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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Finales de Setiembre

Ryou salía de la Universidad rodeado por las mismas chicas de siempre que le ofrecían galletas y almuerzos y él cuidadosamente las rechazaba con delicadeza y con una suave sonrisa, que lamentablemente era lo que las hacía volver al otro día a intentarlo de nuevo. Pensaba que ya había pasado esa etapa, pero ahora se daba cuenta que probablemente el motivo por el cual ya no le sucedía, tan seguido al menos, era porque siempre estaba con Bakura.

Kura…

Solo, caminó hasta el parque y se sentó bajo la sombra del árbol al cual siempre iba. El calor lo estaba agotando y su cabello no ayudaba mucho al caso; se lo recogió en un moño apresurado, ese otoño estaba caluroso. Tomó su celular por décima vez ese día pero no había recibido ningún mensaje ni ninguna llamada perdida.

Suspiró.

Se sentía un poco mal por la situación, había pasado de mucha compañía a prácticamente… ninguna. Yugi y Malik se habían ido a Tokio y Akefia a Corea. Tres semanas, cinco días, catorce horas y treinta y dos minutos. ¿Pero quién los contaba no? Seguro que él no.

Se sentía aburrido la mayor parte del tiempo y hasta a veces un poco melancólico, lo único que le subía el ánimo era cuando uno de ellos lo llamaba en la noche. Al principio había sido entretenido; llamadas a todas horas, ver en vivo cómo sus amigos salían a recorrer la ciudad más conocida de Japón, hablar sobre sus nuevos profesores, entre otras cosas. Luego su oscuridad llamaba y le contaba con pocas palabras (como siempre) sobre lo que había estado haciendo y Akefia por su parte podía quedarse horas escuchando sobre su día que por supuesto no era para nada tan interesante como el suyo, pero prestaba atención como si lo fuera. Y hasta algunas noches le cantaba al oído por teléfono hasta que se quedaba dormido.

Todo era muy tierno. Y como siempre las cosas buenas no perduran.

Cuando sus amigos comenzaron las clases de verdad, ya no podían hablar tanto y a veces hasta él mismo estaba ocupado con trabajos. Pronto Akefia llamaba más tarde y cortaba cada vez más temprano, sus mensajes ya no eran enviados cada mañana; día por medio, cada dos días, cada tres días… esto ya no le gustaba.

No podía hacer nada por la falta de sus amigos, pero contaba cada día que faltaba para terminar esta semana y la entrante, cuando Akefia volvería. Sabía que eso lo iba a aliviar emocionalmente. Desbloqueó su celular viendo la foto graciosa que se había sacado con Joey y entró a redes sociales, le encantaba ver el éxito que habían logrado y admitía que era fan de las sesiones de fotos que hacían, su oscuridad siempre tenía un aula maligna en cada foto que lo hacía ver condenadamente atractivo al punto en que se le caía la baba.

Trataba de ignorar que no era el único que lo veía de esa forma, se negaba totalmente leer los comentarios de las fotos. Una vez Malik por molestarlo se puso a leer varios comentarios que habían puesto en una de sus video llamadas. Hasta él estaba sorprendido de sus espontáneos celos.

Había sido una muy mala idea y desde entonces se juró a sí mismo que no lo volvería a hacer.

-¡Ryou! –su nombre le hizo levantar la vista y vio a Tristán yendo hacia él-. ¿Qué haces aquí todavía? Iríamos a la casa de Yami hoy, ¿recuerdas?

-Lo sé, estaba tomando un descanso solamente –le sonrió a Tristán que se sentó a su lado, últimamente estaban pasando mucho tiempo juntos, ya que ambos habían sido abandonados.

Joey y Kaiba habían entrado en el período ese de una relación en la que no podían estar separados. Si invitabas a uno, el otro estaba automáticamente invitado también y si conseguías que Joey viniese solo, eras consciente de que pasaría mandándose mensajes con Kaiba o este llamaría para asegurarse de que su “cachorro” estuviese bien.

A la vista de Tristán: empalagaban. Si fuera otra pareja no diría nada, pero el hecho de que fueran justamente ellos dos, daba más miedo que ternura para él.

-No hay apuro, Serenity fue a comprar no sé qué cosa así que hay que esperarla –le dijo mientras se apoyaba en el árbol.

-Recientemente pasas mucho tiempo con ella –también recordó Ryou-. ¿Acaso están saliendo?

-¿Qu-qué? –Preguntó absorbiendo color rojo y negando con las manos y la cabeza a la vez-. No estamos sa-sa-saliendo.

-Ah, perdón, solo tenía curiosidad –Ryou le volvió a sonreír un poco avergonzado por haber recibido una respuesta negativa a tal pregunta-. Pero lo entiendo, después de todo Duke y tú estaban en algo, así que supongo que no sería fácil de superar y eso…

-¡¿Qué?! –El grito de Tristán hizo saltar a Ryou que lo miró con ojos bien abiertos y se alejó un poco del susto-. Entre Duke y yo no había nada, no sé de qué estás hablando. E-estás imaginando co-cosas ra-raras hoy, Ryou.

-Yo… lo siento –Ryou no sabía en dónde meterse, había saltado de una llaga a la otra en la vida de Tristán sin darse cuenta, deseaba que la tierra se lo tragara de la vergüenza-. Es que como siempre estaban juntos y Duke es… bueno, Duke. Y has estado un poco decaído desde que se fue, así que pensé que estarías pasando por lo mismo que yo. Lo siento, supongo que lo malinterpreté, de nuevo.

Tristán se sintió mal por saber que le había dado tal grito a Ryou, pero se quedó pensando en la comparación que este había hecho consigo mismo; Ryou se había separado de Akefia y se notaba a lo lejos la forma en que lo echaba de menos y él y Duke también se habían separado. Pero aun así notaba una gran diferencia en ambos casos:

Uno, ellos estaban saliendo.

Dos, se hablaban todos los días. Desde que Duke se había ido, él entro en una burbuja de depresión constante. No había recibido ni una sola llamada de su parte y no había tenido el valor de llamarlo él mismo, tenía tantas cosas que decirle pero no sabía cómo comenzar a hablar.

A veces pasaba algo en el club de futbol e iba todo el camino a su casa con el pensamiento de llamar a Duke para contárselo y cuando tomaba su celular volvía a recordar las palabras dichas por él y eso le hacía soltar el teléfono. Otras veces no sabía que ponerse y se sacaba fotos frente al espejo y estaba a punto de mandárselas a Duke para que él eligiera el mejor look, pero luego recordaba y se las enviaba a Serenity, ahora podía confirmar que ellos dos no tenían muchos gustos en común en cuestión de estilo. También le ocurría que empezaba a darse cuenta de los celos aterradores que cultivaba cuando veía a todos recibir mensajes y fotos de su día a día mientras que él no recibía nada, en secreto miraba las fotos y sentía que era cada día más atractivo.

Era consciente de que cada día cavaba más profundo su tumba. No había un día en el que no pensara en él; en su cabello suelto, en su sonrisa ególatra y en esos preciosos ojos verdes con mirada gatuna.

-¿Por qué piensas que Duke y yo estábamos en algo? –Se animó a preguntar. Ryou se sorprendió de que preguntara teniendo en cuenta de que pensaba que él iba a dejar fluir esa conversación como si nunca hubiese existido.

-Como ya dije siempre estaban juntos y bueno, a Duke le gustan los chicos como tú y también tu actitud hacia él había cambiado. Como si fueran más cercanos, como si estuviesen compartiendo algo solo entre ustedes dos. No sé si me explico. Pensé que quizá lo estaban intentando –dijo con miedo de confesar lo que pensaba, por supuesto Ryou se negaba a decir que sabía que Duke estaba enamorado de él y que sabía que se habían acostado porque Duke se lo contó.

Sabía que era un chismoso, pero quería saber que diría Tristán de todo eso, había pensado que ellos habían confirmado una relación o algo por el estilo y que se había terminado al tener que irse Duke.

-Nosotros... es complicado –dijo simplemente y Ryou se sintió decepcionado de no haber recibido ninguna respuesta de las que quería y también de la cobardía que tenía su amigo de no admitir lo que sentía realmente-. Mejor vamos o se nos hará tarde.

Ryou caminó detrás de Tristán hasta que se encontraron con Serenity y pasó a caminar detrás de ellos dos. Fue todo el camino en tren pensando en Tristán y Duke, le daba mucha lástima este último, más después de haberlo escuchado llorando cuando le contó sobre su confesión a Tristán y como este no había dicho nada. Si él se hubiera confesado a Akefia y este no le habría dicho nada o se hubiera simplemente negado (lo cual para él era lo mismo), primero hubiese muerto en vergüenza y luego en rabia y lamento. No sabría cómo lo llevaría día a día y sabía que Duke se estaba enfrentando a ello ahora mismo mientras trataba de manejar una empresa.

Si no fuera porque Duke era Duke, tendría miedo de que este explotara.

Siempre había considerado a Tristán como un chico valiente, se sentía decepcionado y hasta enojado con este. Esperaba que no demorase en darse cuenta de sus propios sentimientos.

-Al fin llegaron, ¿qué fue lo que les llevó tanto? –Les preguntó Yami al abrirles la puerta.

-Lo siento, fue culpa mía, quería comprar unas cosas que vi en una tienda –dijo Serenity mientras levantaba las bolsas de papel que cargaba en una mano.

Los cuatro salieron al patio en donde estaba Tea mirando distraída hacia algún lugar del patio y Marik jugaba un duelo de monstruos contra Kaiba mientras Joey observaba. La llegada de Kaiba al grupo y la insistencia de este a retarlos fue lo que hizo volver a los Yamis a tocar sus barajas nuevamente de manera más seguida y empezar a pulirles lo oxidado.

-¡Vamos bebe! –Gritaba Joey apoyando a Seto y tanto Tristán como Yami dejaron caer la cabeza hacia un lado al escuchar alentarlo, era la cosa más extraña que habían escuchado salir de los labios de Joey y eso que este decía ridiculez tras ridiculez.

-¿Y a ti que te picó? ¿Desde cuándo lo apoyas? –Se quejó Marik, pero sin entrar en pánico, convocó un nuevo monstruo y sonrió tras la cara de sorpresa de Kaiba.

-¿Acaso crees que yo haría esto de manera gratuita? –Los miró con cara sería y luego volvió a sonreír-. ¡Vamos Seto! ¡Tú puedes, cariño! –Tanto Yami como Tristán suspiraron tras su explicación, seguía siendo el mismo Joey de siempre. Marik rió.

-Bien, entonces, ¿qué fue lo que te prometió? Te daré el doble –le dijo Marik elevando las cejas tentadoramente. Joey lo miró sonriendo sensualmente mientras golpeaba con un dedo su barbilla haciendo como si se lo estuviese pensando.

-La cuestión es que nuestro trato era más de esos que incluyen no tener ropa y estar sudado –confesó Joey, hacía días que Seto había estado atareado con el trabajo así que prometió hacer esto a cambio de una noche entera de sexo y una mañana de despertarse tarde junto a él-. No sé qué tan dispuesto estés a eso, Malik me arrancará la cabeza.

-Bueno siempre están como opción los tríos, piénsatelo. Será divertido –Marik le guiñó un ojo y Joey actuó como si lo considerara.

-¡Muérete! –le gritó rabioso Kaiba y sacó una carta de su baraja, su deseo de hacer pedazos a Marik por proponerle tener sexo a su chico hizo que el Dragón de Ojos Azules llegara a su mano y  con una risa maléfica lo convocó.

El duelo jamás se dio por finalizado cuando Yami los detuvo luego de que la cosa se volviera demasiado seria para ambos, aun así Joey alentaba a Seto con la esperanza de una noche realmente divertida.

-Ya regreso –dijo Tea en medio de la conversación que estaban teniendo y se levantó y se fue.

Todos quedaron viendo como la chica entraba rápidamente a la casa y se perdía de vista. Estaban viendo la televisión en espera de una entrevista que le harían a Akefia y a su banda, mientras comían botanas y trataban de ignorar los jueguecitos de amor que se traían entre manos Joey y Seto que hacían que todos se sintieran más solos que el uno.

-Tea está actuando rara –comentó Joey y fue como si estallara el hielo que nadie se animaba a romper sobre la chica.

-Lo sé y desde hace mucho. Me pregunto por qué será. A estado muy distante, se la ve perdida y hasta deprimida, ya no recuerdo la última vez que la vi sonreír –dijo Yami preocupado.

-Me enteré el otro día de que se peleó con muchas de sus amigas, al parecer se mostró violenta con muchas de ellas y estas se enojaron –les contó por lo bajo Serenity.

-Quizás esté hormonada solamente y ustedes estén exagerando –le restó importancia Marik y el resto de los presentes lo miraron mal.

-¿En serio? ¿Hormonada por dos meses? –Le dijo serio Kaiba y él solo se elevó de hombros.

-¿Por qué no? ¿Qué nunca vieron a Ishizu? Siempre que andaba en sus días estaba semanas insoportable porque siempre me quería pegar –dijo con voz molesta, como siempre que hablaba de la “maravillosa” hermana de su novio.  

-Todos queremos golpearte y no por eso estamos hormonados –le contestó Tristán provocando que todos se rieran y así comenzó una pelea de pop por encima de la cabeza de Yami que tras unos cuantos que pegaron en su rostro se enojó y se sumó hasta ganar el triunfo y luego de darles una paliza a cada uno.

-La cuestión es que está actuando extraño –con la voz de Ryou finalizaron la conversación.

Tea no demoró en volver a aparecer, pero todos se voltearon al verla llegar gritando el nombre de Yami mientras corría. Traspasó las puertas de vidrio que daban al patio con Kuro, el gato de Yami, enganchado en su buzo gruñéndole y arañándole el pecho.

-¡Quítamelo! –le rogó a Yami y este inmediatamente se paró de su lugar y al estar sentado en el medio de un sofá de jardín saltó por encima de este.

-¡Kuro basta! Ya suéltala. ¿Qué pasa contigo? –Yami tomó en sus manos al gato que seguía arañando, o más bien intentando, a la chica.

-¿Qué es lo que tiene conmigo esa bola de pelos? –Se quejó rabiosa Tea.

Caminó hasta el sofá y tomó su abrigo, se dio media vuelta y sin dejar que una sola persona dijera algo se fue. Lograron llegar a escuchar el gran portazo que dio cuando salió de la casa. Yami volvió a sentarse muy sorprendido donde estaba antes mientras acariciaba a Kuro que había vuelto a estar tranquilo entre los brazos de un faraón.

-¿Sentiste eso? –Le preguntó por lo bajo y preocupado Marik.

-Sí, fue extraño. Probablemente fue el enojo que tenía, ella no puede hacer ese tipo de cosas por ella misma –dijo Yami preocupado.

Había sentido una energía extraña flotando alrededor de Tea, la sentía como una mala vibra. Como cuando él o sus hermanos estaban fuera de control y por lo tanto su magia también comenzaba a hacerlo y se podía sentir en el aire. Eso mismo había sucedido con Tea, de manera muy leve y muy curiosa al tener en cuenta que ella solo era una persona común y corriente.

-Retiro lo dicho, quizá si esté hormonada –dijo Seto y Joey se rió con ganas, siempre había sido él el encargado de hacer enojar a Tea y que ahora su chico lo apoyara le daba mucha gracia.

-¿Qué pasa contigo Kuro? ¿Por qué te comportas así con Tea? –Yami elevó al minino hasta que sus ojos quedaron frente por frente y cuando escuchó el nombre de la chica maulló enojado, frunció el ceño ante esto-. Tea… Tea… Tea.

Yami repetía una y otra vez el nombre de la chica y cada vez que lo hacía el gato de enfadaba y arañaba al aire. No pudo contener la risa y Joey tampoco.

-Se ve que a tu gato no le cae bien Tea –observó Tristán mientras Yami bajaba al gato entre risas.

-¿Quién es un buen gatito? –Dijo Joey y llamó al gato el cual se le arrimó con sus sensuales movimientos de mover su larga cola negra. Lo apoyó en su vientre mientras le daba mimos en el lomo-. Seto, ¿y si tenemos un gato?

-No –la respuesta cortante del castaño le hizo hacer un pechero mientras el resto reía. Después de todo Seto sabía que él era más de perros rabiosos que de gatos aburridos.

Lo que nadie sabía era que ese gato en ese momento era el guardián del mayor secreto de esa casa e incapaz de decirlo, no porque no quisiera sino porque era… bueno, un gato. Él estaba durmiendo tranquilamente la siesta al rayo del sol que entraba por la ventana del cuarto de su Faraón, hecho una bolita sobre una remera olvidada de Yugi al cual adoraba y más que nada su olor, cuando Tea entró aquel día de la competencia.

Había visto las malas intenciones de esta, pero era solo un gato y no podía distinguir entre dos almas compartiendo un mismo cuerpo. Había entendido el daño que le haría a su dueño y para ese gato la chica era su enemiga, no dejaría que le hiciera daño a su Faraón. Tea le había restado importancia a su presencia porque después de todo, era solo un gato, pero después de eso cada vez que venía a ese sitio ese gato la perseguía a todas partes.

El día de hoy fue a la habitación de Yami con el objetivo de saber más sobre el hechizo que este había colocado en ese sitio y de esa manera encontrar un contra hechizo, después de todo había asumido que ella sola no podría hacerlo pero aun así necesitaba saber de qué se trataba. Pero ese gato la estaba esperando; parado sobre la cama, con las patas delanteras extendidas y la cola moviéndose de izquierda a derecha. Saltó apenas supo que la distancia era suficiente y directo a su cara.

Lo peor era que aquella alma que estaba escondida en su cuerpo era incapaz de asesinar a un animalito tan frágil e indefenso como ese. No tenía el corazón.

Ryou se había sentado frente por frente a la televisión y observaba encantado la actuación en el show que estaba dando Akefia, era tan increíble cuando se lo proponía.

“Tengo una persona especial para mí y me inspira todos los días”.

Escucharon decir a Akefia en la entrevista, le habían recomendado que mintiera y dijera que no estaba saliendo con nadie, pero con lo orgulloso que estaba de poder haber conseguido salir con Ryou se negó rotundamente, después de todo pensaba presumírselo a todos.

Ryou escuchó detrás suyo cómo sus amigos silbaban y junto a algunos “ughhh” y “aww” de sus amigos. Se puso colorado hasta las orejas, pensaba llenarlo de besos cuando volviera.

-Se ve que la inspiración le vino ahora –dijo Yami burlándose de su hermano.

-Espero que su inspiración también sea buena en la cama, ¿verdad Ryou? –Le dijo Joey juguetonamente y recibió un pop en la frente de parte de este.

Él y Akefia no se habían acostado aún, llevaban un mes saliendo cuando él se había tenido que ir, no habían ido más allá de un par de besos y caricias. Jamás habían estado desnudos junto al otro además de en el Osen y le ponía nervioso el solo pensarlo, más cuando se daba cuenta de que quería hacerlo.

Se moría de la vergüenza de admitir que tenía ganas de comenzar a experimentar con Akefia.

Escondió una sonrisa tímida en sus rodillas elevadas mientras seguía escuchando la voz de su Yami.

Esperaba escucharla ese día en la noche también.

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Octubre

En el centro de ciudad Dominó está ubicada la sede más importante de la empresa más importante de juegos y tecnología de todo Japón, y en el último piso se instala la oficina del CEO. Se recorría por ahí unos salvajes los rumores que involucraba  al jefe y se decía que este se había conseguido una mascota.

Un perro que entraba y salía del lugar continuamente, ruidoso a más no poder y al cual el dueño tenía que estar limpiando continuamente porque era la definición de desastre total si se lo proponía. Pero por más que el pensamiento de muchos había sido “es cosa de jóvenes”, “no durarán mucho” o “tiene que ser una broma, un ligue… ¡algo!” Todos eran capaces de ver las sonrisas de ambos al estar junto al otro.

Seto Kaiba no llegaba de mal humor al trabajo como de costumbre, llegaba más tarde y se iba más temprano, a veces Joey rondaba por aquí y por allí y almorzaban juntos. Por más que siempre se ensuciaba Kaiba no le decía nada solo reía mientras lo limpiaba como si fuera un niño, bajo las miradas mitad ternura mitad miedo de: ¡¿qué está pasando aquí?!

-Cachorro… -Kaiba suspiró ahogando un gemido mientras se afirmaba sobre los brazos de su silla.

Al mirar hacia abajo, escondido en el interior de su escritorio estaba su perro, arrodillado y tragando limpiándose los restos del semen en su barbilla con una mano. Lo miraba sonrojado pero con una pequeña sonrisa de maldad. Tomó su barbilla con sus dedos sintiendo su suave piel y tiró de él provocando que se levantara suavemente. Cuando se paró lo sentó en sus piernas y comenzó a girar en su silla mientras Joey envolvía sus brazos alrededor de su cuello y lo besaba de nuevo. 

-Tienes que dejar de hacer eso cuando hay gente en la oficina –le dijo en un intento de queja, pero seamos sinceros, ¿quién puede enojarse sobre que le hagan un oral?

-¿Por qué? –respondió Joey decepcionado, disfrutaba de ver su frustración frente a la duda de dejarse llevar por el placer o prestar atención a los negocios.

-Porque algún día alguien va a entrar y te va a encontrar bajo el escritorio haciendo cosas inapropiadas al jefe –le dijo y lo bajó de sus piernas recibiendo un gruñido de su parte. Volvió a su computadora.

-¿Y qué? Eres mío, puedo hacer lo que quiera –envolvió un par de brazos en su cuello nuevamente quedando detrás de la silla y viendo el reporte aburrido que leía, escuchó como Seto se detenía y sonrió de manera engreída. Podía hacerse todo el macho que quisiese, pero era una bolita de algodón de azúcar cada vez que le decía algo tierno-. De igual forma, estoy seguro de que nadie en este lugar se animaría a decirte algo.

-No importa, quisiera evitar esa situación si es posible –dio por finalizado el tema.

-Si tú dices –Joey lo ignoró, después de todo siempre era lo mismo, se quejaba y al final terminaban haciendo lo que decía que no harían. Miró la hora en su celular-. Creo que ya tengo que irme o llegaré tarde.

-¿Otra sesión de fotos? ¿Qué te harán poner esta vez? –le preguntó sin siquiera mirarlo al estar en la computadora.

-Si –Joey se colocaba la campera que había dejado sobre uno de los sofás y lo miró divertido y maléficamente antes de soltar el secreto que se había estado guardando-. Esta vez… ropa interior.

El solo nombrar la prenda hizo desviar los ojos Kaiba de la computadora y posarlos a lo largo del cuerpo atractivo de su chico; piel blanca de porcelana con músculos definidos y cicatrices por sus años de pandillero, cintura estrecha  y piernas largas. Su sola imagen gritaba suavidad, masculinidad y atractivo físico en su máximo esplendor. Todo eso era de él y ahora… ¿todo el mundo iba a verlo? ¿Cuándo había sucedido esto?

Se imaginó, bueno recordó más bien, a Joey usando su ropa interior, esa de marca carísima y que le apretaba demasiad, así que se la había regalado y lo usaba cuando se quedaba a dormir. Se imaginó ahora posando así frente a un montón de hombres y mujeres a los cuales se les caía la saliva.

El golpe de la computadora al cerrarse hizo saltar a Joey.

-Voy contigo.

+

Joey iba sentado en la parte de atrás de la limusina junto a Seto, apoyando la cabeza en su hombro mientras este mantenía uno de sus brazos sobre los hombros de Joey. Mantenía sus labios mordidos como una gran necesidad y es que; ¡Estaba muriendo de la risa!

¡El solo ver su cara! Por los dioses, no podía creer lo divertido que era provocarle celos, podía hacerlo todo el día. No le molestaba para nada que lo acompañara a la sesión, más bien lo que veía era una oportunidad para verlo ponerse más molesto. Cuando llegaron saludó a todo el mundo de manera normal y desapareció para aprontarse tras vestidores.

-Tiene que ser broma –pronunció Kaiba apenas audible para él. Las personas pasaban de un lado a otro mirándolo y murmurando entre ellos. ¿Tan raro era verlo a él en una sesión de fotos de ropa interior en la cual el modelo era su novio? Bueno quizá sí, demasiado. Bufó y mató con la mirada a todos aquellos que lo miraban. Se apoyó en una pared agotado de estar parado esperando.

Miró el lugar por donde Joey se había ido hacía lo que parece una eternidad, comenzaba a arrepentirse de haber venido, ahora que lo pensaba bien era prácticamente una estupidez. Un chico salió por ese lugar y sintió cómo se le cortaba la respiración; su atractivo físico resaltaba entre tanta gente vestida y normal que no se merecía su atención, su piel tenía un leve tono canela pincelado con destellos que llegó a la conclusión de que era maquillaje.

Con su altura esbelta pero menos a la suya caminó hasta la parte principal de la habitación, no demoró mucho en comenzar a posar. Su pulso saltó cuando ese par de ojos grises, una sonrisa perfecta y unos cabellos negros como la noche se dirigieron hacia él. Le giñó el ojo con extrema confianza y no pudo apartar la vista mientras él posaba.

-¿Te gusta lo que ves? –Salió de la burbuja cuando escuchó una voz conocida.

Cuando volteó el rostro vio a Joey mirándolo enfadado cruzado de brazos. Le hervía la sangre, este definitivamente no era su plan. Lo trajo para que lo mirara a él, ¡no para que mirara a otro chico en ropa interior y que se le cayese la baba mientras tanto! El plan era hacer sentir celos a Seto no que él le hiciera sentir celos.

Genial, esa fue la palabra que pasó por la mente de Kaiba al ver la situación en la que se encontraba. Se sintió como la primera vez que miró porno gay a los catorce años y tenía miedo de que su hermano entrara a la habitación en cualquier momento y lo descubriese. Iba a decir un comentario de los suyos, ya saben de esos molestos y sarcásticos a la vez para zafarse, cuando prestó atención a la figura de Joey.

-Ahora si –se quiso patear a sí mismo al mirarlo. ¿Qué hacía admirando el cuerpo de ese chico teniendo un bombón relleno de sensualidad en su cama cada fin de semana gimiendo su nombre? Joey estaba peinado y maquillado de forma que sus ojos resaltaran, su piel no contenía ninguna de esas imperfecciones que adoraba pero admitía que lo hacía ver más atractivo, su pelo se veía suave y estaba seguro de que tenía un corte nuevo.

Cavó su tumba cuando empezó a deslizar los ojos por su cuerpo; sus pezones estaban rosados y su piel brillaba también con destellos, no tenía ni un cabello a la vista y solo tenía un bóxer azul con el nombre de la marca en el elástico.

-Te salvaste por poco –le susurró pegándosele al cuerpo. Joey aprovechó su momento de tontera para pasar un dedo desde su muñeca, hasta su hombro y hasta sus labios donde los delineó con la yema de su dedo. Seto sintió como le inundaba el olor a coco y su última parte racional solo pudo pensar en para qué usarían perfume si nadie lo podría sentir al ver la revista. Estaba preparado para recibir un beso pero Joey se apartó-. Se correrá el maquillaje, es una lástima.

-Te crees gracioso, ¿eh? –le dijo con mala cara y vio como Joey se reía-. Tú no posaras vestido así frente a esas personas.

-¿Qué? ¿Por qué? –Joey se hizo el inocente sabiendo que en ese momento se estaba muriendo de celos. Solo quería escuchar como dejaba salir la posesividad de sus labios.

-Porque no. Estas prácticamente desnudo. O te pones algo o nos vamos –Seto tomó su muñeca comenzando a arrastrarlo hacia la salida más cercana. Joey cinchó liberándose, recordándole con quién se estaba metiendo, no era ningún frágil.

-No lo haré –se dio vuelta ignorándolo.

Las cámaras ya no le ponían nervioso como en un principio, ya le eran familiares, así que para él era natural. Le hicieron un último retoque y sus ojos fueron iluminados por el primer flash. El chico a su lado posaba como si eso hiciera todos los días de su vida, y así era, admitía que lo ponía de los nervios. Es más, admitía que quería arrancar cada una de sus largas pestañas y cada uno de sus hermosos ojos, los celos lo inundaban. Se sentía tan simple e inferior posando junto a alguien como él.

Quería rabiar tal cual perro.

-¿Ese es tu novio? –Le preguntó en medio de una sonrisa para una de las fotos, lo miró cuando el flash terminó.

Joey pasó su lengua por sus dientes de manera de aguantar pegarle un puñetazo en su perfecto rostro de muñeco ken. Además, ¿era tonto o se hacía? Los vio a punto de besarse y dudaba que no conociera a Seto, aunque no le sorprendía; lo había visto tras bastidores mirarse durante quince minutos seguidos en el espejo, estaba seguro de que dentro de su burbuja no entraba nadie más que él mismo.

-Lo es –le dijo simplemente. El ego le recorrió las venas, jamás se había sentido mejor de poder decir que Seto le pertenecía.

Quería pararse en una silla y gritarle; “¡Sí, ese chico sexy, inteligente y rico me folla todos los días!”

-Es una pena, cuando terminen dile que me llame –luego de eso vio su espalda retirarse del set, ya había terminado su sesión ahora él tenía que hacer las individuales.

Ahora sí que estaba enojado. ¿Cómo… cómo se atrevía? Maldito hijo de… Quería asesinarlo. ¡Eso no ocurriría, no ocurriría nunca! Sobre su cadáver que le daría a Seto. ¿Quién se creía que era? ¿Qué acaso piensa que su cuerpo perfecto, sus ojos claros, su cabello oscuro, su piel sin cicatrices podría quitarle el novio?

Gruñó al calcular mentalmente las posibilidades de que eso sucediera y haber llegado al noventa por ciento.

Estaba en un corte hora, así que se dirigió a Kaiba, el cual seguía con la mirada a quien había nombrado como su nuevo némesis. El tortazo que recibió en la cabeza de parte de Joey le hizo poner los pies en el suelo de nuevo.

-¿Por qué has hecho eso? –Le gruñó mientras se masajeaba el lugar.

-¿Y todavía preguntas por qué? Eres un idiota.

Kaiba estaba preparado para discutir como siempre o para recibir un nuevo golpe, pero fue sorprendido cuando Joey apoyó la cabeza en su cuello rindiéndose a la miserable sensación de la envidia y el pensamiento de perder a Seto por un chico atractivo como ese. Kaiba dudó en qué hacer, si lo tocaba y ese perro lo mordía iban a empezar una discusión en ese mismo lugar, pero de todas formas recurrió a acariciar su cabello con lentitud. Joey envolvió sus brazos alrededor de su cintura.

-¿No vas a dejarme por alguien como él cierto? –Preguntó y su cabeza saltó con el pecho que vibraba bajo una risa.

-¿Qué? No. Con todo lo que tuve que pasar para que salieras conmigo, te puedo asegurar de que eso no sucederá –le dijo y colocó un beso en su cabeza, cuando levantó la vista vio que muchos los observaban, la mayoría sonriendo, los ignoró.

-¿Estás seguro de que esto no se fijará en nadie más? –Joey levantó la vista mirándolo directo a los ojos y Kaiba sintió cómo un dedo trazaba el zíper de su pantalón.

-Quizá eso se fije en algo más –Seto tomó la mano de Joey que estaba en un lugar demasiado inapropiado para estar rodeados de personas y la colocó con la palma abierta sobre su pecho, su corazón. Los ojos de Joey brillaron con dulzura-, pero esto no se fijará en otra cosa.  

Joey bajó la mirada de inmediato, observando cómo sus pies se pisaban entre ellos con nerviosismo. No se animaba a mirarlo a los ojos después de esas palabras. Él de verdad podía ser romántico cuando se lo proponía, se sentía mal de ser un torpe en esas cosas y… bueno en todo en general.

-¡Wheeler! –Volteó el rostro al ver que la maquillista lo llamaba.

Sin querer alejarse de Seto lo tomó de la mano dándole un apretón suave y caminó hacia la chica ubicada en el centro de las cámaras. Al poco tiempo la conversación entre ellos volvió a ser normal mientras tres personas lo rodeaban y retocaban su maquillaje.

-No volveré a traerte –le dijo Joey cuando ya estaba listo y solo esperaba a que el resto del equipo terminara de aprontarse.

Ambos estaban parados frente a frente pero Seto lo abrazaba por la cintura; se había descalzado al entrar como todos y el calor que hacía en ese lugar le había obligado a desabrochar unos cuantos botones de su camisa azul y subir sus mangas hasta los codos.

-¿Por qué? –Preguntó con su típica seriedad. No le gustaba para nada el saber que su novio estaría semidesnudo frente a tantas personas y sin él ahí para pararle el carro a cualquiera que tratase de sobrepasarse.

-No me gusta esto de que todo el mundo te ande mirando –se quejó y vio formarse una sonrisa burlona en los labios de Kaiba, lo cual lo hizo cambiar de opinión-. No es porque esté celoso, es porque distraes a la producción, claro.

Seto solo pudo sonreír y Joey bufó con vergüenza, pero se le unió cuando sintió posarse un par de labios en su cuello que le hizo tirar el cuello hacia atrás. Escuchó un “click” seguido de un flash y detrás de este otro, y luego otro desde otro ángulo, Seto rió junto a su cuello.

Su sesión privada se trasformó en una de compañía con Seto, la mitad de las fotos se las sacaba solo y la otra mitad junto a Kaiba que repentinamente se había sentido cómodo al punto de permitir un poco de maquillaje y fijador en su cabello.

-Se ven increíbles –les alagó el camarógrafo.

Se encontraban sentados en el piso; Seto con las piernas abiertas y una de sus rodillas mirando el techo mientras entre ellas se encontraba su cachorro apoyado en su pecho. Tenía un brazo sobre su rodilla elevada y la otra rodeaba suavemente el pecho de Joey, el cual tenía su cabeza sobre su hombro y la boca ligeramente abierta (secretamente estaba dejando escapar un gemido), mientras Seto dejaba besos en su cuello mirando directamente la cámara con una mirada ardiente que estaba por hacer desmayar a más de la mitad de las personas allí.

Se escuchó un “click”. La mano que rodeaba a Joey se dirigió a la barbilla de este e hizo que su rostro se acomodara para que compartieran una mirada que dejaba en claro el amor y la lujuria que compartían, se escuchó otro “click”. Ambos tomaron la simple iniciativa de acercar sus labios a los del otro y se unieron en un simple y sabroso beso, otro “click” seguido de una luz cegadora. Las personas no sabían si ellos dos habían nacido para estar en una portada o estaban encerrados en una burbuja de amor mientras ellos los fotografiaban; su amor se veía intenso, sensual, parecía que se devorarían entre ellos como un par de leones.

 Joey estaba acostado en el piso con Seto sin camisa y encima de él besando su vientre mientras tiraba la cabeza hacia atrás, era consciente de que a esa altura ya estaban grabando un video porno, pero increíblemente no le importaba.

-Creo que es suficiente –le dijo Joey tomando su rostro entre sus dos manos, luego de un beso, si seguían así empezarían a elevar temperatura y se convertiría en un problema.

Se escuchó el ultimo “click” junto al flash.

Ambos se vistieron y luego los invitaron a sentarse, Joey arriba de Seto por supuesto, y les mostraron todas las fotos que les habían hecho. Joey estaba seguro que en ninguna de sus sesiones le habían sacado tantas fotos, estaba seguro de que se habían aprovechado de su diversión porque había pasado una hora más de lo que debería.

-Pásenmelas todas a este mail –les dijo Seto tendiéndole una de sus tarjetas al fotógrafo principal que la agarró con mucho cuidado y mirándola como una pepita de oro.

-Por supuesto. Me preguntaba si aceptarían que publicáramos estas fotos –dijo el hombre con nerviosismo, esperaba una negación rotunda realmente, pero sabía que esto sería la gran oportunidad que tendría la revista y la marca a la que promocionaran.

Seto demoró en contestar, Joey no contestó porque sabía que la cuestión ahí no era él sino Seto, pero  al final después de pasar foto por foto dijo:

-Está bien.

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Noviembre

Yugi caminaba de una punta a la otra de su habitación, bueno más bien la habitación de Malik y él que estaban compartiendo en Tokio. No era muy grande pero no necesitaban nada más de lo que ya tenían; una habitación que compartían con dos camas separas por una mesa de luz, un armario dividido a la mitad entre su ropa y aparte el pequeño apartamento contaba con un baño y  un living y cocina en un mono ambiente.

Al principio se les había hecho difícil adaptarse a tan pequeño lugar al punto en que pensaron sobre cambiar de apartamento, pero algo que no previeron y que los hizo quedarse es que prácticamente los obligaba a estar uno cerca del otro. La gran falta de compañía de sus tantos amigos y claro de sus Yamis, los hacía necesitar de esto.

Malik suspiró sentado en la punta de su cama, la cual estaba hecha un desastre por cierto, jamás creyó que echaría tanto de menos a su hermana y su hermano.

 Revoleó sus ojos al ver la ansiedad de Yugi y cansado de verlo comenzó a contemplar sus uñas prolijamente limadas mientras balanceaba sus pies de adelante hacia atrás.

-Harás un hoyo en el piso –le advirtió Malik. Yugi paró de caminar y lo miró a punto de hacer un puchero, este seguía entretenido con sus manos.

-¿Por qué estás tan tranquilo? –Le preguntó Yugi.

-¿Por qué estás tan nervioso? –Contraatacó Malik volviéndolo a mirar sin dejar de mover sus piernas, toda su actitud demostraba paz interior que el tricolor no lograba entender.

-Yami y Marik vendrán en media hora, y conociéndolos apuesto a que llegarán antes –se explicó y Malik asintió estando de acuerdo, esos dos estaban desesperados por verlos, era un milagro de los dioses en realidad que no hayan llegado ayer-. No los hemos visto en dos meses.

-¿Y qué? –preguntó el rubio elevándose de hombros. Yugi dejó caer los propios  en rendición, ¿por qué parecía que era el único al que le importaba eso?

-¡¿Y qué?! No sé qué hacer, no sé cómo actuar. Este tiempo con Yami solo hemos hablado por teléfono y… y… hemos hablado mucho de nosotros. Tengo miedo que… -Yugi no pudo continuar y Malik vio cómo tragaba saliva, negó suavemente con la cabeza al ver el estrés de su amigo.

-Tienes miedo de que te pida aclarar su relación. Lo sé. Pero como yo lo veo, está en su derecho de hacerlo. Es más creo que te vendría bien a ti también hacerlo, te torturas la mente desde que Yami te beso y eso fue en Julio. ¡Ya estamos en Noviembre! Creo que estás abusando del hecho de que Yami te puede esperar toda la vida si de esa forma puede estar contigo –le dijo Malik y palmeó el lugar al lado suyo, Yugi fue hasta allí y se sentó con la cabeza agacha pensando en lo que su amigo le decía.  

-¿Crees que sería capaz de esperarme por más tiempo? –Dijo por lo bajo.

-Te ha estado esperando por muchísimo tiempo, puede esperar más. Así que si tu idea es esperar a que mágicamente él se olvide de toda posibilidad de estar contigo y así acabar con todo esto, creo que comentes un error porque eso no va a suceder. Solo estás alargando lo que sucederá de un modo u otro –Malik abrazó a Yugi y al separarse lo miró directamente a los ojos-. No tiene por qué ser hoy o mañana, puede ser dentro de un mes o dos, pero no más. Tienes que decidirte, esto no te está haciendo bien y además, es cruel.

-Lo sé, lo intentaré. Además creo que ya tomé una decisión –dijo Yugi desviando la vista al suelo y soltando un suspiro.

-Yugi, no te engañes a ti mismo –lo regañó Malik, esa cara era la que siempre ponía cuando decía que no era buena idea lo de él y Yami, no le gustaba.

-Pero…

-No quiero oírlo –le dijo firme Malik. Se hizo un silencio incómodo en la pequeña habitación hasta que Yugi volvió a hablar.

-¿Por qué tú estás tan tranquilo? –Volvió a preguntar y obtuvo una gran sonrisa de su amigo.

-La verdad es que estoy tratando de controlarme, desbordo de emoción en este momento –admitió dejando sorprendido a Yugi, casi ni se lo cree, había estado todo el día más tranquilo de lo normal, si había tanta emoción él nunca pudo verla-. Ya quiero ver a Marik -Admitió y ambos sonrieron.

Hacía tanto que no se veían y realmente extrañaba estar con él, extrañaba besarlo, abrazarlo, su olor, sus malos chistes. Extrañaba que le hiciera el amor. Lo necesitaba cerca de él, necesitaba sus labios sobre su piel, su transpiración mezclándose con la suya. Lo necesitaba entre sus piernas.

Yugi vio como el rostro de Malik se encendía mientras este mordía su labio inferior con la mirada perdida. Evitó a toda costa sus teorías sobre qué estaba pensando.

El timbre del apartamento sonó y ambos se levantaron de golpe de la cama. Malik mostró su entusiasmo por primera vez en el día dejándose llevar y corriendo hacia la puerta, Yugi lo siguió caminando y cuando salió de la habitación  la puerta ya se estaba abriendo.

-¡Marik! –cuando el hikari abrió la puerta y vio a su Yami, no demoró en saltar hacia él enredando sus brazos alrededor de su cuello y sus piernas en su cadera, esto provocó la caída del bolso que Marik traía en un sonido seco contra el piso-. Te extrañé –se sinceró y vio como a su oscuridad se le formaba una sonrisa en la cara, tomó ese rostro entre sus dedos y juntó sus labios en un beso sin perder tiempo.

Yugi miró sonriente la escena que esos dos llevaban a cabo del otro lado de la puerta abierta. Una persona conocida esquivó a la pareja que parecían estar a punto de tener sexo en el pasillo y se dejó ver. El tricolor sonrió más (como si eso fuese posible) al verlo, no había cambiado para nada, Yami seguía siendo Yami; con esa sonrisa engreída con la que ganaba cada juego, su cabello tan extraño como el suyo y sus ojos brillantes tal cual rubíes que prendieron al posarse en su hikari.

Dejó su bolso en el piso junto a la entrada y miro a Yugi mientras extendía ambos brazos hacia él, este entendió perfectamente la invitación y antes de poder pensar entre sí estaba bien o si estaba mal, ya corría hacia él.

-Aibou… -susurró mientras lo envolvía entre sus brazos y al fin se sintieron los dos en paz.  

+

Luego de que lograran despegar a Malik y Marik, los invitados se acomodaron en el pequeño lugar que claramente no era para cuatro personas. Marik había reservado un hotel en el cual se quedaría por la noche con su hikari durante esas dos noches, mientras que Yami compartiría el departamento con Yugi.

-Y esta es nuestra habitación –terminó el tour de dos minutos Malik, prácticamente en ese lugar podías ver de una esquina a la otra.

-Adivino, esa es tu cama –dijo burlonamente Marik apoyado en el umbral de la puerta señalando con el dedo a la cama que estaba a la izquierda, donde anteriormente Malik y Yugi se habían sentado a conversar.

-¿Cómo lo sabes? –preguntó Malik mirándolo curioso y medio a la defensiva, le olía a gato encerrado. Marik lo miró con superioridad.

-Es un desastre, es obvio que es la tuya, ni siquiera ordenaste. Serías una muy mala esposa –en menos de dos segundos ya había recibido un golpe en la cabeza con el cetro del milenio.

-Para tu información si la ordené. Y ni aunque me pagaras sería tu esposo –Malik se ofendió y así comenzó otra de sus eternas discusiones. Marik se burlaba del claro desorden de su hikari y lo incapaz que era de hacer su cama siquiera y este le reprochaba.

Al final todo acabó cuando Malik lo amenazó con no tener sexo esa noche, aunque en realidad ni siquiera estaba seguro de poder aguantarse él mismo de hacer eso. Se encerraron en la habitación y se acostaron en la “ordenada” cama de Malik a ponerse al día.

Del otro lado de la puerta Yami y Yugi se sentaron en el piso, un impulso llevó a Yami a tomar la mano de su hikari entre la suya y enredar sus dedos ente sí y este por suerte no se apartó. La tarde entera se les fue hablando a los cuatro y al atardecer salieron a comer con Marik y Malik cargando con un bolso cada uno ya que no volverían esa noche.

-Con Yugi venimos seguido, la comida es deliciosa –dijo Malik mientras agarraba sus palillos con estrellas en los ojos y baba a punto de caer por la comisura de su boca.

-¿Cómo están todos por allá? –preguntó Yugi mientras se llevaba un pedazo de carne recién hecha a la boca.

-Ryou está mejor ahora que Akefia regresó de forma bastante permanente –fue lo primero que comentó Yami porque sabía que era lo primero que él quería escuchar, Yugi sonrió al escuchar eso; ya no tenían mucho tiempo para hablar y hacía un mes se escuchaba bastante desanimado debido a que Akefia se había ido de viaje nuevamente-. Se la pasan juntos así que asumo que está bien.

-Están casi como Kaiba y Joey, pero esos sí que no se separan –mencionó Marik-. ¿Vieron la sesión de fotos?

-¡Sí, la vimos! Jamás pensé que Kaiba haría tal cosa –dijo Malik y buscó en su celular las fotos de la revista para recordarlas. En la sola portada salía una foto de Seto sentado en el piso con Joey en ropa interior delante y ambos mirándose directamente a los ojos, Yugi se arrimó a mirarla con él, las fotos que seguían eran igual de hermosas que la primera.

-Se ven realmente enamorados –comentó Yugi sonriendo sinceramente, pero nadie en la mesa dijo nada después, no estaban muy seguros de como Yugi se sentía al respecto. La verdad se sentía realmente feliz por ellos.

-En cuanto a Tristán, ha estado actuando extraño últimamente –dijo Yami, golpeaba su labio inferior con uno de los palillos pensando en su amigo y como se perdía de repente en su mente hace tiempo ya, andaba muy distraído.   

Malik y Yugi se miraron disimuladamente y con mirada totalmente cómplice. Ambos se preguntaron si se debía total o parcialmente a Duke y la confesión desastrosa que les contó por teléfono a punto de entrar en pánico y llanto. Pero ese era asunto entre ellos dos y si ninguno de ellos mencionaba nada sobre su relación de amantes bajo las sábanas, ellos tampoco tenían por qué hacerlo.

-Vaya a saber que pasó… -dijo Malik haciéndose el ignorante y cambió de tema.

Enfrentados en parejas en la mesa, Yami se estiró hacia atrás y pasó un brazo por el respaldo detrás de Yugi, nada diferente a lo usual, no le llamó la atención.

Yami miraba como Yugi comía despacio, estaba seguro de que si eso fueran hamburguesas esa velocidad hubiese aguantado los primeros dos mordiscos. Un dedo de la mano contraria a la que estaba sobre  su hombro bajó a lo largo de su brazo hasta el codo, pero Yugi apenas lo noto y le restó importancia, no fue hasta que sintió la palma de Yami posicionarse sobre su muslo izquierdo que fue consciente.

Pero solo miró hacia su izquierda y hacia arriba.

Un par de ojos rojos lo miraban seriamente mientras sentía una caricia en su muslo, Yami estaba ligeramente volteado hacia él. Yugi dejó escapar una sonrisa tímida y un calor le subió por todo el cuerpo mientras volvía a concentrarse en su comida y trataba de esconder su sonrisa.

Treinta segundos más tarde Yami limpió la mancha inexistente de comida en la comisura de los labios de Yugi, bajo la atenta mirada de este y a continuación dejó un casto beso; la mitad sobre su comisura izquierda y la otra mitad llegando a tocar sus labios.

-Yami… -reclamó Yugi por lo bajo siendo muy consciente del lugar en el que estaban.

-Lo siento, no lo resistí –respondió simplemente Yami como si esa fuera razón suficiente.

Su burbuja se explotó cuando escucharon a Malik y Marik reírse disimuladamente, ambos voltearon a mirarlos.

-Lo siento, es que son muy tiernos –Malik les sonrió y tomó por el brazo a Marik-. Nosotros nos iremos primero, sigan con lo suyo.

Luego de que ellos se fueron a Yugi se le hizo demasiado incómodo el ambiente con Yami acariciándolo así que tardó cinco minutos en decidir que era hora de irse también. Esa noche pasearon por la ciudad más grande de Japón tomados de las manos, tan disimuladamente que nadie se daba cuenta y ellos ni lo mencionaban. Últimamente era así entre ellos, un constante tira y afloje, la vergüenza les solía ganar la mitad del tiempo y la distancia la otra mitad:

“¿Quiero o no quiero? ¿Sí o no? ¿Novios o amigos?”

Era muy tarde cuando llegaron al apartamento y ambos caminaron exhaustos hacia el cuarto. Cada uno tomó una cama, Yugi la suya y Yami la de Malik. Después de quince minutos en los cuales Yami rodaba una y otra vez sobre sí mismo, corrió las sábanas y se puso en pie.

-¿Qué estás haciendo? –preguntó Yugi con voz dormida, escuchaba ruidos molestos a su espalda y decidió voltearse elevándose un poco y apoyándose sobre los codos.

Yami no respondió, en cambio siguió con lo que hacía. Se había levantado después de dar mil vueltas en la cama prestada de Malik viendo a lo lejos como la espalda de Yugi subía y bajaba lentamente, eso lo irritaba. Apenas sus pies tocaron el piso tomó los bordes de la cómoda que separaba ambas camas y la colocó frete a la puerta, después tomó la cama y comenzó a empujarla hacia Yugi.

Su hikari lo miraba sin hacer ningún comentario pero muy atento a sus acciones, para finalizar tomó la cómoda y la puso en el lugar donde solía estar la cama. Yami miró a Yugi en la oscuridad apenas veía su rostro en la poca luz que entraba por la ventana y estaba hermoso como siempre, más cuando le sonrió y acostándose le palmeó el lugar a su lado.

Ahora la cama sería enorme, pero al menos podrían entrar los dos juntos.

-No quería despertarte –dijo Yami mientras se arrastraba por la cama hacia Yugi, quien admiró por el poco tiempo que le permitió la escaza luz, su cuerpo semidesnudo.

-No hay problema  -quería pero le costaba admitir que le gustaba lo que había hecho.

Antes de darse cuenta Yami estaba a su lado, apoyado cobre su codo y mirándolo de cerca. Su mano libre bajo la fina frazada acariciaba su lechoso vientre desnudo, sentía picazón allí; no sabía si eran las cosquillas del suave toque o las millones de mariposas que empezaron a revolotear desesperadamente en su estómago al sentir el olor de Yami tan cerca.

-Te extraño –soltó con voz ronca y Yugi se sintió derretir tal cual helado en sol allí mismo.

-Lo sé y yo igual –estiró una mano y le acarició la mejilla, sintió un suave raspón de barba que estaba creciendo, se preguntó cómo se vería Yami con ella.

-Quiero que vuelvas –le dijo e inmediatamente recibió un suspiró triste de respuesta, Yugi abrió la boca para decir algo, pero lo interrumpió antes-. Pero sé que no lo harás, es solo un comentario no una petición te lo prometo.

-Yami…

-A veces desearía no tener mi propio cuerpo –continuó y miró su mano a oscuras que había salido de debajo de la frazada y abandonado la cálida piel-, cuando éramos uno solo no tenía que preocuparme por saber dónde estabas, cómo estabas… o con quién estabas, porque yo siempre estaba ahí para saberlo. Ahora estás lejos y no sé con certeza si estas feliz o estás triste o si alguien… alguien se atrevió a…

No continuó con lo que decía pero lo dejó claro volviendo a la oscuridad pasando su mano por el vientre de Yugi y bajando por su pierna para luego subir nuevamente, trazó un círculo alrededor de su ombligo y volvió a dejarla descansar allí.

-Quisiera ser uno contigo siempre –expresó para finalizar.

Yugi digirió las palabras de Yami, pero él no entendía por qué quería tal cosa, a él le gustaba como estaban en ese momento; los recuerdos de ellos siendo uno no eran más que eso, recuerdos para él. Era un buen comienzo para su relación, pero no se imaginaba estando ahora juntos… juntos en el sentido de compartir el mismo cuerpo, claro.

-A mí no me gustaría –le respondió y tuvo ganas de burlarse de la cara de dolor que le hizo Yami. Estiró una mano, colocándola suavemente sobre su mejilla izquierda-, si estuviésemos unidos no podríamos hacer esto…

Yugi lo arrimó hacia allí, Yami no se resistió a ser arrastrado y sus labios se juntaron en un beso suave, ambos disfrutaron antes de mover sus labios en un ritmo lento. Un ronroneo salió de la garganta de Yami antes de que este perdiera el total control de su cuerpo. Y es que… ¡Vamos! Ellos solos, compartiendo cama, con falta de ropa y Yugi extrañamente sumiso.

Era un antiguo faraón que no tenía acción en tanto tiempo que en cualquier momento olvidaría el funcionamiento de su propia anatomía.

Sus piernas de colocaron a cada lado de las suyas y sus labios comenzaron a desesperarse transformando el beso en uno salvaje y sediento de más.

Yugi no pensó siquiera en lo preocupado que estaba en la mañana, en el por qué lo estaba, en la persona a la cual besaba… todo con Yami a final siempre sucedía tan…

Natural.

Sintió el peso de Yami caer sobre sus caderas cuando se sentó en ellas, sintió esas manos ásperas y con callos de las pesas que diariamente levantantaba, pasar por su estómago y rozar sus pezones, sentía una cadena infinita de besos rodearle el cuello. Sus ojos se cerraron ante el placer ya casi olvidado, había olvidado lo que se sentía la excitación y la adrenalina correr por sus venas junto al cosquilleo en su parte baja y la respiración agitada que salía por su boca en bajos gemidos.

La sensación de algo duro contra su vientre fue lo que hizo a Yugi detenerse en medio de un beso y darse cuenta de la situación en la que estaban.

-Maldición –se quejó Yami mirando hacia abajo a su compañero, tenían ambos una clara vista luego de que la única frazada desapareciera  en medio de la emoción. Volvió a mirar a Yugi viendo en este un sonrojo y sin darle la oportunidad de decir algo se levantó de encima de él-. Lo siento, ya regreso.

Yugi no alcanzó a tomar su mano para detenerlo y le daba pena el gritarle que volviese a la cama. Quería seguir un poco más adelante con Yami… solo un poco, y el solo pensarlo le hizo quedar en la misma situación que él. Yugi se quejó dándose la vuelta y enterrando la cabeza en la almohada, en una pelea interna entre ir con Yami o no ir.

Estaba terriblemente excitado y confundido, así que no se atrevió a pararse y esperó a calmarse. Estaba medio dormitando cuando Yami regresó, se acostó junto a él y lo atrajo hacia sus brazos rodeándolo por la cintura y enterró su cabeza entre su cuello y hombro.

Yugi se sentía un poco molesto de que Yami hubiese parado lo que a él tanto le había costado comenzar, así que quiso pincharle un poco. Acomodó bien su trasero para que tocara la ingle de Yami y a continuación con la voz adormilada pronunció:

-Hay otras formas de ser uno –el Yugi de 21 años se había cansado de estar encerrado.

Los ojos de Yami se abrieron de golpe y tragó duro mientras imágenes con restricción de edad pasaban por su cabeza. Si eso no había sido una indirecta entonces no sabía qué lo era. ¿Qué le pasaba a su hikari hoy? Esta era la parte de Yugi que siempre había querido conocer y…

…lo encendía un montón. Trató de que las imágenes dejaran de formarse en su cabeza o iba a tener que recurrir a ir de vuelta al baño.

+ - + - + - + - +

Una semana antes de la navidad Ryou se instaló temporalmente con los Yamis, otra tediosa visita de su padre estaba sucediendo en su casa y era más que definitivo su decisión de no volver a mirar su cara a menos que esté demasiado necesitado de hacerlo. Además no le venía mal la excusa para no despegarse de Akefia.

Más cuando conseguían estar a solas completamente.

Ryou fue empujado contra la pared de uno de los corredores de la casa, sus dos muñecas fueron presionadas a los lados de su cabeza por dos manos grandes y morenas, su cuello era mordido y chupado mientras una pierna estaba metida entre las suyas estimulándolo, él ayudaba moviéndose con un ritmo lento. De sus labios salían jadeos.

-¿Estás seguro de esto? –le preguntó Akefia.

Se sentía incapaz de dejar salir una palabra, pero su cabeza asentía una y otra vez. Sus manos fueron liberadas y enseguida sintió unas manos quitando su remera, no demoró en escuchar el ruido que hizo al caer al suelo. Sus manos se envolvieron en el cabello platinado de la nuca, mientras los besos bajaban por su clavícula hasta y por su pecho, solo pudo tirar la cabeza atrás soltando gemidos mudos. Dos manos recorrieron su espalda y se posaron en su trasero apretándolo fuerte, el gemido que dejó escapar por eso resonó entre las paredes e hizo saltar el miembro de su acompañante.

Las manos se colocaron en sus muslos, en un fácil movimiento ya estaba con sus dos piernas alrededor de Akefia y sus besos eran salvajes. Con dificultad Akefia comenzó a caminar con Ryou encima hacia su habitación. Ambos se reían entre besos al chocar contra las esquinas de los corredores y al escuchar el ruido de sus zapatos quedar por el camino y el de la camisa de Akefia al romperse luego de que Ryou con desesperación tratara de quitársela.

Akefia pensó en que quizá lo que decían sus hermanos era verdad, estaba corrompiendo a Ryou.

Y le encantaba.

-Auch –Ryou soltó una carcajada, luego de ser golpeado contra el marco de la puerta, que duró hasta luego de ser arrojado en la gran cama.

En segundos ya tenía a su hombre arriba,  reclamando cada rincón de su piel. Su ropa interior fue bajada a la vez que su pantalón, ya no sentía tanta vergüenza de estar así con Akefia, llevaban un par de semanas así, Akefia lo… acostumbraba. Se podría decir que pasaba sus noches con los dedos expertos de Akefia estimulándolo, estaba completamente negado a lastimar a Ryou así que había decidido tomarse el tiempo suficiente para que se acostumbrara. Tarea tortuosa que consideraba necesaria.

Volteó a Ryou, quien soltó un grito de sorpresa, colocó ambas manos en su cadera a cada lado elevándolo hasta que su rostro estaba frente al premio mayor. Los ojos del hikari se cerraron al sentir la invasión en su cuerpo con una lengua rápida y codiciosa.

Hasta entonces había estado en el borde de la cama mientras Akefia estaba parado en el suelo, pero ahora se alejaba de ese sitio recibiendo una queja de Ryou (eso lo prendía demasiado) y se subió a la cama para tomar nuevamente a su hikari y ponerlo en la misma posición.

-¿Es esto lo que quieres? –le ronroneó, trazó con su lengua toda una línea por sus nalgas antes de zambullirse de nuevo en ese lugar.

Ryou soltó un gemido como respuesta solamente, uno muy fuerte y se dejó caer sobre el colchón, sus brazos no tenían la fuerza para mantenerlo en cuatro. Su cuerpo temblaba, sus ojos lagrimeaban, su boca solo se abría para soltar gemidos. Metió una mano bajo la almohada, entre espasmos que le nublaban la mente, de allí tomó el frasco de lubricante y la tira de preservativos que iban gastando todas las noches. Ryou tomó la iniciativa de dar por finalizada esa estimulación que ya estaba involucrando dedos hacía rato, se dio vuelta y se acomodó sobre las almohadas.

Mirar a Akefia era como mirar a un depredador; sus ojos estaban oscurecidos y lo miraban con deseo, su pecho estaba desnudo con gotas de sudor cayendo por él y que se perdían en su pantalón negro desabrochado. Su ropa interior estaba baja así que podía ver los comienzos de los cabellos claros de su pubis, se le entrecortaba la respiración al mirarlo, pero debía juntar toda su valentía y hacer lo que se había propuesto.

-Quiero que lo hagas –dijo Ryou y su oscuridad le saltó encima.

  + - +

-Oye, ¡despiértate! –Le gritó Yami en el oído a Akefia desde atrás. Este saltó en su lugar en el sofá ligeramente y ante la burla de sus hermanos tomó un almohadón y se lo arrojó al rostro que estaba detrás de él.

-¡¿Qué pasa contigo idiota?! –se quejó.

-¿A mí? Más bien, ¿qué te pasa a ti diría yo? Te estamos hablando y llevas como quince minutos perdido en la luna y babeando. ¿En qué estabas pensando? –le respondió Yami colocándose al lado de Marik que se reía y le lanzó de vuelta el almohadón, lo atrapó fácilmente.

-Algo me dice que tuviste suerte con Ryou el otro día, cuando llegué a la casa había un camino de ropa tirada hasta tu habitación –le dijo Marik metiéndose una papa frita en la boca mientras le giñaba el ojo y elevaba sus cejas repetidamente.

-Qué envidia… -murmuró Yami, pero lo escucharon de todas formas.

-Ojalá hubiera tenido tanta suerte. Sí lo íbamos hacer, pero… -tanto Yami como Marik quedaron quietos y atentos a la explicación, Akefia soltó un ruido de profunda molestia y pasó sus manos por su cara antes de hablar-. Ryou se desmayó –admitió por fin.

-¿Qué? –Preguntó atónito Marik.

-¿Qué no lo preparaste? –le preguntó Yami.

Y a Akefia le molestó, no tenía cinco años para que le tuvieran que explicar cómo tener sexo con un hombre, era algo simplemente ridículo. Había tomado todas las precauciones para que ese día cuando llegara no tuviese ningún problema. Pero simplemente…

-Le estaba doliendo demasiado, pero queríamos seguir y cuando quise acordar no soportó el dolor y se desmayó, despertó una hora después, me llevé un susto de muerte –soltó un suspiro mientras volvía a esconder su rostro entre sus manos en un gesto frustrado. Enseguida oyó una carcajada de Marik y un intento pobre de Yami de esconder la risa tras una mano en su boca.

-¿Sabes por qué te pasa esto? Por tu tamaño subnormal, si no la tuvieses tan grande a Ryou no le hubiese pasado eso –se burló Marik y de manera indirecta les volvía a refregar en la cara la acción que él sí tenía con Malik y que venía refregándoles desde hace meses, a veces quería ahorcarlo, era un idiota.

-A ti lo que te mata es la envidia –le soltó simplemente.

Una gran discusión se desató entre los tres, en una típica competencia de tamaños, de suerte, de experiencia entre otras. La conversación acabó cuando Ryou entró en la habitación  y los tres rápidamente disimularon muy mal hablar de otra cosa, el hikari los miró desconfiado como si un sexto sentido supiera que hablaban de él.

-Ya casi es la hora –les dijo mirándolos con desconfianza.

Hoy oficialmente Malik y Yugi regresarían a la ciudad de vacaciones, solo hasta año nuevo, pero peor era nada. El tren arribaría en la estación dentro de media hora y Marik y Yami se suponían que iban a ir por ellos y entretenerlos un poco por ahí, Ryou se quedaría con Akefia a terminar los preparativos para la fiesta sorpresa.

Sería algo íntimo; el abuelo de Yugi, los hermanos Ishtar, Tristán, Joey, Tea, Serenity, los hermanos Kaiba y Duke, que había vuelto exactamente ayer de América, así que era también una fiesta para él.

-Tea dice que llegará en un rato, así te ayuda a decorar –dijo Yami leyendo el mensaje recién llegado en el celular-. Pensé por un momento que no vendría, no se ha querido juntar mucho con nosotros.

-Sí, tengan cuidado, parece que muerde –les dijo Marik tomando su campera y las llaves de su auto.

-Ha estado muy extraña, me preocupa, no parece ella misma –admitió Ryou, Akefia acarició su hombro para tranquilizarlo.

Ryou estaba sentado en las escaleras, decorándolas y Akefia se encargaba de aquellos lugares en los cuales necesitaban escaleras y el consideraba un riesgo “mortal” que Ryou lo hiciera. Esa semana y la próxima no habría nadie trabajando en la mansión. El timbre sonó casi automáticamente después de que escucharan el motor de los autos alejarse por la acera, Ryou sinceramente se preguntó si Tea habría estado esperando hasta que el faraón se fuera, siempre intentaba esquivarlo últimamente.

Ryou se paró de inmediato y se dirigió a la puerta, al otro lado estaba Tea sonriente, pero esa sonrisa no le llegaba a los ojos y más bien producía escalofríos. Tea llevaba la piel muy clara, se le notaba más al no tener maquillaje; tenía una notable pérdida de brillo y peso, ojeras se notaban bajo sus ojos.

-Hola Ryou –la voz le salió rasposa, forzada, como quien no habla durante una semana más de lo necesario. Como si hubiera olvidado las palabras.

-Ho-hola –dijo con desanimo. Nuevamente se preguntó, ¿qué estaba pasando con Tea?

La invitó a pasar y ella desde lo lejos saludo a Akefia que estaba en la escalera luchando para colgar del techo un cartel de “bienvenidos”.

-¿En qué te ayudo?  -preguntó ella.

Ryou le mostró la decoración que estaba haciendo en las escaleras, un par de guías brillantes que colgaban de la baranda, le mostró cómo las estaba colocando pensando que ella le estaba prestando atención, pero no lo hacía.

Habían pasado meses desde que Tea ya no era igual, su cuerpo era controlado y ella estaba agonizando en esa pesadilla, sin saber cómo obtener ayuda de sus amigos y viviendo con el miedo constante de saber que ella podría lastimarlos. Sabía que hoy era el día, esa persona encerrada en su cuerpo estaba retorcijándose en felicidad desde la mañana, ya no había nada que pudiera hacer, quería llorar, su alma lloraba pero su cuerpo no. Sintió su cuerpo moverse solo, ya se había acostumbrado, pero hoy su corazón latía más fuerte que nunca por eso.

Su mano derecha tanteó su cartera, se sentía sudar, quería detenerse pero no podía. Quería gritarle a Ryou que saliera corriendo para no salir herido, pero su boca no se movía y escuchaba como ella, sin tener idea de lo que iba suceder, seguía explicándole tranquilamente como estaba decorando con una sonrisa en la cara. Sus dedos tomaron un cuchillo; el cuchillo que esa persona había traído, lo suficientemente pequeño para entrar en un bolso y lo suficientemente mortal para lograr sus objetivos, de quince centímetros de largo y con empuñadura de plata, la había visto muchas veces.  

-Ryou… -la última voluntad del cuerpo de Tea dejó salir ese murmullo.

Él la escuchó y volteó lentamente a verla despreocupado. Sus ojos se ensancharon con miedo, su respiración se cortó y su piel palideció en segundos. Las tijeras que llevaban en la mano cayeron de esta y golpearon el suelo al otro lado de la escalera, llamando la atención de Akefia.

Lo que Akefia vio al voltearse lo dejó horrorizado, a varios metros de él, en la mitad de la escalera; su hikari estaba presionado contra la baranda, con Tea frente a él y ella tenía un cuchillo demasiado afilado para ser falso presionado contra la garganta de Ryou, vio un fino camino de sangre caer por la piel blanca. Se puso furioso en cuestión de segundos y saltó de la escalera para caer en el piso con facilidad, lo primero que atinó hacer claramente fue tratar de tirar el cuchillo al suelo con magia pero este no cedió.

-La magia no funciona en este cuchillo, ni sobre este cuerpo prestado que tomé –tanto Akefia como Ryou quedaron sorprendidos, sus oídos se llenaron de una voz diferente a la usual de Tea, más aguda, más de niña.

Ella no lo miró, su vista estaba fija en Ryou con una sonrisa tétrica, él temblaba del miedo, ni siquiera era capaz de pensar en una manera de salir de allí, ni siquiera llevaba puesta su sortija del milenio porque le estaba molestando en la decoración.

Fue como entenderlo todo y nada; no sabían que estaba pasando, no sabían quién era esa persona, pero en ese momento entendieron la actitud de Tea esos últimos meses, sus respuestas extrañas, su falta de memoria frente a los momentos que habían pasado juntos, su actitud cortante, su distanciamiento. Todo tenía sentido ahora. Todo. Pero nada estaba aclarado.

-¿Quién diablos eres? Más te vale alejar ese cuchillo de él o te vas a arrepentir –le advirtió Akefia dando un paso adelante.

Se detuvo enseguida cuando ella volteó a mirarlo, su cara dejaba en claro que no dudaría en cortar el cuello de su hikari si decidía moverse. Le hacían falta cuatro pasos para llegar a la base de la escalera y luego tendría que subir los escalones hasta él. La cara de Tea lo estaba poniendo nervioso, su ojo derecho lloraba y su cuerpo tenía pequeños espasmos, estaba seguro de que esa era la reacción verdadera de Tea, la verdadera, la que había conocido y la que no dudaba que en ese preciso momento estaba asustada tanto e igual que la persona a la cual amenazaba con un cuchillo.

-Yo que tú no avanzo un paso más, este cuchillo fue forjado por los mejores herreros de un metal que ya no existe, es capaz de acumular magia infinitamente para ser más fuerte y ha acumulado mucha, es prácticamente indestructible, no necesita tocar la piel para cortar. No creo que quieras a tu hikari muerto –dijo simplemente.

Akefia calculó las posibilidades; todo intento de utilizar magia no podría hacerlo sobre ella ni sobre el cuchillo. No podría aplicarle una barrera a Ryou porque realmente no sabía si sería útil contra ese tipo de arma. Podría aplicar magia sobre el suelo, hacer que se abra al medio por ejemplo, pero de nuevo el arma podría lastimarlo sin querer. Podría atacarla directamente, pero no la conocía y estaba claro que magia sabía usar, podría ser contraproducente.

-¿Qué es lo que quieres? –dijo por fin y recibió una sonrisa maléfica.

 

Notas finales:

Les gusto?

Gracias por leer!!

Nos vemos en el siguiente cap!!


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