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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Espero que les guste!!

Esa noche los yamis apenas pegaron los ojos. Akefia caminó de lado a lado de la habitación siempre con una jarra de vino en su mano, no tenía por qué guardárselas ya que saldría pronto. Pensaba en qué iba a hacer cuando regresara. Aceptó porque en el fondo quería ir y además era eso o pudrirse para el resto de su vida en una celda.

Pero estaba el problema de que con tantos días de encierro no le quedó nada más que pensar y así se dio cuenta de sus errores y no quería ir a la otra vida para volver a dañar a su hikari, no de nuevo. Aun debía pensar si se alejaría de él o trataría de acercársele. Entre trago y trago terminó por quedarse dormido, borracho, sobre su andrajosa cama.

Marik no pasó la noche en su habitación, estaba ansioso, siempre creyó que lo que más deseaba era poder haber llegado a ser general y tener todo lo que poseía ahora. Pero al confesar sus sentimientos en voz alta, se dio cuenta de que en realidad una vez llegó a tener lo que más deseaba y no era esto y estaba dispuesto a conseguirlo de nuevo.

Era en estos momentos cuando pasaba la noche con un hombre o una mujer, sin embargo sentía que ya no era necesario saciar el deseo de estar con alguien y quería estar lo menos “sucio” posible cuando llegara al lado de Malik, por lo que prefirió ir a la sala de entrenamiento del palacio y se dedicó a lanzarle cuchillos a una palmera de un pequeño oasis en el medio de la habitación. Debía pensar a quien dejaría  en su puesto, elegir a la mano izquierda del futuro faraón Seth.

Atem se sacó su capa morada, su corona y anillos, se lavó la cara para sacarse el kohl de sus ojos y se dirigió a su balcón. Podía ver las luces del pueblo a lo lejos, su pueblo, los extrañaría pero este ya no era su hogar, dejó de serlo hace mucho tiempo. Una vez el abuelo Muto le dijo que el hogar se hace en donde está la gente a la que amas. Se había olvidado de eso por mucho tiempo, amaba a la gente de Egipto pero tenía que admitir que más a la de allá.

Su padre moriría pronto, todos lo habían asumido. Seth era su primo pero el respeto que este le tenía no daba la oportunidad de construir una amistad. Sus sacerdotes eran importantes para él pero no podía compararlos con sus otros amigos. Y Mana... bueno a ella sí la extrañaría, era su mejor amiga y también pensó en la posibilidad de llevarla consigo pero sabía que no podía, no se lograría adaptar a un lugar tan diferente. La despedida sería difícil pero necesaria.

 Se acostó cuando Ra salía por el horizonte para despertar una hora después. No esperó a sus esclavos, se cambió de ropa él mismo, se puso kohl de nuevo, su corona y partió hacia la habitación de su Sacerdote Seth.

-Perdone mi atrevimiento Faraón, pero ¿qué hace aquí y a estas horas?- Seth ya estaba vestido, seguramente ya estaba por salir. Atem sabía que le gustaba pasear por los jardines en la mañana.

-Quisiera hablar contigo, en privado. ¿Podría pasar? -preguntó Atem, Seth asintió y extrañado lo dejó pasar. Se quedó parado junto a la puerta y ofreció con el brazo la única silla de la habitación. Atem se sentó y al cabo de dos minutos en silencio volvió a pararse y caminar por la sala, no sabía cómo comenzar.

-Seth, te lo diré de una forma rápida -Atem detuvo su caminata y lo miró serio-, me voy de Egipto y no pienso volver.

-¿Qué? ¿Cómo que se va? ¿A dónde? -preguntó Seth impávido, Atem pensó que lo mejor era explicarle lo pasado ayer y así lo hizo-. ¿Y acaso no has pensado en que no habrá nadie quien cuide de Egipto? Tu padre no puede hacerlo Atem y por si no te distes cuenta aún no tienes herederos.

-Lo sé, primo. Por eso vine a ti, tú serás el próximo Faraón de Egipto -Seth abrió los ojos de estupefacción y comenzó a tartamudear excusas-. Es la voluntad de los Dioses, Seth. Tú puedes hacerlo, todos sabemos que puedes y no está a discusión, ya está decidido.

Seth asintió solemne, sabía que los deseos de los dioses debían cumplirse y luego sonrió. -Lo haré y te prometo que protegeré a Egipto, seguiré lo que habías comenzado, no te fallaré...

-Estoy seguro de eso -le dijo Atem- y una cosa más, confía en Dartz, él te ayudará a avanzar y no estancarte.

-Por su puesto, mi Faraón.

Ambos se retiraron de la habitación del Sacerdote y se dirigieron al desayuno. Al ver pasar a Shadi, antes de que este entrara, Atem lo llamó, se disculpó con Seth y este entro enseguida para dejarlos hablar a solas.

-¿Sucede algo faraón? -preguntó Shadi.

-Nada grave, más bien quería saber una cosa -dijo lentamente Atem.

-¿Qué necesita saber?

+

Al comienzo del desayuno Atem anunció que quería hablar con todos ellos en el templo del Dios Ra al terminar. Todos estaban tensos, los que sabían y los que no, los únicos que no participarían en esta reunión serían Dartz y Chris por no poder entrar al templo.

En un lado de las paredes del templo había una escalera que bajaba a un subsuelo, en el que había una mesa larga de piedra, con un trono de oro en una de las cabeceras y cinco sillas a cada lado. Bajaron con antorchas que colocaron en las esquinas de la habitación para luego tomar asiento.

Atem volvió a explicar de nuevo la voluntad de los Dioses dicha ayer y sus deseos de volver a su otra vida. Explicó la visita repentina de Dartz y su viaje al oráculo en Grecia. Shadi relató sus sueños y su experiencia en abrir la puerta que llevaría a los Yamis a su destino, contó sobre su encuentro con Ishizu y como esta lo había visto llegar y la clave para volver.

-Entonces si el faraón lo desea podrá volver, ¿no? -preguntó alterada Isis.

-Lamentablemente no Isis, una vez su cuerpo y alma hayan sido transportadas a otra vida ya no habrá que más hacer, se quedarán para siempre allí, solo yo volveré -informó Shadi.

-¿Y están diciendo que dejarán que este tal Bakura o Akefia vaya con ustedes? -preguntó Karim.

-Pues sí, esa es la voluntad de los Dioses y la verdad que dejarlo pudrirse allá abajo no trae muchos beneficios, aparte de que el mundo en el futuro está lleno de personas como él o peor que él y sabemos controlarlo -le respondió Marik.

-Y una cosa más, me llevaré a mi padre conmigo -las miradas fruncidas se dirigieron a Atem-. Ya murió una vez en esa cama, no sale desde hace meses y no puedo evitar pensar que es mi culpa por pedir ese deseo a pesar de las advertencias, quiero que salga y vea Egipto, este y el que nos espera en la nueva vida.

-Y si no está su padre ni usted, ¿quién gobernará Egipto? -cuestionó Mahad.

-Yo lo haré -dijo Seth parándose-. Atem me lo pidió esta mañana, soy su primo y el Sumo Sacerdote de Ra, es mi deber. Y les prometo que no seguiré el camino de mi padre, sé que él deseaba hacerme Faraón y no lo seré con el mismo propósito que él.

-Me parece justo -afirma Isis y el resto en la sala solo afirma lo dicho asintiendo.

-Deseo que coloquen mi puzle milenario en mi tumba, en ausencia de mi cuerpo. Será lo único que rescate Shadi cuando regrese de nuestro viaje de visita al Mar Rojo y la terrible tragedia con las bestias que nos encontraron, dejándolo a él como el único sobreviviente -afirmo el Faraón, sabía que lo harían, es su última voluntad.

-Buena historia Atem... deberías dedicarte a ser escritor de obras dramáticas en la otra vida -le dijo Marik en japonés al Faraón y este rió-. Ya tomé la decisión de quien se quedará en mi lugar, será Adofo, siempre ha sido mi mano derecha y trata siempre de hacerle honor a su nombre, se lo merece.

-Muy bien -afirmó el Faraón, estaba conforme con la elección que había hecho Marik-. Deben elegir también, de entre los estudiantes de Mahad un portador para el ojo milenario que ha estado usando mi padre.

-Se hará todo según sus palabras, Faraón -dijo Isis. Esta tenía los ojos llorosos, conocía a Atem desde que había nacido y su partida le afectaba. Sabía que su madre estaría orgullosa de él ahora, era su mejor amiga y la antigua portadora del collar del milenio.

Luego de eso salieron del templo de Ra y cada uno volvió a sus tareas. Atem decidió visitar a su padre, hace días que no le veía y quería que estuviese al tanto del viaje que les esperaba.

Caminó por los pasillos con dos guardias siguiéndole de cerca hasta llegar a la habitación de su padre a la cual entró solo, en esta había dos esclavos, uno de ellos ponía un paño con agua sobre la frente de su padre.

-¿Hace cuanto está con fiebre? -les preguntó Atem.

-Hace solamente un rato... después de tomar un baño... -dijo el que estaba cerca de su padre-. Ayer en la noche también tuvo.

-Gracias por informarme. Lo despertaré, necesito hablar con él. Esperen fuera mientras tanto, cuando termine los llamaré.

Estos salieron con la cabeza gacha, desde que llegó el Faraón no lo habían mirado ni una sola vez, se suponía que nadie tenía el derecho de dirigirle la mirada. Eso al faraón lo ponía de los nervios. A pesar de que Atem tenía fama de tratar bien a todos y cada uno de sus pueblerinos había algunas costumbres que no se iban y no pensaban irse en  mucho tiempo.

Atem se acercó a su padre y lo sacudió para que despertara, este pestañó suavemente y lo miró.

-Hijo mío -dijo sonriendo-. ¿Qué te trae por aquí a visitar a este viejo decrépito?

-Tal vez la culpa de que estés así -su padre se rió negando- y no digas que no porque ambos sabemos que es culpa mía que sufras de este modo, padre.

-No te culpes Atem -muy pocas veces lo llamaba por su nombre y no ‘hijo’-. Ya volveré a un mundo mejor. Además el desear tener una nueva oportunidad junto a tu padre no te hace una mala persona.

-Espero, pero aún así te pienso recompensar -le dijo Atem con una sonrisa-. No quiero que pases tus últimos momentos en esta habitación, ya arreglé todo para que me acompañes.

-¿Acompañarte? ¿A dónde si se puede saber, hijo mío? -le cuestionó con el ceño fruncido.

-¡A la otra vida, padre!- le dijo con una sonrisa Atem-. En donde pasé tres años de mi vida, los mejores tres años. Los dioses lo dictaron así, quieren darme a Marik, Akefia y a mí la oportunidad del perdón y la felicidad.

-Pero Atem... ¿Y Egipto? -dijo su padre abriendo los ojos del miedo-. ¿Quién los gobernará? Ellos necesitan...

-Lo sé, lo sé, todos preguntamos lo mismo créeme, pero los Dioses decidieron que Seth ocupe mi lugar, lo lleva en la sangre y sabes que no es igual a Aknadin, el decidió seguirme a mí y al pueblo en el camino del bien, él los guiará desde ahora, puede hacerlo.

-Lo sé -dice lentamente Aknamkanon-. Has crecido y madurado tanto, no termino de entender como sucedió todo esto pero de ahora en adelante te confío la poca vida que me queda. Estoy muy orgulloso de lo que has llegado a ser y estoy seguro de que mi amada Anat también estaría orgullosa de ti.

Atem derramó con su padre un par de lágrimas y terminó acostándose junto a él mientras le contaba cómo sería el viaje, que nadie debía enterarse de que no estaba en los planes volver al palacio.

Atem esperaba que su padre estuviese lo suficientemente fuerte como para el viaje, Shadi dijo que podría ir si lo deseaba, pero que debían tomar precauciones. Ir hacia el Mar Rojo no era el problema pero resistir un hechizo tan fuerte podría llegar a serlo, sin contar los kilómetros que caminarían en el desierto hasta llegar al punto en el que Ishizu los vio con su collar y los estaría esperando.

Se despidió de su padre, que ya casi estaba dormido, y llamó a los esclavos para  que volvieran a cuidar de él mientras tanto.

Habían acordado partir pasado mañana, mañana comenzarían a aprontar las cosas que se llevarían y al otro día sacarían en secreto de la prisión a Akefia y se irían bien temprano en la mañana.

Atem decidió saltarse la cena, estaba agotado del desvelo de la noche anterior, de camino a su habitación detuvo a un guardia en su turno de vigilancia para que fuera a informar a los Sacerdotes y a Marik de su decisión.

+

Mientras, Marik se dirigía a la sala de entrenamiento en donde sabía que se encontraba Adofo, era hora de comenzar su plan moviendo la primera pieza de ajedrez que en este caso sería entregar su puesto.

Por suerte no sospechaba de nada, afirmó que estaría atento en su trabajo mientras ellos iban en su viaje. Si supiera que esa suplencia era permanente...

Extrañaría ser alguien; el respeto que le traía, el poder, la capacidad de tener las concubinas y esclavos que quisiera en su cama por las noches. Estaba cambiando todo eso por un sueño, por querer estar con su hikari y eso que ni él sabía si este lo extrañó o si se pondría feliz al verlo.

Pero como dice el dicho "el que no arriesga no gana".

Notas finales:

Hola!! Espero que les haya gustado!!!

Gracias por leer!!

Nos leemos en el próximo capítulo!!


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