a separar de Joey cuando este le saltó encima para besarlo y él lo agarró en el aire con ambos brazos por la cintura.

-Ya cambié de opinión, vayamos a tu habitación.

+

El cuerpo de Joey estaba completamente mojado de transpiración, estaba tirado desnudo en una cama enorme y con seto a horcajadas suyo. Respiraba agitadamente después del primer orgasmo que le había dado el castaño con sexo oral esa noche. Verlo así encima suyo lo excitaba demasiado, paso sus dedos por todo el abdomen del CEO.

-¿Te gusta lo que tocas? -pregunto Seto. Estaba tranquilo, era la primera vez que se encontraban completamente desnudo y sabía que pasaría después… adiós a su virginidad.

-Me encanta tu cuerpo -salió de debajo del empresario pero aun así se dedicó a seguir tocando todo el torso, el abdomen, sus brazos y sus fuertes piernas. Lo besó. Sus besos en esa cama eran mojados y salvajes. El solo pensar que él era la primera persona en tocar ese cuerpo tallado por Dioses le enloquecía.

-Hoy si voy a tomarte, cachorro -Seto besó su cuello bajando hasta su pezones y mordiéndolos mientras sus manos se dedicaban a acariciar y apretar su trasero, Joey echaba la cabeza hacia atrás gimiendo.

-¿Ca-cachorro? ¿Desde cuándo me llamas así? Ahh…. Seto… ¡ahh! -los largos dedos y llenos de saliva se hundieron entre sus nalgas moviéndose en forma de tijera y creando pequeñas penetradas.

-Bueno llegué a la conclusión de eres un perro que no muerde, eres demasiado tierno y tu cabello es suave como el de un cachorro. Eres mi cachorro ahora, cachorro.

Terminaron acostándose con el castaño arriba el cual masajeaba su miembro lleno de lubricante, lo llevó a la entrada del rubio que respiraba agitado debajo suyo y se dio cuenta de que sí, estaba nervioso. Si lo lastimaba no se lo perdonaría nunca. Entro bastante fácil, suerte que se había informado en cómo prepararlo bien.

-¿Se siente bien? -pregunto Joey después de un rato de firmes penetraciones y que apenas si tenía aire para respirar.

-No tienes idea cachorro -Seto dejaba salir suspiros largos, tenía las piernas de su amante enredadas en su espalda y le marcaban de vez en cuando un ritmo mientras él miraba fijamente la forma en la que su pene entraba y salía de ese maravilloso cuerpo-. Se siente como… como… solo se siente bien.

-Que bien, porque yo lo siento delicioso. Hazlo más rápido y más fuerte… sí… así. ¡Agh! Seto… se siente bien -los gemidos de Joey retumbaban en la habitación.

Seto tuvo la precaución de no correrse dentro ya que no tenía un condón y podía serle incómodo pero terminó realmente agotado. ¿Quién diría que Joey era del tipo que disfrutaba de hacerlo duro?  Se dejó caer sobre el otro que parecía estar en las mismas condiciones de cansancio.

Al final al despertar el castaño al día siguiente se encontró a alguien desnudo al otro lado de la cama, se sentía bien saber que había pasado año nuevo junto a alguien más que Mokuba. Se acababa de parar para ir al baño cuando una mano agarró su muñeca y se volteó viendo la cara seria de su amante.

-Esto no es más que sexo.

Todo se había derrumbado y con eso se dio cuenta de que Joey Wheeler era hueso difícil de roer.

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Yami llegó medio arrastrándose a su casa, demoró por lo menos unos diez minutos en llegar del auto que lo dejó a la puerta. Había sido lo más agotador que había hecho en mucho tiempo, no sabía de donde sacaban tanta energía las mismas personas para hacerlo bailar toda la noche o cómo siempre tenían algo que decir.

-Bienvenido señor Atemu -una de las mucamas le agarró del brazo mientras se quitaba lo odiosos zapatos y con un asentimiento comenzó a dirigirse a su habitación, estaba seguro de que le había dicho algo antes de empezar a subir las escaleras… bueno mañana le preguntaría.

No había tomado mucho pero por lo que vio, las invitaciones a charlar se hacían con copa en mano, a la que estaba obligado a beber. Primero fueron dos tragos de  una copa, un trago de la segunda, tres de la tercera y cuando se dio cuenta de que iba en camino a emborracharse, ya se había emborrachado.

Abrió la puerta de su habitación, no quería prender la luz así que se guió por lo que ya conocía y la luz de la ventana. Se quitó el saco y el chaleco y revolvió sus cabellos mientras iba al baño. Cepilló sus dientes y la luz prendida de esa pequeña habitación fue suficiente para que a través del espejo notase la presencia en su cama.

-Por tu bien Marik, espero que no seas tú -hace un par de semanas el rubio había ido a una fiesta y cuando Yami despertó se lo encontró del otro lado de su cama abrazándolo.

Akefia se reía rodando por el piso de su habitación

Marik le echaba la culpa al alcohol.

Y él prácticamente le pegó una patada en la ingle para sacarlo de su cama, y luego estuvo a punto de hechizarlo si no hubiera llegado su mayordomo.

Se acercó más a la cama y sacó la conclusión de que ese bultito bajo las frazadas no podía ser Marik, era demasiado pequeño y al fijarse bien y un par de pelos pinchudos salían a la vista. Sonrió, solo era Yugi. No le sorprendió que viniera a dormir a su casa pero sí que prefiriera su habitación antes de una de invitados.

 Se quitó la camisa botón a botón dejándola caer y luego el pantalón, tomó de debajo de su almohada su pijama y se lo colocó. Levantó las frazadas y sonrió al ver a Yugi; llevaba puesta una sudadera suya y abajo solamente un bóxer negro. Se iba a divertir un rato.

Corrió las sabanas destapándolo y se tiró a su lado, se mordió el labio inferior, no debía hacerlo pero quería hacerlo. Pasó su lengua por el cuello de Yugi hasta llegar a al lóbulo de su oreja para chuparlo. Al alejarse escuchó un suspiro de sus labios y acarició su pelo, se ve como un niño mientras duerme, era la cosa más hermosa que vio en su vida.

-Aibou… despierta -le acarició la mejilla para despertarlo-. Vamos Aibou.

Un ojo fue abierto y luego fue frotado con un puño.-Yami, ¿cuándo llegaste?

-Hace poco, es un buen regalo ver que te metiste a mi cama. ¿Cambiaste de opinión? -Recibió un golpe en el hombro por un tricolor que lo fulminaba con la mirada, soltó una risa-. Era broma, aunque si me gustó encontrarte aquí.

Yugi le sonrió y se estiró para agarrar las sabanas y taparlos, arruinando su idea de mirarle sin que se diese cuenta.

-¿Cómo estuvo la fiesta? -Se puso de costado mientras lo observaba y él se puso boca arriba llevándose las manos a la nuca.

-Bueno un montón de mujeres mayores y hombres viejos pervertidos me invitaban a bailar y perdí la cuenta de los empresarios que me presentaban a sus hijas con clara indirecta de querer que me casara con ellas. Sin contar eso, no estuvo tan mal -escuchó a Yugi reírse por lo bajo.

-¿Aceptaste algún arreglo de compromiso? -Yami giró su rostro y lo miró a los ojos.

-No… tuve que dejarlos en claro que solo tengo ojos para ti -le giñó un ojo y vio cómo se sonrojaba como tomatito y se sentaba en la cama para verlo mejor-. ¿A ti como te fue? ¿Tengo algún motivo por el cual ponerme celoso?

-¿Celoso? Claro que no… hace poco terminé con Joey. Sería una locura tener algo tan pronto -dijo tímidamente mientras se acomodaba sus mechones rubios tras las orejas.

-Es una lástima, yo quería mi oportunidad -Yugi riéndose le volvió a dar otro puñetazo suave en su abdomen marcado-. Ugh, ¡oye! Si quieres tocarme no tienes que golpearme, puedes hacerlo libremente.

-No quiero tocarte, tonto -Yami puso cara de desilusión y  se ganó otra mirada de reprimenda-. Seguro que el alcohol se te fue al cerebro, vete a dormir.

Así Yugi de volvió a acostar dándole la espalda. Yami no quedó contento con esto y se tomó la libertad de atraerlo a sí.

-Yami, cuando eras un espíritu tu cuerpo no era tan grande… digo estabas bien pero ahora estas mas ¿fuerte? -Yami quiso reírse de la pregunta, ahora que lo pensaba nunca lo había llevado al mini gimnasio que tenían en casa.

-Cuando volví a ser faraón también volví al entrenamiento y ahora seguimos haciéndolo acá. De todas formas, ¿acaso no te gusta? ¿Quieres que vuelva a como antes? -Yugi se tensó entre sus brazos.

-N-no digo eso. Ahora estas más a-atractivo, llamas mucho la atención -aplicando un poco de fuerza volteó a Yugi quedando frente a frente, estaba colorado y colocó en su frente un beso.

-Solo tengo ojos para ti -y ahí se le ocurrió una idea.

Tomó una de las manos de Yugi y la llevó a su abdomen pasándola por cada músculo. Por inercia el tricolor siguió explorando por si solo después, con la punta de sus dedos acariciaba la suave piel morena, en  su mente solo estaba la comparación del cuerpo de Yami con un Dios. Le parecía perfecto cuando colocaba toda la palma, se notaba que ejercitaba y mucho. Solo sentir esas pequeñas cicatrices bajo sus yemas ya lo hacía ponerse a temblar.

A su mente vino una última comparación que le hizo sonrojar; Yami era como una tableta de chocolate. El adoraba el chocolate.

Los ojos de Yami brillaban de placer al ver que Yugi lo tocaba por sí mismo y sintió su orgullo en las nubes cuando miró su cara, le gustaba y eso era toda la aprobación que necesitaba.

-Me alegra de que te guste -susurró Yami y enseguida vio a Yugi detenerse.

Alejó su mano de golpe y pestañó repetidamente de prisa. Se miraron a los ojos pero ninguno tenía idea de que rayos decir, era un momento bastante incómodo. Yugi tartamudeó sin decir nada hasta que al fin unas palabras sonaron lógicas.

-Lo-lo siento -dijo finalmente.

-¿Por qué? Yo te  incité a hacerlo, te permití hacerlo -volvió a envolverlo en sus brazos y Yugi escondió su rostro en su cuello-. Te pertenezco en cuerpo y alma Aibou, es mi motivo de existencia.

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1 mes y 14 días después.

Creo que ya cumplí con mi papel de buen novio; recibí su chocolates de san Valentín, rechacé el chocolate de otras chicas (bueno, solo el de las chicas cuando ella estaba presente) y salimos a caminar mientras la escuchaba parlotear de cosas que no me interesaban como siempre.

Ahora estamos en el apartamento de Mikiko y es mí momento de disfrutar del día especial para parejas. Después de todo, acostarnos es como lo último que ella quiere hacer desde que somos pareja. Apenas entramos por la puerta no tardé en empujarla contra la pared y terminamos a los diez minutos en la cama.

Estaba sudada debajo de mí y respirando hondo mientras salía de ella y me quitaba ese molesto preservativo. Es la cosa más molesta que hay, bueno solo lo probé una vez sin él y se sintió mil veces mejor… aunque fue con Duke en la bañera. Sacudí la cabeza apartando esa cara sonriente de arrogancia de mi mente.

Estaba más que listo para la siguiente ronda pero me empujaron y caí al costado de ella. Solo espero que no pase lo que siempre pasa.

Esto es patético.

Se escondió entre las sábanas.

-Oye sigo teniendo un problema aquí -me acerqué a su oído aún agitado y lamí el lóbulo de su oreja. Una mano golpeó mi mejilla suavemente empujándome.

-¡Tristán! Ya hablamos de esto, si no quiero no quiero. Estoy cansada…

-Pero…

-¡Basta! O vas a conseguir que termine contigo. Buenas noches amor.

Me voltee a mirar el techo, estoy enojado, decepcionado y extremadamente duro. ¿Qué se supone que hago con esto? ¿No se supone que lo bueno de tener una novia es que estas cosas no ocurren? Maldición, no voy a masturbarme, sería insuficiente.

Me siento idiota, ¿cuántas veces me pasó esto ya? Mi miembro palpita pidiendo atención. Odio admitirlo, debí haberle hecho caso a mi mamá. Por Ra, ¿qué cosas digo? Ni que tuviese cinco años.  Miré hacia mi derecha, ella enserio va  a dejarme así. Su respiración es tranquila así que seguramente ya se durmió.  Con esto aprendo la lección de no elegir según como se vean en falda.

 Necesito a alguien que me baje esto.

No seguiré soportando los pedidos de esta niña insoportable sino piensa darme sexo. No pienso seguir escuchándola hablar de cosas que no me interesan o tener que dejar de ir a fiestas por ella. Agarré del piso mi ropa interior, mi jean y mi camiseta negra y una vez vestido di vuelta a la cama y me arrodille frente a ella  sacudiéndola y  recordándome lo insoportable que era para que no me ganara el movimiento de sus senos frente a mis ojos.

Malditas mujeres y sus curvas… lastima por ellas que conozco a alguien más con una increíble curva en su trasero.

-Tristán, enserio terminaré contigo si… -la interrumpí mientras se fregaba los ojos.

-No será necesario porque yo termino contigo ahora.

Y así entre sus gritos me fui de su apartamento tomando los dos cascos de mi motocicleta y colocándome uno, no estoy para bancar a niñas malcriadas que no les gusta el sexo. Mi pene aún palmita apretado contra el broche de mi pantalón.

+

Lo bueno de salir a conducir a las dos de la madrugada es que el tráfico se reduce a más de la mitad en ciudad Dominó y facilitando llegar a cualquiera a su  destino. Tristán conducía sin saber si esa persona se negaría o no pero en momentos desesperados hay que tomar medidas desesperadas.   

Cuando cruzaba la entrada arrastrando la ya apagada motocicleta notó la luz encendida en el comedor, esto era un buen indicio así que como persona con buenas intenciones que era se paró frente a la puerta y tocó el timbre mientras pensaba que decir. Debería haber practicado en el camino, sabía que se vería como un estúpido.

-¿Tristán? ¿Qué haces aquí a esta hora? -un Duke sin remera le abrió la puerta.

El pelinegro se mordió el labio inferior con picardía luego de notar como los ojos del moreno brillaban mirando su estrecha y marcada cintura donde llegaba a tapar el pantalón de su pijama. Faltaba caérsele la saliva cuando siguió esas dos líneas hasta el inicio del cabello corto y castaño y subió a ver su rostro perdiéndose en sus rojos pezones.  

Tristán apretó los ojos mientras trataba de concentrarse,  y entro sin permiso mientras lo empujaba hombro a hombro y se sacó los zapatos. Duke suspiró, y él que pensaba que podría aprovecharse de la situación. Cerró la puerta y se quedó esperando una respuesta mientras disfrutaba de ser devorado con la mirada, le encantaba ser admirado, la soberbia era su mayor pecado… después de la lujuria, claro.  

-Necesito que me ayudes con algo.

-¿Con qué?

-Con esto… -el moreno corrió el casco de su motocicleta que hasta entonces servía para tapar su entrepierna y lo lanzó al sofá más cercano. Duke levantó asombrado sus cejas mientras trataba de esconder una sonrisa de lo más placentera.

-Tienes una novia, ¿no se supone que tiene que ser ella la que se encargue de eso? -Duke miraba como resaltaba el paquete del moreno mientras sentía cosquillas en sí mismo, realmente quería hacerlo pero llevaba meses tratando de convencerse de que quería solo sexo de una noche. Si lo hacían ahora, no sabría qué pasaría después.

-¿Lo harás o no? Ya no aguanto…. –el gruñido leve de dolor en su garganta fue suficiente para convencer.

El pelinegro tomó rumbo a su habitación mientras tomaba la mano del otro para dirigirlo. La noche envolvía todo en penumbras y la luz de la luna que entraba por dos ventanas era lo que necesitaban para verse.

Al parar en medio de la habitación el chico de ojos verdes sintió una suave respiración con olor a tabaco en su cuello, sabía que él fumaba aunque no en exceso, después de todo era deportista. Un par de manos anchas de dedos largos se atrevieron a seguir esas dos tentadoras líneas pero no bajaron más allá sino que se movieron para instalarse en sus glúteos.

-Quiero entrar por aquí, ¿vas  a dejarme verdad? -la voz ronca a su espalda le hizo estremecer y cerrar los ojos en un suspiro, escuchó una risa baja por su acción.

Duke solo pensó en vengarse y comenzó a agacharse mientras se daba la vuelta y mirándolo a los ojos, negros por la oscuridad, cinchó del botón y sin tomarse mucho tiempo bajó el pantalón junto al bóxer hasta sus rodillas para luego caer solos al suelo. Miró el miembro que tanto deseaba en las noches y que tanto placer le había dado.

Se mordió los labios al ver el glande con un tono morado, seguramente el mismo pantalón le estaba apretando, las venas resaltadas hacían una buena decoración y se atrevió a pasar la lengua por una de ellas desde la base hasta la punta. Un gemido se escapó de Tristán.

-Te dejaré pero no ahora, sería aburrido, no te falta mucho para correrte -con solo decir eso engulló todo lo que pudo y movió su lengua sintiendo lo caliente que estaba mientras que al sacarlo de esta colgaba un hilo de pre semen que tragó con gusto.

Las manos de Tristán no demoraron en colocarse en sus cabellos marcando un ritmo suave que combinase con el vaivén de sus caderas mientras echaba su cabeza atrás con la boca abierta de la que salían suspiros de alivio. Estaba a reventar y volvió a recordar lo hábil que era esa lengua; sabía los lugares justos donde tocar y le calaba hasta los huesos.

No dejó que Duke lo llevara al éxtasis  sino que lo separó de si, lo agarró de la cintura y arrojó a la cama. El pelinegro no creía lo que veía pero había sido invitado a mirar cómodamente como el moreno mismo se encargaba de terminar. Tristán estaba en el borde de la cama con Duke abierto de piernas y sonrientemente lujurioso frente a él, movía su mano de arriba abajo por su falo hasta que terminó sobre el pecho desnudo del otro.

Duke tomó con el índice un poco de su esperma y envolvió ese dedo con su lengua disfrutando del néctar salado. La respiración del otro era agitada y aunque sentía su miembro blando sabía que no sería duradero al ver como Duke se paraba en el colchón y con un baile de lo más sexual se sacó lo poco que llevaba puesto. Se acercó a él pasándolo en altura y sintió como su miembro chocaba contra su pecho y se alegró de que esta vez sus labios se unieran en un beso.

Tristán no demoró en meter su lengua en la boca del otro y se sorprendió de lo hábil que era la otra en ese juego. Se mordisquearon los labios hasta dejarlos hinchados y antes de darse cuenta Duke se encontraba con ambas piernas envueltas en su cintura y él con sus manos sosteniendo su trasero.

-¿Ahora sí puedo hacerlo? -el moreno se separó mientras metía un dedo en la cavidad del otro y lo escuchaba gemir.

-Sí, pero… necesito que me bajes -Duke fue bajado suavemente pero Tristán sabía que significaba eso y no le gustaba, condón.

Y sí, como pensaba de la mesa de luz Duke sacó una tira platinada y arrancó uno para abrirlo, se agachó frente a su miembro de nuevo erecto y se lo colocó él mismo. Cuando se levantó se dedicaron a darse un largo beso fogoso que llevó al moreno a besarle el cuello dejando marcas, succionaba su piel, la lamía y mordía escuchando gemidos.

-¿No tienes lubricante? -Tristán siguió bajando hasta sus pezones y mordió el derecho.

-Me encanta que me muerdas… No tengo, tendremos que hacerlo así -realmente no le importaba, sentía los músculos de su entrada contraerse de deseo, podría soportar cualquier cosa con tal de que el otro entrara.

Tristán se separó y lo miró directo a los ojos preocupados.-Te dolerá.

-No importa -Duke trató de besarlo pero fue esquivado.

-Sí importa, no quiero lastimarte.

-Pues a menos que quieras meter tu lengua ahí no creo que haya otra opción -hizo clara referencia a lo convencido que estaba Tristán sobre que no le gustaban los hombres.

El moreno lo fulminó con la mirada y en menos de un segundo había agarrado el brazo de Duke y lo había dado vuelta colocándolo de cara contra el colchón con el trasero en popa. A pesar de que tratase se moverse sus dos muñecas estaban atrapadas a su espalda por una mano más grande y fuerte pero aun así soltó un grito cuando sintió la áspera y mojada lengua girar en torno a su entrada y luego un dedo resbalar hasta entrar.

El moreno se  sentía cómodo haciendo eso y sus ojos se comenzaron a nublar, los gemidos de placer y la forma en la que sus dedos se sentían apretados lo llevaron a tomar su miembro y dirigirlo a esa entrada ya lubricada. Empujó lo más lento que pudo pero sus dientes estaban apretados de desesperación.

No demoró en comenzar a moverse suavemente, sus ojos estaban cerrados y daba largos suspiros. Esto era lo que necesitaba hace horas, esto era lo que necesitaba siempre… alguien dispuesto a consentirlo. Duke comenzó a gemir al poco tiempo y con esto apretaba más a Tristán que sentía que podía llorar del placer en ese instante.

La segunda ronda fue igual, el orgasmo no les había alcanzado y la desesperación no les permitió cambiar de posición. Las grandes manos morenas acariciaban el trasero redondo en el que rebotaba,  podría hacer eso toda la vida si se lo permitieran y se enterró más en el recto escuchando un grito al tocar ese punto del que Duke siempre hablaba.

-¡Ahí!... Sí…. Ah. Hazlo más rápido -sus dedos se enredaron en las frazadas, la cama había quedado desecha pero el placer que sentía no podía compararlo con nada. Sus piernas comenzaban a temblar y se sentía caer, Tristán al ver esto colocó sus manos por debajo de sus caderas alzándolo-. No pue-puedo más… Ah… voy a…

-Está bien… hazlo -dio una fuerte estocada en ese punto y con un grito sintió en sus manos un líquido caliente que ya conocía bien.

Esa presión que hacía el orgasmo de Duke sobre su miembro lo sentía delicioso como para no aprovecharlo, moverse en esa estrechez lo volvía un adicto a las caderas del otro, las cuales no soltó hasta que perlado de sudor salió de él con el preservativo lleno de su esencia.

-¿Podemos hacerlo de vuelta? -la voz del más alto salió agitada mientras miraba hacia otro lado, solo en sus sueños húmedos le decía eso a su mejor amigo pero no sabía si esto volvería a repetirse… debía aprovechar para volver a penetrar ese trasero que lo volvía loco desde que comenzó a mirarlo.

-¿Ah? Así que eso fue lo que pasó ¿no? -Duke se sentó en el borde de la cama, Tristán lo miró desde arriba sin poder evitar pensar que su pene estaba a muy corta distancia de su boca, volvió a mirar hacia otro lado-. Tu novia solo te deja hacerlo una sola vez con ella…

-Es mi ex novia ahora -volvió a mirarlo y este le sonrió victorioso, ahora que lo pensaba también le gustaba la sonrisa de Duke y claro… esos ojos esmeraldas; nadie podía ignorarlos, era un idiota el que lo hacía porque la misma naturaleza crecía en ellos, en esas pupilas dilatas de placer.

-No me sorprende -Duke comenzó a masajear con una mano su miembro y con la otra el de Tristán. El hecho de que comenzara a estimularlos dejó en claro que si tendrían otra ronda.

Cuando estuvo listo gateo hacia atrás hasta colocarse en el medio de la cama y se metió bajo las sábanas. Levantó su mano derecha y con el índice le indicó que se uniera a él. Tristán lo imitó quedando a horcajadas sobre él y unió sus labios con los del otro; se sentían tan suaves y llenos, se alegraba de no sentir ese asqueroso labial que usan las chicas que solo hacen a un beso mocoso y no demoró en comenzar una batalla de lenguas.

-Sin preservativo -dijo el moreno al separarse del beso y Duke asintió con lujuria mientras se acostaba y quedaba su rostro justo en la base de su miembro y no demoró en comenzar a hacerle una felación.

Tristán se sostenía de la cabecera de la cama mientras daba largos suspiros fuertes, sentía gotas de sudor caer por sus cienes y otras recorrer toda su espalda, estaba cansado pero no  le importaba porque deseaba esto. Sus caderas comenzaron a hacer un compás dentro de la boca del otro mientras que al salir enredaba la lengua alrededor del glande y escuchaba el típico sonido de chupar.

Se separó cuando no daba más y comenzó a bajar hasta que quedaron frente a frente mientras se sostenía con dos manos a cada lado de su rostro, era de esperarse que se besaran como no lo habían hecho antes y sintió en la legua del otro su propio sabor.

El moreno chupó su piel con claras intenciones de dejarle marcas y grandes mordidas, pasó su lengua de este a sus pezones que no tardó en pellizcar y lamer alrededor. La piel blanca se sentía caliente contra sus labios y lo sintió arcarse cuando rodeó su ombligo con su lengua para volver a jugar a su pecho.

-Espera -Tristán se escondió bajo las sábanas junto a él y mientras el otro lo miraba extrañado cuando le hizo levantar la cabeza de la almohada, quitó la goma que sostenía en alto el pelo del otro viendo como caía alrededor de su rostro-. No dejes que nadie más te vea así, ¿oíste?

-Es-esta bi-bien -el rostro de Duke se coloreó de un rojo carmín y sintió su corazón latir más rápido que en cualquier otro momento del día mientras cosquillas se sentían en su panza.

¿Eso es a lo que llaman sentir mariposas en el estómago o ya me dio hambre?

Las dos piernas de Duke fueron levantadas hacia las caderas del deportista que tomó su propio miembro entre sus dedos y fue dirigido a la entrada del otro donde se insertó de una sola estocada. Ver la cara de Duke mientras gemía su nombre en su oído y los besos que intercambiaban  lo hacían ponerse a pensar sobre qué había estado haciendo todo este tiempo.

Duke comenzó a reírse entrecortadamente con gemidos cuando comenzaron a escuchar el rechinar de la cama junto a los golpes de esta contra la pared, tenía suerte de no tener vecinos del otro lado porque no quería parar. Tristán se unió a su risa y terminaron por sonreírse mientras estaban en ese acto que tanto habían esperado.

-Más fuerte…

Duke enredó sus piernas en el trasero de Tristán para que se hundiera más profundo en cada movimiento mientras hacía rato ya masturbaba su miembro. El moreno sentía que ya no  aguantaba, llevaban un rato así, era su quinta corrida en esa noche y quería disfrutarla, volvió a tomar las delgadas piernas pero notables de ejercicio entre sus manos y las colocó en sus hombros.

-¿Te gusta así? -le susurró al oído, para luego morder el lóbulo del que todavía colgaba el dado especial para su amante. Veía lágrimas acoplarse en los ojos de Duke.

-Me en-encanta… vente dentro de mí -el rostro de Duke estaba sudado y medio tapado por sus cabellos, solo escuchaba sus propios gemidos, los suspiros del otro y el ruido de la cama-. Me voy a… ¡Ah!

No logró terminar de formular la frase cuando un líquido blanco salió de su miembro cubriendo el abdomen de ambos para casi inmediatamente sentir como Tristán se detenía y algo caliente se volcaba en su interior. El cuerpo más grande calló a un lado respirando agitado mientras enterraba la cabeza en la almohada. Duke miraba el techo en el que juraba que veía estrellas sonreírle y aplaudir.

-¿Puedo quedarme a pasar la noche? -le dijo Tristán mientras colocaba una mano en su cintura y lo atraía hacía si para abrazarlo, Duke volvió a ponerse colorado, esperaba que no se hiciera costumbre.

-Claro -apenas dijo eso, los ojos de color chocolate comenzaron a cerrarse y los músculos de su espalda a aflojarse. Miró por arriba de su hombro el despertador en la mesa de noche, ya eran las tres de la mañana.

Se paró con cuidado de que no se despertara, sus piernas temblaban mientras se dirigía al baño. Al mirarse en el espejo noto los enormes chupetones en su cuello, sus labios hinchados y los rastros de semen en todo su abdomen y pecho. Se metió a la ducha mientras que con ayuda de sus dedos limpiaba lo que quedaba de la esencia de Tristán en su interior, le encantaría dormir con ella pero hoy no podría.

Entre los ojos entreabiertos del moreno, este veía la luz del baño prendida mientras escuchaba a la lejanía el ruido a agua correr. Pensó que era un sueño cuando vio a Duke salir de allí mojado y desnudo para buscar una toalla, secarse y a continuación vestirse con su remera para salir de la habitación. Se sentó en la cama lentamente sintiendo la falta de una persona a su lado, salió de esta y se puso su bóxer.

La luz del living seguía prendida y encontró a Duke en el sillón con una laptop sobre sus rodillas mientras bostezaba y se fregaba los ojos. Ahora que lo recordaba era tarde cuando llegó y él se encontraba despierto, seguramente tenía trabajo que hacer y por su culpa no pudo terminarlo.

Decidió ir a la cocina donde se tomó unos quince minutos para hacer café en una taza, tomó una manta del cuarto y se dirigió junto a Duke.

-Ten -le tendió el café y Duke le miró desde abajo sorprendido.

-Gracias -Tristán se sentó en el sofá junto a él mirando lo que hacía en la computadora… la verdad no entendía nada, los números no eran lo suyo-. No tienes que quedarte, ve a dormir, seguramente estés cansado.

-Si pero es mi culpa que te haya interrumpido. Te haré compañía -sin darle tiempo a pensar tomó la computadora y el café dejándolos arriba de la mesita frente a ellos y luego a Duke como princesa se acostó el mismo en el sofá y colocó al ojo verde entre sus piernas. Tomó del suelo la manta y los tapó para luego devolverle la computadora.

-Es-Está bien -Duke agradeció estar de espaldas contra su pecho porque sentía su cara arder y sus dedos temblaban al pasar sobre el teclado, no quería admitirlo pero quizá sus amigos tenían razón y ya estaba…

Ya saben…

Enamorándose.

+ - + - + - +

Ryou y Akefia habían salido al parque en ese día especial de enamorados, el más pequeño le quitó importancia al asunto pero se sintió mal cuando debajo de un gran árbol en el parque, donde siempre solían ir, le entregaron una caja en forma de corazón.

-Otra vez no tengo nada para ti -el peliblanco hizo un puchero. Se sentía avergonzado.

-Sería suficiente para mí si los aceptas -se dejó caer hacia atrás en el pasto frio del rocío de la mañana.

Ryou lo miró, cada día lo veía parecerse más a un chico normal, uno que no piensa en mandar a las personas al mundo de las sombras. Se preguntó si era él el que había logrado hacer eso.

-Solo espero que no sea un engaño y me estés dando uno de los chocolates de tus nuevas admiradoras -dijo refiriéndose a la fila de personas que se encontraban en la puerta de la mansión Atemu cuando fue esa mañana.

Estaba seguro de que tenía menos cabello luego de pasar por esa banda de salvajes que se hacían llamar mujeres bien educadas. De solo pensar en que suceda otra vez le daba escalofríos.

-Todos los chocolates que viste en la sala no eran míos. Que conste que no tomé ninguno y sorprendentemente tampoco Marik… todos eran del faraón. Es demasiado amable con las chicas como para negarse -el peli plateado bufó y se puso a mirar su cabello-. ¿Crees que deba cortarlo?

-¡No! -dijo de inmediato Ryou, le encantaba el cabello de su Yami. Akefia lo miró con sonrisa de costado y ceja elevada-. Te-te que-queda bien así, quizá deberías mantenerlo de ese largo.

-Está bien -dijo desde suelo.

-¿Enserio?

-Sí. Si a ti te gusta… confío en tus gustos mi hikari -le guiñó un ojo y el peliblanco casi se ahoga  de la impresión con el bombón relleno.

+ - + - + - + - +  

Joey contemplaba las lágrimas de Mokuba rodar por sus mejillas pero aun así sonrió, porque sabía que no eran de tristeza. Lo abrazó y él escondió su cabeza en su cuello.

Una lamparita prendió en su cabeza.

Él no llegaba a apoyar su cabeza en su cuello hace un par de meses. Malditos genes Kaiba, estaban acelerando el proceso de alejar a Mokuba de él.

-Deja de llorar Mokuba, ya tienes 16 años. ¿Esto significa que si te gustó?

-Es hermoso… ¡muchas gracias Joey!

-Ya deja de llorar o cuando llegue tu hermano pensará que es mi culpa y me echará a patadas y no me dejará volver nunca más. Ahora… acomoda esas flores allí.

Hace más de un par de meses Seto Kaiba se había involucrado en un problema con su familia, su verdadera familia que lo llevó a obtener ciertas fotografías de sus padres en el proceso. Mokuba, le pidió entonces a Joey que hiciera algo especial… muy especial.

En su nuevo apartamento, ahora más pequeño, Joey pasó sueño y desesperaciones pero al fin había logrado su obra maestra en su tiempo libre. Había aceptado ese trabajo y lo había cumplido.

Ese mismo San Valentín en la mañana el pelinegro y él tomaron una pequeña habitación de la mansión Kaiba, cerca de la entrada y con un aire de típica de habitación japonesa.  Al mediodía llegó el paquete tan esperado por Mokuba y lo colocó en el medio de la habitación.

El butsudan  era de manera oscura y claramente bien tallado… y claramente bien caro, así es como puedes ver que las manías del más grande se reflejan en el más pequeño. Colocaron flores, inciensos y arroz.

-Nunca tuvimos uno, siempre le pedía a Seto pero se iba y no me respondía -Mokuba le sonrió-. ¿Podrías…?

-Claro.

El rubio entendió que le pedían privacidad así que salió tranquilamente cerrando la puerta tras de sí. Vio a tres mucamas corriendo apuradas de lado a lado y al mayordomo  ir hacia la puerta. El amo ya había regresado a casa.

-Bienvenido señor Kaiba, el Señor Wheeler está…

-Aquí -completé y el anciano me fulminó con la mirada, ya había aceptado que lo quería y eso nunca lo iba a olvidar.

-¿Qué haces ahí cachorro? -lo miró curioso el CEO, hasta donde él sabía esa habitación no era más que un armario, aunque no estaba seguro.

La puerta se abrió de repente cuando iba Joey a contestar así que cayó al suelo como un saco de papas por estar apoyado en ella y  desde ahí abajo se frotaba el chichón que crecía en su cabeza.

-¡Seto! Qué bien que ya llegaste, tienes que ver lo que hizo Joey… uy… perdón Joey… no sabía que estabas ahí -se llevó la mano a la nuca sonriendo de forma tímida mientras agarraba con la otra mano la gabardina de su hermano y lo arrastraba dentro.

-No importa… de todas formas el suelo es cómodo -bufó y le echó la lengua al pelinegro que se la devolvió.

-Mokuba, ¿Qué es lo que tramaste? -Kaiba claramente descubrió enseguida lo que había tramado su hermano, era fácil reconocer un altar.

-Y eso no es todo -corrió a abrir las puertas dejando ver los dos cuadros que Joey había pintado.

Su padre y su madre.

+

Joey y Kaiba estaban en la biblioteca, el último  estaba buscando un par de libros para un proyecto en la Universidad. Joey miraba sentado en una mesa mientras movía sus pies de adelante hacia atrás.

-Gracias por lo que hiciste por Mokuba -le dijo una vez que se colocó frente a él y sacudió sus rubios cabellos.

-También lo hice por ti, tonto.

-Gracias.

-Deja de decir gracias. ¡Tú no dices gracias! ¡Asustas Kaiba!

-Llámame Seto, ya te lo dije cachorro.

-Y yo te dije que esto es solo sexo.

-Bueno… ya que hablas de eso…

Seto le acarició los muslos y le miró con una sonrisa que prometía hacer algo malo, y entonces, se agachó.

-¡¿Qué?! ¡No!... no hagas eso… no tienes que hacer eso… ahg, rayos… hazlo… sí… hazlo… ¡ahh!

Notas finales:

¿Les gustó?

No se que pensarán ustedes, pero en lo personal disfruto mucho de escribir y leer un capítulo donde aparecen las cinco parejas. Creo que este capítulo quedó demasiado largo pero tenía tantas ideas al escribirlo que cuando terminé acabó así de largo.

Tengo que admitir también que me reí muchísimo cuando escribía y pensaba la escena de Yugi tocando a Yami, es la inocencia mas hermosa.

Espero que les haya gustado!!

Nos vemos en el próximo capítulo!!


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