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Je Te Promets por SooJim

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Notas del fanfic:

Este es el primer fanfic original, todos los personajes así como sus actitues me pertenecen (eso creo).

Está inspirada en canciones (no son mías) que más tarde (tal vez) les deje para que las escuchen

 Je te promets— La legende du Roí Arthur

Ese día llevaba un sombrero, botas y toda su vestimenta con excepción de la camisa de color negro. Su capa roja ondeaba entre los los anchas pasillos del castillo. El resonar de sus pasos enfadados hacia el despacho de su padre era lo único que se escuchaba alrededor; una reverencia de los guardias para mostrar respeto.

Dudó un momento y decidió escuchar a través de la puerta.

-Con la única condición de enamorarlo- Su padre...

Entró con tranquilidad, elegantemente (lo cual era muy raro en él). No miró a los invitados y se presentó.

-Yo soy Ehécatl, Príncipe de Tlali.

Al levantar la vista solo pudo ver al amigo de infancias de su padre: el rey vampiro Dae-hyun Seung.

-Es más grande de lo que recordaba..

¡Pues claro que lo era! había pasado 10 años desde la primera vez que lo vio.

Se quedó atrás, viendo como hablaban tan naturalmente entre ellos dos, aunque el ambiente se estaba tornando algo tenso e incomodo, siguió hasta que su padre se atrevió a hablar sobre la propuesta de matrimonio. Su mirada se clavó en él.

-Te casarás con Takeshi- así de directo era su padre, frunció su ceño y cruzo los brazos. Pensó que sería lo mejor (no quería que su hermanita se casara con ese patán).

-Con una condición- Hizo una pausa para mirar la cara sorprendida de su padre y la del otro rey -él tendrá que conquistarme.

Si se iba a casar con él a la fuerza por lo menos debería ganar su corazón, no se la pondría fácil.

Más tarde, en la sala de entrenamientos, se hallaba él junto su mejor amigo y capitán de su tropa: Izel.

Golpeaba con gran fuerza los ataques de la espada de su amigo mientras su cuerpo moreno era recorrido por perlas de sudor haciendo que luzca mucho más atractivo de lo que ya era en realidad.

Ahora él era un doncel, lo más preciado que puede haber en todo el continente, aquellos hombres que pueden embarazarse son vistos como la joya más preciada. Solo nacen en su raza: las hadas guerreras.

No eran cualquier raza de hadas, eran las más grandes y poseían poderes increíbles, por desgracia su población era limitada. Tenían todos los atributos de las hadas: las orejas puntiagudas y su magia o dones.

La mayoría de los donceles eran delicados como una mujer, aunque algunos pueden ser fuertes y ágiles (como lo era él), su propio cuerpo hacia que toda la musculatura que debería haber ganada desaparezca, sin perder su fuerza. 

Ahora eso hay que sumarle el que su don de magia es único en su especie, lo convertía en blanco de muchos pretendientes ambiciosos de poder fácil para conquistar el continente. Algo que no permitiría por el bien de su pueblo.

-¿Puedes creerlo? me comprometió con un total desconocido, solo para saldar su deuda o no se que tengan entre amigos.-Platicaba al mismo tiempo que blandía su espada en el aire.

-Era de esperarse, después de todo son mejores amigos. ]No hay nada mejor que comprometer a sus hijos o hijas para que sean familia-  Torció la boca al mismo tiempo que su mejor amigo de juegos.

-Yo no haría lo mismo con mis hijos, sin ofender- Le dijo burlón

-Ni o, no querría que mi hijo o hija tuviera como suegro a una diva como tú- rió al ver la cara de fastidió de Ehécatl.

-Eres un estúpido

-Y tú, una diva

 

Notas finales:

Lo sé muy corto.


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