Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El regreso por Bloomx

[Reviews - 66]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

 

Los esclavos armaron sacos con la comida y agua para esos dos supuestos días que iban a estar en el desierto. Atem recorría junto a Seth los pasillos subterráneos con el objetivo de llegar a la bóveda real, los guardias les dieron paso al verlos llegar. En la gran puerta de hierro se encontraba al igual que en la puerta de Akefia un ojo de Horus tallado en oro, el faraón volvió a pronunciar las mismas palabras que la última vez abriendo así la puerta.

Dentro brillaban diamantes de todo tipo, monedas de oro y plata, sarcófagos y papiros enrollados cuidadosamente que poseían toda clase de magia. Había estatuas talladas en piedra de los dioses y hasta en mismísimo oro. Allí se encontraba siglos de historia egipcia, era el sueño de cualquier arqueólogo.

+

En una esquina de la enorme habitación veo las cosas que serían para el funeral de mi padre... irían dentro de su tumba, como me pidió hace unas semanas. Se enterraría su sarcófago vacío al igual que en mi caso y ya que no necesitaré el dinero el día que me muera, según mi padre, todo  quedaría para el pueblo de Egipto y para m futura vida.

Me acerque y tomé de una tarima la corona que portaba mi padre cuando era faraón, me llevaría ambas en recuerdo de lo que una vez fui, de nuestras costumbres y posición. Saqué pequeños sacos de hilo de mi cinturón y los llené de diamantes para luego cerrarlos con una tanza de cuero fino y devolverlos a mi cinturón, en estos momentos era cuando agradecía tener un cinturón de oro.

Llené unos diez aproximadamente, podría considerarse exagerado pero necesitaremos ese dinero para vivir, más si lo vamos a repartir y utilizarlo para pagar estudios además de algún alquiler, sin contar los gastos comunes... seguramente alcanzaría, con dos bolsas podríamos comprar una mansión.

Cuando llegó la noche y Ra se ocultó, me fui a despedir de Mana a las habitaciones de los aprendices, caminamos por los jardines mientras le explicaba la situación. Estuvo muy callada hasta el momento y al despedirnos hizo un rio de sal.

-A pesar de que me cueste admitirlo, siempre supe que no eras feliz aquí -me dijo entre sollozos.

No podía más que sentir lástima por ella y por mí, ambos sabíamos que no nos volveríamos a ver hasta llegada nuestra hora. Siempre había sido mi mejor amiga y dejarla me dolía, más ahora que tenía cada recuerdo vivido con ella, las veces que nos escapábamos al rio y hacíamos preocupar a todos. A la mañana siguiente no podíamos hacer una despedida, todo debía verse lo más normal posible así que había que aprovechar el momento.

Sabía que estaría bien, Mahad se encargaría de eso, sabía perfectamente que tenían los corazones entrelazados por un hilo rojo y me alegraba por ambos.

Esa noche dormí poco y nada, me sentía como Yugi cuando tenía algo al día siguiente y en la noche se despertaba a cada rato de la emoción o el nerviosismo. Me levante de mi cama y me vestí luego de darme un baño, había pedido antes de dormir que me llenasen la tina. Tomé mi corona y me la coloqué, seguido agarré la de mi padre y la ate a mi cinturón junto con los sacos, todo tapado por mi capa morada. Ya no pensaba volver a esa habitación  así que decidí pasar mis últimos minutos ahí en la terraza, observando a mi pueblo en la lejanía.

Escuché dos golpes en mi puerta y de mi permiso para que pasara, sabía de todas formas que era Marik.

-¿Ya estás listo? -preguntó en voz baja Marik.

-Sí, ¿qué traes en ese saco? -le pregunté al verlo cargando un saco que parecía contener ropa, se suponía que él no llevaría nada, según él no tenía qué llevarse, aparte de su uniforme y su sable.

-Es ropa para Akefia, un trapo y una jarra con agua para que se limpie lo más que pueda, hace tiempo que no se da un baño, la última vez fue hace casi tres semanas -dice Marik haciendo una mueca de asco-. Le traje un uniforme del ejército, le pondremos una capa y pasará  desapercibido, será como el segundo guardia que dijimos que iría.

-Perfecto porque ya es hora de que vayamos por él -le digo saliendo por la puerta con una antorcha cada uno, le pido a los guardias que se retiren. No creo que duden  en que no habrá problemas con Marik acompañándome. 

Caminamos lo más rápido posible por los pasillos, ignorando completamente a los prisioneros, al llegar pronuncio el hechizo nuevamente y vemos a Akefia sentado en su cama comiendo uvas tranquilamente. Deshago con otro conjuro el espejo con total confianza, este se va derritiendo hasta convertirse en agua que corre bajo nuestros pies.

Marik le lanza el saco. -Apúrate, debemos volver antes de que el sol salga, serás parte del ejército e irás a cuidar a la familia real y al Sacerdote Shadi en su viaje, ¿entendido?

-Claro Marik, no soy tan estúpido -le responde Akefia atrapando en el aire uno de los sables que llevaba el rubio. Comenzó a desvestirse y lavarse el cuerpo, me sonrojaría en un momento así si no fuera porque tengo preferencia por ver chicos desnudos que tienen más carne que músculo, para eso estaba yo. Pero igual había que admitir que no estaba nada mal-. Listo, ¿nos vamos?

Yo me reí, seguro que está desesperado por salir de este lugar. Corrimos de vuelta por los pasillos hasta llegar al palacio en sí y antes de darme cuenta Akefia salió corriendo en dirección a los jardines. Corrí detrás de él y antes de que saliera le tapé los ojos con una mano por detrás y pronuncié un hechizo, lo último que nos podía pasar es que se quedara ciego por ver el sol de golpe después de un año en la oscuridad.

-Es hermoso -susurra Akefia-. No me merecía esta oportunidad, pero Ra me la dio igual, es bondadoso después de todo. Espero que todo salga bien.

-Todos lo esperamos, hermano -dice Marik colocando una mano sobre su hombro sonriendo abiertamente, mirando el amanecer.

-Es hora de ir a los establos -les digo-. Shadi y los demás Sacerdotes no demorarán en bajar con mi padre.

Asintieron y así lo hicimos. Había un carruaje de dos ruedas en los que solo había una fila de asientos y dos caballos al frente tiraban de él. Ya se encontraban allí los sacos de víveres, Marik y Akefia acomodaron dos caballos negros. Mientras yo me dirigía hacia mi Yegua blanca.

Mi Yegua era una pura sangre, uno de los caballos más rápidos de este establo y de muy buena resistencia. La obtuve hace un año y la llamé Japón. Nadie entendía este nombre excepto Marik y yo, el nombre me surgió apenas verla, es completamente blanca menos por un círculo castaño rojizo en el medio de la frente. Estaba predestinada para ese nombre y para mí.

La acaricié lentamente y comencé a caminar hacia la entrada del castillo tirando de ella por las ataduras de cuero, los chicos venían detrás ya subidos en los caballos que tiraban del carruaje.

En la entrada me esperaban los Sacerdotes junto a mi padre y Dartz. Shadi subió junto al antiguo faraón, parecía sentirse mejor, el sol siempre tenía ese efecto en las personas.

-Cuídalos a todos Seth -le pedí a mi primo y este me sonrió.

-Lo haré, mi Faraón -respondió este.

-Atem, me gustaría darte esto - dijo Dartz y se acercó a mí junto con Chris, esta colocó alrededor de mi cuello un collar con una piedra de oricalcos-. Tranquilo, ya no puede hacer nada.

-Me alegro, no quisiera lidiar con lo mismo de nuevo -me reí y ellos me acompañaron.

-Y también esto, no sé si lo usarás pero yo ya no las necesito y quisiera dárselas al rey de los juegos -aquí habían comenzado a llamarme así también, me alcanzó una bolsa pequeña de hilo bordado de color plateada. Al abrirlo pude ver la baraja de cartas de Duelo de Monstruos de Dartz.

-No sabía que la habías conservado, gracias, la cuidaré - ambos nos hicimos reverencia.

Volví a despedirme de todos y derramé una lágrima mientras me subía a mi yegua, esta comenzó  caminar por delante de los otros. Las puertas de las murallas se abrieron para nosotros por última vez y entonces nos dirigimos  hacia el este, al lugar donde sería la ceremonia, donde mi nueva vida y la de los demás comenzaría, donde estaba la clave para cumplir mi deseo de ver a mis amigos y a mi hikari, de volver a mi hogar, porque uno siempre sabe como volver a casa.

El viaje fue corto, nos detuvimos en un oasis a unos quilómetros del Río y atamos los caballos a unas palmeras.

-Bajen los sacos con la comida -nos dijo Shadi-, será mejor que  todos comamos algo, gastaremos mucha energía.

-Está bien -dijo Akefia mientras iba por los sacos, Marik extendió una manta cerca del lago mientras yo ayudaba a sentar a mi padre.

Lucía mucho mejor, después de dos meses mostraba una mejoría, pero yo sabía que eso no era algo de lo que alegrarse, eso es a lo que se le conoce como la mejoría de la muerte. Lo único que hace es decirte que la arena va cayendo en el reloj más rápido, solo espero que no se debilite mucho durante el viaje como me advirtió Shadi.

-Apareceremos acá mismo y caminaremos hacia El Cairo -dijo Shadi Señalando la dirección con su brazo, a donde se suponía que estaría la cuidad-. Ishizu me dijo que vio nuestra llegada como ya les dije, nos alcanzará a mitad del camino con Odión, pero de todas formas hay que caminar.

-¿En qué consiste el hechizo del que hablabas? -preguntó Marik mientras se llevaba uno de los sacos al hombro.

-Lo verán en un momento, síganme -respondió y comenzó a caminar hacia el lago. Sostuve a mi padre de un brazo aunque el me susurraba que no era necesario y seguí a Shadi. Fuimos hasta el centro del lago hasta que el agua nos llegaba a la cintura.

Creamos un círculo con nuestros cuerpos. Shadi sacó sus dos artículos del milenio, coloqué el mío a orillas del lago luego de darlo contra un árbol para desarmarlo, iría a mi tumba, llevado por Shadi en su regreso. Esta vez sería enterrado sin ningún alma dentro, ni siquiera magia una vez que me vaya. Los artículos milenarios de la otra vida no funcionaban aquí e igual viceversa, no tenía por qué llevármelo.

-¿Qué está haciendo? -preguntó Akefia. Shadi tenía las dos llaves milenarias en alto con los brazos extendidos hacia el frente, una llave brillaba y la otra no. Hablaba en una lengua que conocía bien, se utilizaba para los cánticos en hechizos, repetía lo mismo una y otra vez invocando a Ra, nuestro máximo Dios, le informaba que estábamos listos para nuestro destino.

-¡¿Qué está sucediendo?! -preguntó alarmado Marik, comencé a mirar hacia los lados también.

El agua comenzó a girar, formando un remolino alrededor nuestro. La cantidad de agua parecía haberse multiplicado, el agua me llegaba al cuello. Me agarré firme a mi padre, estaba respirando de forma agitada.

De repente la llave que brillaba se apagó y Shadi acabó el rito. La otra llave comenzó a brillar.

-¡No respiren!

Apenas pude hacerlo cuando el agua me cubrió, comencé a girar en el remolino y en una de esas solté a mi padre. El oxígeno se me acababa, parecía que estuviéramos bajo el agua minutos enteros. Cada vez nos acercábamos mas a la arena, no podía ver nada, pero la sentía raspar mi piel.

Sentí un golpe en la cabeza, una piedra en el fondo y luego todo negro.

+ - + - + - + - + - + - + - + - + - + - + -

-¡¿Yugi, qué tienes?! -le pregunté preocupado.

-Joey, me duele el pecho -lo sostuve de los brazos cuando parecía que iba de bruces al piso-. Me siento mal, me vino de repente. ¿Escuchas eso?

-¿Escuchar? No escucho nada –se enderezó dando unos pasos solo, entonces tropezó de nuevo  sosteniéndose la cabeza, lo agarré entre mis brazos antes de caer-. Tranquilo Yugi, la casa de tu abuelo esta cerca, iremos para haya. Dejaremos el duelo para otro día.

-Son gritos Joey, vienen de mi puzle milenario, parece la voz de Yami -Yugi se lleva la mano al corazón, desde que el faraón se fue no escuchaba a nadie desde el rompecabezas, aunque lo había intentado… cientos de veces-. Parecen latidos, dentro de mi cabeza. Retumban fuerte Joey. ¿Qué sucede?

Me di la vuelta y me agaché para que Yugi pudiera subirse a mi espalda.

-No lo sé Yugi, pero ya estamos cerca, no te preocupes -había comenzado a correr con Yugi, la gente me mira pero yo solo los empujo, ¿qué no ven que estoy desesperado? Ni que tuviera monos en la cara. Corro una cuadra más y en la esquina al cruzar la calle se encuentra la casa y la tienda del abuelo Muto. Toco fuerte la puerta mientras a la vez toco el timbre-. Yugi, ya llegamos. Te sentirás mejor, el abuelo sabrá qué hacer... espero.

-Tengo miedo Joey, no sé qué sucede -dijo antes de desmayarse.

-Ya voy, ya voy, no es necesario tocar tanto -gritaba el abuelo mientras caminaba hacia la puerta, yo mientras sacudía a Yugi para que despertara-. Chicos, ¿qué hacen aquí? No se supone que... ¡Por los dioses! ¿Qué le pasó a mi nieto? Pasen, pasen...

Pasé a la tienda con Yugi en mis brazos aún y subí las escaleras a la casa, lo dejé en el sofá mientras veía al abuelo ir a la cocina por un paño mojado para colocarlo luego en su frente.

-Íbamos hacia el centro, íbamos que participar en los dueles como ya sabe, pero de repente Yugi cayó al suelo gritando. Dijo que escuchaba gritos desde el rompecabezas, que le parecía la voz de Yami -explicó lo más rápido posible-. ¿Crees que eso sea posible abuelo?

-No lo sé, Joey. Los muertos no hablan, pero después de tantas cosas, ya no sé qué creer... esperemos a que Yugi despierte y explique qué pasó.

-Está bien -tomé mi celular y llamé a Mokuba.

“Hola Joey, ¿dónde están? Solo faltan ustedes”. Escuché la voz del Chibi del otro lado.

-Hola Moki, no creo que podamos ir, nece...

“¿Cómo que Muto no vendrá?” Escuché la voz de ricachón en el celular y la voz de Mokuba detrás regañando a su hermano por comportarse de tan mala forma espiando sus llamadas.

-Mira ricachón, que yo sepa no estaba hablando contigo -¿quién se cree que es? Ni que fuera tan importante...

“Mira tú, perro. Puse mucho dinero en esta competición y necesito a Muto para el duelo final”. Como si a mí me importara su sucio dinero, de todas maneras no es como si él fuera a ganarle a Yugi... debería decírselo...

-Pues te felicito, ahora, necesito que me des de baja a mí, no participaré y el duelo final cámbialo para otro día. Yugi se desmayó y no veo posible que pueda ir.

“Maldito ojón... ¿justo ahora tiene ganas de desmayarse?” Lo escuché maldecir sin abrir la boca, no era momento de discusiones. “Bien. La final queda para pasado mañana en la noche”. Después de decir eso, enseguida Kaiba cortó.

-Muchas gracias, su majestad -le dije al teléfono apagado y me senté en el suelo al lado de Yugi.

¿Qué le habrá pasado?

+ - + - + - + - + - + - + - + - + -

-¡Atem! Despierta -escuché que me gritaban y sacudían-. Marik, tiene un tajo en la cabeza, seguramente se golpeó en el viaje.

-¿Qué pasó? -dije mientras me levantaba mirándolos- ¿Ya llegamos?

-Obsérvalo tú mismo, faraonsote -me dijo riendo Akefia mientras me daba un golpe suave en la espalda.

Me levanté, estaba completamente seco. A orillas del lago vi mi corona tirada, la agarré y la coloqué en su lugar. El sol estaba a lo alto, nos encontrábamos en un oasis completamente diferente al de antes, los caballos ya no estaban y mi padre junto a Shadi se encontraban descansando recostados bajo el ala de una palmera bebiendo agua, seguramente eran los más agotados.

Miré más allá y pude ver la punta de la pirámide más alta. Estábamos de vuelta en la otra vida. Tenía ganas de gritar de felicidad.

-Será mejor que comencemos a caminar, hay que llegar antes de que anochezca -nos dijo Shadi parándose, tenía una llave milenaria a cada lado de su cinturón. Me lanzó una manzana-. Anda, cómetela, necesitas energías para un viaje tan largo.

Y así comenzamos los cinco a caminar por el desierto, haciendo pausas para beber agua y comer algo de vez en cuando. Ya casi atardecía, mi padre volvió a lucir cansado así que lo ayudaba a caminar.

-¿Qué es ese ruido? -dijo mi padre alterado provocando la risa de Akefia y Marik.

-Es el motor de un automóvil padre. Deben ser Ishizu y Odión, tranquilo -le respondí. Se escuchaba el ruido acercarse, vi dos Jeeps aproximándose hacia nosotros, yo sonreí, eran ruidosos pero nos iban a sacar horas de caminata sin contar que era la primera señal verdadera de que estábamos en el S XXI.

Estacionaron al lado nuestro, podía ver la cara de quienes conducían cada auto. Bajaron con una sonrisa.

-Es un placer volverlo a verlo Faraón -me dijo Ishizu con una reverencia.

-Igualmente -digo yo mientras Marik susurra un "para mí no" recibiendo un golpe de parte de Akefia-. Espero que traer a mi padre no sea un inconveniente, pero no quería dejarlo allá.

-Para nada, pude ver su cambio de opinión, hay lugar suficiente para todos -respondió Ishizu.

-Deberíamos ir yendo, la noche está por llegar -dijo Odión.

Nos repartimos entre los dos Jeep, fui con mi padre y Shadi en la conducción de Ishizu, ya que Marik juraba que apenas esta tuviera una pequeña oportunidad lo asesinaría, así que prefería evitarla en el viaje. Llegamos a una casa apartada de la ciudad, según dijeron, la estaban alquilando mientras hacían su trabajo de investigación en las excavaciones debido a que se habían mudado a Japón al terminar el verano que yo me fui.

Era una casa muy grande, de tres pisos y apenas un notorio jardín alrededor creciendo entre la áspera arena. Mi padre estuvo callado desde que pasamos la puerta de entrada y se solía asustar por cada cosa que veía, desde la ropa que tenían las personas hasta cada vez que encendían una luz y ni que hablar cuando vio todas las posesiones de la casa.

-Se podrán imaginar que tres personas no aparecen de la nada, mañana vendrá una persona que conocen a ayudarlos -dijo Odión durante la cena.

-Ahora será mejor que descansen -dijo Ishizu.

Nos guiaron al segundo piso y nos indicaron donde dormiríamos Shadi, mi padre, Akefia y yo. Cada uno dormiría solo en una habitación bastante amplia.

-¿Y yo donde dormiré? -preguntó Marik.

Ishizu se dirigió a un armario y tomó una manta fina de esta.- Sencillo, dormirás en el sillón de la sala de abajo -dijo tranquilamente mientras se iba caminando hacia las escaleras para subir a su habitación.

Akefia y yo tratábamos de aguantarnos la risa.

-¿Es una broma? ¡Ni siquiera entro en uno de esos sillones! ¿Qué pasó con el supuesto lugar que había para todos? -comenzó a gritar Marik sin obtener respuestas y con la manta en sus brazos se dio la vuelta y comenzó a bajar las escaleras diciendo insultos hacia la pelinegra-. Les dije que era una bruja...

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado!!

Es más largo que los demás capitulos y al fin se pudo saber sobre los hikaris, tenía mucha emoción al escribirlo.

Gracias por leer!

Nos vemos en el próximo capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).