Ganaron la guerra y salvó la vida de millones de personas en su último acto de valentía. Murió y fue recordado con honores por sacrificarse al estrellar ese avión contra el agua evitando que esa bomba cumpliera su función.
El Capitán América se había sacrificado por su país. Dado por muerto en acción.
Los libros de historia relataban ese hecho que él vivió en carne propia, lo único en lo que se equivocaban era en que había muerto. Pero no podía culparlos por esa información errónea de su final.
Ni él creía que estuviera vivo. Cuando despertó realmente creyó que se trataba de un sueño, que no había subido a ese avión, pero no se trataba de eso y pronto con la mayor calma posible un hombre de color con un parche en uno de sus ojos le explicó lo que había ocurrido.
─Capitán, debería abandonar su cuarto y salir a conocer el mundo─ las voz del hombre, que aparentemente estaba a cargo de todo en la base donde se encontraba viviendo desde hace más de dos meses, lo sacó de sus pensamientos. Sin mostrarse molesto por la irrupción a su cuarto sin antes tocar la puerta guardó el libro de historia que realmente no estaba leyendo, cada vez que intentaba leer sus recuerdos lo atacaban haciendo que se perdiera en su mente.
─Con todo respeto señor, a menos que tenga una misión para mí no tengo ningún interés en conocer el mundo─ contestó al ponerse de pie sin impacientarse cuando notó una ligera sonrisa en el hombre, percatándose de que en sus manos tenía una carpeta.
─En los últimos años se han dado avistamientos de personas con habilidades o poderes extraordinarios por todo el mundo y como seguro ya sabrás al tener estas habilidades se puede hacer el bien o por el contrario hacer mucho mal. Mi trabajo es catalogar los peligros potenciales para el mundo entero y no solo nuestro país.─ Bien, Fury había logrado llamar completamente su atención y ahora lo escuchaba atentamente ─Muchas de estas personas son jóvenes con la moral dudosa y actitudes un tanto conflictivas, pero son capacees de moldearse y ser encaminados. Ante esta amenaza se decidió crear una Academia para encaminar a los que serán la futura generaciones de defensores del mundo evitando así que se conviertan en los futuros enemigos del mundo. El proyecto Avenger Academy fue aceptado y hace cuatro años seguimos funcionando por el bien común.
Fury le entregó la carpeta y sin entender todavía que tenía que ver él con lo que le relataba ojeó el contenido de la carpeta.
─Capitán, usted juró proteger su país y cumplió con su deber en batalla durante su época. Pero ahora se encuentra aquí, ante una nueva sociedad y amenazas potenciales para todos.
─¿Quiere regresarme al mundo, señor?─ preguntó levantando un momento la vista de las hojas y volviéndola sin estar convencido de lo que quería Fury ─¿Enviándome a una escuela?
─Es mucho más que una escuela─ le aseguró justo cuando en una parte Steve leyó un nombre conocido.
─¿Howard Stark tiene algo que ver con este proyecto?
─Es el mayor inversionista y además su hijo también es un estudiante en la Academia─ el tono un tanto más bajo con la mención del hijo de Howard le llamó la atención pero no indagó en el tema. Le sorprendía escuchar que aquel chico que conoció en su época hubiera formado una familia y estuviera ligado a los asuntos de seguridad ─Necesitamos al Capitán América.
Cerró la carpeta viendo el emblema de la academia junto con el de S.H.I.E.L.D. sabiendo que no podía seguir encerrado en la base y que era hora de enfrentar la realidad de una buena vez por todas. Tenía que integrarse en esta nueva sociedad si quería ser de utilidad.
─¿Cuándo será mi ingreso, Señor?
***
Las vacaciones fueron muy buenas, viajar a Amsterdam fue una gran idea o al menos lo fue hasta que Howard apareció para arruinarle la fiesta. No entendía a ese tipo, en el último tiempo había comenzado a interesarse en ser “un buen padre” controlando todos sus movimientos con una eficacia que le molestaba.
¡Hasta lo había inscrito en esa Academia!
Él era un genio y sí, había superado a Howard en muchos sentidos y entre ellos la creación de armamento. Pero no era una maldita amenaza como para ser obligado ingresas a ese internado como si se tratara de un futuro criminal como era el caso de muchos estudiantes.
Odiaba a su padre, el maldito no tenía derecho de meterse en su vida como lo estaba haciendo. Todavía le quedaba una semana de vacaciones para hacer todo lo que no le dejaban hacer en la jodida cárcel, mejor conocida como Academia y no podría disfrutar de estos días siendo libre porque a Howard se le ocurrió revocarle su permiso para salir.
¿Qué vendría después? ¿Avengers University?
Suspiró antes de adentrarse en el campus de la Academia, viendo a su alrededor por si veía una cara conocida. El maldito lugar estaba desierto. Los alumnos que no iban con sus padres o tutores durante las vacaciones debían quedarse en la Academia o asistir a los campamentos.
─Bueno, tendré tiempo para mejorar la armadura─ habló consigo mismo, pensando que podía hacer los acabados de las partes que había construido de lo que sería una armadura en un futuro cercano.
Pensar que había comenzado con un guante robótico y por ello su padre lo internó en este lugar.
Ya se había encaminando hacia el área de los dormitorios para echarse una siesta antes de pensar en ir a su taller, pero el sonido de la reja abriéndose le llamó la atención. Estaba a unos buenos metros de distancia pero podía ver perfectamente como un chico rubio ingresaba. Se sacó sus anteojos parpadeando por lo que sus ojos veían.
Era él, el joven de las fotos e incontables historias que relataba su padre con tanta admiración en sus días buenos cuando era niño. El chico con el que siempre fue comparado, perdiendo por mucho logrando que de admirarlo pasara a odiarlo mientras crecía.
El Capitán América.
Frunció el ceño sin dejar de mirarlo, no tenía idea de que lo habían descongelado con éxito. Hace dos meses había logrado ingresar en los ordenadores de S.H.I.E.L.D. para molestar a Fury llevándose una gran sorpresa al ver que las búsquedas interminables de su padre habían dado frutos al encontrar al Capitán congelado y sorprendentemente con vida.
─No es cierto─ sonrió sin darse cuenta al ver como el rubio parecía un tanto perdido y no se movía de la reja ni cuando ésta se cerró dejándolo adentro.
Se le hacía que en las fotografías era más alto pero al verlo en persona podía notar que tenían casi la misma altura, solo que él tenía unos buenos músculos, no tanto como Thor pero si los suficientes como para hacer pensar a cualquiera antes de molestarlo.
─Deberías ir a darle la bienvenida, Tony─ escuchó una voz de repente haciendo que casi diera un respingo por no esperar que alguien estuviera detrás de él.
─Maria, cariño, ese es tu trabajo─ le respondió sin girarse o apartar su vista del Capitán que seguía ahí parado e indeciso de adentrarse más en la Academia.
─No te cuesta nada ser amable con él─ bufó posicionándose a su lado, vistiendo el uniforme que las agentes de S.H.I.E.L.D. usaban normalmente. Tony la miró de costado recordando que ella se había graduado hace dos años con honores para ser parte de la agencia y volverse una espía que en sus ratos libres se la pasaba en la Academia ayudando a los profesores y en especial al director Fury ─Éste será un año interesante.
─Ya lo creo─ la vio caminar con mucha seguridad hacia el Capitán América. Se quedó ahí observando como ahora ese par interactuaba hasta que Maria Hill condujo al rubio hacia los dormitorios haciendo que quedara expuesto en el campo de visión de ellos.
Aquellos ojos azules se clavaron en los suyos mirándolo con sorpresa, como si lo reconociera cosa que era imposible. Por un momento se quedaron ambos quietos, sin siquiera pestañear. Tony sonrió colocándose nuevamente sus anteojos, cortando con ese extraño momento antes de girarse, pensando en que seguramente lo había confundido con Howard.
Sí, éste será un año interesante…