Es algo normal entre amigos, le dijeron. Y realmente él no ve nada normal en lo que está sucediendo en ese momento. No es que se queje, para ser sinceros, pero la idea era muy simple como para torcerse de esa manera.
Un cuarto oscuro, un cojín en el regazo de cada participante -por aquello de mantener la decencia-, no hacer contacto físico, ni siquiera el más mínimo roce accidental, mucho menos contacto visual y un buen vídeo porno para poder hacerte una paja con tranquilidad.
La cuestión es, piensa Kunimi de forma distraída mordiendo su labio inferior e intentando no gemir patéticamente, de nuevo, es que Kindaichi no tiene suficientes cojines... no tiene, para empezar. Y eso de "pues no voltees a verme" no les funcionó muy bien cuando le interesaba más lo que hay entre las piernas de su compañero que lo que sale medio censurado en el vídeo que alguien les prestó -sospecha que Matsukawa-sempai, pero Kunimi no es un chico que vaya inculpando a todo el mundo, así que realmente no importa-.
Y volviendo a lo importante, él siempre ha sido un chico tranquilo y no muy interesado en las grandes tetas que rebotan con cada estocada que recibe de ese miembro no tan bien proporcionado como el de su compañero. Imagina que los close up hacen maravillas al momento de mostrar dimensiones, pero Kunimi no sólo tiene el suyo propio en la vida real, sino el de Kindaichi quien, de forma tímida se acariciaba, con los ojos cerrados, los labios entre abiertos y, santa mierda, se le puso tan dura de sólo verle y cree que si comienza a tocarse de verdad se correría rápido y duro, lloriqueando del puro placer que le daba la visión de su compañero.
Entonces Kindaichi volteó a verlo, y fue como si algún interruptor dentro de sus cabezas hiciera corto circuito porque de pronto era los labios de Kunimi siendo violados por los ajenos, las manos grandes, fuerte y un poco callosa de Kindaichi sustituyendo la suya y moviéndose de arriba abajo tan fuerte y tan duro que Kunimi tuvo que pensar en cosas feas -como Kageyama y su cara de odio, la derrota de Aoba Jousai, Kyoutani poniendo cara de perro sarnoso cuando no cumplen sus caprichos- para no correrse con fuerza porque necesitaba más de eso. Más de esa mano fuerte tocándole con desesperación, más de su propia mano en el miembro duro, húmedo y caliente que resbalaba entre sus dedos.
En serio, no sabe cómo fue que pasaron del punto A al punto C sin un punto B entre medio. La película olvidada en la pantalla, con los gemidos fingidos, agudos y molestos que al principio no le lograban excitar totalmente olvidados porque Kunimi sabe que nunca se ha sentido tan caliente como en ese momento. Con la lengua de Kindaichi recorriendo cada parte de su boca, hundiéndose lo más profundo que puede, saboreando su lengua, su paladar, chupando sus labios, mordiendo un poco y murmurando cosas que no termina de entender. Algo como todo el tiempo que ha deseado eso, o las cosas que, mierda santa joderjoderjoder, quiere hacerle ahí, ahora, y todo el tiempo y Kunimi se corre tan fuerte entre sus dedos, presionando la erección entre sus manos con más fuerza hasta sentir un líquido viscoso y pringoso escurrir entre sus dedos.
Se quedan tendidos un rato más sobre el suelo, respirando con dificultad y besándose lánguidos de tanto en tanto antes de sentir sus cuerpos enfriarse y el sentido común volver de a poco.
Los créditos de la película están a punto de finalizar y Kunimi se sorprende pensando en la cantidad de gente que se necesita para filmar una película porno.